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Pascua

Sáb 15 Abr 2017

Abramos los ojos y el corazón: El Señor ha resucitado

Hermanos, bienvenidos a esta celebración. Como María Magdalena busquemos a Jesús. Como Pedro y Juan corramos a comprobar qué ha pasado. Dejemos que la experiencia del encuentro en esta Eucaristía nos lleve a descubrir a Jesús presente en la Iglesia, en nuestra vida, y gozosos salgamos a comunicar a nuestras familias, a nuestra sociedad, a nuestra patria, que Cristo no está sepultado, que Él ha Resucitado. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hch 10, 34a.37-43[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 118(117),1-2. 15c+16a+17.22-23 (R. 24)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Col 3,1-4 o 1Co 5,6b-8 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 20,1-9 [/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Todos los textos de este domingo tratan el tema de la Resurrección. Se puede seguir el hilo cronológico de los acontecimientos, para hacer notar su unidad y progreso. De los hechos del día de la resurrección, pasamos al anuncio de ese acontecimiento, para terminar en la comprensión teológica de cómo ese acontecimiento toca la vida de cada creyente. 1) El capítulo 20 de Juan narra “el día de la resurrección”, como final del acontecimiento glorificador de Jesús. Las dos formas primeras para expresar la resurrección fueron las apariciones y el sepulcro vacío. En la primera sección (Jn 20, 1-10) tenemos el sepulcro vacío y el estado de las cosas en él, que excluye el “robo” del cadáver, puesto que un ladrón no hubiese dejado las cosas tan ordenadas como aparece el sudario de la cabeza. El evangelio muestra el primer momento, “la incertidumbre de lo sucedido”, las mujeres creen que “se han llevado del sepulcro el Señor y no saben dónde lo han puesto”. Junto a este acontecer histórico y la perplejidad tenemos los dos discípulos que corren juntos, Pedro y Juan, que representan en su unidad a la Iglesia: el poder y el amor; sólo cuando los dos están juntos, dentro del sepulcro vacío – poder y amor, la Iglesia – el Texto Sagrado nos dice “vio y creyó”, no se trata que uno de ellos vio y creyó y el otro no, ni es Pedro, ni Juan el que ve y cree, son los dos, pero al singular, es decir la Iglesia vio y creyó. Luego el texto pasa al plural de nuevo “pues hasta entonces no habían comprendido las Escrituras”, las Escrituras se comprenden a la luz del misterio de la resurrección de Jesús y en la unidad de la Iglesia, la Iglesia que ve y cree, ahora entiende las Escrituras. De lo anterior se siguen consecuencias prácticas sobre las cuales se puede insistir. a. La Lectura de las Escrituras debe acontecer en comunión efectiva con la Iglesia, aun cuando se lea de manera individual; Ella debe ser leída con el amor y las enseñanzas de la Iglesia para poder comprenderla. b. La vivencia de la vida cristiana en Iglesia acontece en la unidad del respeto y aceptación de la autoridad eclesial y la dimensión del amor. El amor no se opone a la autoridad. De gran importancia para el crecimiento eclesial que todas las parroquias de nuestra Iglesia en Colombia trabajen en los distintos grupos y realidades la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, “Iuvenescit Ecclesia, - La Iglesia Rejuvenece - sobre la relación entre los dones jerárquicos y carismáticos. 2) La Iglesia comunica el acontecimiento Jesús de Nazaret, que se convirtió en el contenido del anuncio. La primera lectura, de los Hechos de los Apóstoles, se enmarca en la confirmación de la misión a los paganos por parte de la experiencia de Pedro, en Cesarea, en casa de Cornelio, (cap. 10) Pedro realiza un discurso realizando el anuncio kerigmático a partir de dar a conocer la persona de Jesús de Nazaret. Anuncia el mensaje completo: la persona de Jesús de Nazaret, su vida, su obra, su relación con Dios y centra su mirada especialmente en su muerte y resurrección. Nótese el énfasis de los verbos: “ungido por Dios…”, “pasó haciendo el bien” “curando”, “Dios estaba con Él”, “lo mataron”, “Dios lo resucito”, “nos lo hizo ver”… todo con el fin de presentar el anuncio y suscitar la adhesión de Fe a Jesús y asumir la responsabilidad evangelizadora dando testimonio. La segunda lectura muestra la madurez y desarrollo teológico que ha adquirido el tema cristológico. En Colosenses 3, 1-4 Pablo coloca como base sólida la unión efectiva con Cristo resucitado, y esta unión se da gracias al Bautismo. La Iglesia post-pascual comprende que el acontecimiento “Muerte y Resurrección” de Jesús de Nazaret no es cuestión del pasado, sino que siendo un hecho histórico es un hecho del presente, vuelve a acontecer en cada cristiano, “ya que habéis resucitado con Cristo”, condición del hoy que exige asumir las responsabilidades del presente que garantizarán el futuro, “buscar los bienes de arriba” para que se logre la plenitud en el encuentro definitivo con Dios en su gloria. El acontecimiento del pasado – la resurrección de Jesús – se actualiza en el presente en cada creyente – por medio del bautismo – de forma que el futuro está garantizado con la participación en la salvación. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El acontecimiento, el anuncio y la comprensión teológica de la resurrección acontecieron en situaciones de dificultades, en realidades donde el grupo de creyentes – la Iglesia – supo leer su realidad y profundizarla a la luz de la fe, con la certeza que este acontecimiento había colocado las bases de una realidad nueva. Hoy, nosotros como Iglesia Católica que celebra este acontecimiento y profundiza en esta realidad debe leer su hoy como compromiso transformador en fidelidad al anuncio de la resurrección, nuestra realidad colombiana necesita que se le anuncie el acontecimiento salvador de Jesús de Nazaret, este debe ser el empeño de cada plan pastoral diocesano o parroquial, “comunicar el kerigma y hacerlo vivir en cada persona”, que cada uno descubra el valor y viva la riqueza trasformadora de su bautismo. El mensaje de hoy nos presenta un contenido que ilumina al hombre, que comparte el Espíritu, que presenta a Cristo, Fuente de Vida. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Celebrar la victoria de Jesús de Nazaret, en su resurrección, es celebrar nuestra victoria, porque este acontecimiento gozoso que embarga la Iglesia y la mantendrá en exultante jubilo, durante estos ocho días que llamamos octava de pascua, y que se prolongará a lo largo de cincuenta días, también nos exige asumir compromisos, responsabilidades, celebrar en la vida nuestro bautismo, viviéndolo como realidad nueva, trasformadora y, ante todo, evangelizadora. Se trata de embriagar nuestra vida de la fuerza pascual para que en todo momento y en todo lugar demos testimonio de nuestra condición de hijos de Dios a la luz del misterio Pascual. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Ofrecer una breve explicación sobre la Pascua y su importancia, sirviéndose del subsidio ofrecido al inicio: La Espiritualidad del Año Litúrgico. Insistir en la relación entre el acontecimiento, la predicación eclesial y el compromiso de cada cristiano. Se podrían destacar palabras como: resurrección, bautismo, testimonio, anuncio. En la celebración de la misa de hoy se pueden usar algunos elementos pastorales de incalculable valor, contenidos en la Vigilia Pascual, especialmente en las asambleas que no han participado en la Noche Santa. (cf. Misal Romano tercera y cuarte edición, p. 197. Domingo de Pascua, segunda forma). En efecto, dice que se pude realizar procesión de entrada con el Cirio Pascual, usando las expresiones propias de “Luz de Cristo”; renovación de los compromisos bautismales con cirios encendidos; terminado el credo se puede hacer la aspersión con el agua que se bendijo en la Vigilia Pascual. El Prefacio es el de Pascua I: «El Misterio Pascual», p. 375 del Misal, con la parte propia «en este día». Es oportuno seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene. En la Eucaristía se pueden destacar los momentos pascuales y bautismales: el Gloria cantado, el Aleluya solemne, el uso del incienso; igualmente, se pude resaltar la importancia y respeto por el cirio pascual, cuyo mejor sitio es cerca del lugar de la Palabra. La Bendición final de la Misa es solemne, como en la Vigilia Pascual, se agrega el doble Aleluya. Con las segundas Vísperas de este día termina el Sagrado Triduo Pascual. Insistir en la importancia de la “Octava de Pascua” Sería de gran provecho para la comunidad que en estos días de la octava de pascua se celebre el “Vía Lucís” – Camino de la Luz, para poner de relieve la presencia del resucitado en medio de la comunidad.

Mié 11 Mayo 2016

Pentecostés, fiesta de la donación del Espíritu Santo

Los cristianos celebramos en esta cincuentena, después de la Pascua-Resurrección de Jesús, la donación del Espíritu a la comunidad apostólica. Hoy reunidos en el nombre del Señor pidamos en esta Santa Eucaristía la gracia de renovar el don del Espíritu Santo en nosotros, para que este encuentro de comunión fraterna nos aproveche para vivir en fe, esperanza y caridad. Participemos con atención y devoción. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 2,1-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 104(103),1ab+24ac.29bc-30.31+34 (R. cf. 30)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Corintios 12,3b-7.12-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 20,19-23[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Pentecostés es la fiesta que cierra el tiempo de pascua. Es la fiesta de la donación del Espíritu Santo a la Iglesia de Cristo, signo de su exaltación a la diestra del Padre, de la cual es consecuencia la misión del nuevo pueblo de Dios. El don pascual de Espíritu Santo lleva a cumplimiento la revelación trinitaria. De hecho la misión del Espíritu Santo, de la cual se narra en el capítulo segundo de los Hechos de los Apóstoles, no es más que el reflejo visible, espacio-temporal, de aquella eterna posesión, por vía de amor, por la cual el Padre y el Hijo se encuentran en el Espíritu Santo. Pentecostés está destinado a recuperar, también en la vida litúrgica de la Iglesia y en la estima de los fieles, aquella importancia que siempre ha tenido en la vida de la comunidad primitiva y en la tradición patrística. Pentecostés según la tradición lucana cae cincuenta días después de la Pascua. Lucas ofrece dos notas cronológicas que establecen un cierto espacio entre Pascua y Pentecostés (Lucas 24,49; Hechos 1,4-5). En Juan la efusión del Espíritu Santo habría tenido lugar en la noche de pascua (Juan 20); Juan concibe el misterio Pascual como un todo: Resurrección, ascensión, y Pentecostés forman para Juan una unidad inseparable. Dios se manifiesta directamente con su Espíritu, este Espíritu llena e invade el alma de los apóstoles, la alegría de un pueblo y de una solemnidad litúrgica se convierte en el gozo mesiánico de todos los pueblos, los cuales saludan “en el gran día” el advenimiento de la salvación. De hecho no se trata solamente de beneficios temporales, sino de verdadera salvación, que todos podemos lograr también con la invocación del nombre del Señor. Al querer dar una interpretación teológica objetiva del hecho de Pentecostés, es necesario referirse al discurso con el cual San Pedro se ha dirigido a los presentes. Es un hecho por todos constatado. Se trata de interpretarlo. San Pedro iluminado e inspirado de lo alto sugiere una triple interpretación del hecho de pentecostés: escatología, Cristología, y eclesiología. El hecho de Pentecostés, según la auténtica interpretación de apóstol, encuentra por lo tanto su explicación en un dicho del profeta Joel. Lo que viene expresado en la fórmula «se cumple cuanto ha estado dicho por el profeta» (v.16). Con su Espíritu de hecho Yahveh comunica el don de la profecía (Cf. Is. 55,11), conforta a sus fieles (Núm. 11,17.25), pone a disposición de todos la salvación (Cf. Is 1,16-20) y reúne una comunidad (Is. 44,3ss). Allí se revela el carácter mesiánico-escatológico del don del Espíritu y el anuncio de los tiempos mesiánicos. La Cristología en el discurso de Pedro se apoya en la profecía de Joel. A Jesús vienen aplicados algunos particulares de la profecía. En Hechos 2, de él se dice que ha infundido el don del Espíritu Santo, con prodigios y signos, que es el Señor, por consiguiente haciéndose bautizar en su nombre se obtiene la salvación. Pedro no ha terminado todavía de hablar, los presentes ya reaccionan positivamente a su discurso. Previenen, por así decirlo, la misma invitación del apóstol a la penitencia y al bautismo. Este es uno de los efectos de Pentecostés: aquellos a que quienes el Espíritu Santo visita, se sienten impulsados hacia la unidad y hacen Iglesia. Pedro mismo advierte esta situación y los anima en el desarrollo de su discurso, a la penitencia, a la conversión, a la fe y al bautismo. Allí Pedro daba testimonio y los exhortaba. Las palabras de Pedro tocaron la vida de cada uno de los presentes y surge una pregunta «¿qué cosa debemos hacer, hermanos?» y Pedro da la respuesta invitando a la conversión y al bautismo, para el perdón de los pecados (Hechos 2,37-39). En ésta última sección del discurso encontramos por lo tanto, una clara descripción del proceso de la conversión: predicación-escucha-aceptación (fe), en el cual se añaden los momentos decisivos, del bautismo y de la agregación a la Iglesia. Solo así el hombre, se puede decir salvado y la conversión considerada perfecta. La salvación mesiánica, parte de la Palabra de Dios, solemnemente proclamada y testimoniada de los apóstoles, y tiende a la formación de la Iglesia. Podemos notar en el discurso de San Pedro, que la verdadera interpretación de Pentecostés, está en reconocer, que cada hombre y cada cristiano está en esencial relación con otros seres y con todo el cosmos y que por lo tanto, no se salva solo; está en creer que toda la humanidad hace cuerpo (el cuerpo de Cristo) y es regulada de una ley de solidaridad de la cual ninguno puede escapar. El presente viene definido, como el período de tiempo en el cual se realizan las promesas mesiánicas destinadas a todos los hombres; es el tiempo de Pentecostés, el Tiempo del Espíritu; el pasado viene identificado con la vida terrena de Jesús (ministerio y muerte) hasta su resurrección: es el tiempo de la pascua de Jesús, el tiempo de Cristo; el futuro viene considerado, como el tiempo útil y providencial, a disposición de todos, para ponerse en contacto con el don de la salvación, mediante la conversión y el bautismo: es el tiempo de nuestra pascua, el tiempo de la Iglesia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] En la primera comunidad cristiana, los frutos no se hicieron esperar; testigos de la resurrección reciben el Espíritu Santo y se convierten en discípulos misioneros de fe, esperanza y caridad, con los signos de comunión que se manifestaron en quienes aceptaron con un «Sí» el amor de Dios en su vida. Se identificaron plenamente como discípulos del Señor, su sensibilidad creció de modo que otros hicieron parte de un estilo de vida donde todos se sentían hermanos e hijos de un mismo Dios. Los discípulos no se quedaron en una actitud pasiva esperando a ver qué pasaría, si otros arreglaban su situación en medio de egoísmos, envidias, divisiones; sino al contrario, se sintieron protagonistas de un mundo mejor, y con su vida hicieron que otros le apostaran a vivir el amor de Dios. Se apartaron de la indiferencia y comenzaron a ver su realidad con ojos de fe. Creyeron que sí era posible vivir los dones y frutos que el Espíritu Santo había dado a cada uno para el fortalecimiento de las virtudes y valores de una comunidad que empezó a crecer en la solidaridad, en la paz, en la reconciliación, de la cual todos se sintieron protagonistas. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] El Espíritu Santo hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarnos, para conducirnos a la comunión con Dios, para que demos frutos en el único cuerpo de Cristo; nos impulsa a la unidad y distribuye sus dones en servicio a todo el pueblo de Dios. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo continúa comunicándonos su Espíritu Santo y santifica a todos los miembros de su cuerpo. En Cristo salimos victoriosos, hoy somos testigos del amor de Dios que se nos ha dado por medio de su Espíritu. Celebramos la Eucaristía, signo de comunión, de paz, perdón; aquí nos sentimos hijos de Dios y hermanos en espera de que nosotros podamos irradiar la fuerza del Espíritu de Dios con un nuevo estilo de vida que haga ver a otros que sí es posible una familia, una Colombia capaz de más misericordia, una humanidad reconciliada y reconciliadora fruto de los dones y frutos que el Espíritu Santo nos da. Hoy contemplamos el milagro de la comunión, fruto del amor del Padre y el Hijo en la donación del Espíritu santo. Como misioneros vayamos y digámosle a nuestra familia, a quienes viven en nuestra vereda, barrio, sector, que sí es posible vivir la comunión de hermanos, de hijos de Dios con nuestras sencillas acciones portadoras de vida, de la vida plena que hemos recibido en Jesús. Cada mañana al despertar demos gracias a Dios por el don de su Espíritu en nuestras vidas y pidamos la gracia de ver la jornada, en nuestra familia, colegio, universidad, lugar de trabajo, con mirada de fe, esperanza y caridad. Que Dios nuestro Señor acepte nuestro compromiso de fortalecer la unidad entre nosotros, siendo discípulos misioneros que creemos en el hoy de salvación, en la paz, don de Dios y tarea de cada día, y nos pongamos en camino hacia la construcción de la Civilización del Amor. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Podría tenerse como signo o ambientación para la celebración un mensaje en torno a los dones o a los frutos del Espíritu Santo. Tener presente que esta Solemnidad tiene formulario propio para la Misa de la Vigilia y la Misa del día, pp. 279-287 del Misal Romano. Darle el verdadero valor a la Vigilia de Pentecostés, con su identidad litúrgica propia, sin prolongarla innecesariamente o recargarla con demasiados signos o fraccionar la asamblea. Hoy inicia la Semana de Oración por la Unidad de los Cristiano. Para tener en cuenta: hoy termina el Tiempo Pascual. Después de la última Misa, en la noche, se apaga el cirio pascual y se retira del presbiterio; conviene colocarlo decorosamente en el bautisterio para que arda durante la celebración del Bautismo y poder encender en él los cirios de los bautizados. El lunes y el martes siguientes, en las Misas con participación del pueblo, se puede celebrar la Misa del día de Pentecostés o una de las votivas del Espíritu Santo. Recordar que esta semana. Hoy 15 de mayo es el día del educador. El lunes 16 de mayo, inicia la segunda parte del Tiempo Ordinario, que continúa con la 7ª semana y se prolongará hasta el 30 de noviembre. Liturgia de las Horas Tomo III, Salterio 3ª semana. El próximo domingo, 22 de mayo, es la Solemnidad de La Santísima Trinidad. Foto Tomado de Internet

Lun 2 Mayo 2016

¿Seguro que sabes todo sobre la Virgen María?

Estamos en el mes de María y queremos iniciar este mes recordando aspectos centrales de nuestra relación con la madre del Salvador. A través de la serie animada "Un minuto con Francisco", del sitio Web Catholic-Link, veamos como cómo amar a la Virgen María y cuál es su papel fundamental que su amor de madre juega en nuestra vida.

Lun 2 Mayo 2016

El Señor está con el Padre

Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía en esta Solemnidad de la Ascensión del Señor. Movidos por la fe avanzamos en este Tiempo Pascual y nos congregamos para renovar el misterio redentor de Cristo, quien nos conduce al Padre mediante la fuerza su Palabra y su Cuerpo y Sangre. Participemos todos con alegría. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1,1-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Efesios 1,17-23[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 24,46-53[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El pueblo de Israel a lo largo de su historia, fiel a la alianza, se preparó para la venida del Mesías hasta su llegada: Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído (Lc 4, 21). Su vida, sus obras y especialmente su misterio pascual, nos dan la posibilidad de exaltar su misión y el misterio de su venida, una misión enteramente cumplida, pues nos ha mostrado el camino hacia el Padre. Sin embargo, hay dos momentos importantes de su venida que nos llevan a contemplar la profundidad de su misterio: La Ascensión y el envío del Espíritu Santo en pentecostés. Por eso, para este domingo, celebrar la fiesta de la Ascensión, es ir con los discípulos, acompañarlo en su partida, con la alegría y la certeza de que nos envía el regalo del Espíritu Santo: “Miren yo voy a enviar sobre ustedes la Promesa de mi Padre” (Lc 24, 49). La Ascensión de Jesús, nos da cuenta que el ir al cielo, nos ayuda a entender mejor la promesa de la alianza, pero sobre todo es la preparación del camino que nos conduce al Padre, no sin antes vivir la experiencia del Misterio. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Los discípulos después de vivir la experiencia maravillosa de acompañar al Maestro y poder reconocer, a través de su vida, su testimonio y sus obras, adquieren un compromiso y una misión bien importante: Ser testigos de lo que han visto y oído, ser en definitiva otros cristos. Una misión nada fácil de cumplir, pues los discípulos después de la muerte de Jesús, quedaron sumidos en la tristeza y en el dolor por la muerte de quien se había constituido en su líder. Sin embargo, después de la resurrección de Jesús, los discípulos reafirman su fe y su confianza en Él, y les da fortaleza y alegría en el momento de la Ascensión, para comprender que, aunque Jesús se va, no quedan solos, sino que les enviará el Espíritu Santo, que será para ellos fuente de nueva vida. La experiencia que nosotros tenemos frete a la partida de un ser querido, generalmente es de dolor y de tristeza, sin embargo, cuando la fe se constituye en fuente de confianza, esperanza y vida, todo cobra sentido. Pues, son los recuerdos y los compromisos hechos en vida, los que nos llevan a cumplir esa misión que hemos adquirido. Por eso, así como los discípulos, después de la resurrección, celebraron la pascua, nosotros también, durante estos cuarenta días de pascua, estamos llamados vivir esa experiencia maravillosa de poder celebrar con Jesús el momento de la Ascensión en nuestras vidas. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La bendición y la misión encomendada por Jesús a sus discípulos son la garantía de un acompañamiento bien puntual. Por eso, la celebración de la Ascensión del Señor debe ser para nosotros motivo de alegría y de fiesta, pues aunque es dura la partida de Jesús, como lo fue para sus discípulos, es también motivo de celebración, porque hemos tenido la dicha de compartir con el Hijo de Dios viviente. Además de esa experiencia, sabemos que el Señor nos sigue enviando al Espíritu Santo, que en definitiva, hace que la vida y obra de Jesús se hagan vida también en nosotros. De otra parte el hecho mismo de que Jesús hubiera llevado a sus discípulos aquel lugar, nos debe llevar a nosotros a celebrar ese momento especial de la Ascensión, pues cada vez que nosotros participamos en la celebración de la Eucaristía, tenemos la ocasión de tener presente, que Él continúa en medio de nosotros, porque sigue siendo viva la presencia del Señor resucitado, de alguna manera es el cumplimento de la promesa hecha por Jesús de que estaría siempre con nosotros. La fiesta de la Ascensión en medio de la pascua y pentecostés, nos llevan a contemplar la partida del Señor, pero en un ambiente de fiesta, pues si bien es cierto que Nuestro Señor se fue a contemplar la gloria del Padre, a preparar el camino, es para nosotros momento de fiesta y de celebración. Jesús está vivo y está junto al Padre y nos ayuda a preparar el camino especialmente a través del testimonio que debemos dar de las cosas de Dios, en medio de este mundo, es la tarea que el Señor dejó a sus discípulos antes de su Ascensión y que hoy es nuestra propia tarea, como discípulos misioneros que somos. En cada circunstancia de nuestra vida tenemos que descubrir la mejor manera de dar testimonio del Señor. No siempre es fácil. Ya sea porque es más cómodo asumir actitudes distintas a las que se esperan de un seguidor del Señor, o porque nuestras limitaciones y nuestro pecado nos hacen incapaces para responder con amor, con perdón, con misericordia. Ciertamente podemos escoger el camino fácil de pasar agachados cuando los demás, especialmente los que nos conocen más de cerca, esperan un comportamiento más coherente con nuestra vida cristiana, o asumir las consecuencias de ser discípulos de un maestro que estuvo dispuesto a dar su vida por los demás, antes de apartarse del camino que Dios, su Padre, le señalaba. Por eso, nosotros estamos llamados a celebrar con fe, alegría y esperanza, la fiesta de la Ascensión, para pedirle al Señor que en los momentos claves de nuestra vida seamos capaces de responder como Él lo espera. Porque, aunque a veces no lo creamos, la diferencia sí se nota. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] En este domingo se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y el Papa Francisco propone el tema “Comunicación y Misericordia: un encuentro fecundo” Motivar la fiesta de la madre como expresión de amor, respeto, escucha, oración; superando el simple hecho consumista y comercial. Se podría realizar una celebración festiva para ellas en un día diferente al domingo comercial. Recordar que esta semana: El sábado 14 de mayo, es la Fiesta de San Matías, apóstol. El próximo domingo 15, es la Solemnidad de Pentecostés, tiene Misa de la Vigilia (en la tarde del sábado) y Misa del día. En el Año jubilar: Vigilia para todos los que tienen necesidad de consolación. Foto CC0 Public Domain

Mié 27 Abr 2016

Abracemos a nuestra Iglesia que brilla gracias a la luz del Espíritu Santo

Hermanos y hermanas, estamos hoy en el sexto domingo de Pascua. Somos la Iglesia de Cristo, comunidad reunida en el Espíritu Santo para celebrar los sagrados misterios, y reconocer la presencia de Dios en medio de nuestra comunidad. Tomemos conciencia de nuestra condición de Iglesia y participemos con gozo y con fe en esta celebración. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 15,1-2.22-29[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 67(66),2-3.5.6+8[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Apocalipsis 21,10-14.22-23[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 14,23-29[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Las lecturas muestran la realidad de la Iglesia, y nos invitan a tomar conciencia del papel fundamental que ella juega en la Salvación. Ella aparece marcada profundamente por la presencia y vivencia de la Palabra de Dios, que establece unos lazos indestructibles de amor entre cada creyente y su conjunto la Iglesia, y de ésta con Dios, a tal punto que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo establecen su morada en cada uno de los creyentes. Realidad que crea el “don” de la paz, no como el mundo la plantea sino a la manera de Jesucristo. Lazos de amor y comunión que caracterizan a la Iglesia de Jesucristo. Esta verdad de la cohabitación de la Trinidad en nosotros debe ser explicitada de manera que cada católico la comprenda y viva de la mejor manera posible; nada más esperanzador que reconocer que somos tabernáculos de la presencia viva y operante de Dios Trinidad. La Iglesia, comunidad que vive el amor y la paz, no se ve libre de las dificultades y las “agitaciones”, al contrario, siempre se ve asaltada por realidades que la cuestionan, y le plantean el interrogante: ¿qué es propicio para la Salvación? Ella, guiada orientada e iluminada por el Espíritu Santo, sabe entrar en dialogo colegial (sinodal), en relación fraterna, recordando las enseñanzas de Jesús, propone el camino más seguro y conveniente a cada creyente en cada época (cf. primera lectura). Esa es su misión, en medio de un mundo a oscuras, ella, la Iglesia es testigo de la luz, ella no es la luz sino la lámpara que deja brillar y comunica la única luz que es la presencia de Dios y del Cordero (cf. segunda lectura); esta es su misión: irradiar la luz. Luz que ella recibe y disfruta gracias a su intimidad y consagración a Dios, que se nos explicita en las hermosas imágenes de Iglesia como ciudad-templo, y ciudad-esposa. Ella siempre se muestra la apertura del Evangelio a los demás, para que un día sea realidad: “las naciones caminarán a su luz”. La Iglesia, que hoy vive y se confronta en su seguimiento del Señor buscando ser fiel a su Palabra, a su amor, y a su presencia que la ilumina; esa iglesia que así camina, paso a paso va viviendo la “metamorfosis” de ser la Iglesia celestial, la Jerusalén celestial, la ciudad-tempo y esposa consagrada totalmente a su Señor. ¡Que bella es nuestra Iglesia! [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] En este tiempo pascual, ya próximos a la gran celebración de Pentecostés, tomemos conciencia de la presencia y acción del Espíritu Santo en medio de nuestra Iglesia, y de cada uno de nosotros. Alimentémonos de la Palabra de Dios, y dejemos que el Espíritu Santo obre con todo su poder. Amenos y vivamos la alegría de ser miembros de esta Iglesia animada por el Espíritu Santo y donde brilla la luz de la presencia de Dios. Desde la experiencia de la iglesia aprendamos a tomar decisiones colegiales que favorezcan a los hermanos y busque la salvación de todos. Siempre tendremos inconvenientes, dificultades, situaciones difíciles, pero tengamos la valentía de dialogar, exponer nuestras razones, dejarnos iluminar por la Palabra y el Espíritu Santo, y no tengamos miedo de tomar decisiones que apunten a la vivencia del evangelio y a la consecución de la paz. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La celebración Eucarística es el momento en el que vivimos, ya hoy, la invitación del salmo: “Que te alaben, oh Dios, todos los pueblos de la tierra”, es la manifestación de la alegría anticipada de la iglesia celestial, es el momento en que todas las naciones caminan a su luz. Que hermoso es saber que hoy en distintos lugares del mundo, incluso en los más insospechados, allí está presente la Iglesia que como lámpara irradia la luz de su Señor, y eleva la alabanza a su Dios. Que bello saber que esta iglesia unida en el Espíritu Santo, hoy te alaba, y hace posible que todos los pueblos de la tierra te alaben. ¡Viva la Iglesia! [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Resaltar la dimensión eclesial como ambiente en el que se vive el amor a la Palabra y a los hermanos. Tener presente que en este día se celebra la Jornada Mundial de la Infancia Misionera Felicitar hoy a los trabajadores y orar por ellos y por quienes no tienen trabajo. En este año Jubilar de la Misericordia invitar a vivir la confesión, o algún acto de fe que permita ganar la indulgencia. Recordar que: El próximo domingo 12, en Colombia es la Solemnidad de la Ascensión del Señor, que tiene Misa de la Vigilia y Misa del día. El martes 3, es en Colombia la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz: En el marco del Año de la Misericordia se sugiere celebrarla con la debida solemnidad, poniendo en el centro el misterio del amor y de la redención que es la cruz de Cristo. Puede ser oportuno que la cruz del presbiterio, en esta fiesta y durante todo el año litúrgico, sea ornada convenientemente. El miércoles 4, es en Colombia la Fiesta de los Santos Felipe y Santiago, apóstoles. El viernes 6, comienza la novena de preparación a Pentecostés Tener presente que es inicio de mes; invitar a orar el Santo Rosario para invocar la misericordia de Dios a través de la intercesión de la Santísima Virgen María. Foto tomada vía:http://bit.ly/1SKZJvY

Lun 18 Abr 2016

[INFOGRAFÍA] Seis detalles del logo del Año de la Misericordia

Gracias a los amigos del sitio Web Catholic-link compartimos una infografía que revela seis detalles que quizás no sabías del logo del Año de la Misericordia que la Iglesia está viviendo. [icon class='fa fa-download fa-2x' link='']DESCARGA IMAGEN[/icon]

Lun 18 Abr 2016

Rompamos barreras y llevemos el amor de Dios

Celebramos hoy una Iglesia que rompe barreras para llevar a todos los pueblos y culturas la misericordia de Dios, y el medio para lograrlo el amor que, en Jesús, hace nuevas todas las cosas. Participemos con alegría y abramos nuestra mente y nuestro corazón a esta nueva manera de vivir que nos propone Jesús. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 14,21b-27[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 145(144),8-9.10.11-12.13ab (R. cf. 1b)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Apocalipsis 21,1-5a[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 13,31-33a.34-35[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En los Hechos de los Apóstoles 14,21b-27 se nos narra el momento en el que Pablo y Bernabé han terminado la primera etapa evangelizadora entre los pueblos no judíos; en medio de las tribulaciones (14,22) se abren las puertas de la fe a los paganos (14,27). El texto deja ver el dinamismo misionero, los apóstoles no descansan, delegan tareas en los ancianos (presbíteros) que constituyen como responsables de las comunidades. Van de un pueblo a otro con entusiasmo, acercando a las personas al Dios que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos (14, 15). En el salmo 145 (144) el autor canta la grandeza de Dios en sus obras, Son esas grandezas las que recuerdan su bondad. El Señor es bueno con todos, tierno con todas sus creaturas (6,7,9). Y todo esto llega a su plenitud en la persona de Jesús, como nos lo indica el Apocalipsis 21,1-5ª. Él es Dios con su pueblo, que todo lo hace nuevo: un Cielo nuevo y una Tierra nueva. Y la novedad se concentra en el Mandamiento del amor: el amor de unos por otros, y el amor de Dios por todos. Esto que nos narra el Evangelio de Juan, 13,31-33a.34-35, en el inicio del discurso de despedida, marca la originalidad del mensaje de Jesús: es el sello con el que todos reconocerán que son sus discípulos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Vivimos un momento de exigencias: el Papa Francisco quiere una Iglesia “en salida”, que no se queda encerrada entre los suyos, que sale al encuentro de todos los hombres, en las periferias, las humanas, las existenciales, las religiosas. Una Iglesia que como Pablo y Bernabé va al encuentro de lo diferente para ganarlo a la causa del Reino. Y lo hace exponiendo su seguridad, dejando a un lado sus “seguridades” doctrinales, abriéndose a las verdades del otro. En este momento que también es de Misericordia, momento de gracia, jubileo, se nos abre la mente para considerar la grandeza de Dios en todas sus creaturas, las del cielo y las de la tierra, entre las cuales está también el hombre. Y entendemos que Dios es bueno con todas. Su misericordia no tiene límites, y confronta nuestra dureza de corazón. El Dios de Jesús no tiene límites, no excluye a nadie, ni a nada. Y en la plenitud nos encontramos con Jesucristo, el Hijo de Dios, que todo lo hace nuevo, en el cielo y en la tierra. Mientras el hombre destruye y hace viejas las cosas, casi inútiles, seca los ríos, convierte los valles en desiertos, las montañas en barrancos, los pobres en “sobrantes”, Jesús queriendo que esto no continúe en esta dirección de muerte, coloca hoy frente a nosotros una propuesta de vida: El amor. Sólo el amor hará sensible al hombre frente al otro, al que sufre, al pobre, y frente a la creación maltratada. Sólo el amor mueve al misionero a ir al encuentro del otro desconocido o diferente, para mostrarle la ternura y el amor del Padre. Sólo el amor dispone para atravesar barreras ideológicas, religiosas, culturales. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Celebremos con gozo toda esta novedad que significa que el mensaje de Jesús se abre a todos los pueblos y culturas. Celebremos una Iglesia en “salida”, que se quiere encontrar con todos los hombres de todos los pueblos para enamorarlos del proyecto de Jesús, que es el Reino de su Padre. Celebremos alegres, la grandeza del Padre que se expresa en su misericordia, en su ternura. Celebremos este jubileo de la Misericordia que nos propone el Santo Padre, para ejercitar la misericordia sin medida con todos aquellos que sufren en nuestro entorno. Celebremos nuestra apertura a la compasión. Celebremos con pasión la plenitud de la obra de Dios que se ha manifestado en Jesucristo que todo lo hace nuevo, e incluso puede hacer que nosotros seamos nuevos en nuestros estilos de vida, costumbres y maneras de pensar. Celebremos el origen de toda novedad en el camino iniciado por Jesús, que no es otra que el Mandamiento del amor, que nos permite no solo aparecer seguidores y discípulos de Jesús, sino serlos en verdad. Que nos reconozcan como de Jesús por el amor que dejamos percibir en nuestras palabras, pensamientos y obras. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Resaltar con algún signo la apertura del mensaje de Jesús a otros pueblos, colocando en lugar apropiado algunos signos que nos recuerden a los hermanos indígenas, afros, campesinos, habitantes urbanos de las periferias. Y colocar en un cartel la frase: “El AMOR es el signo de que somos discípulos de Jesús”. Tener presente que mañana lunes es la fiesta de San Marcos, evangelista. Año de la Misericordia: Jubileo de los adolescentes (13 – 16 años): Profesar la fe y construir una cultura de la misericordia.

Lun 11 Abr 2016

Jesús es el Buen Pastor que se sacrifica por su rebaño

En el gozo de la Pascua, hoy venimos como pueblo y ovejas del rebaño de Jesucristo a celebrar el día del Señor, contemplándolo a Él como nuestro buen pastor, que sigue actuando en la persona de los ministros de la Iglesia, el Papa, nuestros obispos y presbíteros, unidos a ellos participemos en esta celebración. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 100(99),1-2.3.5 (R. 3c)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Apocalipsis 7,9.14b-17[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Juan 10,27-30[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La Palabra de Dios en este cuarto domingo de pascua, nos invita a contemplar a Jesús resucitado bajo la figura del buen pastor, imagen tan común al pueblo de Israel. En efecto, el Evangelio presenta a Jesús con las características del Buen Pastor, así la familiaridad y el buen trato del pastor con las ovejas hace que estas distingan el timbre de su voz, lo reconozcan, lo siguán, y es tal su amor por ellas, que está dispuesto a ir hasta el final en su defensa, pues nadie se las quita de su mano por que el Padre se las ha confiado y él permanece con ellas. No es un pastor asalariado, es buen pastor que da la vida eterna a sus ovejas. Según los deseos de Dios y las circunstancias históricas, para que este pastoreo sea universal, corresponde también a sus ministros, en este caso a los apóstoles, concretamente a Pablo y Bernabé(primera lectura), quienes al ser rechazados por parte de los judíos, van ahora a todos los hombres, sin distinción de raza ni idioma, para convocarlos a que acojan a Cristo y así puedan hacer parte de su pueblo y ovejas de su rebaño (Salmo) y de este modo constituir, con todos, el único rebaño, bajo un solo Pastor. Verdad ésta que alcanzará su plenitud en el estado celestial (segunda lectura), que como pueblo de Dios constituido de todas las naciones, razas, y lenguas, y superadas todas las dimensiones de rechazo y persecución, quienes han creído y esperado, se presentaran ante el trono de Dios, guiados por el Cordero que quitó el pecado del mundo y ahora los conducirá como su pastor a las fuentes de agua viva. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Jesús resucitado ha confiado a sus representantes que obran en su nombre, el poder del pastoreo, de la misericordia. De este modo colocó en cabeza de Pedro el poder de “atar y desatar”, que significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar sentencias doctrinales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia; autoridad que continúa por el ministerio apostólico, ministerio que ejerce hoy su sucesor Francisco, y en unidad con él, todos los obispos. El rebaño de Dios es hoy la Iglesia y el bueno pastor es Jesús que ha dado su vida por las ovejas, y continúa prolongando su presencia mediante aquellos que Él elige para ministros de su Iglesia. Así, el Papa, los obispos y los presbíteros hacen las veces del buen pastor dispuestos a entregarse en el trabajo de cada día, santificando mediante la oración y los sacramentos, enseñando mediante la predicación y la catequesis, y gobernando a través del servicio a todos sus hermanos. La convocación a hacer parte del rebaño es de orden universal, católica, es para todas las razas, lenguas, pueblos y naciones de la tierra, no hay discriminación de personas; todos sus miembros, aunque de diversas maneras, tienen responsabilidad en esta tarea de salir al encuentro, especialmente de los más necesitados. Y para que el apostolado de todos sea fecundo, requiere la unión con Cristo, el pastor supremo, fuente y origen de la misión de la Iglesia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En este cuarto domingo de pascua siempre la Iglesia ha contemplado en la pascua del Señor su figura de buen pastor, y en este año santo de la misericordia lo contemplamos como el pastor misericordioso, que nos invita acercarnos a su mesa ofreciéndose Él mismo como el mejor banquete y dándosenos como el agua que nos quita la sed; es la oportunidad de reconocer su voz y de sentirnos como sus especiales invitados, sigámoslo, entremos en la sala de su banquete y llenémonos de su amor y de su gracia salvífica para que todos sus miembros lo anunciemos con nuestras palabras, con nuestro testimonio y con las obras realizadas en bien de todos los que están necesitados que comparten nuestra historia. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Hoy la homilía tiene como figura protagonista al Buen Pastor: puede elaborarse una cartelera alusiva al pastor colocar en ella imágenes del Papa, los obispos y presbíteros. Durante la homilía según la asamblea, explíquese brevemente las tareas de un pastor de ovejas, hablar también que es un rebaño, que es la Iglesia, su universalidad para acoger todos los hombres y culturas. Los ministros de la Iglesia obran en la persona de Jesús, cuando presiden la Eucaristía o celebran otros sacramentos. Tener presente que estamos en el año de la misericordia. Este domingo, Día del Buen Pastor, es la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales. Conviene tener en cuenta el mensaje del Santo Padre para esta ocasión y orar de manera más especial por las vocaciones al ministerio ordenado; así como por todos los ministros, para que sean fieles al encargo recibido.