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Gerardo Andrés Guayacan

Mar 5 Dic 2023

Una mirada a La Inmaculada

Por Pbro. Gerardo Andrés Guayacán Cruz- En este tiempo de Adviento la Iglesia nos presenta para nuestra imitación a la Virgen María, en el misterio de su Concepción Inmaculada. María no está distante de la vida del cristiano. La vida de María no debe ser distante para el creyente. Ella representa para la historia de la salvación un lugar privilegiado por ser la elegida, la “llena de Gracia”. Es nuestro deber exaltar el misterio de la Concepción Inmaculada de María que se celebra anualmente en la Iglesia.La Virgen María desde su concepción, fue preservada por Dios de toda la mancha de pecado original. Ella es privilegiada entre todas las criaturas por singular gracia y privilegio para ser la Madre del Salvador, Jesucristo el Señor. Ella, la Virgen Madre, con su “Sí”, confirmó el proyecto trazado no solamente para Ella, sino también para todo el pueblo de Dios que peregrina en este mundo, la Santa Madre Iglesia.La Bula Ineffabilis Deus [Dios inefable] promulgada por Pio IX el 8 de diciembre de 1854 con la cual se declaró el dogma de la Inmaculada Concepción, enseña que “El Dios inefable eligió y señaló, desde el principio y antes de los tiempos, una Madre, para que su unigénito Hijo, hecho carne de ella, naciese, en la dichosa plenitud de los tiempos, y en tanto grado la amó por encima de todas las criaturas, que en sola ella se complació con señaladísima benevolencia. Por lo cual tan maravillosamente la colmó de la abundancia de todos los celestiales carismas, sacada del tesoro de la divinidad, muy por encima de todos los ángeles y santos, que Ella, absolutamente siempre libre de toda mancha de pecado y toda hermosa y perfecta, manifestase tal plenitud de inocencia y santidad, que no se concibe en modo alguno mayor después de Dios y nadie puede imaginar fuera de Dios”.El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) recoge este magisterio en la siguiente enseñanza: “Para ser la madre del Salvador, María fue dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante. El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como “llena de Gracia”. En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios” (CEC n.490).El papa Benedicto XVI, con un lenguaje profundamente teológico-pastoral mencionó en el Ángelus del 8 de diciembre de 2012 que “María está libre del pecado porque es toda de Dios, totalmente expropiada para Él. Está llena de su Gracia, de su Amor”. El pueblo cristiano ha tenido conciencia de que María “colaboró de manera totalmente singular en la obra del Salvador, por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra Madre en el orden de la gracia” (LG 61). Es Dios quien miró a María con amor; es Dios quien le habló y la eligió para llevar a cabo la obra más perfecta de todas; es Dios quien la consagró entera para su proyecto de salvación; es Dios quien en su seno dio a los hombres la manifestación más excepcional del amor, Cristo Nuestro Señor. Es Ella el modelo perfecto de santidad que todos estamos llamados a imitar, pero es indispensable, para imitar sus virtudes, conocerla, amarla, venerarla; actitudes de una devoción madura a la Santísima Virgen María.