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José de Jesús Pimiento, el cardenal de los 100 años y los 7 papas
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A menos de 8 días de cumplir sus 100 años de edad, el cardenal colombiano José de Jesús Pimiento Rodríguez concedió una entrevista al diario El Tiempo, donde con toda su lucidez comparte momentos de su vida, su familia y habla sobre la realidad de la Iglesia y el país. Lea la entrevista:
Monseñor Pimiento: ¿100 años son muchos o poquitos?
Dicen que Matusalén cumplió 900, pero sin saber cómo eran las cuentas en ese tiempo, puede que hayan sido 90 no más. No sabe uno. En todo caso, larga o corta, la vida es un don de Dios, y a cualquier edad hay que mirarla como un regalo del Señor.
Para llegar a los 100 años, ¿cuál es la clave: la suerte, la salud o la longevidad?
No. Mi salud no ha sido feliz. Desde mi nacimiento fui raquítico. Una hermana de unos sacerdotes muy importantes en mi diócesis, y a donde me llevaron mis hermanos, dijo, “ese muchachito no se cría”. Era el último de la familia.
¿Pero por qué nació raquítico?
Por pobreza fue más que todo. Mi papá era de Barichara, como mi mamá, y los desterraron por persecución política, y entonces fueron a parar a Zapatoca, pero como pobres. El cura los patrocinó dándoles un trabajo de albañilería, y así construyeron un barrio para San Vicente de Paul como servicio a los pobres.
Pero se crio muy bien, finalmente…
Después de una crisis de salud cambió mi ‘ecología’ cuando me dio una tifoidea. Pasé al otro lado, sin ser tampoco una fortaleza, pero siempre con una salud más o menos pasable.
¿Cuándo toma la decisión de ingresar a la causa del sacerdocio?
Eso no fue improvisado; mi mamá me llevaba todos los días a misa a las 5 de la mañana, yo me lo pasaba dormido allá. Pero eso me aficionó a la eucaristía, sin saberlo. A los 8 años tal vez, fui acólito y eso me acercó más al Santísimo.
Ahí fue como creciendo la vocación. Eso prueba que Dios lo va llevando, sin darse uno cuenta, a comprender que ahí está Él.
Fue ungido como obispo muy joven…
Obispo de 36 años. Fue impactante en el sentido de que mi timidez se resistía…
¿Cuál timidez, monseñor?
La que tengo. La que no se me ha acabado. Por obediencia al papa Pío XII acepté. Primero como auxiliar de Pasto. Y me fueron cambiando. A Montería, después a Garzón y, por último, a Manizales.
Finalmente fue ungido cardenal a los 95 años. La pregunta es: ¿Muy tarde? Ya no podía elegir al próximo Papa… ¿Eso le produjo alguna frustración?
No. Yo estuve casi nombrado en tiempos de Pablo VI. Con él fui muy cercano porque trabajé en la reforma del Concordato. El Papa me recibía con mucho cariño, me daba muchos consejos y nos hicimos amigos, yo lo frecuentaba mucho. En un sínodo en el que participé, encontré en la sede de la sala una tarjetica que decía: “Su Eminencia Reverentísima Cardenal José de Jesús Pimiento” –la tengo todavía– y me dije, ‘¿esto qué significa?’ Yo era arzobispo de Manizales. Esto no tiene sentido. La guardé, no pregunté nada, no sucedió nada. Entonces me dije, ‘el Papa quiso nombrarme, algo hubo por ahí y no sé qué pecado habré cometido que no resultó’.
El nombre del cardenal no lo consultan con el gobierno ni con nadie, sino que el Papa analiza a las personas y las nombra. En todo caso, en esa oportunidad no fui cardenal, y no me afectó en nada.
Años después, el papa Francisco sí lo ungió como cardenal. Pero, ya por razones de salud, usted no pudo acudir al Vaticano a esa ceremonia…
No pude... Tengo un problema circulatorio, y me dijo el médico, “si quiere ir, vaya, pero usted llega a la clínica o al cementerio”.
Haciendo cuentas, monseñor Pimiento, a usted le han tocado siete papas. Contémoslos: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Ratzinger- Benedicto XVI y Francisco… ¿Con cuál de ellos tuvo más cercanía?
Con Pablo VI. Me trataba con mucha familiaridad.
¿Eran del parche, como se dice?
Sí, era una empatía; es que ese hombre era muy grande, tímido también, y enfermo desde niño. Sin embargo, tenía un carisma. Cuando era cardenal solamente, su mirada era penetrante, como rayos X; cuando lo eligieron, el Papa tenía ya una mirada dulce, amable, pero igualmente penetrante.
Y con él le tocó el Concilio Vaticano II…
Todo el concilio. Comencé con Juan XXIII y las tres sesiones siguientes con Pablo VI. Ahí nos conocimos, pero después se volvió una amistad.
¿Y qué piensa del Concilio Vaticano II? ¿Pasó de moda?
Que si se estuviera aplicando, habría menos problemas en la Iglesia y en el mundo. Con la doctrina del concilio, que es el evangelio aplicado, la vida sería muy distinta. Pero no habrá más concilios.
¿No habrá más concilios?
No se puede ya reunir al episcopado, que serían como unos 6.000 obispos; no hay dónde concentrarlos, no hay garantía del secreto de los debates ni se sabe cómo debatir. Ponga a 6.000 obispos a discutir. Sigue el sínodo ideado por Pablo VI; lo creó y lo puso a funcionar. Hoy es simplemente consultivo.
Puede que Francisco reemplace al concilio. Será con representaciones de la Iglesia en todo el mundo, más numerosas desde luego, espero que para hacer un debate humano, saludable y decisivo.
¿Qué opinó de la histórica visita de Francisco a los Emiratos Árabes? ¿Usted imaginó alguna vez que iba a ver al Papa saludándose de beso en la cara con un jerarca del islamismo?
Jesús hoy, Jesús presente. Él hace la presencia de Cristo, y el Cristo de hoy es distinto en la forma de presentación de cuando Él estuvo en la tierra. No es un gesto simplemente humano, como quien dice de afectividad terrena, sino de afectividad espiritual.
¿Qué papel está jugando y debe jugar la Iglesia hoy en el conflicto colombiano?
No hemos acertado siempre. Viene desde la Colonia, pero desde la República comenzó el problema de la Iglesia al no hacerse entender debidamente. Ahí debimos comenzar a hacer una predicación del evangelio de la libertad para que Colombia no empezara a ser un país peleador por la política. No se evangelizó la política en ese momento.
Entonces la política comenzó humanamente, pero entre peleadores. Habíamos peleado con los españoles y quedamos peleando entre nosotros. Los partidos han sido un desastre, y la Iglesia no ha sabido manejarlos tampoco. Ha bregado, pero no ha acertado en hacer de los partidos lo que trata de hacer ahora este Presidente: que el poder no sea para pelear, sino para servir.
Recientemente, en Panamá, el papa Francisco condenó y calificó de terrorismo el atentado del Eln en la Escuela General Santander. ¿Debe la Iglesia católica colombiana seguir ofreciendo sus buenos oficios para un diálogo con este grupo armado?
Cuando cumplan lo que está pidiendo el Presidente. Cuando dejen de ser terroristas y entiendan que esto se tiene que hacer con diálogo. Es que ellos dialogan con bala. Eso no es política, eso es maldad y terrorismo.
¿El Papa ha cambiado su posición frente a Venezuela?
Cuando el papa Francisco respondió al diálogo lo interpretaron mal y él quedó, como quien dice, con la amargura de que su consejo no fue afortunado, fue un fracaso prácticamente. Ahora ya se dio cuenta de que no se puede hablar de diálogo allá porque no hay con quien dialogar. Ya no recomienda eso. Seguramente estará por este muchacho Juan Guaidó, que es una revelación rarísima, un personaje de la nada que aparece con una inteligencia rara y no se atreven a matarlo…
Y no incitando a la violencia sino al entendimiento…
Esa es la sabiduría. Eso es ser un cristiano total. Muy difícil tener esa actitud en ese ambiente. Ahí está Dios cumpliendo la tarea de salvar a Venezuela, porque necesitaba probarla mucho, porque el paternalismo tenía a ese pueblo estupidizado.
Era un pueblo perezoso, inútil, y entonces el castigo o la prueba ha sido muy dura, muy horrible. Este monstruo de hombre, en la historia no ha habido gente así, ni Herodes, ni ninguno. Este es un fenómeno, y el peor ahí es el Cabello porque si a este lo peluquearan, yo creo que las cosas cambiarían. (Risas). Pero no se deja peluquear.
Ahora, si fueran inteligentes se habrían ido ya para Rusia, para China, para Cuba, a gozar de la plata. Son tan brutos que se van a dejar juzgar. ¿Cómo? No sabemos, pero la justicia internacional va a acabar con esos hombres. Por brutos. Yo oro por ellos. No los descarto por enemigos. Hay que orar por esa gente para que se convierta, no para que siga adelante.
Usted tiene estos récords: es el obispo más veterano y el cardenal de mayor edad. ¿Con toda la sabiduría que ha recopilado, cuáles cree que son las mayores debilidades hoy de la Iglesia, además de los escándalos de pederastia? Esta semana, el Papa reconoció que, incluso, curas y obispos han abusado sexualmente de monjas.
La Iglesia es divina por el fundador, pero es humana por nosotros. Tiene todas las flaquezas nuestras. Hay que saber entenderla, no es que sea una prostituta, es una pobre creatura humana que falla. Le falla a Dios. Eso no es que le agrade a Dios, sino que Él lo tolera por su misericordia, y porque quiere salvarnos. Ya Él sufrió todo lo que había que sufrir, para que nosotros no tuviéramos que pagar tanto, pero nos va cobrando con las calamidades. Como dice en la Carta a los Hebreos, Él reprende y castiga como padre, para que se corrijan los muchachos. Y nosotros somos creaturas suyas, y nos corrige, a veces golpeándonos, y golpeándonos muy fuerte.
¿Usted ve que el papa Francisco va por el camino que toca?
Sí, claro. Él está interpretando bien lo que debe hacer. Nos ha dicho un montón de verdades fundamentales, y regaños muy tiernos, que de pronto no hemos entendido.
Hablando de la polarización del país, ¿en la Iglesia, internamente, también hay polarización?
Claro.
¿Disputa de poderes, de ideologías, de tendencias?
Hay cosas, hay teólogos que son herejes, prácticamente. Eso hay de todo. Tenemos que mirarlo como problema humano, y no atribuírselo a la institución, a la sociedad o a la familia de Dios que Él dejó establecida. Ahí está la sabiduría cristiana, saber discernir. Nos falta discernimiento y juzgamos de una vez. ‘Ah no, es que eso está muy mal hecho, y es que ese cura, o ese obispo, o ese…’ Hombre, modérese que es que usted también tiene vigas en el propio ojo y está mirando pajas en los demás.
Monseñor, ¿por qué se retiró el papa Ratzinger?
Por sabio y por santo. Él le había aconsejado ya a Juan Pablo II que renunciara, porque vio que ya no estaba gobernando como debía ser. Juan Pablo tenía otra mente… la mente de que Jesús no se bajó de la cruz, y eso es bonito decirlo porque es místico, pero no es práctico para el gobierno de la Iglesia.
De hecho, en ese tiempo de la enfermedad del papa Juan Pablo II, que fue una gran lección para el mundo, el gobierno de la Iglesia estuvo paralizado. Hasta el punto de que Ratzinger tuvo que llegar a resolver problemas que se han debido resolver antes.
Monseñor, yo lo veo tan bien de salud, tan lúcido y tan placentero que me pongo feliz y le deseo muchos años más de vida. Pero tengo que preguntarle: ¿Qué piensa de la muerte?
Uno tiene que aceptar la limitación humana, aceptar la presencia de Dios y alegrarse y bendecirlo por eso.
¿A los 100 años, le tiene miedo a la muerte?
El miedo normal de todos. La muerte es el encuentro con el Señor y por tanto no debe uno temer. Eso predico. Pero, como la carne humana es tan frágil, pues a mí sí me da susto de cómo me va a pasar, porque no sé si voy a morir de repente, eso sería lo mejor, lo más grato porque no siente uno nada, pero puede ser que muera como un inválido, con alguna enfermedad bien chocante, y entonces a eso le tiene uno como miedo. Pero no al encuentro con Él, que es la maravilla.
Y entonces ya me he ido curando bastante de ese miedo; no me lo puedo quitar, pero ya se me ha vuelto como una confianza en que no va a ser una cosa atormentada, sino algo con luz.
¿Cómo celebrará los cien años, precisamente de hoy en ocho días?
Tocará obedecer a mi familia que me mandó a que hiciera una celebración en Floridablanca. Luego, en Zapatoca y San Gil. Cumpliré los cien años obedeciendo. (Risas).
Fuente: Diario El Tiempo
Vea también el especial que elaboró la arquidiócesis de Bucaramanga, donde el Cardenal José de Jesús Pimiento Rodríguez, confiesa detalles de su vida, su hogar y su vocación pastoral, a puertas de celebrar su aniversario de vida número 100
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El papa Francisco designa obispo para la Diócesis de Girardota: el padre Juan Manuel Toro Vallejo
El papa Francisco nombró al padre Juan Manuel Toro Vallejo, miembro del clero de la Diócesis de Sonsón-Rionegro, como nuevo obispo de la Diócesis de Girardota. Así lo dio a conocer la Nunciatura Apostólica en Colombia a primera hora de este jueves 21 de marzo.Esta jurisdicción eclesiástica ubicada en el departamento de Antioquia venía siendo pastoreada desde el año 2010 por monseñor Guillermo Orozco Montoya, quien, al haber cumplido los 77 años de edad, pasará a ser emérito.El padre Juan Manuel nació en Medellín el 9 de mayo de 1959. Después de cursar estudios en la Escuela Superior de Mercadotecnia, ingresó al Seminario Cristo Sacerdote ubicado en el municipio de La Ceja, Antioquia. El 3 de noviembre de 1995 fue ordenado presbítero para la Diócesis de Sonsón-Rionegro.Entre los roles desempeñados durante su ministerio, con un especial énfasis en la formación de futuros ministros ordenados, se destacan:− 1996-1997 Formador del Seminario Intermisional “San Luis Beltrán”, Bogotá− 1998-1999 Formador del Seminario “Cristo Sacerdote”, Yarumal− 1999-2000 Rector del Colegio “Mons. Alfonso Uribe Jaramillo”, Rionegro− 2001-2003 Formador del Seminario “San Pedro Apóstol”, Cali− 2003-2004 Estudios de Espiritualidad con la Compañía de S. Sulpicio, Montreal, Canadá− 2005-2007 Formador del Seminario Diocesano “Nuestra Señora”, de Sonsón – Rionegro.− 2008-2009 Rector del Seminario Diocesano “Nuestra Señora”, de Sonsón – Rionegro− 2010-2017 Rector del Seminario Intermisional “San Luis Beltrán”, Bogotá− 2018-2020 Servicio en la “Pastoral Sacerdotal Diocesana”, La Ceja− 2020-a la Fecha Director de la Asociación Sacerdotal “Siervos del Espíritu Santo”
Mar 19 Mar 2024
El papa Francisco designa nuevo obispo para la Diócesis de Apartadó: monseñor Carlos Alberto Correa Martínez
Monseñor Carlos Alberto Correa Martínez, quien desde febrero de 2014 se venía desempeñando como Vicario Apostólico de Guapi, en el departamento del Cauca, es nombrado por el Santo Padre como obispo para la Diócesis de Apartadó, una circunscripción eclesiástica ubicada entre los departamentos de Antioquia y Chocó. Así lo dio a conocer a primera hora de este martes 19 de marzo la Nunciatura Apostólica en Colombia. El prelado, nacido en Medellín y formado en el Seminario Misionero del Espíritu Santo de la Diócesis de Sonsón-Rionegro, asumirá ahora la importante misión de pastorear una Iglesia particular que se ha caracterizado por la amplia corresponsabilidad de sus laicos, así como por sus múltiples aportes a la búsqueda de la reconciliación y la paz territorial. En la Diócesis de Apartadó también confluyen diversos desafíos pastorales, sociales y culturales que seguirán siendo acompañados, visibilizados y atendidos desde la Iglesia, ahora bajo el liderazgo de monseñor Correa Martínez quien, durante estos diez años en Guapi, ha impulsado un importante trabajo en este sentido.En contextoPrecisamente, del 19 al 22 de marzo, en Ciudad de Panamá, convocados por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, se llevará a cabo un encuentro de los obispos de la frontera entre Colombia, Costa Rica y Panamá. En él se abordará una de los principales desafíos que tiene la Diócesis de Apartadó: el de la migración. En representación de esta jurisdicción, estará participando en el espacio el padre Leonidas Moreno Gallego, quien desde marzo de 2023 ha estado administrando esta jurisdicción, por encargo de sus hermanos sacerdotes a través del Colegio de Consultores.Los resultados y perspectivas de trabajo pastoral que se adelante duranta actividad que contempla, además, una visita y la celebración de la Santa Misa en en el campo de acogida de Lajas Blancas, ubicado en la selva de Darién, en donde viven alrededor de 3.000 migrantes, seguramente trazarán un importante camino para el nuevo encargo episcopal de monseñor Carlos Alberto Correa Martínez.Cabe recordar que el anterior obispo de esta jurisdicción fue monseñor Hugo Alberto Torres Marín, quien estuvo allí, desde octubre de 2014 hasta marzo de 2023, tras su posesión como Arzobispo Metropolitano de Santa Fe de Antioquia, provincia de la que hace parte la Diócesis de Apartadó.
Vie 15 Mar 2024
Monseñor Luis Manuel Alí Herrera: nuevo secretario de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores
Monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá, quien se venía desempeñando como secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) desde julio de 2021, fue designado por el papa Francisco como nuevo secretario de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. La noticia se dio a conocer este viernes, 15 de marzo, a través de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.El prelado hacía parte de este importante organismo de la Curia Romana desde diciembre de 2014. Además, en esta labor, monseñor Luis Manuel Allí se ha destacado como fundador de la Oficina para el Buen Trato de la Arquidiócesis de Bogotá, área encargada de dinamizar políticas enfocadas en la cultura del buen trato a través de estrategias de prevención y de atención psicosocial desde esa Iglesia particular.El obispo, quien es licenciado en psicología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, lideró también la implementación de la Oficina para la Cultura del Cuidado de la Conferencia Episcopal de Colombia desde julio de 2023. Fue el impulsor de la iniciativa “Iglesias Seguras y Protectoras” en todas las diócesis del país. Una apuesta concreta por promover procesos de sensibilización y formación sobre prevención de abusos y violencias en todos los grupos y entornos de la Iglesia Católica colombiana."Recibo esta designación en obediencia y con infinita gratitud. Los miembros de la Comisión tenemos una inmensa responsabilidad hacia el Santo Padre y su llamado a afrontar “el desafío que supone el escándalo de abusos y el sufrimiento de las víctimas, a conocer directamente el impacto de los abusos y a dar a conocer los frutos de la labor que adelantemos”. Ahora que asumo mi encargo como secretario de la Comisión Pontificia para la Tutela de los Menores deseo seguir trabajando por la cultura del cuidado y la protección de nuestros niños, adolescentes, jóvenes y personas vulnerables para hacer de nuestra Iglesia un hogar seguro", expresó monseñor Luis Manuel al conocer esta nueva misión que le encomendó el papa Francisco al servicio de la Iglesia Universal.Ahora, como secretario de esta Comisión Pontificia, monseñor Alí Herrera deberá proponer al Santo Padre iniciativas enfocadas en la protección de los menores y personas vulnerables, así como en el acompañamiento a las víctimas.El obispo colombiano también tendrá a su cargo actividades de relacionamiento entre la Comisión y las distintas conferencias episcopales regionales, así como la articulación de iniciativas con otras dependencias de la Santa Sede. Además, será de su competencia la revisión, actualización y propuesta de orientaciones (líneas guía) que impulsen la implementación de las mejores prácticas en materia de prevención y protección, tanto de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, como de la Iglesia en cada país.Junto a este nombramiento, se conoció también el de la norteamericana Teresa Kettelkamp como secretaria adjunta de la misma Comisión. Es la primera vez que, para tales cargos, son designados un obispo y una mujer laica con amplia experiencia en el tema, pues la señora Kettelkamp fue la encargada de la oficina de protección de infancia y juventud de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos de América.BiografíaMonseñor Luis Manuel Alí Herrera nació en Barranquilla, Colombia, en 1967. Estudió en el Seminario Conciliar de Bogotá y fue ordenado sacerdote en 1992. Después de graduarse en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (2003), obtuvo una licenciatura en Psicología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2007). Como joven sacerdote fue nombrado párroco de las iglesias de San Clemente Mártir y Los Santos Ángeles Custodios en Bogotá y capellán de la Universidad Nacional de Colombia, destacándose por su trabajo con los jóvenes y la pastoral en las universidades (1994 -2001). Es asociado senior del Colegio Colombiano de Psicólogos.Antes de ser consagrado obispo, monseñor Alí Herrera era párroco de la iglesia de San José de Calasanz, y también de la parroquia maronita de Nuestra Señora del Líbano de la Arquidiócesis de Bogotá. Ha estado encargado de la formación de los futuros ministros ordenados como educador y director del área de orientación psicológica del Seminario Conciliar de la Arquidiócesis de Bogotá (2002-2015).El 17 de diciembre de 2014 fue designado miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. El 7 de noviembre de 2015, el papa Francisco lo nombró obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Bogotá, y obispo titular de Giubalziana. Su consagración episcopal tuvo lugar el 12 de diciembre del mismo año en la catedral de Bogotá.Desde el día de su ordenación episcopal, ha sido vicario general y director de la Oficina para el Buen Trato de la Arquidiócesis de Bogotá.En la asamblea 111 del episcopado colombiano, desarrollada del 5 al 7 de julio del 2021, fue nombrado secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia. El 14 de septiembre de 2022, el Santo Padre lo ratificó para un tercer mandato de cinco años en la Comisión Pontificia para la Protección de Menores.Desde el mes de marzo de 2023, junto con el Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado, ha acompañado los talleres de formación en todas las jurisdicciones eclesiásticas del país implementando el programa “Iglesias seguras y protectoras”.En el mes de julio de 2023, monseñor Luis Manuel Alí Herrera, dio inicio a la Oficina para la Cultura de Cuidado de la Conferencia Episcopal de Colombia.
Mar 12 Mar 2024
Obispos de Cauca y Nariño piden desescalar el conflicto y brindar atención humanitaria urgente a sus comunidades
A través de un comunicado conjunto, la presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) y los obispos de los departamentos de Cauca y Nariño hacen un llamado urgente a los actores armados y a las autoridades para que se desescale el conflicto que tanto daño está causando en estas regiones del sur del país. Asimismo, piden facilitar la atención humanitaria para sus comunidades.“El terror que causa el fuego de las armas, la muerte y daño en la integridad física y emocional, el desarraigo de la tierra, los desplazamientos y confinamientos, las minas antipersonales, la ruptura del tejido comunitario, las afectaciones a los ecosistemas, son hechos que lamentamos. Exhortamos a que se terminen, para no lastimar en el corazón de los pueblos el frágil pero esperanzador brote de una vida en paz”, enfatizan los prelados en su mensaje.En el mensaje, que busca hacer eco de las voces atemorizadas de las comunidades que pastorean, los obispos de las diócesis de Ipiales, Tumaco y Pasto; de los vicariatos apostólicos de Guapi y Tierradentro; así como el arzobispo de Popayán y vicepresidente de la CEC, monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, afirman que los esfuerzos que actualmente se están haciendo por buscar la paz, deben verse reflejados en tranquilidad, seguridad y justicia para los territorios. El cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, junto a su secretario general y obispo auxiliar de Bogotá, monseñor Luis Manuel Alí Herrera, respaldan esta petición.“Nuestro Dios, hoy vuelve a repetir: «Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo…, ya conozco sus sufrimientos» (Ex 3, 7). Así nos exhorta, como a Moisés, a disponer nuestras capacidades y esfuerzos en la construcción de la paz; que estas semillas germinen y encuentren condiciones que favorezcan su implantación y crecimiento; que sus frutos en el presente y hacia el futuro aseguren a todos, la posibilidad del desarrollo humano integral”, afirman en el comunicado.