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Año de la Misericordia

Vie 25 Nov 2016

Aprovechar bien el nuevo año litúrgico

Por Mons. Ricardo Tobón - Tenemos que reconocer que en nuestra sociedad están creciendo la ignorancia y la indiferencia en materia religiosa. Tal vez, lo más preocupante es que esto afecta a los mismos que se dicen creyentes. Es como un “ateísmo interior”, que silenciosamente está socavando la fe y la coherencia de muchos cristianos. No pocas personas se están acostumbrando a vivir tranquilamente sin Dios. Han ido cortando la comunicación con él; no buscan el sentido de la existencia en él; no sienten que él motive y oriente su comportamiento. Esto conduce, frecuentemente, a una visión materialista de la vida y a rendirle culto a ciertos ídolos. No podemos quedarnos tranquilos frente al debilitamiento de la fe de algunos católicos, frente a la descristianización de las familias, frente a la fuga de miembros de la Iglesia hacia las sectas o el mundo de la indiferencia. Cada uno de nosotros es responsable de estos hermanos, que pueden mostrar inconsistencia en su relación con Dios. No podemos permanecer pasivos y contentos con lo que tenemos o simplemente conservando la estructura y prácticas del pasado. Ante esta inquietante realidad debemos encontrar un llamamiento imperioso a la conversión, al compromiso pastoral y a estar abiertos a la creatividad del Espíritu. El primer paso que debemos dar es vivir más auténticamente nuestra fe y nuestra relación con Dios, evitando la superficialidad, la rutina y la exterioridad. Debemos avanzar en una nueva evangelización y en fomentar la acogida fraterna en medio de nuestras comunidades. Debemos promover una liturgia viva, donde todos podamos tener la participación consciente, activa y fructuosa que ha pedido el Concilio Vaticano II. Me parece que el comenzar un nuevo Año Litúrgico es una oportunidad privilegiada para ofrecer esa fuente primaria y necesaria donde todos podemos beber la vida cristiana y atraer a muchos alejados a una relación con Dios “en espíritu y verdad”. La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o de un grupo. Es el ejercicio mismo del sacerdocio de Cristo. En ella los diversos elementos significan y realizan la santificación de cada persona y de toda la comunidad. A través de ella se celebra la fe y se consolida la unidad del Cuerpo del Señor. La liturgia invita a asumir un compromiso transformador de la vida, a trabajar por la venida del Reino de Dios. La liturgia cristiana es una peregrinación que va llevando a la transfiguración del mundo y de la historia. Iniciar un nuevo Año Litúrgico es comenzar a recorrer un camino a través del cual hacemos memoria y vivimos todo el misterio de Cristo. Por medio de sus distintas etapas o tiempos se celebran y actualizan los acontecimientos más importantes del plan de la salvación, mediante un itinerario de fe que nos permite experimentar y apropiarnos todo lo que el amor de Dios ha hecho por nosotros. De esta manera, el Año Litúrgico es memoria de las acciones salvíficas de Dios, es presencia de Cristo que nos involucra en su Pascua, es anuncio profético de una plenitud que viene. Para lograr esto es preciso promover una verdadera pastoral litúrgica que haga de esta estructura el lugar donde los creyentes celebran, viven y maduran su fe. Lo cual pide que esta fe sea suscitada y formada por una evangelización concreta y por una catequesis sistemática. Igualmente, se necesita una espiritualidad litúrgica para que cada miembro de la Iglesia a través de este itinerario se vaya configurando cada vez más a su Señor y aprenda a vivir en la caridad “los mismos sentimientos que tuvo Cristo”. No desaprovechemos esta oportunidad que nos da el comenzar un Año Litúrgico para avivar la fe de la comunidad cristiana y para ofrecer un espacio acogedor de vida nueva a los alejados. Monseñor Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Vie 18 Nov 2016

¿Se clausura el año de la misericordia?

Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo: El Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, se ha clausurado el 13 de noviembre en todas las diócesis del mundo y una semana después, en la solemnidad de Cristo Rey, se clausura también en Roma. Ha sido un año de gracia en el que toda la Iglesia ha vivido la experiencia de la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, y ha recibido la misión de anunciarla a todo el mundo. Nos ha permitido sentir de nuevo el abrazo de Dios. Ha sido una llamada, un despertar, un relanzamiento de la vida a partir de la certeza de que Dios nos ha amado primero, nos ha perdonado, nos acompaña y remedia las carencias de ser o de bien que se dan en nuestra miseria humana. Pero el Año de la Misericordia no puede pasar sin habernos dejado una nueva forma de pensar, de vivir y de ser misericordiosos como el Padre. En nosotros tiene que quedar para siempre la experiencia de la compasión de Dios que nos ha sido revelada en Jesucristo y que se vuelve una fuente permanente de alegría, de serenidad, de libertad y de paz. En efecto, hemos aprendido a interpretar y a realizar nuestra vida desde el camino de felicidad que nos propone en el Evangelio, desde el perdón que Él nos ofrece siempre, desde el amor creador con que nos trabaja cada día. Este Año Jubilar debe continuar despertando en nosotros la misericordia que habita en nuestro corazón de hijos de Dios, colmados de su amor. De esta manera, la misericordia debe ser la vía maestra que lleve a la Iglesia a cumplir su misión de ser un signo vivo del amor del Padre santo y providente. Y, por lo mismo, será para cada uno de nosotros una llamada a hacernos cargo, a través de las obras de misericordia, de las dificultades y debilidades de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres, que son los privilegiados del amor paterno de Dios. El Jubileo continuará manteniendo en nosotros la certeza clara de que somos peregrinos en camino hacia la meta que es Dios y que la Puerta Santa para entrar es Cristo. En verdad, Cristo es la epifanía definitiva de Dios, que nos enseña a ser hijos y a ser misericordiosos a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de su misma vida en la Liturgia a lo largo del año, de la vivencia pascual en los sacramentos particularmente la Eucaristía, de la alegría de la fraternidad en cada comunidad cristiana y del mandato misionero de entregar a otros el Evangelio que hemos recibido. A lo largo de este año, con buena voluntad, cada uno ha buscado recibir y dar los mejores frutos. Dios ve el corazón y conoce los esfuerzos que hemos hecho. El Año de la Misericordia en realidad no se termina; es como un horizonte que nos seguirá mostrando nuevas riquezas y nuevas posibilidades, que es preciso aprovechar. Es como un surco que quedó sembrado y ahora nos corresponde continuar cultivando con responsabilidad y esperanza las plantas que nos darán una fecunda cosecha. Es como un acicate, cargado de humanidad, que seguirá impulsando nuestras vidas hacia la santidad, el apostolado y la caridad con todos. Cerrar el signo exterior, la Puerta Santa, no significa que las gracias de este año dejen de estar presentes en nosotros. El Año de la Misericordia es como un gran río que se alarga en la llanura del mundo y de la historia y cada gota irá regando la vida de los hombres y los pueblos con el consuelo y la alegría del Evangelio. Es como un libro que quedará abierto; cada página continuará revelando el resplandor del amor de Dios y cada página seguirá siendo una oportunidad para que escribamos nuestros actos de misericordia con los demás. El Año de la Misericordia no se acaba; tiene la fuerza vivificante del río, tiene la fascinación del libro que ofrece cada día una página nueva. + Monseñor Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 24 Oct 2016

Jubileo en la recta final

Por el Pbro. Raúl Ortiz Toro - Tomemos aire después de estos días de agitación social y política y concentrémonos en nuestra tarea específica: evangelizar y como fruto de la evangelización vendrá lo mejor para Colombia. Entramos en la recta final del Jubileo Extraordinario de la Misericordia que concluirá el 20 de noviembre; pienso que ya debemos ir haciendo una evaluación de este Año Jubilar que nos ha traído muchas oportunidades de probarnos en el ejercicio de la misericordia. La invitación para este año fue la de tomar las obras de misericordia corporales y espirituales para hacer con ellas una especie de escuela. Algunos dicen que las obras de misericordia corporales pueden llegar a ser más “fáciles” pues se trata simplemente de dar, mientras que las espirituales ahondan más en el darse. Pero es una conclusión muy superficial; de todos modos, no podemos negar que una mala interpretación de: dar de comer, dar de beber, vestir, hospedar, visitar, enterrar, puede hacernos concluir que se trata simplemente de acciones que no comprometen mucho sino que se pueden despachar con un poco de dinero. Pero el cristiano que sabe entender estas obras corporales de misericordia, sabiendo que en el necesitado se sirve a Cristo, sabrá que no es solamente dar algo sino servir a Alguien. Desde un horizonte más alegórico y espiritual, quiero compartir con ustedes una genuina interpretación patrística de estas obras de misericordia corporales desde la perspectiva de Nueva Evangelización. Un Anónimo del siglo IV, escribiendo sobre el evangelio de San Mateo (capítulo 25) anota con respecto a dar de comer y dar de beber: “Los doctores dieron a los hambrientos de justicia el alimento de la doctrina con qué nutrirse y engordar para la realización de buenas obras, y administraron a los sedientos del conocimiento de Dios la bebida de la Verdad”. Orígenes de Alejandría (siglo III) sobre vestir al desnudo dice: “Igualmente vestimos a Cristo desnudo cuando recibimos de Dios el vestido de la sabiduría, para enseñar a otros con la doctrina y vestirlos de entrañas de misericordia, de bondad, humildad y mansedumbre”; de nuevo el escritor Anónimo: “Quien visita a los enfermos y a los afectados por la enfermedad de los vicios carnales, y les aplica la medicina de la doctrina, cura a Cristo en ellos… quien visita a los presos que están bajo la custodia del pecado, puede sacarlos de esa cárcel infernal por medio de la Palabra”. Esta interpretación nos invita a ver la misericordia en perspectiva misionera; por ello el afiche Domund 2016 tiene como lema: “La Misión: compendio de todas las obras de Misericordia” y el mensaje del Santo Padre se titula: “Iglesia misionera, testigo de misericordia” ya que el discípulo misionero en salida evangelizadora se convierte en agente de misericordia. Anuncia la Palabra y con ella llega Cristo al corazón del que tiene hambre de justicia, sed de Verdad, y necesidad de vestido de sabiduría, visita de medicina curativa y doctrina liberadora para el cautivo. La obra de misericordia que compendia todas las obras de misericordia se llama así: Evangelización. De modo que ya terminando este Jubileo debemos hacer el examen sobre qué tanto nos empeñamos en el apostolado de la misericordia, qué tanto evangelizamos y dimos a conocer a Jesucristo. Nos serviría mucho que nuestros grupos apostólicos y todos los agentes de pastoral nos examinemos desde esta perspectiva. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]

Jue 4 Ago 2016

Descarga esquema para peregrinación a la Catedral Diocesana

El departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia colombiano pone a disposición de obispos, delegados de liturgia y párrocos un esquema para la peregrinación a la Catedral Diocesana. Este subsidio fue elaborado por el padre Diego Uribe Castrillón, integrante de la Comisión Nacional de Liturgia. El documento está en sintonía con motivo del Año del Jubileo de la Misericordia que la Iglesia está celebrando. El padre Jairo Alberto Montoya, director de Liturgia de la CEC [icon class='fa fa-download' link='']DESCARGA EL ESQUEMA[/icon]

Lun 16 Mayo 2016

Presbíteros del país invitados a participar del Jubileo de los Sacerdotes

Con ocasión del Jubileo de la Misericordia, los sacerdotes y seminaristas de todo el mundo están invitados a realizar una peregrinación a Roma para participar del Jubileo de los Sacerdotes que tendrá lugar en Roma del miércoles 1 al viernes 3 de junio de 2016. Durante este encuentro internacional, un día estará dedicado a un retiro espiritual, en el que el Papa Francisco dirigirá tres meditaciones sobre el tema: “El sacerdote como ministro de la Misericordia”. El programa del Jubileo de los Sacerdotes, que concluirá con la Santa Misa concelebrada por todos los sacerdotes presentes y presidida por el Santo Padre en el día del 160 Aniversario de la institución de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en la plaza de San Pedro, será una oportunidad para los sacerdotes y seminaristas de reflexionar y meditar juntos la Palabra de Dios, de adorar al Santísimo Sacramento, de recibir el Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación y de hacer una peregrinación a través de la puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Como signo de comunión, cada Iglesia particular está invitada a vivir este momento jubilar replicando, de acuerdo con las circunstancias propias, las actividades que tendrán lugar en Roma. De manera especial, se sugiere sintonizarse con las tres meditaciones que ofrecerá el Santo Padre el jueves 2 de junio, en preparación a la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, que se celebra el día siguiente. La Conferencia Episcopal de Colombia en asocio con la Organización Internacional de Turismo (OIT) proponen a los sacerdotes del país participar de este evento. En una cartilla proporcionado por OIT, se informa que el paquete tiene un costo de 12 millones 400 mil pesos colombianos y la salida está programada para el 30 de mayo. Mayores informes: Conferencia Episcopal de Colombia PBX: (+57)(1) 437 55 40 ext. 246 - 234 Teresa Segura: 313 338 14 24 Cra 58 No. 80 - 87 - Barrio Entre Ríos Bogotá D.C

Vie 13 Mayo 2016

Nunciatura apostólica reunió a víctimas y victimarios

La sede de la Nunciatura Apostólica en Colombia fue testigo de un acto de reconciliación donde víctimas, exactores de la violencia, sacerdotes y profesionales de diferentes áreas, abrieron su corazón con el fin de sanar heridas, recuperar la dignidad y encontrar el perdón. Este acto, realizado en el marco del año de la misericordia, contó con la presencia del nuncio apostólico en Colombia, monseñor Ettore Balestrero; el señor cardenal, Rubén Salazar Gómez y un grupo representativo de laicos de la fundación “víctimas visibles”. Durante la celebración de la eucaristía, el cardenal Rubén Salazar manifestó que el perdón, la reconciliación y la paz, no se aprenden de la noche a la mañana. “Lo que sí tenemos que estar concordes es en la búsqueda sincera de la paz, el acuerdo es mucho más que un acuerdo de paz. Es crear en nuestras instituciones un verdadero sentido de fraternidad y de solidaridad”, aseguró el cardenal. Por su parte Monseñor Balestrero manifestó que estos actos conmovedores son un camino de preparación para la venida del Papa Francisco. video Respecto a los que aún siguen en la guerra, el prelado aseguró que tanto el ELN como las Farc necesitan montarse en el tren de la paz para que se logre una verdadera institucionalidad en el país. Finalmente y como un ejemplo de sanación, perdón y apertura a una nueva vida se presentó el testimonio del hoy Mayor General (R) de la Policía, Luis Herlindo Mendieta Ovalle, quien estuvo secuestrado por las FARC durante 12 años.

Mar 5 Abr 2016

Papa pide a jurisdicciones realizar una obra concreta de misericordia

Durante una vigilia de oración con los fieles devotos de la Espiritualidad de la Divina Misericordia, el papa Francisco propuso que en cada diócesis del mundo se abra un centro de ayuda como recuerdo del Año Santo de la Misericordia. "Qué lindo sería que como un recuerdo, como un monumento a este Año de la Misericordia en cada diócesis hubiera una obra, un centro de ayuda que falte: una escuela, un hospital, un centro de ancianos, una casa de recuperación de drogadictos, hablemos con nuestros obispos de esta posibilidad", dijo. En su reflexión el Pontífice explicó que “Dios no se cansa nunca de expresar la misericordia (…). Nosotros no deberíamos nunca acostumbrarnos a recibirla, buscarla, desearla (…) Cuánto dolor en el corazón cuando escuchamos decir: 'ésta gente, dejémosla fuera dormir en la calle '”, agregó. Concluyó su mensaje recordando que “la misericordia sabe mirar a los ojos de la persona; cada una es preciosa para ella, porque cada una es única”. Es de recordar que el Papa Francisco abrió el 08 de diciembre de 2015 la puerta santa de la basílica de San Pedro, donde inauguró el Jubileo de la Misericordia. Un Año Santo en el que el Santo Padre invita a «anteponer la misericordia al juicio», el mismo finalizará el próximo 20 de noviembre de 2016.

Lun 4 Abr 2016

¿Seguro que entendiste bien cómo vivir el año de la misericordia?

Aquí, gracias al valioso trabajo que realiza Catholic Link, te ofrecemos una lista con 12 puntos claves para entender el Año de la Misericordia que estámos viviendo. Como creyentes es vital que permanentemente recordemos las orientaciones que nos brinda la Iglesia para vivir de manera más efectiva este tiempo de gracia. El Llamado a la Iglesia de contemplar el misterio de la misericordia: Como un don recibido gratuitamente que trae consigo la responsabilidad de anunciarlo. Reconocer a Dios como un Padre que jamás se da por vencido hasta que no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia: “Porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón”. La Apertura de la Puerta Santa como símbolo de un nuevo compromiso para todos los cristianos de testimoniar con mayor entusiasmo y convicción la propia fe: La Iglesia quiere ser en el mundo signo vivo del amor del Padre. Que la Iglesia y las parroquias sean oasis de misericordia: El Papa remarca como cada Iglesia particular estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual para acoger a todos con misericordia. Ser misioneros de la misericordia: “Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: « Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso»” (Lc 6,36)”. Impulsar las peregrinaciones como estímulo para la conversión: “Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio”. Redescubrir las obras de misericordia corporales y espirituales: “El amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de alegría y serenos. Es sobre esta misma amplitud de onda que se debe orientar el amor misericordioso de los cristianos. Como ama el Padre, así aman los hijos. Como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros”. Vivir la cuaresma con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios: En la meditación y la escucha atenta de la Palabra de Dios. Fomentar la iniciativa de las “24 horas para el Señor” para que más personas se acerquen al sacramento de la Reconciliación: “Durante el Jubileo extraordinario de la Misericordia, el confesionario será la Puerta Santa del alma”. Promover la indulgencia por la que Dios hace evidente este amor que es capaz de destruir el pecado de los hombres: Es necesario comprender que la reconciliación con Dios es posible por medio del misterio pascual y de la mediación de la Iglesia Tiempo oportuno para cambiar de vida. Tiempo para dejarse tocar el corazón: “¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón. Ante el mal cometido, incluso crímenes graves, es el momento de escuchar el llanto de todas las personas inocentes depredadas de los bienes, la dignidad, los afectos, la vida misma”. Que nuestro pensamiento se dirija a María madre de la misericordia: Para que en la mirada de María podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Vía: Catholic Link