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justicia social

Vie 7 Mayo 2021

Solidaridad del CELAM con la Iglesia y el pueblo colombiano

El Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM) extendió un saludo de solidaridad a la Iglesia y al pueblo colombiano, frente a la grave problemática que afronta hoy el país, rechazando todo acto de violencia que se viene presentando. “Hacemos nuestro el dolor del pueblo colombiano, que ha hecho tantos esfuerzos por alcanzar la reconciliación y la paz nacional”. Recordaron, además, las palabras pronunciadas por el Papa Francisco durante el gran encuentro de oración por la reconciliación nacional que se realizó en Villavicencio el 8 de septiembre de 2017: “Cada violencia cometida contra un ser humano es una herida en la carne de la humanidad”. En una carta dirigida al presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Oscar Urbina Ortega, las directivas del CELAM recordaron que toda protesta pacífica es un derecho que tiene la ciudadanía y que ésta se debe hacer en medio de legítimas búsquedas de justicia social de la gran mayoría de los manifestantes. Sin embargo, expresaron su preocupación por el momento en que se realiza, pues es de gran impacto en cuanto a la emergencia sanitaria por la COVID-19. “Nos preocupa, como a ustedes, el impacto de la emergencia sanitaria por la pandemia del COVID-19, a lo que se suman los bloqueos en la movilidad, la inseguridad en las ciudades, el desabastecimiento de alimentos y los sensibles daños causados a la infraestructura y a los bienes públicos y privados”. Igualmente, manifestaron su permanente apoyo a la Iglesia colombiana para seguir trabajando unidos en el “propósito valiente de ser los artesanos de la paz, la esperanza y la reconciliación, abriendo canales para el diálogo social y la construcción de consensos que apunten al bien común”. Finalmente, agradecieron los esfuerzos que las distintas instancias de la Iglesia vienen adelantando en favor del pueblo colombiano “para garantizar la cultura del cuidado y del encuentro, el respeto a la vida y la garantía de corredores humanitarios que permitan el acceso a los bienes esenciales, sobre todo a los más vulnerables, a los empobrecidos y a quienes requieren atención médica sin dilación”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 3 Ago 2018

Agenda eclesial de paz

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - En la Colombia actual, el bien de la paz no puede reducirse a lo que hagan o dejen de hacer los gobiernos. Hoy no tenemos un estado de paz, ni una paz de Estado, como lo manda la constitución nacional, pues carecemos, tristemente, de esos consensos entre ciudadanos y gobernantes que, por múltiples factores de vieja data y conceptos divergentes del poder y de la justicia, han generado, no solamente desequilibrio sino verdadero daño a la convivencia pacífica, a la inclusión del Estado en la totalidad del territorio y de la población en la totalidad de derechos y oportunidades. Pululan las economías y los “poderes paralelos”, en el barrio o en el campo, en la lejanía y la selva. Situación que se agrava mucho más con el auge del narcotráfico, su producción y mercado, para no hablar de otros fenómenos concomitantes a la criminalidad. Sin duda alguna, estos serán días de incertidumbre y expectativas, de balance sobre un proceso de paz, apenas iniciándose, pero ya con hechos, procesos y planes que deberán ser responsablemente asumidos por el pueblo colombiano y por el nuevo gobierno, más allá de visiones partidistas. En materia de ahorrar vidas humanas, y la paz sí que lo es, no se puede mantener el criterio de derecho a desandar el trecho recorrido, sino de garantizar la meta anhelada: paz con verdad, democracia plena y mayor justicia social. La Iglesia Católica en Colombia, ojalá en un contexto de ecumenismo desde la verdad de Dios, del hombre y de la creación, debe alentar siempre, sin miedo, el Evangelio de la paz, la buena nueva del perdón y la utopía de la unidad en la diversidad. Para una población en diáspora cultural y desarraigada de sus pertenencias, de bienes y sentido, ahogada por el libre mercado y el insaciable consumo, sometida a la ley de la fuerza y de un aberrante desprecio por la vida del semejante, se vuelve indispensable esa “Iglesia de puertas abiertas”, comunidad en salida al encuentro del difícil prójimo de estos tiempos, “hospital de campaña” en medio de personas, familias y masas heridas. Esta Iglesia, “espacio alternativo” a sociedades y Estados, independiente de partidos gobernantes y opositores, deberá emerger, con fuerza y sabor de Evangelio, también en Colombia. Evangelizar y pastorear la sociedad (fe y doctrina social de la Iglesia), resultan inseparables. Bien vale la pena retomarlo con el ímpetu de hace 50 años, con el “Documento de Medellín”, conclusiones de la 2a. Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, celebrada en Medellín del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1968. Allí, la justicia y el cambio social, la paz, la opción por los pobres y por los jóvenes, marcaron la pauta. Propongámonos, como mínimo, volver a ese texto y releerlo hoy, guiados por el mensaje del Papa Francisco. El Documento de Medellín, actualizado por el magisterio del Papa, bien podría inspirarnos una agenda eclesial de paz para nuestro compromiso. Esta agenda podría ser construida entre todos. Me atrevo a sugerir, como hechos y palabras “generadores” de aprendizajes “alfabetizadores”, para una conciencia social de paz como Iglesia, al menos tres conjuntos de lenguaje: 1. Conjunto de la “V”: *VIDA, VÍCTIMAS, VERDAD. 2. Conjunto de las “P”: *PALABRA, PACTO, PERDÓN. 3. Conjunto de las “D”: *DIGNIDAD, DERECHOS, DEMOCRACIA. Sobre estos hechos-palabra, podríamos empezar a generar una conducta de Iglesia, que nos permita visibilizar a las víctimas de violencias y violentos, para cuestionar a sus perpetradores y a los indiferentes comportamos estos sencillos aportes. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Dom 3 Dic 2017

Fe y política no son incompatibles, aseguran religiosos y políticos de América Latina

Con un llamado a los políticos católicos para conjugar espacios de reconciliación, justicia social y equidad en el ejercicio de la política, concluyó el Encuentro de dirigentes católicos que asumen responsabilidades políticas de alto nivel en países latinoamericanos que organizó el Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM por estos días en Bogotá. El Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina – Cal, Doctor Guzmán Carriquiry, destacó que el encuentro permitió a altos jerarcas de la Iglesia Católica Latinoamericana y a expresidentes, ministros de gobiernos, senadores, diputados, gobernadores y alcaldes tener un diálogo franco y abierto sobre lo que debe ser la política en pro de la búsqueda del bien común. “Ha sido un diálogo de 360 grados y hay que destacar que no es frecuente que pastores y políticos se encuentren”, señaló Carriquiry. Por su parte, Monseñor Andrés Stavnovnik, Obispo de Corrientes Argentina, resaltó que durante el encuentro políticos con diferentes visiones se pudieron sentar y dialogar. “Gracias a la Fe, pueden encontrarse políticos de diferentes corrientes y dialogar. Esto demuestra que la fe no es incompatible con la política”, resaltó. Para el Secretario General del CELAM, Monseñor Juan Espinoza, este encuentro representó una experiencia eclesial que ha permitido a los políticos y religiosos reconocerse como hermanos y que hay un objetivo en común que es el de construir un mundo mejor. Durante el encuentro se habló de manera muy somera sobre la situación de Colombia en lo que respecta a proceso de paz, los diálogos con las Farc y el ELN. “No nos concentramos exclusivamente en el tema Colombia, sin embargo, hacer el encuentro en Bogotá es muy simbólico”, manifestó Carriquiry. Si bien en la agenda el tema Colombia no fue central, durante el encuentro el Director Nacional del Secretariado Nacional de Pastoral Social, Monseñor Héctor Fabio Henao, presentó a los participantes una radiografía de la situación de nuestro país. “Deseamos que los esfuerzos por alcanzar la paz se logren en los diferentes países, principalmente en Colombia”, señaló Monseñor Espinoza. Sumándose a las orientaciones que el Papa Francisco dejó a los colombianos durante su visita a nuestro país, el Dr. Guzmán Carriquiry señaló la importancia de que en los países se deben generar fundamentos sólidos para la paz. “Si en Colombia se piensa que con meros acuerdos de paz negociados se va llegar la pacificación del país, quizás estaríamos equivocados. Hay que crear los fundamentos más sólidos que le den realmente cimientos a lo que puede ser los procesos de pacificación”, señaló. Entre las conclusiones del encuentro se destacó la formación en política para los jóvenes y la réplica de estos encuentros a nivel de países del continente. Finalmente, en el encuentro se trataron temas como: la cultura de la vida, la familia, educación, inclusión social, migraciones, desarrollo con equidad, ecología integral, la cultura del encuentro, la reconciliación y la paz. Así también, se analizó la situación política de países como Colombia, Venezuela y Honduras.

Dom 23 Oct 2016

En Expocatólica se ora por los bebés no nacidos

En el marco de ExpoCatólica 2016 la Fundación Provida CREO presentó una charla denominada "Encuentro con la misericordia de Dios: sanación interior y reconciliación con el bebé no nacido". Clara Ortiz, de la Fundación CREO explicó que esta "es una invitación para que se acojan a la misericordia del Señor". La invitación que hace la Fundación CREO es para los padres que han abortado se arrepientan del error que han cometido y que a través de un signo puedan reconciliarse con el bebé que está en el cielo. A través de un ejercicio que se realiza en la Eucaristía los padres presentan a los bebés no nacidos, le ponen un nombre y así reconocen a su hijo. "El Señor en su infinita misericordia nos perdona. Él sólo espera que nos arrepentimos. El aborto trae consecuencias físicas y espirituales", explicó.

Jue 30 Jun 2016

¿Justicia social hoy?

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - En un momento muy particular de la historia, entre el siglo XIX y el siglo XX, un Pontífice, el Papa León XIII realizó profundas reformas en la Iglesia y puso en el centro de la discusión teológica y pastoral la situación de los obreros y de la realidad social. Un gran Pontífice, que con una de sus Encíclicas entró en un tema apasionante y que ha sido central en la historia de la acción pastoral de la Iglesia Católica, la llamada cuestión social. El Papa León XIII, fue acompañado y ayudado en su tarea por un sacerdote Jesuita, el Padre Luigi Taparelli (Turin, Italia, 1793 - Roma, 1862). El fue quien acuñó la expresión Justicia Social. En la tradición cristiana se hace referencia al término de justicia, “dando a cada uno según le corresponda”, este es un concepto que viene desde las doctrinas y enseñanzas de Aristóteles (Ética a Nicómaco, libro V). Este concepto de Justicia en Aristóteles, fue también desarrollado en el contexto de la cultura Romana, con una precisa locución, “Uniqueque suum”, a cada uno lo suyo. Es la que podemos llamar una justicia distributiva, que daba a los hombres aquello que les correspondía precisamente. Una justicia entendida en el marco de la distribución equitativa a todos según cuanto les corresponda. Esta virtud es la base de la conservación del mundo, del equilibrio entre las relaciones que unen a las personas y establecen las responsabilidades. Una reflexión filosófica, profunda que nos pone en este contexto de aquellos que cooperan al bien y al equilibrado desarrollado de los hombres. Esta situación sirvió a la Iglesia y, concretamente, al Papa León XIII para leer una situación completa y muy difícil que el mundo vivía en el desarrollo de las cuestiones sociales que habían creado las relaciones entre el capital, el trabajo, los obreros y el gran desarrollo de la industria. Se puso en ese momento, al final del siglo XIX, el tema de la pobreza, del gran desarrollo de las cuestiones sociales, pero en definitiva era la pérdida de los valores de la persona humana y de sus derechos. Este tema es el llamado argumento de la “cuestión social” que el Papa quiere poner en el centro de la reflexión de la Iglesia en esa Encíclica, Rerum Novarum, “Las cosas nuevas” que permite a la Iglesia establecer nuevamente la que se llama hoy, la “ Doctrina social de la Iglesia”. El respeto de la persona humana, el derecho a la propiedad por parte de todos, el derecho a un salario justo, las dignas condiciones en el trabajo y el descanso dominical, fueron los elementos centrales de esta reflexión sobre la llamada “Justicia Social”. El Evangelio de Cristo no puede existir alejado de las situaciones y de los hechos que afectan a los hombres y mujeres de todos los tiempos. Esa “Doctrina social de la Iglesia” es la respuesta y la lectura de muchos hechos y situaciones desde el Evangelio de Cristo, desde su enseñanza. La fe en Cristo tiene que propiciar una forma de vida, una moral, que haga translucido el Evangelio y las enseñanzas de Jesús. No es algo ajeno a la voluntad de Dios o a su Palabra, es parte de ella misma y nos debe hacer pensar profundamente en la vida y en el camino en el cual formamos nuestra fe y nuestras respuestas a los problemas sociales, de siempre y que hoy vivimos. Con Cristo nace y renace la Justicia Social. Nuestra fe, nuestro camino como iglesia de la Diócesis de Cúcuta, tiene que poner siempre en el centro de nuestra reflexión, trabajo y de nuestra comunidad a Cristo. Ello pasa obligatoriamente por la opción por fortalecer la persona humana, su condición y dignidad, por el buscar los derechos y justicia para todos. Elementos sencillos los que en este concepto, hace muchos decenios defendió y presentó el Papa León XIII, pero que siguen siendo válidos y que nosotros tenemos que fortalecer. Todavía hoy estos restos son actuales entre nosotros, tenemos que vivir una Justicia Social, tiene que propiciarse que muchos hermanos y hermanas nuestras vivan en condiciones dignas, tengan un salario, tengan los medios para sustentarse y sustentar a sus familiares, para que puedan asociarse libremente y defender sus derechos y asumir sus obligaciones La Justicia Social ha cambiado también, se va afirmando cada vez más la necesidad de defender al hombre, su entorno, su vida (desde la concepción hasta el término natural). La opción del Evangelio y la aceptación de la Buena Noticia de Cristo Jesús, pasa necesariamente por la “Vía del hombre” que es el camino de la Iglesia, con la frase de San Juan Pablo II en la Encíclica Redemptor Hominis: “Este hombre es el camino de la Iglesia, camino que conduce en cierto modo al origen de aquellos caminos por los que debe caminar la Iglesia, porque el hombre -todo hombre sin excepción alguna- se ha unido a Cristo de algún modo, incluso cuando ese hombre no es consciente de ello, «Cristo, muerto y resucitado por todos, da siempre al hombre» -a todo hombre y a todos los hombres- «… su luz y su fuerza para que pueda responder a su máxima vocación»” (San Juan Pablo II, Encíclica Redemptor Hominis.N.14). Para nuestra Diócesis y para Cúcuta, concretamente, éste es un gran reto. Una ciudad que tiene grandes signos de pobreza y de exclusión de las personas -hombres y mujeres, jóvenes y niños, ancianos- un reto inaplazable. De nuestra opción por Cristo y por su Evangelio, por la aceptación de su mensaje de salvación, tenemos que ir a ayudar y proteger al hombre, darle aquello que le corresponde justamente, esta es la Justicia Social. Es importantísimo para nosotros esta Justicia Social, porque de ella depende el futuro de la paz que todos estamos tratando de construir. ¡Alabado sea Jesucristo! + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de Cúcuta