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laudato sí

Mié 24 Mayo 2023

Abejas, biodiversidad y polinización

Por Mons. Fernando Chica Arellano -Hace casi quince años, concretamente en 2009, un grupo de estudiosos del sistema terrestre, encabezados por Johan Rockströn, del Centro de Resiliencia de Estocolmo, y Will Steffen, de la Universidad Nacional Australiana, en colaboración con notables académicos, entre los que destacaba el Premio Nobel James Hansen, introdujeron la noción de límites planetarios. Paulatinamente este concepto ha ido adquiriendo consistencia a la hora de analizar la situación medioambiental global y señalar soluciones. Estos estudiosos individuaron nueve procesos claves para asegurar la estabilidad de la Tierra. Los designaron fronteras o límites planetarios porque, de ser traspasados, lastiman la habitabilidad, sostenibilidad y pervivencia de nuestro planeta. El susodicho novenario está compuesto por la crisis climática, la acidificación de los océanos, el agujero de ozono, el ciclo del nitrógeno y fósforo, el uso del agua, la deforestación y otros cambios del uso del suelo, la contaminación de partículas de la atmósfera, la contaminación química y la pérdida de biodiversidad. Dichos autores identificaban tres límites que, ya en 2009, al parecer habían sido cruzados: el ciclo del nitrógeno, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. Desde entonces, los datos indican que hemos franqueado dos fronteras más. En efecto, se ha producido una perjudicial modificación en el uso del suelo: muchas praderas han sido aradas e hiperfertilizadas, numerosos humedales desecados y multitud de bosques degradados o deforestados. De este modo, la mitad de la superficie terrestre habitable (dejando a un lado desiertos y glaciares, por ejemplo) está dedicada a usos agrícolas. Muchos científicos dicen también que la concentración de sustancias con efectos nocivos no ha dejado de incrementarse en cualquier rincón del planeta desde mediados del siglo XX, por lo cual no son pocos los que afirman que hace tiempo que atravesamos el umbral permitido de contaminación química. Sin duda, el calentamiento global o el cambio climático es el fenómeno al que mayor relieve se otorga desde un punto de vista científico y mediático; y hay buenos motivos para preocuparse por esta emergencia planetaria. Pero hoy quisiera detenerme en la pérdida de biodiversidad, otro de los límites ampliamente rebasados. Es un hecho que tiene graves consecuencias y que, sin embargo, apenas recibe la atención que se merece. Aprovechando que cada 22 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Diversidad Biológica quisiera brindar alguna reflexión. Digamos, de entrada, que un millón de especies de animales y vegetales están en peligro de extinción. En buena parte, ello se debe a la acción humana, que ha alterado el medio ambiente terrestre en un 75% y el marino en un 66%. Como si se tratara de un efecto boomerang, esta tendencia vulnera la supervivencia de la especie humana. Y es que, en concreto, más del 80% de nuestra dieta está basada en plantas; los peces proporcionan el 20% de las proteínas animales a unos 3.000 millones de personas; y el 80% de los que pueblan las zonas rurales de los países del Sur del planeta dependen de medicamentos naturales obtenidos a partir de la vegetación de su entorno. A este respecto, el Papa Francisco recordó que “los recursos de la tierra están siendo depredados a causa de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios. Las diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún problema ambiental. Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales «recursos» explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho” (Laudato Si’, n. 32). Precisamente porque el campo de la biodiversidad es tan amplio (¡es diverso por definición!) puede ser importante resaltar un caso concreto: las abejas. Resulta que en nuestro planeta existen más de 20.000 especies de abejas, que polinizan más del 80% de las plantas de la Tierra y más de 90 tipos diferentes de cultivos. Sólo con esto nos podemos hacer una idea de la importancia de las abejas, lo cual llevó a la comunidad internacional a declarar cada 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas. Se calcula que el valor económico de la labor de polinización de las abejas y otros polinizadores para la agricultura es de unos 265.000 millones de euros anuales en todo el mundo. “El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener” (Laudato Si’, n. 36). Está claro que la biodiversidad terrestre depende en gran medida de la polinización, un proceso natural que permite que se fecunden las flores y den así frutos y semillas. Las abejas, y otros insectos como mariposas y abejorros, son de colosal importancia en este proceso. El problema está en que, en todo el mundo, el 40% de los polinizadores invertebrados, en particular abejas y mariposas, se enfrentan a la extinción. Concretamente, en Europa está disminuyendo el 37% de las poblaciones de abejas. Confluyen diversos factores que amenazan a las abejas y a otros polinizadores: la pérdida y el deterioro de hábitats; la extensión de la agricultura industrializada, con los monocultivos y el uso de plaguicidas; los parásitos y enfermedades; las especies vegetales y animales invasoras; y los impactos del cambio climático. Estas consideraciones tienen que interpelarnos y hacernos pensar. Es errado creer que las problemáticas aludidas no nos incumben, que ya habrá alguien que las solucione, que tal vez no será para tanto, etc. No es cuestión de caer en el pánico, pero tampoco podemos seguir igual, cruzados de brazos. Debemos generar cambios en nuestras vidas. Cambios, naturalmente, a mejor. Cuidar la variedad de formas de vida en el planeta y la interacción entre ellas no es algo baladí sino fundamental. ¿Cómo podemos actuar para proteger la biodiversidad? Ya sabemos que “una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo” (Laudato Si’, n. 230). En este sentido, e intentando ayudar, sugiero unas iniciativas muy sencillas y concretas: consumir miel silvestre y otros productos de abejas; cultivar especies variadas de plantas, que florezcan en distintas épocas del año; reducir el uso de plaguicidas tóxicos; no debemos hacer fogatas, tirar basura o cualquier otro elemento que dañe el entorno;no compremos especies exóticas. No son souvernirs, ni mascotas, ni juguetes. Y mucho menos las abandonemos, porque con ello también se contribuye a aumentar otro de los grandes enemigos de la biodiversidad: las especies invasoras. Tampoco liberemos especies o semillas que no son propias del lugar, ni destrocemos los nidos ni las crías de animales que veamos. En definitiva, se trata de comportarnos sensatamente, siendo conscientes de “que esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente” (Laudato Si’, n. 212). Salvaguardar la biodiversidad es una hermosa y urgente tarea de la que nadie queda eximido. Por el contrario, todos estamos llamados a contemplar el mundo con otros ojos que no sean los de la avidez. Las generaciones venideras nos agradecerán mucho que pasemos de una voraz y compulsiva explotación de los recursos naturales a un encuentro con la creación, cuidándola y acogiendo todos sus dones. Pidamos a Dios con este propósito que sepamos abandonar la mirada depredadora y adquirir una amorosa y contemplativa. Monseñor Fernando Chica ArellanoFernando Chica Arellano Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA

Mié 2 Nov 2022

SEMBRATÓN ARQUIDIOCESANA: 4.700 árboles nativos de diferentes especies fueron sembrados

La propuesta inicial que hizo la arquidiócesis de Bogotá, de sembrar 4.000 árboles en diversos sitios de la capital del país y de municipios aledaños para “hacer una pedagogía de amor por la Casa Común”, desbordó el entusiasmo de las comunidades, quienes animados llegaron a la cifra record de 4.700 árboles sembrados. Según lo señaló el arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis José Rueda Aparicio, esta iniciativa fue soportada “A la luz del mensaje del papa Francisco en la encíclica Laudato si’ y el mensaje pontificio que permanentemente nos ha dado para que todas las generaciones de nuestra arquidiócesis de Bogotá, de la Iglesia que peregrina en Colombia, nos comprometamos con el cuidado de la creación”. Sus organizadores, la oficina del Servicio para el Desarrollo Humano Integral, la Coordinación Arquidiocesana del Cuidado de la Casa Común y el Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá - SEAB, señalaron que "con este acto de reconciliación con nuestra Casa Común, pudimos sembrar una semilla de amor y de esperanza en Chía, Cáqueza, Choachí y diversos sectores de Bogotá”. Los grandes protagonistas A partir del 1 de septiembre y hasta finales de octubre, los niños, jóvenes, adultos, adultos mayores de cada territorio parroquial, comunidad, vereda, colegio, fueron los grandes protagonistas para que este proyecto de la siembra fuera una realidad. Según explicaron, "especias como mano de oso, nogal, sietecueros, duraznillo, alcaparro, eugenias, entre otros, fueron los que en esta oportunidad nos permitieron abrir un hoyo en la tierra y sembrarlos como signo de vida, cuidado, amor y esperanza". En un mensaje, sus organizadores extendieron un saludo de agradecimiento a cada una de las personas que brindaron su apoyo a esta propuesta de reconciliación con la casa común: comunidades parroquiales, sacerdotes, instituciones educativas, administraciones municipales y la comunidad en general. "Estos resultados reflejan nuestro compromiso con la casa común, cuidar del entorno es tarea de cada uno de nosotros, es un compromiso humano, cristiano, ético, político y ciudadano". Los recursos con los que se compraron los árboles, se dio gracias a la recolección de aportes en las parroquias, colegios, la universidad de la arquidiócesis y la generosidad de muchas personas que quisieron sumarse a esta iniciativa por el cuidado de la casa común.

Lun 24 Oct 2022

Diálogo Abierto por el Cuidado de la Casa Común, defiende abandono de combustibles fósiles

La crisis climática y el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, fue el tema de reflexión que convocó a esta jornada que se celebró el 19 de octubre, gracias a la unión de seis plataformas globales, dentro de las que se encuentra la Iglesia católica. “Hoy más que nunca, urge la necesidad de escuchar las voces de las sociedades ancestrales y milenarias a través de sus herederos, los pueblos indígenas para fortalecer el cuidado de la vida de nuestra hermana y madre tierra". Esta fue una de las invitaciones de los asistentes al Diálogo Abierto por el Cuidado de la Casa Común en su deseo de ofrecer una vía estructural de salida a la crisis climática del planeta. Una reflexión efectuada a la luz del Evangelio, la Doctrina Social de la Iglesia y el conocimiento científico, tomando como punto de partida el llamado moral a los gobiernos del continente, para impulsar un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles en la próxima Cumbre Climática COP 27. "Apoyamos moralmente a nuestros gobiernos en la consecución de un Tratado global y vinculante a fin de abandonar pronta y gradualmente los combustibles fósiles y apoyar una transición energética justa, impulsada por las energías limpias localmente accesibles, y un futuro de desarrollo integral y sostenible para todos",afirma el mensaje final de la actividad impulsada por el Movimiento Laudato Si’, el secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana, el Servicio Cristiano de Solidaridad con los Pueblos de América Latina Oscar Romero (SICSAL), la Alianza Global Con Vida 20, la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y la Red Iglesias y Minería. Diálogo sin diferencias En el evento efectuado desde lo virtual y presencial desde la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño en Bogotá; se escucharon voces con experiencias diversas, aportes desde la sociedad civil, más allá de las confesiones religiosas, las tendencias políticas o las experiencias de vida. Aquí hay algo que une y supera cualquier diferencia y es la preocupación por el planeta. El Cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Monseñor Jorge Lozano, secretario general del Celam, Susana Muhamad, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible en Colombia y Teresa Subieta, embajadora de Bolivia ante la Santa Sede, hicieron parte de la lista de personas involucradas desde sus roles en este ejercicio de escucha, diálogo interreligioso, reflexión y aportes para el cambio. El encuentro, recordó el llamado contundente de la ciencia climática publicado en el informe sobre Mitigación al Cambio Climático del Panel de Expertos de Naciones Unidas, que confirma la necesidad de trabajar para que se reduzca a la mitad, el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero. Particularmente del dióxido de carbono, si es que se busca no sobrepasar el límite del calentamiento global, latente en el aumento de la temperatura. Actualmente ya hay un aumento de 1,2°C; sin mencionar los cambios en el clima que han provocado cientos de catástrofes en el mundo. La meta trazada en la Cumbre Climática de 2015 en el Acuerdo de París es de 1,5°C. Energías alternativas Así, científicos, líderes y políticos advirtieron que la mitigación incluye la adopción e implementación de temas como la desinversión y el abandono rápido y gradual de los combustibles fósiles como energía de base; por lo que plantearon en el mensaje final del Diálogo Abierto por el Cuidado de la Casa Común que se trabaje para desafiar los efectos de lo que definen como el colonialismo del carbono. Esto implicará fortalecer el trabajo en el desarrollo de energías alternativas y la financiación para que el proceso de transición se realice con justicia para los países que tienen más necesidades económicas. "Las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses nacionales sobre el bien común global",argumentan. En este sentido el Diálogo Abierto por el Cuidado de la Casa Común hizo eco de la urgente e imperiosa necesidad de desarrollar políticas para que en los próximos años se reduzcan las emisiones de gases altamente contaminantes, desarrollando fuentes de energía renovable. Ideas que expresan su adhesión a las reflexiones del Santo Padre en cartas encíclicas como Laudato Si’ o exhortaciones Apostólicas Post sinodales como Querida Amazonía. Voces desde la Iglesia Ante este clamor y desde la perspectiva de la Iglesia universal, el Cardenal Michael Czerny recordó que el Papa Francisco ha implorado al mundo que se escuche la voz de la creación que alaba al Creador con dulzura y al mismo tiempo lamenta el maltrato a la naturaleza, por lo que llamó a todas las naciones a comprometerse con acciones más audaces durante las cumbres COP27 y COP15. El Santo Padre, -afirma el cardenal- está unido a los científicos para que se mantengan las metas sobre el aumento de la temperatura del acuerdo de Paris, asegurando que "toda nueva exploración y producción de carbón, petróleo y gas, debe cesar inmediatamente y la producción ya existente de combustibles fósiles debe ser urgentemente eliminada. Esta eliminación gradual debe incluir una transición justa para los trabajadores afectados hacia alternativas ambientalmente saludables". El purpurado considera que el Tratado de No proliferación de Combustibles Fósiles es muy prometedor para complementar y mejorar el acuerdo de Paris una razón para que "muchas instituciones católicas ya estén desinvirtiendo en compañías de combustibles fósiles y esforzándose por lograr un impacto climático neto nulo". Resaltando la importancia del encuentro la Hna. Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, indicó que es necesario buscar juntos caminos de liberación para el planeta. "Hoy en día sabemos que dialogar con todos, escuchar a todos, quiere decir Sínodo y por naturaleza, la Doctrina Social de la Iglesia está en diálogo con otros saberes para nutrirse de ello y aportar perspectivas de significado y valor que orienten la acción hacia el bien común" y ante la COP27 la expectativa es que la comunidad de naciones ofrezca toda su cooperación para que los cambios sean tangibles. Hablando de su experiencia pastoral al servicio del continente Monseñor Jorge Lozano, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), advirtió que es imperioso que los pocos que conducen los destinos del mundo escuchen y atiendan a los muchos que reclaman sobre el compromiso con la Creación. "En el fondo decimos no al abuso de poder y la prepotencia de los intereses económicos" dijo y ante la gravedad de la situación es necesario que paralelo a las disposiciones legales emprendidas por los gobiernos las personas adelanten cambios en sus estilos de vida, "los programas en las instituciones educativas y la educación en la familia deben cuidar de no introducir en la cultura del uso y tiro; desde la alimentación a la vestimenta; desde los envoltorios a los juguetes. Digámoslo con claridad y firmeza. No hay tiempo que perder para tomar las decisiones políticas necesarias", agregó. Por su parte Monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de Soacha y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral social en Colombia, recordó que es necesario pasar de los discursos a las acciones concretas y este diálogo entre diferentes actores de la sociedad civil debe permitir que se encuentren las propuestas necesarias para que se trabaje en el acompañamiento a las poblaciones que actualmente luchan solas por sus territorios. El prelado insistió en trabajar desde la formación, porque si bien existe un avance en la conciencia ambiental, urge emprender acciones pedagógicas para evitar que los intentos de manipulación y engaño sobre esta problemática tengan efectos y se fortalezcan la visibilización y denuncia de lo que sucede en los territorios, buscando caminos de incidencia ante organismos del estado y organizaciones internacionales. "Hay que seguir generando herramientas que nos permitan trabajar en redes, trabajos conjuntos que nos ayuden a ser más fuertes frente a los grandes poderes económicos y políticos que van sembrando división entre las comunidades más afectadas por la destrucción del medio ambiente", concluyó. La tarea De esta forma el Diálogo Abierto por el Cuidado de la Casa Común, reconoce que la cuestión energética ante la emergencia climática propone muchos desafíos para la humanidad ante los que no se puede claudicar, por ello invita a la ciudadanía global a descubrir la importancia del Vivir Bien, entendido como el firme deseo de construir cada día en armonía con la tierra, como uno aporte individual para superar la crisis climática. "Estamos llamados a unirnos en un camino de esfuerzo junto a otros hermanos y hermanas, pueblos indígenas, líderes de la sociedad civil, jóvenes, gobiernos de ciudades, académicos y científicos, que hoy claman por un Tratado”. Hacer visible la gravedad del problema es una de las tareas, en segundo lugar, está emprender actitudes de cambio ante los malos hábitos para reflejar el nivel de conciencia que llevará a la sociedad civil a manifestarse para que los gobiernos actúen. DESCARGAR MENSAJE FINAL LE PUEDE INTERASAR TAMBIÉN | «Lograr acuerdos y compromisos firmes», una meta de Mons. Jorge Lozano para la COP 27

Mar 26 Jul 2022

Ibagué: Agentes COPPAS diseñan estrategias en el cuidado de la casa común

Con el fin de fortalecer las capacidades de los Comités Parroquiales de Pastoral Social (COPPAS), que existen en la Arquidiócesis de Ibagué, se realizó en la casa de retiros Casablanca de esta ciudad el encuentro con 47 coordinadores de esta área y representantes de la zona rural de Payande y Alvarado. Dos momentos marcaron la ruta de esta jornada: primero, socializar aspectos de la encíclica del Papa Francisco: Laudato Si', que centra su atención sobre el cuidado de la casa común; y buscar estrategias para que desde las parroquias se diseñen acciones preventivas que permitan llegar a las comunidades con el cuidado del planeta tierra como lugar en el que viven las personas, defendiendo la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas, enseñanzas que ha impartido el Papa Francisco. “Los COPPAS vienen haciendo una labor muy bonita en materia asistencial, en ayudas humanitarias, pero es necesario que demos un paso más allá, para abordar temas de promoción humana, temas como pastoral de la escucha, paz y reconciliación, y específicamente el cuidado de la casa común, por eso nos adentramos en Resumen de la Laudato Si', propuesta del Papa Francisco, para que entre todos cuidemos esta gran casa común que el Señor nos ha regalado”, observó José Alberto Arciniegas, director de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Ibagué.

Lun 4 Jul 2022

Semana Laudato Si': Jornada de limpieza en playas Del Bajito - Tumaco

Con motivo de la conmemoración del séptimo aniversario de la encíclica del papa Francisco “Laudato Sí”, la Diócesis de Tumaco presidida por su obispo monseñor Orlando Olave Villanova, animó del 17 al 24 de mayo una jornada de discernimiento y acciones concretas frente al cuidado de la casa común. La Semana Laudato Sí´, estuvo marcada por varias actividades, entre ellas se destaca la convocatoria a grupos de las diferentes parroquias y equipos diocesanos, quienes participaron de manera activa en una jornada de limpieza en las playas Del Bajito, ayudando así a los jóvenes de la Casa de la Memoria, quienes cada martes y sábado se reúnen para realizar esta labor. Durante la jornada en la que participó monseñor Olave, recordó que si bien el ejercicio de recoger basura, no es una de las tareas más gratas y valoradas, el espacio que se realizó con los jóvenes y la comunidad fue una manera de crear conciencia en ellos sobre la importancia del cuidado de la casa común. Aplaudió el trabajo que los jóvenes realizan dos veces por semana, recorriendo las playas para hacer limpieza. Resaltó además que esta tarea es un digno ejemplo de mostrar a toda la comunidad tumaqueña para que también se sumen a esta iniciativa por el cuidado del planeta.

Sáb 21 Mayo 2022

Semana Laudato Si': Acciones para ser custodios de nuestra casa común

La Semana Laudato Si', las jornadas que marcarán el séptimo aniversario de la encíclica del papa Francisco sobre el cuidado de la creación, contará con una serie de celebraciones y actividades que se desarrollarán en algunas jurisdicciones del país, así lo dio a conocer el padre Rafael Castillo Torres, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS) - Caritas Colombia. El directivo advirtió que la Iglesia católica acoge con alegría la invitación hecha por el Santo Padre a la semana Laudato Si', que va del 22 al 29 de mayo. Esta tendrá apertura en Florencia - Caquetá, donde el arzobispo de esta ciudad, monseñor Omar Mejía Giraldo, presidirá la eucaristía desde la Catedral Nuestra Señora de Lourdes. Así también, señaló que en esta ocasión guiados por el obispo de Roma, serán tres los propósitos que muevan esta semana: Primero, el interés de todos por proteger la casa común; segundo, unir la familia humana, “porque todos estamos interconectados somos interdependientes”; y tercero propender de manera conjunta por un desarrollo humano integral y sostenible, que ponga la vida por delante y que tenga la centralidad en la persona humana. El padre Castillo indicó además que la Laudato Si', tiene que convertirse “en motivación interna, en espiritualidad y en camino acertado para ordenar las esperanzas de nuestros territorios desde esta opción fundamental que es el cuidado de la casa común”. “Nosotros desde el SNPS creemos que, esta semana Laudato Si' tiene que producir en la vida de la Nación, pero más concretamente en ese territorio privilegiado de Colombiana, como es la Amazonía, un nuevo paradigma propendiendo por el cuidado de la casa común”. En este contexto, advirtió que debemos comprometernos en aspectos como: un consumo más responsable, una distribución más equitativa, una producción menos agresiva y una debida absorción de los recursos “sin causar perjuicio a este bioma que Dios ha puesto en nuestras manos, no como depredadores abusivos sino como custodios”. Finalmente, hizo un llamado a participar activamente de las actividades que se programen con este fin: seminarios, conversatorios, webinar, paseos ecológicos, entre otros e hizo una invitación a trabajar con ahínco en el cuidado de la casa común. PROGRAMACIÓNSemana Laudato Si'⤵️ PROGRAMACIÓNSemana Laudato Si'

Mar 10 Mayo 2022

Santuarios marianos y espacios naturales

Por: Mons. Fernando Chica Arellano - El mes de mayo es el mes mariano por excelencia. Todo él se ubica plenamente en la primavera y en el tiempo de Pascua. No puede extrañar, por ello, que la piedad popular haya unido la devoción mariana a las ofrendas florales. “Venid y vamos todos, con flores a porfía, con flores a María, que Madre nuestra es”, dice la canción. En estos párrafos quiero detenerme en esta conexión, concretamente desde la óptica del cuidado maternal de la casa común. El teólogo Jaime Tatay Nieto, sj, que también es ingeniero de montes, lleva algunos años investigando acerca de las interacciones entre los sitios naturales sagrados y los espacios naturales protegidos. En lo que sigue me apoyo en varios de sus artículos y en las sugerentes reflexiones que suscita su aportación. A menudo encontramos que, en un mismo espacio, conviven un santuario religioso y un paraje ecológicamente sensible y, como tal, protegido por la ley. Pensando en España y por mencionar solo los Parques Nacionales, encontramos la Ermita de la Virgen del Rocío en Doñana (Huelva); el Santuario de la Virgen de Covadonga en los Picos de Europa (Asturias). En las Islas Canarias hay cuatro casos: la Ermita de Nuestra Señora de los Dolores en Timanfaya (Lanzarote), el Santuario de la Virgen de las Nieves en el Teide (Tenerife), la Ermita de la Virgen de Lourdes en Garajonay (La Gomera) y la Ermita de la Virgen del Pino en la Caldera de Taburiente (La Palma). Este listado inicial es solo un botón de muestra de algunos de los lugares más conocidos, pero la realidad es mucho más amplia. El padre Tatay ha identificado un total de 420 títulos marianos en España que se refieren directamente a plantas o especies vegetales. Concretamente, hay 374 municipios no urbanos que albergan santuarios marianos con nombre “verde” o con referencias vegetales; de ellos, 233 (es decir, el 62,3%) se encuentran ubicados en el territorio de “Natura 2000”, la red europea de áreas protegidas para conservar la biodiversidad. De estas 420 localizaciones, 372 se refieren a 50 especies vegetales definidas. Esto supone el 88,6% del total, mientras que el 11,4% restante (es decir, 48 advocaciones) reciben el nombre de una planta o una realidad vegetal genérica, como flor, bosque, árbol o prado. Un primer grupo incluye la familia Rosaceae, tanto en la forma de las rosas (en La Yedra, pedanía de la ciudad de Baeza, la Virgen tiene la hermosa advocación del Rosel) como en las diversas variedades de espinos, que aparecen con nombres como Nuestra Señora del Espino, de la Zarza o de Arantzatzu. Los orígenes bíblicos se remontan a la teofanía de Moisés ante la zarza ardiente (Cfr. Ex 3,1-6). El género Quercus incluye variedades como el olmo, la encina, el roble o el alcornoque. Nombres marianos como la Virgen de la Encina (muy venerada en la localidad giennense de Baños de la Encina) o del Encinar, Nuestra Señora de la Carrasca o la Virgen de Lluc, están conectados con estas plantas. También reconocemos especies vegetales propias de la Península Ibérica en advocaciones marianas como la Virgen de la Oliva, del Olmo, de la Vid o la Viña, de Atocha (que hace referencia a una gramínea, el esparto, con nombre científico Stipa tenacissima) o Nuestra Señora del Pino (en este caso, el santuario más conocido está en la isla de Gran Canaria). La castaña y el haya son mucho menos frecuentes, de modo que sus advocaciones aparecen únicamente en el Atlántico Norte (Virgen del Hayedo) o en enclaves especialmente húmedos de la zona mediterránea (Nuestra Señora del Castañar). Dejando ya el elemento vegetal, podemos detenernos en los títulos marianos relacionados con elementos geomorfológicos. Así, encontramos referencias a las rocas o las piedras (por ejemplo, la Virgen de la Peña, invocada con amor en la hermosa población de Segura de la Sierra), a las montañas (Montserrat, Monfragüe, Moncayo), al valle (Roncesvalles, Valvanera) o a las cuevas (Covadonga). Y a este respecto, me viene a la memoria Nuestra Señora de Tíscar, patrona de Quesada y muy querida en toda la comarca. Este apelativo de la Virgen, al decir de algunos estudiosos, podría hacer referencia a un «lugar donde hay agua». Parece ser que, en un principio, a esta representación de la Madre de Dios se le llamaba como la Virgen de la Cueva del Agua, pero como el río que suministra agua a esta gruta es el de Tíscar, finalmente el nombre que se impuso fue el de Virgen de Tíscar. También hallamos el nombre de María Santísima en relación con las colinas (Pueyo, Puy, Puig) o los prados (Prado, Vega, Soto). En este contexto, en tierras del Santo Reino contamos con la Virgen del Collado (patrona de Santisteban del Puerto). Y en pleno paraje del Parque Natural de la Sierra de Andújar, en las alturas de Sierra Morena, en la cumbre del Cabezo, brilla con esplendor propio la celestial patrona de la diócesis de Jaén, Nuestra Señora de la Cabeza, que, según una secular tradición, se apareció a un pastor llamado Juan Alonso de Rivas, entre la noche del 11 al 12 de agosto de 1227, mientras se encontraba en aquellos lares apacentando su ganado de ovejas y cabras. En cuanto a la luz y los cuerpos celestes, aparecen santuarios marianos con nombres como Luz, la Estrella, Luna o Sonsoles. El elenco podría continuar y, muy posiblemente, cada lector lo podrá enriquecer y matizar con las advocaciones locales de su zona y con sus propias devociones particulares. Puede ser un buen ejercicio para realizar a lo largo de este mes de mayo. Más allá de recopilar esos nombres o de saborear sus evocaciones, puede ser interesante compartir algunas reflexiones que nos animen a crecer en una espiritualidad que eleve nuestra alma a Dios a partir de la contemplación de la creación. Termino, pues, con tres sugerencias concretas. Primero, es bueno bucear en nuestra propia tradición espiritual y descubrir toda su riqueza. Haremos bien en conocer, valorar y ahondar en todo lo que la religiosidad popular tiene que enseñar en este camino de conversión hacia una verdadera ecología integral. Antes de buscar en otras fuentes seculares o en otras tradiciones religiosas, conviene profundizar en nuestro propio camino católico. Segundo, podemos ensanchar nuestra devoción mariana para que incluya, de un modo más explícito, el cuidado maternal por la casa común. En la encíclica Laudato Si’, el papa Francisco se refiere a la Virgen María como “Reina de todo lo creado” y recuerda: “Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. […] Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios” (LS, n. 241). Por ejemplo, cuando participemos en una romería hacia algún santuario mariano, podemos estar especialmente atentos al paraje natural en el que se encuentra, darle gracias al Señor que creó todo con amor, y ser particularmente cuidadosos con la naturaleza circundante. Y, en tercer lugar, conviene captar “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta” (LS, n. 16), para “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres” (LS, n. 49), sabiendo que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental” (LS, n. 139). La Bienaventurada Virgen María, la Doncella de Nazaret, la Madre de los tristes y afligidos, de los pequeños y necesitados, es también la Madre de todo lo creado, coronada como Reina y Señora de cielos y tierra. No dejemos de invocarla con serena confianza, con filial devoción, especialmente en esta hora de la historia, tan ardua y compleja, tan sedienta de paz y justicia. Mons. Fernando Chica Arellano Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA

Mar 26 Ene 2021

Tres encíclicas, tres relaciones

Por: Mons. Fernando Chica Arellano - Desde que fuera elegido Sumo Pontífice, en el año 2013, Francisco ha publicado tres encíclicas: Lumen fidei (2013), sobre la fe; Laudato Si’ (2015), sobre el cuidado de la casa común; y Fratelli tutti (2020), sobre la fraternidad y la amistad social. Pienso que puede ser útil detenernos a hacer una lectura combinada de estos tres escritos del Santo Padre, trazando un cierto hilo conductor entre ellos. Esto nos permitirá aclarar cómo podemos mejorar nuestras relaciones con Dios, con la creación y con los demás. La relación con Dios, el Creador Ya desde su mismo título, la encíclica Lumen Fidei (en adelante, LF) busca “recuperar el carácter luminoso propio de la fe” (LF 4), recordando que “la fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor” (LF 4). En realidad, “la fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre” (LF 8). Es claro que “Dios no se puede reducir a un objeto. Él es Sujeto que se deja conocer y se manifiesta en la relación de persona a persona” (LF 36). Ahora bien, “quien recibe la fe descubre que las dimensiones de su ‘yo’ se ensanchan, y entabla nuevas relaciones que enriquecen la vida” (LF 39). Por eso “la fe no es únicamente una opción individual que se hace en la intimidad del creyente, no es una relación exclusiva entre el ‘yo’ del fiel y el ‘Tú’ divino, entre un sujeto autónomo y Dios. Por su misma naturaleza, se abre al ‘nosotros’, se da siempre dentro de la comunión de la Iglesia” (LF 39). Es decir, que, “en la fe, el ‘yo’ del creyente se ensancha para ser habitado por Otro, para vivir en Otro, y así su vida se hace más grande en el Amor” (LF 21). Al ensancharse, “la fe se muestra universal, católica, porque su luz crece para iluminar todo el cosmos y toda la historia” (LF 48). “No se trata solo de una solidez interior, una convicción firme del creyente; la fe ilumina también las relaciones humanas” (LF 50), “ilumina todas las relaciones sociales” (LF 54) y la misma “vida en sociedad” (LF 55). Desde aquí es fácil ver la conexión con las otras dos encíclicas. Por un lado, la historia de la Modernidad nos ha mostrado que intentar construir la fraternidad “sin referencia a un Padre común como fundamento último, no logra subsistir. Es necesario volver a la verdadera raíz de la fraternidad” (LF 54). Por otro lado, la fe, al revelarnos el amor de Dios, “nos hace respetar más la naturaleza, pues nos hace reconocer en ella una gramática escrita por él y una morada que nos ha confiado para cultivarla y salvaguardarla” (LF 55). La relación con la casa común, la Creación Una de las convicciones centrales de la encíclica Laudato Si’ (en adelante, LS) es que “todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás” (LS 70). En otro momento, vuelve el Papa sobre este argumento indicando: “Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre tierra” (LS 92). Por eso “el descuido en el empeño de cultivar y mantener una relación adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber del cuidado y de la custodia, destruye mi relación interior conmigo mismo, con los demás, con Dios y con la tierra. Cuando todas estas relaciones son descuidadas, cuando la justicia ya no habita en la tierra, la Biblia nos dice que toda la vida está en peligro” (LS 70). Dicho ahora en positivo, esto “implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza” (LS 67). Pero, por lo mismo, necesitamos recuperar “una sana relación con lo creado como una dimensión de la conversión íntegra de la persona” (LS 218).Así, Su Santidad invita “a todos los cristianos a explicitar esta dimensión de su conversión, permitiendo que la fuerza y la luz de la gracia recibida se explayen también en su relación con las demás criaturas y con el mundo que los rodea, y provoque esa sublime fraternidad con todo lo creado” (LS 221). Y es que “no habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano” (LS 118). Dicho de otro modo: “no podemos pretender sanar nuestra relación con la naturaleza y el ambiente sin sanar todas las relaciones básicas del ser humano” (LS 119). Las relaciones de fraternidad, las criaturas La encíclica Fratelli Tutti (en adelante, FT) quiere impulsar una “fraternidad abierta, que permita reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite” (FT 1). Por eso, dice el Papa, “no puedo reducir mi vida a la relación con un pequeño grupo, ni siquiera a mi propia familia, porque es imposible entenderme sin un tejido más amplio de relaciones: no solo el actual sino también el que me precede y me fue configurando a lo largo de mi vida. Mi relación con una persona que aprecio no puede ignorar que esa persona no vive solo por su relación conmigo, ni yo vivo solo por mi referencia a ella. Nuestra relación, si es sana y verdadera, nos abre a los otros que nos amplían y enriquecen” (FT 89). De aquí se sigue que, de acuerdo con la visión cristiana, “el amor no solo se expresa en relaciones íntimas y cercanas, sino también en las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas” (FT 181). Dos concreciones son la amabilidad y la solidaridad. Escuchemos al Sucesor de Pedro cuando afirma: “El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa. Puesto que supone valoración y respeto, cuando se hace cultura en una sociedad transfigura profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas” (FT 224). Por otro lado, la solidaridad significa “luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales” (FT 116). Un aspecto de la mirada católica al mundo es la opción preferencial por los pobres. Así, procurar “la amistad social no implica solamente el acercamiento entre grupos sociales distanciados a partir de algún período conflictivo de la historia, sino también la búsqueda de un reencuentro con los sectores más empobrecidos y vulnerables” (FT 233). “Por consiguiente, un pacto social realista e inclusivo debe ser también un ‘pacto cultural’, que respete y asuma las diversas cosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad” (FT 219). Conclusión En resumen, las tres encíclicas convergen en subrayar que “para una adecuada relación con el mundo creado no hace falta debilitar la dimensión social del ser humano y tampoco su dimensión trascendente, su apertura al ‘Tú’ divino. Porque no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios” (LS 119). La misma Biblia nos muestra “que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra” (LS 66). Ojalá que nunca lo olvidemos. Mons. Fernando Chica Arellano Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA