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Monseñor Balvin

Mar 9 Feb 2016

El rostro de la Misericordia

Por Mons. César Alcides Balbín«Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre» (MV 1). Es esta la frase que encabeza el Motu Proprio con el que el Santo Padre Francisco, convoca el año de la misericordia (11 de abril de 2015), y que va desde el 8 de diciembre de 2015, hasta el 20 de noviembre de 2016. El mundo de hoy, el hombre de hoy, la cultura actual, están necesitados, urgidos, de comprender el significado de la misericordia. «Misericordia quiero y no sacrificios», (Os. 6,6), estamos a punto de escuchar, justo el día que comencemos el tiempo de la cuaresma, que será según también el querer del Papa Francisco, el que mejor debemos aprovechar, para poner en práctica la misericordia. En el origen etimológico de la palabra misericordia encontramos dos expresiones, que son miser: miseria, desdicha, y cor, cordis: corazón. Entonces misericordia es la capacidad de sentir, (con el corazón), las desdichas de los demás. Tener piedad, si nos atenemos a la expresión latina misere, piedad, de los demás. Nosotros somos muy esquivos y sensibles a la expresión lástima, porque pareciera que cuando decimos que alguien nos causa lástima, nos estamos colocando en una posición superior a aquel por quien la sentimos, y que de alguna manera estamos manifestado que estamos mejor que él. Sentimos lastima por los que están abajo, y sentimos compasión por los que están al mismo nivel. Un acercamiento a Lucas 10, 33 – 37, en el pasaje del buena samaritano aparecen claras las dos expresiones: compasión y misericordia: «…Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión», no lástima. Y a la pregunta de Jesús: «Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?», a lo que el maestro de la ley le respondió: «El que practicó la misericordia con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.» Tenemos ya, entonces, todo un derrotero, un mandato claro del Señor, para este año de la misericordia: «Vete y haz tú lo mismo.» En la bula de convocación del año de la misericordia, en el nro. 15, el Papa Francisco nos recuerda para su vivencia y puesta en práctica, la obras de misericordia, las espirituales y las corporales, y nos pide tenerlas claras. Vivir el año de la misericordia es, entonces, acercarse al otro, al sufre, al necesitado, al que está en la periferia, tomando también una expresión de Francisco. Después de un año de reflexión y de vivencia de la misericordia, nuestra vida, la vida de nuestra familia, la de nuestras comunidades, no podrá seguir siendo la misma, si realmente hemos sido tocados por la llamada del Papa y por la acción del Espíritu Santo, que nos invitan a este cambio profundo de vida, porque tendremos que quedar impregnados permanentemente de actitudes de verdadera misericordia. El mundo, la Iglesia, nuestra patria, nuestras comunidades y nosotros mismos, seremos los primeros beneficiarios. Un mundo misericordioso que desplace a una sociedad egoísta, egocéntrica y egolátrica, donde cada uno se mira a sí mismo y desprecia al que camina a su lado. Seamos nosotros, los creyentes, quienes demos siempre el primer paso, y demos testimonio de la misericordia del Padre que es infinita, y que se nos ha manifestado a través de su Hijo, que es el rostro de la misericordia del Padre. + César Alcides Balbín Tamayo Obispo de Caldas