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Solemnidad

Lun 4 Jul 2022

SUBSIDIO: Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

El domingo 19 de junio, la Iglesia Católica, en Colombia y otros países, celebran la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi), que tiene como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Para animar esta celebración, el Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), con la colaboración de padre Diego Uribe, ofrece un subsidio como apoyo para la preparación y celebración de esta solemnidad.Este material va dirigido propiamente a los agentes de la pastoral litúrgica parroquial, en el que se ofrece un esquema para la celebración de la Misa, la procesión eucarística y la bendición eucarística. Claves para vivir esta solemnidad Al respecto de esta festividad religiosa y popular con más de 700 años de historia, el padre Jairo de Jesús Ramírez Ramírez, director del Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC), exhorta para que el Corpus Christi haga de todos mejores seres humanos y caritativos. En este contexto, proponetres accionesconcretas para que los fieles vivan este día:participar en la Sagrada Eucaristía; haceroración personal, guiados por la palabra de Dios; yvisitar a los enfermos. Descargar SUBSIDIO

Jue 30 Dic 2021

Solemnidad de Santa María Madre de Dios

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS Enero 01 de 2022 Primera lectura: Números 6,22-27 Salmo: 67(66),2-3.5.6 y 8 Segunda lectura: Gálatas 4,4-7 Evangelio: Lucas 2,16-21 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Esta solemnidad por su contexto, en muchos lugares, pasa entre cortinas del cambio de año; cada agente de pastoral o sacerdote debe colocar toda su creatividad para ayudar a posicionar esta fiesta. Darle centralidad a la celebración de Santa María Madre de Dios como elemento litúrgico de inicio de año, presentar la figura de María, pero desde su importancia de la “maternidad divina”; otro núcleo interesante es el mensaje de la jornada mundial de oración por la paz que el Papa nos ofrece; y un tercer tema puede ser la comprensión o riqueza de la bendición divina. Temas de reflexión que encuentran la iluminación a partir de lo que la fiesta, el magisterio y la Palabra de Dios nos dicen en este día. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En las Sagradas Escrituras encontramos muchas bendiciones, pero la que aparece en Números 6, 22-27, se puede catalogar como la bendición de las bendiciones en el Antiguo Testamento, se conoce como la “bendición Aarónitica o Sacerdotal”. La bendición como tal consta de cinco frases (vv. 24-26), en las cuales destaca la repetición del Tetragrama JHWH (Yahvé) por tres veces, y la expresión panim – rostro que aparece dos veces. Bendecir en español es “bien hablar”, algo así como hablar bien de; pero en hebreo el verbo es “barak” que significa “desearle bienes, felicidad”, “hacerle un obsequio”, “dar fecundidad, prosperidad, éxito”, “hacer algo o alguien destinatario de todo bien posible”. La bendición tiene como punto de origen a Yahvé, este obsequio se concretiza en “te guarde”, cuya expresión hebrea –shamar– literalmente es poner un cerco de espinas entorno para proteger; para ello haga brillar su rostro y te muestre su rostro; en medio de estas dos expresiones de rostro y al centro de las cinco frases el “te sea propicio” o “te conceda su favor” usando el verbo “Janan”, que significa “inclinarse con bondad hacia”, algo así como “se incline para concederte sus gracias”; y finalmente “te conceda la paz” – Shalom – “te conceda el completo”, es decir no te falta nada. Así la Bendición es concreta: es percibir la acción protectora de Dios que hacia fuera se muestra como cerco de espinas para proteger, pero hacia la persona que protege es rostro de luz, rostro de bondad que se inclina para dar toda gracia, toda paz, es decir que el ser protegido no sienta necesidad de nada. La bendición no es concesión de “cositas materiales”, sino de la bendición de las bendiciones: da el Rostro de Dios, y quien a Dios tiene nada le falta. A la bendición descendente de Dios, se responde con la “bendición” ascendente, es decir con la oración, la alabanza, que se hace expresión gozosa en el salmo, que sigue insistiendo en las bendiciones de Dios como fruto de su bondad hacia el ser humano. Dios se lo pasa haciendo maravillas en favor de los hombres: bendice, tiene piedad, ilumina los rostros, da a conocer sus caminos, ofrece su salvación, rige el mundo, gobierna las naciones, conduce la historia, alcanza todos los confines, ¡nada escapa a su presencia! El autor de la carta a los Efesios nos ayuda a comprender cuál es la verdadera bendición de las bendiciones. En la plenitud del tiempo “envió Dios a su Hijo”, en la condición humana de forma que se pueda contemplar su rostro; y la gracia o bondad que nos trae al inclinarse sobre quienes desea proteger, es el don de recibir “la adopción filial”, ser hijos de Dios. ¿Se podría esperar mayor bendición? Nos hizo hijos, herederos y en verdad podemos llamar a Dios: ¡Abba, Padre! Esta es la bendición, todo fruto de la voluntad de Dios y no merito o adquisiciones del hombre, todo es don, regalo, bondad, en una palabra: la bendición. El acontecimiento que se ha reflexionado teológicamente en la segunda lectura, nos es presentado en forma narrativa, visual en la descripción del Evangelio. Una pequeña aldea, Belén, la “casa del pan”; unos pastores que han recibido el anuncio de una gran alegría, una señal por comprobar: “encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en una pesebrera” (Lc 2,12). Ellos corren, encuentran, contemplan el “Rostro” en el centro de una familia: María, José y el Niño acostado en la canoa del alimento de los animales. Encuentro que resuena en explosiones de sentimientos: admiración, alegría, meditación, gloria, alabanza, misterio escondido en un Niño a quien le pusieron por nombre Jesús, que significa. “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Cuando el ritmo del año va encontrando su agonía, el hombre corre y se afana por buscar unas bendiciones para el “nuevo año”, dese algo diferente, etc. En los saludos de “año nuevo” resurgen los buenos deseos, las mejores bendiciones para aquellos que amamos. Pero detengámonos un momento en medio del frenesí y preguntémonos de verdad ¿qué bendición andamos buscando? “La bendición de las bendiciones”, en la totalidad de lo que en ella se expresa según las palabras de la bendición Aarónitica, es recibir la bendición suprema de Dios que se hizo luz en la plenitud de los tiempos, es acoger no bienes materiales, ni viajes, ni siquiera bienestar familiar o corporal; ¡No! eso son bienes efímeros. La Bendición, por encima de todas las bendiciones que quieras enumerar, es conocer el Rostro de Dios, el príncipe de la paz, en quien nada nos hace falta: Jesús de Nazaret; que se nos ofrece como alimento puesto a nuestro alcance, nace en la casa del pan, en Belén y se nos ofrece ya listo para la cena, en la canoa del alimento. Si crees que puedes encontrar mejor bendición es no haber comprendido el amor de Dios. Nada ni nadie está por encima de su Hijo Jesús, Él es la mejor bendición. Él es el “Emmanuel” – el Dios con nosotros; y este Dios con nosotros se nos ofrece como fruto de las entrañas virginales de una mujer, como lo llama Isabel, quien llena del Espíritu Santo exclamó: “bendito el fruto de tu seno”, y agregó, “¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? (Lc 1, 42-43). La llama madre de mi Señor, lo que equivale a decir en otras palabras: “Madre de Dios”. Esta es la solemnidad que hoy celebramos al inicio del año, en su primer día, celebrar que la mejor bendición es Dios con nosotros y que para que esa bendición fuera posible eligió a María como Madre del Emmanuel, madre del Dios con nosotros. La importancia de María radica en que ella estuvo totalmente dedicada a Dios, en su entrega total y absoluta a su Señor. Ella es la madre virginal, fiel, que acoge la bendición de Dios, ella es carne humana que escucha y acoge la palabra como tierra buena que da fruto abundante; ella es la figura de cada mujer en los diseños misteriosos de Dios, ella es la hermosa creatura salida de las manos de Dios para ser madre de su Bendición, ser ella portadora de la única y mejor bendición para la humanidad, ella nos ofrece el “sol que nace de lo alto”: Jesús su Hijo, el Hijo de Dios; sin el sí de esta esposa y madre no habría acontecido la plenitud de la bendición, con razón su Hijo en la cruz la quiso también como madre no so de él, Madre de Dios, sino madre de cada uno de sus discípulos amados, madre de la Iglesia. En Jesús nos llega la bendición de la paz, que no es ausencia de conflictos o dificultades, lo cual sería una vana ilusión; la paz cristiana es la certeza que quien a Jesús acoge, en él no necesita nada más. No que lo tenga todo de sobra, sino sencillamente basta Jesús, sobra lo demás. Como dice san Pablo: “todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo” (Fil 3,8); o lo expresará años más tarde, santa Teresa de Ávila: “Nada te turbe, nada te espante: solo Dios basta”. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En este inicio de año debemos motivar a los creyentes para que, en medio del licor, comidas, fiestas, no se olviden del Señor y encuentren un espacio para el encuentro con quien es la mejor bendición. Ojalá los sacerdotes con creatividad y respetando los espacios de encuentro familiar, no cierren durante todo el día los templos, sino que en algún momento oportuno de la jornada se invite a la comunidad a celebrar esta gran Solemnidad; les ayudemos a comprender que es aquí donde se recibe la mejor bendición. Motivemos parra que, en familia como inicio de año, tengan un altar familiar ofrecido a la madre de Dios (una mesa, una imagen de la virgen, unas flores y una luz) y que como entrega y consagración en familia en este día se ofrezca una oración, el rezo del Rosario como cerco protector. _________________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Mundial de Oración por la Paz. Si bien en este día no está permitido celebrar otra Misa, aun la exequial, a juicio del Ordinario del lugar se puede celebrar la Misa por la Paz. • Se difunda el Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a recibir la mejor bendición, a Jesús en persona. Los invito a guardar un momento de silencio para acoger a Dios y agradecer el misterio de la Madre de Dios. (se guarda un momento de silencio). Ahora con la certeza que esta es la mejor forma de dar inicio a este nuevo año participemos con fervor. Monición a la Liturgia de la Palabra Hermanos, Dios nos sorprende con su cercanía y bendición. Escuchemos cuánto bien nos desea, y todo lo que él en su amor ha hecho para que gocemos de la mejor bendición, esta es la manera concreta de desearnos un año lleno de rostro y amor. Escuchemos. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Glorifiquemos al Padre que ha enviado a Cristo, su Bendición, nacido de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y ante nuestras suplicas digámosle: R. Padre, derrama en nosotros tu bendición. 1. Por el ejercicio de la autoridad y la participación en el Pueblo de Dios. Para que las raíces Sinodales de la Iglesia fructifiquen en nuevos modos de estar al servicio de los demás en todos los niveles del Cuerpo de Cristo. 2. Padre, el mundo sumido en el interés de lo material y queriendo ser dueño de su propia verdad ha perdido los caminos de la paz y la verdadera prosperidad; has que los pueblos busquen y encuentren a Cristo el Salvador. 3. Padre, al iniciar este nuevo año, queremos colocar nuestras vidas y la vida de cada uno de nuestros seres queridos bajo tu mirada; suplicamos para todos, la gracia de tu bendición, ella nos basta y es suficiente para nuestra felicidad. 4. Padre, en el mundo hay mucha miseria e infelicidad, te pedimos por quienes sufren, para que iluminados por el evangelio y ayudados por la caridad de los hermanos encuentren esperanza en medio de la oscuridad. 5. Padre, que has querido que tu Hijo Jesús naciera de las entrañas virginales de María y nos la das como Madre y compañera de camino, has que sepas acoger su misteriosa compañía que nos disponga a las verdaderas alegrías del Reino. Oración conclusiva Padre bueno, que nos has permito celebrar esta solemnidad acoge las suplicas que, confiados en tu bondad, con libertad de hijos te hemos entregado en esta oración, por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

Mar 15 Nov 2016

El Señor tiene todo el poder para salvarnos

Las lecturas que vamos a escuchar proclaman un misterio de fe: Jesucristo es Rey, es el Mesías anunciado y prefigurado en los reyes de Israel, enaltecido y alabado, al que el apóstol nos presenta como Creador y Señor de todo, como el Principio y primogénito, “el primero en todo”; y proclaman una verdad: Jesucristo es Rey, es el Señor de Misericordia que nos escucha, nos perdona y nos salva, por eso es a quien celebramos en este día que concluye el año litúrgico. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 2Samuel 5,1-3[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 122(121),1-2.4-5 (R. cf. 1)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Colosenses 1,12-20[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 23,35-43[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En este último Domingo del año litúrgico, en el que celebramos a nuestro Señor Jesucristo, la Palabra de Dios nos lleva a la maravillosa experiencia de reconocerlo como Rey del universo y Dios de poder, que lo ha creado todo y todo existe por Él y para Él; como Dios cercano y familiar que pastorea a su pueblo y da su espíritu a sus líderes, reyes y profetas, por eso la alegría de ir al encuentro en su casa; y como Dios de misericordia, quien escucha al malhechor arrepentido el pedido de acordarse de él cuando llegue a su Reino, lo absuelve de su maldad y lo ofrece su gloria y salvación. Jesús crucificado, es el Rey, creador y dueño de todo, que tiene todo el poder para perdonar los pecados; es reconocido como el rey de los judíos, el Mesías, que ofrece el don de la salvación a los pecadores; y es el Siervo de Dios, el mayor servidor de toda la humanidad y de todos los tiempos, quien al entregar su propia vida dio testimonio de la verdad y al morir en la cruz se constituyó en el único Salvador que ofrece el don de su Reino, de la vida y felicidad eterna a quienes lo acogen. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El hoy de la salvación nos invita a preguntarnos ¿quién es el que ocupa el primer lugar en nuestras vidas, en nuestro ser y quehacer? ¿Quién conduce la historia de la humanidad y del mundo? ¿Hacia dónde vamos, cuál es nuestra meta? Cada día escuchamos los noticieros y los comentarios de las personas que hablan de violencia, maldades, crímenes, odios, venganzas, abusos y maltratos. Oímos quejas acerca de los que se han convertido en reyes y señores de este mundo y destruyen vidas, de personas al margen de la ley, de pandillas, de quienes se consideran dueños de la vida y de la muerte y asesinan. Y hay quienes opinan acerca de los sistemas dominantes, de la globalización y el libre mercado y nos hacen pensar que todo anda mal y estamos abocados a la perdición. Así, todo aparece como tan complejo y caótico que corremos el riesgo de deprimirnos o desesperarnos. ¡Qué pasa? Nuestra reflexión y mensaje se centra en la verdad de fe, de conocimiento, de sabiduría y de esperanza que como Iglesia celebramos hoy: Jesucristo es nuestro Rey. Rey de Misericordia y de Perdón. La Palabra, la sagrada tradición, el magisterio de la Iglesia y nuestras convicciones, confiesan y proclaman al mundo: el Señor Jesús es nuestro Rey y Salvador y no hay ninguno más. Él es el dueño y Señor de la historia; Él está vivo y acompaña el caminar de la creación, de la humanidad y de la Iglesia hacia la plenitud, según la voluntad del Padre. Al Señor pertenecen el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el reino, el honor, la gloria y la alabanza, por tanto si estamos unidos y somos del Señor Jesús, a quien pertenecen también el tiempo y la eternidad, estemos seguros que con su presencia viva, su poder salvador y su reinado universal nos dará la libertad, la alegría, la esperanza, la fortaleza, la paz y la vida que anhelamos. Él es el único que puede cambiar la realidad de nuestra historia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En la Eucaristía de hoy Jesús nos deja sentir que vive en nosotros, que nos pide ser “misericordiosos como el Padre”, que puede salvarnos y que su reino es de aquí y del más allá. Por tanto, en memoria de su entrega y de su triunfo, sobre el pecado y la muerte, ofrezcámosle el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía, y coloquemos en su altar nuestro mundo personal y eclesial –un signo de fraternidad-. Así podremos dar el urgente testimonio que el Señor espera y el mundo reclama para creer: que Jesús es nuestro Rey, por eso resistimos a las tentaciones que nos alejan de Él; que luchamos contra la indiferencia, frente a las necesidades de los otros; y que esperamos un mañana mejor de parte de nuestro Señor, a quien damos todo honor, toda gloria y toda alabanza. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Al llegar el último domingo del Año Litúrgico, con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, se recomienda finalizar con una celebración que permita compartir y sentir los valores del Reino, una confraternización que motive a vivir y ser testigos de la obra del Reino, de la Verdad, la libertad, la justicia, la solidaridad y el amor que se hace vida y produce vida. Tener presente que todo el formulario de la Misa es propio de la solemnidad, incluido el Prefacio: «Jesucristo, Rey del universo». Al clausurar en este domingo el Año del Jubileo de la Misericordia recordar cómo pudimos ser buenos samaritanos y mostrar que la Cruz y el Servicio son las claves de la vida de los amigos y colaboradores del reinado de Cristo. Recordando el Sínodo de la Familia, motivar a conocer y compartir tanto las conclusiones como el desafío de velar por la Familia. Tener en cuenta que esta semana: Es la última del Tiempo Ordinario, por lo tanto del Año Litúrgico 2015 -2016. El miércoles 30 de noviembre, es la fiesta de san Andrés, apóstol. 6. Tener presente que el próximo domingo 27 de noviembre, con el Tiempo del Adviento, inicia el nuevo Año litúrgico 2016-2017: Leccionario Dominical Ciclo A; Lecturas Bíblicas del Tiempo Ordinario y del Oficio de Lectura Año I (Impar); Liturgia de las Horas Tomo I.

Lun 2 Mayo 2016

El Señor está con el Padre

Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía en esta Solemnidad de la Ascensión del Señor. Movidos por la fe avanzamos en este Tiempo Pascual y nos congregamos para renovar el misterio redentor de Cristo, quien nos conduce al Padre mediante la fuerza su Palabra y su Cuerpo y Sangre. Participemos todos con alegría. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1,1-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Efesios 1,17-23[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 24,46-53[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El pueblo de Israel a lo largo de su historia, fiel a la alianza, se preparó para la venida del Mesías hasta su llegada: Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído (Lc 4, 21). Su vida, sus obras y especialmente su misterio pascual, nos dan la posibilidad de exaltar su misión y el misterio de su venida, una misión enteramente cumplida, pues nos ha mostrado el camino hacia el Padre. Sin embargo, hay dos momentos importantes de su venida que nos llevan a contemplar la profundidad de su misterio: La Ascensión y el envío del Espíritu Santo en pentecostés. Por eso, para este domingo, celebrar la fiesta de la Ascensión, es ir con los discípulos, acompañarlo en su partida, con la alegría y la certeza de que nos envía el regalo del Espíritu Santo: “Miren yo voy a enviar sobre ustedes la Promesa de mi Padre” (Lc 24, 49). La Ascensión de Jesús, nos da cuenta que el ir al cielo, nos ayuda a entender mejor la promesa de la alianza, pero sobre todo es la preparación del camino que nos conduce al Padre, no sin antes vivir la experiencia del Misterio. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Los discípulos después de vivir la experiencia maravillosa de acompañar al Maestro y poder reconocer, a través de su vida, su testimonio y sus obras, adquieren un compromiso y una misión bien importante: Ser testigos de lo que han visto y oído, ser en definitiva otros cristos. Una misión nada fácil de cumplir, pues los discípulos después de la muerte de Jesús, quedaron sumidos en la tristeza y en el dolor por la muerte de quien se había constituido en su líder. Sin embargo, después de la resurrección de Jesús, los discípulos reafirman su fe y su confianza en Él, y les da fortaleza y alegría en el momento de la Ascensión, para comprender que, aunque Jesús se va, no quedan solos, sino que les enviará el Espíritu Santo, que será para ellos fuente de nueva vida. La experiencia que nosotros tenemos frete a la partida de un ser querido, generalmente es de dolor y de tristeza, sin embargo, cuando la fe se constituye en fuente de confianza, esperanza y vida, todo cobra sentido. Pues, son los recuerdos y los compromisos hechos en vida, los que nos llevan a cumplir esa misión que hemos adquirido. Por eso, así como los discípulos, después de la resurrección, celebraron la pascua, nosotros también, durante estos cuarenta días de pascua, estamos llamados vivir esa experiencia maravillosa de poder celebrar con Jesús el momento de la Ascensión en nuestras vidas. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La bendición y la misión encomendada por Jesús a sus discípulos son la garantía de un acompañamiento bien puntual. Por eso, la celebración de la Ascensión del Señor debe ser para nosotros motivo de alegría y de fiesta, pues aunque es dura la partida de Jesús, como lo fue para sus discípulos, es también motivo de celebración, porque hemos tenido la dicha de compartir con el Hijo de Dios viviente. Además de esa experiencia, sabemos que el Señor nos sigue enviando al Espíritu Santo, que en definitiva, hace que la vida y obra de Jesús se hagan vida también en nosotros. De otra parte el hecho mismo de que Jesús hubiera llevado a sus discípulos aquel lugar, nos debe llevar a nosotros a celebrar ese momento especial de la Ascensión, pues cada vez que nosotros participamos en la celebración de la Eucaristía, tenemos la ocasión de tener presente, que Él continúa en medio de nosotros, porque sigue siendo viva la presencia del Señor resucitado, de alguna manera es el cumplimento de la promesa hecha por Jesús de que estaría siempre con nosotros. La fiesta de la Ascensión en medio de la pascua y pentecostés, nos llevan a contemplar la partida del Señor, pero en un ambiente de fiesta, pues si bien es cierto que Nuestro Señor se fue a contemplar la gloria del Padre, a preparar el camino, es para nosotros momento de fiesta y de celebración. Jesús está vivo y está junto al Padre y nos ayuda a preparar el camino especialmente a través del testimonio que debemos dar de las cosas de Dios, en medio de este mundo, es la tarea que el Señor dejó a sus discípulos antes de su Ascensión y que hoy es nuestra propia tarea, como discípulos misioneros que somos. En cada circunstancia de nuestra vida tenemos que descubrir la mejor manera de dar testimonio del Señor. No siempre es fácil. Ya sea porque es más cómodo asumir actitudes distintas a las que se esperan de un seguidor del Señor, o porque nuestras limitaciones y nuestro pecado nos hacen incapaces para responder con amor, con perdón, con misericordia. Ciertamente podemos escoger el camino fácil de pasar agachados cuando los demás, especialmente los que nos conocen más de cerca, esperan un comportamiento más coherente con nuestra vida cristiana, o asumir las consecuencias de ser discípulos de un maestro que estuvo dispuesto a dar su vida por los demás, antes de apartarse del camino que Dios, su Padre, le señalaba. Por eso, nosotros estamos llamados a celebrar con fe, alegría y esperanza, la fiesta de la Ascensión, para pedirle al Señor que en los momentos claves de nuestra vida seamos capaces de responder como Él lo espera. Porque, aunque a veces no lo creamos, la diferencia sí se nota. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] En este domingo se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y el Papa Francisco propone el tema “Comunicación y Misericordia: un encuentro fecundo” Motivar la fiesta de la madre como expresión de amor, respeto, escucha, oración; superando el simple hecho consumista y comercial. Se podría realizar una celebración festiva para ellas en un día diferente al domingo comercial. Recordar que esta semana: El sábado 14 de mayo, es la Fiesta de San Matías, apóstol. El próximo domingo 15, es la Solemnidad de Pentecostés, tiene Misa de la Vigilia (en la tarde del sábado) y Misa del día. En el Año jubilar: Vigilia para todos los que tienen necesidad de consolación. Foto CC0 Public Domain