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Viernes Santo

Vie 15 Abr 2022

Via Crucis: Mons. Rueda invita a contemplar la verdad que pasa por la cruz

Este Viernes Santo, 15 de marzo, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, presidió desde la Plaza de Bolívar el Via Crucis, cuyo tema central fue: “El camino de la cruz, camino sinodal y de esperanza”. Durante su recorrido que inició a las 9:00 de la mañana, le acompañaron el padre Jorge Marín, párroco de la Catedral, los sacerdotes del arciprestazgo 1.1 de esta iglesia particular, diáconos, comunidades religiosas, periodistas, laicos y feligreses en general. Primera estación: Jesús es condenado a muerte. En el rostro de Jesús se refleja el rostro de tantos hermanos condenados por la injusticia humana, rostros de tantos que el mundo señala con odio y rencor, rostros de hombres y mujeres que han perdido la esperanza y la alegría, que claman misericordia, que esperan paz. Pedimos perdón: Por no haber caminado al servicio de la justicia que Dios nos ha enseñado. Segunda estación: Jesús carga con la Cruz. Junto al dolor de Nuestro Señor, contemplamos el dolor del mundo, de los que han perdido el norte en sus vidas. Se tú, Jesús amado, la fortaleza en la que se puedan apoyar tantos seres humanos que sufren de soledad. Pedimos perdón: por haber olvidado que la cruz es el altar en el que nuestro salvador se ofrece por amor y que ella es la escalera por la que se asciende a la verdad y a la vida. Tercera estación: Jesús cae con la cruz. Cuantos rostros miran hacia el vacío del mundo. Cuántas veces hemos olvidado el rostro misericordioso de Cristo vuelto hacia el pecador, el rostro sereno y bondadoso, inspirando la confianza necesaria para que el caído pueda levantarse. Pedimos perdón: por las veces que hemos ignorado las caída de nuestros hermanos en este doloroso camino de la historia. Cuarta estación: Jesús encuentra a su Santísima Madre. En el camino de la historia encontramos rostros de madres, hijas, esposas, surcados por lágrimas y por el dolor. En esta estación, sale a nuestro encuentro la Virgen de la Esperanza. Sus ojos purísimos se vuelven fuentes de consuelo y de alegría. Pedimos perdón: por no haber acogido el ejemplo de María, compañera de camino, nuestra Madre fiel, fuerte, generosa, llena de amor y de esperanza. Quinta estación: El cireneo ayuda a llevar la cruz. Ser hoy cireneo, es saber ser misericordia y esperanza que sostiene y alienta para avanzar en el camino de la fraternidad. Pedimos perdón: por las veces que hemos pasado indiferentes ante el dolor humano. Sexta estación: Jesús deja su rostro en el velo de la verónica. Es el dolor humano en todas sus expresiones, enfermedades que son como espinas, guerras que son como bofetadas, violencias que son como lágrimas que ruedan por el rostro del Salvador. Pedimos perdón: por tantas veces que no valoramos la entrega generosa de las mujeres, fieles servidoras de la esperanza en el camino de la fe. Séptima estación: Jesús cae por segunda vez. Sentimos el dolor de tantos rostros angustiados de los más pequeños, de lo niños inocentes, niños desplazados, con falta de amor, de os que día a día son sometidos a la crueldad y a la inconciencia de la humanidad. Pedimos perdón: por nuestra indiferencia y por las gravísimas omisiones ante tantos dolores del alma y del cuerpo que padecen los niños. Octava estación: Jesús encuentra las mujeres de Jerusalén. Admiramos y contemplamos la vida de tantas discípulas de Cristo que lo dejaron todo por seguir al maestro. Mujeres consagradas, unidas a la cruz del señor con persecuciones, martirios, incomprensibles. Pedimos perdón: por no haber valorado la generosidad de tantas mujeres que han entregado su vida y su amor por el Evangelio, por no haber valorado su caminar por los senderos de la fe. Novena estación: Jesús cae por tercera vez. Contemplamos el dolor de Cristo, por salvar al mundo fue a buscar a quienes lo desprecian, para ofrecerles su amor. Tendamos la mano a tantos violentos y ayudemos para que puedan hallar oportunidades de reconciliación. Pedimos perdón: por no haber agotado los esfuerzos en la búsqueda de la verdadera paz, por no haber trabajado con fe en la reconciliación de la humanidad. Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. Vemos la vida de muchos despojados de sus derechos y valores por un mundo en el que se le arrebata a tantos su dignidad y su identidad. Pedimos perdón: por las veces que hemos olvidado acompañar con nuestra solidaridad orante y nuestra generosidad gozosa la misión de tantos creyentes que anuncian la fe. Undécima Estación: Jesús es clavado a la cruz. En su crucifixión vemos la vida de todos los sacerdotes del mundo, invitados a realizar en plenitud las gracias de su sagrada misión, vemos el rostro se tantos pastores sacrificados hasta el martirio. Pedimos perdón: por las veces en las que el Misterio Sagrado no ha sido vivido con la entrega y la fidelidad que espera el Pueblo Santo. Decimosegunda estación: Jesús muere en la cruz. Miramos las víctimas de la pandemia, los hermanos de todas las culturas que han sentido el impacto doloroso de la vida amenazada por la enfermedad. Pedimos perdón: por no haber defendido la vida humana desde su comienzo hasta su final, escudos en el temor y en la cobardía. Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz. Vivimos la comunión al avanzar por los caminos de la historia cuando sabemos valorar y agradecer el testimonio de la fidelidad de quienes hemos recibido aliento para avanzar, compañía para proseguir, esperanza para llegar con ellos a la meta de la fe. Pedios perdón: por todas las ofensas a la memoria venerada de nuestros mayores con las que hemos interrumpido el camino del amor que nos ofreces. Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro. Que desde el corazón orante de la Iglesia brote un canto de esperanza para el mundo y una luz de fe que nos lleve a la verdad y ala paz iluminando el camino de fe de la humanidad. Pedimos perdón: por no haber valorado la experiencia contemplativa de quienes lo dejaron todo por centrar su vida en la oración. FUENTE: Of. de comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá FOTOS:Of. de comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá ENTREVISTA A MONSEÑOR LUIS JOSÉ RUEDA APARICIO Al finalizar el recorrido por las 14 estaciones del santo Vía Crucis, monseñor Luis José Rueda, en el ámbito Nacional, recordó que nos hace falta salir de la indiferencia y trabajar unidos por la paz, buscar juntos las soluciones ante las cruces que lleva nuestro país. Se dirigió también al proceso electoral que vive en este momento Colombia y la violencia que se desata en el territorio nacional.

Mar 12 Abr 2022

¿A quién buscan? A Jesús el Nazareno

VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR Abril 15 de 2022 Primera lectura: Isaías 52, 13 - 53,12 Salmo: 31(30), 2 y 6.12-13.15-16.17+25 (R. 6a) Segunda lectura: Hebreos 4, 14-16; 5,7-9 Evangelio: Juan 18, 1 - 19,42 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • El siervo sufriente, que es figura profética en la cual la tradición cristiana y el mismo Nuevo Testamento han reconocido a Cristo. • Cristo sacerdote que reconcilia a los hombres con Dios por el sacrificio de su vida. • Jesús aparece en una triple función: como rey, como juez y como salvador. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas apuntan claramente a la muerte salvadora de Cristo. Empezando por el cuarto cantico del Siervo (el domingo de Ramos leímos el 3: Is 50: la misión que le ha encomendado Dios comporta la negación de sí mismo (yo no me resistí… ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban): pero todo sin desfallecer en la confianza que siente ante Dios; y entre semana también los otros dos: Is 42: El primer canto del Siervo de Yahvé: elegido por Dios, lleno de su Espíritu, es enviado a proclamar la ley de Dios: pero lo hace con suavidad y delicadeza. Jesús, Ungido como Mesías, y lleno del Espíritu cumplirá a la perfección esta empresa: «pasó haciendo el bien» … Is 49: el segundo canto del Siervo: su misión, ya desde el seno materno, es hablar en nombre de Dios, reunir a los dispersos, iluminar a todos los pueblos. Es la profecía que se cumple perfectamente en Jesús, sobre todo con la entrega de su vida por todos. En general el poema se centra en la actitud de entrega del Siervo hasta la muerte. La descripción del Siervo que carga con los males de la humanidad es en verdad dramática: "despreciado y desestimado... él soportó nuestros sufrimientos... leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones". El salmo que acompaña a esta lectura parece como un eco del cantico de Isaías, expresando el dolor del justo -"soy la burla de mis enemigos"- y, a la vez, su confianza: "pero yo confío en ti, Señor, haz brillar tu rostro sobre tu siervo". Repetimos como antífona las palabras que los evangelistas ponen en labios de Cristo en la cruz: "Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu". El autor de la Carta a los Hebreos anima a sus lectores a la perseverancia en su seguimiento de Cristo, que en su Pasión realiza la misión anunciada del Siervo. Para ello les propone el ejemplo de Jesús en su hora más crítica. El Viernes Santo leemos cada año la Pasión según Juan, mientras que el domingo de Ramos se van alternando los otros tres evangelistas. De nuevo, hoy, una lectura pausada, expresiva, de la Pasión es el momento culminante de la celebración de la Palabra. La comunidad cristiana queda siempre impresionada por este relato del camino de Cristo a la cruz. Las lecturas nos presentan la teología del dolor de Cristo, como el Siervo que ha cargado sobre sus hombros el mal de toda la humanidad, como el que, enviado por Dios para salvarnos, aunque con gritos y lágrimas deseara ser librado de la muerte, obedeció́ hasta el final, experimentando en sí mismo todo el dolor que puede sufrir una persona. Dios nos salva asumiendo él con su propio dolor el desfase que se da entre su plan salvador y nuestra debilidad. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Las lecturas y textos del día de hoy apuntan al dolor de toda la humanidad y a descubrir el amor sin límites. En la cruz de Cristo se puede decir que están representados todos los que han sufrido antes y después de él: los que son tratados injustamente, los enfermos y desvalidos, los que no han tenido suerte en la vida, los que sufren los horrores de la guerra, del hambre o de la soledad, los crucificados de mil maneras. También en nuestro caso el dolor, como en el de Cristo, puede tener valor salvífico, aunque no acabemos de entender todo el sentido del plan salvador de Dios. Dios no está ajeno a nuestra historia. No es un Dios inaccesible, impasible. Por medio de su Hijo ha querido experimentar lo que es sufrir, llorar y morir. Nos ha salvado desde dentro. Cristo no solo ha sufrido por nosotros, sino con nosotros y como nosotros. No nos ha salvado desde la altura, sino que ha asumido nuestro dolor y nos ha mostrado la capacidad de amar hasta el extremo. Es un ejemplo, como quiere el autor de la carta a los Hebreos, para todos los que se sienten cansados en su camino de fe y tentados de dimitir. Nos propone el ejemplo palpitante de este Cristo que camina hacia la cruz y que es "capaz de compadecerse de nuestras debilidades, porque ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado". El salmo de hoy, al final, nos invitaba a todos los que experimentamos alguna vez el dolor y el desánimo: "sean fuertes y valientes de corazón, los que esperan en el Señor". Con el ejemplo de la pasión y muerte de Cristo, tenemos más motivos todavía para aceptar en nuestras vidas el misterio del dolor y del mal. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La Exhortación apostólica postsinodal Christus vivit nos acompaña hoy en este momento de la oración y la contemplación, destaquemos algunos de sus apartes y convirtámoslos en una súplica confiada al Señor y en un compromiso con toda la humanidad para que cada día experimentemos desde la teología de la cruz el amor sin límites. El Señor «entregó su espíritu» (Mt 27,50) en una cruz cuando tenía poco más de 30 años de edad (cf. Lc 3,23). Es importante tomar conciencia de que Jesús fue un joven. Dio su vida en una etapa que hoy se define como la de un adulto joven. En la plenitud de su juventud comenzó su misión pública y así «brilló una gran luz» (Mt 4,16), sobre todo cuando dio su vida hasta el fin. Este final no era improvisado, sino que toda su juventud fue una preciosa preparación, en cada uno de sus momentos, porque «todo en la vida de Jesús es signo de su misterio» y «toda la vida de Cristo es misterio de Redención». “118. …Cristo, por amor, se entregó hasta el final para salvarte. Sus brazos abiertos en la Cruz son el signo más precioso de un amigo capaz de llegar hasta el extremo: «Él, que amó a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin» (Jn 13,1). San Pablo decía que él vivía confiado en ese amor que lo entregó todo: «Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga 2,20). 119. Ese Cristo que nos salvó en la Cruz de nuestros pecados, con ese mismo poder de su entrega total sigue salvándonos y rescatándonos hoy. Mira su Cruz, aférrate a Él, déjate salvar, porque «quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento». Y si pecas y te alejas, Él vuelve a levantarte con el poder de su Cruz. Nunca olvides que «Él perdona setenta veces siete. Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría». 121. Su perdón y su salvación no son algo que hemos comprado, o que tengamos que adquirir con nuestras obras o con nuestros esfuerzos. Él nos perdona y nos libera gratis. Su entrega en la Cruz es algo tan grande que nosotros no podemos ni debemos pagarlo, sólo tenemos que recibirlo con inmensa gratitud y con la alegría de ser tan amados antes de que pudiéramos imaginarlo: «Él nos amó primero» (1 Jn 4,19). 183. Queridos jóvenes, no acepten que usen su juventud para fomentar una vida superficial, que confunde la belleza con la apariencia. Mejor sepan descubrir que hay hermosura en el trabajador que vuelve a su casa sucio y desarreglado, pero con la alegría de haber ganado el pan de sus hijos. Hay una belleza extraordinaria en la comunión de la familia junto a la mesa y en el pan compartido con generosidad, aunque la mesa sea muy pobre. Hay hermosura en la esposa despeinada y casi anciana, que permanece cuidando a su esposo enfermo más allá de sus fuerzas y de su propia salud. Aunque haya pasado la primavera del noviazgo, hay hermosura en la fidelidad de las parejas que se aman en el otoño de la vida, en esos viejitos que caminan de la mano. Hay hermosura, más allá de la apariencia o de la estética de moda, en cada hombre y en cada mujer que viven con amor su vocación personal, en el servicio desinteresado por la comunidad, por la patria, en el trabajo generoso por la felicidad de la familia, comprometidos en el arduo trabajo anónimo y gratuito de restaurar la amistad social. Descubrir, mostrar y resaltar esta belleza, que se parece a la de Cristo en la cruz, es poner los cimientos de la verdadera solidaridad social y de la cultura del encuentro.” ___________________ Recomendaciones prácticas: • Resaltar el sentido del silencio de la procesión de entrada. • La Palabra de Dios se ha de introducir con un brevísimo comentario. Es una bellísima síntesis del Misterio de la Pasión del Señor y de su Muerte Gloriosa. No deben omitirse las lecturas. La lectura de la Pasión (según San Juan) es el centro de la liturgia de la Palabra de este día. • La homilía debe ser breve y concreta • Hoy es el día en que la oración Universal tiene un carácter especial, es muy distinta a la forma cotidiana. Es la ocasión en la que, como dice el Misal, los fieles al responder ejercen su oficio sacerdotal, al implorar por la humanidad entera. • Respecto a las formas de la presentación de la Cruz escójase con tiempo la que va a usarse y ensáyese incluso, para que sea realizada de modo digno, solemne y sobrio. • Como es un día de silencio y de oración, los cantos deben apropiarse de este espíritu. Hoy no se acompaña el canto con ningún instrumento, ni guitarras ni órgano, el canto llano es el más indicado. • La distribución de la comunión debe tener un carácter de sobriedad, es en silencio, o con un canto muy sobrio, o preferiblemente en oración. II. Moniciones Monición inicial Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplemos y meditemos en Jesús: el Cordero sacrificado por nuestra liberación. La muerte de Cristo fue la causa de que nuestra muerte fuera vencida. La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la misa en este día. La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, la adoración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía reservada anoche. Comencemos hoy nuestra celebración en silencio. Monición a la postración El sacerdote, haciendo presente el abajamiento de Cristo, se postra ante el altar, nosotros nos pondremos de rodillas orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón. Monición a la Liturgia de la Palabra Dispongámonos a escuchar las lecturas de hoy. La profecía de Isaías, el salmo, el texto de la carta a los Hebreos, y sobre todo la Pasión según san Juan, nos ayudarán a introducirnos en el misterio que hoy celebramos. Escuchemos, más todavía, contemplemos, con atención y con el corazón bien abierto, la Palabra de Dios. Monición a la Oración Universal La Cruz de Cristo, como proclama la liturgia de hoy, ha traído la alegría y la salvación al mundo entero. Los cristianos, que hemos conocido esa alegría, no podemos guardar para nosotros ese tesoro de la salvación de Dios. Por eso, como respuesta a esta Palabra que hoy hemos escuchado, vamos a hacer la oración de los fieles, que es siempre oración universal, pidiendo por todos, para que a todos alcance la luz de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Lo haremos de forma solemne: un lector proclamará la intención, por la que todos oramos en un momento de silencio, y luego el sacerdote recoge la oración de todos en una oración que todos elevamos al Padre diciendo “Amén”. Oración universal, Misal Romano pp.173 Monición a la Adoración de la Santa Cruz La cruz del Señor es el símbolo de nuestra salvación. Nuestra fe en el Crucificado es el fundamento de nuestra esperanza. Al acercarnos procesionalmente a la cruz, reconozcamos a Jesús como nuestro único Salvador y Redentor, y adorémoslo. Monición a la Sagrada Comunión Hoy no celebramos la Eucaristía. Ahora se trae el Pan que fue consagrado en la celebración de ayer y con Él comulgaremos. Al comulgar expresemos y vivamos la unión con Aquel que se entregó por nosotros en la cruz. Monición final Después de haber sido testigos del amor del Padre por nosotros, al entregarnos a su propio Hijo, con la gracia del Espíritu Santo y en compañía de María Santísima, prolonguemos en el silencio de hoy y de mañana la contemplación del Misterio de la Pasión, y preparémonos al gozo de la Resurrección.

Vie 1 Abr 2022

Una humanidad crucificada

Por: Dario de Jesús Monsalve Mejía - Celebramos, en este 2022, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, desde la gracia de la fe, del Espíritu y la Iglesia. En el seno de esta humanidad e historia de hoy, signadas por la condena masiva de pueblos enteros a la masacre y al desarraigo, la Cruz y el Calvario de los crucificados se prolongan en un gigantesco “Viernes de Dolor” sobre la faz de la tierra. Los pueblos crucificados son la “continuación histórica del Siervo Sufriente", porque, como dice Jhon Sobrino, “al cargar con el pecado” de quienes convierten la humanidad en una pelea por la hegemonía, “se convierten en víctimas que comunican luz y salvación al mundo”. Sin caer en enfoques que reduzcan el don de la salvación en Cristo, o que justifiquen las cruces y el dolor de los pueblos como medios para lograr el bien de la humanidad, no podemos dejar de ver esta procesión mundial de crucificados a la luz de la vida, la cruz y la resurrección de Jesús. Estos pueblos son inocentes pasivos, víctimas del pecado personal, social e institucionalizado, que se traduce en desprecio y abuso por parte de quienes los someten al absurdo de las armas y del fracaso humano, disfrazado como guerra, subversión, insurgencia, contra insurgencia, empresa o iniciativa económica ilícitas. Son nuestros pueblos azotados por diversos actores armados, desplazados de su territorio o confinados en él, diezmados con asesinatos, reclutamiento y despojo. Son poblaciones como la de Ucrania y Rusia, sometidas por los tejemanejes internacionales a la enemistad, el odio, el sacrificio y la destrucción, con devastadores efectos en los países vecinos y en el bienestar mundial. ¿Podemos conmemorar la Pasión de Cristo, del Dios y Hombre hecho humanidad, solidaridad y salvación para todos, sin acoger este clamor de paz y por el cambio de culturas y de estructuras injustas? La Semana Santa 2022 nos haga comprender y experimentar en la vida personal la gracia de ser amados y perdonados, de ser hechos partícipes de la muerte y resurrección de Cristo, para que vivamos la vida como un continuo en sí misma, victoriosa ya sobre la muerte, sobre el odio y la culpa, abierta al ascenso infinito del espíritu que se absorbe la materia, encaminada hacia la perfección del amor y de la Alianza Eterna con Dios. No basta con “estar al pie de la cruz” ni con mirar desde la comodidad personal a quienes la cargan, en esta procesión de condenados a desgracia y muerte. Es necesario estar en la cruz misma, crucificados por la fuerza desmedida y generosa del amor al prójimo, a todo prójimo, sin excluir de la salvación, como despropósito del “perdón en Cristo”, a quienes tienen sus manos y mentes envenenadas de muerte y de codicia insaciable. ¡Tenemos qué ESTAR EN LA CRUZ! Ahí donde Jesús venció a las huestes del odio, del sinsentido y la inhumanidad. Ahí donde María estaba crucificada con el Hijo de sus entrañas, carne, huesos y sangre de su misma humanidad. Ahí donde el amor no puede serlo sino con el sobrepaso de todo sentimiento de odio, venganza, ira y mentira. Ahí donde impera la no violencia de quien está clavado de pies y manos para no ceder a la tentación de la fuerza. La comunión del Viernes Santo, unida a la Cruz proclamada en la Palabra, orada en la Oración Universal, y adorada con un gesto de amor ante el Santo Crucifijo, nos recoja este año a todos en intercesión por la humanidad entera, por las víctimas todas, incluidas las que la propaganda ideológica y mediática criminaliza y oculta para mantenernos divididos. Oremos unidos por la rendición de todo corazón humano ante el Corazón Sangrante de Jesús y el Inmaculado Corazon de María. Invito a todos a tener en sus manos, ante sus ojos, en sus oídos y corazones, la sentida e inspirada ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, hecha por el Papa Francisco el pasado viernes 25 de marzo, para consagrar a Rusia y Ucrania a la Santísima Virgen. Sea una infaltable oración de toda familia católica, en toda comunidad e institución, difundida por todos los medios posibles, el Viernes y Sábado Santo. La imagen de La Dolorosa, desde la noche del Viernes Santo y durante el gran silencio del día, en el Sábado Santo, nos recoja ante la Cruz y El Crucificado, quien en su santa resurrección nos muestra las manos con sus llagas y el costado abierto por la lanza. “Con Cristo estoy crucificado. Y no vivo yo: es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2,20). Ante una humanidad crucificada, nadie quede por fuera de nuestra súplica al Dios Misericordioso. El “PERDÓNALES” de Jesús esté en los labios de las víctimas y de todo creyente, que no solo se postra ante La Cruz, sino que crucifica en su corazón todo sentimiento y toda actitud contra sus semejantes. El “perdónanos como también nosotros perdonamos” resuene como oración común allí donde “dos o más se reúnan en mi nombre”. ¡Mi saludo, bendición y abrazo fraterno en esta Pascua! En el nombre, la presencia, la palabra, el poder y el Espíritu de Jesús, Amén. + Dario de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali.

Vie 19 Abr 2019

Viernes Santo: Últimos instantes de vida del Señor

Hoy no se celebra la Eucaristía, pero sí una liturgia muy especial que no debe confundirse con un funeral, porque lo que se contempla este día es el testimonio fiel de Jesús quien, por amor, llegó hasta el final: entregar su vida voluntariamente para salvar al ser humano de la muerte eterna. La celebración inicia con una conmovedora entrada al templo, en silencio, que motiva a la oración y a la contemplación. Inmediatamente se proclaman las lecturas del día, tomadas del libro de Isaías (52,12 – 53,12), del Salmo 30, de la Carta a los Hebreos (4,14-16; 5,7-9) y en el evangelio se lee la pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,1 – 19,42) Sigue el momento de la oración universal, amplia, muy sentida e incluyente, pues no solo oramos por la Iglesia y sus ministros, sino también por los gobernantes, los judíos, los atribulados, los que no creen en Cristo ni en Dios… Se continúa con el momento central de la celebración: la adoración de la cruz, un gesto de fe y agradecimiento a Cristo por su sacrificio. Y se finaliza con la comunión, la cual se hace con el pan consagrado en el día de ayer. Hoy es un día, pues, para contemplar a Cristo en la cruz y reafirmar nuestra adhesión al camino que él nos propone, convencidos de que solo en él encontraremos la salvación. Y, también, es un día para avivar nuestra solidaridad con tantos hombres y mujeres que sufren en este mundo nuestro.

Sáb 13 Abr 2019

Viernes Santo: Colecta Pontificia por los Santos Lugares

La iniciativa del Papa para ayudar a las necesidades de la Iglesia en Medio Oriente, en especial, en los Lugares Santos, se realiza durante Semana Mayor, el Viernes Santo. “Una sola cruz, una sola esperanza”, es el lema de la colecta con la que se invita a sentir con la Iglesia de Tierra Santa: Se trata de cuidar la identidad más profunda del cristianismo, porque, como dice el Salmo: <<Todos allí, es decir, en Jerusalén, hemos nacido>>”, han explicado los organizadores. Para hacer posible esta Colecta se instituyeron oficialmente las Comisarías de Tierra Santa con la bula HIS QUÆ del papa Martín V, el 24 de febrero de 1421. “La Custodia de la Tierra Santa, a quien se destina los aportes de esta colecta desde hace 8 siglos, ha acompañado la sensible situación de las ‘piedras vivas’, es decir, de los cristianos que están allí en los lugares que son testigos de la Vida, del Ministerio, de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor”, precisó el equipo de la Comisaría de la Tierra Santa en Colombia”. Esta obra tiene presencia en 49 lugares bíblicos y ayuda espiritual y materialmente a las comunidades de Israel, Palestina, Jordania, Egipto, Siria, Líbano, Chipre y Rodas. Colaboran más de 350 franciscanos de 42 naciones y, junto a ellos, 84 comisarios de Tierra Santa en 51 naciones; más de 150 religiosos de varias congregaciones religiosas; 6 basílicas; 23 parroquias; 79 templos y capillas; 2 vicariatos apostólico: en Alepo para Siria y en Alejandría en Egipto. Dirige la actividad educativa en más de 15 escuelas y colegios con más de 15 mil estudiantes y 400 profesores; casa para estudiantes y becas para más de 500 jóvenes. Además, varias guarderías para pequeños; casas de acogida para adolescentes; centros deportivos; más de 950 viviendas para personas desfavorecidas; centro de salud en Knaye, Galilea y Judea; un centro de ayuda para extoxicodependientes y frecuente ayuda a los refugiados en Siria, Líbano, Jordania y las Islas de Rodas y Cos. “Con el corazón lleno de generosidad ayudemos a Tierra Santa” Es la invitación de Monseñor José Octavio Ruiz Arenas, Secretario del Pontificio Concejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, quien recuerda que “ayudar a Tierra Santa es ayudar a Mantener viva la presencia de Jesús, de los lugares donde transcurrió su vida, donde murió por nosotros y donde resucitó de entre los muertos”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar saludo de Mons. Octavio Ruíz [/icon]

Mié 28 Mar 2018

Viernes Santo: Centremos nuestra mirada en la cruz

Primera lectura: Is 52,13 - 53,12 Salmo Sal 31(30),2+6. 12-13.15-16.17+25 (R. 6a) Segunda lectura: Hb 4,14-16; 5,7-9 Evangelio: Jn 18,1 - 19,42 Introducción En este día celebramos la muerte de Jesús como paso necesario hacia la resurrección, este recuerdo está lleno de esperanza y de victoria. Es un día centrado en la cruz, pero no con aire de tristeza, sino de celebración, ya que Cristo Jesús, como Sumo Sacerdote, en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvarnos a todos. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Isaías nos anuncia uno de los momentos culmen de la revelación veterotestamentaria: el cuarto cántico del Siervo de Yahveh. Este siervo se presenta ante los demás, en primer lugar, como raíz de tierra árida o flor gris del desierto sin profundidad ni colorido. El Siervo es presentado como despreciado y abandonado por todos. Es condenado a la muerte. Ahora bien, no era culpable, nos dice Isaías. Al contrario, es a causa de nuestras faltas como ha llegado a esta situación. Pero lo que aparecía como un oprobio se ha convertido en una exaltación. Será elevado. Cuando su vida parecía acabar en un fracaso y en soledad, llevaba el pecado de las muchedumbres. Su vida da fruto, verá su descendencia. Será colmado. La vida, muerte y revivificación del Siervo han sido el único modo de aplacar la ira divina, de satisfacer por los pecados de judíos y gentiles conjuntamente. Abandonado en manos de Yahveh, el Siervo ha conseguido lo que no consiguiera ni el Israel histórico con la multitud de sacrificios. Por eso en él se cumplirá la promesa abrahámica de vida perenne expresada en fecundidad. Asimismo, todos los rasgos atribuidos al Siervo de Yahveh, del Israel de la fe, los evangelistas, inspirados por el mismo Dios, lo vieron realizado plenamente en el Jesús histórico de Nazaret. El salmo 31 (30) es un canto individual de acción de gracias en el que se expresa la actitud de quien ha sido liberado de sus aflicciones y alaba a Dios en el templo. Al inicio del salmo se expresa la súplica de un acusado inocente, de un enfermo, de un moribundo, expuesto a la persecución: es un maldito, excluido de la comunidad, y “que produce miedo en sus amigos”, porque se lo considera como objeto de desecho. Se huye de él como de un apestado. La parte final del salmo es la dulce oración de intimidad de un huésped de Yahveh: a pesar de las acusaciones injustas de que es objeto este moribundo, continúa cantando la felicidad de su vida de intimidad con Dios: “¡Qué grande es tu bondad, Yahvé! La reservas para tus adeptos… ¡Bendito Yahvé que me ha brindado maravillas de amor! ¡Tengan valor, y firme el corazón, ustedes, los que esperan en Yahvé! La carta a los Hebreros nos presenta el sumo Sacerdocio de Cristo como un incentivo más para la perseverancia. La argumentación tiene delante el patrón del Antiguo Testamento. Una vez al año, el gran día de la expiación, el sumo sacerdote judío entraba en el santo de los santos, con la sangre de las víctimas, para llevar a cabo la expiación de los pecados de todo el pueblo. Sobre este patrón familiar a todos los judíos, se describe la función sacerdotal. Allí, ante Dios, ejerce su oficio sacerdotal a favor de todos los hombres. Cristo siendo Hijo de Dios se compadece de nosotros, comprende nuestra fragilidad y asume la condición de sumo sacerdote de forma renovada. Él desde esta condición, asume nuestra humanidad, menos en el pecado, para enseñarnos el camino a Dios y ofrecernos su salvación. Por ello, la lectura nos invita a acercarnos con confianza al Trono de la Gracia, con la seguridad de encontrar auxilio y misericordia por nuestros pecados y la fortaleza que nos sustenta en la lucha diaria. En el relato completo de la pasión según san Juan, se evidencia una de las características del Jesús joánico durante la pasión: su soberanía. Jesús se presenta como el hombre libre que camina hacia su muerte con plena conciencia. La cruz no lo agarra desprevenido. Habría podido escapar, pero se deja atar porque da su vida para que todos tengan vida (Jn 18,1-19,42). De esta manera, está cumplido el plan de Dios para redimir al hombre. Esta entrega plena de Jesús en la cruz es testimonio de algo sublime, que nos lleva a preguntarnos ¿por qué Dios permitió que su Hijo viviera tantos vejámenes y muriera en cruz, si Él hubiera podido decir una palabra para dar el perdón a todos los hombres? La respuesta a esto solo tiene una razón: el amor. Jesús mismo declaró su libertad de compadecerse de toda la humanidad y de entregar su vida por la redención de todos. Asimismo, este don pleno de su amor es la invitación a que sepamos, creamos y comprendamos, ante pruebas tan absolutas, la inmensidad sin límites de ese amor que nos tienen. Ahora sabemos, en cuanto al Padre, que "Dios amó tanto al mundo, que dio su Hijo unigénito" (3, 16); y en cuanto al Hijo, que "nadie puede tener amor más grande que el dar la vida" (15, 13). En definitiva, el empeño de Dios es el de todo amante: que se conozca la magnitud de su amor, y, al ver las pruebas indudables, se crea que ese amor es verdad, aunque parezca imposible. De ahí que, si Dios entregó a su Hijo como prueba de su amor, el fruto sólo será para los que así lo crean (3, 16, in fine). El que así descubre el más íntimo secreto del Corazón de un Dios amante, ha tocado el fondo mismo de la sabiduría, y su espíritu queda para siempre fijado en el amor (Cfr. Ef. 1, 17). ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? En este camino del Triduo Pascual llegamos al gran acontecimiento de la salvación por medio de la muerte en cruz de Cristo-Jesús. Por eso, con fe cantamos ¡Victoria, tu reinarás; oh Cruz tú nos salvarás! Esta aclamación recoge la más profunda significación de la Cruz y la misión que adquirimos los discípulos del Maestro. A propósito de esto, el Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda, ante este gran misterio de fe y amor, que “la muerte violenta de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica san Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: "Fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios" (Hch2, 23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han "entregado a Jesús" (Hch3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios”. (CIC 599) Por lo tanto, al morir Jesús por nuestros pecados entendemos que este designio divino de salvación a través de la muerte del "Siervo, el Justo" (Is53, 11; Cfr.Hch3, 14) es misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (Cfr.Is53, 11-12;Jn8, 34-36). La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (Cfr.Is53, 7-8 yHch8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (Cfr.Mt20, 28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (Cfr.Lc24, 25-27), luego a los propios apóstoles (Cfr.Lc24, 44-45). (Cfr. CIC 601) Entendemos como creyentes que éramos nosotros, la humanidad, la que debía sufrir tantos vejámenes y dolores por habernos negado a obedecer la ley divina. En realidad, todos hemos pecado mucho. Y por nuestros pecados fue tenido por maldito quien no conoció el pecado, para liberarnos de la antigua maldición. Si alguien merecía la cruz era cada ser humano, cada uno de nosotros, porque a pesar de su entrega, muchas veces seguimos repitiendo los actos que nos apartan de su voluntad y de su amor. Actualizar el misterio de la salvación desde la cruz ha de motivarnos, para que de este Triduo Pascual nos comprometamos a emprender con mayor decisión la vida de santidad. No llegaremos efectivamente a la perfección y a la total unión con Dios, sino anteponiendo su amor a la vida terrena y proponiéndonos luchar animosamente por la verdad. Bellamente lo expresó nuestro Señor Jesucristo: “El que no coge su cruz y me sigue, no es digno de mí”. En efecto, tomar la cruz significa, renunciar al mundo y posponer todo aquello que nos aparta de su amor. Por consiguiente, los que seguimos a Cristo estamos también con él crucificados, muriendo a nuestra antigua conducta, somos introducidos en una vida nueva conforme al evangelio. Por eso decía Pablo: “Los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos”. Y nuevamente, como hablando de sí, dice de todos: “Para la ley yo estoy muerto, porque la ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí”. Y a los Colosenses les dice: “Si moristeis con Cristo a lo elemental del mundo, ¿por qué os sometéis a reglas como si aún vivierais sujetos al mundo? De hecho, la muerte del elemento mundano que hay en nosotros nos introduce en la conversión y en la vida de Cristo”. En consecuencia, si Cristo en la Cruz es la suprema expresión del amor del Padre, es necesario anunciar a los hermanos que en la Cruz se produce el más auténtico y genuino encuentro con Dios. Que Dios a los que ama los prueba, como un buen Padre que es. Por los sufrimientos, Jesús aprendió a obedecer y encontrarse con la voluntad genuina de Dios. Y eso se produce en sus discípulos. El creyente es un testigo vivo, en medio del mundo, del amor de Dios desde y en la cruz dolorosa y gozosa. Sólo el creyente puede transmitir esta sabiduría y poder del amor de Dios. Y el mundo lo necesita. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? En este día solemne y de gracia se requiere insistir en el don de la entrega libre y por amor de Cristo en la cruz, para la salvación de toda la humanidad. Es oportuno hacer evidenciar todo aquello que llevó a que el Señor fuera conducido al Gólgota y crucificado, pero además que se reconozca que hoy nuevamente, de muchas formas, llevamos a Cristo a la cruz: cuando destruimos al otro con palabras y obras, cuando atentamos contra la justicia, la verdad, la paz y el cuidado del medio ambiente. En consecuencia, es necesario recordarle a todo el santo pueblo fiel de Dios que para ser discípulo de Cristo hay que renunciar a todo (incluso a sí mismo), tomar su Cruz y seguirle; que para ser discípulos de Jesús es necesario permanecer fieles a su Palabra que es la verdad y que es la única que proporciona la libertad; que la Cruz de Cristo es el valor que subvierte todos los demás valores en los que el hombre cree encontrar su libertad y su felicidad como son el poder, el bienestar, el prestigio, la ciencia humana; que conseguida la liberación, el discípulo descubre que la Cruz es un motivo de gloria, es el único valor que merece realmente su atención. Finalmente, hacer ver que, si es posible conseguir la libertad de los hijos de Dios, porque Cristo en la Cruz es la suprema expresión del amor del Padre en favor de la humanidad esclavizada por lo único que no la deja realizarse: el pecado. Sólo se puede amar al otro de verdad en la dimensión de la Cruz, es decir, cuando se descubre y se experimenta el amor que el Padre nos tiene a todos los hombres. Por eso podemos comprender la fuerza liberadora de la Cruz. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con la persona de Cristo transforma la existencia del ser humano. Quien se encuentra íntimamente con el Señor no podrá seguir siendo el mismo, su vida se fundará plenamente en Él y se proyectará buscando dar gloria a su nombre. Por eso, si queremos que este Triduo Pascual nos lance a una misión de evangelización, es necesario recordar las palabras que el Papa Francisco dirigió a los fieles el 03 Jul/16, en el rezo del Ángelus: “la misión del cristiano en el mundo es una misión estupenda y destinada a todos y ninguno está excluido; ella requiere mucha generosidad y sobre todo la mirada y el corazón dirigida a lo alto para invocar la ayuda del Señor. Hay mucha necesidad de cristianos que testimonien con alegría el Evangelio cada día”.

Mié 28 Mar 2018

Descarga el Sermón de las Siete Palabras

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del Departamento de Comunicación y Tecnologías, pone a disposición de las emisoras católicas y comunitarias el tradicional Sermón de las Siete Palabras. En esta oportunidad se podrá descargar los audios de dos juegos. Las reflexiones de los obispos del país ofrecen una mirada de la realidad nacional, a partir de las últimas palabras de Nuestro Señor en la cruz. El Sermón de las Siete Palabras nos recuerda que Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. EL SERMÓN DE LAS 7 PALABRAS: PRIMER JUEGO Primera palabra:“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Predica:Mons. Luis Augusto Castro Quiroga, IMC, /Arzobispo de Tunja Lucas 23, 34 I Cuando llegaron al lugar llamado la calavera, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Segunda palabra:“En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” Predica:Mons. Carlos Alberto Correa Martínez /Vicario Apostólico de Guapi Lucas: 23, 39 - 43 I Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿no eres tú el Cristo? ¡sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste, nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. Tercera palabra:“Mujer: He ahí a tu hijo” Predica:Mons. Elkin Fernando Álvarez Botero /Obispo Auxiliar de Medellín Juan: 19, 26 - 27 I Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien el amaba, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡he ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa. Cuarta palabra:“Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Predica:Mons. Luis Rueda Aparicio /Obispo de Montelíbano Marcos: 19, 33 - 34 I Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿Lema Sabactani? Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?… Quinta palabra:“Tengo sed” Predica:Mons. Omar Alberto Sánchez Cubillos, OP /Obispo de Tibú Juan: 19, 28 - 29 I Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la escritura, dijo: tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.… Sexta palabra:“Todo… está consumado” Predica:Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía /Arzobispo de Cali Juan: 19, 30 I Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: ¡todo… está consumado! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Séptima palabra:“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Predica:Card. Rubén Salazar Gómez /Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lucas: 23, 44 - 46 I A la hora sexta descendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora novena y el sol se eclipsó. El velo del templo se rasgo en dos y Jesús clamando a gran voz dijo: padre en tus manos encomiendo mi espíritu, y diciendo esto expiró. VOLVER SEGUNDO JUEGO Primera palabra:“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Predica:Mons. Ricardo Tobón Restrepo, /Arzobispo de Medellín Lucas 23, 34 I Cuando llegaron al lugar llamado la calavera, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Segunda palabra:“En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” Predica:Mons.Hugo Alberto Torres Marín /Obispo de Apartadó Lucas: 23, 39 - 43 I Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿no eres tú el Cristo? ¡sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste, nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. Tercera palabra:“Mujer: He ahí a tu hijo” Predica:Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval /Obispo de Santa Marta Juan: 19, 26 - 27 I Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien el amaba, dijo a su madre: ¡mujer, he ahí tu hijo! Después dijo al discípulo: ¡he ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa. Cuarta palabra:“Dios mío ¿por qué me has abandonado?” Predica:Mons.Fidel León Cadavid Marín /Obispo de Sonsón - Rionegro Marcos: 19, 33 - 34 I Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: Eli, Eli, ¿Lema Sabactani? Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?… Quinta palabra:“Tengo sed” Predica:Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid /Obispo de Cúcuta Juan: 19, 28 - 29 I Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la escritura, dijo: tengo sed. Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.… Sexta palabra:“Todo… está consumado” Predica:Mons. Francisco Antonio Nieto Sua /Obispo de Engativá Juan: 19, 30 I Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: ¡todo… está consumado! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Séptima palabra:“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Predica:Mons. Rubén Darío Jaramillo Montoya /Obispo de Buenaventura Lucas: 23, 44 - 46 I A la hora sexta descendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora novena y el sol se eclipsó. El velo del templo se rasgo en dos y Jesús clamando a gran voz dijo: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu, y diciendo esto expiró.

Vie 25 Mar 2016

Descarga el Sermón de las Siete Palabras

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) pone a disposición de todos los fieles el tradicional Sermón de las Siete Palabras predicados por monseñor Oscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y vicepresidente del episcopado. Este material, producido por el departamento de Comunicación Social, es un insumo para las emisoras católicas del país que tradicionalmente reproducen estas reflexiones durante el viernes santo. “Es importante que la tradición se mantenga en la Iglesia y que mejor manera de hacerlo recordando las últimas palabras de nuestro Señor durante su vida terrenal”, afirmó el padre Elver Rojas, director de Comunicación Social del episcopado. Este año, en El Sermón de las Siete Palabras, se ha querido hacer fuerte énfasis en el tema de la misericordia – en sintonía con el año Jubilar que vive la Iglesia – y en el contexto de búsqueda de la paz en el país, teniendo presente los elementos de perdón, reconciliación y paz. Este material puede ser reproducido y descargado en el sitio Web: Especial Semana Santa 2016 que ha desarrollado la Conferencia Episcopal de Colombia. También se puede acceder a través de la sección de Banner en el sitio web del episcopado.