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Navidad

Dom 18 Dic 2016

[Misa día] La humanidad empieza a caminar con Cristo

Nos ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor. Hoy, queridos hermanos, es la fiesta de la humanidad que empieza a caminar con Jesús que nos restaura en nuestra dignidad, que nos salva con su amor, que nos renueva en nuestra condición de Hijos de Dios. Celebremos con fe la Navidad y lleguemos hasta el Señor para reconocerlo como Señor de la vida y de la paz. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Is 52,7-10[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c) [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Hb 1,1-6[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 1,1-18 (forma larga) o Jn 1,1-5.9-14 (forma breve)[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En este día, iluminado todavía por la alegría del nacimiento del Señor, San León Magno, en el Oficio Divino de este día, nos dice: “no puede haber lugar para la tristeza cuando acaba de nacer la vida, la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad” La Palabra Divina nos regala la voz de Isaías (primera lectura) que retrata el gozo del mundo por la presencia salvadora del Señor esperado por todos los pueblos; nos propone el mensaje siempre vivo de la Carta a los Hebreos que nos recuerda que es la hora de la Manifestación esperada del Mesías largamente esperado por el pueblo santo pero que ahora se nos ofrece en la simplicidad del pesebre. Accede al contenido completo del plan [icon class='fa fa-play' link='']VISITA EL ESPECIAL DE ADVIENTO[/icon]

Dom 18 Dic 2016

[Noche Buena] El Príncipe de paz nos libera de la opresión y la violencia

El mensaje bíblico de la Nochebuena nos enseña cómo Dios nos ama tanto que hace que su Hijo eterno se haga como uno de nosotros. María lo da a luz en Belén en medio de gran pobreza, mientras los ángeles proclaman que Él es nuestro Salvador y nuestra Paz. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Is 9,1-6 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) / [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Tt 2,11-14/[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lc 2,1-14 [/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El mensaje bíblico que nos pregona la Iglesia en esta Nochebuena está lleno de felicidad. El Niño Jesús, a quien contemplamos en el pesebre de Belén, tan pequeño, tan impotente y tan accesible, es presentado, ante todo, como el Príncipe de la paz, que libera al pueblo de la opresión, de la violencia, “de la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada en sangre” Esta liberación es, ante todo, de las ataduras de nuestros pecados, como lo recuerda san Pablo. Jesús viene a establecer la paz, fruto de la justicia y el derecho; será una paz sin límites de tiempo o de lugar. Esta paz exige que nos liberemos de toda impiedad y que llevemos una vida honrada y religiosa. Accede al contenido completo del plan [icon class='fa fa-play' link='']VISITA EL ESPECIAL DE NAVIDAD[/icon]

Lun 4 Ene 2016

Dejémonos empujar a la misión

La voz del Señor que abre el cielo es la que confirma y empuja la misión de Jesús para que alcance hasta los límites del orbe, dejemos que esta misma Palabra abra nuestros corazones y nos empuje a la misión. Escuchemos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Isaías 42,1-4.6-7[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 29(28),1a+2.3ac-4.3b+9b-10 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34-38[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 3,15-16.21-22[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Con el genio de un pintor la liturgia de la Palabra de este domingo, quiere seguir esclareciendo el rostro de Dios, revelando su misterio, durante 3 domingos el ciclo C se dedica a dibujar o a revelar la epifanía de Dios. Hoy estamos ante esta segunda pincelada, que está a punto de dejar la obra de Dios bellamente representada ante los ojos humanos. A diferencia de los otros evangelios para Lucas Juan está en un segundo plano, nunca se afirma que bautice a Jesús, la fuerza para Lucas va a radicar en el Espíritu Santo que unge al Señor y en la voz del cielo que confirma la identidad de Jesús y su misión. Para el evangelista tanto el Jesús como su bautismo inauguran el tiempo nuevo: la irrupción de Dios en la historia, por eso la espera del pueblo no se va a cumplir con el signo de la conversión propuesto por Juan, sino por la profundidad del bautismo cristiano. Aquel solo era con agua, este en cambio es con Fuego y Espíritu, aquel solo llevaba a la conversión, el nuevo bautismo no solo constituye el perdón de los pecados, sino que abre el cielo y da la filiación divina. Por eso no está reservado solo a unos cuantos, sino que está dado para todos, pues como afirma Pedro en casa de Cornelio “Dios no hace acepción de personas”, esta dimensión universal de la fe, querida y esperado por la profecía de Isaías 42 que leemos hoy, se cumple por la revelación suprema de Jesús, luz de las naciones. Las lecturas lejos de buscar retratar los elementos antiguos del bautismo de Juan o de cualquier otro rito de aquel tiempo están expresando la novedad del bautismo cristiano: Es una acción trinitaria para regalar al hombre, a todos los hombres, el don de la filiación divina, el don de sentirse hijos muy amados, los predilectos, sin embargo esto no puede quedarse ahí, sino que, siguiendo la lógica del evangelio de Lucas, debe llevar a cada fiel a vivir la dimensión misionera de su fe, pues los textos de la Palabra que leemos en este día así lo demuestran y exigen. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La gran herida de la pastoral en este tiempo es el olvido de la maravilla de ser hijos. Si en los cristianos la dignidad de la filiación divina fuera explicita, seguramente no existirán las injusticias y vejámenes que contemplamos ante nuestros ojos. Cada uno se esforzaría por vivir como exige la dignidad a la que ha sido llamado y por permitir que los otros también vivieran como hijos. La dignidad que hemos adquirido en el bautismo no es accidental, sino esencial, hace parte de nuestra condición de vida cristiana. El problema nace cuando a causa de la cerrazón del corazón no escuchamos la voz del Padre y no vivimos la unción del Espíritu que hemos recibido y que nos ha cristificado. Una pastoral adecuadamente iluminada por la Palabra tendría que llevar a cada fiel a vivir su dignidad cristiana, a que anuncie a los demás aquella realidad que poseen y así lograr juntos la construcción del Reino de Dios en medio de los hombres, por eso todo bautizado debe vivir su fe en clave de misión, pues la fe que no se comparte se estanca, se pierde, en cambio como decía san Juan Pablo II: La fe crece dándola. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Estamos celebrando el jubileo de la misericordia y el primer paso para sentir este don maravilloso del corazón del Señor no es sentirnos pecadores, sino sentirnos hijos. Esta dimensión tendría que marcar todo nuestro caminar durante este año, pues al experimentar dicho don: al sentir que también a nosotros, como a Jesús, el Padre nos llama sus hijos, nos unge con el Espíritu y nos envía a toda la tierra, tendría que convertirse en la consigna de toda nuestra vida. En la fiesta de la Epifanía, Dios se nos ofrecía pequeño y débil, ahora en su bautismo se nos presenta como el ungido y como el hijo ¿estamos viviendo estas realidades en nuestra historia de vida personal? Ahora que, con este domingo, estamos concluyendo la celebración de las fiestas de navidad y estamos a punto de iniciar la primera parte del tiempo ordinario, ¿Qué tanto hemos descubierto la cercanía de Dios que nos hace miembros de su familia? ¿Estamos siendo nosotros la presencia de Cristo? [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] Sería conveniente administrar el sacramento del bautismo en este día. Si no se administra el sacramento del bautismo, podría usarse el rito para la bendición y la aspersión del agua, p. 1053 del Misal Romano, que ocuparía el lugar del acto penitencial. Recordar que: Hoy finaliza el tiempo de Navidad y desde mañana, lunes 11 de enero, comienza la primera parte del Tiempo Ordinario, que se prolonga hasta el martes 9 de febrero. Se sigue el formulario de la Misa para la semana I del Tiempo Ordinario, p. 291 del Misal Romano. Liturgia de las Horas Tomo III, Salterio 1ª semana.

Sáb 2 Ene 2016

Seamos peregrinos de la Fe

La peregrinación de la fe es el tema que nos muestran los textos de este día, para que nadie se quede estático sino que se ponga en camino con el don de la propia existencia a encontrarse con Dios y a establecer vínculos de solidaridad fraterna con todos los hermanos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Isaías 60,1-6[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 72(71), 1-2.7-8.10b-11.12-13 (R. cf. 11) [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Efesios 3,2-3a.5-6[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mateo 2,1-12[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La manifestación del Hijo del eterno Padre en nuestra propia carne abre para toda la humanidad nuevos tiempos, los que Él mismo Padre había determinado desde la creación, cuando el hombre estaba inmerso en la luz de la gloria divina y que el pecado había oscurecido, haciendo al hombre enemigo de Dios. Esta enemistad sigue latente según el relato del Evangelista Mateo, cuando nos muestra a unos paganos caminando al encuentro del “Rey de los judíos” que ha nacido en Belén, mientras que las autoridades políticas y religiosas del pueblo de Israel experimentan “sobresalto”, pues ha aparecido la luz que pone al descubierto lo que hay en el corazón del hombre. Cerrarse a su resplandor y permanecer en plena noche fue el camino elegido por este grupo liderado por Herodes, sendero diametralmente opuesto al de Pablo, quien siendo también judío se regocija en haber conocido el misterio revelado y por el cual, ha sido constituido miembro del cuerpo de Cristo y partícipe de todos los dones concedidos por el Padre a aquellos que se acojan a su luz, rindiendo la propia existencia para servir a la construcción del Reino de Dios. El Verbo, por su Encarnación, ha recorrido el camino que le acerca al hombre, asumiendo la naturaleza humana; ahora el hombre, es convocado a caminar hacia el encuentro con Él, para presentar nuestro ser como un humilde presente a Aquel que nos ha enriquecido con toda clase de dones espirituales y materiales. En la pequeñez el Padre eterno manifiesta la grandeza de su poder, para convocar entorno a la fragilidad del niño a todos los pueblos de la tierra, para que en adelante no haya sino un solo rebaño bajo el cayado de un solo pastor. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Quien lee desde la fe el misterio de la Encarnación como la más grande bendición divina, no puede menos que llenarse de alegría, otra realidad que sobresale en los textos bíblicos. Aquellos que han vivido como deportados en tierra extrajera, que habían salido de la ciudad de Dios (vivir en su amistad), retornan habiendo dejado atrás el yugo del pecado y apuran presurosos el paso para llegar al encuentro del Señor. También hoy. muchos hombres llegan ante nosotros preguntando por Aquel que es fuente de la plena felicidad: lo hacen los jóvenes en su rebeldía para ajustarse a los modos del mundo actual, que ellos encuentran distante de ser el ambiente deseable para el desarrollo integral de la persona: las injusticias, el dolor de los más débiles, los carentes de posibilidades de desarrollo, los intrincados caminos para acceder al estudio de calidad o encontrar un trabajo digno son algunos de los motivos de sus búsquedas. Hay búsqueda de felicidad en aquellas parejas de esposos que ven fracturarse la confianza y fidelidad juradas ante el altar del Señor, asumiendo como solución la ruptura del vínculo sagrado. Anhelan felicidad los niños que crecen sin la presencia de su padre o madre, aquellos que carecen del calor hogareño, aquellos que están atados a vivir en la ignorancia porque no tienen acceso al estudio, a la salud, a un trato digno. Buscan felicidad todas las mujeres que hoy son ignoradas, ultrajadas o sometidas a condiciones inhumanas de esclavitud. Encontramos entonces muchas búsquedas y grandes insatisfacciones, que el recién nacido quiere iluminar con su luz, quiere transformar con su presencia, quiere acompañar con su gracia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Eucaristía que ahora celebramos congrega a muchos hombres y mujeres convocados a ser cuerpo, familia de Dios. Ella nos llama a romper las múltiples barreras personales o comunitarias que hemos levantado y que son fuente de división y discordia. La epifanía es un canto a la unidad, a la luz, a la vida, a la alegría. Por ello todos los que vivimos este misterio, estamos llamados a salir desde nuestro contacto íntimo con el Niño de Belén al encuentro con los hermanos que recorren muchas sendas equívocas y que esclavizan. Esta epifanía debe despertarnos de nuestro letargo espiritual, ese que nos hace celebrantes inactivos, que nos impide salir a participar a los hermanos de los dones que se nos han otorgado. Como Pablo estamos convocados a confesar que nuestra vida es Cristo y Él es nuestra máxima riqueza, que sin su presencia se oscurece la existencia humana y crecen en número e intensidad las mezquindades, llevándonos a vivir aferrados a egoísmos, a levantar muros, a separar, a dañar. La Epifanía de nuestro Señor Jesucristo conduzca a todos los aquí congregados a salir por los caminos del mundo, como estos peregrinos que han llegado hasta el portal, para comunicar con alegría cuanto en gratuidad se nos ha otorgado. [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] Convendría Insistir en que el personaje central en este día es Jesucristo, el Niñito del Pesebre, y el misterio de la salvación revelado a todos y para todos por Él; y no las figuras de los llamados «tres reyes magos». Encender una luz al frente del pesebre podría ser elemento pedagógico. En la entrada procesional podría incluirse que algunos miembros lleven dones de especial significado y se depositen ante el pesebre con una finalidad específica: un mercado como solidaridad con los pobres, el agua como signo de la naturaleza que debe cuidarse, unas biblias para entregar a los fieles para que su fe sea iluminada, entre otros. Convendría hacerse la fórmula de bendición solemne: «En el primer día del año», p. 471 del Misal Romano.

Lun 28 Dic 2015

El niño Dios es artífice de la Paz

Acerquémonos al Banquete que el Señor nos sirve en la Mesa de su Palabra, para acoger la bendición dada a la humanidad en su Hijo, Palabra eterna del Padre, que ha entrado en el mundo por obra del Espíritu en María, Madre de Dios y Madre de todos los hombres. Este pequeño niño que contemplan los pastores en la gruta de Belén, es el artífice de la paz verdadera y duradera. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Números 6,22-27[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 67(66),2-3.5.6+8[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Gálatas 4,4-7[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 2,16-21[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Llegamos a este día para proclamar nuestra fe en Aquel que es verdadero Dios y verdadero hombre. Él es la bendición del Padre para toda la humanidad, que se ha realizado con la entrada del Verbo eterno en este mundo, tramite la maternidad de María y que, al igual que los pastores, nosotros somos invitados a acercarnos hasta Él para adorarlo como a nuestro Salvador. Los sacerdotes de la antigua alianza, alentados por Moisés, han proclamado: “el Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor”; así mismo proclama la Iglesia y hoy venidos adorarlo, porque todo los anuncios han llegado a plenitud en el pesebre, allí la Buena Nueva nos es presentada por una Madre y un padre, como “el niño acostado en el pesebre”. Contemplarle, llena la existencia de estos humildes hombres de un gozo desbordante, confirmándoles que lo dicho por los mensajeros divinos es verdad. Dios no miente, no se margina de la vida de los que ama, sobre ellos derrama con desbordante bondad su favor. Pablo nos resume toda esta verdad en una confesión que en su sencillez refleja una profunda densidad: “cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer”. Así testimonia que lo acontecido en el pesebre es obra divina, haciéndonos ver como parte del diseño salvador la Encarnación del Verbo y la maternidad de María. En una y otra acción resplandece la bendición divina, para que todos nosotros fuésemos rescatados y viniéramos a ser “hijos por adopción”, capacitándonos para proclamar en fuerza del Espíritu, que Dios es nuestro Padre. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El regocijo de la Iglesia por el don otorgado nos hace estallar en cánticos de alabanza y reconocimiento de la gloria divina. No se trata de una fiesta entre muchas, es la Fiesta con mayúscula, el Sol de la Justicia brilla reluciente en el hoy de nuestra historia. Ha venido al mundo nuestra paz y reconciliación, a pesar de nuestro pecado, Dios ha fijado su mirada en nosotros y nos ha bendecido, tomando nuestra carne en el seno virginal de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. En este año de la misericordia, la pacificación es el fruto de la intervención divina, que no quiere a sus hijos viviendo lejos del abrazo paternal del amor, por eso se nos invita a llegar con confianza a Aquel que se ha compadecido de nuestros extravíos, de nuestras miserias, de nuestras pobrezas. No quiere ser el Dios distante, frío, indiferente, pues tiene un corazón que se conmueve ante la desnudes que origina en nosotros el pecado y, nos recoge entre sus manos para sanar nuestras heridas, fortalecer nuestra fragilidad, acompañar nuestra camino. La paz es don divino y esfuerzo humano, ha indicado en reiteradas ocasiones nuestra Madre la Iglesia, ella viene de la contemplación del misterio divino, de la admiración ante su obra, para desembocar en una entrega generosa de nuestro ser. María se extasía ante el recién nacido y, solo atina, guardar todo en su corazón. Esta actitud contemplativa de María antes que quietud, es respuesta de compromiso, adquiriendo fuerza aquellas palabras proclamadas por la Virgen al momento de la anunciación: “hágase en mí según tu palabra”. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Celebrar este día de la Maternidad divina de María, esta jornada mundial de oración por la paz, este inicio del año civil, es ser invitados a clamar la bendición divina del Padre sobre el mundo, trabajando con denodado empeño en la tarea evangelizadora en el seno de nuestras comunidades, para que muchos ante tan alegre noticia –como los pastores– vayan presurosos al encuentro de Jesús, fuente de la paz verdadera. Hemos dado un paso del 2015 al 2016 por pura gracia, por bendición de Dios, otorgándosenos así una nueva oportunidad para la gracia de Dios, que nos esforcemos por vivir de tal manera que nosotros mismos seamos bendición para los demás, prolongación de la bendición dada en el Hijo eterno, en María –Madre nuestra-, en esta Eucaristía: fiesta de la vida de los hijos del Padre, memoria de las acciones salvíficas y alimento para fortalecer a todos los que alegrándonos con la llegada del Verbo al mundo, nos comprometemos a ser servidores de la vida, de la misericordia, del amor, de la justicia y de la paz. El Papa Francisco propone en su mensaje para esta Jornada de Oración por la Paz, transitar el camino que nos lleve a salir de nosotros mismos, de nuestros instalamientos y comodidades, en definitiva a salir de nuestros egoísmos para ir al encuentro del hermano. De allí que ofrece rasgos de este camino, cuales son: “la maduración de una cultura de la legalidad, de la educación al diálogo y a la cooperación”, indicando que son “formas fundamentales de reacción constructiva” ante las múltiples cuestiones que afligen a la humanidad. Decirnos hoy, feliz año nuevo, es comprometernos con estas actitudes que indica el Papa y con muchas otras que testimonian nuestra condición de hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, bendecidos con la maternidad de María. [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] Hacer notar el carácter festivo de la celebración con los cantos, la disposición del lugar, alguna ornamentación a la imagen de María y una ofrenda con destinación a los pobres para subrayar la reconciliación y la paz. Celebrar con dignidad, para que el celebrar del mundo no absorba la grandeza del misterio que se nos brinda y termine por ocultarlo ante nuestros ojos. Jornada Mundial de Oración por la paz. Convendría tener presente el mensaje del Santo Padre para esta Jornada. Recordar que el próximo domingo, 3 de enero, es la solemnidad de La Epifanía del Señor. Tiene Misa de la Vigilia (sábado 2 en la tarde) y Misa del día. Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor

Sáb 26 Dic 2015

La Biblia es la historia de la Familia de Dios

Todos los días es importante la Palabra en la Misa. Pero hoy, solemnidad de la Familia de Jesús, José y María, esa Palabra está más cerca de nosotros y se encarna en nuestras respectivas familias. Escuchamos el mensaje del Padre Dios por medio del Antiguo y del Nuevo Testamento. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Eclesiástico 3,2-6.12-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83],5a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Colosenses 3,12-21[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 2,41-52[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La liturgia de hoy nos ofrece unos preciosos textos de la Palabra de Dios que nos muestran de qué modo toda la Biblia no es sino la historia de la Familia de Dios, de lo que Él quiso hacer con sus creaturas y de lo que Él esperó de los humanos como respuesta. Sabemos muy bien que antes de la venida del Señor Jesucristo, lo bueno que lograban los hombres y las familias se hacía por el esfuerzo de seguir la ley de Dios del Antiguo Testamento, personalmente animados e instruidos por los profetas. Pero en el Nuevo Testamento es diferente. Ahora es el mismo Dios que se hace Palabra y nace y vive en familia. Viene, pues Jesús a habitar en nuestra casa para que nosotros un día lleguemos a la suya, donde seremos acogidos por el Señor (Salmo 127/128). Así comprendemos que el Viejo Testamento está latente en el Nuevo y este aparece patente en el Antiguo. Imaginemos la familia israelita del Libro del Eclesiástico al lado de la familia auspiciada por San Pablo en la epístola de hoy (Sir 3, 2 y Col. 3, 12). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] En este año 2015, que estamos culminando, Dios Padre permitió que nosotros sus hijos, viviéramos dos acontecimientos sobre la familia de los hijos de Dios: el Congreso Mundial, en Filadelfia en septiembre y el Sínodo de obispos en Roma, en octubre. Uno y otro evento afrontaron la situación de la familia en el mundo y la compararon con el plan de Dios. Problemas encontraron innumerables y, para algunos, insolubles, pero el Espíritu Santo iluminó caminos de solución que, como todo en la vida del cristiano tiene un lema: “Por la cruz llegamos a la luz”. Así decía Cristo mismo: “Quien quiera ser mi discípulo, tome su cruz y sígame” (Mc 8,34); Y San Pablo adopta esa frase como lema: “Yo, para vivir, estoy crucificado con Cristo” (Gal 2, 19). Es decir: vivir la vida cristiana tiene sus condicionamientos; y vivir la vida de familia cristiana tiene sus exigencias. El mundo actual padece ciertas formas de vida que hacen de él un enfermo que está necesitado de tratamiento, pero que no se cree enfermo, y se burla de los remedios. Tales enfermedades aparecen cotidianamente en los media: familias incompletas, divorciados y vueltos a casar; madres solteras, uniones de hecho, hijos sin padres, padres abandonados, novios que conviven, homosexuales forzados o rechazados, viudos desolados, solteros frustrados, adolescentes embarazadas. Y, por supuesto, personas que encaran o sufren ya el fantasma del aborto o de la eutanasia. En resumen, son muchos los bautizados católicos que desconocen la misericordia de Dios para sus angustias y miserias, y muchos también los que con responsabilidad de padres de familia o de ministros de la Iglesia, no han logrado llegar a todos los que sufren por una familia desorientada en un mundo enfermo. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Liturgia de hoy nos invita a celebrar las familias de nuestra comunidad bajo el amparo y el ejemplo de la familia única e irrepetible de Belén, Egipto y Nazaret. Muchos aspectos de la vida familiar serán reforzados hoy si tomamos en serio esta Navidad como la presencia activa de Jesús en nosotros con José y María. He aquí algunas actividades que podremos realizar: ─ Lo primero es la unidad y la armonía de la familia; traten de orar juntos; “Familia que reza unida, permanece unida”. La primera lectura nos invita a hacer verdad el 4° mandamiento “Honrar padre y madre”. ─ Recuerden a los familiares que viven en otras latitudes y también a quienes ya nos dejaron y pasaron a servir a la Iglesia del cielo. Lo dice hoy la epístola: “Cantad a Dios, dadle gracias de corazón con salmos e himnos inspirados” (Col 3, 16). ─ No se contenten con vivir la interna unión familiar, salgan hacia las familias de amigos, vecinos y conocidos; siéntanse apóstoles de las familia, con los consejos del Papa Francisco: las tres palabras claves: Por favor, Gracias, Perdón. (Cfr Laudate Sí' 213). ─ Únanse a otros padres de familia para exigir a los que detectan el poder la obligación de ofrecer educación religiosa a niños y jóvenes, y de cumplir demás deberes (como aparecen en el Catecismo de la Iglesia, núm. 22 11); también dialoguen con los maestros sin olvidar que los primeros educadores son ustedes, los papás. ─ Y a los abuelos incorpórenlos en las tareas formativas de la familia y la comunidad. Qué bueno, además, que todos los adultos, hombres y mujeres se constituyan en apóstoles de defensa de la vida bien sea por ser influjo personal, o participando en asociaciones que se crean contra el aborto y la eutanasia. Demos gracias al Señor por este año especial de la Familia con los imborrables eventos del Congreso y el Sínodo y que el Año de la Misericordia que ahora comenzamos esté marcado por pedir a Dios y recibir de él, el perdón de nuestras fallas y la reconciliación con propios y extraños. [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] La Misa de hoy ha de destacarse como celebración de las familias de la comunidad; privilegiar el papel de las parejas y, sobre todo, de los niños, en los diversos ministerios de las lecturas y la eucaristía. E2. Colocar delante de los fieles una imagen o un pendón de la Sagrada Familia o de una escena familiar, con una frase explicativa. El formulario de la Misa es propio El tiempo de Navidad continúa. Mantener, entonces, en los hogares el Pesebre y demás signos de esta fiesta. Celebraremos las otras fiestas del ciclo de Navidad: mañana 28 los Santos Inocentes; el viernes 1° la Maternidad divina de María, (fiesta de precepto); el domingo 3 la Epifanía, el domingo 10 el Bautismo del Señor, y el 2 de febrero la Presentación del Niño Dios y Purificación de su Madre María. En el Año de la Misericordia: Jubileo de la Familia.

Vie 25 Dic 2015

Dios ahora nos habla a través de su Hijo

La Palabra, el Hijo de Dios se hace carne de hombre. Y Dios Padre, que antiguamente habló mediante los profetas, nos habla ahora por el Hijo. Esa Palabra nos da la vida si nosotros lo recibimos, como lo sugiere el evangelista San Juan. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Isaías 52,7-10[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 98(97),1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Hebreos 1,1-6[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 1,1-18[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Hoy leemos y celebramos los versículos más importantes de toda la Biblia “La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Es decir la segunda Persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, sin dejar de ser Dios, se hace hijo del Hombre. La pregunta es ¿Por qué el Verbo se hizo carne? Lo respondemos en el Credo: “Por nosotros los hombres y por nuestra salvación”. Dice un Padre de la Iglesia: “La humanidad, esclavizada por el pecado, conmovió tanto a Dios, que lo hizo bajar a visitar nuestra naturaleza humana” (S. Gregorio Niseno, citado por C I C, 457). Así que hoy celebramos al Dios misericordioso que “obedece” a la creatura, como una madre que hace caso al niño. Esta visita de Dios al hombre es la Encarnación, y tiene estas características: ─ No es por un tiempo como en el Viejo Testamento; Cristo vino para quedarse; “Habitó entre nosotros” (Jn 1, 14), dice el Evangelio; y quiere significar “se estableció entre nosotros” para siempre. ─ Vino para todos, no para una nación, como en el Antiguo Testamento. El Profeta Isaías (primera lectura) nos dice: “Hasta el último confín de la tierra verán la victoria de nuestro Dios” (Is. 52,10). ─ Vino a traer el mensaje de Dios, por eso el que viene es Palabra (Jn 1,1). La Epístola nos dice: “De muchas maneras nos habló Dios, pero ahora nos habla por su Hijo, el heredero de todo” (Heb. 1, 2). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Llega Jesús, ya lo sabemos. Nace en una pesebrera, es verdad; está con sus padres, vienen los ángeles, los pastores, los magos, ¡qué bien! Llega también Herodes, ¡qué mal!. Y ahora en 2015, nace Jesús para mí y para tí. Y tú y yo lo recibimos, y lo acogen también los ángeles y los pastores de hoy. Sin embargo, lo rechazan los Herodes de hoy, los que no quieren ver nada de la religión. Y hay algo peor: los indiferentes, los que no se inmutan por la venida del Mesías anunciado, del Salvador; los que no saben nada del Emmanuel que pone su tienda en medio de nosotros; los que no se avergüenzan de esa frase bíblica tan preocupante, anunciadora de la crisis de la cruz: “Vino a los suyos y a los suyos no lo reconocieron”. Los “suyos” no son los de otras religiones, sino muchos de los bautizados, que no viven su fe. Estos “suyos” estaban ocupados comprando los aguinaldos; consumiendo comida y licores en una fiesta sin homenajeado; pensando en que la empresa me autoriza para no trabajar, sin darme razón; anhelando poder vender artesanías o adornos extranjerizantes, o vestimentas despampanantes o hasta vulgares, o viajes para alejarse de Dios, no para buscarlo. Esta es la realidad de nuestro tiempo “sagrado” de Navidad: Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron (Jn 1, 10). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La celebración de anoche, la Misa de gallo, constituye la más tierna belleza de la Liturgia, y cautiva por igual a infantes, jóvenes y adultos. Es celebración del corazón más que de la mente: sentimos que ya llegó. Nos habíamos dedicado durante nueve días a rezarle a Jesús: “Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”. Y Él escuchó nuestra oración. Por eso “nuestro corazón” se regocija en el Señor. Eso es la celebración de anoche, pero la de hoy día es de otro carácter: es de fe. Debemos decir: “Creo en Dios Padre Todopoderoso, y en Jesucristo su único Hijo, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación, bajó del cielo y se encarnó de María, y se hizo hombre” (cfr. Jn 1, 14). Así, nuestra Misa de Navidad no se puede quedar en el Pesebre. Quizás hemos acompañado a los niños a ver al Niño Jesús, tal vez nos gozamos con la música navideña o nos exageramos en las comidas de diciembre. Pero no: ya los domingos de Adviento nos prevenían que la fe al ir unida a la moral. Así decía San Pedro “Mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre inmaculados e irreprochables” (2Pe 3. 14). De ahí los propósitos para este tiempo de Navidad que comienza hoy y concluye en la Epifanía. ─ Es un tiempo alegre, la penitencia ya pasó. Dice Isaías: “Romped a cantar en coro, que el Señor consuela a su pueblo (Is 52,8). ─ Es un tiempo santo: No se puede desperdiciar; sea que trabajemos o que vayamos de vacaciones, aprovechemos para conocer a Jesús y aprender a seguirlo. ─ Es un tiempo de ocasiones preciosas de recibir a Jesús que llega. En la Palabra, en la Eucaristía o en los desposeídos, allí encontramos a Jesús. Y recordemos: “Aquellos que sí lo recibieron, recibieron el poder de ser hijos de Dios” (Jn 1, 12). ─ Es un tiempo de vida familiar: La Familia de Jesús, José y María constituye el ejemplo que nos ilumina y nos motiva para vivir nuestra vida familiar en la fe y en el servicio mutuo. De esto hablaremos sin duda el próximo domingo. [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] Felicitar a las familias (e instituciones) que han armado el pesebre o nacimiento y que han hecho la novena; igualmente resaltar el haber seguido la tradición de la corona de Adviento. Comentar otros signos que ayudan a la devoción y al sentido del Nacimiento del Señor, como el árbol de Navidad y las tarjetas; advertir que estas han de ser “cristianas” y ojalá en ediciones en beneficio de obras sociales o religiosas. En la liturgia: El Gloria ha de ser más solemne que nunca, y en el Credo hay genuflexión a las palabras “Se encarnó”. Comunicar los horarios festivos subsiguientes: Sagrada Familia, Inocentes, Madre de Dios, Epifanía. Seguramente muchos no participaron en la Misa de media noche. Entonces puede organizarse una procesión interna de niños que lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre.

Lun 21 Dic 2015

Con verdadera fe acojamos al Salvador

Las lecturas de esta noche nos traen de nuevo el anuncio del nacimiento del Salvador. También nos invitan a acercarnos a Él y a acogerlo en nuestro corazón con verdadera fe. Dejémonos conducir por Dios que nos habla. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Isaías 9,1-6[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Tito 2,11-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 2,1-14[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El pasaje evangélico de hoy nos relata, con trazos detallados pero simples, el acontecimiento más grande de la historia de nuestra salvación. San Pablo dice de este momento que es “la plenitud de los tiempos”, en el que Dios nos envió a su Hijo nacido de una Mujer (cfr. Gal 4,4-5). Conviene subrayar en este pasaje las palabras del ángel a los pastores, porque ellas nos indican el sentido profundo de lo que celebramos en esta noche: “No teman. Les anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo… Nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”. Es el mismo anuncio que la Iglesia y el mundo entero reciben hoy. A partir del Evangelio, podemos comprender el pleno sentido de la profecía mesiánica de Isaías: ¡El Niño que nace en el pesebre es el Salvador! Él es la luz para el pueblo que camina en tinieblas, Él es quien multiplica la alegría, el que puede destrozar el yugo que nos oprime. Además, son muy expresivos los títulos con que Isaías nos describe al Mesías: “Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Siempre Padre, Príncipe de Paz”. El Apóstol San Pablo resume todo lo anterior en una frase: En Cristo, “la gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres”. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] A partir del encuentro con la Palabra, es posible aplicar su mensaje y la celebración misma de esta noche a nuestra vida. Navidad no puede ser una fiesta cualquiera, es una fiesta para contemplar el amor de Dios, para extasiarnos frente a su determinación de salvarnos definitivamente con el nacimiento de su Hijo. Por eso, la primera actitud con la que hemos de recibir al Mesías es la contemplación y la acción de gracias. El Evangelio nos invita, en segundo lugar, a reconocer en el Niño del pesebre al verdadero Salvador. La abundancia de títulos para el Mesías en las lecturas también nos conduce a este reconocimiento, que no es otra cosa que la actitud de fe. Cristo es todo lo que Dios no da, Él es todo lo que espera nuestro corazón; en Él encontramos la manifestación plena del amor del Padre. Todo lo que rodea el nacimiento de Jesús es pobre, humilde y sencillo. Por eso hay que recibir al Mesías con la misma humildad y sencillez. El Papa Francisco nos dice que solo reconoce o ve la luz que trae el Salvador la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la ven los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios, los que adoptan actitudes de cerrazón” (cfr. Homilía en la noche de Navidad, 2014). Tenemos que recibir al Salvador sin temor. Éste es el imperativo del ángel y nos pide abandonarnos completamente en el Hijo de Dios y estar dispuestos a seguirlo con toda nuestra vida, aunque nos tropecemos con dificultades y problemas. Lo expresa bien el apóstol San Pablo: “Nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Rom 8,39). Y, finalmente, la Navidad nos pide vivir con novedad el mandamiento del amor. Dios nos ha manifestado su amor y con ese mismo amor, que es Cristo, debemos amar a los hermanos. Por eso, la Navidad nos invita a renovar nuestro compromiso de caridad con todos. El Apóstol San Pablo hoy nos ha dicho que este misterio nos lleva a renunciar a los “deseos mundanos” y nos debe encaminar a la “práctica de todo lo que es bueno”. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En la Eucaristía, Cristo vuelve a entregarse por nuestra salvación. Lo hace porque asumió nuestra carne y se inmoló por nosotros. En la celebración del nacimiento del Mesías, debemos acercarnos con profunda devoción al banquete del cuerpo y de la sangre del Señor. [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] Recordar que esta solemnidad es de precepto; se debe entonar el Gloria de la Misa de manera más solemne; en el Credo se debe hacer genuflexión cuando se dicen las palabras «se encarnó». Dar realce a la imagen del niño Jesús, recién nacido. No se debe colocar sobre el altar, sino en alguna mesa auxiliar o en el mismo pesebre, con el fin de permitir que en algún momento, fuera de la celebración, sea venerada de manera especial.