
Un año brindando esperanza a personas migrantes y desplazadas en el Cauca
Lun 29 Mayo 2023
Hasta la fecha, cerca de 900 personas han sido beneficiadas de esta obra caritativa que fue inaugurada por la Iglesia el 26 de mayo del 2022 en Piendamó, corregimiento de Tunía, departamento del Cauca, bajo el propósito central de contar con un espacio para brindar acogida y ayuda humanitaria a la población desplazada del territorio y a migrantes venezolanos en tránsito por la zona. Uno de los principios esenciales de la Casa de Atención a los Migrantes San José de la Arquidiócesis de Popayán es poder brindar atención integral. Por ello, los beneficiados reciben, además de albergue temporal, alimentación, atención médica primaria, acompañamiento espiritual y apoyo emocional. Esto, gracias a las alianzas de cooperación que han logrado establecer con organizaciones locales, agencias gubernamentales y actores de la sociedad civil. De acuerdo con el padre Brayan Manquillo Solarte, delegado arquidiocesano para la Pastoral Migrante, el personal de apoyo de la casa, así como los voluntarios que prestan su servicio allí, han trabajado incansablemente para garantizar que cada individuo sea recibido con dignidad y respeto. “Estamos enormemente agradecidos por la oportunidad de servir y brindar apoyo a aquellos que más lo necesitan. Para nosotros ha sido un sueño que poco a poco hemos ido construyendo con el esfuerzo de los párrocos, de las comunidades religiosas y laicos comprometidos”, agregó el presbítero. Según lo ha informado esta Iglesia particular, además de proporcionar refugio físico, la casa de paso ha desempeñado un papel crucial en la creación de un sentido de comunidad y pertenencia para aquellos que se encuentran lejos de sus hogares. A través de talleres, actividades recreativas y grupos de apoyo, se ha fomentado el intercambio cultural y la resiliencia entre los residentes de la casa.

"La política es un servicio al bien común”: monseñor José Saúl Grisales
Mar 16 Mayo 2023
En el contexto de la iniciativa de evangelización de la política que la Diócesis de Ipiales viene desarrollando este año bajo el lema “Como bautizados y enviados, evangelizamos la política”, de cara a las elecciones regionales que se llevarán a cabo en el próximo mes de octubre, el pasado 7 de mayo, esta Iglesia particular llevó a cabo una nueva acción significativa denominada ‘Consulta popular por el desarrollo de nuestros municipios’. Durante esta jornada, desarrollada en 26 municipios que cobijan 47 parroquias y 7 zonas pastorales, mediante un tarjetón virtual y uno físico, las 27.394 personas que participaron, eligieron tres problemas fundamentales que, para ellos, requieren atención inmediata en estos municipios. De un listado de 12 temas descritos allí, los priorizados por la ciudadanía en esta consulta fueron: 1. El mal estado de las vías. 2. La mala calidad en la atención de la salud. 3. El alcoholismo y la drogadicción. De acuerdo con monseñor José Saúl Grisales Grisales, obispo de esta jurisdicción eclesiástica, se trató de “una fiesta democrática que contribuye a la paz, pues el Evangelio que el Señor nos regala, nos debe hacer comprender que la política es un servicio al bien común”. Según ha informado la Diócesis de Ipiales, próximamente convocarán a los candidatos a las alcaldías municipales para que se unan con su firma a un ‘Pacto de No Agresión’ y, posteriormente, en el marco de la Semana por la Paz que se celebrará en el mes de septiembre, realizarán un foro con ellos.

Fallece el padre de monseñor Miguel Fernando González Mariño
Mar 6 Jun 2023
La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), expresa sus más sentidas condolencias a monseñor Miguel Fernando González Mariño, obispo de la Diócesis de El Espinal y Administrador Apostólico de la Diócesis Garzón, por el reciente y sensible fallecimiento de su padre, el señor Marco Tulio González. En un mensaje, monseñor Luis Manuel Alí Herrera, obispo auxiliar de Bogotá y secretario general de la CEC, expresó: “elevamos nuestra oración para que el Señor lo acoja en su Reino; y a monseñor Miguel Fernando, a su señora madre y a sus cuatro hermanos expresamos, nuestro saludo de condolencia, el Resucitado los sostenga”. Las exequias del señor Marco Tulio (Q.E.P.D.) se llevaron a cabo este lunes 5 de junio en la ciudad de Bogotá.

Iglesias de Colombia y Ecuador unirán esfuerzos para fortalecer misión pastoral en la frontera
Mié 31 Mayo 2023
Convocados por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, los obispos de las ocho jurisdicciones eclesiásticas fronterizas ubicadas entre Colombia y Ecuador, junto a miembros de sus equipos de pastoral social, así como a representantes de la Red Clamor y de la Comisión Católica Internacional de Migraciones, se dieron cita los días 24 y 25 de mayo en la Diócesis de Pasto. Este encuentro se desarrolló bajo tres propósitos centrales: profundizar sobre temas asociados a la situación migratoria actual en la región, conocer la respuesta que se ha dado desde ambas conferencias episcopales ante las diferentes necesidades de los migrantes y definir acciones conjuntas que permitan fortalecer la misión de la Iglesia en este sentido. De manera concreta, en la reunión participaron representantes de las iglesias particulares colombianas de Pasto, Ipiales, Tumaco, Popayán y Cali; y en el caso de Ecuador, de los Vicariatos Apostólicos de Esmeraldas y San Miguel de Sucumbíos, así como de la diócesis de Tulcán. El espacio también estuvo acompañado por el Nuncio Apostólico en Ecuador, monseñor Andrés Carrascosa Coso, y por el representante de la Nunciatura Apostólica en Colombia. A nivel metodológico, el encuentro se dio como una importante oportunidad para intercambiar visiones, apuestas, metodologías y materiales de trabajo sobre migración y movilidad humana entre ambas Iglesias. De acuerdo con monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán y vicepresidente del episcopado colombiano, una de las propuestas más representativas que surgió durante este encuentro fue la necesidad de desarrollar, de manera integrada, una pastoral de fronteras con un equipo que fortalezca la lectura de esta realidad y contribuya a hacer una presencia más integral y efectiva de Iglesia Católica desde la acogida, la integración y la protección. Frente a problemáticas sociales como la de la xenofobia, surgió la necesidad de fortalecer la vocación del voluntariado de los laicos para el apoyo a los migrantes en las diferentes jurisdicciones. De acuerdo con monseñor Omar, este encuentro representa el segundo paso que da el Dicasterio en este sentido. “Este proceso empezó en la frontera con Venezuela, ahora en Ecuador, y está orientándose a Apartadó, a Necoclí, a ese otro punto de encuentro de tantos migrantes y donde se está dando una respuesta y debe ser ese también otro lugar de análisis, de reflexión y de compromisos compartidos”, añadió el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. El encuentro concluyó con la visita de los participantes al territorio de la Diócesis de Ipiales, concretamente al Puente Internacional Rumichaca, uno de los principales pasos fronterizo entre Colombia y Ecuador, así como a la Basílica de Santa María de las Lajas, donde se celebró una eucaristía en la que los obispos confiaron los resultados de la reunión a la intercesión de la Virgen María. Conozca todos los detalles del encuentro en el siguiente informe:
Hágase en mí según tu Palabra (Lc 1, 38)
Mié 24 Mayo 2023

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Avanzamos en este mes de mayo venerando de manera especial a la Santísima Virgen María, y en nuestra Diócesis lo hacemos con el lema del mes: “Caminemos juntos, rezando el Rosario”, que se enmarca con el momento significativo de Nuestra Señora de Fátima, con insistencias pastorales puntuales para el sector educativo y comercial, que nos ayuden a fortalecer la acción misionera en estos sectores de la sociedad y de la Diócesis, que reciben con gozo el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo por medio de la Bienaventurada Virgen María.
Recordamos a María como modelo del creyente, reconocida esta virtud en la visita que le hace a su prima Isabel, tal como lo narra el Evangelio de Lucas: “¡Dichosa tú que has creído¡ Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1, 45), palabras que reconocen la fe de María, en el acto de entrega a la voluntad de Dios que pronunció desde el mismo momento en que el arcángel Gabriel le anuncia que iba a ser la madre del Salvador, respondiendo ella con palabras que expresan la fe y entrega fiel al querer de Dios: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38), afirmando con ello el Evangelio la actitud de fe de María y que Isabel reconoce y lo exclama con entusiasmo en la frase: “¡Dichosa tú que has creí-do!” (Lc 1, 45), alabándola porque Ella ha creído que lo que ha prometido el Señor se cumplirá. Nada es imposible para Dios y esto se hace realidad porque su corazón es un terreno abonado para que la Palabra de Dios germine y pueda dar fruto de buena calidad.
La fe de María la dispone a hacer la voluntad de Dios y engendra la virtud de la esperanza, para estar de pie junto a la Cruz del Señor, virtudes, que a la vez dan el fruto maduro de la caridad y por eso en un momento importante de la vida se pone en camino hacia donde su prima Isabel para ejercitar con ella la caridad, la entrega y el servicio desinteresado. De esto da testimonio el Evangelio cuando afirma: “María se puso en camino y fue de prisa a la montaña” (Lc 1, 39), ese ponerse en camino, es la salida misionera de María para comunicar el don de la salvación a la humanidad, que en la persona de Isabel reconoce con las palabras: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” (Lc 1, 42).
Como creyentes en Jesucristo reconocemos que el amor oblativo, de caridad sin límites de la Virgen, nace de la comunión que tenía con el corazón de Dios, que la llevó a aceptar ser la Madre del Redentor para entregarle la salvación a todo el género humano, siendo este el mayor acto de caridad para con todos. La caridad y el amor de María por cada uno de nosotros, conduce de inmediato hasta Jesús, una caridad silenciosa, prudente, que de nuevo al pie de la Cruz de su Hijo calla y ofrece por la humanidad en el acto de amor más grande, al redentor del mundo, “la Virgen de Nazaret tuvo una misión única en la historia de Salvación, concibiendo, educando y acompañando a su Hijo hasta su sacrificio definitivo” (Documento de Aparecida #267), siendo esta misión la caridad más silenciosa, pero la más efectiva para cada uno de nosotros.
María, al entregarnos a Jesús, nos trae con Él todo el amor, el perdón, la reconciliación y la paz, “como madre de tantos, fortalece los vínculos fraternos entre todos, alienta a la reconciliación y el perdón, y ayuda a que los discípulos de Jesucristo se experimenten como una familia, la familia de Dios” (DA #267) y por eso, siguiendo su ejemplo, en un acto de caridad inmenso hacia nuestro prójimo, estamos llamados a entregar a Jesús a otros, incluso a quienes no lo conocen o abiertamente lo rechazan.
Esta es la tarea de la Iglesia, comunidad de creyentes que tiene como vocación y misión comunicar a Jesucristo, como el mayor acto de caridad. Así nos lo enseña el Papa Francisco: “La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio” (Evangelii Gaudium #14), recordando que la primera obra de caridad que hemos de hacer a nuestros hermanos será mostrarles el camino de la fe. Así lo enseñó san Juan Pablo II cuando dijo: “El anuncio de Jesucristo es el primer acto de Caridad hacia el hombre, más allá de cualquier gesto de generosa solidaridad” (Mensaje para las migraciones 2021), y en esto la Santísima Virgen María, como maestra de la caridad, nos da ejemplo de un amor total a todos nosotros, entregándonos a Jesús y llevándonos hasta Él.
La profunda vida interior y contemplativa de nuestra Madre del cielo, nos exhorta a mirar fijamente a Jesucristo y a vivir nuestra fe, esperanza y caridad en la actitud constante de hacer y amar la voluntad de Dios. Hoy repetimos con María: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38), para que todo nuestro peregrinar humano y cristiano, con las incertidumbres y tormentas diarias, pongamos nuestra vida en las manos del Padre, con los ojos fijos en el Señor, hasta que lleguemos a participar de la Gloria de Dios.
Los convoco a poner la vida personal y familiar bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María, en todas las circunstancias de la existencia, aún en los momentos de cruz. Que el glorioso Patriarca san José, unido a la Madre del cielo, alcancen de Nuestro Señor Jesucristo, la fortaleza para hacer en cada momento la voluntad de Dios, para que sigamos siendo discípulos misioneros del Señor.
En unión de oraciones, caminemos juntos, rezando el Rosario.
Reciban mi bendición.
+ Monseñor José Libardo Garcés Monsalve
Obispo de la Diócesis de Cúcuta
Abejas, biodiversidad y polinización
Mié 24 Mayo 2023

Por Mons. Fernando Chica Arellano - Hace casi quince años, concretamente en 2009, un grupo de estudiosos del sistema terrestre, encabezados por Johan Rockströn, del Centro de Resiliencia de Estocolmo, y Will Steffen, de la Universidad Nacional Australiana, en colaboración con notables académicos, entre los que destacaba el Premio Nobel James Hansen, introdujeron la noción de límites planetarios. Paulatinamente este concepto ha ido adquiriendo consistencia a la hora de analizar la situación medioambiental global y señalar soluciones. Estos estudiosos individuaron nueve procesos claves para asegurar la estabilidad de la Tierra. Los designaron fronteras o límites planetarios porque, de ser traspasados, lastiman la habitabilidad, sostenibilidad y pervivencia de nuestro planeta. El susodicho novenario está compuesto por la crisis climática, la acidificación de los océanos, el agujero de ozono, el ciclo del nitrógeno y fósforo, el uso del agua, la deforestación y otros cambios del uso del suelo, la contaminación de partículas de la atmósfera, la contaminación química y la pérdida de biodiversidad.
Dichos autores identificaban tres límites que, ya en 2009, al parecer habían sido cruzados: el ciclo del nitrógeno, la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. Desde entonces, los datos indican que hemos franqueado dos fronteras más. En efecto, se ha producido una perjudicial modificación en el uso del suelo: muchas praderas han sido aradas e hiperfertilizadas, numerosos humedales desecados y multitud de bosques degradados o deforestados. De este modo, la mitad de la superficie terrestre habitable (dejando a un lado desiertos y glaciares, por ejemplo) está dedicada a usos agrícolas. Muchos científicos dicen también que la concentración de sustancias con efectos nocivos no ha dejado de incrementarse en cualquier rincón del planeta desde mediados del siglo XX, por lo cual no son pocos los que afirman que hace tiempo que atravesamos el umbral permitido de contaminación química.
Sin duda, el calentamiento global o el cambio climático es el fenómeno al que mayor relieve se otorga desde un punto de vista científico y mediático; y hay buenos motivos para preocuparse por esta emergencia planetaria. Pero hoy quisiera detenerme en la pérdida de biodiversidad, otro de los límites ampliamente rebasados. Es un hecho que tiene graves consecuencias y que, sin embargo, apenas recibe la atención que se merece. Aprovechando que cada 22 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Diversidad Biológica quisiera brindar alguna reflexión.
Digamos, de entrada, que un millón de especies de animales y vegetales están en peligro de extinción. En buena parte, ello se debe a la acción humana, que ha alterado el medio ambiente terrestre en un 75% y el marino en un 66%. Como si se tratara de un efecto boomerang, esta tendencia vulnera la supervivencia de la especie humana. Y es que, en concreto, más del 80% de nuestra dieta está basada en plantas; los peces proporcionan el 20% de las proteínas animales a unos 3.000 millones de personas; y el 80% de los que pueblan las zonas rurales de los países del Sur del planeta dependen de medicamentos naturales obtenidos a partir de la vegetación de su entorno. A este respecto, el Papa Francisco recordó que “los recursos de la tierra están siendo depredados a causa de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios. Las diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún problema ambiental. Pero no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales «recursos» explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho” (Laudato Si’, n. 32).
Precisamente porque el campo de la biodiversidad es tan amplio (¡es diverso por definición!) puede ser importante resaltar un caso concreto: las abejas. Resulta que en nuestro planeta existen más de 20.000 especies de abejas, que polinizan más del 80% de las plantas de la Tierra y más de 90 tipos diferentes de cultivos. Sólo con esto nos podemos hacer una idea de la importancia de las abejas, lo cual llevó a la comunidad internacional a declarar cada 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas. Se calcula que el valor económico de la labor de polinización de las abejas y otros polinizadores para la agricultura es de unos 265.000 millones de euros anuales en todo el mundo. “El cuidado de los ecosistemas supone una mirada que vaya más allá de lo inmediato, porque cuando sólo se busca un rédito económico rápido y fácil, a nadie le interesa realmente su preservación. Pero el costo de los daños que se ocasionan por el descuido egoísta es muchísimo más alto que el beneficio económico que se pueda obtener” (Laudato Si’, n. 36).
Está claro que la biodiversidad terrestre depende en gran medida de la polinización, un proceso natural que permite que se fecunden las flores y den así frutos y semillas. Las abejas, y otros insectos como mariposas y abejorros, son de colosal importancia en este proceso. El problema está en que, en todo el mundo, el 40% de los polinizadores invertebrados, en particular abejas y mariposas, se enfrentan a la extinción. Concretamente, en Europa está disminuyendo el 37% de las poblaciones de abejas. Confluyen diversos factores que amenazan a las abejas y a otros polinizadores: la pérdida y el deterioro de hábitats; la extensión de la agricultura industrializada, con los monocultivos y el uso de plaguicidas; los parásitos y enfermedades; las especies vegetales y animales invasoras; y los impactos del cambio climático.
Estas consideraciones tienen que interpelarnos y hacernos pensar. Es errado creer que las problemáticas aludidas no nos incumben, que ya habrá alguien que las solucione, que tal vez no será para tanto, etc. No es cuestión de caer en el pánico, pero tampoco podemos seguir igual, cruzados de brazos. Debemos generar cambios en nuestras vidas. Cambios, naturalmente, a mejor. Cuidar la variedad de formas de vida en el planeta y la interacción entre ellas no es algo baladí sino fundamental.
¿Cómo podemos actuar para proteger la biodiversidad? Ya sabemos que “una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo” (Laudato Si’, n. 230). En este sentido, e intentando ayudar, sugiero unas iniciativas muy sencillas y concretas: consumir miel silvestre y otros productos de abejas; cultivar especies variadas de plantas, que florezcan en distintas épocas del año; reducir el uso de plaguicidas tóxicos; no debemos hacer fogatas, tirar basura o cualquier otro elemento que dañe el entorno;no compremos especies exóticas. No son souvernirs, ni mascotas, ni juguetes. Y mucho menos las abandonemos, porque con ello también se contribuye a aumentar otro de los grandes enemigos de la biodiversidad: las especies invasoras. Tampoco liberemos especies o semillas que no son propias del lugar, ni destrocemos los nidos ni las crías de animales que veamos. En definitiva, se trata de comportarnos sensatamente, siendo conscientes de “que esas acciones derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se pueda constatar, porque provocan en el seno de esta tierra un bien que siempre tiende a difundirse, a veces invisiblemente” (Laudato Si’, n. 212).
Salvaguardar la biodiversidad es una hermosa y urgente tarea de la que nadie queda eximido. Por el contrario, todos estamos llamados a contemplar el mundo con otros ojos que no sean los de la avidez. Las generaciones venideras nos agradecerán mucho que pasemos de una voraz y compulsiva explotación de los recursos naturales a un encuentro con la creación, cuidándola y acogiendo todos sus dones. Pidamos a Dios con este propósito que sepamos abandonar la mirada depredadora y adquirir una amorosa y contemplativa.
Monseñor Fernando Chica ArellanoFernando Chica Arellano
Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA
Mayo, mes dedicado a la Virgen María
Jue 4 Mayo 2023

Por Pbro. José Antonio Díaz Hernández - Iniciamos el mes de mayo, mes que dedicamos de manera especial a fijar nuestros ojos en María, a cultivar y purificar nuestra devoción mariana, porque para nosotros, discípulos misioneros de Jesús, ella es modelo perfecto de vida cristiana y en ella encontramos estímulo, refugio y fortaleza para anunciar a Jesús, salvador del mundo. Podríamos aprovechar, entonces, estos días, para profundizar en el conocimiento y la búsqueda, de una verdadera relación con María, que no quede reducida solo a algunos actos de piedad. Al respecto nos puede ayudar de manera particular la Sagrada Escritura, la teología de los Santos Padres, bajo la dirección del Magisterio.
En cuanto a María en el Nuevo Testamento, sólo unos pocos pasajes nos hablan de ella. Sin embargo, a partir de estos textos podemos escuchar su testimonio del modo más atento y preciso sobre la vida de aquella Mujer que se convirtió en una figura singular en la historia de la salvación. Puede parecer asombroso ver cuántas cosas nos dicen estos pasajes sobre la llamada de María por parte de Dios, sobre su camino con Jesús, sobre su relación con él en su niñez y durante su vida pública, sobre su relación con los discípulos de Jesús.
De toda esta riqueza sobre la madre de Jesús, me permito compartir con ustedes, los dos grandes amores que estuvieron presentes en la vida de María: el amor a Dios y el amor a los hermanos.
1. El amor a Dios:
Tras la explicación del ángel sobre el cómo de la generación del “Hijo del Altísimo” en su seno, María responde confiadamente, “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra” (1,38). El Papa Benedicto XVI, en su libro La infancia de Jesús, explica esta respuesta generosa de María, citando una homilía de Adviento de San Bernardo de Claraval. Después de la caída de nuestros primeros padres, todos quedamos sometidos bajo el dominio de la muerte. Sin embargo, Dios busca una nueva entrada en el mundo. Llama a la puerta de María. Con esto, se quiere indicar que Dios necesita la libertad humana, pues no puede redimir al hombre, creado libre, sin un “sí” libre de su voluntad. Por eso la respuesta de María es esperada con expectación por el cielo y la tierra. San Bernardo muestra como el “hágase en mí según tu palabra” es el momento de la obediencia libre, humilde y magnánima a la vez, en la que se toma la decisión más alta de la libertad humana. Estas enseñanzas prueban con claridad que María se convierte en madre por su “sí” generoso. A este respecto, también los padres de la Iglesia han dicho esto mismo cuando afirman que “María habría concebido por el oído”, esto es, mediante su escucha. Por su obediencia libre la Palabra ha penetrado su vida, y ella se ha hecho fecunda (Cf. J. RATZINGER [BENEDICTO XVI], La infancia de Jesús, pp. 42-43). Esta actitud de escucha generosa y libre por parte de María, está motivada por su amor a Dios.
Por amor a Dios escuchó, llena de disponibilidad, las palabras del ángel que le anunciaba que iba a ser Madre. No le discute ni le pone condiciones. Ama a Dios con todas sus fuerzas, con toda su alma, con todo su ser (cf. Dt 6,5); amó a su Hijo Jesucristo, y por eso lo acompañó con sufrimiento hasta el calvario y, de pie, escuchó sus últimas palabras y, en su descendimiento, lo recibió entre sus brazos. El Concilio Vaticano II subraya la dimensión profunda de la presencia de la Virgen en el Calvario, recordando que “mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz” (Lumen gentium, 58), y afirma que esa unión “en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte” (ib., 57). Esto es puro amor.
2. Por amor a los hermanos, María también está pronta a socorrer a quien le necesita en cada momento:
- Después del relato del anuncio de la concepción de Jesús en el seno de María, la Virgen, San Lucas nos cuenta la visita que esta realiza inmediatamente a su pariente Isabel, es decir, la esposa de Zacarías, madre del que sería llamado “profeta del Altísimo” (cf. Lc 1,39-56). El texto comienza diciendo: “En aquellos días se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judea” (1,39). En este texto, María sale al encuentro de Isabel no solo para ponerse a su servicio, sino también como portadora del Salvador, pues tiene prisa en comunicar la Noticia y en regocijarse con la señal que le ha dado el ángel en Isabel. La referencia de Lucas a la región montañosa, la premura de María y la alegría del ambiente, han hecho pensar a muchos en una velada cita de Is 52,7: “¡Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae las buenas nuevas, que anuncia la salvación, que dice a Sión: ‘Ya reina tu Dios!’”. De ser así, María surge en Lucas como la primera mensajera del Evangelio de Dios: lleva desde Galilea a la región de Judá la noticia de la paz, la felicidad y la salvación. Esta interpretación deja ver a una María que es enviada a comunicar la Buena Noticia de su Maestro, una María que no quiere esperar para comunicar la dicha que lleva en su vientre, una María que desde el instante del anuncio del ángel se hace discípula de su Hijo.
- Las bodas de Caná (Jn 2,1-11): ¿Qué hace María? Participa en la fiesta y, por tanto, sirve, ayuda, conversa, pero también observa, con cierta distancia, lo que sucede en aquella fiesta. Su distancia atenta y discreta le permite ver lo que, de hecho, nadie ve, como es que el vino se ha terminado. Es decir, María está atenta al momento humano de la existencia, atenta a las situaciones, a las personas y a las cosas (cf. Cardenal C. Maria Martini, María, la mujer de la reconciliación, p. 13ss).
- La última referencia de María en los escritos lucanos la encontramos en Hechos de los Apóstoles: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” (Hch 1,14). Ahora, en este segundo libro de San Lucas, María aparece entre la primera comunidad de creyentes, también como discípula, al lado de los otros discípulos compartiendo experiencias de fe. María ha sido llamada a un servicio muy particular respecto a Jesús y a favor del pueblo de Dios, a ella le ha sido dada también la más estrecha vinculación con Jesús. Ella pudo participar en el camino de Jesús desde el inicio hasta el anuncio a todo Israel. En María, madre de Jesús, comenzó la existencia terrena de Jesús y comienza la comunión de los hombres con él. María pertenece a la Iglesia, es decir, a los hombres que creen en Jesús y viven en comunión con él. En esta Iglesia, la madre de Jesús tiene un cometido muy específico y un puesto singular.
De lo que se trata es que, en este mes mariano, podamos vivir un auténtico amor hacia María, vinculado, como no puede ser de otra manera, a la misión de su Hijo. Como recuerda el Concilio Vaticano II: “que la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes” (LG, 67).
Teniendo en cuenta todo esto, podemos vivir las diversas devociones marianas. Entre ellas, es necesario destacar el Santo Rosario, que es una oración sugerida por el Magisterio de la Iglesia. En la sobriedad de sus elementos, tiene en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual puede decirse que es un resumen. Además, la misma Virgen María, en sus apariciones, ha animado a rezar esta oración. El 13 de mayo de 1917, en su primera aparición en Fátima, María dijo: “Recen el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra” y en su última aparición en ese lugar la Madre de Dios se presentó como la “Señora del Rosario”. El Papa Pablo VI, definió el Rosario como “compendio de todo el Evangelio” (Exhortación Apostólica Marialis Cultus, 42).
Por su parte, el Papa Francisco recordó que el 7 de octubre la Iglesia celebra a la Virgen del Rosario, y animó a rezarlo porque “el rezo del Rosario es la oración más hermosa que podemos ofrecer a la Virgen María; es una contemplación sobre las etapas de la vida de Jesús Salvador con su Madre María y es un arma que nos Protege de los males y de las tentaciones” (7 de octubre de 2020).
Motivados, por todo esto, podemos vivir nuestro mes mariano. Ha resultado, en muchas parroquias, muy provechoso peregrinar la imagen de María de casa en casa, y rezar el rosario, y, el último día del mes de mayo, hacer la coronación de la Virgen. Es, asimismo, propicio en este mes, dar una catequesis y un curso de apologética sobre el papel de la Virgen en la historia de la salvación y en nuestras vidas, habida cuenta de la confusión que siembra en los corazones de los católicos la predicación agresiva de algunos grupos religiosos, muy presentes en nuestro territorio diocesano.
Pongámonos en este mes de mayo y en toda nuestra vida bajo el auxilio de María, y contemos siempre con su ayuda ante nuestras necesidades para lograr ser nosotros, a imagen suya, verdaderos discípulos de Jesús.
P. José Antonio Díaz Hernández
Sacerdote de la Diócesis de Santa Marta
El Buen Pastor da la vida por las ovejas (Jn 10, 11)
Jue 4 Mayo 2023

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - El cuarto domingo de Pascua está destinado por la liturgia de la Iglesia a contemplar a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, esto quiere decir que, le preocupa cada uno de los seres humanos que no están en el redil y Él como Buen Pastor, las busca para llevarlas hasta el Padre. Jesucristo como Buen Pastor está atento a cada uno de nosotros, nos busca y nos ama, dirigiéndonos su Palabra, conociendo la profundidad de nuestro corazón, nuestros deseos, nuestras esperanzas, como también nuestros pecados y nuestras dificultades diarias. Aun cuando estamos cansados y agobiados por el peso de la vida, Él como Buen Pastor nos invita a reposar en Él “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt 11, 28).
Acoger a Jesucristo, convertirse en su discípulo, aprender a conocerle, amarle y servirle, es reposar en Él con la certeza que como Buen Pastor ya conoce nuestro cansancio, nuestros aciertos y desaciertos, porque “Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da la vida por las ovejas, no como el jornalero que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas. El jornalero cuando ve venir al lobo, las abandona y huye” (Jn 10, 11-12). La acción del Buen Pastor que da la vida por las ovejas, que no las abandona, son acciones que muestran cómo debemos corresponder a la actitud misericordiosa del Señor. Seguir al Buen Pastor y dejarse encontrar por Él, implica intimidad con el Señor que se consolida en la oración, en el encuentro personal con el Maestro y Pastor de nuestras almas.
De esta actitud amorosa del Pastor se tiene que desprender una actitud contemplativa de cada uno de nosotros, porque es la intimidad en la oración a solas con Él, lo que refuerza en nosotros el deseo de seguirlo, saliendo del laberinto de recorridos equivocados, abandonando comportamientos egoístas, para encaminarse sobre los caminos nuevos de fraternidad y de entrega de nosotros mismos, imitándolo a Él, incluso en la Cruz donde estamos llamados también a contemplarlo cada día de rodillas.
Jesús es el único Pastor que nos habla, que nos conoce, que nos da la vida eterna y que nos custodia todos los días de nuestra vida. Todos nosotros somos su rebaño y solo debemos esforzarnos en escuchar su voz, mientras con amor Él escruta la sinceridad de nuestros corazones, para que le abramos nuestra vida de par en par y podamos decirle siempre: “quédate con nosotros Señor” (Lc 24, 29). Con esta intimidad permanente con nuestro Pastor, surge la alegría de seguirlo dejándose conducir a la plenitud de la vida eterna. Esta vida eterna está ya presente en nuestra existencia terrena, pero se manifestará plenamente cuando lleguemos a la plena comunión con Dios en la felicidad eterna.
Jesucristo Buen Pastor se ha quedado con nosotros en cada uno de los sacerdotes, que, participando del único sacerdocio de Jesucristo, hacen visible al Buen Pastor, siendo pastores del pueblo de Dios, cuidando las ovejas, saliendo en busca de la oveja perdida y comportándose como pastor en medio del redil y no como asalariado que abandona las ovejas en el momento del peligro.
Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, como Buen Pastor, sale al encuentro de todos. Él está Crucificado y mantiene el combate de las fuerzas del amor contra las fuerzas del mal. Con los brazos clavados en la Cruz, Él pronuncia sobre la Iglesia y el mundo la gran noticia del perdón para todos. Con los brazos extendidos entre el cielo y la tierra, recoge todas las miserias e intenciones del mundo. Transforma en ofrenda agradable toda pena, todo rechazo y toda esperanza del mundo.
Cada sacerdote en el mundo es sacramento de este Sumo Sacerdote de los bienes presentes y definitivos. El sacerdote actúa en representación del Señor, no actúa nunca en nombre de un ausente, sino en la Persona misma de Cristo Resucitado, que se hace presente con su acción eficaz. El Espíritu Santo garantiza la unidad en el ser y en el actuar, con el único sacerdote. Es Él quien hace de la multitud un solo rebaño y un solo Pastor y la misión del sacerdote es apacentar las ovejas, que debe ser vivida en el amor íntimo con el Supremo Pastor (cfr. Benedicto XVI, Audiencia General, 14 de abril de 2010).
Hoy es un día especial para dar gracias a Dios por el Sumo Sacerdocio de Nuestro Señor Jesucristo, que, como Buen Pastor, nos rescata a cada uno de nosotros de las tinieblas del pecado y levantándonos nos lleva sobre sus hombros. Pero también es un día para agradecer al Señor por cada uno de nuestros sacerdotes, que dejándolo todo han sabido escuchar la voz del Pastor, para cumplir la misión en el mundo de pastorear al pueblo de Dios con los sentimientos de Jesucristo Buen Pastor.
Cada sacerdote como pastor de una comunidad parroquial necesita de la oración y del acompañamiento de su pueblo. La santidad del pueblo de Dios está en las rodillas del sacerdote, que, como buen pastor, sabe acompañar desde la oración a cada uno de los fieles. Pero también la santidad del Sacerdote está en las rodillas de los fieles, que, en actitud contemplativa frente al Señor, ora por sus sacerdotes. Agradecemos hoy el don de cada uno de los sacerdotes de nuestra Diócesis de Cúcuta y también de las vocaciones, oremos para que el Señor siga enviando obreros a su mies, para rescatar tantas ovejas perdidas que necesitan volver al redil a beber el vino de la gracia de Dios y llegar un día a participar de la felicidad eterna.
Los invito a que caminemos juntos en oración de rodillas frente al Santísimo Sacramento y en actitud contemplativa miremos y abracemos al Crucificado, teniendo muy presentes a todos los sacerdotes del mundo entero y de nuestra Diócesis, para que cada día el celo pastoral de los ministros, conduzca al pueblo de Dios por los caminos de la fe, la esperanza y la caridad, y bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María y del glorioso Patriarca san José, todos los sacerdotes seamos fieles a Jesucristo y a la Iglesia.
En unión de oraciones, caminemos juntos, rezando el Santo Rosario.
+ Monseñor José Libardo Garcés Monsalve
Obispo de la Diócesis de Cúcuta

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