
Motivados por el papa Francisco, obispos de Colombia y Venezuela reafirman su compromiso caritativo con los hermanos migrantes
Jue 21 Sep 2023
En la ciudad de Cúcuta, del 18 al 20 de septiembre, se llevó a cabo la segunda reunión de los obispos y agentes pastorales de la frontera entre Colombia y Venezuela. En esta ocasión, se creó un espacio de análisis y participación para coordinar acciones pastorales transnacionales que corresponden a los desafíos que plantea el fenómeno migratorio en esta región fronteriza.El encuentro, desarrollado bajo el lema “Caridad en la frontera”, fue convocado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la Diócesis de Cúcuta. El espacio se centró en analizar el trabajo que han venido realizando las diversas jurisdicciones y proyectar los nuevos desafíos pastorales que plantean los considerables flujos de movilidad humana entre ambos países, particularmente visibles en las zonas fronterizas.Este evento reunió aproximadamente 35 personas. Por parte de la iglesia colombiana, se hicieron presente los pastores y directores de pastoral social de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona y de las diócesis de Cúcuta, Tibú, Riohacha, Arauca y Valledupar; así como de los vicariatos apostólicos de Inírida y Puerto Carreño.También participaron los responsables de las Cáritas nacionales y regionales, de la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Red CLAMOR) y la Comisión Católica Internacional para las Migraciones (ICMC).En la ceremonia de apertura, monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona, presidió una Eucaristía en la que pidió al Señor iluminación para que este espacio les ayude a "continuar con la obra de caridad que la Iglesia realiza con las personas en condición de vulnerabilidad que migran permanentemente”.También intervinieron en el espacio Subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, monseñor Anthony Ekpo; el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, el presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, monseñor Jesús Gonzáles de Zárate y el obispo de Cúcuta, monseñor José Libardo Garcés.Sobre este encuentro, monseñor Luis José Luis Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, expresó que estas articulaciones para seguir acompañando a los migrantes permiten dignificar su vida. “Como ha dicho el papa Francisco, haciendo respetar los derechos de los ciudadanos de cada uno de los países, para que tengan el derecho a vivir en paz en su propia tierra. Si es el caso, puedan emigrar y hacerlo con dignidad”, precisó el prelado.Durante el evento, los obispos presentaron el panorama de la pastoral migratoria en sus territorios. En el primer día se llevó a cabo un diálogo fraterno a través de la puesta en común de experiencias y los desafíos que plantean los enormes flujos migratorios entre ambos países.Monseñor Jesús González de Zarate, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, explicó al equipo de comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta que “la primera acción de la iglesia de Venezuela es mantener la esperanza y la confianza de construir un futuro mejor para los que se quedan en nuestro país, también la asistencia de humanitaria primaria en alimentación de nuestro compatriota”.Además, Janeth Márquez, directora de Cáritas Venezuela, afirmó: “nosotros hemos desarrollado varias actividades, pero en especial se ha hecho un trabajo en la conformación de las Cáritas parroquiales y del voluntariado. Esto ha sido de gran ayuda para acompañar y animar a que nuestra gente se quede”.“Somos dos iglesias hermanas, hemos sentido la importancia de trabajar juntos con esperanza y alegría. Seguimos caminando con Jesús, de la mano ayudándonos, sabiendo que en nuestras realidades tienen problemas y conflictos, pero hemos tratado irlas solucionando mutuamente. El mensaje es para seguir trabajando unidos y seguir venciendo las adversidades”, expresó monseñor Israel Bravo, obispo de Tibú.Así se pronunciaron al respecto los presidentes de ambas conferencias episcopales:

Arquidiócesis de Bogotá y Unimonserrate lanzarán la quinta edición de la Revista Faro: ¡Participe!
Mar 19 Sep 2023
El próximo jueves 21 de septiembre, a las 7:00 p.m., el Observatorio de Evangelización de la Arquidiócesis de Bogotá y la Fundación Universitaria Monserrate lanzarán la quinta edición de la Revista Faro en versión digital, una publicación que, desde un enfoque profético, da a conocer temas de interés general sobre realidades de ciudad y los procesos que se adelantan a nivel pastoral con respaldo académico.La revista recoge temas abordados en los “Diálogos en la ciudad”. Estos diálogos reúnen a una diversidad de actores de la Iglesia Católica para conversar sobre diferentes temas de la vida social, económica, cultural, política, eclesial de la arquidiócesis y el país, para encontrar en dicha realidad la voz de Dios.El evento de lanzamiento se llevará acabo de manera virtual a través de la plataforma Zoom. Este espacio contará con la presencia del doctor Nelson Mafla, teólogo, docente e investigador de la Pontificia Universidad Javeriana y el candidato a doctor Camilo Barrera, director del programa de Trabajo Social en la Escuela de Ciencias Humanas y Sociales de la Fundación Universitaria Monserrate – Unimonserrate.Las personas interesadas en participar, se pueden inscribir a través del siguiente enlace: https://forms.gle/Y36qmtzyun4ReGMS8 .En contextoDesde el 2017 este Observatorio Arquidiocesano de Evangelización (OAE) ha apostado por divulgar las reflexiones, discernimientos y resultados de las investigaciones que se adelantan por medio de la publicación Revista Faro.De acuerdo con la Arquidiócesis de Bogotá, el OAE es un organismo de apoyo estratégico para la evangelización. “Es responsable de hacer permanente lectura evangélica y pastoral de la realidad, para discernir los desafíos en su contexto y coyuntura que la ciudad-región y el mundo globalizado le plantean a la tarea evangelizadora arquidiocesana con una mirada de conjunto, orientada desde el discernimiento evangélico permanente.El resultado de su labor contribuye al desarrollo de los procesos comunicativos y de lectura creyente de la realidad, en los distintos campos de la Evangelización y en los diversos niveles de la vida arquidiocesana”.Para conocer más, ingrese AQUÍ.

Carta abierta del Obispo de Mocoa-Sibundoy ante la crítica situación de violencia que afecta a sus comunidades
Sáb 23 Sep 2023
Ante la crítica situación de violencia que afecta a este territorio ubicado en el suroccidente colombiano, a través de una contundente carta abierta titulada “Juntos, permitamos que la vida viva”, el obispo de la Diócesis de Mocoa-Sibundoy, monseñor Luis Albeiro Maldonado Monsalve, pide signos de paz y subraya el respeto por el derecho a la vida.En el documento, el prelado envía un mensaje de condolencias a las familias que han perdido a sus seres queridos y también a los jóvenes que “experimentan el rigor del lamentable flagelo” del conflicto en los campos y pueblos.En este comunicado, el obispo dirige mensajes a las instituciones, familias, colegios, parroquias, otras entidades religiosas y a los actores en conflicto, con el fin de garantizar la vida y la paz. A estos últimos les recuerda: “ustedes también hacen parte de nuestra sociedad, la vida de ustedes también es sagrada y debe ser respetada”.Monseñor Luis Albeiro Maldonado afirma que “la Iglesia Católica está dispuesta a facilitar y acompañar todo lo que garantice el cuidado de la vida de la persona”. Además, invita a todos a cuestionarse desde estas tres preguntas: ¿Reconozco la vida humana como don sagrado? ¿Quién va a garantizar “la vida y la honra” de nuestra gente? ¿En el centro de nuestros proyectos, está el valor y la dignidad de la persona humana?“Con mi bendición, los pongo en manos del Señor de la paz”, así concluyó su carta.

Episcopado colombiano le da la bienvenida al Nuncio Apostólico, monseñor Paolo Rudelli
Vie 15 Sep 2023
Este viernes, 15 de septiembre, con una Santa Misa celebrada en la Catedral Primada, los obispos colombianos le dieron la bienvenida a monseñor Paolo Rudelli a Colombia, nuevo Nuncio Apostólico, designado por el papa Francisco en el mes de julio. La Eucaristía fue presidida por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, acompañado del cardenal Jorge Enrique Jiménez Carvajal, así como por el vicepresidente y el secretario general del episcopado, monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos y monseñor Luis Manuel Alí Herrera, respectivamente.En la celebración también participaron los sacerdotes que dirigen los diversos departamentos del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano, así como miembros del clero y seminaristas de la Arquidiócesis de Bogotá. Cientos de fieles laicos también se hicieron presente para acoger a monseñor Rudelli.Un peregrino de la esperanza enviado por el Santo Padre a ColombiaDurante su homilía, monseñor Rueda Aparicio, en representación de toda la Iglesia Católica colombiana, agradeció al señor Nuncio por aceptar este ministerio y “disponerse como peregrino de la esperanza para servir a la evangelización de nuestro país”.Precisamente en el contexto de la fiesta litúrgica de Nuestra Señora de los Dolores, el primado de Colombia le recordó a monseñor Paolo Rudelli la importancia que tiene la Virgen para todos los fieles en el país, especialmente con la devoción a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá.“Señor Nuncio ha llegado usted a Colombia que es tierra de la virgen María, venerada en todas las regiones en todas las iglesias particulares…Ella está en todas las cruces del sufrimiento de nuestra Patria (…) Ella lo acompañará también a usted en su misión apostólica, con ternura”, le expresó monseñor Luis José Rueda Aparicio al representante del Santo Padre.“Ir a lo esencial, renovarse e involucrase”: las consignas del Papa Francisco en Colombia que inspiran al NuncioAl concluir la Eucaristía, monseñor Paolo presentó su saludo en nombre papa Francisco; agradeció por la acogida que ha recibido en su llegada y felicitó a monseñor Rueda por su creación como cardenal el próximo 30 de septiembre. Además, manifestó su alegría por llegar a la nación en el contexto de la celebración de los 115 años de la Conferencia Episcopal de Colombia.Monseñor Paolo Rudelli recordó que la misión del Nuncio es hacer cada vez más estrechos los vínculos entre la Santa Sede y las iglesias locales, así como trabajar, especialmente, por el progreso y la paz de los pueblos.En el contexto de una audiencia privada que tuvo monseñor Rudelli con el Santo Padre en los últimos días, el señor Nuncio reafirmó el cariño que tiene el papa Francisco por el pueblo colombiano. Recordó que durante su visita apostólica en 2017 pontífice tuvo la oportunidad de expresar su interés por la paz y la reconciliación del país. Dijo, además, que está seguro que sus mensajes siguen marcando el norte de la Iglesia. También remarcó la importancia de las tres consignas expresadas por el Santo Padre durante paso por Medellín: “ir a lo esencial, renovarse e involucrase”.Finalmente, monseñor Paolo Rudelli dijo que, al comenzar su misión como representante del Santo Padre, pide al Señor poder compartir los gozos, las tristezas y las esperanzas de todo el pueblo colombiano. Además, pidió a todos orar por él y por el Papa.
“Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28)
Vie 22 Sep 2023

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Avanzamos en este mes de septiembre con el desarrollo de nuestro Plan de Evangelización que tiene como lema: “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios” y que hemos comenzado orando por la paz, con el deseo de recibirla en el corazón como don de Dios y transmitirla a nuestros hermanos. El príncipe de la Paz es Jesucristo, que nos la entrega como don de Dios a todos. Conocer a Jesucristo es descubrir donde está la fuente de la paz tan anhelada por toda la humanidad y sabemos que la Sagrada Escritura es la fuente de la Palabra de Dios y quien escucha la voz de Dios en su Palabra, es llamado por el mismo Jesús bienaventurado: “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11, 28).
Caminemos Juntos construyendo nuestra vida sobre la roca firme de la Palabra de Dios. Para ello es necesario seguir escuchando al Señor en su Palabra, que se convierte en norma de vida para nuestro caminar juntos escuchando al Espíritu Santo. Vamos a celebrar la semana bíblica, momento que nos invita a ser más conscientes durante todo el año, de la necesidad de escuchar la voz de Dios, que nos ayuda a conocer más a Jesucristo, que ilumina todos los acontecimientos y circunstancias de la vida. Aparecida nos ha hecho la invitación para conocer a Jesucristo a través de su Palabra: “junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar la experiencia religiosa” (DA 226c).
La misión de la Iglesia es anunciar la Palabra de Dios a tantas personas que no conocen a Jesús, que el Papa Francisco lo recuerda como la tarea prioritaria de la Iglesia, “quiero recordar ahora la tarea que nos apremia en cualquier época y lugar, porque no puede haber auténtica evangelización sin la proclamación explícita de que Jesús es el Señor, y sin que exista un primado de la proclamación de Jesucristo en cualquier actividad de evangelización” (EG 110), que está contenido en la Palabra de Dios que es la fuente de la predicación y la evangelización, porque contiene el mensaje central que nos llama permanente a la conversión y nos lleva a la salvación eterna.
El proceso de conversión a la luz de la Palabra de Dios nos prepara para la celebración de la Eucaristía y para el ejercicio de la Caridad, que requieren la transformación de la vida en Cristo, como culmen de una decisión de conversión que se va fortaleciendo cada día con la escucha de la Palabra y la frecuencia de los Sacramentos, sobre todo la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana (Cfr LG 11), en donde se sirven el pan de la Palabra y el pan de la Eucaristía, tal como lo enseña el concilio vaticano II: “La Iglesia ha venerado siempre la Sagrada Escritura al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la liturgia” (DV 21).
Un cristiano que profundice en la Sagrada Escritura y se alimente de ella en la oración diaria, edifica su conversión sobre roca firme y tendrá contenido para comunicar a los hermanos, mediante una vida coherente con el Evangelio que resuena como anuncio del Reino de Dios en el corazón de muchos creyentes. Eso constituye una siembra del Reino de Dios que puede hacer todo creyente mediante la acción misionera, interpelando a otros con la Palabra de Dios a que sientan en sus corazones el deseo de comunicarla, primero en el ambiente del hogar y luego en los lugares en los que Dios nos pone para dar testimonio de Él, en un compromiso misionero fiel al mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el mensaje de salvación, haciendo discípulos del Señor fieles a la gracia de Dios (Cfr Mt 28, 19).
Con esta certeza todos los cristianos entendemos que la misión de la Iglesia de transmitir la Palabra de Dios, no puede ser algo opcional, ni un agregado a nuestra vida de Fe, Esperanza y Caridad, sino que es el núcleo de nuestro ser cristianos que estamos llamados a comunicar con prioridad, a tiempo y a destiempo, pues se trata de participar en la vida y misión de la Iglesia, escuchando la voz del Espíritu Santo que nos ilumina la manera como debemos comunicar hoy a Nuestro Señor Jesucristo.
Los convoco a poner la vida personal y familiar bajo la guía de la Palabra de Dios que escruta nuestros corazones y nos permite renovarnos interiormente, hasta el punto de convertir nuestra vida en Cristo, para llegar a decir con San Pablo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20), dando testimonio de su proceso de conversión, afirmando “Para mí la vida es Cristo” (Fil 1, 21). Que esta semana bíblica que vamos a vivir juntos, sea un momento especial de gracia para interiorizar la Palabra de Dios, conocer y amar más a Jesucristo y comunicarlo a nuestros hermanos, para que “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios. Que la Santísima Virgen María y el Glorioso Patriarca San José, alcancen del Nuestro Señor Jesucristo el fervor misionero para cumplir con la misión de la Iglesia de anunciar la Palabra de Dios por todas partes. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.
+José Libardo Garcés Monsalve
Obispo de Cúcuta
Diez puntos entresacados de un mensaje poderoso y muy actual - San Juan Pablo II
Mar 19 Sep 2023

“No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón”
Mensaje de San Juan Pablo II en la Jornada por la paz del año 2002
“La verdadera paz, pues, es fruto de la justicia, virtud moral y garantía legal que vela sobre el pleno respeto de derechos y deberes, y sobre la distribución ecuánime de beneficios y cargas. Pero, puesto que la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta a las limitaciones y a los egoísmos personales y de grupo, debe ejercerse y en cierto modo completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las relaciones humanas truncadas. Esto vale tanto para las tensiones que afectan a los individuos, como para las de alcance más general, e incluso internacional. El perdón en modo alguno se contrapone a la justicia, porque no consiste en inhibirse ante las legítimas exigencias de reparación del orden violado. El perdón tiende más bien a esa plenitud de la justicia que conduce a la tranquilidad del orden y que, siendo mucho más que un frágil y temporal cese de las hostilidades, pretende una profunda recuperación de las heridas abiertas. Para esta recuperación, son esenciales ambos, la justicia y el perdón.”
1. Siguiendo la enseñanza y el ejemplo de Jesús, los cristianos están convencidos de que mostrar misericordia significa vivir plenamente la verdad de nuestra vida: podemos y tenemos que ser misericordiosos, porque nos ha sido manifestada la misericordia por un Dios que es Amor misericordioso.
2. A cuantos le objetaban que comía con los pecadores, Jesús les ha contestado: «Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9, 13). Los seguidores de Cristo, bautizados en su muerte y en su resurrección, deben ser siempre hombres y mujeres de misericordia y perdón.
3. El perdón, antes de ser un hecho social, nace en el corazón de cada uno. Sólo en la medida en que se afirma una ética y una cultura del perdón se puede esperar también en una «política del perdón», expresada con actitudes sociales e instrumentos jurídicos, en los cuales la justicia misma asuma un rostro más humano.
4. En realidad, el perdón es ante todo una decisión personal, una opción del corazón que va contra el instinto espontáneo de devolver mal por mal. Dicha opción tiene su punto de referencia en el amor de Dios, que nos acoge a pesar de nuestro pecado y, como modelo supremo, el perdón de Cristo, el cual invocó desde la cruz: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34).
5. El ser humano cuando comete el mal, se da cuenta de su fragilidad y desea que los otros sean indulgentes con él. Por tanto, ¿por qué no tratar a los demás como uno desea ser tratado?
6. Todo ser humano abriga en sí la esperanza de poder reemprender un camino de vida y no quedar para siempre prisionero de sus propios errores y de sus propias culpas. Sueña con poder levantar de nuevo la mirada hacia el futuro, para descubrir aún una perspectiva de confianza y compromiso.
7. El perdón es necesario también en el ámbito social. Las familias, los grupos, los Estados, la misma Comunidad Internacional, necesitan abrirse al perdón para remediar las relaciones interrumpidas, para superar situaciones de estéril condena mutua, para vencer la tentación de excluir a los otros, sin concederles posibilidad alguna de apelación. La capacidad de perdón es básica en cualquier proyecto de una sociedad futura más justa y solidaria.
8. Por el contrario, la falta de perdón, especialmente cuando favorece la prosecución de conflictos, tiene enormes costes para el desarrollo de los pueblos. ¡Cuánto sufre la humanidad por no saberse reconciliar, cuántos retrasos padece por no saber perdonar! La paz es la condición para el desarrollo, pero una verdadera paz es posible solamente por el perdón.
9. La propuesta del perdón no se comprende de inmediato ni se acepta fácilmente; es un mensaje en cierto modo paradójico. En efecto, el perdón comporta siempre a corto plazo una aparente pérdida, mientras que, a la larga, asegura un provecho real. La violencia es exactamente lo opuesto: opta por un beneficio sin demora, pero, a largo plazo, produce perjuicios reales y permanentes.
10. El perdón podría parecer una debilidad; en realidad, tanto para concederlo como para aceptarlo, hace falta una gran fuerza espiritual y una valentía moral a toda prueba. Lejos de ser menoscabo para la persona, el perdón la lleva hacia una humanidad más plena y más rica, capaz de reflejar en sí misma un rayo del esplendor del Creador.
+Luis José Rueda Aparicio
Arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia
Bienaventurados los que trabajan por la paz
Jue 7 Sep 2023

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - El desarrollo del Plan Evangelizador de nuestra Diócesis de Cúcuta para este mes de septiembre tiene como lema: “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios”, con el momento significativo de vivir la semana por la paz y la semana bíblica, que tiene como propósito que cada uno de nosotros siga afianzando el fervor y celo pastoral en un trabajo comprometido por la paz, como don precioso de Dios para toda la humanidad, con el corazón dispuesto a recibir esta gracia, que nos compromete a trabajar intensamente por tener en la vida a Nuestro Señor Jesucristo que nos conduce a la verdadera paz.
Cuando aceptamos a Jesucristo en la vida personal y familiar, brota del interior el deseo de trabajar y construir la paz y como consecuencia seremos llamados por el mismo Señor, bienaventurados, así lo expresa Jesús en el sermón de la montaña: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará sus hijos” (Mt 5, 9). Esta es la tarea de todo cristiano, ayudar a que todos vivamos en paz, construida desde el perdón y la reconciliación que nos pide amar a los enemigos y orar por los que nos persiguen y calumnian, aprendiendo a resolver los conflictos y problemas diarios desde el Evangelio, que es opuesto a toda violencia y división tal como lo enseña Jesús: “Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen. Así serán dignos hijos de su Padre del cielo, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5, 43-45).
Llegar a trabajar por la paz presupone que reinen en nuestro corazón las demás bienaventuranzas. Cuando tengamos la confianza puesta solo en Dios desde la pobreza evangélica, cuando tengamos el alma limpia de todo pecado, comenzamos a tener paz en nosotros mismos y también la podemos ofrecer a los demás, paz que no depende de nuestros méritos, sino de la gracia de Dios. No es la paz como la que busca el mundo, que en muchos casos es más un negocio que pide beneficios para quienes la proporcionan, sino que es un maravilloso regalo que Jesucristo ha ganado con su Sangre y que nos quiere dejar para vivir en unidad y comunión. “La Paz les dejo, mi paz les doy. Una Paz que el mundo no les puede dar” (Jn 14, 27), que implica trabajar intensamente por tener en la vida a Nuestro Señor Jesucristo príncipe de la paz.
Jesucristo ha puesto su morada entre nosotros para devolvernos la paz perdida por el pecado y conducirnos a la paz verdadera, llamando a todos los que están dispersos y divididos para lleguen a la comunión como don de Dios. Su misión la ha cumplido desde la cruz, clavado en el madero nos devolvió la paz con Dios, cuando nos otorgó el perdón misericordioso, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34), que implica dejarnos limpios de todo pecado y libres de toda división que nos separa de Dios y liberados de odios, resentimientos, rencores y venganzas que destruyen nuestras relaciones familiares y comunitarias y hacen que la paz comience a debilitarse y morir.
Ser llamados por el Señor bienaventurados por trabajar por la paz, significa tener paz en el corazón y luego transmitirla a los otros procurando ambientes de paz entre los hermanos, sobre todo quienes están en división y conflicto o están alejados de Dios. Un bautizado que tiene las cosas ordenadas en su corazón, que está limpio en su corazón, es capaz de dejar entrar a su vida las virtudes de la Fe, la Esperanza y la Caridad, que ponen al creyente en perfecta comunión con Dios, cosechando en su corazón como fruto maduro las demás virtudes que rigen la vida del creyente y lo ponen en actitud de acogida del hermano, incluso del enemigo y del que causa ofensas permanentemente. Con un corazón limpio, que está en gracia de Dios, es posible trabajar por la paz, porque la limpieza de corazón permite ver a Dios en el hermano, aún en aquel que es más conflictivo y en el que está más dividido. La limpieza de corazón permite el acercamiento al otro como el buen samaritano que limpia las heridas de odio, resentimiento, rencor y venganza que hay en el corazón del prójimo para llevarlo hasta Dios a que cuide de Él y sane sus heridas.
En este mes de septiembre celebramos la semana por la paz, con el primer compromiso de orar por la paz tan anhelada por todos y luego a trabajar para que vivamos en familias perdonadas, reconciliadas y en paz. Todos queremos la paz y hacemos grandes esfuerzos por conseguirla. En este trabajo intenso y desde el corazón, tenemos la certeza de un premio: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará sus hijos” (Mt 5, 9), sabiendo que el Padre de todos es solamente Dios, y no se puede entrar a formar parte de su familia, si no vivimos en paz entre todos por medio de la caridad fraterna, trabajando por crear armonía y unidad en nuestro entorno.
Nuestro Señor Jesucristo necesita que lo dejemos obrar en nuestro corazón y que lo dejemos entrar en nuestra vida: “mira que estoy a la puerta y llamo. Cuando alguien me oye y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y el conmigo” (Ap 3, 20). De nuestra parte tengamos la disposición de decirle: “Quédate con nosotros Señor” (Lc 24, 29) esta es la clave para vivir perdonados, reconciliados y en paz en nuestras familias y en la sociedad, para que hoy y siempre “Caminemos Juntos, en paz, guiados por la Palabra de Dios. En unión de oraciones. Reciban mi bendición.
+José Libardo Garcés Monsalve
Obispo de Cúcuta
Por caminos de reconciliación y respeto a la vida humana
Mié 6 Sep 2023

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - En esta mañana del domingo, cuando vivimos la alegría de la resurrección del Señor Jesús, que nos salvó del pecado y de la muerte, regalándonos la alegría, los invito para que lo invitemos a nuestros hogares y resuene su saludo pascual: “La paz este con ustedes” (Juan 20,21).
En esta mañana, en todos los rincones de Colombia, los invito a pensar en los hombres y mujeres que entregan su vida por el País, por Colombia, con sudor, sacrificio y abnegación dando lo mejor de sus vidas para salvaguardar el orden público, el valor de la vida, la soberanía de Colombia, la defensa de la legalidad. Hombres de fe y de integridad.
Cada semana, ponemos nuestra vida en manos de Dios, en este programa NOTAS HUMANAS Y DIVINAS, afirmamos el auxilio del Señor en nuestra vida y trabajo, mirando al resucitado. Los invito para que elevemos súplicas al Señor de los Ejércitos, pidiendo bendiciones sobre nuestra Patria y sobre nuestras acciones, sobre el trabajo de los colombianos, sobre nuestros soldados y policías.
Los invito a tener un sentimiento de gratitud para con los hijos de Colombia, hombres y mujeres que llevando el uniforme de nuestras Fuerzas Armadas -soldados y policías- en lugares muy diversos de Colombia, donde sirven el bien común, nos dan seguridad y acompañan la democracia de la Patria.
Son muchos los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, el Ejército Nacional, la Armada Nacional, la Fuerza Aeroespacial Colombiana y la Policía Nacional, que cumplen con las tareas y acciones que, con gran esfuerzo cumplen en favor de los colombianos, protegiéndonos de particulares amenazas.
Estos hombres y mujeres son hombres de profunda fe, en Dios, en su misericordia y le ponen a Él, como fundamento de sus vidas y tareas. Son hijos de la Patria, que están acompañados de las oraciones de sus Padres, de sus esposas, de sus hijos.
Recojámonos en un momento de oración pidiendo que Dios proteja y acompañe a los soldados de Colombia, por nuestros Policías. Estos días son días de prueba, muchos de ellos han entregado su vida, han derramado la sangre por Colombia.
Los invito para que pongamos en manos del Dios justo y fiel, sus vidas y sus familias, pongamos en manos de Dios su servicio, la entrega de todos nuestros soldados caídos, al servicio de la libertad, del orden social.
Con gran fe, pongamos a las familias de estos soldados y policías caídos cumpliendo su juramento solemne de llegar incluso a entregar la vida por Colombia, para que encuentren el auxilio de Dios.
La muerte de tantos soldados 34 – y policías 37 en este año 2023, nos tienen que hacer reflexionar y pensar en la profunda opción que tenemos que hacer por construir la paz en nuestra Patria.
Pidamos al Señor que la tarea y la vida de estos soldados, continúe siempre poniéndose al servicio de la construcción de la paz, una paz verdadera, sincera, estable y justa, donde cada uno reciba los beneficios de esta opción por la vida humana, en el cumplimiento de la doctrina social de la Iglesia: la defensa de la vida, el cuidado de la dignidad de la persona y la garantía de los derechos humanos para todos, sin distinción de su condición social.
Esta tarea de la construcción de la paz, tiene que estar presente en todas nuestras comunidades, en todos los rincones de la Patria, donde es fundamental la colaboración de todos -hombres y mujeres- de todas las condiciones sociales. La paz debe comenzar en las familias, en las pequeñas comunidades, en los grupos sociales y humanos que nos agregan y comprometen. La paz se deber construir con honestidad, con trabajo, con rectitud, con lucha a la corrupción y al mal, con nuestra opción por alejarnos del pecado y del mal.
La paz comienza con la convivencia y la ayuda fraterna entre todos los colombianos, con el respeto de nuestras autoridades legítimas y, especialmente, en el fortalecimiento de la justicia, en la afirmación del derecho.
Pidamos a Dios que nuestros Soldados y Policías puedan fortalecer sus capacidades de servicio, sus competencias para ponerse al servicio de los colombianos. Nos lo regale Jesucristo, “camino, la verdad y la vida”, sea El nuestro camino, nuestra paz, nuestra justicia. Que podamos construir la Patria, en el cumplimiento de la ley y, especialmente, fortaleciendo las relaciones justas entre los colombianos, que nuestra tarea construya la paz, en la legitima defensa de los derechos de todos.
Recibe Oh Dios, en tu paz a cuantos han caído víctimas del horror del doloroso y conflicto, que podamos estrecharnos en el eterno abrazo de la paz y, que construyamos la Patria por caminos de verdad, justicia y reconciliación. Nuestra Reina, la Virgen del Rosario de Chiquinquirá nos arrope con su manto.
¡Alabado sea Jesucristo!
+Víctor Manuel OCHOA CADAVID
Obispo Castrense de Colombia
Editorial publicada en "Notas humanas y divinas" de RCN, 3 de septiembre 2023.
¿Cura falso? ¡Cuidado con el lenguaje!
Vie 22 Sep 2023

Por Pbro. Raúl Ortiz Toro- Recuerdo que hace unos años las expresiones “cura falso”, “secta” e “iglesia de garaje” eran muy frecuentes para designar a aquellos que no pertenecían a la Iglesia Católica Romana. La historia de la diversidad religiosa en Colombia ha estado llena de sinsabores para quienes no profesan la religión mayoritaria. Lo paradójico del asunto es que la Iglesia Católica ha sido desde siempre defensora del derecho a la libertad religiosa, de cultos y de conciencia porque nació en el seno de una religión que la estigmatizó y la consideró “secta”. Recordemos que san Pablo, en su testimonio, recordaba que él estaba convencido de que matando cristianos daba gloria a Dios.
En muchos países del mundo el cristianismo en general, y particularmente el catoliciso romano que está en obediencia al Papa, sigue siendo una minoría. Con frecuencia nos enteramos de persecuciones y asesinatos por motivos religiosos en territorios de misión extranjera e incluso en países como Colombia, en zonas apartadas, el catolicismo es religión minoritaria. El Concilio Vaticano II en los años sesenta, leyendo los signos de los tiempos y reconociendo que el catolicismo seguía siendo minoría en muchas regiones, envió un mensaje al mundo a través de su declaración “La dignidad humana” (Dignitatis Humanae) en la que los obispos expresaron que “la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa” y que dicha libertad consiste en la inmunidad de coacción, es decir, que “ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos” (DH, 2).
En algunas zonas del mundo que históricamente acogieron a las poblaciones migrantes de los siglos XIX y XX de manera masiva, la diversidad religiosa ha sido un tema que no ha causado mayores dificultades. Un ejemplo claro de esto es Argentina: niños y jóvenes como Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, a mediados del siglo pasado se encontraban en la escuela para compartir la vida sin discriminaciones entre ellos: católicos, luteranos, musulmanes, judíos, y demás. En países como Colombia, donde circunstancias históricas, políticas, geográficas, entre otras, impidieron que hubiera una fuerte presencia de migrantes en siglos pasados, la diversidad religiosa se estigmatizó, la religión mayoritaria se consideró “del Estado” y los más integristas se abrogaron el derecho de creerse ya salvados por su pertenencia institucional. Y la vivencia del ser cristiano y el amor a los semejantes, ¿para cuándo? ¡Que vivan la fraternidad humana en otros países, pero en Colombia no!” – dicen algunos.
Por esta razón, se llegaron a usar palabras despectivas como “secta” cuando se referían a una iglesia cristiana histórica, “cura falso” cuando se veía un pope ortodoxo, o “iglesia de garaje” cuando iban avanzando las comunidades de fe cristiana no católica. Estas son palabras que hoy en día no se usan (o no deberían usarse) porque hemos entendido, gracias al mismo magisterio de la Iglesia, y últimamente debido a la insistencia del papa Francisco, como en este pasaje de Fratelli tutti que “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. Como enseñaron los Obispos de India, «el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor»” (Hermanos todos, 271).
Por supuesto, tampoco podemos ser ingenuos y, con base en un falso irenismo, desconocer que, aunque la diversidad religiosa sí es una realidad que está ahí en la sociedad actual y que no podemos ocultar, y que la libertad religiosa es un derecho que nos beneficia también como católicos romanos, etcétera, no obstante el modo como en Colombia se ha tratado el tema (con base en el artículo 19 de la Constitución Política, la ley estatutaria de libertad religiosa (133 de 1994) y el decreto de Política Pública Integral de Libertad Religiosa y de Cultos de 2018) ha sido, muchas veces y, lamentablemente, desconociendo el principio de proporcionalidad que defiende los derechos adquiridos por las mayorías en la historia, y permitiendo el proselitismo político y religioso, y, tercero, aunque en menor medida, pasando por alto la supervisión, vigilancia y control que alguien debe hacer.
No por casualidad, en Colombia, existen 10.600 entidades religiosas a las que el Ministerio del Interior les ha otorgado personería jurídica especial durante los últimos 30 años; a principios de este, la directora de Asuntos Religiosos (DAR) del Ministerio del Interior alertó por varios medios noticiosos de la existencia de una red de tramitadores que gestionan fraudulentamente personerías jurídicas para que terceros terminen delinquiendo, con la fachada de iglesia, a través, por ejemplo, de lavado de activos y evasión de impuestos. Sé que la DAR está comprometida en erradicar estos vicios y fraudes. Esta realidad, sin embargo, no debe llevarnos a estigmatizar a todas las entidades religiosas, pues la generalización es de insensatos. Más bien tiene que movernos a los agentes de evangelización al compromiso decidido en el cumplimiento de nuestra misión, y a todos debe motivarnos a trabajar juntos, desde nuestra propia identidad, en aquellos temas que compartimos, por ejemplo, la promoción humana integral, el cuidado de nuestra casa común, y la búsqueda de la reconciliación y la paz.
P. Raúl Ortiz Toro
Director de los Departamentos de Doctrina y PUD
Las novedades del Instrumentum Laboris
Vie 25 Ago 2023

El Instrumentum Laboris: un documento de reflexión para la Iglesia sinodal
Por Pbro. Raúl Ortiz Toro
Director Departamento de Doctrina
Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano
Se acerca la primera sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos que tendrá lugar en Roma en el próximo mes de octubre. Para los trabajos que se desarrollarán, la Secretaría General publicó en el pasado mes de junio el documento Instrumentum Laboris. Hay una gran expectativa en la Iglesia por las conclusiones a las que se llegará; no se pretende cambiar el dogma – como muchos detractores mal intencionados han afirmado –, ni se trata de un parlamento para socializar iniciativas que reformen la disciplina eclesiástica. El Sínodo de los Obispos inició en 1965 gracias al papa San Pablo VI y ha tratado siempre temas coyunturales en la Iglesia. Ahora habrá una novedad especial: si el Sínodo va a tratar el asunto sinodal era muy lógico que se viviera la sinodalidad en su desarrollo, por ello han sido integrados otros miembros del pueblo de Dios no obispos, en total 370 personas.
Mientras se desarrollan las dos sesiones en 2023 y 2024, la Iglesia continúa el camino sinodal en las comunidades eclesiales locales. Para ello, los documentos de este proceso son siempre útiles y no pierden vigencia. Más aún, el Instrumentum Laboris (que puede encontrarse en distintos idiomas en el sitio www.synod.va) desde ya puede ser utilizado en la actividad evangelizadora de las Iglesias Particulares como incentivo de reflexión y aliciente de acción.
El documento cuenta con dos grandes bloques; el primero, llamado Sección A: Por una Iglesia Sinodal. Una experiencia integral, tiene, a su vez, dos partes. En la primera se hace acopio de las síntesis continentales, nacionales y diocesanas de la escucha sinodal y llega a las siguientes conclusiones.
1. Una Iglesia sinodal se funda en el reconocimiento de la dignidad común que deriva del bautismo. Esto debe verse reflejado en sus instituciones, estructuras y procedimientos.
2. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha: del Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios, de los acontecimientos de la historia, y de los otros (individuos y comunidades eclesiales). Esto debe llevar a asumir la virtud de la humildad, saber pedir perdón y reconocer que hay mucho por aprender.
3. Una Iglesia sinodal es una Iglesia de encuentro y diálogo. Esta dimensión se ve reflejada en el diálogo ecuménico e interreligioso que no busca la uniformidad.
4. Una Iglesia sinodal sabe relacionar Amor y Verdad como Cristo.
5. Una Iglesia sinodal sabe gestionar las tensiones sin dejarse destruir por ellas y sin apresurarse a ofrecer soluciones inmediatas, sino que escucha, presta atención y se pone en contacto con la sana inquietud de lo incompleto.
6. Una Iglesia sinodal se alimenta incesantemente del Misterio que celebra en la liturgia, particularmente en la Eucaristía.
7. Una Iglesia sinodal es también una Iglesia del discernimiento.
La segunda parte de la Sección A, trata el tema de la Conversación Espiritual como método grupal para la escucha y el discernimiento, y que se utilizará en esta sesión de la Asamblea. El documento expresa que es una prioridad de primer orden la “formación en el método, de animadores capaces de acompañar a las comunidades a practicarlo” Y concluye con contundencia: “La formación para la conversación en el Espíritu es la formación para ser una Iglesia sinodal”. Nuestros obispos colombianos en la pasada Asamblea Plenaria de julio de 2023 trabajaron profundamente con esta metodología.
El segundo bloque, Sección B: “Comunión, misión, participación. Tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal”, desarrolla la teología propia de la sinodalidad. Un gran cambio en la hermenéutica del proceso es que el orden de las tres prioridades: “comunión, participación, misión” pasa a tener la misión en el centro: “comunión, misión, participación”, por dos razones:
1. La comunión y no la participación, es la condición de la credibilidad del anuncio evangelizador. Ahora bien, como “la comunión representa a la vez la fuente y el fruto de la misión porque la comunión es misionera y la misión es para la comunión” (Christifideles Laici, 32), de allí se sigue que la orientación a la misión es el único criterio evangélicamente fundado para la organización interna de la comunidad cristiana, la distribución de funciones y tareas, y la gestión de sus instituciones y estructuras.
2. Es en relación con la comunión y la misión como puede entenderse la participación y por eso solo puede abordarse en tercer lugar. Se supera, así, la visión dualista según la cual la comunión indica las relaciones ad intra, mientras la misión solo tiene que ver con el impulso ad extra. Además, la participación como resultado y no como condición, adquiere una orientación finalista “que impide que se convierta en el frenesí de las reivindicaciones de derechos individuales”.
Finalmente, el documento presenta como anexo las “Fichas de trabajo para la asamblea sinodal”. En total son quince fichas, cinco para cada prioridad. Cada ficha consta de una introducción, una pregunta para el discernimiento y unas sugerencias para la oración y la reflexión. Las tres preguntas nucleares son:
1. Una comunión que se irradia: ¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?
2. Corresponsables en la misión: ¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?
3. Participación, responsabilidad y autoridad: ¿Qué procesos, estructuras e instituciones son necesarios en una Iglesia sinodal misionera?
Todos los servidores de la evangelización estamos invitados a continuar en nuestras propias comunidades eclesiales el camino sinodal, porque este no es una actividad aislada o un proyecto pontificio, es la vida misma de la Iglesia que continuamente se renueva con el ánimo de llegar a todos como Cristo lo hizo.
¿Qué es necesario? R/ La Buena Voluntad
Lun 14 Ago 2023

Por Pbro. Rafael Castillo Torres - El pasado 9 de agosto, en la sede del CELAM y convocados por una de las instancias de la Iglesia que sirve a la reconciliación y la paz, la Relación Iglesia-Estado, se dieron cita distintos actores con responsabilidad con el Mecanismo de Monitoreo y Verificación para el Cese al Fuego Bilateral, Nacional y Temporal, entre el Gobierno Nacional y el ELN.
Como quiera que el objetivo principal del encuentro era hacer un ejercicio pedagógico dentro del alistamiento para el servicio que se le pide a la Iglesia en los territorios, estuvieron presentes los negociadores del gobierno y del ELN; la Representación de Naciones Unidas; la Nunciatura Apostólica en Colombia; las tres instancias de la Conferencia Episcopal de Colombia, así como representantes de embajadas y delegados de la cooperación internacional. Notoria fue la presencia, interés y participación de los sacerdotes párrocos venidos de distintas regiones de Colombia donde precisamente se ha de acompañar la verificación del cese al fuego. Valiosas fueron la socialización de los protocolos del mecanismo; la profundización en el Derecho Internacional Humanitario y los aportes que, con su reflexión y las preguntas provenientes de los territorios, hicieron los curas párrocos. Muy positiva fue la voluntad expresada por ellos de conformar y preparar muy bien los equipos diocesanos que habrían de acompañar este proceso.
En el ámbito de las reflexiones y de la escucha, surgió una pregunta hecha, tanto a los negociadores del ELN, como a los negociadores del gobierno: ¿Cuáles son las oportunidades que nos ofrece el cese al fuego?
Bernardo Téllez, de la dirección Nacional del ELN, señaló que “es una oportunidad histórica de encontrar una solución política a las causas estructurales del conflicto armado. Los procesos hasta ahora no han tocado las causas y ese es el principal reto que tenemos en esta negociación. Sin las transformaciones que no toquen los temas de fondo, no será posible la paz. Sin estos cambios y sin el abordaje soberano del narcotráfico no será fácil. La visión de paz del ELN ha sido siempre la participación de las mayorías excluidas. Colombia no ha tenido momentos de paz sino pacificaciones que no han contribuido a un nuevo pacto social capaz de erradicar la violencia. Los conflictos de Colombia siempre han sido tratados con violencia. Desde el ELN queremos que este proceso tenga dos grandes resultados: Una participación activa en una agenda de cambio en función de un acuerdo nacional y que el cese al fuego se consolide en función de una salida política negociada al conflicto social y armado”.
Por su parte el vicealmirante retirado, Orlando Romero Reyes. Negociador por parte del gobierno, expresó que “el cese al fuego mantendrá el Estado Social de Derecho y que el mecanismo de verificación no sustituye a la fiscalía ni a la investigación judicial. Lo que se busca es bajar la intensidad del conflicto empezando por las comunidades más vulnerables. Necesitamos y estamos urgidos de una pedagogía que ayude mantener los compromisos de las partes. Este es un proceso que se ha realizado con transparencia. Tenemos que lograr que la fuerza publica respete el Derecho Internacional Humanitario. Reconocemos que es un proceso con muchos problemas porque hay otros grupos en el mismo lugar. Queremos activar el canal de la vida. Queremos evitar que haya confusión por mensajes errados. Este proceso del cese al fuego tendrá muchos incidentes que esperamos no se repitan y nos sirvan de aprendizajes. El cese al fuego nos exige y nos demanda hablar con la verdad y tener un condigo de conducta”.
Escuchando a los sacerdotes provenientes de los territorios y a los dos artífices del cese al fuego, el comandante Bernardo Téllez y el vicealmirante Orlando Romero Reyes, creo que es importante abrir la reflexión sobre aquello que es pertinente para la concreción de esta agenda de negociación en la que ya el cese al fuego es un paso importante que permite silenciar fusiles, recuperar la palabra y abrir caminos para los alivios humanitarios. Dos exigencias debemos hacerles:
La primera es que los negociadores del gobierno y del ELN deben ser conscientes que, para avanzar, más allá del cese al fuego los sacerdotes y las comunidades les están pidiendo magnanimidad, creatividad y esas nuevas genialidades que exige el logro de la paz. Y ello porque lo que siga de ahora en adelante, necesariamente, tendrá que ayudar a crecer la esperanza, a que maduren las confianzas, disminuyan los sufrimientos y se reduzcan las hostilidades. Esto es lo que hará creíble cada esfuerzo de la mesa de negociación.
La segunda exigencia esta determinada por cuanto está a la base de todos los propósitos nobles: La Buena Voluntad. La buena voluntad es el único bien que es solamente bueno y no merece restricción. Es buena o no es.
La ausencia de buena voluntad en la mesa de negociación tiene consecuencias muy graves. Si la buena voluntad no es previa a lo que se está pensando y se pretende hacer, es imposible que se tenga en la mesa de negociaciones una base común que de esperanzas. Si hay malicia, sospecha, desconfianza será muy difícil construir algo que congregue y vincule a todos. Sólo con la buena voluntad de las partes se puede construir algo bueno para la Nación. Ojalá se pudiera entender que es la buena voluntad el factor principal de unión de cara a una respuesta que supere los desafíos que escuchamos en ambos artífices del cese al fuego. Si no hay buena voluntad no hay salida. La buena voluntad es la tabla de salvación de esta negociación.
Nuestra nación, para tomar una expresión del Papa Francisco, tiene una permanente llaga social producida por la desatención a las necesidades de nuestra gente, la cual hoy es una sangría incontenida. Nuestras élites nunca han pensado a una solución como conjunto, sino para ellas. Han estado más empeñadas en defender privilegios que en garantizar derechos para todos. Esta negociación debe considerar este aprendizaje que está a la base de la construcción de una paz estable y duradera.
Si la buena voluntad es tan decisiva, es un deber suscitarla en todos. En caso de riesgos como los que vive la nación, hasta los más egoístas deben ayudar con su buena voluntad. Qué bueno que la mesa sea capaz de dar el viraje necesario: “pasar de los intereses en conflicto a su capacidad de mostrar buena voluntad”. En la mesa de negociación no dudamos de que hay un capital inestimable. Si cada uno de los negociadores quisiera arreglar las cosas, se saldría adelante. Con la buena voluntad siempre es posible salir adelante. Hago dos propuestas: que los negociadores salden su hipoteca buena voluntad y que, en cada uno de nosotros, la autoestima, sea un llamado a la buena voluntad.
Pbro. Rafael Castillo Torres
Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social
Catequesis sobre el exorcismo
Dom 6 Ago 2023

Aspectos importantes sobre el sacramental del exorcismo
Por Pbro. Raúl Ortiz Toro
Director Departamento de Doctrina
Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano
1. El tema del exorcismo corresponde al tratado de Antropología Teológica.
2. Dejando por sentada la existencia del Demonio, la acción de este sobre el hombre suele entenderse de manera ordinaria a través de la tentación, y de manera extraordinaria, a través de fenómenos no habituales como la posesión, la vejación, la infestación y la obsesión.
3. La acción ordinaria del Demonio, es decir, la tentación, que busca conducir al pecado, es más incisiva y peligrosa para la salvación humana que su acción extraordinaria, pues atenta contra la vida de gracia del bautizado ya que va dirigida únicamente a la perdición del alma. Por el contrario, la acción extraordinaria del Demonio va dirigida a la materia corporal. En este sentido, incluso un poseso podría estar en estado de gracia ya que el Demonio no puede poseer el alma sino posiblemente el cuerpo y su influencia se limita únicamente a los sentidos exteriores e interiores (imaginación y sensibilidad).
4. La doctrina recta e íntegra de la Iglesia no admite conceptos como “pecado intergeneracional” o “cadenas intergeneracionales de pecado” que desplazan la responsabilidad personal por el pecado cometido (cf. Catecismo de la Iglesia Católica –1868 y 1869) a los antepasados o incluso al Demonio.
5. En lugar de pecados intergeneracionales la Iglesia enseña que existe una especie de “cooperación” al mal cuando, por ejemplo, en una familia, un mal ejemplo se vuelve un pecado cometido por imitación y este en una “estructura de pecado” constituyendo un “pecado social”. Los actos humanos son personales y las consecuencias son intransferibles (cf. Ez 18,2 y Jer 31,30).
6. Aparte de la posesión, la acción extraordinaria del Demonio también puede ser infestación: cuando se trata de presencia maligna en lugares, objetos y animales.
7. Puede ser vejación: cuando se presentan molestias demoniacas en los sentidos externos sin llegar a poseer el cuerpo de la persona.
8. Puede ser obsesión: si son agresiones en la esfera psíquica o afección de los sentidos internos (imaginación, fantasía, memoria, sentimientos…). Puede afectar indirectamente el entendimiento y la voluntad (como sucedió a San Carlos de Sezze o a Santa Gema Galgani).
9. Con respecto a la posesión diabólica, la Introducción al Ritual de Exorcismos vigente señala los siguientes signos principales (numeral 16): Hablar un lenguaje desconocido con muchas palabras o entender al que lo habla, descubrir acontecimientos distantes o secretos, mostrar fuerzas superiores a su naturaleza o edad, pero, sobre todo, mostrar aversión vehemente a Dios, a Santa María la Virgen, los santos, a la Iglesia, a la Palabra de Dios, a sus cosas, ritos, especialmente sacramentales, y a sus sagradas imágenes.
10. La teología católica no admite la posesión por almas de difuntos (llamadas almas vagas, colgantes o errantes).
11. El exorcismo es un sacramental (cf. Catecismo, No. 1667), es decir, un signo sagrado que no confiere la gracia sino que la dispone.
12. Sobre el exorcismo solemne el Catecismo, numeral 1673 aclara: “Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf Mc 1,25-26; etc.), de Él tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (cf Mc 3,15; 6,7.13; 16,17). En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne llamado «el gran exorcismo» sólo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es importante, asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad” .
13. El Código de Derecho Canónico (canon 1172) declara: “§ 1. Sin licencia peculiar y expresa del Ordinario del lugar, nadie puede realizar legítimamente exorcismos sobre los posesos. § 2. El Ordinario del lugar concederá esta licencia solamente a un presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.
14. La Instrucción de la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe sobre las oraciones para obtener de Dios la curación (2000) precisa:
• Art. 8 - § 1. El ministerio del exorcistado debe ser ejercitado en estrecha dependencia del Obispo diocesano, y de acuerdo con el can. 1172, la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 29 de septiembre de 1985 y el Rituale Romanum.
•§ 2. Las oraciones de exorcismo, contenidas en el Rituale Romanum, deben permanecer distintas de las oraciones usadas en las celebraciones de curación, litúrgicas o no litúrgicas.
•§ 3. Queda absolutamente prohibido introducir tales oraciones en la celebración de la Santa Misa, de los Sacramentos o de la Liturgia de las Horas.
15. Al ser el obispo el exorcista natural de su diócesis y la autoridad competente, solo él puede delegar este ministerio a uno o varios sacerdotes (no a un diácono ni a un laico), por un tiempo determinado para todos los casos, o “ad casum”, según cada circunstancia.
16. La administración del sacramental del exorcismo es pública, pero reservada (no íntima) y es necesario conformar un Equipo de apoyo que ayude al exorcista en el Ministerio de discernimiento: escuchando a los posibles afectados, apoyando el diagnóstico de la acción extraordinaria del demonio con recurso a profesionales de la salud mental y física, asistiendo con la oración de intercesión y favoreciendo un seguimiento de los casos.
17. Ningún sacerdote puede autodispensarse de la obligación de cumplir la disciplina canónica que limita la administración del sacramental del exorcismo al delegado episcopal. Comete doble falta si, usurpando este ministerio, solicita algún tipo de retribución económica o acepta tácitamente ofrendas por su servicio, permitiendo que se perciba entre los fieles algún tipo de negocio o transacción.
18. Todos los presbíteros deben evitar caer en el riesgo de practicar exorcismos de emergencia como reacción inmediata cuando se presentan personas visiblemente afectadas. En estos casos debe esperarse a que la persona esté consciente y tenga dominio de sí para entablar un diálogo sosegado.
19. Igualmente, todos los presbíteros deben evitar la simulación (exorcismos ilícitos por no tener licencia del Ordinario), la espectacularidad (práctica del Ritual en sitios públicos y con afluencia de personas, además del recurso a la impostación de la voz, movimientos extraños e histriónicos, utilización excesiva y no adecuada de sacramentales, ambientación tenebrosa, etc.), la persuasión (inducir a alguien a pensar que está poseído), el exceso de fuerza y el maltrato físico para con las personas afectadas y todo tipo de abuso de poder, de conciencia, económico y sexual que pueda darse por manipulación o aprovechamiento de las circunstancias ante una persona en incapacidad de resistir o con estado de inconciencia.
20. En razón de la sensatez pastoral que debe asistir a los ministros de la Iglesia, ninguno de ellos debe dar “diagnósticos” a las personas que experimentan molestias espirituales dictaminando que su malestar es ocasionado por maleficios, brujerías, “mal de ojo” o cualquier otra causa preternatural.
21. Sobre los lugares posiblemente infestados por la acción extraordinaria del demonio no se practica el Ritual de los exorcismos ya que estos se reservan únicamente para administrarlos a las personas humanas. Los lugares pueden ser bendecidos y la acción ex opere operantis es suficiente para disponer a la gracia.
22. El Ritual de Exorcismos de 1614 permitía la exorcización de los sacramentales (agua, sal, aceite, etc.), sin embargo, el nuevo Ritual de Exorcismos de 1998, inspirado en una auténtica interpretación teológica, considera que es suficiente, y con creces, la bendición y no la exorcización de los sacramentales. No debe sugerirse un uso de los sacramentales que provoque mentalidad mágica en los fieles, ni dar recomendaciones de uso a modo de recetario del tipo “tantas medidas de sal y aceite diluidas en tantas medidas de agua”.
23. Si bien es cierto que solo el sacerdote a quien el Ordinario del lugar ha dado licencia peculiar y expresa para realizar exorcismos cumple esta misión eclesiástica lícita y válidamente, también se debe aclarar que todos los sacerdotes, por la potestad de orden, pueden prestar el servicio de “cura de almas” escuchando a quienes dicen experimentar molestias espirituales, invitándolos a la vida sacramental esmerada y a la conversión, y orando por ellos, ayudando así en el primer discernimiento antes de dirigir el caso al exorcista legítimamente delegado.

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