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arquidiócesis popayán

Lun 20 Feb 2017

Arquidiócesis de Popayán decreta Año Jubilar en honor a la Virgen de Fátima

La arquidiócesis de Popayán mediante decreto 1290 ha convocado en todo el territorio del cauca, a la celebración del Año Jubilar de nuestra Señora de Fátima, en unión a lo establecido por el Papa Francisco para la solemnidad del Primer Centenario de las Apariciones de la Santísima Virgen María en Fátima (Portugal). Según del Decreto expedido por el arzobispo de esta ciudad, monseñor Iván Marín López, este año Jubilar ha de “ser visto como una ocasión privilegiada para que, luego de la celebración del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, se continúe incentivando al pueblo cristiano en la práctica de las obras de caridad, sobre todo la atención a los ancianos, enfermos, encarcelados y de manera especial motivar a la juventud”. Así mismo fue declarado el templo parroquial de Nuestra Señora de Fátima en el barrio El Cadillal de la ciudad de Popayán como “Templo privilegiado” durante el presente AÑO JUBILAR con algunas responsabilidades como el adecuado recibimiento de peregrinos, administrar constantemente el sacramento de reconciliación a los fieles y facilitar el templo como un lugar de culto privilegiado para obtener la Indulgencia Plenaria concedida por el Santo Padre Francisco Durante este Año Jubilar, se invita para que en las parroquias, viceparroquias, capillas, centros educativos y lugares públicos y privados de culto se organícense con las comunidades parroquiales actividades en torno a la devoción mariana y se motive la devoción a la Santísima Virgen María. El decreto empezó a regir a partir del dos (2) de febrero del año dos mil diecisiete (2017), Fiesta de la Presentación del Señor, y se extenderá hasta el veintiséis (26) de noviembre de este mismo año. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar Decreto[/icon]

Mar 10 Ene 2017

2017: Fátima y Lutero

Escrito por: P. Raúl Ortiz Toro - Nos ha llegado el año 2017 y con él dos acontecimientos que ocuparán gran parte de nuestra atención, uno en cada semestre. En primer lugar, durante este año, pero especialmente el 13 de mayo, se celebrará el centenario de las visiones de los pastorcitos en Fátima. El Papa Francisco ha declarado el Año Santo Jubilar, no de carácter universal sino particular, para la celebración de este acontecimiento, que va desde el pasado 27 de noviembre de 2016 hasta el 26 de noviembre de 2017. Está contemplado que durante el año, los peregrinos al Santuario de Nuestra Señora de Fátima, en Portugal, puedan ganar la indulgencia plenaria pero que, además, en cualquier lugar del mundo, los fieles devotos ganen la indulgencia plenaria en seis ocasiones: el día 13 de los meses entre mayo y octubre, pues en estos meses fueron constatadas las visiones de los pastorcitos hace cien años. Además de los acostumbrados requisitos: confesión, comunión, oración por el Santo Padre, debe hacerse una visita a algún templo o capilla donde se tenga expuesta la imagen de Nuestra Señora de Fátima y se haga un momento de oración. La devoción a Nuestra Señora de Fátima adquirió gran relieve, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, y se hizo aún más fuerte en el pontificado de Juan Pablo II pues recordemos que el 13 de mayo de 1981 sufrió aquel aterrador atentado en la Plaza de San Pedro y al año siguiente peregrinó a Fátima y dejó allí en la base de la corona de la imagen, la bala que fue extraída de su cuerpo. Recordemos que también adquirió popularidad esta advocación a causa de los famosos “secretos de Fátima” cuya tercera parte fue revelada el 13 de mayo del año 2000 por San Juan Pablo II a través de su Secretario de Estado, Angelo Sodano, donde se hablaba de la muerte cruenta de un obispo vestido de blanco. El Papa Wojtyla asumió con seguridad que se trataba de él pues el 13 de mayo de 1994 afirmó: “fue una mano materna la que guió la trayectoria de la bala y el Papa agonizante se detuvo en el umbral de la muerte”. Es ya famosa la interpretación que de ese secreto hizo el entonces Cardenal Ratzinger, poniendo muy bien en su contexto lo que representa una profecía, quitándole el significado de inmutabilidad: “Que 'una mano materna' haya desviado la bala mortal muestra sólo una vez más que no existe un destino inmutable, que la fe y la oración son poderosas, que pueden influir en la historia y, que al final, la oración es más fuerte que las balas, la fe más potente que las divisiones". Ya tendremos ocasión de hablar de ese tema. En el segundo semestre de 2017 habrá un tema controvertido: la conmemoración del quinto centenario de la Reforma luterana, el 31 de octubre, cuando el Papa viaje a Suecia para una ceremonia conjunta. Desde el año pasado, cuando se supo que el Papa Francisco está interesado en no desaprovechar este acontecimiento para manifestar una ocasión ecuménica, no pocos se han ido lanza en ristre por lo que han considerado una provocación descabellada. Seguramente desearían aquellos que el Papa conmemore estos quinientos años anatematizando la Reforma pero lo que va a suceder es que se van a presentar varios encuentros académicos y ejercicios de acercamiento con la Federación Luterana Mundial y el Consejo Mundial de Iglesias. Recordemos que, como abre bocas, se celebró en el Vaticano en el 2016 el simposio internacional e interreligioso: “Señales de perdón – Caminos de Conversión – Practica de Penitencia: una Reforma que llama a todos”. Hemos de tener en cuenta, además, que según la declaración conjunta entre el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Federación Luterana Mundial, el evento destacará “los sólidos progresos ecuménicos entre católicos y luteranos y los dones conjuntos recibidos a través del diálogo”. No faltarán los del grito en el cielo, pero ya tendremos tiempo, también, de sentar nuestra opinión. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]

Jue 15 Dic 2016

¿Ya no existe Adviento?

Escrito por: P. Raúl Ortiz Toro - El 27 de noviembre pasado inició el tiempo litúrgico de Adviento y en algunas parroquias y/o para algunos cristianos parece que no ha comenzado, o ya terminó. El cada vez más acelerado inicio de las llamadas “fiestas decembrinas” ha logrado que el primer tiempo del año litúrgico pase a un segundo plano casi imperceptible. Fijémonos en que tanto la Navidad como la Pascua están precedidas por tiempos de preparación que tienen como connotación especial la sobriedad y la penitencia, la caridad y la solidaridad cristianas. Pero lo que ahora estamos viendo es que Adviento ya parece ser un asunto del pasado: en muchos templos se prefiere el árbol de Navidad sobre la Corona de Adviento; los cantores siguen entonando los mosaicos de acompañar con palmas, los arreglos florales abundan y no faltan los templos que desde el mes de noviembre no les cabe una luz navideña más. Y ni qué decir de los hogares. El comercio, pasando la fiesta de amor y amistad en septiembre, saca las guirnaldas y las luces con su “madrúguele a diciembre”. Hay familias que en octubre ya tienen organizado el pesebre y a la casa no le falta un rincón para adornar con papás noeles y moños. Un exceso grande es la famosa alborada del primero de diciembre en la que algunas personas salen a la madrugada de este día, entre licor y pólvora, a recibir el último mes del año con los excesos propios de quien piensa que va a ser su último diciembre de la vida y, lamentablemente, resulta siendo así para algunos. Adviento, sin embargo, tiene su identidad propia: el color litúrgico morado en señal de austeridad y penitencia, la ausencia del canto del “Gloria”, la sobriedad en los arreglos florales y la moderación en los instrumentos musicales usados para acompañar el canto, además de la corona de Adviento que no es obligatoria pero sí es un signo recomendado, hacen parte de ese conjunto de características propias que no deben perderse; a ello se suma, más allá de lo litúrgico, el espíritu del tiempo: la espera profunda de que así como celebramos que el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros en su primera venida, del mismo modo debemos esmerarnos porque nos encuentre dignos de Él en su segunda venida. Si el Adviento se vive litúrgica y espiritualmente con sobriedad y moderación, la Solemnidad de Navidad va a tener más impacto y trascendencia, se notará más el punto de quiebre y la unión misma entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. No intento ser aguafiestas y decir que armemos el pesebre el 24 de diciembre en la mañana y que solo ese día pongamos adornos navideños. Lo que intento decir es que podemos hacer más esfuerzos para que el Adviento no pierda su identidad. En las parroquias y grupos apostólicos debemos incentivar ese ambiente a través de los retiros espirituales, de las conferencias de Adviento, del respeto a las normas litúrgicas, de la lectio divina con textos de la espera mesiánica, etc; no le sigamos el juego al consumismo que quiere hacernos perder este gran momento. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]