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celebración

Mié 1 Jun 2022

Los laicos, sedientos de conocer y de vivir el misterio celebrado en la liturgia y dispuestos para la participación

Es una de las conclusiones que llenó de esperanza a los convocados al encuentro nacional de liturgia, celebrado en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia del 24 al 26 de mayo, después de tres años suspendido por la pandemia del Covid-19. Se dieron cita a este evento eclesial 95 personas entre obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, procedentes de las diferentes regiones del país, todas ellas comprometidas con la promoción y la coordinación de la pastoral litúrgica a escala nacional y diocesana. Presididos por Mons. Jaime Cristóbal Abril González, Obispo de Arauca y presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, Mons. Noel Antonio Londoño, Obispo de Jericó y miembro de dicha Comisión, y el P. Jairo de Jesús Ramírez Ramírez, Director del Departamento de Liturgia del SPEC, los convocados, en un ambiente sinodal, vivieron unas jornadas intensas de celebración de la fe, compartir fraterno y de estudio en torno al tema: “La asamblea que celebra: la mesa de la Palabra y la mesa de la Eucaristía”. Fue la oportunidad para evaluar el estado actual de la celebración litúrgica en las iglesias locales de Colombia (Status quæstionis). Entre las grandes conclusiones que llenaron de esperanza a los líderes de la liturgia del país, aparecen como protagonistas los laicos, sedientos de conocer y de vivir el misterio celebrado en la liturgia y dispuestos para la participación. Por otra parte, en cuanto tiene que ver con las debilidades, sabiendo que muchas proceden de los laicos no suficientemente formados, aparecen como protagonistas los pastores que, muchas veces por desconocimiento del espíritu de la Liturgia y otras, tristemente por desprecio de las normas litúrgicas, deforman tanto la celebración cuanto la conciencia y la espiritualidad de los fieles. En el encuentro, también hubo espacio para que los convocados peregrinaran al Santuario de nuestra Señora de la Peña, quees una advocación mariana, procedente del siglo XVII, y es venerada laimagen de la Virgen acompañada de San José, el Niño Jesús y San Gabriel, ubicado al interior del barrio “Los Laches”, en la ciudad de Bogotá. Allí tuvo lugar la celebración eucarística presidida por Mons. Luis Manuel Alí Herrera, Obispo Auxiliar de Bogotá y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia. Este evento eclesial, que fue aprovechado para orar por los que durante la pandemia del Covid-19 celebraron su pascua, como Mons. Fabio Duque Jaramillo, obispo de Garzón y presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia, el P. Carlos Mauricio Gordillo, delegado de liturgia de la Arquidiócesis de Villavicencio y de tantos otros consagrados y laicos, también fue la ocasión para acoger al nuevo presidente de la Comisión Episcopal de Liturgia y al Director del Departamento de Liturgia, arriba mencionados, fue concluido por Mons. Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Las conclusiones del encuentro serán publicadas en el Boletín NOTAS DE ACTUALIDAD LITÚRGICA de las ediciones de julio y octubre, a las que remitimos para conocer los argumentos reflexionados en este magno evento eclesial, una vez divulgadas.

Lun 7 Dic 2015

Navidad: Muchas luces, poca luz

Por: P. Raúl Ortiz Toro - Discúlpenme el pesimismo pero creo que la celebración de la Navidad se nos salió de las manos. La Navidad, para muchos en el mundo contemporáneo, se llama “fiestas de fin de año” y no tiene sabor a Cristo. La mayoría de la gente, incluso aquellos que se dicen católicos, arregla la casa, pone luces en cada rincón, prepara suculentas cenas, hace el brindis, comparte en familia o con amigos pero sin ningún sentido religioso. Estoy viendo las estadísticas de la línea 123 de la Policía en la Navidad del año pasado, 2014, entregadas a un medio de comunicación nacional: Solo en el caso de Bogotá, que viene siendo una radiografía nacional, en la noche del 24-25 de diciembre “se recibieron 497 casos de uso y manipulación indebida de pólvora, hubo 1157 riñas atendidas por las autoridades, también se presentaron 415 accidentes de tránsito”. Y ese es un pálido informe que refleja solo el número de quienes fueron atendidos por esta línea de emergencias, habría que multiplicar estas cifras por algunos dígitos para ajustarnos a la realidad. ¿Qué traduce esto? Que la Navidad se ha venido desfigurando paulatinamente; pero, en verdad, no es la Navidad sino la sociedad misma la que se ha ido desfigurando; cada vez más desarraigados de la identidad cristiana en esa cultura de la modernidad líquida de la cual ha hablado el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Pero no es solamente lamentable por el hecho de que los niños ahora crezcan sin saber quién es Jesús porque la familia ya no habla de Dios sino también porque en nombre de la laicidad se cae en el ridículo de una sutil campaña para borrar lo religioso de la escena pública. El año pasado, en la católica Italia, en una escuela de Florencia llamada Cadorna, las profesoras decidieron hacer el “pesebre” pero sustituyeron las imágenes sagradas de Jesús, María y José, por la representación de Caperucita Roja con sus personajes: La niña, el lobo, la abuelita y el cazador. La explicación que dieron es que “se trata de representar una fábula como la de Jesús, pero que tenga una validez más acorde con nuestros tiempos”. Un caso de este año es que en Barcelona (España) el Ayuntamiento no celebrará Navidad sino el Solsticio de Invierno. “Feliz Navidad” se ha convertido en “¡Ven y disfruta del solsticio de invierno!”. Por estos lados creo que no hemos llegado a ese punto pero ya una Representante a la Cámara, colombiana, en días pasados añoraba que siguiéramos la postura de México donde no hay “crucifijo, pesebre, capilla en escenarios públicos o colegios” (Angélica Lozano). Sin embargo, comercialmente ya estamos entrando en esa tónica: el comercio norteamericano ha ido imponiendo Papá Noel como alternativa al Niño Dios y el secularismo ha aplaudido la decisión insistiendo en que la figura del Niño Dios coarta la libertad de cultos; para ellos, una figura más pluralista es un Santa Claus pero ¡vaya sorpresa!, en últimas, se trata también de un personaje cristiano pues es la pobre desfiguración de san Nicolás, obispo de Bari (Italia) en el siglo IV. Ni siquiera allí se libra el laicismo de las raíces cristianas de la cultura. ¿Qué podemos hacer? Se trata de un verdadero reto. En la noche de Navidad se llenan las iglesias pero una parroquia promedio, de 10.000 habitantes, no acoge esa noche a más del 20 por ciento de sus fieles. Los demás estarán en sus cosas, como lo hemos leído en el evangelio del primer domingo de adviento: embotada la mente en los vicios, la bebida y los agobios de la vida (cf. Lucas 21, 34). Vuelve a estar la respuesta en la familia. Tiene que ser nuestro tema recurrente: es en la familia donde el niño aprende que no hay Navidad sin Cristo. Por eso mi pesimismo deja paso al optimismo de saber que la Iglesia se viene comprometiendo cada vez más con ese tema; es compromiso de todos. No dejemos que en esta Navidad haya muchas luces pero ignorando a quien es la verdadera y única Luz: Cristo Jesús. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]