Pasar al contenido principal

héctor salah

Dom 7 Jul 2019

Crisis migratoria y de gobernabilidad alerta a la Guajira

La Guajira es uno de los departamentos que recibe mayor número de migrantes venezolanos en el país. El impacto de la migración masiva se suma a otros problemas de la región como la corrupción, la falta de gobernabilidad, el hambre y el cambio climático. Según monseñor Héctor Salah Zuleta, obispo de Riohacha, se calcula que hay 160 mil migrantes venezolanos establecidos en la Guajira, donde la respuesta gubernamental es insuficiente pues tanto en la gobernación como en las alcaldías no hay la estructura y estabilidad necesaria para poder hacerle frente a los impactos generados. “Riohacha en este periodo ha tenido 10 alcaldes, esto quiere decir que cada alcalde llega con su programa de gobierno y las iniciativas que se habían emprendido quedan frenadas. Lo mismo sucede con los gobernadores, pues en la Guajira hay 7 gobernadores en línea presos y hemos tenido en este periodo más o menos 6 gobernadores encargados, para un departamento que tiene más de un millón de habitantes sin contar a los hermanos venezolanos. Esto genera unas condiciones de incertidumbre, nadie sabe para dónde va el departamento y la mayoría no está en la capacidad de dar respuesta a estas necesidades tan grandes”. Afirma monseñor Salah que las ayudas prestadas por la Iglesia y la cooperación internacional a la población migrante resultan insuficientes. Por ejemplo, en Maicao, municipio fronterizo con Venezuela, con aproximadamente 200 mil habitantes, en los últimos 6 meses pudieron haber llegado 80 mil venezolanos, lo cual impacta temas sensibles de la región como el acceso a la salud, a servicios públicos, a educación y al empleo, y que hoy no tienen una respuesta eficiente por parte del gobierno. La Diócesis cuenta con hogares de acogida a los migrantes donde se prestan ayudas como alimentación, orientación jurídica, servicio de salud, dormitorios que benefician especialmente a madres cabezas de familia y madres gestantes que van de paso. “Yo creo que se han atendido más de 6 mil personas este año sin contar los comedores en los cuales se suministraba desayuno y almuerzo caliente a aproximadamente 5 mil personas. Pero eso es nada en comparación con la urgencia y necesidad de la gente, eso causa cierta frustración”. Los índices de desempleo de la Guajira, según el prelado, están cerca al 20% y puede seguir incrementándose. “Hay empresarios inescrupulosos que prefieren contratar a mitad del salario y sin prestaciones sociales un venezolano que está calificado. Eso significa una injusticia hacia el trabajador venezolano y el aumento del desempleo para el guajiro”. Situaciones como esta, contribuyen al sentimiento de xenofobia que advierte monseñor Salah, al considerar que se ha ido incrementando pues entre los locales existe la percepción que los migrantes les están quitando oportunidades laborales, y que en un departamento con tantas necesidades básicas insatisfechas se presta mayor atención a la población migrante. Llamado de la Iglesia La crisis de gobernabilidad en la Guajira, según el presbítero, es consecuencia de lo que para él es el peor problema de la Guajira: la corrupción. “Gran parte de la élite política ha aprovechado para su propio beneficio los recursos con los que se había podido haber solucionado los demás problemas. Hasta el año 2013 las regalías llegaron directamente a los bolsillos de gobernadores y alcaldes que hoy tienen a mucha gente presa. Con esos dineros se pudo haber realizado proyectos para el beneficio de la gente, pero tomaron otros rumbos. La corrupción va en contra de la economía para el bien común que es lo que promueve la Iglesia”. Se acercan las próximas elecciones regionales y monseñor cree que muchos han comprendido que hoy están pagando la elección desafortunada que hicieron al vender su voto “el llamado es a la gente, para que estudie concienzudamente por quien vale la pena votar en las próximas elecciones para que se comience a mejorar las condiciones de vida.” Sin embargo, advierte: “creo que puede suceder lo mismo de siempre, hay una especie de nepotismo, las familias intentan continuar en el poder, aunque algunos de sus integrantes se encuentren judicializados”. Por su parte, la Iglesia católica continuará prestando ayudas para acoger, proteger, promover e integrar a los hermanos venezolanos y llamar la atención sobre los cambios políticos y sociales que requiere la región.

Vie 15 Jun 2018

“Las periferias de Colombia han sido abandonadas por el Estado”: Mons. Salah

En una entrevista concedida a la revista Vida Nueva, el obispo de Riohacha, monseñor Héctor Salah Zuleta, denunció el tema de corrupción política que se vive en esta región del país y aseguró que el único camino para acabar con la desigualdad y exclusión de las comunidades es ofreciendo una buena educación. La corrupción es como un cáncer social, y en el caso de Colombia –como en los países de la región– continúa generando violencia y profundas brechas de desigualdad y exclusión. Lo sabe bien el obispo de Riohacha, Héctor Salah Zuleta. Su jurisdicción eclesiástica abarca la zona desértica de La Guajira, una península al norte del país, históricamente olvidada y empobrecida, donde –según el Instituto Nacional de Salud– al menos 16 niños han muerto con diagnóstico de desnutrición durante el primer trimestre de este año. En los 14 años que lleva al frente de la diócesis, su prioridad siempre ha sido la población vulnerable. No ha titubeado cuando ha puesto al descubierto las tretas administrativas de los políticos de turno. A los candidatos presidenciales les ha pedido alejarse de la ilegalidad y redescubrir las posibilidades de desarrollo de la península. Un territorio olvidado PREGUNTA.- ¿Es usted un profeta en La Guajira? RESPUESTA.- Una de las misiones fundamentales del sacerdote es ser profeta, del anuncio y la denuncia, lógicamente frente a las dificultades que uno está viendo y descubriendo en ese departamento tan olvidado, porque prácticamente la zona de La Guajira y las periferias en Colombia han sido abandonadas por el Estado. Ante eso, uno no puede quedarse callado. Uno presta un servicio desde la evangelización y la evangelización se realiza con personas que están viviendo una situación concreta, y uno tiene que ser testigo y anunciar y denunciar en esas circunstancias concreta. P.- ¿Es imposible acabar con la corrupción? R.- Imposible no, pero sí va requerir de un período muy grande, dedicado a un proceso de educación en valores que no simplemente se reduce a la escuela. La Iglesia [en esta región] siempre ha estado al frente de la educación desde hace más de 140 años. No está de más decir –esto no es ningún acto de prepotencia– que la educación pública que administra la Iglesia es de una calidad superior a la educación pública que ofrece el Estado. Por decir un ejemplo, en Riohacha hay cinco colegios cuyas plantas físicas son de nosotros, y en la zona puede haber 20 colegios, pero siempre los padres de familia, aún cuando no profesen la misma fe, prefieren las escuelas de la Iglesia. Desgraciadamente personas de los diferentes entes territoriales llegan a la Iglesia a decir que la educación nuestra es la mejor y cualquier cantidad de elogios, pero lo hacen a cambio de prebendas económicas. Nosotros tuvimos que reaccionar a eso y decir: ¿cómo se le ocurre robar el dinero de la educación que es el área fundamental en La Guajira?, y fuera de eso, se lo quiere robar valiéndose de la Iglesia, ¿cómo se le ocurre? “Nos volvimos personas incómodas” P.- Entre los políticos, ¿cómo ha sido vista esta postura? R.- En la Guajira hay siete gobernadores presos en línea, eso quiere decir, en términos sencillos, que de todos los partidos políticos, ninguno ha sido capaz de dar una respuesta en función del bien común, obviamente por ello nos volvimos personas incómodas. Como nos negamos a comprar prebendas, obviamente nos volvimos personas incómodas y muchas de esas personas que llegaron a comprar nuestras conciencias están presas y entonces, como consecuencia, se inventaron unas ONG sin trayectoria ni experiencia y a estas ONG no les importa la realización de contratos serios de educación, le importa manejar el dinero del contrato. Lo que no pudieron conseguir con nosotros, lo consiguieron con esas ONG. P.- ¿Ha sido amenazado alguna vez? R.- No. Estamos en un departamento que tiene cierta tendencia a la venganza, pero nunca he recibido una amenaza. No tengo conductor, viajo solo, camino por la calle, me monto en bus o en taxi y nunca he tenido ninguna dificultad. Hablar duro y directo P.- A pesar de sus denuncias y de su radicalidad… R.- Me han dicho que hablo duro y directo. Curiosamente, el 2 de febrero, en la celebración de Nuestra Señora de los Remedios, en Riohacha, se congrega desde hace mucho tiempo una cantidad de personas de todos los estratos y maneras de pensar –políticamente–, eso se convierte en toda una festividad, para unos pagana, para otros política, para otros turística y para los creyentes, por supuesto, religiosa. Tuve en la catedral a los candidatos presidenciales de todas las tendencias. Fueron a la eucaristía, la escucharon, se aguantanron el sermón que, por cierto, escribí pensando cada palabra. No fue agresivo pero sí directo y clarito, tanto que la gente aplaudió. Hasta comulgaron algunos, yo no sé cuál es su condición, pero tampoco puedo negarles la comunión. Y hasta quedan contentos de todas las cosas que uno les dice. P.- Y si llegara a ser amenazado, ¿cuál sería su opción? R.- Yo me quedaría, desde luego. En realidad yo tengo ya cierta edad y ya he cumplido muchas de las metas que me he propuesto, preferible que me hagan una estatua en el parque que diga lo mataron por no robar ni dejar robar. Educación y respeto por la cultura P.- Los pueblos indígenas en La Guajira han sufrido las consecuencias del olvido gubernamental, ¿cómo los acompaña la Iglesia? R.- En La Guajira, en la frontera con Venezuela, está la etnia más grande –creo yo– de Latinoamérica, que es la wayúu. Pueden llegar a unos 450.000 indígenas entre estos territorios. Es una etnia supremamente interesante, con una riqueza cultural inmensa, todo eso se ha respetado. Cualquier indígena wayúu que sea bachiller, incluso aquellos que ha entrado en universidades, lo educó la Iglesia. Nosotros tenemos un sistema de internados creados por los padres capuchinos. El internado allá es muy distinto a cómo lo concebimos nosotros los cachacos [es decir, los del interior del país]. El internado de La Guajira lo inventaron los capuchinos porque los indígenas estaban dispersos, entonces en cada ranchería no había la posibilidad de hacer una escuela y para que los niños y niñas pudieran acceder al estudio fue necesaria la construcción de estos internados. Hemos respetado costumbres, lengua, vestimenta y hasta creencias religiosas, que son completamente diferentes a la que nosotros tenemos en nuestra concepción cristiana de la vida. Entonces los niños tienen todo lo necesario para formarse integralmente. De hecho, el internado más antiguo tiene 108 años, otro tiene casi 90 y el más nuevo de los internados tiene 50 años. “La Guajira es la puerta del continente” P.- ¿Cuál sería su mensaje al futuro Presidente de Colombia? R.- Que se acuerde que en nuestro mapa, donde comienza la República de la cual será presidente, existe un departamento que se llama La Guajira, que tiene una potencialidad de riqueza increíble en dos campos: el turístico, pues las riquezas naturales del departamento son inimaginables, pero no hay la infraestructura para atraer a muchos turistas del mundo. Eso está absolutamente en ciernes y no ha habido nadie que le trabaje a eso. En estas carencias tan grandes, con la problemática de la energía, otro de los campos a explorar es el aprovechamiento de la energía marina, eólica y fotovoltaica. La Guajira es la puerta del continente y eso debemos aprovecharlo. Fuente: Revista Vida Nueva

Mié 7 Feb 2018

La riqueza de la Guajira sigue postrada ante la corrupción

"Para nadie es un secreto la ingobernabilidad total que se vive en esta región del país. Situación que dificulta los procesos de desarrollo del departamento de la Guajira y que prende las alarmas para que los ciudadanos en esta época preelectoral, voten a conciencia y escuchen la voz de la Iglesia", así lo manifesto el obispo de Riohacha, Monseñor Héctor Salah Zuleta. Recordemos que, en los últimos años, siete gobernadores de la Guajira han tenido problemas judiciales quedando inhabilitados. Situación que tiene paralizado el departamento, por la falta de autoridad competente y honesta. Se suma a esta calamidad política la falta de agua por las sequías en la región y por ende la escasez de alimentos para sus habitantes. La ruta de mafias y la corrupción desbordada que ha permeado a dirigentes locales y a autoridades, más factores culturales que ponen lo ilegal como modelo y la falta de presencia del Estado, son ingredientes de postración que vive este departamento. Sin embargo, la Iglesia allí presente por medio la diócesis de Riohacha, creada hace 30 años, le apunta a los procesos educativos y a la evangelización en esta región con la presencia y apoyo también de comunidades religiosas. Rioacha, un pequeño Miami La Iglesia denuncia, evangeliza, alerta y por supuesto trabaja con la educación en estratos 0,1 y 2, dirigidos por educadores laicos, sacerdotes y religiosas. Educación directa de 15.000 niños en colegios públicos, pero con la calidad de instituciones privadas. El futuro está a través de la educación. Es definitivamente la esperanza de un renacer de esta región, tan hermosa y potencialmente turística, con tanta riqueza, es además la meca de energías renovables. “Podría ser Rioacha, por ejemplo, un pequeño Miami”, afirma monseñor Héctor Salah Zuleta, obispo de Riohacha. En las homilías, monseñor Salah recalca puntualmente todos los vicios que se manejan entorno a los procesos electorales, habla a la comunidad sin tapujos y advierte de la corrupción que se mueve en torno a las elecciones que se aproximan. Perseverar, denunciar, orar y evangelizar, aunque los procesos sean lentos, son las premisas de la Iglesia representadas por la diócesis de Riohacha en este departamento regido por altos índices de corrupción, alianzas de autoridades, políticos y grupos ilegales. Veamos, a continuación, la entrevista completa con monseñor Héctor Salah Zuleta, quien ratifica esta realidad: Fuente: Oficina de comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá