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homilía

Vie 19 Ene 2018

Convirtámonos y sigamos a Jesucristo

Primera lectura: Jon 3,1-5.10 Salmo Sal 25(24),4-5ab.6+7bc.8-9 (R. Cfr. 18) Segunda lectura: 1Co 7,29-31 Evangelio: Mc 1,14-20 En el Tercer Domingo del tiempo Ordinario, se sugieren tres temas para reflexionar y profundizar. El primero tiene que ver con el llamado a la conversión universal, que traspasa las fronteras. El profeta Jonás se resiste a obedecer a Dios, quien lo envía a un pueblo pagano a predicar la conversión de sus pecados e idolatrías, un pueblo que no es judío, por lo tanto, diferente a su cultura, religiosidad y costumbres. El segundo, se relaciona con el desapego a los bienes materiales y la invitación a asumir una actitud de indiferencia hacia los valores que presenta el mundo temporal. Y el tercero, es el llamado que Jesucristo hace a los primeros apóstoles a seguirlo, dejándolo todo. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Jonás profeta, después de atravesar la etapa de discernimiento y resistencia de su vocación, acepta la misión que Dios le encomienda: predicar la conversión a un pueblo pagano. El profeta obedece en contra de su voluntad. El autor sagrado pone al Señor en ¨actitud de arrepentimiento¨, frente a la reacción del pueblo, que escucha, obedece y se convierte. El pueblo Ninivita asume gestos propios de conversión: escuchar, ayunar, dejar de obrar el mal, vestirse de saco, son señales de arrepentimiento. El Apóstol San Pablo, frente a la inminente llegada del Señor y la brevedad del tiempo, recomienda unas actitudes de desapego y relativización hacía los valores de este mundo que son pasajeros: los que tienen mujer, los que lloran, los que están alegres y los que disfrutan la vida, les recomienda vivir en una actitud de indiferencia, frente a los sentimientos, sufrimientos y alegrías del mundo. El Evangelista san Marcos, muestra a Jesús en continuidad con el llamado a la conversión del pueblo ninivita en el primer testamento, así invita a arrepentirse de los pecados y a caminar en la presencia de Dios. Sin embargo, el Evangelio observa un plus, que modifica y cualifica el esquema anterior del profetismo veterotestamentario. En efecto, en Jesucristo, Dios cualifica y altera el resultado de la conversión a través del llamado y elección de los primeros apóstoles, es decir, haciendo presente la vocación y el Reino de Dios no solo en el pueblo ninivita, sino dentro de cada uno; no solo en los pecadores y humildes de manera genérica, sino en la persona de cada apóstol o discípulo que decide dejarlo todo para comenzar una nueva vida en el Señor. Así, la vocación del apóstol y el discípulo se convierte en sí misma, en un llamado de conversión. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Palabra pone al ministro que es un discípulo de Jesucristo, a reflexionar sobre la misión y el llamado a la conversión, mediante el testimonio de su vida. Cuando se leen estos tres testimonios de Jonás, san Pablo y de nuestro Señor Jesucristo, interroga el mismo testimonio sacerdotal. El profeta anuncia y denuncia la Palabra de Dios en la vida personal, comunitaria, en la Iglesia y en el mundo actual. Invita a la conversión mediante la confesión y reparación de los pecados propios y del pueblo, y empuja a ofrecer, como miembro de la Iglesia, el perdón, el amor y la reconciliación de Dios consigo mismo, con los hermanos, con la comunidad y con la creación entera. Sugiere revisar el contenido de la predicación, el mensaje de salvación, las injusticias que se ven y quizá se omiten por temor a sufrir las consecuencias de un anuncio profético. Pone a pensar, cómo la Palabra que se anuncia y se denuncia, se convierte para el sacerdote mismo, no solo en palabra externa, sino en tarea y compromiso de vivir con convicción, siendo testigo de una realidad que involucra y no deja pasar indiferente al ministro que la proclama. Finalmente, entusiasma a ser testigo, discípulo amado, que, con la palabra y el testimonio de conversión, ayuda a construir el Reino de Dios. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Como pueblo de Dios, y comunidad en formación, la Palabra sugiere considerar tres dimensiones: 1. Nuestra vocación de hijos de Dios, a través del Sacramento del Bautismo, nos constituye en sacerdotes, profetas y reyes. Esta vocación profética, hace que la Palabra de Dios penetre en nuestro corazón, anuncie y denuncie lo que hay que cambiar en nuestra vida personal, para generar dinámicas de conversión que partan desde nuestra realidad. 2. El contenido del mensaje profético es el Reino de Dios manifestado en Jesucristo. Dios que se encarna para nuestra salvación y cuyo Reino se inaugura cuando nos abrimos a la conversión, nos pide despojándonos de todo aquello que no nos ayuda a caminar en la presencia del Señor. 3. Dios manifestado en Jesucristo, nos elige para ser un pueblo santo, que inicia a caminar desde el llamado a la conversión personal para seguirlo en el cuerpo que es la Iglesia; nos invita a desprendernos de todo aquello que no nos ayuda a construir el Reino de Dios en nuestras vidas. Dios que es Padre, lleno de ternura y misericordia, lento a la ira y rico en clemencia para los que lo invocan, nos motiva a reconocer con humildad que siendo pecadores, podemos caminar en su presencia para ser acompañados y ayudados en nuestro diario acontecer. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con Jesucristo, cambia y transforma nuestra existencia de una condición pecadora a una renovación permanente de nuestra vida. Jesús nos llama, nos convierte, nos convoca, nos elige para le sirvamos y caminemos en su presencia, para hacernos discípulos misioneros que llevemos su palabra por doquier y nos envía a dejarlo todo para seguirlo y hacer comunidad saliendo al encuentro de todas las personas que Él pone en el camino de nuestra existencia. El encuentro con Jesucristo vivo nos convierte en testigos de su amor. Las palabras del Papa Francisco en su visita a Colombia nos ayudan a reflexionar en este camino de conversión. En efecto, nos animó no solo a dar el primer paso para la paz y la reconciliación, sino a seguir caminando y dando pasos de verdadera conversión con la verdad, la justicia el amor y la reconciliación: “La palabra de Jesús tiene algo especial que no deja indiferente a nadie; su Palabra tiene poder para convertir corazones, cambiar planes y proyectos. Es una Palabra probada en la acción, no es una conclusión de escritorio, de acuerdos fríos y alejados del dolor de la gente, por eso es una Palabra que sirve tanto para la seguridad de la orilla como para la fragilidad del mar”. (Homilía, Parque Simón Bolívar, Bogotá, 7 de septiembre 2017). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] DESCARGA LAS ORIENTACIONES[/icon]

Mié 6 Dic 2017

La Virgen María es el modelo perfecto de realización del Reino de Dios

Primera lectura: Is 40,1-5.9-11 Salmo Sal 85(84), 9ab+10.11-12. 13-14 (R. 8) Segunda lectura: 2P 3,8-14 Evangelio: Mc 1,1-8 La celebración del año litúrgico se orienta a la implantación del Reino de Dios en el corazón y en la vida de los creyentes; busca que el Reino de Dios llegue a ser realidad en cada bautizado; y es lo que Jesucristo nos enseñó a pedir diariamente en el Padrenuestro: «venga a nosotros tu Reino». La Virgen María es el modelo perfecto de esta realización del Reino de Dios en su propia vida. En Ella se cumplió a cabalidad el Reino de Dios. Ella es su fruto maduro y primerizo. Desde el primer momento de la existencia personal de María, aparece como figura y modelo del destino de quienes constituimos la familia de Dios, que es la Iglesia, toda santa, sin mancha ni arruga. La Solemnidad de la Inmaculada Concepción no es un «paréntesis» en el tiempo de Adviento, no es algo extraño, sin relación con el Adviento, con la venida del Salvador. Al contrario, su significación cristológica es clara y explícita: «ni Cristo sin María, ni María sin Cristo».

Lun 20 Nov 2017

Será tu cruz nuestra bandera y tu evangelio nuestra ley

La Iglesia celebra hoy la solemnidad de Jesucristo, Rey universal. No es una fiesta de triunfalismo ni ostentación. Es, al contrario, una paradoja como las bienaventuranzas: proclamamos rey al que se hizo obediente hasta la muerte y al que no quiso ser servido sino servir a todos. En medio de un mundo que rinde culto al dinero, al poder, a la fama y a las apariencias, proclamamos que el verdadero Rey Mesías es el Siervo de Dios, Jesucristo nuestro Pastor que nos invita a reinar con Él si cargamos su cruz. Primera lectura: Ez 34,11-12.15-17 Salmo: Sal 23(22),1-3a.3b-4.5.6 (R. 1) Segunda lectura: 1Co 15,20-26.28 Evangelio: Mt 25,31-46. El Papa Pío XI instituyó (11 diciembre 1925) la fiesta de Cristo, Rey del Universo, que debía celebrarse el último domingo de octubre. Después de la Reforma Litúrgica del Concilio Vaticano II se estableció que debía celebrarse el último domingo del año litúrgico. Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Un rey en el contexto bíblico y hasta la edad media era dueño y señor de la vida y de la muerte, autoridad indiscutible sin otra norma porque él es la ley. Sin apelación posible porque sobre él sólo está Dios. Cuando la Iglesia estableció esta fiesta ya casi nadie tomaba muy en serio a los reyes. Menos aún entre nosotros, que nunca hemos tenido rey. Por eso hay que recuperar el significado de ese título en la Biblia. Hay que releer 1Samuel 8,10-20 para recordar el poder del rey y comprender lo que significó, que, pasado el tiempo, el pueblo de Israel, desilusionado de los reyes malos e injustos, empezara a decir “El Señor es nuestro rey”. Así lo proclama el Salmo 92 en el que los judíos repatriados, que no querían más reyes malos o ineptos cantan “El Señor reina, vestido de majestad.” La lectura de Ezequiel nos invita a entender que el ungido esperado, ese rey es pastor que se encarga de nosotros “como se encargan de su rebaño los pastores cuando las ovejas se les dispersan… Buscaré la oveja perdida, recogeré a la lisiada…. Las apacentaré como es debido.” El evangelio nos asegura, de otra parte, que el Señor, en su gloria, hará justicia; pero su ley es de misericordia, ternura y amor. Cuando Cristo “vuelva glorioso…cuando entregue su reino a Dios Padre” (2ª lectura) “se sentará en su trono glorioso” para juzgar (Evangelio). Y nos revela de antemano el cuestionario de evaluación. “A la tarde de la vida te examinarán en el amor”, resumió bellamente San Juan de la Cruz. Y aclara que se evaluará el amor a Jesús por lo que hacemos o dejamos de hacer a cualquier persona, así sea de “los más pequeños”, es decir, a los más limitados, más discriminados o a los más invisibilizados, los desechados o descartados en nuestro mundo. Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? “Es necesario que Cristo reine” (2ª lectura 1 Co) En nuestra sociedad, en nuestro país, en el mundo actual, ¿quién reina? Mirando lo que pasa aquí y en todas partes, lo que gobierna el mundo no es muy diferente del tiempo de Pilato: frente al poder de las grandes potencias, del imperio del dinero y las trampas, la manipulación de los medios y los juegos políticos y financieros, resulta loco creer en un rey humillado, coronado de espinas y luego crucificado. San Pablo dice que es una locura y un escándalo. Jesús dice que vino no para ser servido sino para servir. Que vino para dar testimonio de la verdad. Servir a los demás y ser testigo de la verdad es implantar su Reino. Es entrar en una lógica distinta de la del poder (o de aparentar, que hoy es tan importante), la ganancia y la dominación. Es vivir en la lógica de servir y entregar la vida, la opción de la verdad y del amor. El Reino de la justicia y el perdón, a la medida del amor del Padre. Cada vez que ponemos en práctica las bienaventuranzas, que son como la Carta Magna del Reino de Dios, Jesús reina en nosotros y en nuestro mundo. “Será tu cruz nuestra bandera y tu evangelio nuestra ley.” El Reino se hace realidad en nuestro mundo cuando trabajamos para promover los valores evangélicos que son la paz, la justicia, el amor y la verdad. Cuando ponemos por obra la misericordia (Obras de misericordia). Cada vez que favorecemos el diálogo y evitamos la discordia, cada vez que logramos justicia sin odio y violencia, somos constructores del Reino de Jesús. “Tú reinarás, dulce esperanza… habrá por fin paz y bonanza, felicidad habrá doquier.” Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Cada vez que celebramos la Eucaristía estamos proclamando el reinado de Dios, uniéndonos a Jesucristo en el sacrificio reconciliador de su muerte y resurrección, de modo que “por Cristo, con Él y en Él” sea glorificado el Padre. Reconocer a Jesús como Rey es acompañarlo hasta que “entregue el reino a Dios Padre”. (1Corintios 15,24) Al enseñarnos el Padre nuestro, Jesús nos enseñó a ofrecer al Padre nuestra sumisión a su Reino: “Venga tu reino, hágase tu voluntad”. Y todos los días aclamamos diciendo: “Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.” Recomendaciones prácticas El himno Tú reinarás es muy oportuno como canto de entrada, destacando el sentido de la segunda estrofa. Otra posibilidad sería utilizarlo como homenaje especial después de la homilía. O en la comunión. El canto “Al atardecer de la vida” de Cesáreo Gabaraín, puede ser utilizado en la presentación de los dones o en la comunión. Tener presente que el formulario de la Misa es propio En este domingo y su correspondiente semana, termina el año litúrgico 2017. Es bueno que los fieles comprendan el año litúrgico y su dinámica. Vamos a comenzar el año litúrgico 2018 el próximo domingo, iniciando el ciclo del Adviento como preparación a la Navidad. Desde el próximo domingo se utiliza el Leccionario dominical Ciclo B. Lecturas bíblicas del tiempo Ordinario y del Oficio de lectura Año II (par).. Liturgia de las Horas Tomo I. Tener presente que el jueves 30 de noviembre, es la fiesta de San Andrés, apóstol.

Mar 14 Nov 2017

Dios nos llama a valorar los dones que hemos recibido

A veces una mujer o un hombre sienten que su vida no tiene importancia o sentido. Dios en cambio nos llama a valorar los dones que hemos recibido, sea en lo material, en capacidades u oportunidades para hacerlos fructificar. No quiere que seamos siervos inútiles o perezosos. En la imagen de una mujer ama de casa hacendosa o de un buen negociante de valores nos llama a prepararnos, son buenos frutos para rendir cuenta al Señor. Primera lectura: Pr 31,10-13.19-20.30-31 Salmo: Sal 128(127),1-2.3.4-5 (R. 1a) Segunda lectura: 1Ts 5,1-6 Evangelio: Mt 25,14-30 (forma larga) o Mt 25,14-15.19-21 (forma breve). Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Liturgia elige, para los últimos domingos del año litúrgico, los temas de los “novísimos”, el final de nuestra vida y de los tiempos. El domingo anterior se habló de la resurrección que nos espera con Cristo. Hoy se habla de lo que debemos hacer mientras llega el Señor “como llega un ladrón en la noche” El apóstol (2ª lectura) dice que en la espera del Señor no podemos entregarnos al sueño, sino permanecer en vela y con la mente lúcida. El elogio de la mujer ejemplar en la 1ª lectura (Proverbios) destaca la laboriosidad, el aprovechamiento de los talentos, la generosidad, la productividad, cualidades con las que esa ejemplar mujer trae felicidad, merece confianza y finalmente recompensa. El evangelio nos indica que mientras vuelve el Señor, quedamos “encargados de sus bienes”. Cada uno es diferente, pero cada uno ha recibido los talentos de acuerdo con sus capacidades. Es interesante que la palabra “talento” que se menciona originalmente en la parábola, término que designaba una medida de peso en plata, en el lenguaje corriente, por el texto de esta parábola, haya venido a significar don, capacidad, destreza particular. El señor de la parábola reconoce a quienes han sabido hacer producir el ciento por ciento de lo que habían recibido. Pero fija su atención especial en aquel que fue perezoso, mal sirviente. El mismo señor reconoce que es muy exigente y no acepta que su plata no produzca réditos. La sanción para el perezoso es perder lo que había guardado inútilmente, mientras los buenos servidores se ven recompensados con creces: al que supo producir le darán más. "Vengo presto, y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno según sus obras. Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin" (Ap 22,12-13). ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Todos hemos recibido de Dios talentos, de los cuales el primero es la vida, con cada uno de sus años y sus días. Esta enseñanza nos lleva a despertar en cada persona la conciencia de su propio valor. El señor de la parábola confió en cada uno, sin excepción, y le confió, al menos, un talento. Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Más de una persona, en nuestra sociedad, se siente inútil y, lo que es peor, rechazada: “sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar.” (EG, 53) Debemos suscitar en nosotros y en los demás, el sentido del valor de nuestra vida. Cada uno ha sido, como en la parábola, mirado por el Señor y juzgado digno de confiarle una misión, de la cual se esperan rendimientos valiosos. Conscientes de ello, tenemos que animarnos a una gestión creativa y productiva de nuestros talentos. El Papa Francisco nos ha dicho que es muy grave la tendencia a la acedia o al pesimismo. Jesús en la parábola elogia la astucia de la gestión financiera de los buenos servidores. Y al otro le dice: “Debías haber puesto mi plata en el banco, para que … me la devolvieras con la ganancia”. “Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos, y recordar lo que el Señor dijo a san Pablo: «Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifiesta en la debilidad»” (2 Co 12,9). (EG, 85) El hombre, “con su acción no sólo transforma las cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende. Tal superación, rectamente entendida, es más importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse. El hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.” (GS, 34) “Más los dones del Espíritu Santo son diversos: si a unos llama a dar testimonio manifiesto con el anhelo de la morada celestial y a mantenerlo vivo en la familia humana, a otros los llama para que se entreguen al servicio temporal de los hombres, y así preparen la materia del reino de los cielos. Pero a todos les libera, para que, con la abnegación propia y el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida, se proyecten hacia las realidades futuras, cuando la propia humanidad se convertirá en oblación acepta a Dios.” (GS, 38). Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La participación en la liturgia de la Palabra nos da una oportunidad que no tuvieron los siervos de la parábola: un llamado en mitad del camino para que avivemos la conciencia de los tesoros que nos ha confiado el Señor y la responsabilidad que tenemos, no sólo por el temor de la rendición de cuentas ante el Señor exigente, sino por la alegría de sentirnos valiosos, útiles, importantes en la realización del Reino de Dios. En la Eucaristía presentamos al Padre, unidos a Cristo, el hoy de nuestra vida como ofrenda agradable. Convertidos de la pereza, la desidia o el pesimismo inmovilizantes, nos alimentamos con el Pan de los débiles para fortalecernos en las nuevas etapas de nuestro camino hacia la rendición definitiva de cuentas en la Jerusalén celestial. Recomendaciones prácticas: Subrayar el sentido de las palabras: fin, muerte, juicio, eternidad, resurrección. Es aconsejable utilizar el Prefacio Dominical VI: "Prenda de nuestra pascua eterna", p. 388 del Misal, que destaca el sentido escatológico de la historia. Tener presente que el próximo domingo, es la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.

Jue 2 Nov 2017

"La muerte está vencida, somos ciudadanos del cielo": Arzb. Tobón Restrepo

En el marco de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, el arzobispo de Medellín y vice presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, afirmó que a la muerte no le debemos tener miedo, sino mirar con esperanza. El prelado aseguró que cuando llega la muerte, Cristo nos lleva como pastor bueno que nos dirige al camino de la vida. "La muerte está vencida, nosotros somos ciudadanos del cielo", afirmó. Así mismo, señaló que esta fecha nos brinda la oportunidad para encontrarnos con nuestra fragilidad y posibilidades. "Es un día para vivir a todos los que se purifican en su camino hacia Dios. Es un día de esperanza", dijo el obispo. Monseñor Tobón Restrepo recordó que ser consciente de la muerte, también nos debe llevar a ser defensores de la vida. En ese marco invitó a oponernos a los asesinatos, la eutanasia y el aborto. Finalmente, señaló que los creyentes no estamos en un camino de destrucción, sino de creación. "Mientras esta tienda terrenal se destruye, se construye otra tienda incorruptible", concluyó.

Mar 17 Oct 2017

Cuando Dios está en nuestras vidas somos capaces de servir a los hermanos

Dios quiere hoy que su voz sea de consuelo y esperanza, pero también de afirmación de la grandeza de su amor y de nuestra disponibilidad para hacernos servidores de la Causa de la verdad y de la vida en la que Jesús es nuestro Señor y redentor. Primera lectura: Is 45,1.4-6 Salmo: Sal 96(95),1+3.4-5.7-8.9-10a+c (R. 7b) Segunda lectura: 1Ts 1,1-5b Evangelio: Mt 22,15-21. Contexto bíblico ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Palabra Divina nos muestra cómo Dios eligió a Ciro para que fuera para Israel un signo de libertad y de esperanza, en contraposición al signo doloroso del César del Evangelio, que es para Israel signo de muerte y de opresión. San Pablo en la introducción a la Carta a los tesalonicenses, no sólo ofrece la formalidad de un saludo sino que propone el tema de esperanza que esa carta contiene y que se hace necesario en el mundo de hoy. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Dios me muestra a mí y a la comunidad entera, la fuerza de su amor único e irremplazable, el que me permite discernir sobre el lugar que ocupan en mi vida las personas, las cosas, las aspiraciones, las opciones que hacemos. En la palabra que Dios me propone este domingo, he de encontrar también el sustento de mi esperanza, para que la voz de Pablo me invite a mí y a cuantos configuramos la comunidad, a una vida de confianza y de esperanza. Contexto situacional: ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta? Hoy, más que nunca, los creyentes estamos llamados a distinguir los ámbitos de nuestra vida y preocuparnos por servir a quien de verdad nos salva, nos redime, nos integra como personas a la comunidad. Servir al “César” de este mundo sería asumir la dependencia de las cosas que marcan nuestra hora presente: el poder, el placer, la riqueza. Una vida así dividida tiende a desconocer y posponer los valores más auténticos y a generar esclavitudes que, como la que afectaba a Israel, muchas veces se disfrazan en aparentes acuerdos entre lo divino y lo humano que terminan ahogando la supremacía de Dios y postrando la fe al servicio de realidades humanas intrascendentes. Contexto celebrativo: ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Cada celebración Dominical es un encuentro con la Palabra, la persona, el misterio del Señor. La liturgia misma tiene como centro no el “cesar” de este mundo sino el Señor de la Historia, cuya imagen no está grabada en el haz de una moneda sino en la vida misma de cada persona que haya encontrado el amor de Dios. Cuando ese amor lo centra todo, entonces empiezan a surgir las iniciativas que nos permitan hacernos servidores de los hermanos en quien está viva la imagen de Dios y cuya promoción y reconocimiento son misión de la Iglesia en la que todos fuimos consagrados al Señor. Las lecturas contrastan complementándose, porque lo que para Israel fue bendición en Isaías, es dolor para el Israel de los tiempos de Jesús. Es allí donde el Señor centra nuestra vida en una actitud de respeto y consideración por las autoridades, salvando con valor la identidad de nuestro único Dios al que en la Liturgia de cada Domingo llamamos Señor de tantos modos. Es Él el que impulsa la acción de la Iglesia, la dirige como Señor y la espera para premiarla con el Reino de la Verdad y de la Vida, para que el anuncio del Evangelio y la misión de la Iglesia no se parezcan en lo más mínimo a la campaña servil de un rey humano sino que sean el paso del único señor que nunca se nos muere y que vive para siempre. Recomendaciones prácticas: Este día coincide con el de las Misiones. Es bueno que se siga la pertinente indicación cuando se escojan las lecturas que se proponen. Tener presente que el sábado 28 octubre, es la fiesta de los Santos Simón y Judas, apóstoles

Jue 13 Jul 2017

¿Qué clase de terreno somos?

Las lecturas de hoy nos invitan a meditar sobre la eficacia de la Palabra de Dios en nuestra vida. No podemos conformarnos con solamente escuchar la Palabra de Dios, sino que debemos entenderla. No basta con recibirla con alegría, sino que ella debe llegar a lo más profundo del corazón y moldearnos según la voluntad de Dios. A nosotros nos toca ser terreno fértil en el que la voluntad de Dios se pueda cumplir y la eficacia de la Palabra pueda manifestarse. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Is 55,10-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 65(64),10.11.12-13.14[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Rm 8,18-23[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Mt 13,1-23 (forma larga) o Mt 13,1-9 (forma breve)[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1. Contexto bíblico 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? “La palabra de Dios es viva y eficaz”. Hermosamente el profeta Isaías nos presenta cómo a pesar de las pruebas por las que estemos pasando, del desierto que a veces llega a nuestras vidas, el desánimo que entorpece nuestro caminar y fidelidad a Dios, su Palabra siempre permanece, es actual y sigue dando frutos. San Pablo a los Romanos complementa muy bien este mensaje porque nuestros sufrimientos no están separados de los del mundo, pero tampoco son comparados con la gloria que un día se nos ha de manifestar. Es por eso que debemos luchar cada batalla con una fe total, sin caer en la desesperación. La Palabra de Dios anima nuestro caminar, pero requiere que nuestro corazón sea un terreno fecundo para que de mucho fruto y fruto en abundancia. En efecto, la parábola del sembrador que nos presenta el evangelio de san Mateo, sin lugar a dudas, nos interroga: ¿qué clase de terreno somos? nos pone en alerta de las diferencia en las personas que reciben y obedecen a la Palabra de Dios. Como también las actitudes o circunstancias personales o comunitarias que impiden que el mensaje produzca frutos. En conclusión, como dice el salmo de hoy: Dios siempre está presente en medio de nosotros, nos habla en su palabra, nos cuida, nos colma de bienes. Nunca nos abandona y en su hijo Jesucristo nos trae las semillas de su reino eterno para que nosotros demos fruto. 1.2 ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”. Estas palabras del salmo 118, nos ayudan a reflexionar sobre la trascendencia que en la vida del cristiano debe tener la Palabra de Dios; pero también si, como seguidores del Señor, su palabra hace mella en nuestros corazones, si de verdad en cada oportunidad que se nos presenta tenemos el corazón abierto a las inspiraciones del Espíritu que ilumina nuestro camino o, por el contrario, le colocamos obstáculos al mensaje de amor, como nos lo muestran las lecturas de hoy: simplemente oír la palabra y no llevarla del corazón a la acción, quedando muerta. O escuchar esa palabra y dejarla absorber por las aflicciones, las persecuciones, los tropezones de la vida. Pero también por los afanes diarios que nos ocupan en todo menos en lo que es verdaderamente importante: escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]

Jue 29 Jun 2017

La vida cristiana es un camino, un itinerario

«Cantaré eternamente tus misericordias, Señor». Con esta aclamación del salmo la Palabra de Dios nos hace hoy un llamado a ser hombres y mujeres a acoger a Dios que viene a nuestro encuentro para llenarnos con su bendición. Reconozcamos su paso entre nosotros y acogiéndolo a él, también abramos las puertas de nuestra vida para acoger a los hermanos. Invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a recibir con gozo y humildad la Palabra de Dios. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: 2 R 4,8,-11.14-16a[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 89(88),2-3.16-17.18-19[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Rm 6,3-4.8-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Mt 10,37-42[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Una mujer acoge en su casa al profeta Eliseo, pues para ella es un hombre de Dios. Ante esta actitud creyente, Dios le hace una promesa por boca del profeta: «El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo». El salmo 88 proclama eternamente las misericordias del Señor, pues «Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: camina, oh Señor, a la luz de tu rostro». San Pablo recuerda que hemos sido incorporados, por el Bautismo, a la muerte de Cristo y con Él llamados a caminar en una vida nueva, en la cual se ha de morir al pecado y vivir para Dios. El Evangelio, al concluir el discurso apostólico del capítulo 10, Jesús advierte que seguirle a él es asunto prioritario; no puede haber nada ni nadie por encima de él. Además, Jesús al vincular a esta prioridad a sus enviados, se identifica con la Iglesia, cuya presencia en el mundo ha de ser un signo que invita a “recibir en casa” al Señor que quiere morar allí. Quien así actúe «no perderá su paga». [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]