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Mons Balbín

Lun 25 Abr 2016

Un país polarizado

Nuestro compromiso por la paz: el diálogo Por: Mons. Cesar Balbín Tamayo - Parece ser que la historia de nuestro país, desde los tiempos de la independencia, no ha sabido superar las marcadas diferencias entre las diversas tendencias y formas de ver y de pensar el Estado y el país mismo. Así como se puede constatar que han sido muy pocos los tiempos de verdadera paz que en los últimos 200 años se han vivido en Colombia, se puede constatar también que el país ha vivido una marcada polarización. Incluso yendo más atrás se pondría pensar que algo de las profundas divisiones de los tiempos de la colonia se ha quedado enquistado en el ser y en el quehacer de los colombianos. Se comienza muy pronto, después de la independencia, a gestar una fuerte división entre la concepción centralista y la concepción federal del Estado. A partir de aquí se van configurando, y hasta nuestros días, los dos partidos políticos tradicionales: liberal y conservador, con una marcada concepción de Estado, diametralmente opuesta, pero también ambos excesivamente excluyentes. Sólo a partir de la segunda mitad del siglo pasado han ido ingresando paulatinamente otras concepciones de Estado, tal vez influenciados por regímenes socialistas, la mayor parte de ellos. Pero esa polarización paradójicamente se viene sintiendo con más fuerza en nuestros días. Digo paradójicamente cuando se puede estar más cerca de llegar a unos acuerdos, al menos de cese al fuego y del regreso de uno de los grupos armados a la vida civil y política del país. El problema de la polarización es que radicaliza las posiciones, que es lo que estamos viviendo en los últimos tiempos en el país. Todo ello no hace sino demostrar que muchos quieren la paz como un logro personal, o un triunfo, que no quieren dar a degustar al contradictor, al oponente o al enemigo. Es claro, y así lo afirman todos, (porque nadie ha dicho, al menos públicamente, que no quiere a paz), que la paz es, hoy más que nunca necesaria, que nunca se ha estado tan cerca de la misma. Y en esta polarización definitivamente quienes salen perdiendo es la paz misma y todos los colombianos. Una polarización que desorienta, que descalifica de un lado y de otro, unas fuerzas que se repelen, unos dirigentes que dan el triste espectáculo público de ventilar sus odios y sus rencillas, y el resultado final será el que se firmen unos acuerdos, desconocidos para muchos, (hasta el momento), pero una paz lejana, porque el país seguirá estando tan polarizado y tan desinformado, como lo ha estado a lo largo de los últimos 200 años. Definitivamente no somos un país unido, ni siquiera para algo tan vital como es la paz. Nosotros creemos que la paz no es sólo una construcción de la sociedad humana, sino que es también un don de Dios, el Señor de la Paz. El diálogo que comienza desde el encuentro filial y fraterno en los hogares, el diálogo en la escuela (colegios, universidades y demás), el diálogo en el mundo del trabajo y de la cultura, el diálogo en todos los estamentos, y el dialogo que se va expandiendo y va permeando todas las capas de la sociedad, podrá lograr el efecto contrario a la polarización y nos podrá llevar hasta donde los dirigentes del país no lo han podido lograr y si siguen la ruta actual, ni ellos, ni nosotros lo lograremos. + Cesar A. Balbín Tamayo Obispo de Caldas