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monseñor joselito

Sáb 26 Dic 2020

Sagrada Familia, familia humana y pandemia

En el domingo después de Navidad, la liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, donde cada pesebre nos muestra a Jesús junto a la Virgen y a san José, en la gruta de Belén. Dios ha querido nacer en una familia humana, ha querido tener una madre y un padre como nosotros. Recordemos las palabras del papa Francisco en el Ángelus del domingo 27 de diciembre de 2015 cuando se refería, precisamente, a la fiesta de la Sagrada Familia: “El núcleo familiar de Jesús, María y José es para todo creyente, y en especial para las familias, una auténtica escuela del Evangelio. Aquí admiramos el cumplimiento del plan divino de hacer de la familia una especial comunidad de vida y amor. Aquí aprendemos que todo núcleo familiar cristiano está llamado a ser «iglesia doméstica», para hacer resplandecer las virtudes evangélicas y llegar a ser fermento de bien en la sociedad.” Precisamente uno de los principales pilares para la tranquilidad y el ánimo que necesita la comunidad humana para sortear este tiempo de pandemia que azota al mundo, es la familia. Ese anhelo de Dios de que toda familia sea “una especial comunidad de vida y amor”, debiera ser el que inspire y motive a la familia hoy para asumir el compromiso de reconstrucción de este mundo afectado por un virus letal. “Del ejemplo y del testimonio de la Sagrada Familia, cada familia puede extraer indicaciones preciosas para el estilo y las opciones de vida, y puede sacar fuerza y sabiduría para el camino de cada día”, afirmó el pontífice. Se requiere, pues, resaltar el modelo de la familia en la que creció Jesús, la familia que Dios se escogió para hacerse hombre; la familia que se dejó tocar, cuestionar y cambiar por el Dios humanado. En este contexto, monseñor Joselito Carreño Quiñonez, vicario apostólico de Puerto Inírida, nos recuerda el texto del libro del profeta Malaquías (4,6): "El hará cambiar el corazón de los padres en favor de los hijos y el corazón de los hijos en favor de sus padres” y, al mismo tiempo, nos hace la invitación para que en este tiempo de confinamiento las familias vuelvan a encontrarse consigo mismas y redescubran que no hay mejor lugar para estar que en el seno del hogar. Asegura que este tiempo de pandemia debe generar en el ser humano el compromiso de mejorar su vida y su relación con Dios y con quienes nos rodean, recordando con esto al papa Francisco cuando dijo que toda persona debe aprender de esta crisis para que pueda salir de ella renovada y con una actitud dispuesta al cambio. “En el caso de la familia, esta experiencia ha debido ir ayudando a reconciliar a los padres con los hijos y los hijos con los padres, para que este tiempo no haya sido un tiempo perdido, sino un tiempo en el que se ha sabido ganar y aprovechar”, puntualizó.

Vie 5 Oct 2018

Asamblea Territorial Presinodal en Puerto Inírida

La segunda Asamblea presinodal de la Amazonia colombiana se lleva a cabo los días 4 y 5 de octubre, en Puerto Inírida, en el suroriente del país, con la participación de cerca de 90 delegados de ocho jurisdicciones eclesiásticas de Colombia (Leticia, Mitú, San José del Guaviare, Granada, Puerto Gaitán, Puerto Inírida, Puerto Carreño y Villavicencio) y comisiones de Ayacucho (Venezuela) y Sao Gabriel da Cachoeira (Brasil). “Señor Dios y Padre nuestro, esta asamblea pre- sinodal de la Amazonía congregada en Inírida te renueva con todo el sistema vivo de la amazonia su másprofundo anhelo de vivir en armonía, de cesar decausarle daño y si a comprometerse a cuidarla guardarla y protegerla como nuestra casa común, con entrañas de misericordia, compasión, ternura y bondad”. Con esta oración a cargo de Monseñor Joselito Quiñonez, obispo de Puerto Inírida, se dio apertura el 4 de octubre a la asamblea presinodal, cuyo objetivo es la preparación del sínodo para la Amazonia, justamente en el día que celebramos la fiesta de San Francisco de Asís, quien nos recuerda el cuidado y amor a la creación, a nuestra casa común. Los saludos inaugurales estuvieron a cargo de Monseñor Oscar Urbina, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Dora Cecilia Ramos, representante de las congregaciones religiosas en la REPAM, Kelly Acosta, representante de las comunidades indígenas, y el señor Libardo Guiza, representante del campesinado amazónico. Mons. Urbina hizo alusión a que “debemos ser una pastoral integral, que acoja indígenas, afrodescendientes, campesinos. Una pastoral ecológica, integral que nos acerque a los pobladores y permita una conversión y compromiso con el cuidado de nuestra casa común”. También dirigieron algunas palabras Luis Enrique Amado, director ejecutivo de la Pastoral Social Sur Oriente, y Mons. Héctor Fabio Henao, director de Caritas Colombia y coordinador de la REPAM Colombia. Mons. Henao invitó a todos los participantes a generar procesos de escucha y discernimiento para articular los saberes ancestrales, académicos y de la Iglesia en torno al actuar, “encorazonados” por la Amazonía. Momento del Ver La dinámica de la Asamblea está motivada por el método ver, juzgar-discernir y actuar. Después del trabajo en grupos en el momento del VER, que se llevó acabo en horas de la mañana, los pueblos indígenas y las comunidades campesinas, quienes tienen una relación directa con la Amazonia, plantearon un diálogo sobre el quehacer de la Iglesia por la organización y la identidad de los pueblos, por la defensa de sus territorios y sugiriendo lo que debe hacer la Iglesia por la defensa de los derechos humanos y de la naturaleza. También se hizo un acercamiento sobre el hecho de compartir los saberes ancestrales, de poder entender el acto litúrgico respetando las cosmovisiones, incluyendo la pluralidad étnica del lenguaje y considerando la evangelización en relación con el respeto a la autonomía de los pueblos indígenas. Por último, se rescató que la permanencia de la Iglesia, a través de la evangelización y del elemento educativo, es muy positiva para los pueblos. Se identificó a la Iglesia como una aliada para defender sus derechos, sus territorios: “es bello saber que los pueblos tienen a la Iglesia como un aliada fundamental al caminar de la mano con los pueblos indígenas y comunidades campesinas”, dijo un líder de la comunidad indígena sikuani. Queda como desafío adaptar los ritos de iniciación cristiana para que la cultura inculture el Evangelio y transforme vidas. Viendo la necesidad de una Iglesia con rostro amazónico, esta debe valorar la identidad de los laicos y su original dignidad. Por: Andrés Ramos (comunicaciones REPAM Colombia) Fotos:https://www.flickr.com/photos/repamcolombia/albums/72157671980102517