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obispo de montelíbano

Lun 17 Ene 2022

“Han destruido las imágenes, pero no nuestra fe”

Con estas palabras el obispo de la Diócesis de Montelíbano, Farly Yovany Gil Betancur, expresa su voz de repudio, frente a lo ocurrido este 14 de enero, donde fueron destruidas las imágenes de San José, María Inmaculada y Santa Laura Montoya, en el Santuario de San José de Uré, ubicado al sur de Córdoba. “Como Iglesia de Montelíbano, repudiamos todo acto vandálico que atente contra la libertad religiosa y las tradiciones de la comunidad creyente. Pedimos enérgicamente, que se respeten todas aquellas expresiones de religiosidad que, sin duda alguna, aportan al crecimiento en valores espirituales, familiares, culturales y humanos”. En su mensaje, el prelado observa que este templo parroquial dedicado a San José, es reconocido no solo por su patrimonio espiritual, sino también por tener una identidad cultural y religiosa, de ahí que cientos de peregrinos lo visitan año tras año para pedir favores bajo la intercesión de este santo. Monseñor Gil expresa que a pesar de lo sucedido, que causa dolor, se debe seguir caminando con “compromiso, lealtad y sentido de pertenencia por nuestra Iglesia Católica”. Así también, ofreció el perdón hacia la persona responsable de este acto. “Los cristianos no podemos devolver mal por mal. Por eso, como Iglesia, oramos por la conversión de quien ha perpetrado esta acción sacrílega”. Es la cuarta vez, que en esta Jurisdicción Eclesiástica se presenta este tipo de actos, donde personas inescrupulosas destruyen imágenes religiosas, hiriendo así la fe de tantos católicos en esa región del país. DESCARGAR COMUNICADO [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] Vea también la declaración del presbíteroEder Riqueme Tovar, párroco de San José de Uré

Mié 24 Jun 2020

“Pido a Dios ser un buen testigo de la verdad en esta región cordobesa”

Así lo expresó el nuevo obispo de Montelíbano, monseñor Farly Yovany Gil Betancur, quien tomó posesión de su sede este este miércoles 24 de junio, durante la solemnidad de la natividad de san Juan Bautista. “Hoy, asumo para mí las palabras del Señor a san Pablo: “Te basta mi gracia” (…)Recibo las llaves y la espada de san Pedro y san Pablo, para abrir el tesoro de las gracias para esta comunidad y para defenderla de las amenazas de los enemigos que pretenden robar la fe y la esperanza sembrada en tantos años por tantas personas (…) Abriré mis brazos y mi corazón para custodiar a todo el pueblo de Dios peregrino en esta mi Diócesis”, afirmó el prelado. En una ceremonia realizada en la catedral de Montelíbano, el nuevo obispo centró su reflexión en torno a la figura de Juan el Bautista, “Siervo del Señor”, así, explicó: “el episcopado se presenta como un servicio concreto para hacer un discipulado misionero”, y esta es la tarea del obispo “ser luz para llevar la salvación a las comunidades”, a la vez que reconoció la labor evangelizadora que por años ha marcado el caminar de esta tierra cordobesa. “Aquí, en esta catedral de la Santa Cruz, en esta capital del níquel de América Latina, recibo este encargo pastoral. Vengo en nombre del Señor que, como a san Juan Bautista, elige, consagra y envía a una misión. Llego como sucesor de los Apóstoles, a ratificar el llamamiento que el Señor me ha hecho”. Igualmente, haciendo referencia a las palabras de Juan Bautista: “es preciso que Él crezca y que yo disminuya”. El obispo también dijo: “vengo a estas tierras para evangelizar, para vivir el Reino de Dios con ustedes y servir con humildad, para hacer que Jesucristo aparezca radiante y con todo su esplendor”. Agregó que la grandeza del episcopado está en ser esa figura paterna dispuesta a entregarse a un grupo de “hijos para hacerlos crecer” y -continuó- “espertenecer y entregarse a una familia para alimentarla y fortalecerla, en procura de adelantar en sus vidas el proyecto de Dios (…) Vengo en nombre del Señor, Luz del mundo, a acogerlos a todos, a desgastarme por el bien espiritual y material de cada uno”. Juan el Bautista se proclama como ‘la voz que grita en el desierto’, así mismo el prelado señaló estar dispuesto a prestar su voz a la Palabra Divina y al mensaje de salvación, para que desde las comunidades se descubran nuevos portavoces de Dios que anuncien la Buena Nueva. Al hacer un recorrido sobre quienes han sido sus antecesores en esta sede episcopal y la huella que han impregnado, no solo en lo pastoral sino en lo social, reafirmó su total disponibilidad para dar continuidad a estos procesos evangelizadores, pidiendo la unión “para que allanemos caminos, enderecemos sendas, seamos voz que clama desde todo el territorio diocesano”. Al admirar la gran riqueza que estas tierras cordobesas tienen en su diversidad de personas, culturas, tierras, flora y fauna, el prelado pidió orar por la purificación de esta región para que cesen los flagelos que afectan estos territorios. “Oremos para que tenga un progreso integral, buscando el bien común, alejando toda forma de egoísmo y violencia. Que todos los que habitan estos siete municipios, con sus corregimientos y veredas, estén llamados a anunciar y vivir el Evangelio”. Finalmente, pidió a toda la comunidad diocesana orar ante Dios por su ministerio pidiendo al Señor le conceda las tres“cercanías” que propone el Papa Francisco para un ministerio episcopal fecundo:“Cercanía con Dios, cercanía con los sacerdotes y diáconos, y cercanía con el pueblo de Dios”. Saludos y agradecimientos Expresó su saludo al Papa Francisco a quien le manifestó su comunión y obediencia; al Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Luis Mariano Montemayor; a los obispos de la Provincia Eclesiástica de Cartagena, y a todos los obispos del colegio episcopal; también saludo a los sacerdotes, seminaristas, comunidades religiosas, movimientos eclesiales, asociaciones y consejos pastorales, comunidades parroquiales, grupos apostólicos y a todos los fieles de esta jurisdicción. "A todas las comunidades parroquiales, desde ya un saludo muy especial. Espero encontrarme muy pronto con cada una. En cada comunidad un abrazo a todas las familias, una bendición para cada una de ellas, de manera especial un saludo a los campesinos, a los enfermos. Que la gracia, el amor y la paz permanezca en cada corazón de los fieles diocesanos". También saludó al Gobernador de Córdoba,Orlando Benítez Mora, a los señores parlamentarios, al Alcalde de Montelíbano, José David Cura, a los concejales del municipio, a los demás alcaldes de los municipios que conforman la Diócesis y a sus concejales, a las demás autoridades civiles, militares, judiciales y de policía. Al dirigirse a su familia sostuvo: "Desde estas tierras cordobesas un saludo amoroso a mis familiares. A mis padres, gracias por la vida y la fe; gracias por ese amor incondicional. A mis hermanos y a sus familias, un agradecimiento por su amor y compañía para seguir dando este sí al Señor. A los demás familiares mi recuerdo agradecido". También agradeció y saludó al clero de la diócesis de Santa Rosa de Osos, a sus paisanos donmatieños y a todos aquellos amigos por donde ha pasado a lo largo de estos casi veinte años de ministerio sacerdotal. Fotos: Of. de comunicaciones diócesis de Montelíbano [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar homilía[/icon]

Jue 18 Jun 2020

“Pido tu ayuda para vivir un episcopado alegre y generoso”: Mons. Gil Betancur

Encomendándose a la protección de la Santísima Virgen María, Reina y Madre de las Misericordias, monseñor Farly Yovany Gil Betancur recibió, este jueves 18 de junio, la ordenación episcopal en un acto litúrgico presidido por monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona. En su mensaje, el nuevo obispo electo para Montelíbano, pidió la ayuda de la Virgen “para vivir un episcopado alegre y generoso (…) Ampárame, guárdame, y favoréceme como a hijo predilecto, porque pongo en tus manos el ministerio episcopal que acabo de recibir y ansío santamente vivir, imitando en su entrega a nuestro Beato el Padre Marianito”. Monseñor Gil hizo una corta reflexión a cada uno de los interrogantes que el Papa emérito Benedicto XVI propone a quienes han sido llamados al servicio episcopal: “¿Desde dónde quieres, Señor, que te ame? ¿Desde dónde quieres, Señor, que te siga? ¿Desde dónde quieres, Señor, que te sirva?” Estas fueron sus respuestas que, sin duda, marcarán su andar pastoral en esta nueva misión encomendada por la Iglesia: - Señor, desde Montelíbano quieres que te ame; te amaré, entregándome al servicio de esa querida Diócesis. - Señor, quieres que te siga en el servicio que nos enseñas desde el Cenáculo como Sumo Sacerdote. Que, como tú, nuevo y definitivo sacerdote, mi existencia sea una ofrenda total. - Señor, que pueda gritar al mundo que Cristo nos puede renovar desde la apertura de nuestros corazones a su misericordia. Te serviré sin reservas, caminando en tu presencia. Luego de agradecer al Papa Francisco el llamamiento al Ministerio Episcopal, renovándole su comunión al sucesor de Pedro, ofreció un saludopor su cercanía, gratitud y amistad generosaal Nuncio Apostólico, monseñor Luis Mariano Montemayor, amonseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona, quien actuó como ordenante, y a los obispos, monseñor Gabriel Villa Vahos, arzobispo de Tunja y monseñor Jairo Jaramillo Monsalve, arzobispo emérito de Barranquilla, quienes le acompañaron durante la ceremonia como primeros ordenantes. Así mismo, manifestó su saludo generoso a los obispos y arzobispos del país y en ellos a cada uno de los miembros de la Conferencia Episcopal, donde recientemente finalizó su gestión como secretario adjunto. Igualmente se mostró agradecido con la diócesis de Santa Rosa de Osos donde fue incardinado desde el momento de su ordenación sacerdotal y en ella al clero: “Gracias por permitirme compartir con ustedes estos años de ministerio sacerdotal. Gracias por su amistad y testimonio. Que Cristo Sumo Sacerdote los bendiga a todos en fidelidad”. Al dirigirse a su nueva familia diocesana de Montelíbano, les expresó su cercanía:“Acojo a mis sacerdotes, diáconos y seminaristas. En este día de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, él bendiga sus ministerios. Saludo a todos los hombres y mujeres que peregrinan en la Diócesis de Montelíbano”. También recordó y agradeció el servicio evangelizador que los obispos predecesores han dejado en esta Iglesia particular. Hizo extensivo su saludo a las principales autoridades municipales y civiles de los municipios de Don Matías y Santa Rosa de Osos, agradeciendo su apoyo y el servicio prestado en favor de las comunidades de esta región antioqueña. Finalmente, agradeció a su familia, dirigiendo unas sentidas palabras a sus padres y hermanos, a quienes les dijo: “A mis papás y hermanos, gracias porque este sí que hoy ratifico al Señor, siempre ha tenido su apoyo y oración”. Al dirigirse a todo su núcleo familiar afirmó: “Nuevamente las distancias geográficas nos imposibilitan estar juntos físicamente en estos momentos especiales, pero siempre el amor y la hermandad romperán estas barreras”. Por su parte, monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, durante su homilía, hizo una reflexión sobre la fiesta de Jesucristo sumo y eterno sacerdote que hoy la Iglesia católica celebra: “Somos sacerdotes, porque el Señor nos ha llamado a participar de su sacerdocio y ministerio; porque nos confía perpetuar en el tiempo su obra salvadora (…) El obispo está constituido para perpetuar esta obra salvadora de Cristo.”. Recordó a monseñor Farly Yovany las tres tareas que como pastor de la Iglesia ha de seguir en su caminar episcopal y que hoy se proponen en las lecturas de la palabra de Dios: acompañar, orar y santificar al pueblo de Dios. El Obispo acompaña a sus fieles Al recordar como Jesús se entregó por nuestra salvación y cargó con los pecados del pueblo, así mismo, dijo: “el obispo debe llevar sobre sus espaldas el peso y la responsabilidad de la comunidad. Está allí para acompañar y velar por su bien (…) Debe preocuparse, si fuese necesario, hasta dar la vida por sus fieles”. Subrayó que la tarea de un obispo no es la de hacer una "labor social o filantrópica" para ayudar a solucionar carencias o dificultades de la sociedad organizada, se trata de la necesidad de "estar con los fieles para que ellos experimenten, por nuestra entrega generosa, la presencia amorosa de Jesús que levanta.". El Obispo ora por sus fieles Tomando la carta a los Hebreos, que presenta a Jesucristo Sumo Sacerdote como la persona que intercede por todos, así mismo, agregó: “el obispo, imagen del Padre y Ministro de Jesucristo, ora también por sus fieles y ora con ellos (…) Esta fiesta que celebramos hoy nos invita a recordar y llevar a la práctica esta tarea, esencial en el ministerio episcopal”. Exhortó al nuevo obispo a hacer entrega de su vida de forma generosa, disponible y a tener la capacidad de orar ante Dios por todos los fieles, de manera especial por los “más necesitados, por los que sufren, se han alejado y son rechazados por no creer o, según nosotros, porque son pecadores (…)Amamos a los fieles, si oramos por ellos”. El Obispo santifica a su pueblo Afirmó que la Iglesia vive de la Eucaristía, “del misterio de la fe, en que nos alimentamos de Cristo para tener vida eterna”. Por lo que recordó que, en esta tarea de santificar al pueblo de Dios, le corresponde al obispo celebrar los sacramentos y la Eucaristía haciendo presente a Cristo en medio de él. “El obispo, por la santidad en su propia vida, configura la vida de Cristo en la comunidad; santifica a su pueblo”. Por último, exhortó a monseñor Farly Yovany para que en medio de las “dificultades y las pruebas, en medio de los gozos y las fatigas, de los posibles desencantos humanos y de los logros aparentes de nuestro esfuerzo”, confíe siempre en la gracia de Dios: “La confianza en el Señor es prenda de seguridad y garantía en el ejercicio del ministerio episcopal (…) Si Cristo actúa en nosotros y nos depositamos en sus manos, podemos decir: “todo lo puedo en Aquel que me conforta””. Fotos: Cortesía oficina de comunicaciones diócesis de Santa Rosa de Osos

Mar 1 Mayo 2018

“Buscar la santidad en el trabajo da unidad y sentido a lo que hacemos”

En el marco de la fiesta de San José Obrero, el Obispo de Montelíbano - Córdoba, monseñor Luis José Rueda Aparicio, recordó con estas palabras la importancia de un compromiso para asumir con responsabilidad cualquier tarea que nos sea encomendada. Al celebrarse este 1 de mayo, el Día del Trabajo, el prelado dijo también “nos renueva en la motivación para recomenzar las tareas, aunque sean duras y nos quita la tentación de pensar que lo más importante del trabajo es la parte económica”. El Prelado destacó asimismo que “cuando las personas descubrimos que el trabajo nos santifica, entonces todo lo que hacemos se convierte en una ofrenda agradable a Dios, nos disponemos a mejorar cada día, a tratar a los compañeros de trabajo con responsabilidad y fraternidad”. Monseñor Rueda Aparicio manifestó luego su “asombro viendo la diversidad de labores que el ser humano realiza, veo en ellas la prolongación de la obra creadora de Dios Padre. El tallador de madera que hace una obra en el taller de su casa, la enfermera que sutura una herida, el conductor del autobús, la tejedora que elabora una ruana, el hornero del pan, la vendedora de rosas, el reciclador, la trabajadora doméstica, el cultivador de café, el empleado de la fábrica de cemento, la presentadora de noticias”. “Vivo en medio de trabajadores hombres y mujeres, de diversas razas, algunos son jóvenes aprendices otros son mayores, unos con la esperanza de una jubilación otros sin esa posibilidad, algunos son clasificados como trabajadores formales otros son llamados informales. Son hombres y mujeres que se ganan el pan de cada día con el trabajo que realizan”. El Obispo de Montelíbano recordó luego que “el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica titulada ‘Alegraos y regocijaos’, nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad, y que el trabajo de cada día es el instrumento y el lugar donde hombres y mujeres podemos vivir la santidad”. Para concluir, el Prelado recordó la oración que propone este 1 de mayo la liturgia de la Iglesia: “Dios nuestro, creador del universo, que has establecido que el hombre coopere con su trabajo al perfeccionamiento de tu obra, haz que, guiados por el ejemplo de San José y ayudados por sus plegarias, realicemos las tareas que nos asignas y alcancemos las recompensas que nos prometes”. Fuente: CEC y Aciprensa Foto: Diócesis de Montelíbano