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perdón

Lun 28 Feb 2022

¡Volvamos a la Pascua!

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, NOS HA HECHO NACER A UNA ESPERANZA VIVA, a una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que nos estaba reservada en el Cielo. La fuerza de Dios nos custodia en la fe para la salvación que nos aguarda, cuando llegue el momento final” (1ª Pedro1, 3-5). Con esta súplica del Apóstol y Pastor elegido por Jesús para la primitiva Iglesia, convoco a todos los creyentes al retorno pleno a sus parroquias y centros de culto, para compartir, desde el miércoles de Ceniza, dos de marzo, la preparación a LA PASCUA ANUAL 2022. Los tiempos litúrgicos de Cuaresma y Pascua, entre el sacramental de la Santa Ceniza y la solemnidad de Pentecostés, cuando se apaga el Cirio Pascual y encendemos el fuego interior del Espíritu Santo, marcan la gran transformación que Cristo Jesús hace en quienes acogemos su Persona y su Palabra, su misericordia y la soberanía del Padre Dios. Un ser humano nuevo, una nueva humanidad, un cambio de vida y un “cambiar la vía” por la que mal caminamos, expresan esta Nueva Creación en Cristo. Dios deja de ser mera religión y su Amor de la Cruz se vuelve como el “Big Bang” de un universo nuevo. Pedro, en su primera carta que hemos citado, y Pablo en su primera a Corintios (15, 57), nos invitan a que “demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo”. Esa victoria del AMOR DE LA CRUZ, hemos de proclamarla con claridad, gozo y firmeza. Hemos de volvernos un solo cuerpo, un pueblo dispuesto a CAMINAR JUNTOS, una fuerza del Dios Amor que transfigura esta historia triste y adolorida que hoy vive la humanidad, amenazada nuevamente por la catástrofe de una guerra mundial inminente, por un calentamiento global, resultado de la guerra a muerte contra los recursos vitales. Todo ello, junto a fenómenos de violencias, de aborto provocado y fetos mercantilizados para surtir órganos y células, de eutanasia y suicidios disparados. Son, entre otros, los signos negativos en medio de nuestros tiempos, por otro lado tan avanzados y globalizados, tan sorprendentes y luminosos. Sobra decir, entonces, que vivimos tiempos difíciles y tenemos inmensa responsabilidad histórica, sobre todo para no comprometer el futuro de las nuevas generaciones y de la especie humana misma. Volver a la Pascua 2022, después de dos años entre pandemias y protesta social, en medio de jornadas electorales y movilizaciones sociales, del recrudecimiento del conflicto interno y la amenaza latente de conflictos armados en las fronteras y con Venezuela, de inseguridad ciudadana y flujos de desplazados y migrantes, es la medicina espiritual y la terapia colectiva que necesitamos todos. La Cuaresma y Pascua 2022 tengan en nuestras parroquias los cuatro grandes motivos de la actualidad: 1. El gran marco del PERDÓN DE DIOS a todos nuestros abusos, incluidos los que nosotros mismos como pastores hemos cometido. Es REPARTIR A MANO ABIERTA EL PERDÓN DE DIOS, la liberación de la culpa y del pecado, la victoria sobre el odio y las venganzas, la sanacion de nuestras heridas sicosociales, la ABSOLUCIÓN DE PECADOS RESERVADOS, la reconciliación con la creación y la vida como obra y don de Dios. Volvamos la parroquia un gran confesonario abierto en jornadas penitenciales conjuntas en cada territorio arciprestal durante la Cuaresma. Promovamos EL PERDONAR como verbo en infinitivo que identifica el actuar de Dios con nosotros, como respuesta indispensable en nuestras relaciones interhumanas, sociales y políticas, aprendiendo a conjugarlo en todos los modos pasivos y activos y subjuntivos, en relación con los demás. Es necesario pedirlo, ofrecerlo, darlo, instituirlo como cultura del perdón. 2. LA PASCUA COMO CENA FAMILIAR, al mejor estilo hebreo, judío, según las tradiciones nuestras, enmarcándolas en la Cena Pascual de Jesús y en las cenas, desayunos y comidas del Señor Resucitado, centradas en los verbos eucarísticos: TOMAR el pan, DAR GRACIAS, PARTIRLO Y DARLO a comer. “Quédate con nosotros, Señor”. “Lo reconocieron al partir el pan” (Lucas 24, 13-35). 3. EL AMOR DE LA CRUZ como camino de vida, aprendido a la luz de la Pasión, las actitudes y las palabras de Jesús desde el misterio de la Cruz y de la NO VIOLENCIA que nos adentra en el alma propia y el arrepentimiento, en el desarme de actitudes, palabras y acciones demoledoras contra el prójimo. 4. LA SINODALIDAD como aprendizaje de Iglesia y de poblaciones en los territorios, a CAMINAR JUNTOS. La integración sociocomunitaria, más allá de lo confesional, las procesiones y manifestaciones colectivas de religiosidad cristiana, equilibradas siempre para que resalte la grandeza de lo litúrgico, así como la más amplia participación de generaciones y fieles en la Semana Santa, sean impulso claro a esta sinodalidad. El Bautismo y la Penitencia que lo renueva, la eucaristía y las comunidades que reviven, sean el sello evangelizador de estos grandes tiempos litúrgicos que iniciamos en los albores del mes de marzo. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mar 25 Ene 2022

Cebitepal ofrece Diplomado: “Construcción de Paz y Transformación Social”

El Centro Bíblico Teológico para América Latina y el Caribe (Cebitepal), dependiente del Concejo Episcopal Latinoamericano Celam, ofrecerá desde el 1 de febrero al 25 de marzo de 2022, el diplomado: "Construcción de Paz y Transformación Social". Será un espacio de formación y reflexión dirigido a los agentes pastorales, líderes sociales y "operadores de paz", que busca ofrecer "fundamentos y herramientas para la generación de paz en conflictos y realidades de profunda violencia". Se realizará los martes y jueves en el horario 6:30 a 8:00 p.m. hora de Colombia, en la modalidad: Virtual sincrónico, con el fin de favorecer la comunión y la sinodalidad. Los docentes de la diplomatura serán profesionales de distintas nacionalidades: Miguel Ricardo Gómez, de Ecuador (Coordinador); Rosa Inés Floriano, de Colombia; Richard Jones, de El Salvador; y Tom Barnat, Ecuador. Más información [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] A propósito del este Diplomado, la oficina de prensa del Consejo Episcopal Latinoamericano. Celam, sostuvo un dialogó con Rosa Inés Floriano Carrera, especialista en Doctrina Social de la Iglesia y animadora institucional del Secretariado Nacional Pastoral Social, en proceso de doble titulación como Magíster en Investigación Integrativa del Pensamiento Complejo a las Ciencias Humanas y Sociales, y candidata a Doctorado en Pensamiento Complejo aplicado a las Ciencias Sociales, quien habló sobre temas: paz y conflicto; esperanza y solidaridad; cultura del encuentro; y capacidad de resiliencia. ENTREVISTA ¿Por qué hace falta estudiar para construir la paz, Rosa? Porque el mundo de hoy está cada vez más atrapado en una cultura del desencuentro, del egoísmo, del descarte y de la indiferencia; con lo cual la convivencia se pone a prueba. Necesitamos recuperar la esperanza y la capacidad de hacer de la convivencia un modelo de sociedad donde la “Amistad Social” sea el pegamento que nos permita a todas y todos, sin exclusión alguna, coexistir corresponsable y solidariamente, en pleno respeto de las diferencias y con capacidad de transformar positivamente los conflictos desde un sistema de relaciones justo, fraterno y equitativo. Es lo que el Papa Francisco nos propone como “La cultura del encuentro”. La humanidad vive (desde siempre) en tensión permanente entre la convivencia pacífica y las luchas por la tierra, los alimentos, la escalada en el poder global. ¿Aplica esta descripción para la vida de nuestros países latinoamericanos y caribeños, algo de esto pasa en nuestros ambientes? Efectivamente. Donde haya coexistencia las tensiones y los conflictos son parte de la misma; sin embargo, los seres humanos necesitamos desaprender patrones que nos llevan a tramitar de manera negativa dichos conflictos y tensiones para dar paso a formas Noviolentas de construir escenarios de debate y de transformación de dichas tensiones en oportunidades o soluciones duraderas. En la región América Latina y el Caribe, vivimos tiempos de particular complejidad. Entre la polarización política, las crecientes brechas por las desigualdades económicas, la exclusión de cada vez más sectores de la sociedad, las víctimas de abuso, xenofobia, explotación, migración forzada, entre otros; nos arrastran a espirales prolongados y complejos de violencia que demandan respuestas integrales, multinivel y con un esfuerzo enorme de establecer relaciones estratégicas que sumen voluntades a distinto nivel en distinto tipo de respuesta para alcanzar cambios de corto y largo plazo. A esto es que le llamamos transformación de conflictos y construcción de paz. ¿Cuáles son los motivos de lucha actualmente? Esta es una respuesta muy difícil porque no es una única respuesta. Se lucha básicamente por motivos de escasez de recursos, incompatibilidad de intereses y por conflictos de poder. Esto aplica desde la vida familiar hasta las naciones y conflictos internacionales. ¿Qué potencial positivo ve en nuestros pueblos americanos, que pueden arrimar esperanza en la solución pacífica de la variedad de conflictos que atravesamos? Los pueblos latinoamericanos y caribeños tenemos una impresionante capacidad de resiliencia, pese a todas las dificultades que afrontamos, tenemos siempre la alegría como instrumento para sobreponernos y seguir adelante. Lo que realmente necesitamos es convencernos de que el camino es la Noviolencia activa; que no podemos esperar que los cambios lleguen milagrosamente, desde afuera o será instaurada por la victoria sobre los malos. Tal como lo invita el Papa Francisco en Fratelli Tutti, la paz es una artesanía difícil y compleja, pero empieza en lo pequeño y desde dentro del corazón del ser humano. Nos exige convicción más que expectativas, no exige corresponsabilidad en la tarea desde lo local, lo cotidiano y el mejor escenario es trabajar en las relaciones, las interpersonales, las culturales, económicas, políticas y con la creación. El punto de partida: aquellas que tenemos a nuestro alcance y las que no lo están, solo trabajando con otros actores podremos lograr mayor potencial transformador. En la construcción de la paz, ¿es un plus ser católicos, creer en Jesús, apropiarnos y encarnar el Evangelio en su sentido más puro y esencial? Por supuesto. Si somos fieles al Evangelio de Jesús, la Noviolencia activa es el camino más coherente para vivir nuestra fe. El cristianismo realmente está llamado a realizar la comunión en las realidades temporales, una comunión que tiene como frutos la paz y la justicia que derriba todos aquellos muros que nos dividen y hace de la humanidad una sola familia cuidadora de la vida y de la casa común. La tradición cristiana muestra siempre, desde las primeras comunidades cristianas, una búsqueda incansable por hacer presente en la convivencia humana, a ejemplo de la familia trinitaria, la comunión. Podemos ver en las cartas pastorales de los discípulos a aquellas primeras comunidades una serie de recomendaciones y herramientas para llevar a la vida comunitaria la armonía, la comunión construida sobre la base del amor cristiano. ¿Qué rol le otorga a la posibilidad del perdón entre quienes se enfrentan? El perdón es un proceso. Brota del corazón de la víctima por obra de Dios. No es algo que se puede decretar o tiene receta alguna. Se puede acompañar, pero es un proceso al interior del corazón de cada ser humano y que no se concede porque el victimario o quien ha infringido violencia lo merezca; sino porque la víctima necesita liberarse y retomar su proyecto de vida recordando su experiencia sin dolor. Por eso el perdón es, ante todo, un proceso de sanación interior que se trabaja en el propio corazón y brota en forma de perdón para abrirle paso a la obra reconciliadora de Dios en la experiencia humana. ¿Cómo se asume esa posibilidad? ¿Cómo es la búsqueda de acuerdos en los que todos ceden? ¿Se produce como un olvido del conflicto dando una vuelta de página, como una elaboración (aunque dolorosa) de los desencuentros con la puesta en palabras de nuevos registros de los vivido, apuntando a la reconciliación? Asumiendo que el valor del perdón no se contrapone a la Justicia; por el contrario, son valores complementarios que hacen posible la reconciliación: “La verdad y la misericordia se abrazan, la justicia y la paz se besan” (Cfr. Salmo 85, 10). La reconciliación es la experiencia que emerge del trabajo integrado por la verdad, el perdón, la justicia y la paz. ¿Qué peso tiene en la resolución de conflictos antiguos —de larga data— la responsabilidad intergeneracional a la par de las nuevas miradas que puedan ir sumando las nuevas generaciones sobre los mismos? Existen innumerables experiencias de pueblos o comunidades que han estado sometidos por generaciones enteras a conflictos prolongados y hacer conciencia de que mientras más tiempo dejamos avanzar los espirales de violencia, más tiempo nos va a tomar salir de dicha realidad. Sin embargo, para que mañana alguna generación pueda cosechar frutos de paz, hoy alguien tiene que empezar la siembra. Los conflictos prolongados van minando la capacidad de confiar entre los vecinos y hasta entre las mismas familias; va legitimando el uso de la fuerza como mecanismo de supervivencia; escala a patrones de relacionamiento, a las estructuras y se tiende a establecer y perpetuarse en los sistemas o modelos de vida (economías de guerra en lugar de economías de paz; doctrinas de seguridad en lugar de políticas de Estado favorables a la paz; etc.). Pero, aunque lleguemos a esas dinámicas tan estructurales y complejas no significa que no se puedan cambiar. La clave está en trabajar con una visión amplia, aunque concentremos nuestros esfuerzos en lo que tenemos a nuestro alcance y aprender a trabajar con otros para lograr mayor impacto en la transformación a distinto nivel. “Construcción de Paz y Transformación Social” es el título del Diplomado del que usted forma parte como Cuerpo Docente y que se inicia el próximo 1 de febrero organizado por Cebitepal #FormaciónCelam, Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del Celam (CEPRAP) y Cáritas ALC, dirigido especialmente a agentes de pastoral, líderes sociales y agentes de paz. ¿De qué se trata y cuáles son los carriles conceptuales que andarán sus diplomandos? Esta propuesta formativa es el producto de la práctica reflexiva y caminos de aprendizaje sobre diversas prácticas y experiencias en el camino de la construcción de la paz. Nos hemos encaminado por la visión de la Transformación Social de Conflictos y construcción de paz que integra herramientas de resolución pacífica, diálogo social, enfoque de Derechos Humanos y marcos temporales de más largo alcance que nos permitan resolver problemas concretos de corto plazo mientras trabajamos por las transformaciones estructurales que toman más tiempo; a la par de buscar cambios que van desde las actitudes y comportamiento personales hasta los cambios de imaginarios sociales, en la cultura, los sistemas políticos y económicos que hacen posible no solo la convivencia pacífica entre comunidades sino condiciones estables para que la paz sea duradera.

Jue 23 Dic 2021

¡El mejor regalo!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Cuenta una historia que ‘una chiquilla, trataba de envolver una caja de cartón con papel de regalo dorado; su padre enfureció, por considerar que se estaba desperdiciando el papel. El papá mandó a la niña a su cuarto; ella se retiró triste. A la mañana siguiente, la niña llevó el regalo a su padre, quien volvió a disgustarse cuando se percató que la caja estaba vacía. La niña miraba sorprendida a su progenitor, por su reacción y le dijo: -papito, no está vacía. Anoche antes de envolver la caja, yo soplé muchísimos besos dentro de la caja y todos son para ti. El papá solo atinó a mirarla, caer a sus pies y abrazarla, pidiéndole perdón’. Así, que la pregunta de hoy debería ser: ¿Cuál es el mejor regalo? Por estas fiestas decembrinas, muchos aprovechan para intercambiar aguinaldos y compartir en familia. Cuántos de nosotros necesitamos obsequiar o recibir hoy, estas cajas llenas de besos, máxime cuando en esta pandemia todo cambió; nuestros hábitos afectivos saludables quedaron aplazados. En medio del temor y de la estampida de este virus, tuvimos que tomar distancia y, aunque algunos vínculos se han roto, muchos más han permanecido incólumes por una sencilla razón: porque no fue desidia ni negligencia, no fue indolencia ni insensibilidad, fueron hábitos transformados ‘temporalmente’ para cuidarnos y cuidar a nuestros seres amados. Sin embargo, los afectos han seguido intactos y a Dios gracias, se ha ido recobrando la normalidad, lo que evidencia que la humanidad no puede vivir aislada, en confinamiento, sin afectos y sin los hábitos propios de los seres humanos: los abrazos, los besos, las caricias, las palabras, el encuentro, las miradas, los silencios, las pausas, los guiños de ojo, la sonrisa, los piropos, los gestos, las expresiones de ternura, etc. Ni siquiera por decreto se puede aniquilar esta riqueza afectiva; se dieron normas de autocuidado y se siguen recordando, pero, jamás se han dado y creo, ni se darán decretos, que impidan la cercanía y el encuentro con el otro. En esta navidad, queridos lectores, estoy convencido que el mejor regalo, eres tú, soy yo, somos todos; el mejor regalo es nuestra vida, lo que somos y tenemos al servicio de los hermanos, incluso de los más vulnerables, de los marginados y descartados socialmente. Desde niños, nos enseñaron a pedir al niño Dios, bienes materiales y espirituales; hoy les propongo, además que le ofrezcamos algo a Jesús que nace. ¿Qué le puedes y quieres ofrecer al Niño Dios? ¿A qué estás dispuesto(a)? Qué tal si pensamos por un instante: ¿Qué empaque de regalo me gustaría y qué pondría en esa caja llena de besos? Pienso en estas figuras: algunos, vienen en empaque de ternura, los niños recién nacidos, que van creciendo, junto a la hoguera del amor de sus papás y de sus amigos; muchos, vienen en empaques deteriorados por el peso de los años, por su situación de calle, por su inmersión en las drogas, por la cruda realidad del alcoholismo. Cientos de personas prefieren los empaques ecológicos o en material reciclable, por su compromiso con el medio ambiente, por el amor profesado a los animales; hay quienes prefieren los empaques clásicos, por su forma de pensar, por su rigor en sus principios y dogmas; hay quienes optan por los empaques de color brillante o multicolores, para expresar creatividad y originalidad; algunos se decidirán por empaques simples y sin muchos adornos, bolsas o una sencilla envoltura, para manifestar su simplicidad o el acelere de la vida. Otros, vienen en empaque dorado, son los años de la experiencia, las canas, el desacelere de la vida, la sabiduría y la serenidad. Pero, algo nos une a todos: esperamos una ‘lluvia de bendiciones’, porque el niño Dios viene como el Príncipe de la Paz, a sanar nuestros corazones de odios, envidias, celos, desconfianzas, inseguridades; viene a dar sentido a nuestras vidas y a encender en todos, la llama de la esperanza. No olvides por lo mismo, que el mejor regalo, en esta navidad, eres tú mismo(a). + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Jue 4 Nov 2021

VI Encuentro Internacional de las ESPERE: Liderazgo, perdón y reconciliación

La Fundación para la Reconciliación, a través de las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE), realizará de manera virtual del 16 al 21 de noviembre, el VI Encuentro Internacional, donde se ofrecerán espacios para la presentación de experiencias, el diálogo y la reflexión sobre el tema: "Fortalecimiento de liderazgos para el perdón y la reconciliación". Sus organizadores a través de un comunicado han informado que esta iniciativa que se transmitirá por la plataforma de ZOOM “busca ser una oportunidad de coincidir nuevamente, luego de 3 años de espera para compartir avances teóricos, experiencias e incorporar la perspectiva del liderazgo consciente”. Además explican que se mantendrán ámbitos de conversación para contar: experiencias y resultados sobre perdón, restauración y reconciliación de los nodos que integran esta Red Internacional; presentación de expertos que ofrecerán avances teóricos y metodológicos en materia de liderazgo, perdón y reconciliación; exposición de avances de investigación sobre perdón y reconciliación; y finalmente, espacios de conversación a través de mesas de trabajo para motivar el intercambio y el reencuentro de los integrantes de la Red. Fechas de Inscripción 10 de noviembre de 2021 Fecha límite para el pago y la inscripción Mayores informes: En el correo [email protected] Conozca más detalles del evento [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] Formulario de Inscripción [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] Fundación para la Reconciliación Esta Institución desde su constitución en el 2003 desarrolla y aplica pedagogías para promover la Cultura Ciudadana del Cuidado, el Perdón y la Reconciliación. Las Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE), como metodología insignia de la Fundación, son un proceso pedagógico vivencial y dialógico que permite sanar las heridas, pasar de la memoria ingrata a la memoria grata, generar prácticas restaurativas y brindar herramientas para recuperar la confianza. Las ESPERE han conformado una red de organizaciones aliadas, que han replicado esta metodología en 21 países del mundo con grandes aportes a las personas y comunidades donde se ha instalado la propuesta. Con su trabajo, las organizaciones vinculadas a esta Red Internacional han aportado de manera positiva a la transformación de problemáticas causadas por el conflicto que impactan a miles de personas y comunidades en sus territorios de influencia. Las ESPERE y los demás programas de la Fundación, han facilitado procesos de prevención, transformación pacífica de conflictos, superación de las violencias y fortalecimiento de la cohesión social contribuyendo a la construcción de una paz sostenible en Colombia y el mundo.

Jue 8 Jul 2021

El perdón y la reconciliación que llevan a la paz

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve - A nivel mundial, particularmente en Colombia y en nuestras fami­lias, el ser humano está pasando por una crisis de convivencia, manifes­tado esto en corazones llenos de odio y resentimiento que generan cada día más violencia y confusión al interno del grupo familiar y de la sociedad. Se escucha desde distintos enfoques que es necesario un proceso de perdón y recon­ciliación para llegar a la paz. Sin embar­go, no se llega a la tan anhelada paz, tan querida por todos, porque en la huma­nidad prevalece el uso de la fuerza y la violencia para resolver sus conflictos, al tiempo que se desea vivir en paz. Al hablar de perdón y reconciliación se está tocando un aspecto central de la fe cristiana. Muchas situaciones persona­les, familiares, sociales, etc., que se viven en conflicto, hacen necesario un proceso de perdón y reconciliación, pero no se concreta quitando a Dios del centro de la vida, de tal manera, que la virtud de la fe es definitiva cuando se quiere hablar de perdón y reconciliación y por eso es que a las comunidades cristianas en Colom­bia, hay que pedirles como primera obra en el trabajo de la reconciliación, que se encuentren para rezar. La oración es el clamor de quien no se resigna a vivir en el odio, el resentimiento, la violencia y la guerra. El perdón y la reconciliación son virtu­des cristianas que brotan de un corazón que está en gracia de Dios, nos permi­te ver la dimensión del don de Dios en nuestras vidas. Nacen estas virtudes de la reconciliación con Dios, mediante el perdón de los pecados que recibimos, cuando arrepentidos nos acercamos al sacramento de la penitencia a implo­rar la misericordia que viene del Padre y que mediante el perdón nos deja re­conciliados con Él. Estar en gracia de Dios, perdonados y reconciliados son características fundamentales de la fe cristiana. El perdón y la reconciliación son gra­cias de Dios y por eso no son fruto de un mero esfuerzo humano, sino que son dones gratuitos de Dios, a los que el cre­yente se abre, con la disposición de reci­birlos, haciéndose el cristiano testigo de la Misericordia del Padre y convirtién­dose en instrumento de la misma, frente a los hermanos. Un cora­zón en paz con Dios, que está en gracia de Dios, es capaz de transmitir este don a los demás, mediante el perdón y la reconciliación en la vi­vencia de las relaciones con los otros. No hay reconciliación y paz sin perdón, y todo tiene su origen en Dios Padre que envió a su Hijo Jesu­cristo, para que nos reconciliara con Él y efectivamente así lo hizo desde la Cruz, cuando nos otorgó su perdón y nos dejó el mandato de perdonar a los hermanos. El origen del perdón es la experiencia que Jesús tiene de lo que es la Misericor­dia infinita del Padre y por eso desde la Cruz lanza esa petición de perdón para toda la humanidad pecadora y necesita­da de reconciliación: “Padre, perdóna­les porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34). Es por esto que ninguna ley civil y nin­gún poder humano podrá obligar a nadie a conceder y pedir el perdón. Solo la ley moral lo hace porque tiene su funda­mento en Dios mismo que siembra en nosotros la semilla del perdón y la re­conciliación, en el perdón que Él mismo nos ofrece, del cual somos testigos y por gracia de Dios y desde la fe, somos instrumentos de la misericordia del Padre. Para los creyentes la reconciliación con Dios es condición básica y necesaria para la reconciliación humana. Hemos de estar reconciliados con Dios si que­remos vivir reconciliados entre los seres humanos, así lo decimos en la oración del Padre Nuestro: “Perdónanos nues­tras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mt 6, 12). Como cristianos creemos que el agente principal del perdón y la reconciliación es Dios. Orar por el per­dón y la reconciliación es mostrar que estamos convencidos que esto no es una lucha humana, sino un don de Dios. Esto, no declina nuestra dedicación activa por vivir perdona­dos y reconciliados, sino que nos dispone abrien­do el corazón a esta gracia de Dios. La oración estimula nuestra actividad y creatividad en trabajar por un mundo y una Colombia perdonada y reconcilia­da. Siempre en el mundo los grandes ar­tífices y trabajadores de la paz han sido personas de oración ferviente al Señor, pidiendo constantemente el perdón y la reconciliación que nos lleva a la verda­dera paz. Con Dios al centro de la vida y vivien­do en su gracia y en oración fervien­te, un instrumento fundamental en el proceso del perdón y la reconciliación es el diálogo, tan añorado en estos tiempos de violencia y dificultad en nuestra patria, válido para resolver conflictos familiares, vecinales, socia­les, políticos, etc. El diálogo ha evitado muchos enfrentamientos violentos a lo largo de la historia, en todos los sectores sociales. Dialogar implica escuchar de verdad las razones del adversario y estar dispuestos a modificar nuestra posición. Con la gracia de Dios en el corazón, el diálogo que lleva al perdón y la recon­ciliación se busca como un beneficio para el otro, sin Dios al centro se bus­ca el perdón y la reconciliación como un beneficio egoísta para sí mismo. La paz que nos trae el Señor, no como la que da el mundo sino Dios, implica una búsqueda continua del bien del otro, que lleva finalmente a trabajar de manera incansable por el bien común. Esto es un aprendizaje que se hace desde la fe, dejándonos educar por Dios mismo, que quiere que seamos sus hijos y entre no­sotros verdaderos hermanos. Aparecida expresó esta verdad diciendo: “Es necesario educar y favorecer en nuestros pueblos todos los gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social, de cooperación e integración. La comunión alcanzada en la sangre recon­ciliadora de Cristo nos da fuerza para ser constructores de puentes, anunciadores de verdad, bálsamo para las heridas. La reconciliación está en el corazón de la vida cristiana. Es iniciativa propia de Dios en busca de nuestra amistad, que comporta consigo la necesaria reconci­liación con el hermano. Se trata de una reconciliación que necesitamos en los diversos ámbitos, en todos y entre todos los países. Esta reconciliación fraterna presupone la reconciliación con Dios, fuente única de gracia y de perdón, que alcanza su expresión y realización en el sacramento de la penitencia que Dios nos regala a través de la Iglesia” (DA 535). Que Nuestro Señor Jesucristo, por in­tercesión de la Santísima Virgen María y del glorioso Patriarca san José, nos concedan la gracia de vivir en Colombia perdonados, reconciliados y en paz. En unión de oraciones, reciban mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis Málaga Soatá y Administrador Apostólico de la Diócesis de Cúcuta

Vie 4 Jun 2021

Diócesis de Buenaventura y CCN contribuyen en procesos de paz y reconciliación

Gracias a una iniciativa adelantada desde la parroquia San Martín de Porres de la Diócesis de Buenaventura, con el apoyo de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) y la solidaridad de la Embajada de Noruega en Colombia, durante cerca de 4 meses, se llevaron a cabo actividades de formación en temas como perdón, paz y reconciliación dirigidas especialmente a niños, jóvenes y mujeres afrodescendientes que habitan el barrio San Buenaventura, más conocido como R-9, y sectores aledaños a este, en el distrito de Buenaventura. Además de acompañar desde la fe, a través de este tipo de procesos, la Iglesia Católica busca contribuir de forma concreta al fortalecimiento del tejido social y a la resignificación de espacios, a partir de los complejos hechos vividos por miembros de estas comunidades en medio de múltiples situaciones de abandono, pobreza, violencia y conflicto. Este proceso pastoral y pedagógico se logró gracias a la participación activa de monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de esa jurisdicción, quien junto al sacerdote misionero Lawrence Ssimbwa, párroco de San Martín de Porres y otros participantes, permitieron llevar a feliz término esta iniciativa pastoral. FUENTE: Of. de comunicaciones CCN Los invitamos a conocer más detalles de esta experiencia.

Jue 25 Mar 2021

Llamados por Dios

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - La Cuaresma 2021 ha estado marcada, para nosotros los creyentes, por un sinnúmero de signos que tienen que ayudarnos a pensar en lo importante de nuestras vidas y en el llamado que nos hace el Señor a la esperanza. Comenzamos por la ceniza. Es un signo de penitencia. Este año muchos la recibieron no en la frente sino en la cabeza. De pronto no cayeron en la cuenta de que para recibir la ceniza en la frente en forma de cruz, se levanta la cabeza, se acercan erguidos para ser signados; con la imposición en la cabeza, se acercan con la cabeza abajo, un signo muy interesante para mostrar nuestra humildad y pequeñez ante la misericordia de Dios. A Él nos acercamos no para exigir, sino para pedir, como el leproso del evangelio: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Seguimos con la Palabra de Dios. Esta en sí misma no es un signo, es la presencia viva del Señor. En la Cuaresma, la Palabra se convierte de manera especial en luz de nuestros pasos. Por eso el llamado a intensificar su lectura y meditación que nos ayude a descubrir lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de prueba. Pasamos luego a las expresiones de nuestros deseos de conversión: la limosna, la penitencia y el ayuno. Estos sí que nos permiten entender la compasión del Padre del cielo hacia nosotros sus hijos. A través de estas realidades, para tantos dolorosas, ya que están en estado permanente de ayuno, de abstinencia y penitencia, pues no tienen ni siquiera dónde dormir ni qué comer, al tomar conciencia de estas realidades y ser compasivos como Dios, el llamado es a ser a austeros, solidarios, generosos y misericordiosos a través de las obras de caridad. No puede faltar en la Cuaresma el sacramento de la misericordia, el sacramento del perdón. Nos acercamos al sacerdote para recibir el perdón de los pecados y hacer delante suyo el compromiso de no volver a pecar. Es el llamado a la reconciliación con Dios, con los hermanos y con la naturaleza. En la encrucijada de la pandemia, llega la vacuna contra el coronavirus. Prácticamente coincidió su llegada con el inicio de la cuaresma. Desde la fe un mensaje, basado en la misma Palabra de Dios: “el que persevere hasta el fin se salvará”. Así es, la vacuna surge como un signo de esperanza para seguir nuestro camino en este mundo, con entusiasmo. No todo estaba acabado, todo saldrá bien. ¿Acaso no fue ese el anuncio constante de Jesús a sus discípulos, que al final no comprendían?: “él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas y ser matado y resucitar al tercer día” (Mt., 16, 21). Ahora sentimos de nuevo el llamado a la esperanza en la acción misericordiosa del Señor que no nos abandona. El Papa Francisco, el miércoles de ceniza, decía que “la Cuaresma es el camino del retorno a Dios”. Es el camino para el encuentro con el Resucitado. Es el camino para llegar a la meta de la vida nueva, movidos por la esperanza que no defrauda. Estemos atentos al llamado que nos hace Dios a ser mejores, a estar con él, a disponernos para el encuentro definitivo con Dios, a renovar la fe, la esperanza y el amor. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo auxiliar de Cali

Mié 24 Mar 2021

En Cúcuta miles de fieles caminaron virtualmente con Jesús

“Caminemos tras las huellas del Maestro”, fue el lema con el que la Diócesis de Cúcuta invitó a vivir la Marcha Virtual del Perdón y la Esperanza 2021, realizada el viernes 19 de marzo, desde las 7 de la noche. Fue un hecho sin precedentes, con el objetivo de revivir la tradición de la multitudinaria Marcha del Perdón que no se pudo llevar a cabo el año pasado por cumplir con las restricciones implementadas por causa del Covid-19. Este año, con previa preparación del Centro de Comunicaciones Diocesano, la Pastoral de Multitudes, la Vicaría de Pastoral y las parroquias con sus agentes de pastoral, contando con el apoyo del administrador apostólico, monseñor José Libardo Garcés Monsalve, se llevó a cabo una transmisión impecable, originada desde la catedral San José y entrelazada con las vicarías de esta Iglesia particular, logrando hermosos momentos de reflexión, oración, adoración y alabanza. Las parroquias, desde sus templos, proyectaron la marcha virtual y, junto con los párrocos, los fieles participaron activamente de cada espacio anunciado en esta manifestación de fe, publicando mensajes a través de sus redes sociales y haciendo registro multimedia etiquetando a: #LaMarchaDelPerdón2021 y #CaminemosTrasSusHuellas. Asimismo, los hogares diocesanos, alrededor de sus altares, hicieron público cómo se unieron a este signo característico de la Iglesia católica en Cúcuta, que, durante 20 años, a través de esta marcha, ha expresado que es una comunidad viva, evangelizada y evangelizadora, defensora y promotora de los valores de la vida, la paz, la reconciliación y la esperanza. Le invitamos a conocer esta experiencia: