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política. vocación de servicio

Mar 2 Abr 2019

La política es vocación de servicio

Por: Omar de Jesús Mejía Giraldo - “La política es vocación de servicio”, sentenció el Santo Padre muy recientemente, el pasado 4 de marzo de 2019, en reunión de la Pontificia Comisión para América Latina; un espacio en donde, de la mano de algunas universidades de Latinoamérica, se viene liderando formación en Doctrina Social de la Iglesia. Esta formación se dirige fundamentalmente a jóvenes que quieran, mediante la profundización del conocimiento, amar de verdad nuestra Doctrina Social de la Iglesia, como un camino objetivo que brinde claridad, seguridad, inspiración, y, a través del cual se formen como legítimos dirigentes políticos, que se preocupan por el bien común antes que por el bien particular; y que por sobre todo, no estén pensando simplemente en enriquecerse durante su período de administración. El Santo Padre dice: “No olvidemos que entrar en política, significa apostar por la amistad social”. Éste debería ser el principio fundamental de quien pretende aspirar a ser “servidor publico”. Presten atención a esto: “servidor público”, no servidor de mis intereses, ni tampoco los intereses de mi familia, grupo, partido, barrio, sector, vereda o determinada institución. Tengamos todos en cuenta que, con las mismas actitudes con las que se desarrolla la campaña, de cercanía, amistad, desprendimiento, tiempo disponible para los demás, afecto, esas mismas actitudes deben caracterizar a quien ya tiene bajo su poder la administración de lo público; desde luego, con el debido orden y disciplina que exige administrar personas, comunidades y bienes; pero sin perder la humanidad, sin esconderse a las necesidades de la gente. Dicho de otra manera, que el mandatario sea la misma persona que elegimos al término de su campaña. El interés máximo de un gobernante debe ser construir una sociedad en paz. Desde la fe, la paz es un don de Dios; pero desde lo humano, como dice Francisco: “La paz es una construcción artesanal”. Es decir, se debe armar entre todos, sin distinción de credo, raza, clase social, pensamiento, ideología… Desde que el candidato a ser “servidor público” empieza su campaña debe ser un artesano de la paz. Es mentalmente imposible entender que alguien prometa estrategias de paz en su probable futura administración, si desde ahora no está propiciando encuentros de amistad con quiénes, igual que él, están en campaña y poseen la misma posibilidad de ser gobernantes. Es imposible que un candidato sea artesano de la paz, si ya, desde el inicio de su campaña, propicia, impulsa, posibilita, paga o es promotor de insultos, descréditos, chismes, o maltratos a sus “contrincantes” (compañeros de campaña). El candidato honesto, transparente, libre, preparado…, alumbra y brilla con luz propia, y no pretende alumbrar con las debilidades del otro. Escuchemos textualmente al Santo Padre: “La política no es el mero arte de administrar el poder, los recursos o las crisis. La política no es mera búsqueda de eficacia, estrategia y acción organizada. La política es vocación de servicio, diaconía laical que promueve la amistad social para la generación de bien común. Solo de este modo la política colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las así llamadas “clases dirigentes” crean que ellas son quienes pueden dirimirlo todo… Hacer política no puede reducirse a técnicas y recursos humanos y capacidad de diálogo y persuasión; esto no sirve solo. El político está en medio de su pueblo y colabora con este medio u otros a que el pueblo que es soberano sea el protagonista de su historia”. Quisiera decirles a los candidatos que empiezan a salir a la luz pública aspirando a ser servidores públicos, en mi pobre opinión, que no deben hacer “campañas populistas”. No prometan lo que saben desde ya que es imposible cumplir; no nos creen expectativas falsas, porque estas desengañan muchísimo al pueblo, y hacen que se pierda credibilidad en el poder público de nuestra nación, de nuestra región, de nuestra localidad. Recuerden que deben estar preparados para ejercer competentemente el cargo al cual aspiran. El primer acto de corrupción de un servidor público es aspirar al ejercicio de un cargo para el que no está justamente preparado. Insisto, no hagan muchas promesas. Prometan solamente: administraré con honestidad, honradez, responsabilidad y respeto los bienes de la institución que me propongo gobernar. Cuidaré de las buenas relaciones entre servidores públicos, de tal manera que todos caminemos para el mismo lado. Y, mantendré los mismos ideales y criterios, asegurando cordialidad y disponibilidad para ser cabalmente lo que he prometido ser: “Un servidor público”. Estimados amigos(as), a problemas humanos, soluciones humanas. No crean que todo se soluciona con cámaras, motos, carros, cemento, muros, torres de control, computadores…, no. Es urgente en el Caquetá, en Florencia y en todos nuestros municipios, empezar una campaña de educación en “cultura ciudadana”. En el Caquetá cada municipio necesita urgentemente unidad y disponibilidad entre todos para seguir construyendo cultura con identidad propia. Somos Amazonía, y como tal, es necesario que entre todos, pero sobre todo, a partir de los administradores de lo público, amemos nuestra tierra. Que construyamos desde el amor por lo nuestro y no desde las rivalidades, las envidias y las confrontaciones. Seamos diferentes, ¡qué bueno!, pero desde esa misma diferencia, busquemos lo que finalmente nos une a todos. En lo básico que es lo humano, todos debemos entendernos. ¡Unidos somos más! Querido candidato (a), hoy usted representa a un partido político, pero no olvide, querido amigo (a), que mañana será el “servidor público” de todos. Como gobernante no puede pensar en cosa diferente a la búsqueda del bien común. Por favor, hermanos, piensen en grande, no se limiten a soñar de hoy para mañana. El gobernante tiene que ser un hombre visionario. “Vale la pena soñar”. El gobernante debe administrar de casa y con visión de futuro, con apertura al diálogo y pensando en la fraternidad humana. Si no hay fraternidad en la comunidad, se podrán hacer muchas cosas, pero terminan siendo esfuerzos inocuos, sin sentido y de muy poco alcance. Es la fraternidad humana la que genera credibilidad y hace que las obras materiales se valoren y cuiden. Si el “servidor público” no genera empatía con su comunidad puede hacer mucho, pero no logra nada. Si no hay empatía, no hay apoyo. Recuerde querido amigo (a), que mañana sin crear suficiente empatía con su pueblo, será muy difícil que lo gobierne; porque no encontrará disponibilidad en su comunidad para aceptar sus propuestas, y menos aún, disposición hacia sus normas o sus leyes. Ánimo. Si es posible. El Caquetá es el origen de cosas muy buenas, la gente es trabajadora, emprendedora, generosa, honesta, creativa…; queremos salir adelante necesitamos de su liderazgo, de su capacidad de gestión, pero por sobre todo, necesitamos de su honestidad para hacer que lo poco o lo mucho que se administre, llegue a donde tiene que llegar y no se quede en círculos cerrados y en amigotes de turno, que hoy le hacen cohorte a sus intereses, solo porque ejerce el poder; mañana lo dejarán sólo, defendiéndose de las seguras acusaciones en su contra. Ánimo, si se puede ser honesto. Educar, educar…, es la tarea. Después de la segunda guerra mundial, los americanos le ofrecieron ayuda a Alemania y ellos respondieron: “Ayúdennos a reconstruir al hombre, que luego todos nosotros juntos reconstruiremos el país”. La tarea es reconstruir el tejido social, la familia, la fraternidad común, la unidad en las veredas, sectores, barrios… La meta debe ser apostarle a la formación integral de los niños, adolescentes, jóvenes, en ellos reposa maleable el futuro de nuestra nación, departamento, municipios; ellos serán los servidores públicos muy pronto, ayudémosles a descubrirse a sí mismos, a encontrar todo el potencial de liderazgo implícito en su ser. Por favor, inviertan bien los recursos destinados a la educación y a los programas de bienestar humano. Piensen en la sabiduría de los ancianos y de la gente madura. Ténganlos en cuenta. Ellos son la memoria histórica viviente, cuiden de ellos como un don preciado a los que deben escuchar con atención para que iluminen el camino a seguir. La experiencia no se improvisa, no es fortuita, no se construye sola; ella es un bien que se adquiere como consecuencia de las luchas y los sufrimientos durante el inexorable pasar del tiempo. La política es vocación de servicio. Es urgente querer la ciudad y hacer que todos la queramos. Hagamos que desde los niños hasta los más adultos nos sintamos identificados con las virtudes fundamentales de la ciudad: Tolerancia, autodominio, urbanidad, sociabilidad (Fray Nelson Medina). La ciudad no es estática, toda ciudad es dinámica, porque la constituimos seres humanos que estamos en continúa evolución. Hagamos memoria histórica de nuestra amada ciudad, juntos disfrutemos el presente y soñemos el futuro. Querido candidato, mañana cuando sea nuestro gobernante, tenga en cuenta a todos, para soñar unidos por una ciudad acogedora y soñadora. Todos podemos aportar a su gobierno si usted se abre a escuchar a su pueblo. Caminemos juntos. El futuro está en las manos, en el corazón y en la mente de todos. Su usted se aísla, se queda sólo y será más proclive al error, déjese ayudar. Juntos podemos llegar más lejos. La política es vocación de servicio. + Omar de Jesús Mejía Giraldo Obispo de Florencia