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Predicación

Mié 12 Abr 2023

A los ocho días llegó Jesús

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA De la Divina Misericordia Abril 16 de 2023 Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 2, 42-47 Salmo: 118(117),2-4.13-15ab.22-24 (R. cf. 1) Segunda Lectura: 1P 1,3-9 Evangelio: Juan 20,19-31 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Hoy estamos llegando al culmen de la octava de Pascua, un día de ocho días, una semana que la Iglesia celebra como un único día: el día de la Nueva Creación, día en el que el Hijo de Dios ha pasado de la muerte a la vida. Por eso, en este segundo domingo de Pascua, podemos afirmar sin temor a equivocarnos: Hoy es la Pascua de Cristo: «Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo». A la luz del evangelio de hoy, los cristianos podemos seguir redescubriendo la importancia del primer día de la semana, del día del Señor. Cada domingo el Señor se hace presente en medio de la comunidad de discípulos reunida en su nombre para escuchar la Palabra de Dios, participar de la fracción del pan y caminar juntos en la fe. En este contexto de la Pascua se nos manifiesta en este domingo el misterio de la Divina Misericordia. Precisamente el Señor resucitado envió a sus apóstoles a perdonar los pecados. Además, con misericordia el Señor se presenta ante Tomás para que tenga un encuentro personal con Él y de esta manera pase de la incredulidad a la fe en la resurrección. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje de la primera lectura de este domingo está ubicado enseguida del acontecimiento de Pentecostés (Hch 2,1-13), del profundo discurso kerigmático del apóstol Pedro (Hch 2,14-36) y de las primeras conversiones y bautismos (Hch 2, 37-41). Es así que la perícopa de hoy pone ante nuestros ojos las primeras acciones de estos bautizados, creyentes en la resurrección, que comienzan a vivir conforme a la fe que han recibido. Lo más llamativo de estos primeros pasos de la Iglesia es que los creyentes adquieren un estilo de vida esencialmente comunitario. Además, no sólo se reúnen a la enseñanza apostólica, a la fracción del pan (primer nombre que recibió la Eucaristía) y a las oraciones, sino que llegan a tener todo en común, ayudando a cada uno según su necesidad. Estamos ante signos palpables de que la fe en la resurrección va transformando la vida personal y social de quienes dan el paso de la conversión. Durante los domingos de Pascua del Ciclo A, iremos escuchando en la segunda lectura la enseñanza de la Primera Carta del apóstol Pedro. Esta epístola se caracteriza por su enfoque bautismal, especialmente entre 1,13 y 4,11, lo que ha hecho suponer que este texto en su origen pudo haber sido una homilía en el ámbito de una liturgia o una catequesis mistagógica. Después del saludo, la carta se abre con la bendición solemne, pasaje que se nos propone para liturgia de hoy. Se trata de una bendición al estilo judío en la que se alaba al Padre por la salvación que han recibido las comunidades al renacer a una vida nueva. Al mismo tiempo la perícopa se convierte en una profesión de fe bautismal: Quienes han renacido por el bautismo están animados por la esperanza escatológica de la vida eterna. Igualmente, mientras que llega el momento definitivo de la salvación y son probados por los sufrimientos, los bautizados reciben la fuerza de Dios que los custodia en la fe. Por último, los bautizados son felicitados por creer en Cristo, a pesar de no haberlo visto con los ojos físicos, sino con los ojos de la fe. En el Evangelio se nos relata cómo es que el Resucitado irrumpe en medio de una comunidad de discípulos, arrinconados por el miedo en el que habían sucumbido por causa de la muerte de su Maestro. Es en medio de ese oscuro panorama que Cristo se hace presente para alegrarlos, traerles la paz y otorgarles el Espíritu Santo. Así se puede comprender la Pascua, no sólo como el paso de la muerte a la vida, sino como el paso la tristeza a la alegría y del miedo a la confianza. Especialmente es el apóstol Tomás quien llega tener la experiencia del paso de la incredulidad a la fe. Lo que le sucede a Tomás es un retrato de lo que pasa en la vida de todos aquellos discípulos de todos los tiempos, quienes nunca vieron con sus propios ojos al Señor, pero que han llegado a creer para tener vida en su nombre. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La fe de cada uno de nosotros, discípulos de Cristo, es una fe pascual porque creemos que Él es el Cordero inmolado como nuestra Pascua (cf. Prefacio I de Pascua), porque estamos seguros de que Él vive, porque sabemos que, amándonos hasta el extremo, se entregó por nosotros en la cruz, y luego ha roto las cadenas de la muerte con su resurrección. Por eso la Pascua tiene que ser la gran oportunidad que tenemos en el año litúrgico para que renovemos nuestra identidad de cristianos, que hemos resucitado con Cristo por medio del bautismo. De manera particular la hermosa oración colecta de este domingo nos recuerda nuestra identidad bautismal, indicándonos que necesitamos el aumento de los dones de la gracia divina para comprender «el sentido del Bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha reengendrado y de la Sangre que nos ha redimido». Ahora bien, sólo podremos renovar de nuestra identidad bautismal si nos ponemos a la tarea de profundizar en el conocimiento de Cristo resucitado para comprender quién es Él y por qué le seguimos. En ese sentido, el Papa Benedicto XVI nos explica que es necesario entrar en contacto con las heridas del Resucitado para reconocerlo como nuestro Dios y Señor, así como lo experimentó el apóstol Tomás. Explica el Papa Benedicto: «Al apóstol se le concede tocar sus heridas, y así lo reconoce, más allá de la identidad humana de Jesús de Nazaret, en su verdadera y más profunda identidad: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20, 28). El Señor ha llevado consigo sus heridas a la eternidad. Es un Dios herido; se ha dejado herir por amor a nosotros. Sus heridas son para nosotros el signo de que nos comprende y se deja herir por amor a nosotros. Nosotros podemos tocar sus heridas en la historia de nuestro tiempo, pues se deja herir continuamente por nosotros. ¡Qué certeza de su misericordia nos dan sus heridas y qué consuelo significan para nosotros! ¡Y qué seguridad nos dan sobre lo que es él: "Señor mío y Dios mío"! Nosotros debemos dejarnos herir por él» (Homilía, 15 de abril de 2007). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Le pedimos a nuestro Dios que nos permita a vivir a profundidad la experiencia de la Pascua de Cristo. Contemplando el cuadro de la Divina Misericordia, que es imagen del Resucitado, supliquemos al Señor que nos permita reconocerlo como nuestro Señor y nuestro Dios. Detengámonos un momento a pensar en las ideas y las sensaciones que tuvo el apóstol Tomás, quien tuvo que haber reflexionado así: «Es verdad que has resucitado, Señor. ¡Qué grande es tu misericordia!, porque estás ante mí, no para juzgarme por mi falta de fe, sino precisamente ayudándome para que pueda dar el paso pascual de creer en tu resurrección. Al tocar tus heridas y poder verte glorioso no me queda otra cosa que exclamar: Señor mío y Dios mío». _______________________ Recomendaciones prácticas: • Con las segundas Vísperas termina la Octava de Pascua. • Cumpleaños del Papa Emérito Benedicto XVI. • Los signos litúrgicos de la Pascua deben seguir resplandeciendo por su belleza y expresividad: el altar iluminado, el cirio pascual, la fuente bautismal, los ornamentos blancos, la música sagrada, etc. • Es importante que la referencia a la Divina Misericordia no opaque el sentido pascual y bautismal de este domingo, donde todavía es día de resurrección. Esta devoción se encuentra al nivel de la piedad popular y se pueden tener momentos como la Coronilla en una hora oportuna. • El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia nos dice: «Puesto que la Liturgia del “II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia” – como se denomina en la actualidad– constituye el espacio natural en el que se expresa la acogida de la misericordia del Redentor del hombre, debe educarse a los fieles para comprender esta devoción a la luz de las celebraciones litúrgicas de estos días de Pascua. En efecto, El Cristo pascual es la encarnación definitiva de la misericordia, su signo viviente: histórico-salvífico y a la vez escatológico» (núm. 154). II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos: la liturgia pascual que estamos viviendo por estos días nos dice que el gozo de la Iglesia es realmente desbordante ya que Cristo ha resucitado de la muerte y nos comunica su vida divina por medio de los sacramentos. Tenemos que decir que hoy es la Pascua de Cristo, hoy el Señor ha pasado de la muerte a la vida y hoy está Jesucristo vivo presente en medio de su comunidad creyente. Y todo esto lo afirmamos porque estos ocho días que han pasado desde el Domingo de Resurrección los vivimos en la Iglesia como si fueran un solo día de fiesta. Con gran alegría vivamos esta celebración, contemplando en Cristo resucitado el misterio de su Divina Misericordia. Monición a la Liturgia de la Palabra En la liturgia de la Palabra de este tiempo de Pascua nos alegramos con el anuncio de la Resurrección de Cristo, nos animamos al escuchar los relatos del encuentro del resucitado con sus discípulos y nos confrontamos con esta Buena Noticia para que nuestra vida cristiana refleje con sus acciones lo que significa haber muerto y resucitado con Cristo gracias al Sacramento del Bautismo. Escuchemos atentos. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Renovados en nuestra fe por la celebración anual de la Resurrección de Cristo y confiando en la misericordia del Padre, presentemos estas plegarias como hermanos que caminamos juntos en la Iglesia y queremos suplicar por las necesidades de toda la humanidad. Por eso digamos: R. Por la resurrección de tu Hijo, escúchanos, Señor. 1. Oremos por la Iglesia universal. Que esta celebración de la Pascua sea un verdadero tiempo de gracia para que el Pueblo de Dios siga anunciando al mundo la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida de los fieles. 2. Oremos por los gobernantes. Que actúen movidos por la caridad que proviene de Dios y se pongan al servicio de todas las personas que han sido puestas bajo su cuidado, siendo instrumentos de progreso y desarrollo. 3. Oremos por los que sufren. Que en medio de sus pruebas reciban la fuerza de Dios que los mantenga firmes en la fe, con la esperanza de la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. 4. Oremos por nosotros. Que la Resurrección de Cristo nos reanime en el discipulado misionero, de manera que nos afiancemos en la vivencia de nuestro bautismo y en la experiencia de la misericordia divina. Oración conclusiva Padre de amor, que, en tu gran misericordia, por la resurrección de tu Hijo, nos has hecho renacer a una esperanza viva. Recibe con agrado las oraciones que te presentamos, en medio del gozo de la Pascua. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Dom 9 Abr 2023

Él había de resucitar de entre los muertos

DOMINGO DE PASCUA EN LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR Abril 9 de 2023 Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 10, 34a.37-43 Salmo: 118(117),1-2. 15cy16ay17.22-23 (R. 24) Segunda Lectura: Colosenses 3,1-4 o 1Corintios 5, 6b-8 Evangelio: Juan 20,1-9 o Mateo 28,1-10 I. Orientaciones para la Predicación Introducción El Domingo de Pascua en la Resurrección del Señor nos abre a un tiempo de gracia de proclamación y de escucha gozosa de la Palabra de Dios, pero también de su predicación porque «este es el tiempo litúrgico privilegiado en el que el homileta puede y debe hacer resonar la fe de la Iglesia sobre lo que representa el corazón de su proclamación: Jesucristo murió por nuestros pecados “según las Escrituras”, y ha resucitado el tercer día “según las Escrituras”» (Directorio Homilético 51). A continuación, ofrecemos algunos temas presentes en las lecturas bíblicas que pueden inspirar tal predicación: en primer lugar, que los que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos (alusión a la asamblea que participa del Sacramento del Altar), somos sus testigos; además, que corresponde una gran alegría de nuestra parte en razón de la celebración de la Resurrección de nuestro Señor, quien es nuestra alegría y nuestro gozo; luego también, que la inmolación de Cristo, nuestra Pascua, requiere un cambio de vida. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La Primera lectura presenta un pasaje de los Hechos de los Apóstoles (Hch 10, 34a. 37-43) en el cual, Pedro confirma la misión a los paganos pero más específicamente da testimonio solemne de Jesucristo crucificado, muerto y resucitado, a la vez que llama la atención sobre el perdón de los pecados que obtienen los que creen en Él; es importante advertir que según este apóstol Dios ha concedido manifestar la resurrección a algunos designados que comieron y bebieron con el Señor Jesús después de resurgir de la muerte. El Salmo responsorial es tomado del Sal 117 en el cual, «con ocasión de una gran solemnidad pública, el salmista entona un himno de acción de gracias por una victoria recientemente obtenida contra los enemigos de Israel […] Desde el punto de vista literario se debe notar el aire antifonal del salmo: una voz recita un verso, y el coro responde con una letanía de frases rimadas en consonancia con la idea principal expuesta por el solista que dirige el coro. Este salmo es el último del grupo aleluyático («Gran Hallel») y rezuma un profundo sentido eucarístico, de acción de gracias» La Segunda lectura, en sus dos opciones, habla del misterio de Cristo vivido en la Iglesia o podemos pensar también sencillamente en la llamada vida en Cristo, que tiene implicaciones serias para cada fiel creyente, como el buscar “los bienes de allá arriba donde está Cristo” (Col 3, 1-4) y como el barrer de la vida la maldad de la corrupción para adherirse a la sinceridad y a la verdad (1 Cor 5, 6b-8). Finalmente, como la capitalidad de la proclamación entera de la liturgia de la Palabra la tiene el santo Evangelio, recordemos que «para la misa del día de Pascua, se propone la lectura del Evangelio de san Juan sobre el hallazgo del sepulcro vacío. También pueden leerse, si se prefiere, los textos de los Evangelios propuestos para la noche Sagrada, o, cuando hay misa vespertina, la narración de Lucas sobre la aparición a los discípulos que iban de camino hacia Emaús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Colecta de esta «Misa del día» nos ofrece un tono celebrativo que también interpreta las lecturas de la liturgia de la Palabra con la comprensión de la Iglesia orante, esta dice: «Oh Dios, que, por medio de tu Unigénito, vencedor de la muerte, nos abriste en este día las puertas de la eternidad, concede a todos los que celebramos su gloriosa resurrección que, por la nueva vida que tu Espíritu nos comunica, lleguemos también nosotros a resucitar a la luz de la vida». En efecto, en la Primera lectura Pedro habla de “Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo”, que nos libra del pecado y así nos da nueva vida. Continuando, el Salmo es un canto gozoso por «el día que hizo el Señor», que es «nuestra alegría y nuestro gozo», y esto es verdaderamente celebración de la gloriosa Resurrección. Por otra parte, sobre las opciones para segunda lectura, es importante recordar que es el Señor el que permite que nosotros podamos llegar a “resucitar a la luz de la vida” cotidianamente, porque es su gracia la que nos posibilita el desear las cosas celestiales y el sacar de nuestra vida toda maldad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hablar de la luz de nuestro Señor Resucitado, que nos envuelve en esta celebración pascual, no es utilizar una figura; Él verdaderamente penetra en nuestros corazones y, puesto que irradia con la fuerza divina, dispersa todo aquello de nuestra vida que está en oscuridad. La luz también nos hace pensar en la apertura, porque es propio de la oscuridad la cerrazón. Luego, sobre si hacemos evidente en la vida el encuentro con la luz de Cristo entre las “ceguera presente en la sociedad”, es verdad que nuestros esfuerzos, si bien pequeños, producen un abundante fruto, en este sentido nuestro actuar cristiano es luz del mundo. Pidamos, entonces, al Señor que renueve en cada uno de nosotros su fuerza resucitadora que abre nuestros ojos a la claridad de una vida en justicia y santidad verdaderas. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Con las Vísperas termina el Sagrado Triduo Pascual. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Celebramos el gran gozo de este bendecido Domingo de la Resurrección «este es el día en que actuó el Señor, la solemnidad de las solemnidades y nuestra Pascua: la Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo» . Esta es la alegría que se extenderá a lo largo de todo el año en cada domingo porque en este día santo «la Palabra del Resucitado ilumina nuestra existencia» y «la comunión en el Cuerpo y la Sangre de Cristo quiere hacer también de nuestra vida un sacrificio agradable al Padre» . ¡Qué gran dicha tomar parte en esta santa liturgia! Monición a la Liturgia de la Palabra Escuchemos la Palabra divina, que «se expresa a lo largo de toda la historia de la salvación, y llega a su plenitud en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios». ¡Cristo es la «Palabra de Dios encarnada, crucificada y resucitada»! Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos queridos, animados por la Pascua de Cristo que venció la muerte supliquemos llenos de confianza al Padre del Cielo que cuida de todas las criaturas con amor. R. Te rogamos, óyenos. 1. Oremos por la Iglesia santa de Dios: el Padre de la luz, que la santifica como sacramento pascual, le conceda resplandecer en la gracia y en la comunión fraterna. 2. Oremos por los gobernantes: el Padre de todos, que inspira pensamientos de justicia y de paz, conceda los gobernantes de las naciones buscar siempre el bien común, el diálogo y la concordia entre los pueblos. 3. Oremos por los sufrientes: el Padre de todo consuelo, que no abandona la obra de sus manos, conceda cuánto sufren en el cuerpo y en el espíritu encontrar el alivio y la amistad en la ayuda fraterna. 4. Oremos por nosotros: el Padre celestial, que da vida nueva quien cree en Él, conceda a todos nosotros, bautizados, expandir por el mundo el buen perfume del Evangelio. Oración conclusiva Escucha, Padre, la invocación de tus hijos en este día de gozo para la santa Iglesia y concede a todos conocer la fuerza de la gracia liberadora de tu Hijo para poder gustar la gloria de los redimidos. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.  

Sáb 8 Abr 2023

Ha resucitado y va por delante de ustedes a Galilea

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA Abril 8 de 2023 Lecturas del Antiguo Testamento: 1ª lectura: Génesis 1,1 - 2,2 (forma larga) o Génesis 1,1. 26-31a (forma breve) Salmo 104(103), 1-2a.5-6.10 y 12.13-14ab.24 y 35c. cf. 30) o Salmo 33(32),4-5.6-7.12-13.20 y 22 (R. 5a). 2ª lectura: Génesis 22,1-18 (forma larga) o Gn 22, 1-2.9a.10-13.15-18 (forma breve) Salmo 16(15), 5y8.9-10.11 (R. 1). 3ª lectura: Éxodo 14,15 - 15,1 (nunca se puede omitir) Salmo Éxodo 15,1-2ab.2cd.3-4. 5-6.17-18 (R. 1a). 4ª lectura: Isaías 54,5-14 Salmo 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a). 5ª lectura: Isaías 55,1-11 Salmo Isaías 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3). 6ª lectura: Baruc 3,9-15.32 - 4,4 Salmo 19(18),8. 9.10.11 (R. Juan 6,68c). 7ª lectura: Ezequiel 36,16-17a.18-28 Salmo 42(41),3. 5bcd; 43(42),3.4 o, cuando se celebra el Bautismo, Salmo 51(50), 12-13.14-15.18-19 (R. 12a) o Salmo Isaías 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3). Lecturas del Nuevo Testamento: Romanos 6,3-11 Aleluya solemne con el Salmo 118 (117),1-2.15cy16ay17.22-23 Evangelio: Mateo 28,1-10 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Vigilia Pascual en la noche santa propone para la liturgia de la Palabra un recuento de las mayores maravillas de Dios obradas a lo largo de la Historia de Salvación y coronadas con el día de gozo en el que fue obrada la Resurrección de Nuestro Salvador Jesucristo, así los momentos y temas cruciales de la Escritura son puestos en relación con el Misterio Pascual. Respecto de las siete Lecturas del Antiguo Testamento es importante advertir que son «textos representativos que proclaman partes esenciales de la teología del Antiguo Testamento, desde la creación al sacrificio de Abrahán, hasta la lectura más importante [entre aquellas], el Éxodo. Las cuatro lecturas siguientes anuncian los temas cruciales de los profetas» (Directorio Homilético 48) y las dos lecturas del Nuevo Testamento dan «el anuncio de la Resurrección junto a la lectura apostólica sobre el bautismo cristiano como sacramento de la Resurrección de Cristo» (OLM 99). Así, pueden servir como inspiraciones para la homilía algunos temas como «la Resurrección de Cristo y nuestra resurrección […] la Pascua, el Día del Señor […y] los Sacramentos de la Iniciación cristiana» (Directorio Homilético, Apéndice I, Ciclo A). Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La proclamación de selecciones preciadas del Antiguo Testamento prepara el anuncio de la Resurrección del Cristo de entre los muertos: inicia con el relato de la Creación en el Génesis en el que Dios ve que todo lo que había hecho era muy bueno (Primera lectura: Gen 1,1.26-31a) acompañado de una doble opción de un canto (Sal 103 o Sal 32) que expresa la admiración del orante (Primera lectura: Gen 1,1.26-31a) hacia la obra del Creador, ya junto a la súplica para que renueve su misma obra (Sal 103) ya junto a la confesión de fe en la grandeza de su Palabra que tiene eficacia creadora y que es expresión de su misericordia que llena la tierra (Sal 32). Continúa la lectura del sacrificio del Patriarca Abrahán (Segunda lectura: Gen 22,1-18) quien movido por el temor de Dios acepta la prueba de entregarle a su hijo único Isaac en holocausto, cuyo sacrificio no llega a efectuarse por la voluntad divina que reconoce su obediencia, en cambio es ofrecido un carnero, una víctima que toma su lugar, a la escucha de esto el pueblo responde invocando la protección de Dios, que no abandona a sus fieles a la corrupción de la muerte (Sal 15). Luego se llega al núcleo de las lecturas veterotestamentarias con el relato del Éxodo principal del pueblo de Israel (Tercera lectura: Éx 14,15—15,1a), que auxiliado por Dios libertador entró en medio del mar en lo seco obteniendo la libertad y dejando atrás la esclavitud egipcia, la respuesta ante esta narración es un canto a la gloriosa victoria del Señor que extiende sus beneficios por los siglos para sus fieles, desde la antigüedad hasta los días presentes (Éx 15,1b ss.). En adelante tenemos un gran anuncio profético (desde la Cuarta hasta la Séptima lectura) en diversos pasajes: el inicial revela la obra libertadora del Señor como una muestra concreta de su amor eterno hacia Israel a quien cambió su destino (Cuarta lectura: Is 54,5-14), pues del luto lo pasó a la danza, y esa gratitud se expresa ensalzando la santidad de su Nombre (Sal 29); el siguiente (Quinta lectura: Is 55,1-11) manifiesta el proyecto reconciliador del Señor para su pueblo que se le ha distanciado, este plan es una alianza perpetua en la que la palabra que sale de Él cumplirá su deseo de atraer a sus fieles para que tengan vida, semejante a lo que sucede con la lluvia o la nieve que sale del cielo para empapar la tierra y promoverla para hacerla germinar; el que continúa (Sexta lectura: Bar 3,91-5. 32—4,4) es un llamado al pueblo del Señor a no entregarse a las costumbres paganas porque a la dignidad de elegidos corresponde el guardar los mandamientos de Quien elige (Dios), seguir su ley es caminar al resplandor de la luz, a todo esto la comunidad responde salmodiando al Señor que Él tiene palabras de vida eterna (Sal 18); el pasaje conclusivo de entre las profecías (Séptima lectura: Ez 36,16-17a. 18-28) anuncia un bautismo con agua pura que trasformará definitivamente los corazones de piedra de la casa de Israel con una fuerza espiritual nueva, ante ese oráculo la asamblea canta su sed de una purificación tal (Sal 41) proveniente de las fuentes de la salvación (Is 12) que purifican del pecado (Sal 50). Corona la liturgia de la Palabra el anuncio de la Resurrección anticipado por la lectura del Apóstol y el salmo de acción de gracias; la lectura (Epístola: Rom 6,3-11) declara a Cristo, vencedor de la muerte, quien «una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más», mientras el salmo (Sal 117) comprende al Resucitado como la profetizada piedra descartada que ahora es piedra angular. Finalmente, la asamblea orante recibe el anuncio del evangelista (Evangelio: Mt 28,1-10): «Jesús el crucificado. No está aquí: ¡Ha resucitado!, como había dicho». Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La misma Iglesia nos ayuda a comprender algunos sentidos de la Palabra que, si bien se fundan sobre la literalidad, avanzan por la amplitud de matices espirituales que de esta se derivan (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 116-117). Una manera óptima para comprender qué dicen estos textos escriturísticos a la Iglesia orante (sobre todo los textos veterotestamentarios a la luz de Cristo) es revisar las «Oraciones para después de las lecturas» bíblicas de la liturgia de la Palabra en la Vigilia pascual en la Noche santa, porque «un riquísimo recurso para comprender el vínculo entre los temas del Antiguo Testamento y su cumplimiento en el Misterio Pascual de Cristo lo ofrecen las oraciones que siguen a cada lectura» (Directorio Homilético 50). De esta forma: la Pascua es una obra aún más admirable que la creación del mundo; la descendencia prometida a Abraham sigue abundando con los hijos adoptivos de Dios ganados por la Pascua del Cristo; la maravilla del Éxodo en que el Señor que salvó a un pueblo se obra más ampliamente con todas las naciones en el paso por las aguas del Bautismo; Dios no solo prometió que las aguas de Noé no volverían a destruir la tierra, sino que además aumenta los hijos de la promesa (por el Bautismo) para ser Dios de toda la tierra; la salvación ofrecida por el Señor es gratuita y la correspondencia a Él proviene de su mismo auxilio y no de las propias fuerzas humanas; Dios, quien no desamparó al pueblo de la Primera Alianza que había abandonado la fuente de la sabiduría, protege al pueblo de la Alianza perpetua a los purificados por la fuente bautismal; la promesa de un lavacro de agua pura que transforma el corazón se realiza en Jesucristo en quien se renueva lo viejo y recupera su integridad. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La Iglesia, educada por la abundancia de la Palabra de Dios en esta noche luminosa, tiene el deseo de que lleguemos a compartir el triunfo sobre la muerte que ha tenido nuestro Salvador, es decir la escucha atenta y la comunión con el mensaje fundamental en que se basa nuestra fe sobre la Resurrección de Jesucristo está asociado también con un paso de la muerte a la vida en nosotros. En nuestra sociedad, no solo en el ámbito nacional, estamos rodeados de anuncios y de realidades de muerte que oscurecen nuestra esperanza, por ello es importante abrir los ojos al resplandor de Cristo muerto y resucitado que irradia su obra sobre las tinieblas que nos rodean para dispersarlas. A propósito de este momento de acercamiento a la Palabra en que nos ocupa la contemplación y la oración, un objetivo expreso de esta Noche gloriosa es orar de manera vigilante: «En esta santísima noche, en la que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a sus hijos, dispersos por toda la faz de la tierra, a reunirse para vigilar y orar» (monición inicial de la Vigilia pascual). _______________________ Recomendaciones prácticas: Se dicen las Completas del domingo (después de las II Vísperas). Hoy solamente rezan las Completas los que no participan en la Vigilia pascual. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Exultantes de gozo llegamos al culmen del «Triduo del crucificado, sepultado y resucitado» en cuya celebración «se hace presente y se realiza el misterio de la Pascua, es decir el tránsito del Señor de este mundo al Padre». Participaremos de la abundancia de bienes que brotan esta liturgia, llenos de la visión de la Luz, de la escucha de la Palabra, de la gracia del Bautismo y del alimento de la Eucaristía. (*Carta circular para la preparación de las fiestas pascuales) Monición introductoria presidencial La monición que corresponde al Presidente, se encuentra en el MR, p. 194. Monición a la Liturgia de la Palabra La monición, que corresponde al Presidente, se encuentra en el MR, p. 204. Monición a la Liturgia Bautismal La monición, que corresponde al Presidente, se encuentra en el MR pp. 209 ó 214 (según haya o no bautizados en la celebración). Monición a la Renovación de los compromisos bautismales La monición, que corresponde al Presidente, se encuentra en el MR, p.215. Oración Universal o de los Fieles Presidente: En la alegría de esta noche santa, presentemos nuestras plegarias al Padre por medio de su Hijo que ha vencido a la muerte, y digamos: R. Jesús Resucitado, ruega por nosotros Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que demos siempre testimonio de la vida nueva de Jesús resucitado y camínenos sin miedo para anunciarlo a todas las gentes. Oremos: Por los que recibieron el bautismo en esta noche de Pascua. Que el Señor los bendiga y les aumente constantemente la fe, la esperanza y el amor. Oremos: Por todas las naciones de la tierra. Que llegue a todas la paz y el bienestar que Dios quiere para todos sus hijos. Oremos: Por las personas de buena voluntad que trabajan al servicio de los demás. Que el Espíritu de Dios sea para ellas fuerza y guía en su caminar. Oremos: Por nosotros, los que hoy nos hemos reunido convocados por el Señor alrededor de su mesa. Que vivamos siempre muy unidos a él, muy llenos de su amor. Oremos: Oración conclusiva Escucha, Padre, bondadoso las plegarias que te dirigimos con fe , en esta celebración de la resurrección de Hijo. Quien vive y reina, por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 7 Abr 2023

Pasión de nuestro Señor Jesucristo

VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR Abril 7 de 2023 Primera Lectura:Isaías 52,13 - 53,12 Salmo: 31(30),2 y 6.12-13.15-16.17y25 (R. 6a) Segunda Lectura: Hebreros 4,14-16; 5,7-9 / Evangelio: Juan 18, 1-19,42 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En la liturgia de la Palabra se lee el cuarto cántico del Siervo de Yahveh; el salmo 31 con la invocación de Jesús en la cruz «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu»; el pasaje a los hebreos que proclama el sentido sacerdotal de la vida de Jesús, y en la pasión según el evangelio de Juan, la muerte de Jesús es una progresiva exaltación del Señor, Cordero sacrificado en la Pascua y de su costado abierto nace la Iglesia. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Isaías 52,13 --- 53,12: El servidor fiel de Yahveh La vida del servidor fiel de Yahveh es escueta, según la profecía: nacimiento y crecimiento (v.2), sufrimiento y pasión (7) condena y muerte (8), sepultura (9) y glorificación (10-11a). Quienes narran los hechos son transformados y dan cuenta de este cambio. Dios confirma el anuncio testimonial con su oráculo; anula el juicio humano y declara inocente a su siervo; este sufrimiento del inocente servirá para la conversión de los demás. El triunfo del siervo es la realización del plan del Señor (v. 10). Hebreos 4,14-16; 5,7-9: Dios lo proclamó sacerdote en la línea de Melquisedec Los versos finales del texto le otorgan el mejor sentido a la celebración de la Pasión de Jesús, conforman una profesión de fe, procedente de una tradición antigua. Jesús durante su vida le pidió a su Padre ser salvado de la muerte y de hecho fue escuchado; según Rm 6, 10 Jesús fue salvado de la muerte del pecado. Así, Jesús experimentó como el primero la salvación; nadie salva, sin antes ser salvado. Y Jesús fue salvado, fue fiel a su Padre, llegó hasta el final (Teleios, en griego) en su proyecto de vida; Jesús es salvador porque fue fiel hasta la muerte y muerte en cruz. Juan 18,1---19,42: Jesús se entrega por los seres humanos El relato está estructurado como una progresiva entronización: Jesús es rey, pero coronado con espinas (19,2); Pilato lo presenta al pueblo revestido con los atavíos reales: “Aquí tenéis al hombre” (19,5). También como una burla Pilato le cede el trono: “Mandó que sacaran fuera a Jesús y lo sentó en tribunal” (19,13; traducción, Biblia de América). Jesús es Rey de las naciones (19,19). La inscripción sobre la Cruz aparece en las tres lenguas: el latín –lengua de la política; el griego –lengua de la cultura- y el hebreo –lengua de la religión judía-. Jesús es entronizado en la Cruz y admirado en su realeza: la contemplación de su costado atravesado por la lanza (19,31-37); luego, el Rey es colocado en su tálamo real con una unción reservada para él (19,39-42). La muerte de Jesús es la “hora de la Gloria”, la revelación de Dios: “Todo está cumplido” (19,30; 19,24.28). Dios está entre nosotros, pero sobre todo en función de nosotros. En Jesús crucificado se revela el rostro de Dios y el rostro del ser humano, aquí la última hora citada, el mediodía (Jn 19,14), es la de la mayor irradiación de luz. El relato comienza en un huerto, lugar donde Jesús formaba a sus discípulos cuando estaba en Jerusalén (19,1-2), y termina en un jardín, donde salen a la luz los discípulos ocultos, José de Arimatea y Nicodemo (19,38-39), se acentúa de este modo la “vida”, en conexión con el “amor”; amanece una nueva creación. Entre la muerte y la sepultura de Jesús, se abre una nueva escena de oración, por parte del discípulo a quien Jesús amaba, con signos reveladores: la cita de Zacarías 12,10 (“Mirarán al que traspasaron”: Jn 19,37), Zacarías habló de un dolor de Dios, quien se sentía herido por la muerte de un Rey-Pastor; esta muerte es como un desgarro en el corazón de Dios, y de esa ruptura brota la reconciliación entre Dios y su pueblo. El don de las lágrimas revela el paso de un corazón de piedra a uno de carne por la conversión. Jesús muere con un grito triunfal (“¡Todo está cumplido!”, 19,30). Aflora en el último instante de la Pasión, el suspiro final de Jesús como la donación de su Espíritu (19,30; según el texto griego, Jesús no “expira” sino “entrega su Espíritu”), así el cuerpo herido de Jesús muerto y resucitado se convierte en el Templo de la Nueva Alianza, de Él brota el río de la vida: el Espíritu Santo (7,37-39). La cruz de Jesús muestra más allá de la muerte de un ser humano, la revelación del amor de Dios en el mundo, ésta es su ofrenda de vida para las personas, es un soplo del Espíritu. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La muerte es un gran misterio, preocupación del ser humano a través de la historia. Se han negado muchas verdades, pero, una siempre permanece: la muerte. Ni siquiera los ateos e indiferentes niegan el final de su existencia con la muerte. Para el pagano, en tiempos de Jesús, la muerte era toda una tragedia; no tenían ideas claras sobre el más allá, y aunque admitían una existencia después de la tumba, dicha existencia estaba rodeada de oscuridad y enigmas. Además, no todos admitían una vida después de la muerte pues implicaba la desaparición total, el fin de las esperanzas, la frustración de los anhelos. Jesús no era un vencido, sino un triunfador; no lo aprisionó la muerte, se liberó de su abrazo mortal; la ignominia se transformó en gloria; el fin del calvario se trocó en el comienzo de una nueva etapa en la historia de la salvación. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Al morir Jesús dio un nuevo sentido a la muerte, a la vida, al dolor. La pregunta desesperada de los seres humanos sobre la muerte encontró una respuesta. El cambio de la humanidad debe manifestarse en nuestra existencia, Jesús no aceptó su muerte con la resignación de quien se somete a un destino ineludible, sino como quien acepta una misión de Dios. La muerte de Jesús condena la injusticia de los crímenes y asesinatos, nos pide actuar contra la explotación de los oprimidos, nos pide mejorar su situación; nos invita a acercarnos al desvalido. ¡Comencemos ahora nuestra lectura orante de este significativo relato! _______________________ Recomendaciones prácticas: •La Palabra de Dios se ha de introducir con brevísimo comentario. Es una bellísima síntesis del Misterio de la Pasión del Señor y de su muerte gloriosa. No deben omitirse las lecturas. La lectura de la Pasión (según San Juan) es el centro de la liturgia de la Palabra de este día. •Hoy es el día en que la oración Universal tiene un carácter especial, es muy distinta a la forma cotidiana. Es la ocasión en la que, como dice el Misal, los fieles al responder ejercen su oficio sacerdotal, al implorar por la humanidad entera. •Respecto a las formas de la presentación de la Cruz escójase con tiempo la que va a usarse y ensáyese incluso, para que sea realizada de modo digno, solemne y sobrio. •Como es un día de silencio y de oración, los cantos deben apropiarse de este espíritu. Hoy no se acompaña el canto con ningún instrumento, ni guitarras, ni órgano, el canto llano es el más indicado. •Se puede hacer la oración sobre el pueblo, propia para este día, MR, p. 188 •La celebración central de este día es la Muerte del Señor. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la oración del Viernes Santo, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas, se añaden los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. •Para este Viernes Santo, Pasión del Señor, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2059 ss. •Hoy se hace la colecta para los Santos Lugares, la cual sería necesario ambientar y hacer con afecto. La difícil situación de la Iglesia en Tierra Santa, clama en caridad nuestra solidaridad. •Evangelizar la piedad popular: Donde hay la costumbre popular de hacer la dramatización del descendimiento de Jesús, debe hacerse en forma digna, acompañado por cánticos a Cristo Salvador o a la Madre Dolorosa. •Vía Crucis: Para evitar confusiones se podría emplear la forma tradicional, hacerse con sencillez y agilidad, incluir en cada estación una motivación para la oración; las estaciones pueden alternasen con los cantos tradicionales de las mismas y con algunos cantos sencillos; las Imágenes Sagradas pueden disponerse de modo que ilustren adecuadamente este ejercicio. •Las Siete Palabras: Han de valorarse por el carácter pedagógico y evangelizador que puede imprimirse a este ejercicio piadoso, deben encomendarse a personas bien preparadas, don un mismo tema y revisión de lo que se ha de decir. •La Procesión del Santo Sepulcro: Hágase, donde se tiene, con piedad, solemnidad y con una catequesis oportuna, que sea ocasión de oración. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición Inicial Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplemos y meditemos al Cordero sacrificado por nuestra liberación.La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la Misa en este día. La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, la adoración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía reservada anoche.Comencemos hoy nuestra celebración en silencio. Después nos arrodillaremos orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón. Monición a la postración La postración es el gesto más completo de humildad que una persona puede hacer ante Dios, rico en misericordia. En este día lo hace el ministro que preside la celebración. Nosotros lo acompañamos colocándonos de rodillas. Monición a la Liturgia de la Palabra Dispongámonos a escuchar las lecturas de hoy. La profecía de Isaías, el salmo, el texto de la carta a los Hebreos, y sobre todo la Pasión según san Juan, nos ayudarán a introducirnos en el misterio que hoy celebramos. Escuchemos, más todavía, contemplemos, con atención y con el corazón bien dispuesto, la Palabra de Dios. Monición a la Oración Universal La Cruz de Cristo, como proclama la liturgia de hoy, ha traído la alegría y la salvación al mundo entero. Los cristianos, que hemos conocido esa alegría, no podemos guardar para nosotros ese tesoro de la salvación de Dios. Por eso, como respuesta a esta Palabra que hoy hemos escuchado, vamos a hacer la oración de los fieles, que es siempre oración universal, pidiendo por todos, para que a todos alcance la luz de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Lo haremos de forma solemne: un lector proclamará la intención, por la que todos oramos en un momento de silencio, y luego el sacerdote recoge la oración de todos en una oración que todos elevamos al Padre diciendo “Amén”. Oración universal, MR p.173 ss. Monición a la Adoración de la Santa Cruz La cruz del Señor es el símbolo de nuestra salvación. Nuestra fe en el Crucificado es el fundamento de nuestra esperanza. Al acercarnos procesionalmente a la cruz, reconozcamos a Jesús como nuestro único Salvador y Redentor, y adorémoslo. Monición a la sagrada comunión Ahora se trae el Pan que fue consagrado en la celebración de ayer y con Él comulgaremos. Al comulgar expresemos y vivamos la unión con Aquel que se entregó por nosotros en la Cruz. Monición final Después de haber sido testigos del amor del Padre por nosotros, al entregarnos a su propio Hijo, con la gracia del Espíritu Santo y en compañía de la Bienaventurada Virgen María, prolonguemos en el silencio de hoy y de mañana la contemplación del Misterio de la Pasión, y preparémonos al gozo de la Resurrección.

Mar 29 Sep 2020

Él hará que la piedra desechada se convierta entonces en piedra angular

VIGÉSIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 4 de octubre Primera lectura: Is 5,1-7 Salmo: 80(79),9+12.13-14.15-16.19-20 (R. cf. 15c) Segunda lectura: Flp 4,6-9 Evangelio: Mt 21,33-43 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Este domingo nos ofrece unas lecturas que nos pueden hacer reflexionar sobre tres temáticas, las cuales pueden complementarse, la una con la otra: • Por una parte, el profeta Isaías, narra una parábola sobra la viña del Señor, la viña del Señor es el pueblo de Israel; en la misma línea temática, se articulan las estrofas del salmo 80(79). • La segunda lectura de la carta del apóstol a los filipenses, viene educando a la comunidad y les brinda unos consejos finales, que tienen que ver con la oración a Dios, una oración de súplica y acción de gracias que se hace agradable a Dios. • El Evangelio de Mateo, presenta la parábola de los viñadores homicidas, que no reconocen a los administradores de la viña, y asesinan al hijo del dueño de la viña, para apropiarse de ella. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Se evidencia una línea temática que traspasa la primera lectura del profeta Isaías, el salmo 80 (79) y el Evangelio del Señor. Así, de esta manera los tres temas propuestos inicialmente, pueden complementarse ampliamente, adoptando un único tema a desarrollar que es la Viña del Señor, tratando de señalar las complementariedades y ampliaciones de significado que da el Evangelio. El profeta Isaías muestra que Dios es el viñador, el dueño de la viña, que prepara de manera cuidadosa y hasta amorosa el terreno para quienes han de dar fruto en esa viña. Se presenta una comparación entre la viña que el dueño preparó para que diese uvas con la calidad de la cepa, y en cambio dio agraces, es decir, un fruto agrio, zarzas y espinos. La consecuencia es que este terreno se convierte en desierto, un lugar donde no se puede sembrar nada. El siguiente elemento importante para destacar, es la viña, símbolo del pueblo de Israel, a quién Dios, desde la salida de Egipto donde se encontraba esclavo, fue liberado (salmo 80), y le va preparando un terreno, una tierra prometida, para que alcanzase su liberación y diese frutos de justicia y honradez; sin embargo, lo que ha producido son asesinatos y desolación en el territorio. El evangelista San Mateo desde el capítulo 19, viene desarrollando la narrativa de cómo será la próxima venida del Reino de los cielos; por ello, pone en labios de Jesús, esta parábola de los viñadores homicidas, situando el énfasis, no tanto en el terreno que representa al pueblo de Israel que da frutos agrios como lo muestra Isaías, sino en la manera cómo el pueblo creyéndose dueño de la viña, asesina a los administradores de la viña, focalizándolo en la muerte del Hijo del dueño de la viña. La consecuencia es que Dios, dueño de la viña, arrancará ese pueblo, y arrendará su viña a un pueblo que le produzca frutos; y centra la atención en una figura arquitectónica de la piedra angular que es desechada, mostrando que es a Jesús, el Hijo de Dios, a quien desechan, e identificando los viñadores homicidas con los sacerdotes, fariseos y, en general, con el pueblo judío que rechaza al mismo Hijo de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Una primera aproximación que se puede hacer de estos textos, puede partir de identificar la viña del Señor, como la tierra entera e identificarla con el cuidado de la casa común, teniendo en cuenta que la humanidad, si no administra rectamente, cuida y protege la tierra que el Señor le dio, las consecuencias son irreversibles, evidenciando cómo la tierra se va arideciendo, a causa de la explotación minera, extracción de hidrocarburos, contaminación y explotación de los recursos naturales de manera indiscriminada, que no permite que haya cultivos; las consecuencias son desastrosas para la misma humanidad que no cuida y administra rectamente la viña del Señor que le ha dado a administrar. También, se puede aplicar esta parábola de la viña, al pueblo de Israel, pero a todos los pueblos, a quienes Dios se les ha manifestado, y que progresivamente se van secularizando, desconociendo al mismo Dios, Padre y Creador. El ser humano que se va ensoberbeciendo y creyéndose hasta dios sin Dios, se cree el dueño de toda la creación, y dispone irresponsablemente los recursos para su propio beneficio de manera egoísta, sin pensar en las consecuencias. El ser humano que desconoce la obra de Dios en su vida, se aleja progresivamente, y se vuelve un asesino, cometiendo injusticias, arideciendo su vida y no permitiendo que el fruto del Reino crezca ni madure en él. El Evangelio da un paso más en la interpretación de la parábola de los viñadores homicidas e identifica de manera significativa, los administradores que han ido preparando el camino para que reconozcan al Hijo del Dueño de la Viña. Son los innumerables profetas, sacerdotes, misioneros, religiosos, religiosas, consagrados, que administran los bienes del señor, sin creerse dueños, pero que, por su justicia y honradez, les viene como consecuencia la persecución, el rechazo y hasta los asesinatos de muchos de ellos. El texto muestra de manera magistral cómo el Hijo del Dueño de la viña, Jesucristo, es rechazado, expulsado y asesinado por el mismo pueblo; a Él Dios lo resucita, rescatando y haciendo un nuevo pueblo que lo sirva en justicia y santidad. La Parábola de los viñadores homicidas, muestra un tema que brinda significación amplia; y es la manifestación de Dios no solo al pueblo escogido Israel, sino que brinda la universalidad de la salvación para todos los seres humanos de buena voluntad, que, trascendiendo las razas, nacionalidades, culturas, e incluso religiones crean en el Hijo de Dios, Jesucristo. Él es la piedra angular desechada por los arquitectos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La Palabra de Dios este domingo nos sitúa en una serie de interrogantes que nos empujan a identificar en qué lugar me ubico. ¿Qué clase de terreno soy? ¿soy de la viña que produce frutos, en abundancia para la mayor gloria de Dios o por el contrario soy terreno árido, baldío, en el cual la Palabra de Dios no ha renacido y no da futo, o da frutos agrios de maldad que no ayudan a la construcción del Reino de Dios? Por otra parte, la parábola de los viñadores homicidas, me interroga si soy de esos viñadores que asesinan la palabra, que critican a los profetas que preparan el camino del Señor; o soy de los profetas, que siembran la palabra, permanecen fieles y justos, a pesar de las contradicciones y persecuciones que se produzcan por el hecho de creer en Jesucristo, y tratar de llevar una vida coherente con el Evangelio. Finalmente, en relación con la misión y configuración, el Evangelio interroga: ¿cómo es mi relación con Jesucristo, lo acepto, lo glorifico en mi vida, o lo crucifico, lo rechazo, no es la piedra angular que rige mi vida y mis actos?; o ¿soy el administrador fiel y justo que busca anunciar su palabra y permanece fiel a pesar de las críticas y consecuencias que se deriven de su seguimiento? II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos y hermanas bienvenidos a la Eucaristía dominical, donde como pueblo creyente en Dios, nos comprometemos a construir su Reino, dando frutos de amor, paz, y justicia para toda la humanidad, y en donde la Palabra y el Cuerpo de Cristo nos nutren y nos fortalecen para ser un pueblo santo que tiene como meta el reino y como mandato la ley del amor. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra El banquete de la Palabra nos presenta a Jesucristo como la piedra angular sobre la cual debemos edificar toda nuestra vida. Seamos administradores fieles y solícitos que hacen la voluntad de Dios escuchando y poniendo en práctica su Palabra. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: El Dios, dueño de la viña, nos ha puesto como administradores, dirijamos humildemente nuestras plegarias aclamando: R. Dueño de la viña, escucha nuestra oración 1. Por el Papa, los obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos; para que como administradores de la heredad que el Señor ha puesto en nuestras manos produzcamos frutos de justicia y santidad. Roguemos al Señor. 2. Por los presidentes, gobernadores, alcaldes y administradores públicos; para que sepan orientar los recursos de manera honrada, hacia la protección del medio ambiente y el cuidado de la creación. Roguemos al Señor. 3. Por los niños y jóvenes, para que les enseñemos a administrar rectamente sus vidas y orientar sus decisiones hacia el bienestar común, y así puedan dar frutos abundantes de paz, amor y reconciliación para todos. Roguemos al señor. 4. Por las vocaciones a la vida religiosa, sacerdotal y matrimonial, para que en el ejercicio del discernimiento puedan dar frutos abundantes para la mayor gloria del Reino de Dios. Roguemos al Señor. 5. Por los cristianos perseguidos para que, siendo fieles en medio de las persecuciones, el Señor les de fuerza en la tribulación y perseverancia en el bien obrar. Roguemos al señor. 6. Por todos los que han muerto víctimas de las persecuciones: sacerdotes, religiosas, consagrados y fieles laicos, para que el Señor los premie con la palma de la vida eterna. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Atiende benigno Señor estas súplicas, que te presentamos con fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Lun 16 Ene 2017

¡Gozo, alegría, esperanza y unidad!

Las lecturas en este día nos hablan de gozo, de alegría, de esperanza, de luz grande para los pueblos, de unidad. Todo ello es expresión de la salvación que sólo Dios nos puede ofrecer. Deseosos de recibir estos dones, escuchemos con atención lo que nos dice el Señor. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Is 8,23b - 9,3 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 27(26),1.4.13-14 (R. 1a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 1,10-13.17[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 4,12-23 (forma larga) o Mt 4,12-17 (forma breve)[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] ¿Qué dice la Escritura? La primera lectura, del profeta Isaías, nos trae un oráculo de esperanza. El Señor anuncia el gozo, la alegría y la libertad, después de un período cargado de desolación, guerra y división. La imagen más elocuente tiene que ver con el contraste entre la oscuridad y la luz; y se llega a esta última sólo por la acción salvífica de Dios. En la misma línea, el salmo 26 nos habla de la acción de Dios con imágenes vivas: “El Señor es mi luz y mi salvación,…es la defensa de mi vida”. Es un salmo de confianza, que invita a esperar en el Señor con gozo y con ánimo decidido. La segunda lectura es una invitación a la unidad. La hace el apóstol Pablo a una comunidad en la que ha penetrado con fuerza la contraposición entre diversas facciones: “unos de Pablo, otros de Apolo, otros de Pedro”. Por eso, habla de los peligros de las divisiones y del sectarismo. Frente a ellos, la conciencia clara debe ser que Cristo no está dividido. La escena evangélica nos presenta tres momentos del inicio del ministerio público de Jesús: Una introducción teológica de este ministerio, el llamado a la conversión y la elección de los discípulos. Podemos decir que esta imagen de apertura a la misión de Cristo contiene, en sí mismo, la alegría del Evangelio, es la inauguración del reinado de Dios que se acoge con la conversión del corazón. ¿Qué me dice la Escritura? La Palabra hoy nos pone delante la alegría del Evangelio, el gozo de la acción salvífica del Señor, así como la luz y la libertad que sólo encontramos en él. Frente a este acontecimiento mesiánico único y maravilloso, el Señor nos pide una actitud de acogida; ¿cómo? En primer lugar, con el reconocimiento de la luz que disipa las tinieblas; ver esa luz grande. Esta imagen tiene mucha fuerza en las lecturas de hoy. Cristo es la luz del mundo, lo dirá él mismo (cf. Jn 8,12); y continuará: “el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. En segundo lugar, es una exigencia responder con la confianza puesta absolutamente en él. No nos salvará nadie más, hay que esperar totalmente en la bondad y en la misericordia del Señor. Y, en tercer lugar, respondemos con la conversión de nuestra vida. Acoger el reinado de Dios es volver realmente a él, orientados por el atractivo de su gracia. En una palabra, como lo sugiere el Evangelio, se trata de ser sus discípulos y misioneros. ¿Qué me sugiere la Palabra para decirle a la comunidad? ¡Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz! (cf. Is 52,7) Como lo hace la Palabra, que es viva y eficaz, debemos presentar a nuestras comunidades el gozo, la alegría, la salvación, la libertad que provienen del amor de Dios. Recordemos que el Papa Benedicto XVI nos insistía en el atractivo y belleza del Evangelio. Esta Buena Nueva es luz y es roca firme. Pero también, es necesario que hagamos conscientes a nuestras comunidades de lo que significa acoger el reinado de Dios en nuestra vida, para experimentar la alegría del Evangelio. El llamado que Jesús hace a los discípulos lo hace también hoy a cada uno y a la comunidad. Es la misma invitación de Aparecida, la cual debe resonar hoy con renovado vigor: “Formación de los discípulos misioneros, para que nuestros pueblos en él tengan vida”. Sí; en el discipulado misionero podemos vivir la promesa salvífica del Señor. No se puede olvidar finalmente, la invitación a la unidad que nos ha hecho San Pablo. El discipulado no solo es vocación sino también con-vocación. Las divisiones, las rivalidades, el sectarismo impiden o retrasan la tarea de la Evangelización. Sólo podremos ser testigos de la alegría del Evangelio cuando estamos unidos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La Palabra nos debe impulsar en este día hacia esa luz que encontramos en la Buena Nueva. Sin duda que también hemos pasado y aun experimentamos el poder de las “sombras” en muchas situaciones. Nuestras familias, nuestras comunidades, nuestro país, sólo podrán salir de la oscuridad avanzando hacia la luz que es Cristo. Pero también hemos de darnos cuenta de la insistencia en la formación de los discípulos misioneros. No es una cuestión sólo de cursos o de conocimientos académicos, sino de una experiencia del encuentro con el Señor. Hay que acoger el Reino de Dios. Y para ello tenemos que escuchar el llamado a la conversión. Hoy nos tenemos que preguntar ¿qué pasos hemos de dar?, ¿cómo acogemos mejor la luz de Dios?, ¿qué conversión nos pide el Señor? Y hay una insistencia particular: vivir la unidad. Hay que acabar con todas las rivalidades, las divisiones, los grupismos y los sectarismos. No debe haber ni motivos ni espacios en la Iglesia para luchar unos contra otros. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Eucaristía es el banquete de la unidad; ella edifica la comunidad eclesial. En este domingo hemos de pedir al Señor que nos fortalezca en la unidad, de modo que superemos todas las divisiones y rivalidades; también porque en ella está la fuerza de la Evangelización, según la afirmación del mismo Señor: “Que todos sean uno para que el mundo crea” (Jn 17,21). [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Insistir en la imagen más elocuente que presenta la liturgia de la Palabra para este día, y que tiene que ver con el contraste entre la oscuridad y la luz; y se llega a esta última sólo por la acción salvífica de Dios. Se podría colocar en cartelera la frase: “El Señor es mi luz y mi salvación”. Pudiera sugerirse la Plegaria Eucarística IV, con su prefacio propio, p. 456 del Misal, ya que presenta un sumario de la historia de la salvación. Tener presente que esta semana, el miércoles 25, es la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol.