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predicación orante

Mar 29 Dic 2020

'María guardaba todo en su corazón'

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS Enero 1° de 2021 Primera Lectura: Nm 6,22-27 Salmo: 67(66) ,2-3.5.6+8 Segunda Lectura: Ga 4,4-7 Evangelio: Lc 2,16-21 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La solemnidad de Santa María, Madre de Dios, nos ofrece varios espacios para nuestra reflexión: • María Madre de Dios y Madre Nuestra • Año nuevo, un nuevo tiempo para Dios • Jornada mundial de oración por la paz 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La celebración de este día tiene varios matices significativos, para la vida de la Iglesia y de la sociedad; en primer lugar, celebramos la solemnidad de María Madre de Dios, en la que honramos la maternidad virginal de María en el contexto de la celebración del nacimiento de nuestro salvador; además, la Iglesia nos invita, este día, a unirnos a la jornada mundial de oración por la paz, como todos los años, el mensaje del Papa Francisco, en efecto, nos alienta a ser instrumentos de la paz y la reconciliación; Igualmente, hoy empezamos un nuevo año, con nuevas expectativas e ilusiones, pero principalmente con la esperanza de tiempos mejores, con trabajo y el bienestar deseado, después del año tan difícil que ha vivido la humanidad entera a causa de la pandemia del COVID 19. La Palabra de Dios acompaña la vida de nuestras familias y de nuestras comunidades al inicio del año 2021, iluminados por su mensaje y acompañados por la maternal intercesión de la Virgen María, acerquémonos al mensaje que el Señor quiere dejar hoy a nuestros corazones. En la primera lectura, tomada del libro de los Números 6,22-27, se resalta la consecuencia de la invocación del nombre de Dios sobre el pueblo de Israel, ella es la “Bendición de Dios”. La historia del pueblo de la alianza, está marcada por duros acontecimientos: esclavitud, un largo camino en el desierto, hambre y sed antes de llegar a la tierra prometida; en esta misma historia, el pueblo israelita ha contemplado los prodigios que Dios ha hecho a su favor, ha percibido poco a poco la grandeza de su nombre y ha comprendido que cundo se glorifica a Dios y se implora su nombre, Dios bendice. “invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré” Cfr. Nm 6,27. En el salmo 67 (66) el salmista suplica piedad y bendición, “El Señor tenga piedad y nos Bendiga” Cfr. Sal 67,2 pide que el rostro de Dios nos ilumine; esta plegaria se eleva a Dios en nombre de todos los pueblos, llamados también a alabar a Dios “hasta los confines del orbe” Cfr. 67,8. En Jesús recién nacido, podemos contemplar el cumplimiento de esta plegaria. El apóstol Pablo en la carta a los Gálatas 4,4-7 exalta el misterio de la encarnación, y lo hace reseñando un detalle muy humano, cunado dice “envió Dios a su Hijo, nacido de mujer” Cfr. Ga 4,4, la intención del apóstol no es resaltar la figura de la mujer, sino exaltar la figura de Jesús, puesto que, luego de una larga espera “cuando se cumplió el tiempo” Cfr. Ga 4,4 los hombres pasaron de la antigua ley a la nueva, dejaron de ser esclavos para ser hijos. San Pablo nos invita a contemplar en el misterio del nacimiento de Jesús, el tiempo en el que Dios viene a liberar y a salvar al hombre haciéndolo hijo, de ahí la gracia de que podemos llamar a Dios “Padre querido” ¡Abba! Cfr. Ga 4,6. El Evangelio de Lucas 2,16-21 narra una escena llena de ternura, describe como los pastores encontraron a Jesús envuelto en pañales y junto a Él a María su Madre y a José. Los pastores les contaron todo lo que se decía del niño y de regreso a sus aldeas y hogares llenos de gozo, comunicaron todo lo que habían oído y habían visto. El Evangelio nos da un detalle muy especial de María cuando dice que ella “conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” Cfr. Lc 2,19, además de recordar que a los ocho días del nacimiento del Señor fue circuncidado y nombrado como se les había revelado, Jesús. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Me parece importante resaltar que el centro de la celebración litúrgica es Cristo, en Él, cada vez que celebramos la Eucaristía y escuchamos su Palabra, encontramos la luz necesaria que nos conduce a la vida eterna. Sin embargo, en este primer día del año, la Iglesia nos permite contemplar la figura maternal de la Virgen María, en ella también encontramos una valiosa ayuda, su intercesión como Madre de Dios y Madre nuestra. El título de “Santa María, Madre de Dios” es el primero y más importante, entre muchos otros, que la Iglesia otorga a la Madre del Salvador. En esta navidad hemos podido contemplar todas las dificultades y limitaciones que tuvieron que enfrentar José y María; a pesar de todos estos sufrimientos, también hemos podido descubrir el gozo y la alegría de la humilde familia de Nazaret, de los pastores, de la creación entera que celebra el nacimiento del Señor Jesús; esa alegría hoy adquiere un significado más profundo, al contemplar a la Madre que veía y oía decir cosas tan bellas del niño, que ahora tiene entre sus brazos; el Evangelio nos recuerda que María meditaba todo esto en su corazón, su silencio y su ternura de madre nos hace comprender la profunda obediencia y la fidelidad inquebrantable de aquella mujer que hoy honramos con el título de María, Madre de Dios. Por el sí de María, podemos contemplar a Jesús, luz del mundo, al Hijo de Dios que ha venido a iluminar nuestras vidas, a salvarnos y a traernos la bendición; su rostro brilla sobre nosotros, y cuando lo invocamos, Él nos trae la bendición, así lo hacemos al empezar este nuevo año “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; El Señor se fije en ti y te conceda la paz” Cfr. Nm 6,23-26. Con San Pablo, contemplando a Jesús nacido de mujer, hoy percibimos la obra del Padre que, al llegar la plenitud de los tiempos nos envió a su Hijo, quien comparte con nosotros la condición humana, nace de una mujer, de María, exaltada hoy como la Madre de Dios; su Hijo es ahora la nueva ley, Él está puesto en medio de nosotros para hacernos pasar de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios; este misterio nos compromete a ser instrumentos del plan de salvación de Dios, puesto que, los que creemos en Cristo, plenitud de la revelación, sabemos que estamos llamados a seguir edificando su Reino de Paz y de justicia. Los pastores son testigos privilegiados de la maternidad de María, del cumplimiento fiel de las tradiciones judías, lo que nos describe el Evangelio con tanta alegría, es el comienzo de la historia de aquel a quien pusieron por nombre Jesús, el Emanuel, Dios con nosotros, que se hace presente en la historia de los hombres, para anunciar la Buena Noticia de la salvación, curando a toda la humanidad de las heridas causadas por el pecado; junto a esta historia se desarrollaran muchas más, las escucharemos cada domingo de este nuevo año, en la proclamación de la Palabra de Dios; de modo especial, aquellas que se refieren a María, Madre de Dios, en breves escenas la veremos como una mujer contemplativa, silenciosa, orante, amorosa, ofrecida por su Hijo a Juan como Madre y en él como Madre de toda la humanidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Todos estamos llamados a invocar a Dios y su bendición que hoy tiene un especial significado ya que empezamos un nuevo año. Nuestras familias, amigos y las personas que encontramos a diario en nuestra vida, necesitamos de la Bendición de Dios, hoy ponemos junto al altar nuestros buenos propósitos, puesto que esperamos un nuevo tiempo, un año en el que deseamos encontrarnos para fortalecer la amistad y celebrar la vida. Lo fundamental de esta navidad es reconocer que Dios se ha hecho presente definitivamente en la historia de cada familia, de cada persona, ha venido a salvarnos, su presencia entre nosotros es la de un hermano mayor que señala el camino, que va adelante y con su ejemplo nos enseña a discernir la voluntad de aquel a quien llamamos Padre. Sabemos que en el mundo no abunda la alegría, las consecuencias de la pandemia del COVID 19, los diferentes conflictos armados en muchos lugares del mundo, la destrucción de la casa común, la pobreza y la injusticia, nos llenan de tristeza, pero también sabemos que en medio de todas estas tragedias humanas, siempre hay esperanza, la alegría de los pastores, la felicidad de María y de José, que contemplan al salvador del mundo, son el mejor testimonio de aquella buena noticia que nos trae ilusión, ternura y perdón; no podemos olvidar que Dios nos sigue amando y que Él nos ha dado a María, la Madre de Dios, como madre amorosa y primera intercesora de las necesidades de toda la humanidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos hemos reunido este primer día del año para escuchar la Palabra de Dios y participar de la fracción del pan. Hoy la Iglesia celebra la solemnidad de Santa María, Madre de Dios y, en el contexto de esta celebración de las fiestas de navidad, el Papa Francisco nos invita a unirnos a la jornada mundial de oración por la paz. Coloquemos aquí junto al altar la vida de nuestras familias, la de nuestra comunidad e imploremos de Dios su bendición, para iniciar este nuevo tiempo con la esperanza cierta de la paz y la reconciliación. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios es lámpara que alumbra nuestros pasos, permitamos que su luz nos guie y acompañe durante este nuevo año 2021, abramos el corazón y dejemos que su mensaje transforme nuestra propia vida y la de nuestras familias. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al comenzar este nuevo año y seguros de que cuando invocamos la ayuda de Dios, Él acude para concedernos su bendición, elevemos al Padre nuestras súplicas diciendo: R. Padre de bondad concédenos la paz 1. Por el Papa Francisco, nuestro obispo NN y por todos los pastores de la Iglesia para que, durante este nuevo año, con la gracia de Dios sean mensajeros de la paz y la reconciliación. Oremos. 2. Por los gobernantes de las naciones y los que tienen responsabilidades políticas, educativas y sociales, para que con sus acciones promuevan la justicia y la paz verdadera. Oremos. 3. Por las familias del mundo entero y por nuestros hogares, para que unidos y trabajando juntos en los valores del buen trato y el respeto a los demás, superemos las discordias y lleguemos al perdón. Oremos. 4. Por la humanidad entera que ha sufrido las consecuencias de la pandemia del COVID 19, para que con la esperanza y solidaridad propia de los que creemos en Cristo, superemos las diferencias y construyamos una sociedad más equitativa. Oremos. 5. Por las familias que lloran a sus seres queridos que han muerto, para que, confortados por la esperanza cristiana, sigan trabajando por un mundo mejor. Oremos. En un momento de silencio presentemos nuestras súplicas y oraciones Oración conclusiva Dios y Padre nuestro, al comenzar este nuevo año, con la abundancia de tus bendiciones, atiende estas súplicas que te hemos pedido con fe. Por Jesucristo nuestro Señor R. Amén.

Sáb 26 Dic 2020

'Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz'

LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ Diciembre 27 de 2020 Primera Lectura: Sir 3,2-6.12-14 Salmo: 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a) Segunda Lectura: Col 3,12-21 Evangelio: Lc 2,22-40 (forma larga) o Lc 2,22.39-40 (forma breve) I.Orientaciones para la Predicación Introducción De nuestro encuentro con la Palabra podemos resaltar algunas ideas centrales: • El amor a Dios pasa por el amor y el respeto vivido en la familia. • El amor de Dios vivido en la familia es vínculo de perfección y de progreso. • Cristo en medio de la familia trae la bendición y la salvación para la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Eclesiástico nos recuerda que el amor a Dios pasa a través del respeto y el amor que los hijos dan a sus padres, ya que para el judío el buen trato para los padres y la sumisión a ellos, redunda en beneficio de los hijos, así se va explicando el sentido del cuarto mandamiento que asegura la vivencia de la piedad y el respeto dentro del clan familiar, por eso hay tres beneficios importantes para el hijo que respeta la autoridad de sus padres: el perdón de los pecados, la escucha de las plegarias y la bendición divina manifestada en la prolongación de la vida sobre la tierra. Igualmente, en el libro del Eclesiástico se habla de varias formas de obtener el perdón de los pecados y una de ellas es la manifestación del amor y el respeto hacia los padres, en 1 Pe 4, 8 se dice que el amor cubre la multitud de los pecados y el primer lugar donde se aprende a vivir ese amor es en la familia, de ahí la importancia de manifestar el respeto hacia los padres para que el amor hacia ellos nos ayude a obtener el perdón de los pecados. El segundo beneficio es, la certeza de que Dios escucha las plegarias, ya que a Dios le agrada más el amor al prójimo que muchos sacrificios y ofrendas, pues según 1 Sm 15, 22 la obediencia vale mucho más que el sacrificio; y el tercer beneficio es prolongar los días sobre la tierra, vivir una larga vida, sabiendo que se tiene la bendición de Dios, así se afirmaba desde el Ex 20,12. El apóstol san Pablo en su carta a los Colosenses nos exhorta a vivir el amor en medio de la familia, ya que el amor es un vínculo de perfección. Ese amor es el que debe primar en todas las relaciones familiares, ya que el vínculo conyugal solo se entiende desde el amor que los esposos se manifiestan al vivir el uno para el otro, y como prolongación del amor vienen los hijos, por eso el apóstol después de enumerar varias virtudes que deben estar presentes en cada cristiano, se detiene a señalar que el amor es la mayor de todas y este amor empieza vivirse en la familia, de ahí se desprende el sometimiento de las mujeres a sus maridos, que no significa esclavitud sino más bien el reconocer que la mujer y el hombre son una sola carne y este vínculo los lleva a estar el uno para el otro, de modo que el respeto es la primera consecuencia de ese amor, y este se extiende hacia los hijos, por eso el apóstol le recuerda a los padres, la importancia de tratar bien a sus hijos demostrando el amor que se les tiene. El Evangelio de san Lucas nos presenta la presencia de Jesús en medio de una familia humana cumpliendo con todos los deberes propios de la época, pero sabiendo que la persona de Jesús es motivo de gozo y bendición para todos aquellos que se encuentran con Él. La sagrada familia se presenta cumpliendo con el amor a Dios manifestado en la obediencia a la ley mosaica y por eso, según Lv 12, 28, después de los cuarenta días del nacimiento del hijo la madre debía presentarse al templo para ofrecer un ritual de purificación de acuerdo a lo que establecía la ley. En el capítulo 13 del libro del Éxodo se mandaba que todo primogénito debía consagrarse al Señor, por eso encontramos a María y a José que van a templo para cumplir con la ley y de este modo demuestran el amor a Dios y el deseo de agradarle en todo, con la conciencia de que el hijo que ha nacido es un don que Dios le ha concedido. La presencia de Jesús es motivo de esperanza y de consuelo para el pueblo de Israel y por eso, la sagrada familia es la primera en acoger con alegría esta bendición de parte de Dios, de ahí que no importa la pobreza, el sufrimiento o el dolor, porque con Jesús presente en la familia todo puede sobrellevarse desde la unión profunda con Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La familia nace y se gesta a partir del amor de la pareja humana y este amor que proviene de Dios se prolonga en los hijos, por ello, el libro del Eclesiástico nos recuerda el deber de los hijos para honrar y respetar a los padres, esta es una consecuencia lógica del amor y el buen trato que los hijos han recibido de los padres, de modo que los respetan y permanecen sumisos a ellos, así reciben de parte de Dios sus bendiciones manifestadas en el perdón de los pecados, pues el que ama a Dios y al prójimo, lo busca en todo momento y recibe el perdón por sus faltas, de igual modo, los hijos que viven el cuarto mandamiento son bendecidos por Dios con largos días sobre la tierra, fruto del amor, el cariño y el respeto tributado a los padres. De otra parte, el buen hijo tiene la certeza de que Dios lo escucha siempre, pues “amor se paga con amor”, Dios como Padre bueno que ama sabe dar cosas buenas a sus hijos que se acercan con fe y por eso los trata con amor. Hoy debemos preguntarnos: ¿Cómo está la educación de los hijos?, cuando en nuestra sociedad se está perdiendo la educación cristiana, necesitamos recuperar la vivencia de los valores fundamentales en el seno de la familia. La segunda lectura nos recuerda la importancia de la vivencia del amor en medio de la familia, pues la primera manifestación se concreta en el florecimiento de los valores en la comunidad familiar, de ahí que el apóstol destaca que por encima de todo está el amor. En nuestro tiempo debemos reconocer la necesidad de vivir el amor a Dios, recordemos las palabras del Concilio en Gaudium et Spes 52 “La familia es escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión se requieren un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos. La activa presencia del padre contribuye sobremanera a la formación de los hijos; pero también debe asegurarse el cuidado de la madre en el hogar, que necesitan principalmente los niños menores, sin dejar por eso a un lado la legítima promoción social de la mujer. La educación de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la responsabilidad, seguir la vocación, aun la sagrada, y escoger estado de vida; y si éste es el matrimonio, puedan fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y económicas adecuadas. Es propio de los padres o de los tutores guiar a los jóvenes con prudentes consejos, que ellos deben oír con gusto, al tratar de fundar una familia, evitando, sin embargo, toda coacción directa o indirecta que los lleve a casarse o a elegir determinada persona”. Hoy más que nunca necesitamos recuperar el sentido del amor en la familia, la crisis generada por el covid19 es la oportunidad para volver a vivir en el seno de la familia y recuperar lo fundamental del amor alimentado desde el encuentro con Cristo que le da sentido y plenitud a la vida de la familia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En esta solemnidad de la Sagrada Familia de Nazareth volvemos nuestra mirada al seno del pesebre para implorar de Dios la necesidad de acoger la presencia de Cristo en medio de nuestras familias, pues solo Él puede dar sentido a todo que viven las familias en este tiempo; las pruebas, el sufrimiento, la enfermedad, la pobreza, el rechazo, el dolor y todas las situaciones humanas que experimentan nuestros seres queridos en el hogar no son ajenas a Cristo, ya que con su Encarnación viene para dar plenitud a nuestra vida. Es la oportunidad para unirnos en familia en torno al pesebre y repensar la misión de familia como base fundamental de la sociedad, ya que nada ni nadie puede sustituir la educación en los valores humanos y cristianos que es propia de cada una de las familias. En este sentido, el Papa Francisco en el Ángelus del 29 de diciembre de 2019 recordó que “la familia es un tesoro precioso. Hay que sostenerla y protegerla siempre”, que esta sea la ocasión para recuperar ese tesoro que Dios ha puesto en nuestras manos: la familia. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy volvemos nuestra mirada al pesebre para contemplar a la Sagrada Familia como modelo de todas las familias, en ella contemplamos la escuela del más rico humanismo, por eso, en la Eucaristía damos gracias por cada una de nuestras familias, con el deseo de que Cristo sea el centro y el sentido de cada una de las vivencias de nuestra familia: el dolor, la prueba o la alegría son recibidos por Cristo que, con su Encarnación, nació y vivió en la familia de Nazaret. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos hace poner nuestra mirada en el amor que debe vivir nuestras familias: la lectura del libro del Eclesiástico nos recuerda que el primer deber de los hijos es el respeto y la sumisión a los padres, y Dios los premiará con su bendición; en la segunda lectura, san Pablo nos recuerda que el amor debe estar por encima de todo lo que vive la familia y el Evangelio de san Lucas nos presenta a la Sagrada Familia que permanece unida para cumplir con el amor a Dios y al hermano, manifestados en el respeto por los mandatos de Dios. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre lleno de amor que nos ha entregado a su Hijo Jesús nacido en el seno de una familia, elevemos nuestra plegaria confiada diciendo: R. Por medio de la Sagrada Familia, escúchanos Padre 1. Oremos por el papa Francisco y por toda la Iglesia, para que con su predicación ilumine y oriente la vida espiritual de todas nuestras familias. Roguemos al Señor 2. Oremos por los gobernantes de las naciones para que trabajen por la defensa de la vida y la familia. Roguemos al Señor 3. Oremos por las familias que en medio de la pandemia sufren por la pérdida o la enfermedad de sus seres queridos. Roguemos al Señor 4. Oremos por las familias donde hay conflictos o se ha perdido el amor y el respeto, para que renueven el amor desde el encuentro con Cristo. Roguemos al Señor 5. Oremos por todas las familias que viven sin esperanza, para que descubran la presencia de Cristo que da sentido y plenitud a la vida del hombre, roguemos al Señor Presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Escucha oh Dios, la oración de pueblo reunido en asamblea litúrgica para celebrar el misterio de la navidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Mar 22 Dic 2020

'Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros'

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2020 (Misa del día) Primera Lectura: Is 52,7-10 Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4. 5-6 (R. cf. 3c) Segunda Lectura: Hb 1,1-6 Evangelio: Jn 1,1-18 (forma larga) o Jn 1,1-5.9-14 (forma breve) I. Orientaciones para la Predicación Introducción Desde las lecturas que se nos ofrecen, en esta solemnidad del nacimiento del Señor, se puede resaltar: • Isaías lleno de alegría anuncia la llegada del mensajero que trae la buena noticia de la paz y la salvación para Israel. • Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, la Palabra hecha carne y nosotros somos testigos de este acontecimiento salvador. • La Palabra trae la vida y la luz nueva para toda la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje del profeta Isaías que escuchamos en este día hace parte del llamado libro de la consolación que comprende los capítulos 40 al 55, y es necesario que comprendamos el significado de la consolación que nos habla el profeta, ya que para nosotros el consuelo es un alivio o una ayuda momentánea o pasajera en un momento determinado ante una situación de duelo o de sufrimiento, en cambio, en la mentalidad hebrea, la consolación es la curación definitiva y la restauración total que Dios le da a su pueblo que ha experimentado el sufrimiento y ha pasado por diversidad de pruebas. Isaías anuncia la llegada de una buena noticia traída por un mensajero que viene como pregonero de la paz y la salvación, esa noticia es salvación y consolación para el pueblo. En la antigüedad era muy común que a la entrada de los pueblos se construyeran las torres de vigilancia o atalayas desde donde los pregoneros anunciaban noticias para todo el pueblo; aquí, en el texto de Isaías escrito en la mitad del siglo VI antes de Cristo, el profeta contempla al mensajero que viene para traer la buena noticia de la consolación y salvación definitiva para el pueblo de Israel, ese mensajero es Cristo que viene para quedarse con nosotros y Él mismo es la Palabra que consuela y salva a la humanidad. El autor de la carta a los Hebreos, nos habla de revelación o manifestación de Dios al hombre para darse a conocer; dicha revelación se da por etapas, en la antigüedad Dios se fue mostrando a su pueblo a través de diferentes signos y acontecimientos que iban mostrando al Dios creador y dueño de la historia que se hace cercano al hombre. El autor de la carta nos hace caer en cuenta que la revelación ya ha terminado y se da definitivamente en Cristo que en las etapas anteriores había sido anunciado y esperado con anhelo por parte del pueblo. Ahora Cristo se ha dado a conocer definitivamente como la Palabra definitiva que salva a los hombres y les trae la buena nueva. Nosotros somos afortunados de vivir en esta etapa final de la historia para ser testigos de la presencia de Cristo en medio de la humanidad. El evangelista san Juan inicia su Evangelio sintetizando toda la historia desde los orígenes hasta nuestra época y lo hace de modo sencillo pero profundo, y por eso describe a Cristo como la Palabra que tiene poder para crear y dar vida de modo que puede destruir la oscuridad y las tinieblas. Si nos remontamos al libro del Génesis podemos ver que Dios crea por medio de su Palabra, “y dijo Dios” (Gn 1,3), e inmediatamente a la orden de su Palabra se crean las cosas. En los orígenes de la humanidad, la tierra era caos, tinieblas y confusión, pero Dios por medio de su Palabra cambió esa situación para poner orden, dar luz y traer armonía a todo lo que iba creando. San Juan nos remite a los inicios para decir que la Palabra ya existía desde el principio y esa misma Palabra que ha permanecido desde siempre, ahora, en esta etapa se ha hecho carne y ha puesto su morada entre nosotros, ha venido para traernos la vida del mismo Dios y se ha quedado con nosotros en la persona de Cristo que se ha hecho hombre y ha nacido de María y de José en el pesebre de Belén. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Cristo es el mensajero que viene para pregonar la buena noticia de la salvación, esa noticia es la salvación definitiva de Dios, es la consolación para restaurar al pueblo que ha caminado en medio de dificultades y de pruebas. La humanidad está sufriendo las consecuencias de la pandemia ocasionada por el covid19, el hombre se siente débil y frágil y necesita la restauración, la consolación definitiva y la salud que solo Dios le puede otorgar, es el momento para recibir la presencia de Cristo que consuela a sus hijos que experimentan la enfermedad y la fragilidad. Los sistemas de salud muestran su vulnerabilidad, los sistemas económicos muestran su incapacidad de solucionar todas las situaciones del hombre, los programas de gobierno son insuficientes para remediar las necesidades más apremiantes de la población, pero Cristo llega para traer la Palabra que consuela, una Palabra que levanta al hombre caído y le da la curación en medio de las situaciones de enfermedad, es una Palabra que se compromete y hace alianza con la humanidad. Hoy la humanidad recibe la mejor de las noticias, por eso cada vez que felicitamos a alguien al decirle feliz navidad, feliz nacimiento, manifestamos la alegría por la llegada de la buena noticia de la salvación que se ha hecho presente en medio de nosotros. Los hombres y mujeres que vivimos en esta etapa de la historia tenemos un privilegio que no lo tuvieron las generaciones anteriores, ellos esperaban la llegada de la salvación, nosotros podemos contemplarla y ser testigos de ella. La humanidad está atravesando momentos difíciles, pero en Cristo tenemos la esperanza de vivir un nuevo tiempo, por eso durante estos días estamos invitados a contemplarlo hecho carne en el pesebre, dejemos que entre a nuestra vida y comparta nuestra historia personal, ya que Él no es ajeno a los sufrimientos y dificultades que vive la humanidad. El experimentó la pobreza, el desprecio y el dolor y se solidarizó con nosotros, por eso debemos poner en él nuestra confianza sabiendo que su presencia se ha quedado de modo definitivo con nosotros. La humanidad ha vivido momentos de oscuridad y de muerte, la pandemia que estamos atravesando nos ha dejado en medio de situaciones difíciles que manifiestan la impotencia del hombre frente a la enfermedad, el dolor y la muerte. Cristo con su Palabra nos trae la vida definitiva, pues el mismo es capaz de darla y ofrecerla a la humanidad, es lo que necesitamos en estos momentos, es una Palabra que no falla y que posee la capacidad de sacarnos de las situaciones de oscuridad que causan muerte al hombre. Necesitamos salir de tantas tinieblas y sombras de muerte y solo Cristo puede darnos la luz que necesita la humanidad, pero depende de nosotros acoger o rechazar a Cristo, la Palabra que se ha hecho carne. El hombre en el uso de su libertad tiene esa opción, hoy nosotros podemos preguntarnos, ¿Cuál ha sido mi respuesta a la presencia de Cristo en esta navidad? ¿He aceptado a Cristo y lo recibo con alegría dejándome transformar por su Palabra o, por el contrario, soy de aquellos que lo siguen rechazando y no acogen la buena noticia que él nos trae? Es el momento para recordar que la presencia de Cristo nos saca de las situaciones de muerte y nos eleva a la verdadera vida que reside en el seno del Padre. Aquí hacemos eco de las palabras de san Ambrosio a propósito de la navidad: “¡OH Maravilloso intercambio! Él, niño de pecho, para que tú puedas ser un hombre perfecto; Él, envuelto en pañales, para que tú quedes libre del lazo de la muerte; Él, en el pesebre, para que tú puedas estar cerca del altar; en la tierra para que tú puedas vivir sobre las estrellas. Él, un esclavo, para que nosotros seamos hijos de Dios. ¡Qué increíble valor debe tener nuestra vida para que Dios venga a vivirla de tal manera! Pero ¡qué increíble amor para quererlo hacer! Hoy, cerca de la cueva de Belén, no es día de decir: «Dios mío, te quiero» Es el día de asombrarse diciendo: Dios mío, ¡cómo me quieres Tú, a mí!»” Hoy al celebrar la navidad, acerquémonos al pesebre con una actitud de humildad para dejar que la vida que nos ha sido dada por la Palabra de Dios sea acogida en nuestro corazón y nos saque de las oscuridades y situaciones de muerte que vive la humanidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre de Bondad, en un designio de tu amor a la humanidad nos has enviado a tu Hijo Jesucristo, Palabra hecha carne, que ha puesto su morada en nosotros. Te agradecemos por hacerte presente en medio de nosotros y te pedimos que nos concedas capacidad de asombrarnos frente a este misterio sublime para acogerlo con alegría y apertura de corazón, queremos que él se quede con nosotros como el Dios hecho hombre que ha venido para sacarnos de las situaciones de muerte y de oscuridad y devolvernos la vida con una luz nueva que transforma nuestro momento presente y nos ayuda a seguir caminando firmes en la esperanza y solícitos en la caridad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con el corazón lleno de esperanza hemos caminado durante el adviento en la espera del día feliz de la navidad, hoy nos acercamos al altar para contemplar al Dios hecho carne que se ha hecho presente en medio de nosotros y en la eucaristía se nos da como alimento de vida nueva. Participemos con gozo de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La liturgia de la palabra de este día de navidad nos anuncia con gozo la llegada del Mesías Salvador al que el profeta Isaías nos presenta como el mensajero que trae la paz y la buena noticia de la Salvación, en la segunda lectura de la carta a los Hebreos se nos recuerda que en esta última etapa de la historia, Dios nos ha hablado por medio de su Hijo Jesucristo, el cual es presentado por el Evangelio de san Juan como la Palabra hecha carne, que ha venido para traer la luz y la vida definitiva para toda la humanidad. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre de Bondad, que en su gran amor a la humanidad nos ha dado a su Hijo Jesucristo nacido de María Virgen para nuestra salvación, elevemos pues nuestra súplica confiada diciendo: R. Dios de Amor, escúchanos 1. Oremos por el Papa y por todos los ministros ordenados, para que con fidelidad y entrega anuncien a Cristo que es la Palabra hecha carne. Roguemos al Señor. 2. Oremos por los gobernantes, para que con su trabajo busquen la justicia y el bien común para todos los pueblos. Roguemos al Señor. 3. Oremos por los enfermos y los que en este tiempo se encuentran en dificultades, para que en Cristo encuentren la salud y el consuelo que nos trae su nacimiento. Roguemos al Señor. 4. Oremos por los más pobres y desfavorecidos, para que el nacimiento de Cristo les conceda fortaleza y a nosotros nos mueva a la caridad fraterna. Roguemos al Señor. 5. Oremos por las familias, para que la celebración de la navidad las mueva a la unidad y el respeto. Roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Padre Bueno, por el misterio de tu Hijo nacido en el pesebre, acoge todas las súplicas que te presentamos con fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 19 Dic 2020

Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor"

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2020 (Misa de medianoche) Primera Lectura: Is 9,1-6 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda Lectura: Tt 2,11-14 Evangelio: Lc 2,1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitan en tierra de sombras de muerte, les ha brillado una luz” (Is 9,1). El milagro de la luz que nos presenta el profeta Isaías está unido al Mesías porque, según la tradición judía, su luz resplandecerá en los días de crisis y de mayor fracaso. Todo esto vale con mayor razón para los cristianos, porque la cruz de Cristo ha brillado en los momentos de mayor crisis y oscuridad y se ha convertido en gloriosa. En Navidad, fiesta de la encarnación, fiesta de la luz, Dios se hace carne y pone su morada entre los hombres, disipando toda tiniebla y oscuridad. “Y cuando ellos se encontraban allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó a un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento” (Lc 2, 6-7). El evangelista Lucas nos presenta la difícil realidad de no encontrar un sitio para ellos en la posada. El evangelista Juan, en su prólogo nos ha expresado la misma realidad: “vino a su casa y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11). Para el Salvador del mundo, para aquel en vista del cual todo fue creado (Col 1,16), no hay sitio. Esto debe hacernos pensar y remitirnos al cambio de valores que hay en la figura de Jesucristo, en su mensaje. Ya desde su nacimiento, él no pertenece a ese ambiente que según el mundo es importante y poderoso. Y, sin embargo, este hombre irrelevante y sin poder se revela como el realmente Poderoso, como aquel de quien todo depende. Así pues, el ser cristiano implica salir del ámbito de lo que todos piensan y quieren, de los grandes dominantes y poderosos de este mundo, para entrar en la luz de la verdad, que resplandece desde lo más alto del cielo y de la tierra en la persona de Jesucristo. “Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y para purificar para sí un pueblo escogido, celoso por hacer el bien” (Tt 2,14). En la carta a Tito se invita a centrar la atención en Jesús, nuestro Salvador, y en el cambio de vida y actitudes que exige la fe cristiana. El cristiano está llamado a comportarse rectamente porque Cristo lo ha librado de toda iniquidad; ha de practicar obras buenas, porque ha creído en Dios, porque se sabe redimido por Cristo y porque la gracia lo fortalece para hacer el bien. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Podemos centrar nuestra mirada en la escena maravillosa de cómo “María envolvió al niño en pañales y lo recostó en un pesebre” (Lc 2,7). Con cuanto amor esperaba María su hora y preparaba el nacimiento de su hijo, algo similar a la Iglesia que ha preparado con el tiempo litúrgico del adviento este momento maravilloso de la Encarnación del Hijo de Dios. La tradición de los iconos, basándose en la teología de los padres, ha interpretado teológicamente el pesebre y los pañales. El niño envuelto y bien ceñido en pañales aparece como una referencia anticipada a la hora de su muerte: es desde el principio inmolado y el pesebre se representaba como una especie de altar. De allí que navidad y Pascua tengan una estrecha relación. San Agustín ha interpretado el pesebre haciendo la siguiente reflexión: El pesebre es el lugar donde los animales encuentran su alimento. Sin embargo, ahora encontramos en el pesebre quien se ha indicado a sí mismo como el verdadero Pan bajado del cielo (Jn 6), como el verdadero alimento que el hombre necesita para ser un auténtico cristiano. Es el alimento que da al hombre la vida verdadera, la vida eterna. El pesebre se convierte de este modo en una referencia a la mesa de Dios, a la que estamos invitados como buenos comensales a participar. Las palabras de los ángeles: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres en los que Él se complace” (Lc 2,14), indican el significado del nacimiento de Jesús. Él no es un niño cualquiera, sino el Salvador, el Mesías, el Señor (Lc 2,11). La divinidad de Jesús niño no es manifiesta. Por eso, debía ser enseñada por medio de los ángeles, que son ministros de Dios; por eso apareció el ángel rodeado de claridad, para que quedase patente que el recién nacido era “el esplendor de la gloria del Padre” (Hb 1,3). Los pastores vivieron de cerca el acontecimiento salvador, no sólo exteriormente, sino también interiormente; más que los ciudadanos, que dormían tranquilamente. Y tampoco estaban interiormente lejos del Dios que se hace niño. Esto concuerda con el hecho de que formaban parte de los pobres, de las almas sencillas, a los que Jesús bendeciría, porque a ellos está reservado el misterio de Dios (Lc 10,21). Ellos representan a los pobres de Israel, a los pobres en general: ellos son los predilectos del amor de Dios. Las palabras de los ángeles indican también que la llegada del Salvador al mundo trae consigo los dones más excelentes: el reconocimiento de la gloria de Dios y la paz a los hombres (Lc 2,14). De ahí el sentido profundo de la adoración de los pastores: la salvación que Cristo traía estaba destinada a hombres de toda raza y situación, y por eso eligió manifestarse a personas de distinta condición. Los pastores eran israelitas; los magos, gentiles; aquellos vinieron de cerca; éstos, de lejos, pero unos y otros coincidieron en la cercanía de un niño. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Belén, «casa del pan», es la santa Iglesia, en la cual se distribuye el cuerpo de Cristo, a saber, el pan verdadero. El pesebre de Belén se ha convertido en el altar de la Iglesia. En él se alimentan los cristianos. De esta mesa se ha escrito: Preparas una mesa ante mí. En este pesebre está Jesús envuelto en pañales. La envoltura de los pañales es la cobertura de los sacramentos. En este pesebre y bajo las especies de pan y vino está el verdadero cuerpo y la sangre de Cristo. En este sacramento creemos que está el mismo Cristo; pero está envuelto en pañales, es decir, invisible bajo los signos sacramentales. No tenemos señal más grande y más evidente del nacimiento de Cristo como el hecho de que cada día sumimos en el altar santo su cuerpo y su sangre; como el comprobar que a diario se inmola por nosotros, el que por nosotros nació una vez de la Virgen. Apresurémonos, hermanos, al pesebre del Señor; pero antes y en la medida de lo posible, preparémonos con su gracia para este encuentro para que asociados a los ángeles, con corazón limpio, con una conciencia honrada y con una fe sentida, cantemos al Señor con toda nuestra vida y toda nuestra conducta: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para la mayor parte del mundo, la Navidad es una época especial que interpela a las personas de uno u otra forma. Un nacimiento es la realización de una esperanza, es la manifestación concreta del amor, es el inicio de un camino. El nacimiento de Jesús es el cumplimiento de una promesa de Dios al hombre como signo de su amor, de su Alianza. Celebrar la Navidad implica necesariamente pensar y orar en el otro, de manera especial en aquellos que sufren. El Papa Francisco en la encíclica “Fratelli Tutti”, sobre la fraternidad y la amistad social, nos describe la situación actual y nos invita a orar y a practicar la caridad: “Es verdad que una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos. Por eso dije que «la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. […] Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos»”. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos hemos reunido como pueblo Dios para celebrar con alegría la llegada del Salvador, quien es Luz y Esperanza para el mundo; Cristo nos guía y nos libra de las tinieblas; por eso llenos de felicidad porque vendrá de nuevo a cada uno de los hogares de esta comunidad, nos disponemos a renovar nuestra existencia y adorar a quien nos vivifica con su amor. Con estas intenciones y las que hemos traído a la Mesa del Altar iniciemos con fe nuestra celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra El Evangelio de hoy nos presenta el acontecimiento trascendental que sucedió en Belén. El nacimiento de Jesús es el signo de la vida, la esperanza, pero lo más importante es el resultado del verdadero amor que rebosa de Dios y llega a nuestros hogares de manera definitiva. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, presentemos con amor, en esta gran noche, todas nuestras súplicas y nuestros propósitos; para que, la Palabra cumplida del Padre, se realice en su Hijo y de esta manera sirva para alcanzar la salvación y la unión de los hogares en nuestra comunidad. Llenos de confianza, decimos todos: R. Salvador del mudo, renueva nuestras vidas 1. Oremos por la Iglesia y por todos sus ministros; para que, Cristo recién nacido sea quien les proteja e ilumine con amor cada uno de sus trabajos y entrega decidida. Oremos. 2. Oremos por nuestros gobernantes; para que, al celebrar el misterio del amor hecho carne y cercano a nosotros, puedan, en Cristo recién nacido, administrar los bienes y los gozos prometidos por el Padre. Oremos. 3. Oremos por los enfermos, especialmente por aquellos que han padecido por el Covid-19; para que, Cristo transforme sus vidas de tinieblas en bondad, sus odios en perdón, y sus dificultades en alegrías. Oremos. 4. Por nosotros aquí reunido; para que, el amor de nuestra Madre, la Virgen María, se convierta en la defensa de la vida y el rescate de los valores familiares. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Padre Bueno, mira a tu pueblo que vuelve los ojos a Belén, y atiende cuanto con fe te hemos suplicado. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 3 Dic 2020

Predicación Orante de la Palabra / Adviento – Navidad 2020 - 2011

Predicación Orante de la Palabra Tiempo de Adviento – Navidad 2020 - 2011 [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar predicación orante[/icon]

Vie 27 Nov 2020

"Estén atentos, vigilen: pues no saben cuándo es el momento"

Primer domingo de Adviento Noviembre 29 de 2020 Primera Lectura: Is 63,16b-17.19b; 64,2b-7 Salmo: 80(79), 2ac+3b.15-16.18-19 (R. cf. 4b) Segunda Lectura: 1Co 1,3-9 / Evangelio: Mc 13,33-37 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En el inicio del tiempo litúrgico del Adviento, la Palabra de Dios nos alienta a ir con el corazón bien dispuesto al encuentro del Señor que viene: * No se trata sólo de la celebración anual del nacimiento del Salvador, sino también de la espera gozosa de su segunda venida en la gloria. * La conversión a Dios es la primera y fundamental disposición para acoger al Salvador. * El Señor nos reitera la necesidad de permanecer “vigilantes”, es decir, que perseveremos cada día en nuestra vida en Cristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Los capítulos 63 y 64 del profeta Isaías, de los cuales están entresacados los versículos que se han proclamado en la primera lectura, conforman una preciosa oración dirigida a Dios, pidiendo su “vuelta” y su acción para la salvación del pueblo, que muy probablemente está atravesando la experiencia del destierro. Estas palabras señalan un itinerario para ir al encuentro del Salvador, en el que aparecen varias disposiciones del orante: * El reconocimiento de la paternidad de Dios, aun teniendo en cuenta las rebeldías del pueblo. Es muy bella la confesión que cierra la lectura: “Tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; somos todos obra de tu mano”. * La confianza en el amor de Dios, que interviene y actúa en la historia, que salva a sus hijos. Este es el significado de la imagen de los cielos rasgados para que Dios baje. * La conciencia de que, para ir al encuentro del Señor, es necesario el esfuerzo de practicar la justicia, acordarse de sus caminos, volver a él desde el corazón. En la segunda lectura se subraya otra convicción: que la perseverancia hasta el final es obra de la gracia divina en nosotros: “Él -Cristo- los mantendrá firmes hasta el final”. No basta el solo esfuerzo humano, aunque éste sea imprescindible; nuestra perseverancia es primeramente obra de la gracia. En el Evangelio, el Señor nos dice reiterativamente: “velen”. Este imperativo claramente tiene en perspectiva los últimos tiempos, la vuelta del Señor, la cual no nos debe sorprender “dormidos” o “descuidados”. De manera obvia, estas alusiones se refieren a la disposición interior de vivir continuamente la voluntad de Dios, de ser siervos que hacen la tarea que nos ha sido confiada, de estar siempre listos para cuando vuelva el Señor. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? A causa de la pandemia del Covid-19 estamos viviendo momentos de incertidumbre y de muchas dificultades. Desde nuestra fe, en este contexto, el Adviento se nos presenta como un camino de esperanza, que nos encamina para ir al encuentro de Cristo Salvador. Para recorrerlo es necesario que tengamos presente: Las dos venidas de Cristo: Iniciando nuevamente el Adviento, tiempo para preparar nuestra espera del Señor, la Palabra nos recuerda que nuestra vida debe ser una continua peregrinación hacia la casa del Padre. En efecto, generalmente vivimos el Adviento como una preparación para el nacimiento del Niño Dios, pero no se nos debe olvidar la dimensión escatológica que nos pide estar vigilantes para recibir al Señor en su segunda venida. La preparación ha de ser ante todo interior: Es bello y bueno que, en este tiempo, se organicen algunas exteriores que crean un ambiente navideño: luces, árbol, pesebre, decoraciones, regalos, etc. Sin embargo, la primera e infaltable preparación ha de ser en el interior de cada persona, donde Cristo quiere nacer, y desde donde salen las buenas acciones para ir al encuentro definitivo con él. La vigilancia como permanencia en el amor de Dios: Es la invitación central que nos hace hoy el Señor: “velen”. Quiere decir que nuestra vida debe estar siempre centrada en el amor de Dios y el deseo de vivir permanentemente su voluntad. Este “velar”, así como queda expresado en la imagen de los servidores que esperan a su Señor, nos exige mantenernos atentos a los signos de los tiempos, esto es a las realidades que reclaman nuestro compromiso de fe. Dicho de otra manera, no nos podemos descuidar o adormecer pensando que el Señor tarda, llevando una vida descuidada o indiferente frente al amor de Dios. La oración de quien espera: La comunidad cristiana ora en este tiempo de Adviento pidiendo que el Señor “vuelva”; que se abran los cielos y baje, que acontezca el amor de Dios entre nosotros, que toda la humanidad vaya al encuentro de la salvación que el Señor nos trae. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La oración del profeta Isaías que tenemos hoy en la primera lectura es una magnífica plegaria para prolongar la escucha de la Palabra en este tiempo de Adviento. Como comunidad reconocemos a Dios Padre que nos ama y nos salva, le pedimos discernimiento de los signos de los tiempos y la fortaleza para no errar en el camino que nos conduce a él, le pedimos que no nos distraigamos o adormezcamos en el camino, sino que vivamos despiertos en la espera del Señor. En esta liturgia también podemos manifestar nuestro compromiso de celebrar el nacimiento del Señor con verdadero espíritu cristiano, sin dejarnos distraer por las cosas exteriores o materiales del más importante propósito de nuestra vida que es el de ir permanentemente al encuentro del amor del Señor. Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos y hermanas, celebramos el primer domingo de Adviento y el inicio de un nuevo año litúrgico. Recordemos que el Adviento es tiempo de esperanza y alegría, preparación y vigilancia. Dejemos que el Padre nos tome como arcilla entre sus manos y moldee nuestra vida, nuestro ser y nuestro hacer, preparándonos para conmemorar y celebrar la venida de nuestro Redentor. Él, quien viene constantemente a nuestras vidas y a cada uno de nosotros, con el corazón pleno de amor, mostrándonos un camino seguro hacia su encuentro. Prepararemos su venida llenos de gozo y esperanza. Participemos con viva devoción en esta celebración eucarística. Monición a la Liturgia de la Palabra En este primer domingo de Adviento, la liturgia de la Palabra nos muestra la fidelidad del Padre que, desde el principio, a pesar de las infidelidades de su pueblo, lo llama a ser partícipe de la gracia divina a través de su Hijo, Jesucristo. Por Jesús hemos sido enriquecidos en todo y hemos sido llamados a la santidad. Y para poder cumplir con la tarea que el Padre nos encomienda, se nos llama a velar pues no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el dueño de la casa. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestra oración confiada a Dios Padre, que nos ha enriquecido en todo por medio de su Hijo Jesucristo, diciendo: R. Que brille su rostro y nos salve 1. Por el Papa Francisco y los pastores de la Iglesia para que, con su palabra y ejemplo, en este tiempo de Adviento, vayan adelante, iluminando y señalando el camino que conduce al encuentro del Señor, roguemos al Señor. 2. Por la Iglesia, para que no se canse de proclamar el Evangelio de Cristo y sea como un faro de luz y esperanza en medio de un mundo que sufre, roguemos al Señor. 3. Por los líderes de las naciones, para que Dios les dé la gracia de trabajar unidos durante este tiempo difícil, para promover la justicia y el cuidado especial de los pobres y vulnerables, roguemos al Señor. 4. Por los enfermos, para que puedan experimentar el poder sanador de Dios en cuerpo, mente y espíritu, mediante el amor y el apoyo de los que los cuidan, roguemos al Señor. 5. Por nosotros aquí reunidos, para que veamos y encontremos en Cristo nuestra riqueza, y viéndola la podamos compartir con aquellos que más lo necesitan, roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Padre bueno escucha estas plegarias que te presentamos con fe y esperanza, por mediación de tu Hijo Jesucristo. Que vive y reina, por los siglos de los siglos. R. Amén.

Jue 19 Nov 2020

El Señor es mi pastor, nada me falta

TRIGÉSIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO 22 de noviembre Primera lectura: Ez 34,11-12.15-17 Salmo: 23(22),1-3a.3b-4.5.6 (R. 1) Segunda lectura: 1Co 15,20-26.28 Evangelio: Mt 25,31-46 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Del mensaje de la Palabra de Dios en esta solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, podemos resaltar tres ideas: • El primero, el pastor que se da por sus ovejas; • El segundo, el pastor que alimenta de manera robusta a su rebaño; • Y, el tercero, la prefiguración de la venida del Hijo del hombre, aduciendo a la manera en que el pastor aparta las ovejas de las cabras, para enfatizar la prudencia, nobleza y generosidad de los que reconocen a Dios en sus hermanos. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la literatura bíblica la evocación de la figura de Dios como pastor, recorre gran parte de la Escritura. En efecto, desde el génesis hasta el apocalipsis encontramos a diversos pastores que cumplen con la imperiosa y concomitante labor de custodiar, proteger y guardar el rebaño contra los embates frecuentes de las fieras que buscan acabar con la concordia de las ovejas nobles. Es por ello que, la profecía de Ezequiel no es una excepción, en el universo pastoril de los relatos bíblicos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo testamento. Pero ¿quiénes eran, ¿qué hacían?, ¿cómo vivían estos pastores?, figuras protagónicas en la liturgia de este domingo. Ezequiel los va a describir como aquellos que buscan a las ovejas pérdidas o desviadas del rebaño, siguiendo el rastro que ellas dejen; igualmente, los retrata como dedicados a sus ovejas y para ello usa seis verbos: buscar, recoger, vendar, curar, guardar y apacentar. El uso de estas acciones son la respuesta a las inquietudes que surgen sobre la comprensión de la función que tiene un pastor al lado de su rebaño. Prefigurando que, si el pastor es así con su rebaño, pues Dios es muchas veces más misericordioso con sus hijos, así que Dios se desase en amor por la humanidad. El salmo 23 (22) es otra respuesta enfocada a la manera que tiene el pastor de alimentar y pastorear a sus ovejas. De nuevo el escritor de los salmos, presenta al Señor como ese pastor que, al cuidar a su rebaño, retrata a un Dios que conduce, repara, guía, prepara y unge a sus ovejas, es decir, a sus creaturas, como se mencionó en el mensaje del profeta Ezequiel. Por tanto, los autores bíblicos quieren describir a un Dios que está en constante relación y actividad con su obra más excelsa el ser humano. De tal forma que la dignidad de la persona es protegida y cuidada por su propio creador, de allí que la evocación de un Dios pastor, es una remembranza de la preocupación de Dios, enfocada en el cuidado de su pueblo y de sus creaturas. La lectura de la primera carta de San Pablo a los Corintios, leída desde la solemnidad de Jesucristo Rey, presenta a Cristo con todo su poder de resucitado como centro de toda la historia de las salvación y redención del ser humano. Así que Pablo buscaba hacer que Cristo fuera todo en todos, y para ello el apóstol de los gentiles, presenta de manera contundente a Cristo como centro y cabeza de la Iglesia, por ello la imagen del símil del cuerpo, en la misma carta a los corintios, es una invitación a dejar que el Señor sea el centro y dinamizador de la vida de los creyentes. La unidad narrativa del capítulo 25 del evangelio de Mateo culmina con la parábola denominada del «juicio final». En ella hay tres imágenes para profundizar el texto del evangelio en esta solemnidad. La primera imagen es la de un rey sentado en su trono, este puede ser el ícono central del texto, en donde se destaca el poder de un rey en su silla, el juicio es inminente y el rey es categórico en sus acciones. Poder, juicio y carácter son los elementos que en el texto caracterizan a este rey. La segunda imagen a contemplar en el texto, es la del rey ejerciendo su poder de separar lo bueno de lo malo, lo tosco de lo suave, lo salvaje de lo dócil, lo arrogante de lo humilde, es Dios mismo que conoce muy bien sus creaturas y sabe quiénes le han sido fieles y cuáles han desaprobado sus órdenes con la desobediencia, es casi una evocación del Antiguo Testamento, cuando la violencia separa al pastor del sembrador, cuando la desobediencia separa la armonía del paraíso de lo agreste de los alrededores del jardín del Edén; o el sufrimiento de los hijos de Jacob del buen hermano piadoso José, entre otras imágenes de separación con las que los relatos sagrados evocarán la fuerza de la libertad a la esclavitud. La tercera imagen del evangelio, en esta solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, es la de aquellos que reconocieron a Dios por la caridad con la que actuaron con sus hermanos, los mismos que no perdieron de vista la compasión y la misericordia, y que pudieron conjugar la imagen del prójimo con la de Dios, los que descubrieron que la encarnación del Hijo de Dios, es la experiencia más desbordante del amor de Dios por sus hijos, ellos son los que entran en el banquete del Reinado de Dios, los que deponen su vida por la de los demás y en ese vaciamiento de su yo descubrieron el valor de los otros. Estas tres imágenes presentadas por Mateo del rey en su trono, la separación de lo bueno de lo malo y el reconocimiento de la caridad con los más débiles, este es un banquete ofrecido por la palabra del Señor que invita a no perder de vista y a no desperdiciar, los dones que él mismo les da a sus fieles. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Sin duda alguna en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, se celebra la manera de vivir el «Reino de Dios». Pero, ¿qué es el Reino de Dios o cómo dejar reinar a Dios en la vida? El término «Reino de Dios» no puede ser comparado categorialmente con los rasgos de un reino civil, como, por ejemplo: tronos, cetros, coronas, joyas, lujos, cortes, títulos, propiedades, ejércitos, reconocimientos, entre otros elementos propios de los reyes creados por sistemas políticos y regentados hasta la actualidad. Cuando en el cristianismo se hace referencia al «Reino de Dios», no se habla de un lugar concreto, bíblicamente se está haciendo referencia a la manera en que se deja reinar a Dios en la persona y en la comunidad. De este modo, cuando Dios es el que reina en la vida, el interrogante que salta a la vista es: ¿De qué manera le permitimos a Dios ser el dueño de nuestras vidas? ¿Cómo abrir el corazón y la mente para dejarse habitar por Dios? Dejar reinar a Dios es permitirle a Él encarnarse en la vida e historia de las personas y de su pueblo. Pero ¿qué implica vivir las dimensiones del Reino de Dios en la vida del creyente? En una lectura de los textos de los evangelios, hay una manera implícita, una forma de ser, una forma de vivir y de entender cuál es la experiencia de Dios. Pues, el Hijo de Dios que se hizo hombre, derrumbó los muros impuestos por la ley, creando puentes de caridad, de misericordia, de justicia y de inclusión, por ello vivir desbordados por los demás, es dejar que el Señor se manifieste de manera real en los valores que proclama el evangelio y que todos los cristianos están llamados a vivir. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Dejar reinar a Dios es disponerse a discernir, ¿cuáles son las mociones que nos llevan a dejar que los valores del Reino de Dios se conviertan en el anuncio de la Buena Nueva de los evangelios en nuestras comunidades? El papa Francisco lo recalca diciendo: “[…] el Reino de Dios es silencioso, crece dentro. Lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad, en nuestra tierra, que nosotros debemos preparar”, de esta manera, el Señor es el que permite restablecer aquello que Dios quiere que se siga revelando y actualizando en los actos cotidianos de la vida, aprendiendo a descubrir los signos de los tiempos. De este modo la temática fundamental del juicio es el amor expresado hacia los más necesitados y vulnerables de la comunidad. Por ello, no serán suficientes las palabras de consuelo, se hace necesarias las acciones concretas porque “[…] cuando el hombre se siente verdaderamente amado, se siente llamado también a amar”, señala el Papa Francisco hablando sobre la ternura. Es así como el juicio del evangelio de Mateo es una llamada de atención al amor, a la ternura de Dios, a la caridad fraterna, al reconocimiento de Dios hecho hombre por la humanidad y en la humanidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa La celebración de la eucaristía en este domingo es una oportunidad de cerrar el año litúrgico pensando en, ¿cómo he dejado reinar a Dios en mi vida? Y al tiempo disponernos a pensar cómo dejaremos reinar a Dios en nuestra vida a partir de esta celebración. Por ello, bienvenidos a este banquete de amor fraterno, en donde Jesús mismo nos invita a reconocerlo en los más frágiles y necesitados de la sociedad. Dispongamos nuestro corazón y mente para vivir el amor del Señor, presente en nuestro prójimo. Monición a la Liturgia de la Palabra El Señor es nuestro pastor eterno, él cuida, protege, cura y alimenta a su rebaño, la Palabra de Dios en esta solemnidad es gran alimento que conforta, vigoriza, nutre y fortalece. Dejemos que el Señor nos apaciente con lo más nutritivo de su mensaje de amor para esta celebración. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas a nuestro Padre misericordioso para que, desde su bondad de Dios de amor, sean atendidos todos nuestros clamores de pueblo santo y digamos: R. Rey del universo escucha nuestra oración 1. Por el Papa para que siga mostrando a su Iglesia la manera de dejar reinar a Dios en los corazones de quienes lo aceptan y acogen con amor. Oremos al Señor. 2. Por la Iglesia para que en esta solemnidad se disponga a dejar reinar al Señor en las obras de caridad para con los más necesitados. Oremos al Señor. 3. Por todos los gobernantes para que trabajen por el bien común y promuevan la dignidad humana especialmente en los territorios más abandonados de la atención estatal. Oremos al Señor. 4. Por los que aún no reconocen a Jesucristo como Rey y Señor, para que encuentren en el camino pastores buenos que los conduzcan al rebaño de Dios. Oremos al Señor. 5. Por nuestra comunidad parroquial, para que sigamos promoviendo actitudes de protección y cuidado de la casa común y allí dejemos reinar a Dios con nuestros gestos de solidaridad. Oremos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Acoge Padre de bondad estas súplicas que te dirigimos con esperanza, en esta solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Mié 11 Nov 2020

"La espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción"

TRIGÉSIMOTERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO 15 de noviembre Primera lectura: Pr 31,10-13.19-20.30-31 Salmo: 128(127),1-2.3.4-5 (R. 1a) Segunda lectura: 1Ts 5,1-6 Evangelio: Mt 25,14-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Ideas fuerza que nos ofrece la Palabra de Dios: • Los cristianos están llamados a vivir preparados y dispuestos para dejar que Dios se revele en sus vidas. • Es importante la guarda del respeto y del amor, como interpretación y vivencia del temor de Dios. • Es necesaria la decisión, disposición y administración del Reino de Dios, para heredar la vida eterna, a través de la imagen del banquete festivo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El último capítulo del libro de los proverbios está dedicado a destacar las virtudes y el valor que significa los dotes de una mujer en el contexto de un libro que está basado en las enseñanzas de carácter religioso y moral, que anticipan el plan de preparación virtuoso del que Pablo le habla a la comunidad de Tesalónica, casi como un presagio de la disposición en el contexto cristiano a la parusía. Mientras que el evangelio de Mateo en el capítulo 25 narrará tres parábolas (las 10 vírgenes, los talentos y el juicio final), en este domingo -XXXIII del tiempo ordinario-, la liturgia nos invita a detenernos en la «parábola de los talentos» y en ella, el evangelista nos insta a observar con atención el ejemplo de los tres siervos que ajustan su relación con el amo por medio de la administración de sus talentos, recordando así la vocación al servicio, propia de la vida cristiana. Los cristianos están llamados a vivir preparados, dispuestos y dedicados a dejar que Dios se revele en sus vidas. Por ello las virtudes que el libro de los Proverbios muestra en la mujer que, con su manera de ser, honra y hace magna la vida del hogar, ponen de manifiesto, lo que el autor sapiencial repite en la descripción de la mujer. El texto reiterará y centrará las acciones que ella puede hacer por medio de sus manos; por ello en la destreza y sostén para manejar lo material, el texto le dará un reconocimiento a la habilidad que tiene ella para manejar el hogar. Mientras que, en la relación con los más necesitados, la mujer hacendosa, abre y extiende sus manos, porque en su corazón siempre hay generosidad y bondad para darle a los demás, aquello que hace parte de sí misma. De esta manera la mujer debe ser exaltada, porque por su capacidad de hacer las cosas con sus manos, ella se convierte en un ejemplo para la comunidad y no sólo para su casa. La recitación del salmo 127 con el estribillo: «dichoso el que teme al Señor», le recuerda al creyente la importancia de guardar respeto y amor, como interpretación del temor, más allá de la comprensión primaria de asociarlo con el miedo. De allí que el recuerdo para que el hombre obtenga la bendición, por parte de su Dios, viene a ser la prosperidad por siempre como promesa que Dios cumple en quienes lo honran y buscan con sincero corazón. La unidad narrativa del evangelio de Mateo en el capítulo 25 contiene tres parábolas en las que se destacan tres verbos para acoger el Reino de Dios, disponer, administrar y heredar. Sin embargo, para este domingo, la parábola sobre la que recae la liturgia es aquella de los talentos. Ella relata la decisión que toma un hombre que, al partir al extranjero, confía sus bienes a tres de sus sirvientes. La parábola de los talentos es desafiante porque confronta al lector con la capacidad que tienen los siervos escogidos para administrar los talentos que les han distribuido. El amo para asignar los talentos debe conocer muy bien las facultades y capacidades que los siervos tienen porque sólo así les podrá dar según su capacidad de administrar aquello que les será confiado. El texto pone de manifiesto que, no sólo el amo, conoce a sus siervos, sino que ellos también conocen muy bien a su amo. Por ello hay en los siervos comprometidos una moral de responsabilidad que los lleva a ser merecedores de aquellos decoros que provienen de su patrón; de allí que el entrar en el banquete de su Señor se convierte en el mayor premio obtenido por aquellos administradores honrados y buenos. La infelicidad de aquel que, por miedo al amo, entierra el talento recibido, deja en claro, que no se hace merecedor del banquete del amor que su señor ha reservado para los que han renunciado a la pereza y desidia, sino que, al contrario, se hacen dignos del premio y herencia de su señor, solo aquellos que vencen la desidia como una tentación constante a no querer hacer nada por los demás. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La palabra de Dios en este domingo nos recuerda que el cristiano es siervo del Señor, y que tal y como la mujer del libro de los Proverbios, administra bien sus dones por medio de las obras de sus manos, de la misma manera el Señor pone su confianza en las capacidades que cada uno de sus siervos tiene. Él es el Señor de la vida quien conoce bien a cada uno de los que asumen su compromiso como siervos del amor. Es así como cada servidor está llamado a no compararse ante los otros, sino que debe, reconocer aquello con lo que Dios mismo lo ha dotado y responder a su vocación con generosidad y bondad. De este modo, la labor del siervo es reconocer que debe dar buenos fruto y que sus dones los debe poner al servicio de los demás, teniendo en cuenta su entorno. Por tanto, rechazar el don es enterrar el talento del servicio y disponibilidad a salir de sí para darse a los demás. En la esperanza de una segunda venida del Señor como lo dice Pablo, los talentos que nos vienen de Dios no son para sí, al contrario, deben contribuir con la esperanza y la alegría que tenemos de acoger y dar fruto, desde el servicio, en favor de los más vulnerables de la sociedad, tal como lo invita constantemente a vivir el Papa Francisco, especialmente, con su ejemplo de acogida a los migrantes. Si aceptamos y estimamos la vida como un tesoro invaluable, tendremos que reconocer que somos portadores de muchos talentos y que, como lo reitera el Papa Francisco, es importante no encerrarse en sí mismos, enterrando el propio talento, las propias riquezas espirituales, intelectuales, materiales, todo lo que el Señor nos ha dado, sino abrirse, ser solidarios, tener cuidado de los demás (Cfr. Catequesis, 24 abril 2013). De esta manera el cristiano busca cómo vivir de una forma libre y disponible el amor que viene del Señor, para compartir con los demás lo mejor de sí como una consecuencia del amor a Dios, a través de los demás y en sus respectivas comunidades. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Este domingo es un espacio privilegiado para pedirle al Señor que renueve en cada cristiano, la capacidad de entender el valor que proviene de los talentos o dones recibidos, por la gracia del amor a Dios y por medio del servicio. Los frutos abundantes del servicio del siervo honrado y cumplidor estimulan al siervo a seguir dando frutos desde sus capacidades. Solo cuando el siervo se abre a la obediencia hacia el amo, extiende su bondad sobre los demás en quienes reconoce el amor de su Señor y Dios. Por tanto, insistirá el Papa Francisco que en consonancia con el apóstol Pablo "la espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción. Nosotros somos el tiempo de la acción, tiempo para sacar provecho de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros, tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo" (ídem) II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Este domingo todos estamos llamados por Dios a vivir en comunidad el misterio de su amor por medio de la celebración de la eucaristía. Sean todos bienvenidos al banquete del amor pascual, en donde todos estamos llamados a dar lo mejor de sí, para el bien de la comunidad y así poder darle cumplimiento al mandato del Señor de amarnos todos como hermanos. Dispongamos nuestros corazones para acoger con alegría los dones que el Señor nos dará con su palabra y su pan partido y repartido con amor. Participemos con fe. Monición a la Liturgia de la Palabra La escucha de la Palabra de Dios en este contexto celebrativo nos invita a reflexionar sobre nuestras obras y la respuesta que le damos al Señor por medio de la comunidad, en la justa y recta administración de los talentos que hemos recibido de su bondad. Que esta liturgia de la Palabra nos siga disponiendo a la espera gloriosa de la segunda venida de nuestro salvador. Escuchemos con el corazón y la mente abierta el mensaje que nos trae el Señor. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, para que nuestro Padre amoroso escuche las súplicas de su pueblo y nos prodigue lo que, por su voluntad, sea para el bien de todos y digamos: R. Padre misericordioso escucha nuestra oración 1. Por el Papa y todos los obispos para que sean ejemplo de servicio en nuestras comunidades y, así, todos busquemos dar lo mejor de nosotros mismos por el bien de la comunidad. Oremos al Señor. 2. Por la Iglesia para que, a ejemplo de la mujer virtuosa del libro de los Proverbios, busque ser protectora de la vida y ejemplo para la sociedad, en el servicio y el amor por los más necesitados. Oremos al Señor. 3. Por los gobernantes de nuestro país, para que no desperdicien los dones que les han sido otorgados para administrar y trabajar por el bien común y, desde el servicio, multipliquen sus obras a favor de la vida. Oremos al Señor. 4. Por los que sufren y pasan necesidad, para que experimenten la fuerza de Dios y la solidaridad de los creyentes, y no se dejen vencer por las dificultades. Oremos al Señor. 5. Por nuestra comunidad para que sea dócil a la escucha de la Palabra y sirva con la alegría del amor de Dios presente en su corazón. Oremos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Escucha Padre de misericordia las súplicas que te dirigimos con fe y esperanza Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.