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predicación orante

Mié 18 Ene 2023

Se estableció en Cafarnaún, para que se cumpliera lo dicho por Isaías

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS Enero 22 de 2023 Primera Lectura: Isaías 8,23b - 9,3 Salmo: 27(26),1.4.13-14 (R. 1a) Evangelio: Mateo 4,12-23 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En la Liturgia de la Palabra de este Domingo podemos encontrar tres temas propuestos para la reflexión: • En la Galilea de los gentiles el pueblo de Israel vio una gran Luz; • La unidad de los creyentes; • Jesús predica el Evangelio en Galilea y nacen las primeras vocaciones. Aunque abordaremos el primero, vale decir que necesariamente tiene relación con las otras dos temáticas. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la Galilea de los gentiles el pueblo de Israel vio una gran Luz. Para la comprensión de este versículo (9,1), es necesario ir a 8,23b porque es el versículo que une y esclarece el anuncio dado en esta Palabra. Tal versículo alude a las campañas realizadas por Tiglat-Pilezer III, prominente rey de Asiria, en el siglo VIII antes de Cristo, quien gobernó entre el 745 y 727 a.C. Fue el fundador del imperio Neo-asirio y evoca principalmente la primera deportación israelita en el año 732, de Samaría a Asiria. Tal deportación viene narrada en 2 Re 15,29: “En tiempo de Pecaj, rey de Israel llegó Teglatfalasar, rey de Asiria, que tomó Lyón, Abel Bet Maacá, Yanoaj, Cades, Jasor, Galaad, Galilea y todo el País de Neftalí”, ciudades conquistadas por este rey en su campaña contra Filistea el 734. La mención de Galaad y Galilea engloba con estas conquistas las de la campaña del 733-732, principalmente dirigida contra Damasco. La experiencia de esta deportación fue extremadamente dolorosa: “Ultrajó a los países de Zabulón y Nefatlí”; “país abatido y hambriento, y la gente enfurecida por el hambre, maldecirá a su rey y a su Dios. Volverá su rostro hacia lo alto, luego mirará a la tierra y sólo habrá aflicción y tinieblas, angustiosa oscuridad” (Is 8,21-22). En el versículo 23, el tono cambia intempestivamente y de una desolación terrible comienza un anuncio de esperanza: vendrá un “Día del Señor” que traerá la liberación a los deportados, porque llegará el reinado pacífico de un hijo de linaje real, el Emmanuel anunciado ya en el capítulo 7: “El Señor mismo les va a dar una señal: Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo y lo llamará con el nombre de Emmanuel, es decir: “Dios con nosotros” (14). Este versículo 23 hace cambiar el rostro de la tristeza a la alegría: “Ya no habrá oscuridad allí donde reinaba la angustia”. La aparición del Mesías en Galilea, dará a esta profecía su plena realización; Galilea designa el distrito de los gentiles: “Jesús dejó Nazaret y fue a residir a Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y tierra de Nefatlí, camino del mar, allende al Jordán, Galilea de los paganos” (Mt 4,13-15). Así se comprende entonces Isaías 9,1: “El pueblo que andaba en tinieblas percibió una luz cegadora”. La imagen es como la de un reflector que encandila la vista y así como la luz de la estrella que sólo resplandece en la noche, “a los que vivían en tierra de sombras una luz brillante los cubrió”. Adquiere sentido las palabras de Zacarías que oramos diariamente en el Benedictus: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte” (Lc 1,78-79). Jesucristo es esta gran Luz que nace de lo alto y que ha comenzado su ministerio en la tierra de Zabulón y Neftalí, la Galilea de los gentiles, la región semipagana odiada por los judíos desde la devastación del año 734. Cuando veremos a los sacerdotes despreciar a los discípulos de Jesús por el hecho que eran galileos, nuestro pensamiento vuelve necesariamente a este momento de lucidez profética. Jesucristo ha venido para disipar las tinieblas en el ser humano y dar claridad a su existencia, porque “el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El evangelista Mateo está de acuerdo con Marcos cuando afirma que Jesús comenzó su actividad en Galilea, después que el Bautista había sido puesto en prisión. Es el Mesías de la Palabra, el predicador que recorre toda la Galilea, enseñando en las Sinagogas y predicando: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir conviértanse porque el Reino de los Cielos ha llegado”. Aparece como Luz esplendorosa: “Yo soy la Luz del mundo, la persona que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la Luz de la vida” (Jn 8,12). Como en aquel momento histórico del año 734 a. C. Israel vivió la devastación por la guerra con Asiria, podemos ver nosotros también la tremenda desolación, tristeza y muerte que ha producido en nuestro País el narcoterrorismo, la corrupción, la violencia intrafamiliar, el aborto, la eutanasia, la ideología de género, la manipulación genética, el robo, los desplazamientos forzados, el crimen organizado, el feminicidio, la venganza, el odio, el trabajo explotado de los niños, la pésima atención en muchos de los establecimientos de salud, la esclavitud con las Eps, el aumento de personas marginadas, la migración venezolana, la interrupción de los diálogos de paz, la mentira, la infidelidad, los negocios torcidos, los préstamos gota a gota, el aumento de divorcio, el miedo a tener hijos, la creciente idolatría a las mascotas; el miedo al sufrimiento, la inseguridad, la depresión, la pérdida del sentido de la vida, el aumento de suicidios, la deplorable situación donde los hijos son tiranos y los padres obedientes, la pérdida de la autoridad en la guía de la familia y de la educación general, el matoneo o bullying a todo nivel, el abandono de los ancianos y tantas otras realidades que descuidan al ser humano atacando su dignidad y causando la pérdida de la paz. En esta situación desértica, podemos decir que también nosotros vivimos en tinieblas y sombras de muerte, en una soledad poblada de aullidos, en una oscuridad densa que impide ver el camino el cual aparece ante nuestros ojos incierto, hostil y amenazante. Pero la Palabra de Dios hoy nos hace cambiar el rostro: “Ya no habrá oscuridad allí donde reinaba la angustia” (Is 8,23) porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, viene de una virgen en cinta, es el Emmanuel, es decir, Dios con nosotros. Llega con poder y sabiduría, es el príncipe de la paz. Él es el Mesías de la Palabra y la Luz que ilumina a todo hombre; Él ha destruido la muerte y ha despedazado el muro que nos separaba: el odio. Como cordero manso llevado al matadero no abrió la boca, maltratado, varón de dolores, ha padecido la cruz para devolvernos la imagen perdida a causa del pecado, ha resucitado para que todo el que crea en Él tenga la vida en abundancia. Y en este pueblo que habitaba en tinieblas una luz enceguecedora ha brillado: Jesucristo el Señor. Él es el cordero degollado, digno de abrir los sellos; siendo de condición divina no alardeó el ser Hijo de Dios, sino que se anonadó y se hizo como el más esclavo padeciendo la muerte y una muerte de cruz. Es ´por esto por lo que ante Él toda rodilla se dobla en el cielo y en la tierra y toda lengua proclama que Jesús es el Señor para la Gloria de Dios Padre (Cfr. Flp 2,6-11). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Pidamos al Señor que fortalezca en todos los bautizados el ardor evangelizador. En esta nueva Galilea en medio de un neo paganismo, la Iglesia, cuerpo de Cristo, anuncia con gozo el Evangelio recorriendo todos los lugares para transformarlos desde dentro: “La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia"; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar con el ejemplo, los actos y la predicación, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa” (San Pablo VI, Evangelii Nuntiandi 14). El ser humano llega a creer en Jesús, no nace creyendo. Es necesario realizar procesos evangelizadores que, empeñando esfuerzos en itinerarios serios de iniciación cristiana, hagan madurar la fe de los bautizados, haciendo que cada uno de ellos llegue a experimentar en su existencia la victoria sobre el miedo y la muerte. Por la fe, lo que antes causaba desesperación, ahora se convierte en una oportunidad para transformar la vida; el dolor adquiere sentido porque encuentra una clara finalidad; los acontecimientos adversos llegan a ser camino de vida y esperanza. Es necesaria la escucha de la Palabra porque de ella viene la fe (Rm 10,17), y “cerca de ti está la Palabra en tus labios y en tu corazón” (Dt 30,14); en efecto, “cuando se cree con el corazón actúa la fuerza salvadora de Dios y cuando se proclama con la boca se obtiene la salvación” (Rm 10,10). Bien vale aplicar este texto de romanos en nuestra época actual: “¿cómo van a invocar a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo van a creer si no han escuchado hablar de Él? ¿Y cómo van a escuchar hablar de Él si nadie les predica? ¿Y quién va a predicar si ninguno es enviado?” (Rm 10,14-15). Es por esto por lo que la Escritura proclama: “Qué hermosos son los pies de quien trae la buena noticia a los hermanos” (Is 52,7). _______________________ Recomendaciones prácticas: • Se recomienda leer la nota sobre el Domingo de la Palabra de Dios publicada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el 17 de diciembre de 2020. • Se sugiere exaltar el anuncio de la Palabra de Dios con el Evangeliario, inicialmente, llevado con solemnidad en la procesión de entrada y, luego, al momento de la proclamación del Evangelio, tomándolo del altar y llevándolo, precedido por el incensario y los ciriales, al ambón: La finalidad de esta solemnidad es que durante la celebración eucarística los fieles perciban la necesidad insustituible de la escucha y vivencia de la Palabra de Dios para el fortalecimiento de sus vidas (Cfr. OGMR 120,172 y 175). • También se podría entregar la Biblia o uno de sus libros a toda la asamblea, para resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la Lectio Divina (cfr. Aperuit Illis 3) • Se puede resaltar y colocar en cartelera la frase: “En la Galilea de los gentiles el pueblo de Israel vio una gran Luz” o “El Señor es mi luz y mi salvación” u otra apropiada para este domingo de la Palabra de Dios. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Como la Iglesia existe para Evangelizar y esa es su razón de ser más profunda, su esencia, nos reunimos para encontrarnos con Dios Padre que, en su Palabra y a través del cuerpo y sangre de su Hijo, bajo los signos sacramentales de pan y vino, nos anima y nos fortalece para que cumplamos con fidelidad la misión bautismal de evangelizar con nuestras palabras y con el testimonio de nuestra propia vida. Dispongámonos a participar con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios recorre esta nueva Galilea de los gentiles en la que nos movemos hoy; viene para dar sentido y vida a toda nuestra existencia. Preparemos nuestros oídos y que el Espíritu Santo nos permita escuchar, porque la fe viene de la proclamación. Que esta palabra hoy interpele nuestra existencia y nos mueva a querer ser verdaderamente creyentes. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Elevemos nuestras súplicas al Padre Celestial con la confianza de ser escuchados y digamos: R. Padre Escucha nuestra oración. 1. Por el Santo Padre el Papa Francisco, quien con su mensaje nos ha puesto en “Una Iglesia en Salida”, protégelo y cuídalo para que, su testimonio siga impregnando la obra evangelizadora de la Iglesia. 2. Por nuestros gobernantes para que, abran su corazón al grito de un pueblo que pide justicia, paz y reconciliación, y dejándose iluminar por el Espíritu Santo sepan leer los acontecimientos históricos a la luz de la fe. 3. Por quienes se dedican al estudio de la Sagrada Escritura para que, iluminados por la efusión del Espíritu Santo, nos ayuden en la comprensión de la Palabra de Dios. 4. Por todos los que padecen enfermedad para que, el anuncio gozoso del Evangelio ilumine y dé sentido salvífico al sufrimiento, el cual, unido a la Cruz de Cristo, debe ser comprendido como el poder llevar todos los días y por todas partes el morir de Jesús, y así los demás tengan vida. 5. Por todos nosotros aquí reunidos para que, como fruto de esta celebración, salgamos con mayores deseos de convertir nuestra vida a Cristo y aumente el ardor por anunciarlo y darlo a conocer a los demás. Oración conclusiva Padre, bondadoso acoge las súplicas que te presentamos, con fe y esperanza. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Mié 21 Dic 2022

María dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2022 (Misa de medianoche) Primera lectura: Isaías 9, 1-6 Salmo: 96(95), 1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda lectura: Tito 2, 11-14 Evangelio: Lucas 2, 1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Antes de preparar la homilía de esta solemnidad tan gloriosa vale la pena recordar las palabras del Papa Francisco durante el Ángelus del 23 de enero de 2022: «La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo o en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad. Y este no es el camino. Pero una palabra en la que no palpita la fuerza del hoy no es digna de Jesús y no ayuda a la vida de la gente. Por esto quien predica, por favor, es el primero que debe experimentar el hoy de Jesús, para así poderlo comunicar en el hoy de los otros. Y si quiere dar clases, conferencias, que lo haga, pero en otro lado, no en el momento de la homilía, donde debe dar la Palabra para que sacuda los corazones». De modo que el Papa recuerda que el buen predicador debe evitar dos extremos: el moralismo, por el cual erramos al encaminar la predicación únicamente en sentido parenético del tipo: “debemos comportarnos bien” y la abstracción, otro error que nos concentra en la complejidad de los conceptos y la formalidad del lenguaje. Su propuesta es para todos unos desafíos: la unción del Espíritu – a través de la preparación orante - permite experimentar el hoy de Jesús y enriquece la Palabra de Dios para que llegue con fuerza al hoy de los otros a través de la predicación orante. • El hoy de Jesús es conciencia de la actualidad permanente del misterio de la Redención y la actualización de este en la Liturgia; por eso, por ejemplo, la Noche de Navidad es la ocasión en la que – aquí y ahora – se realiza el misterio de Dios hecho hombre. Con la Carta a Tito podremos entender que la Navidad es “manifestación de la gracia de Dios” Padre que nos ha permitido la “manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo”. • El hoy de Jesús no solo actualiza el misterio, sino que lo contextualiza. Hoy, más que nunca, hay necesidad de enfatizar en la realidad de la Encarnación, la historicidad de la primera venida de Cristo como Lucas lo quiere dejar en claro, la prolongación de su obra de redención (en el tiempo y en el espacio) a través de la Iglesia como su Cuerpo Místico. • El hoy de Jesús ilumina el hoy de los otros a través de caminos concretos de profundización y acción: el nacimiento del Hijo de Dios realiza la profecía de Isaías, trascendiendo el móvil político-mesiánico para convertirlo en mesiánico-político: Él es el “príncipe de la paz sin límites” y extiende, sostiene y consolida ese principado a través de la justicia y el derecho. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de Isaías refleja perfectamente los sentimientos y anhelos de un pueblo que se siente oprimido por diversas causas. Cuando una persona o una comunidad experimentan el sufrimiento y el dolor se consuelan con la esperanza de un mejor mañana: “vendrán tiempos mejores”, se dice. Isaías, en el contexto de sombra, oscuridad y caos que vivía el pueblo de Israel en ese momento, profetiza una era mesiánica llena de luz que tendrá mucho de histórico, pero también de novedoso: lo histórico es la referencia al “trono de David y su reino”; es decir, cuando venga el Mesías se sabrá de dónde viene, cuáles son sus raíces, sus antepasados, su pueblo, su vinculación profunda con la humanidad, no se tratará de la llegada de un personaje (quizá un semi-dios) desencarnado. Lo novedoso es que ese Mesías trascenderá “políticamente” el método de la violencia como técnica para la extensión del poder y el territorio: la extensión de su principado no se logrará con “vara de opresor”, no se escucharán las botas de los ejércitos que pisan con estrépito, ni quedarán las túnicas empapadas de sangre; por el contrario, “dilatará el principado con una paz sin límites” y sostendrá su poder con justicia y derecho, como lo recordará el salmo responsorial de esta solemnidad. El evangelio de Lucas recalca el sentido histórico del acontecimiento y el cumplimiento de la profecía de Isaías. Al respecto, debe aclararse que si bien la historia encuentra en la cronología un evidente fundamento, sin embargo, los estudiosos del tema bíblico están de acuerdo en que el evangelista no es exacto en las fechas ya que no tiene la intención de relatar cronológicamente el acontecimiento, aunque cite nombres de reconocidos gobernantes como el emperador Augusto y el gobernador Cirino, y aluda a hechos muy conocidos por entonces como el famoso “censo de Judea”, realizado después de la deposición de Arquelao. Lucas, más que querer dar un fundamento a la historia que narra, busca hacer que la historia en pleno tenga un fundamento que vaya más allá de la simple cronología. Por supuesto, ese fundamento de la historia es Cristo, el Mesías, el hijo primogénito, el príncipe de la paz esperado, puente entre lo divino y lo humano; por ello, los ángeles cantarán: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Si Isaías profetizó la llegada del Mesías y Lucas narró su cumplimiento, ahora es Pablo quien en su carta a Tito le da un enfoque escatológico; en efecto, la primera venida ya es un preludio de la segunda. Entre el nacimiento y el retorno glorioso de Cristo se desarrolla la historia de la Iglesia, prolongación de la obra redentora del Mesías y sacramento universal de salvación. Pablo indica que mientras el cristiano espera la manifestación definitiva de Jesucristo debe existir un doble compromiso: en primer lugar, renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y, enseguida, buscar la práctica de la sobriedad, la justicia y la piedad. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La tierra siempre ha sido un tema trascendental en la teología judía. La tierra hace parte de la herencia de Dios al pueblo y, por ello, debe ser defendida: el Mesías tiene ese cometido, de allí que se trate de un personaje con resonancia política y religiosa. Y, junto a la tierra, la descendencia es otro tema de vital importancia; la prole es fruto de la bendición de Dios. Jesucristo es tierra prometida y primicia de la descendencia, él reúne en su persona la realización de la promesa hecha a Abrahám; sintetiza la predilección de Dios por un pueblo que hoy subsiste en el Nuevo Pueblo de Israel que es la Iglesia. Sin embargo, con Jesús, la realización de la promesa no tiene un carácter propia y directamente político aun cuando sea llamado “Príncipe de la paz”. Isaías anunció que el Mesías extendería su principado no con armas de guerra y violencia sino con “una paz sin límites” que se construye, según el mismo profeta, escuchando los consejos del Príncipe, reconociendo su fuerza, dejándose amar por su paternidad eterna; y se sostiene y consolida con la justicia y el derecho. Se podría decir, entonces, que Jesús no instaura una política mesiánica, sino que su mesianismo, necesariamente, es político en el sentido original de la palabra, es decir, como “arte de vivir en sociedad”. ¡Todos anhelamos la paz! No solo como cese de las guerras y la violencia en el país y las naciones sino, además, como realización de la presencia del Mesías en el corazón de cada quién y en las familias; una paz, que como dijo el Papa Francisco: “es tanto un don de lo alto como el fruto de un compromiso compartido”; el Príncipe de la paz ha venido al mundo, pero custodiar su paz en el corazón es una tarea que nos implica a todos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Contemplemos la primera venida de Cristo que reclama, por una parte, un reconocimiento de que hemos sido “llamados a la eternidad y hemos visto aparecer a la misma Verdad en una forma visible y corporal” (San León Magno, Sermón 23, 5). Contemplar la verdad de modo que nos lleve, por otra parte, a un compromiso social, no solo por los modos como se realizó el nacimiento del Mesías sino, sobre todo, porque como lo ha demostrado Lucas, los primeros testigos del nacimiento del Mesías fueron los sencillos en un ambiente de sencillez: María, José, los pastores…Así lo confirmará Pablo haciendo énfasis a Tito de que entre las dos manifestaciones del Mesías (la primera ya acaecida y la segunda por acontecer) las actitudes del cristiano no pueden ser otras que las del mismo Cristo, el Príncipe de la paz en una trilogía de especial resonancia: sobriedad, justicia y piedad. Sobriedad para consigo mismos, justicia para con los demás, piedad para con Dios. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de Navidad, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Ver Liturgia de las Horas I, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 1349 ss. • Un elemento para solemnizar la fiesta de la Navidad es la proclamación, en todas las misas (de la noche y del día), del Pregón de Navidad que proviene de la antigua liturgia romana. • Se puede organizar la procesión para que algunos niños y niñas lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre o la coloquen en una mesa auxiliar dispuesta para ello, de modo que, después de la celebración de la Eucaristía, tenga lugar el beso de la imagen por parte de los fieles (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 110). • Se puede organizar la presentación procesional de los dones, resaltando la ofrenda para los pobres. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En la Solemnidad del Nacimiento de nuestro Salvador hemos sido convocados para celebrar con gozo, de manera comunitaria, el misterio de la Redención. Él es el príncipe de la paz que vence las tinieblas y oscuridades de nuestras vidas para hacernos retornar a su luz admirable. Que la alegría que experimentamos por esta gran muestra del amor de Dios por la humanidad inunde esta celebración eucarística y nos motive a vivir una vida coherente. Participemos activamente. Monición a la Liturgia de la Palabra El profeta Isaías anuncia la llegada del Mesías como príncipe de la paz; el evangelista San Lucas nos narra que aquella profecía fue cumplida gracias al infinito amor del Padre Eterno; San Pablo nos invitará para que la manifestación del Señor entre nosotros, desde la noche de Navidad, nos sirva de iluminación en espera de su segunda venida, que será su manifestación definitiva. Escuchemos. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Acudamos al Padre de la Misericordia que por su gran amor envió a su Hijo al mundo y supliquémosle diciendo: R. Príncipe de la paz, danos tu paz. 1. Tú que eres “maravilla de consejero” y has constituido a tu Iglesia como prolongación de la obra redentora de tu Hijo Jesucristo, haz que en comunión con el Papa Francisco y los demás pastores, los cristianos seamos testimonio de tu presencia en el mundo. Roguemos al Señor. 2. “Dios fuerte”, concede a los gobernantes de la tierra, especialmente a nuestros mandatarios nacionales y locales, intenciones de buen gobierno, y trabajo por el desarrollo humano integral de los pueblos. Roguemos al Señor. 3. “Padre de eternidad” te encomendamos, de manera especial, nuestras familias para que en esta Noche Santa y cada día de nuestra vida sean un vivo reflejo de acogida y servicio, de reconciliación y fraternidad. Roguemos al Señor. 4. Dios de amor, ayúdanos a defender siempre el don valioso de la vida desde el momento de su concepción hasta su desenlace natural de modo que con nuestros actos demos testimonio del inapreciable valor de la existencia. Roguemos al Señor. 5. Dios de todo consuelo, te rogamos por todos aquellos que experimentan cualquier dificultad, especialmente los enfermos, los perseguidos, los maltratados, los desempleados, los que pasan hambre; anima nuestros corazones para que seamos generosos y solidarios con nuestro prójimo. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Padre Dios, que nos has iluminado con la claridad de tu Hijo, escucha las súplicas que por su intercesión te presentamos y concédenos el gozo de reconocerlo cada día como “príncipe de la paz”. Por el mismo Cristo, Nuestro Señor. R. Amén. La Calenda: Pregón de Navidad Les anunciamos, hermanos, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; escúchenla con corazón gozoso. Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra e hizo al hombre a su imagen y semejanza; y miles y miles de años desde que cesó el diluvio y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, signo de alianza y de paz; en el año 752 de la fundación de Roma; en el año 42 del imperio de Octavio Augusto, mientras sobre toda la tierra reinaba la paz, en la sexta edad del mundo, hace 2022 años, en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero, llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que los hombres esperaban.

Mar 13 Dic 2022

Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO Diciembre 18 de 2022 Primera Lectura: Isaías 7, 10-14 Salmo: 24(23), 1-2.3-4ab. 5-6 Segunda Lectura: Romanos 1, 1-7 Evangelio: Mateo 1, 18-24 I. Orientaciones para la Predicación Introducción ¡Ya llega el Rey de la gloria!! Ya estamos en el cuarto domingo de Adviento que da inicio a la última semana de adviento, se enciende el cuarto cirio, ya estamos próximos a la Navidad. El Salmo 23 que proclamamos hoy, anuncia que “Va entrar el Señor”, va a poner su morada entre nosotros (Cfr. Jn 1, 14). Tanto la primera lectura como el evangelio anuncian como algo inminente el hecho de que “la virgen está encinta y da a luz un hijo” y este hijo será “el Emmanuel”, el Dios-con-nosotros, de tal manera que la llegada del Hijo de Dios es inminente, alegrémonos y gocemos, llenémonos de júbilo, pero al mismo tiempo preguntémonos con el salmista “¿Quién puede subir al monte del Señor?, ¿Quién puede estar en el recinto sacro?”. ¿Será que cada uno de nosotros está preparado para recibir al Señor?, pues solo “el hombre de manos inocentes y puro de corazón” puede entrar en esa presencia. “No tengas miedo de llevarte a María” (v. 20) Por otra parte, en el pesebre, junto al Señor que viene, encontramos también a José y María. Vale la pena resaltar un hecho que nos presenta el pasaje del Evangelio de hoy en la versión de Mateo. Se trata del hecho de que, al quedar María embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo, cosa que aún ignoraba José, ante las razonables dudas de él y su decisión de repudiarla en secreto, es el mismo Señor a través de su ángel quien reivindica, quien defiende a María y categóricamente le dice a José “No tengas miedo de llevarte a María, tu mujer porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. Es el mismo Dios quien disipa las dudas respecto a María. Ella confió en Dios como su humilde esclava y Dios no la guarda y conserva su integridad. Hoy que con frecuencia nos siembran dudas frente a María, que si tuvo uno o varios hijos, que solo Cristo basta y la presencia de María no es necesaria, que si tiene la potestad o no de interceder, etc. Ante estas dudas hoy estas palabras del evangelio son para nosotros: ¡No tengas miedo de llevarte a María! No tengas miedo de llevarla a tu casa, a tu lugar de trabajo, de hacerla parte de tu espiritualidad. “Llevar a María” es llevar bendiciones. Prueba de ello son las bodas de Caná, un matrimonio que comenzó mal, con poco vino y de mala calidad. Como se comienza se termina; para esos nuevos esposos improperados e imprevistos, es fácil concluir que las cosas no les irán muy bien, pero afortunadamente tuvieron un acierto, el acierto de invitar a María ya Jesús a sus bodas (Cfr. Jn 2, 1-2) y esto, ya sabemos la historia, cambio todo para bien. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El oráculo del profeta Isaías, en su contexto original, es una respuesta al rey Ajaz de Judá que debe decidir sobre la amenaza de ataque a Jerusalén por parte de los reyes de Israel y Siria. El profeta invita a Ajaz a no temer y a descartar una respuesta armada, confiando en la fidelidad del Señor a sus promesas, pues él no permitirá que la descendencia de David pierda el trono de Judá. El signo de la acción de Dios es que “la virgen está encinta, y da a luz un hijo”. Si bien ligadas en su sentido literal a un contexto histórico preciso, esta profecía abre el horizonte y anuncia el nacimiento del Mesías de las entrañas purísimas de la Santísima Virgen. Escribiendo a los Romanos, san Pablo recuerda que el centro y el culmen de la revelación divina es justamente el nacimiento del Hijo, acontecimiento que fue anunciado por los profetas y que, llegada la plenitud de los tiempos (cfr. Gal 4,4), tiene lugar en un espacio y tiempo concretos. El énfasis de esta introducción de la carta está el reconocimiento de Cristo como Mesías Salvador y de la gracia del apostolado que los discípulos reciben del mismo Señor. El relato del Evangelio, que nos introduce espiritualmente en la contemplación del acontecimiento más grande y definitivo de la historia, subraya el origen divino del niño que nacerá de María, el cual viene del Espíritu Santo, en el que se cumplen todas las promesas de Dios, al que se ha de recibir en la fe y que salvará al pueblo de sus pecados. El recuerdo de la profecía de Isaías certifica, por así decirlo, que el Hijo que nace de maría es el Emmanuel, el Dios con nosotros. Modelo de cómo acoger el plan de Dios, su amor revelado en el nacimiento del Hijo eterno, son María y José, obedientes y fieles, generosos y humildes. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? A pocos días de la celebración del nacimiento del Niño Dios, la Palabra de este domingo último de Adviento nos invita a entrar totalmente en la contemplación del misterio más grande de nuestra fe: el Hijo de Dios se ha hecho Hombre, es la prueba más grande del amor del Padre Dios, es el acontecimiento que nos llena de alegría y de esperanza. ¿Cómo recibir, entonces, al señor que llega pronto? No mundanicemos la celebración de la Navidad El Evangelio nos advierte claramente que no debemos permitir que se nos embote la mente (cf. Lc 21,34), esto que, que las preocupaciones del mundo, la distracción del dinero, el ruido, los vicios nos hagan perder la dimensión sobrenatural de cuanto estamos celebrando. Se trata de una situación que lamentablemente se ha vuelto común: que olvidemos a Jesús en la navidad y le demos más importancia a los regalos, a las comidas y a las fiestas. El Papa Francisco nos ha dicho que “la Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre ‘mi tiempo’, de Dios sobre mi ‘yo’ . Vayamos hasta el pesebre y contemplemos el amor infinito de Dios La navidad nos pide una actitud contemplativa. El Papa Francisco ha subrayado en diversas intervenciones que el silencio interior es una condición necesaria para ir con provecho hasta el pesebre y descubrir que realmente Dios está con nosotros, está de nuestra parte, viene para salvarnos, para darnos la libertad verdadera. Con la humildad, generosidad y obediencia de María y de José El modelo de José y María nos indica las actitudes positivas que nos conducen al encuentro del Niño Dios: la humildad, para reconocer en el pequeño del pesebre al Mesías; la generosidad, que es la disponibilidad, frente al plan de salvación de Dios; la obediencia, que es la docilidad y voluntad de servir completamente a lo que el Señor quiere. Vivamos la gracia del apostolado También, ya desde este momento, nos debemos sentir enviados, “comunicadores” de la Buena Nueva del nacimiento. Lo podemos hacer en nuestras familias, en nuestros círculos sociales, en nuestros conjuntos residenciales, en los barrios, en las veredas, en nuestras comunidades. En este tiempo, podemos convertir la feliz navidad que nos deseamos en un apostolado, en un anuncio, pues es decir que Cristo nazca en tu corazón y te llene del verdadero amor. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? • Señor, que pueda palpar y sentir con fuerza tu presencia en el mundo, en cada hermano, en cada acontecimiento y que, sintiéndote, me goce en tu presencia. • Que la presencia de María y el experimentar su amor maternal, contribuyan a la vivencia de una sana y equilibrada espiritualidad que de frutos abundantes de santidad. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Después del saludo puede encenderse la cuarta luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración. • Este domingo resalta la figura de María y se celebra como una verdadera fiesta mariana. • Se sugiere el Prefacio de Adviento IV: María, nueva Eva, por resaltar la acción de la Virgen María. • Proponer a los fieles la visita a los más necesitados de la comunidad, llevándoles una voz de esperanza y algún presente. • Promover la cena familiar, después de la Misa de la Vigilia de Navidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con inmensa y creciente alegría por la certeza de la inminente llegada del Dios hecho hombre, que pone su morada entre nosotros, nos reunimos para la celebración de la Eucaristía en este cuarto y último domingo de Adviento. Que esta celebración nos ayude a completar adecuadamente este camino de preparación para la navidad que hemos venido recorriendo. Con ojos abiertos y corazón palpitante, participemos de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Tanto el Profeta Isaías en la primera lectura, como el salmo y el Evangelio de hoy, expresan con claridad que el cumplimiento de la profecía del mesías esperado es inminente. Ante la inminencia del Emmanuel, del Dios con nosotros, es necesario dar pruebas de que ya estamos preparados para estar en su presencia, en la certeza de que todos estamos llamados a formar parte de los santos, como dice San Pablo en la segunda lectura. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: A Dios Padre que cumple sus promesas y nos envía a su hijo para poner su morada entre nosotros, presentémosle confiados nuestras súplicas diciendo: R. Dios con nosotros, escúchanos. 1. Por los miembros de la Iglesia, para que continuando con fe, dedicación y compromiso de santidad este camino de adviento, podamos recibir a Jesús con manos inocentes y puro corazón. Oremos. 2. Por los gobernantes de las naciones, por los líderes de las comunidades, para que antepongan siempre el bien común al bien personal, perseveren en sus propósitos y su trabajo de fruto abundante para bien de todos. Oremos. 3. Por nuestras comunidades, por todos los que nos preparamos para celebrar la navidad, para que este tiempo de Adviento sea tiempo de gracia, de paz y de perdón. Oremos. 4. Por las personas que sufren a causa de enfermedad, pobreza, soledad, o en cárceles y hospitales, para que este tiempo de esperanza les traiga ilusión, entusiasmo y motivaciones para continuar con gozo en el camino de la vida. Oremos. 5. Por los alejados de Dios, para que este tiempo en que Dios viene a nuestro encuentro, sea una experiencia de conversión y de reencuentro gozoso con el Señor. Oremos. Oración conclusiva Escucha Padre estas súplicas que te hemos dirigido con fe, en el nombre de tu amado hijo Jesucristo que puso su morada entre nosotros, que bendice y salva y que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Vie 9 Dic 2022

¡Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO «Gaudete» Diciembre 11 de 2022 Primera Lectura: Isaías 35,1-6a.10 Salmo: 46(145),6c-7. 8-9a.9bc-10 Segunda Lectura: Santiago 5, 7-10 Evangelio: Mateo11, 2-11. I. Orientaciones para la Predicación Introducción El Adviento es tiempo de preparación y conmemoración. Las celebraciones nos han de ayudar a encontrar el significado auténtico de este tiempo, que se nos ofrece para preparar nuestros corazones para recibir al Señor. A manera de reflexión se puede asumir: 1. La alegría de la liberación: 2. Los anuncios y signos de la presencia del Hijo de Dios – una era mesiánica; 3. El cumplimiento de la profecía del ayer, la nueva y paciente espera del creyente hoy. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Primera lectura. El profeta Isaías hace resonar en algunos de sus apartes el anuncio de la esperanza con sentido escatológico, se interesa por el destino final del mundo y las naciones, recurre al género apocalíptico (34,1 – 35,10), aquí al final de esta sección se proclama el restablecimiento de Jerusalén en toda su gloria y esplendor (35,1-10). Todo se transforma maravillosamente, comenzando por la naturaleza (vv. 1-2), que se “regocija”, “alegra”, y “florece” llegando a la saciedad del gozo y la alegría; es tal el panorama que la desolación de la tierra inhóspita se compara ahora con los mejores paisajes de la región: “la gloria del Líbano”, la exuberante belleza del Carmelo y el Sarión”. Toda esta fuerza para manifestar la “gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios”. En un segundo movimiento, la alegría trasformadora invade uno a uno los órganos del ser humano (vv. 3-6): manos, rodillas, corazón, ojos, oídos, piernas, lengua. Todo se transforma, y la razón se precisa en el v. 4: “Miren a su Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y los salvará”. Así Jerusalén, Sión es el destino final de la alegre peregrinación. La visita del señor produce alegría porque es visita salvadora, mesiánica. Salmo. Hay una serie de salmos en los cuales la expresión “¡Aleluya!” (Alabad a Yahvé) los caracteriza, conocidos como salmos aleluyáticos, quince salmos en total. La liturgia judía los exaltó en tres grupos de Hallel, expresión hebrea que significa “alabanza, agradecimiento”: el “Pequeño Hallel” (Sal 113-118), así llamado por el Sal 114 que canta la epopeya del éxodo; el “Gran Hallel” (Sal 136) y el “Hallel Final” (Sal 146-150), grupo al que pertenece el salmo de la celebración. El salmo 146 es un himno de alabanza al Señor, Él es el creador que mantiene su fidelidad y por tanto el único que puede ayudar a su pueblo. En forma de letanías se anuncian algunas acciones del Señor para con los pobres, oprimidos, hambrientos, cautivos, ciegos, cojos, indefensos (huérfanos y viudas). La alabanza se hace suplica de presencia salvadora: “Ven, Señor, a salvarnos”. La alabanza es la palabra última de la creación, de la historia, del creyente que goza de la intimidad con Dios. Segunda lectura. Esta lectura nos recuerda que el adviento no solo es conmemoración sino también preparación a la venida del Señor. El texto la presenta como “parusía del Señor”, es la venida de Cristo al final de los tiempos. En el mundo griego, “parusía”, designaba la llegada de un rey, a quien se esperaba en ambiente festivo, esplendidos preparativos, víveres, construcciones y acuñación de monedas conmemorativas. Este sabor festivo debe marcar la conmemoración y la preparación de la venida del Señor. Santiago con una parábola explica cuál es la conducta de los cristianos que esperan la parusía: se requiere paciencia, el creyente vive su propio tiempo de espera como sembrador, “el fruto madura a su tiempo”; nada se puede hacer para anticipar la cosecha, debe concentrase en sus tareas y dejar que lo demás suceda a su tiempo. El cristiano no debe quejarse uno de otro, debe animarse, queda tomar el ejemplo: “fortaleza y paciencia” de los profetas, pues como para ellos también para el creyente hoy cada día está más próxima la venida del Señor. Evangelio. El texto abre la sección narrativa (11-12) del “Misterio del Reino de los Cielos” que introduce el discurso parabólico (13) sobre el Reino. La perícopa de este domingo está marcada por la figura de Juan Bautista, que se ha de comprender en su relación al Reino, así se identifican dos secciones: 1) vv. 3-6. La perplejidad de Juan al ver que Jesús no se ajusta a la idea que él ha tenido de Mesías, el justiciero que ya tiene puesta el hacha (cf. Mt 3, 10-11), ante lo cual pregunta “¿eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”, a lo cual Jesús responde con obras que testimonian su condición de Mesías, ellas dicen: el Señor está aquí, el tiempo de salvación se está cumpliendo. La respuesta alude a los oráculos de la era mesiánica, entre los cuales se referencia el pasaje de la primera lectura; en Jesús, aunque su proceder contraríe las expectativas, en él se cumplen los anuncios mesiánicos, él produce un cambio gozoso y alegre, él no es el justiciero esperado sino la presencia viva de la misericordia de Dios. “Dichoso quien no se escandaliza de esta presencia del Reino. 2) vv. 7-15, el pasaje va un poco más allá de lo proclamado. Jesús aborda el tema de quien es Juan el Bautista, su identidad. Un profeta, más que profeta, sin embargo, precisa que el momento actual el rasgo característico de la identidad es la pertenencia al Reino, bien este que supera otras grandezas; esto explica que Juan sea el más grande nacido de mujer, como Profeta, sin embargo, más pequeño a aquellos que ahora tienen la gracia de conocer el Misterio del Reino, que se anuncia en esta sección. Juan no está excluido del Reino, su situación se refiere a la contraposición histórica que le correspondió vivir. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? ¡Gaudete! ¡Alégrense! La liberación está aquí ¡Gaudete! Es necesario recuperar el auténtico sentido del nombre este tercer domingo de adviento. La alegría es la característica esencial de aquello que tiene sabor a buena noticia, fiesta; pero el ¡Alégrense! De este domingo no se refiere a las alegrías superficiales, profundas o pasajeras que se motivan por diversas circunstancias como un nacimiento, un cumpleaños, el éxito en la vida o incluso la victoria de un partido de futbol o competencia deportiva. El gozoso ¡Estén alegres! anuncia la inminente llegada de la alegría mesiánica, la venida del Salvador. Es el grito gozoso de la alegría que nace de la presencia de Dios. No es causada de forma espontánea y natural, ni por el hermoso paisaje de la creación ni de las fuerzas del ser humano, sino que tiene su causa en la irrupción de Dios y su salvación. Dios es la causa y fuente del grito gozoso del ¡alégrense! En él se expresa la certeza de la presencia y salvación de Dios, es conmemoración y preparación. Se nos hace presente la alegría de la salvación y nos anuncia su llegada al final de la historia. El estén alegres es la forma concreta de responder con la alabanza a la presencia de Dios. Es la vivencia de una alegría profunda que requiere paciencia y acción. El Reino de Dios está aquí y aún se ha de esperar. Como Juan y sus discípulos es necesario tener la capacidad de ver y oír lo que Jesús está realizando, no es necesario seguir esperando a quien no ha de llegar. Él ya llegó, sigue llegando y llegará, su victoria siempre asegurará. La salvación ya está actuando. Seguir esperando nos lleva a preguntarnos qué Jesús tenemos en nuestras mentes, en nuestros ideales; quizás la figura de la presencia real del Salvador contraríe esa esperanza, pues normalmente las expectativas humanas no se ven compaginadas con la forma de actuar de Dios. Cuál es nuestra actitud en este momento histórico que nos corresponde vivir. Ya participamos de la irrupción del Misterio del Reino de una manera especial, nos tocó este momento particular, pronto celebraremos el Jubileo de la Esperanza (2025), el Jubileo de la gracia Mariana (2031) y los dos mil años de la Redención (2033). De momento disfrutemos con alegría profunda y autentica la presencia del Reino, el Señor ya está aquí y pronto vendrá. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para acoger la alegría de la salvación se necesita meditar con atención y escuchar con amor, estas actitudes permitirán ver de verdad el misterio del Reino en las acciones del hoy. Señor que como los hombres de tu tiempo también veamos como obras grandes maravillas y nos comprometes en la misión de anunciar que solo acogiendo estos signos evidentes de la misericordia de Dios podremos comprender la grandeza de la alegría con que inunda nuestro día y corazón. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Motivar que cada familia construya su pesebre, su belén y que en torno a él se viva la alegría de acoger la buena noticia de la salvación. • Programar el rezo de la novena de Navidad es garantizar una celebración de piedad popular con mayor participación, con un alto nivel de comprensión que deja frutos de compromiso evangelizador en las personas, familias y comunidades. Se seguiré la Novena de aguinaldo propuesta por la Conferencia Episcopal. • Después del saludo, puede encenderse la tercera luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a la celebración de este tercer domingo de Adviento: “Gaudete”, alégrense, salten de alegría, porque ya está cerca el Señor. En un mundo con tantos dolores los cristianos debemos ser esa voz profética que invita a la esperanza y a la alegría, no basada en comidas y vino sino en la certeza de la Buena Noticia de la Salvación. Jesucristo está aquí y nos trae la salvación. Con este gozo que nos llega de Dios comencemos la celebración, cantando y orando alegrémonos hermanos que es tiempo de salvación. Monición a la Liturgia de la Palabra Hoy, todo invita a alabar con alegría y júbilo a Dios que es fiel. El ama a todos y les ofrece la salvación. El rostro divino de Jesús nos deja ver su amor, su era mesiánica en la que trasforma todo, así la creación entera es gloria y el esplendor de Dios, vale la pena hermanos tener paciencia para acogerlo ya en el corazón y esperar su segunda venida como el triunfo definitivo de su amor. Escuchemos con atención el anuncio que nos hace su Palabra y recibamos al Rey y Salvador. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Oremos a Dios Padre, pidiendo en nuestra plegaría de hoy la especial intercesión de la Madre de Jesús, que su cercanía nos inunde de la Alegría de la Salvación. Respondemos: R. Bendice y alegra a tus hijos, Señor. 1. Padre te pedimos por toda la Iglesia, para que en medio de los dolores sepa a coger la alegría del Evangelio y persevere en la verdad de Jesús como lo hizo la Virgen María. 2. Padre te pedimos por los gobernantes para que, inspirados en el mensaje de la salvación, dediquen sus esfuerzos a la búsqueda de la Paz, la concordia y la armonía entre todos los pueblos de la Tierra. 3. Padre te pedimos, por los enfermos, ancianos, los maltratados, explotados y vejados, para que ellos sientan la alegría del mensaje que instaura una nueva época de salvación. 4. Padre te pedimos, por todos los consagrados para que aprendan del evangelio a comunicar la alegría, y en ella vivan la fidelidad, la pureza y perseverancia en el seguimiento de Jesús. 5. Padre te pedimos, por nuestra comunidad parroquial, para que la alegría de las fiestas de adviento y la navidad que se acerca nos ayuden vivir mejor nuestra misión. Oración conclusiva Padre, en la alegría que nos inunda el Adviento, acoge en tus manos estas plegarias y permite que día a día nuestra vida se asemeje a lo que tú esperas de tu pueblo. Por Jesucristo, Nuestro Señor. R. Amén.

Mié 7 Dic 2022

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA Diciembre 8 de 2022 Primera Lectura: Génesis 3,9-15.20 Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4 (R. Lc 1,49) Segunda Lectura: Efesios 1,3-6.11-12 Evangelio: Lucas 1,26-38 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Solemnidad de la Inmaculada ofrece la oportunidad de leer en este contexto algunos temas entre sí interconectados, he aquí tres sugerencias: Examinar el origen y las consecuencias del pecado a la luz de la fe; comprender las abundantes bendiciones divinas en el Plan de la salvación, o presentar la espléndida figura de la Virgen María como la llena de gracia en la cual Dios hace brillar su acción en favor de la humanidad, pieza esencial en el plan salvador. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Primera lectura. Estos versículos de la pintoresca página de la caída del ser humano (Gn 3), presentan el pecado como una desobediencia al mandato divino (v.11) fruto de un “engaño” (v.13), que tiene sus consecuencias: no se soporta la presencia y vista de Dios, hay un reconocimiento de la desnudez (física y espiritual), ante lo cual se siente miedo y el hombre se esconde de la presencia de Dios (v.10); misteriosamente hay una consecuencia de esperanza, el anuncio de la primera buena nueva, (proto-evangelio v.15). Dios interviene como juez, interroga al ser humano, pero no a la serpiente, para establecer las responsabilidades y sanciones. Al hombre (Adán) le plantea 3 preguntas para establecer que el pecado es una desnudez y una violación al mandato expreso de Dios, por ello el centro gravita sobre saber dónde lo dejó el pecado, ¿Dónde estás? El hombre redirige la “culpabilidad” indirectamente a Dios, pues le dice “la mujer que me diste como compañera me llevó a fallar” (vv. 9-12) y lógicamente a la mujer. A la mujer, Dios le dirige solo una pregunta, “¿qué has hecho? (v. 13), su respuesta: haber caído en el “engaño”. El juicio final, dos decisiones: una maldición divina para el animal más astuto (3,1) que se convierte en la bestia más miserable, y el anuncio de una aversión radical entre el “mal” y la humanidad a la cual se le vislumbra la victoria final, el protoevangelio. La traducción griega usa en la última frase del v. 15 un pronombre masculino singular, “él te herirá la cabeza”, así se asegura una interpretación mesiánica del texto. Un descendiente de la mujer obtendrá la victoria definitiva. Salmo 98 (97). Es un himno escatológico, pertenece a la colección de los himnos de la realeza de Dios (cf. sal 47, 93, 96-99), canta la victoria definitiva de Dios de la cual han sido testigos todos los pueblos. El mundo, los habitantes de las naciones, la creación entera, todos son invitados a cantar el cántico nuevo con una alegría desbordante en vítores, gritos y toques musicales. Segunda lectura. Estos versículos están entresacados de la cascada universal de las bendiciones “en Cristo” como la fuente de todas las bendiciones desde siempre y para siempre (Ef 1, 3-14). El texto, describe con una profundidad magistral la obra universal de la salvación, en la que actúan las tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, en bien de la humanidad. En Cristo, el Padre nos ha dado todos los “bienes espirituales y celestiales” (v.3), que se explicitan en la elección (v.4), la filiación (v.5), la liberación (v.7) y la herencia (v. 11). El hombre destinatario de estas prerrogativas divinas está destinado a ser santo e irreprochable de manera que se convierte en “himno de alabanza para la gloria de Dios” (Cf. vv. 6. 12. 14). El Evangelio. El pasaje comprende cinco elementos básicos: la entrada en escena del mensajero (vv. 26-27); la sorpresa causada por el ángel (v. 29); el mensaje (vv. 30-33); la objeción (v. 34), y la respuesta - señal (vv. 35-37). Que se pueden agrupar en tres partes, conforme al diálogo, intervención uno a uno, El ángel y la Virgen. El saludo a la virgen llena de gracia (26-29). Viene presentado el escenario, Nazaret, que no aparece relacionado con las expectativas mesiánicas del Antiguo Testamento; los personajes: Gabriel el mensajero de parte de Dios y la presentación de María como virgen, este término se repite 2 veces en el v. 27, para el evangelista no hay duda es “virgen” y añade que se llama “María”, que a la época probablemente se pronunciaba Mariam, con un sentido de “princesa, dama”. Destacan las tres partes del saludo, “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Es un saludo mesiánico con características claras: invitación a la alegría, presencia de Dios salvador, y en María una presencia que denota abundancia, como si se le dijera que Dios la hace en abundancia objeto de su favor salvador. Al saludo la Virgen María se “turbó”, expresa sorpresa y para comprender entra en una actitud reflexiva: “se preguntaba que significaría aquel saludo”. El anuncio de la maternidad fruto de la gracia (30-34). El mensajero le reafirma su condición de “llena de gracia” por segunda vez. Le anuncia la maternidad, concebirá y dará a luz un hijo: Lo llamará Jesús, será grande e Hijo del Altísimo. Esta presentación se centra en Jesús para que se comprenda que su aparición es fruto de la abundancia de la gracia divina como manifestación de la misericordia de Dios, por ello se alude a las promesas del reinado duradero de la casa de David. La sección cierra con la pregunta de la anunciada madre, en la que ahora ella reafirma su condición virginal, descrita por el evangelista dos veces, y reafirmada por el saludo del ángel, “llena de gracia”. La maternidad virginal (35-38). El mensajero explica la concepción virginal de Jesús, y explicita su identidad: Santo, Hijo de Dios. Suceso completamente nuevo y único en la historia, que se describe con dos acciones paralelas: “el Espíritu Santo vendrá sobre ti”, y “el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. La concepción es absolutamente obra del poder creador de Dios, del Espíritu Santo, hay una nueva creación. Nadie desde Adán a Jesús y después de él hasta el final de la historia ha sido ni será creado mediante este proceso. Una nueva humanidad. El mensaje de esta maternidad se cierra con una señal, el embarazo de Isabel. No son necesarias otras razones aparte del poder creador de Dios, “para Dios no hay nada imposible”. La respuesta de María es la inmediatez para acoger el misterio de Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La espléndida figura de la Virgen María, la llena de gracia, en la cual Dios hace brillar su acción en favor de la humanidad, pieza esencial en el plan salvador. María es una pieza clave en la comprensión de la realización del plan de salvación. Ella es la mujer que llena de gracia a la pregunta a la mujer ¿Qué has hecho? Ella con hechos responde que no se dejó “engañar” y aceptó ser la “esclava del Señor”; en ella, de alguna manera se inicia el cumplimiento del protoevangelio (Gn 3,15), su “Sí” permite que la humanidad reciba la abundancia de las bendiciones celestiales “en Cristo Jesús” (Ef 1,3). María es Virgen, Mujer llena de gracia, esclava del Señor, Madre del Grande. Su figura es modelo de la respuesta al amor de Dios. La abundancia de la gracia divina acogida en la virginidad de María se hizo fecundidad de nueva maternidad y humanidad. Nace el Niño que es Mesías, de linaje divino y real. En todo el Anuncio, tanto para María como para el Niño que nacerá se subraya la pertenencia exclusiva a Dios, Jesús es consagrado, Santo, María la esclava del Señor. La Encarnación del Hijo de Dios es una irrupción divina única en nuestra historia que se hace salvación; para ello se contó con la colaboración de una “Virgen llamada María”. El salmo nos invitó a cantar un cántico nuevo por las maravillas que ha hecho el Señor. Estas son sus maravillas: se preparó una Virgen, llena de Gracia desde su concepción. La Inmaculada Concepción, que hoy en este día celebramos y en nueve meses nos alegraremos con su nacimiento. María toda ella es fruto de las maravillas que obra el Señor, porque para Dios no hay nada imposible. La Gracia de Dios le permite dar una respuesta diferente a la pareja de la creación, ella no huye de la presencia de Dios, al contrario, el ángel le dice “el Señor está contigo… No temas María porque has encontrado gracia ante Dios”. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La atrayente página bíblica bien conocida, misterio desbordante que para profundizarlo es necesario hacer silencio, cerrar los ojos y tener mirada interior para contemplar las maravillas de Dios. Que cada uno se deje sorprender por la sencillez, humildad, y grandeza de la Virgen Madre, y que como ella acojamos en nuestra vida la gracia de Dios para que demos espacio en nuestro corazón a la presencia de su Hijo, el Hijo de Dios. Que a ejemplo de María todo cristiano se disponga siempre a huir del pecado, pero nunca de Dios, a llenar su desnudez con la “gracia de Dios”, a dar siempre su mejor respuesta al amor del Señor, ser esclavos de su Palabra, no en el romanticismo de la palabra sino en el compromiso fiel de vivir el Plan que salvación. El pecado tuvo una consecuencia positiva abrirnos a la irrupción de Dios, no huyamos engañados y miedosos sino confiados en las bendiciones espirituales y celestiales que nos llegan “en Cristo Jesús” recorramos el camino de una nueva creación, toda ella obra del Dios creador. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Motivar la bella tradición colombiana de prender las luces (velas) en la noche de esta fiesta frente a cada casa para recibir la bendición de Dios. • Se puede preparar convenientemente el Rosario y, donde es posible, con procesión. Es una buena oportunidad para seguir fortaleciendo las expresiones de fe en Dios, que motiven la fe de otros y el amor; igual que el pedido de intercesión de la Bienaventurada Virgen María. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Bienvenidos hermanos a esta celebración. Entre las fiestas de la tradición cristiana esta de hoy figura entre las más bellas. Ella por sí misma nos llena de felicidad, alegría y gran gozo en el Señor. Que esta celebración de los sacramentos que en este día se celebran: Bautismos, Primeras Comuniones, y la Eucaristía misma, nos inviten a vivir como María, “llenos de la Gracia del Señor”, a decir en cada instante de nuestra vida “He aquí los esclavos del Señor”. Gritemos, cantemos y celebremos con alegría esta fiesta de la Inmaculada Virgen María, y a su Hijo el Santo de Dios. Monición a la Liturgia de la Palabra Hermanos, ¡Atentos que nos habla el Señor! Las lecturas nos interrogan: ¿Dónde estás? ¿Qué has hecho? Hagamos silencio para acoger con fruto la Palabra y las bendiciones de Dios, que con nuestra actitud contemplativa le respondamos desde el corazón, como respondió María al mensajero de Dios: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra”. ¡Silencio, Amor y escucha! Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Padre de todas las bendiciones, Tú en la Virgen María, la llena de gracia, nos ofreces la imagen de la humanidad nueva que participa a la plenitud de la victoria de Cristo. Por intercesión de la Inmaculada te presentamos nuestra oración. A cada petición respondemos diciendo: R. Que tu Santa Madre, Señor, interceda por nosotros. 1. Te pedimos Señor por la Iglesia que peregrina en este mundo, para que, a imagen de la humilde mujer de Nazaret, sea la esclava, esposa y madre que llena de gracia a tus hijos. 2. Te pedimos Señor por toda la humanidad, para que, reconozca en María, la Nueva Eva, un signo de esperanza que acompaña las pruebas de la vida y les permita concebir en sus corazones al Hijo de Dios. 3. Te pedimos Señor por los cristianos que se alegran con esta festividad, para que, ellos den cabida a la gracia del señor y con la vivencia de los sacramentos crezcan en su amor y santidad. 4. Te pedimos Señor por loa que sufren, para que la mirada misericordiosa de María se vuelva con piedad hacia ellos y les alcance de ti la fortaleza, esperanza y paz. 5. Te pedimos Señor por nosotros que nos disponemos a celebrar la liturgia de la mesa eucarística, anuncio del banquete del Reino Eterno, para que en comunión con María nos comprometamos en la nueva evangelización. Oración conclusiva Escucha Padre, la oración que hoy sometemos a tu bondad, en la alegría de acoger en nuestro corazón al Hijo Santo de Dios, y que deseamos te sea agradable, por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén.

Sáb 26 Nov 2022

Conviértase, porque está cerca el Reino de los Cielos

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO Diciembre 4 de 2022 Primera Lectura: Isaías 11,1-10 Salmo: 72(71),1-2.7-8.12-13.17 (R. cf. 7) Segunda Lectura: Romanos 15, 4-9 Evangelio: Mateo 3,1-12 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • Resuena fuerte en este segundo domingo de Adviento el llamado a la conversión en labios de Juan el Bautista. • La venida del Señor nos pide una preparación espiritual y cada vez más fecunda en buenas obras. Debemos reflexionar sobre las implicaciones comunitarias o sociales de la llegada del Mesías. • Acoger a Cristo, que nace entre nosotros, nos lleva al compromiso de caridad con los más pobres y vulnerables. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje de Isaías nos propone, en dos momentos, la llegada del Mesías. El primero (vs. 1 – 3a) es una presentación del Salvador como sobre el que reposa el espíritu del Señor con sus dones. El segundo (vs. 3b – 11) es una descripción de su acción salvífica, subrayando que juzgará con rectitud, especialmente para rescatar a los débiles y a los pobres, para implantar la paz y la concordia. Esta realidad se pinta maravillosamente diciendo que ya no se enfrentarán entre sí los animales ni éstos atacarán a las personas, para significar así la paz y la fraterna convivencia que implantara el Salvador. Lo anterior se repite claramente en el salmo, en el que se recogen las ideas de justicia, paz, protección, liberación de la aflicción, salvación de la vida de los pobres. La carta de San Pablo a los Romanos se centra en la vida de la comunidad, a la que invita a mantener la esperanza, a la acogida mutua, al servicio, a la alabanza a Dios por las maravillas que realiza en la historia. En síntesis, se exhorta a tener entre los miembros de la Iglesia los mismos sentimientos de Cristo o según Cristo. La figura de Juan el Bautista en el Evangelio se presenta en función del “que viene detrás de él, el que bautizará con Espíritu Santo y fuego, el que tiene el bieldo en la mano”. Su invitación a la conversión se realiza con la imagen de preparar el camino del Señor y allanar sus senderos. Es central el tema de los frutos de conversión, es decir las obras que evidencian una verdadera vuelta al Señor. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En el camino del Adviento, la palabra de Dios introduce en este día, en los labios del Bautista, el llamado a la conversión, a partir de la presentación de Cristo, quien viene para juzgar con justicia y rectitud, o como se lee en la escena en el templo de Jerusalén cuando Simeón toma en brazos al niño: “para dejar al descubierto la aptitud de muchos corazones” (Lc 2, 35). Es oportuno reflexionar hoy, cuando avanzamos en la espera de la doble venida del Señor, sobre la conversión a la que nos llama, de modo que podamos acoger la salvación que nos trae. • El Señor nos invita a prepararle el camino y allanarle los senderos: Se trata de quitar de nuestra vida personal y comunitaria todas las resistencias y los obstáculos para que su reinado sea una realidad entre nosotros. También se refiere a nuestra misión de “hacer transitable” el sendero de Cristo hacia los demás. • El Señor nos pide una conversación sincera y radical: No superficial, ni aparente, ni pasajera. Debe ser una nueva actitud frente a Cristo y a su mensaje, como lo dice el apóstol, de vivir entre nosotros con los mismos sentimientos de Jesús. • El Señor nos llama a una conversión efectiva: Con obras que la manifiesten o la hagan visible, tanto de rechazo y alejamiento del pecado, como de caridad concreta con los hermanos. La conversión personal, que en definitiva es una vuelta a Cristo, tiene efectos en la vida comunitaria, así como los describe el profeta Isaías. Tenemos que ser conscientes de que será imposible tener entre nosotros la justicia y la paz sino volvemos a Dios. El Adviento debe significar este camino de conversión. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La liturgia de este día nos pone delante del Señor que se acerca y que nos hace la oferta de salvación. Él nos pide una respuesta de corazón confirmado por las obras. Hoy pedimos al Señor que nos de la fortaleza para sumir radicalmente el compromiso de ser discípulos y misioneros, a partir del bautismo que recibimos con Espíritu Santo y fuego. _______________________ Recomendaciones prácticas: • Después del saludo, puede encenderse la segunda luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos: Iniciamos la segunda semana de Adviento, en la que el Evangelio nos invita especialmente a la conversión de corazón, a vivir entre nosotros con los mismos sentimientos de Cristo y a disponer los senderos para ir al encuentro del Salvador. Juan Bautista, figura central del Adviento, con su presencia y predicación anuncia la llegada del tiempo nuevo del Mesías. Mantengamos una actitud de escucha y oración, dispuestos acoger lo que este tiempo de Adviento nos inspira para vivir con plenitud la Navidad. Celebremos activa, plena y conscientemente la Eucaristía. Monición a la Liturgia de la Palabra “Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra”. La Iglesia, siguiendo el ejemplo del Bautista, es la voz que clama en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor! ¡Convertíos! Esta Buena Nueva siga resonando en el corazón de cada hermano. Despertemos del sueño porque nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. Escuchemos con docilidad de corazón la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Presentemos nuestras súplicas a Dios Padre, por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, que se preparan a la venida del Salvador. Digamos: R. Dios de amor, escúchanos. 1. Por la Iglesia, para que, durante este tiempo de Adviento, preparación a la Navidad, lleve a los hombres a una sincera conversión y a prepararse para la segunda venida de Cristo. 2. Por los cristianos, para que, según la enseñanza divina, esperemos vigilantes la venida de nuestro Redentor. 3. Por todos los pueblos de la tierra, para que, la paz de Cristo habite en el corazón de todos los hombres y así las naciones vivan en armonía y prosperidad. 4. Por los que sufren, para que Cristo en su venida ya próxima, les traiga consuelo y ayuda. 5. Por todos los que estamos reunidos en esta celebración, para que, prepararemos en el corazón y con buenas obras la venida del Señor. Oración conclusiva Padre misericordioso, concédenos cuanto te hemos pedido con humildad y con fe y enséñanos a que sólo deseemos lo que a Ti te agrada, para estar seguros de gozar de tu benevolencia. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Vie 25 Nov 2022

Estén en vela para estar preparados

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO Noviembre 27 de 2022 Primera Lectura: Isaías 2,1-5 Salmo: 122(121), 1-2.4-5.6-7. 8-9 (R. cf. 1) Segunda Lectura: Romanos 13, 11-14a Evangelio: Mateo 24, 37-44 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • El Adviento, como lo enfatiza la Palabra y la tradición eclesial, es preparación para la doble venida de Cristo: Su nacimiento entre nosotros y su llegada al final de los tiempos. • La invitación del profeta Isaías resume bien el espíritu del Adviento: “Vamos, caminemos a la luz del Señor”. • El discipulado cristiano nos exige “estar en vela”, que es la actitud de permanecer fielmente en el Señor. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El profeta Isaías nos anticipa la obra que realizará el Mesías a su llegada. La propone en tres dimensiones: la reunión del pueblo de Dios antes disperso que, en comunión, sube al monte del Señor; la instrucción en la ley del Señor, para que todos marchen por sus sendas, y el establecimiento de la paz entre los pueblos. Concluye con una exhortación para la comunidad: “Ven, caminemos a la luz del Señor”. El apóstol Pablo invita a tomar clara conciencia de la “hora” que vive la comunidad, esto es, de la cercanía de la salvación. Es elocuente la imagen de la noche y el día, con la que se evidencia la necesidad de vivir en la luz; también lo es la figura de revestirse de Cristo, que invita a los bautizados al testimonio y a la coherencia. El Evangelio nos hace dirigir la mirada hacia la segunda venida de Cristo, anunciada como la llegada del Hijo del hombre con figuras y expresiones tomadas de los pasajes apocalípticos de la escritura. Frente a lo que sucederá, la invitación es estar en vela o estar preparados. Para la comunidad cristiana, que debe anhelar esta segunda venida del Señor, la vigilancia y la preparación es igual a la fidelidad constante en el discipulado y la misión. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El inicio del Adviento pide de todos nosotros una renovada disposición para ir al encuentro de Cristo que viene. La exhortación es para cada uno y para la comunidad: “Ven, caminemos a la luz del Señor”; con ésta se propone un modo de vida que siempre este dirigido por Cristo, que es Luz del mundo, y abarca todas las dimensiones de la existencia. Como lo pide el apóstol Pablo, es necesario tomar plena conciencia del momento de gracia que vivimos y de las profundas implicaciones de la espera de la venida del Señor. Esto significa, entre otras cosas que no debemos celebrar el Adviento pensando únicamente en disponer cosas materiales o decoraciones para la fiesta navideña. Tampoco se puede olvidar la doble connotación del Adviento, pues con frecuencia se prefiere desconocer la espera escatológica de la segunda venida de Cristo. El propósito del Adviento es llevar a la comunidad cristiana a caminar a la luz del Señor, ahora y siempre. No se trata de una espera pasiva sino de un camino que recorremos juntos, como el pleno día, con las armas de la luz, revestidos de Jesucristo. Esta vivencia del Adviento, en el marco de la celebración del nacimiento del Señor y con el impulso de la esperanza de su retorno, debe ser manifestada en una comunión más fuerte entre los miembros del pueblo de Dios, en una apertura total para dejarnos instruir por su palabra y en una decisión firme para construir la paz que el Salvador nos trae. Estos propósitos coinciden fundamentalmente son los del camino Sinodal que recorremos convocados por el Papa Francisco. En efecto, si escuchamos atentamente la Palabra en este día notamos una insistencia marcada en la comunidad o pueblo que espera al Señor. Estar en vela o estar preparados reclama de cada uno y de la comunidad un continuo esfuerzo de fidelidad al Evangelio, al mismo tiempo que una manifestación explicita de su horizonte escatológico, el mismo que expresaba la primera comunidad cristiana diciendo ¡Maranathá! Ven, Señor Jesús. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hoy iniciamos el Adviento con los sentimientos del salmo que proclama ¡Vamos alegres a la casa del Señor! Hemos de pedir al Señor que nos permita vivir santamente este tiempo, con la viva conciencia de que está más cerca nuestra salvación. Supliquemos que la celebración de la Navidad esté precedida de una verdadera disposición del corazón, de gestos de reconciliación, de acciones de misericordia, de contemplación del misterio del amor de Dios. Hoy es un buen momento para preguntarnos interiormente ¿Cómo queremos vivir este Adviento y esta Navidad?, y también, ¿cómo estamos en vela y nos preparamos para la segunda venida del Señor? _______________________ Recomendaciones prácticas: • Es recomendable leer, por tiempos litúrgicos, todo el conjunto de Recomendaciones Prácticas, para tener una visión de conjunto y poder preparar con tiempo y debidamente las celebraciones litúrgicas y de piedad popular, de modo que se logre un mejor fruto espiritual en el pueblo de Dios. • Por su propia naturaleza y espiritualidad, el Adviento es un tiempo de sobriedad que contrasta con la explosión festiva y ornamental de la Navidad. Sin embargo, a diferencia de la Cuaresma, no es un tiempo tan austero (por ejemplo, en Adviento se canta el Aleluya, cosa que no se realiza en la Cuaresma). Se permite el uso de instrumentos siempre que se utilicen con moderación o, como dice el Ceremonial de los Obispos, “sin que se anticipe la alegría plena de la Navidad” (CE 236). Se entona el aleluya, no se dice el “Gloria”, se usa con moderación los instrumentos musicales y las flores para adornar el altar. • Sugerir la corona del Adviento como expresión de piedad popular y signo de la espera de Jesús, luz del mundo. Por lo tanto, podría hacerse en este domingo la respectiva bendición. Esta corona tiene cuatro velas y cada domingo de Adviento se enciende una de las luces, a la par que el ministro realiza una oración adecuada para el caso. • En la Eucaristía dominical, las velas podrían ser encendidas después del saludo y por distintas personas de la comunidad, debidamente preparadas. • En este domingo se puede encender la primera luz de la corona de Adviento, con su respectiva oración; y así sucesivamente en los otros domingos. • Si se realiza este rito de la Corona de Adviento, se omite el acto penitencial. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos: Iniciamos hoy el tiempo de preparación para la doble venida del Señor, el Adviento. Se trata del recorrido que hacemos hacia “el que viene”, pero también de una senda para sentir la presencia “del que está”; será camino hacia el Señor glorioso y apertura al Señor que se acerca. Despertemos del sueño y mantengamos una actitud vigilante; llenemos nuestros corazones de esperanza porque el Señor hace nuevas todas las cosas. Comencemos alegres nuestra celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Las lecturas de hoy deben llenarnos de alegría y no de miedo ni angustia; porque, como dice el profeta Isaías, avanzamos hacia la luz del Señor, que nos encamina no hacia la destrucción, sino hacia un tiempo de salvación en el que reina la paz y convivencia fraterna. Por eso mismo el salmista nos invita a estar alegres y alabar a Dios mientras peregrinamos a la casa del Señor, y san Pablo, a llevar un estilo de vida propio de los hijos de la luz. Escuchemos atentos. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, mientras esperamos llenos de gozo la venida de nuestro Señor Jesucristo, imploremos misericordia, pues El viene a anunciar la salvación a todos los hombres. Supliquemos con fe viva diciendo: R. Escúchanos, Señor. 1. Por la Iglesia, para que el Padre encienda en los corazones de todos sus fieles el deseo ardiente de recibir gozosamente a su Hijo que llega para salvarnos. Oremos. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que los rijan con rectitud y justicia y busquen el bien integral de todos los que se les han confiado. Oremos. 3. Por los que sufren, para que el Padre alivie a los enfermos, dé pan a los hambrientos y aleje del mundo toda tribulación. Oremos. 4. Por nuestros hogares, para que, permaneciendo en la verdad sean auténticos testigos del amor cristiano. Oremos. 5. Por esta asamblea eucarística, para que, al prepararse para la venida del Señor mediante la Palabra de Dios, sean luz y alegría en medio del mundo. Oremos. Oración conclusiva Dios, refugio y fortaleza nuestra, Tú que inspiras toda verdadera petición escucha las plegarias de tu Iglesia y haz que cuanto hemos pedido con fe lo obtengamos plenamente. Por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN

Jue 17 Nov 2022

Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Noviembre 20 de 2022 Primera Lectura: 2S 5, 1-3 Salmo: Sal 122(121), 1-2.4-5 (R. cf. 1) Segunda Lectura: Col 1, 12-20 Evangelio: Lc 23, 35-43 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Uno de los delincuentes que está crucificado al lado de Jesús apela a su realeza: “Acuérdate de mí cuando venga con tu Reino”. De esta forma reconoce en Jesús a un Rey. Efectivamente, Jesús tiene una dimensión real que se expresa paradójicamente: en cuanto él, está en uno de los instrumentos de suplicio más abominables que la crueldad de la humanidad ha inventado, reversado normalmente para los esclavos, precisamente allí Jesús se comporta como un Rey. Es así como celebramos en este domingo que corona el año litúrgico, la solemnidad de Cristo Rey del Universo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? De brazos abiertos y manos clavadas en la Cruz, en el montículo llamado “Calvario” (por su parecido a un cráneo o calavera; en arameo “Gulgutha” y en griego: “Gólgota”), Jesús aparece lo suficientemente expuesto como para ser visto por una amplia multitud. Se le ve rodeado por dos criminales (ver Lc 23,32.33.39), realizándose así la profecía isaiánica del “siervo sufriente” que dice: “ha sido contado entre los malhechores” (Is 53,13, citada en Lc 22,37). Estos criminales eran probablemente sediciosos fanáticos del partido Zelota, adversarios políticos del imperio romano, como Barrabás, de quien se había dicho que “había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato” (23,19). Quizás no sean simplemente “ladrones”, como nos hemos habituado a llamarlos, sino delincuentes de peligrosidad confirmada. Frente al crucificado y su macabra corte, nos dice el evangelista que “estaba el pueblo mirando” (23,35a): • El “estar” connota en este texto “permanencia”: el tiempo suficiente para ver todo lo que le sucede al crucificado. • Se dice que el pueblo estaba “mirando”. La última escena de la vida de Jesús es vista de cerca con todos sus detalles. Nótese el verbo enmarca la escena (23,35a.48). El verbo griego utilizado aquí connota “contemplar”. Mientras el evangelista Marcos, con su habitual realismo, abre aquí el espacio para que se capte la realización del Salmo 22,8a (“Todos los que me ven de mí se mofan”; ver Mc 15,29: “Los que pasaban por allí le insultaban meneando la cabeza”), Lucas por su parte evita la descripción de los gestos groseros, mostrando al pueblo más bien con una actitud respetuosa y curiosa. Para Lucas el pueblo se hace “testigo” de los últimos instantes del crucificado. No sucede lo mismo con los que ahora van a hacerle sus bufonas solicitudes a Jesús. Veamos en el texto cómo enfrentan a Jesús tres tipos de personas, de mayor a menor dignidad: (1) Los magistrados (23,35b), (2) Los soldados romanos (23,36-38), (3) Uno de los malhechores colgados junto a él (23,39). Poco a poco se va viendo a un Jesús cada vez más degradado. Por otra parte uno de los términos clave de este evangelio sale a relucir en el escenario siendo echado en cara a Jesús. Se trata del verbo “salvar”: (1) “Que se salve a sí mismo” (23,35b), (2) “¡Sálvate!” (23,37b), (3) “¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!” (23,39c). Estos gritos a Jesús están asociados a la identidad que le reconocen: (1) Los magistrados: “el Cristo de Dios, el Elegido”; (2) Los soldados: “el Rey de los judíos”; (3) El primer criminal: “el Cristo”; (4) El segundo criminal: “Rey” (se dice de forma implícita en la frase: “cuando vengas con tu reino”, 23,42). Puede verse una alternancia entre los títulos “Cristo” y “Rey”: el mesianismo de Jesús se verifica en la realización de su predicación del Reino. Las solicitudes que le hacen en Jesús tienen que ver con la identidad que ha revelado e intentan poner a prueba su predicación sobre la salvación pronta del hombre sufriente. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En un momento de desorientación general en medio de los dolorosos acontecimientos de la pasión, solamente un delincuente proclama su fe en el Mesías Salvador. El poder del reinado de Jesús se despliega en función de la salvación de todas las personas, particularmente de los antisociales y criminales que se vuelven a él con fe. El segundo criminal –a diferencia de los que antes de él se han dirigido al crucificado- capta de qué manera Jesús reina en la Cruz y se deja salvar por él. No hay que dejar perder de vista la grandeza de la fe del malhechor convertido. No es común encontrar en los evangelios casos parecidos. Lo habitual es que se reconozca la dignidad de Jesús después de algún milagro, pero nunca en circunstancias tan negativas. De esta forma, el criminal sentenciado se convierte en un “catequista”. como bien dijo san Juan Crisóstomo: “No subestimemos a este ladrón y no tengamos vergüenza de tomar como maestro a aquel a quien el Señor no tuvo vergüenza de introducir, delante de todos, en el paraíso”. El “buen ladón”, no fijándose en su propio sufrimiento, se esfuerza por hacer caer en cuenta a su compañero desesperado ante quién se encuentran. De “discípulo” pasa enseguida a ser “apóstol” que testimonia desde lo alto de la Cruz que Jesús es el modelo hacia el cuál todo el mundo debe mirar. Él invita a la humanidad entera a comprender el misterio del Crucificado: comenzando por los mártires que comparten su destino de sufrimiento, pero incluyendo también a los pecadores, aquellos que sufren la consecuencia de sus errores. Esta es la buena noticia: todos podemos encontrar en Jesús un refugio, porque Él es el rey misericordioso que se ocupa de nuestras vidas. Con el “Buen ladrón” aprendemos finalmente que lo grave no es la condenación al patíbulo sino la exclusión del Reino de Dios. Y para que nadie se quede fuera no nos cansaremos de proclamar el “pregón pascual” que comenzó en medio de aquel diálogo amoroso entre Jesús y el delincuente: anunciamos la victoria sobre la muerte para Jesús y para todos lo que crean en él. Terminemos nuestro año litúrgico poniendo la mirada en lo esencial: nuestra cita con Dios no es en la morada de los muertos sino en el Reino de la vida y de los vivos que comenzó a brillar en la Cruz. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Señor Jesús, que seas todo en la tierra como lo eres todo en el cielo. Que lo seas todo en todas las cosas. Vive y reina en nosotros en forma total y absoluta, para que podamos decir siempre: ¡Jesús es todo en todas las cosas! ¡Queremos Señor Jesús que vivas y reines sobre nosotros! Dios de poder y de misericordia, quebranta en nosotros cuanto a ti se opone. Y con la fuerza de tu brazo toma posesión de nuestros corazones y nuestros cuerpos, para que empieces en ellos el Reino de tu amor. Amén” (San Juan Eudes) _______________________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Mundial de la Juventud en las Iglesias Particulares. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Celebrar la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, es confirmar que Cristo es nuestro Dios y Salvador. Por eso acojamos al Señor en este banquete de su Palabra y su Eucaristía, para que cada día sigamos disponiendo nuestras vidas para dejarlo reinar en nuestras palabras, actos y gestos de comunidad. Dispongámonos a vivir con alegría este encuentro personal, familiar y comunitario con Dios, nuestro Padre. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios en este domingo solemne, es una invitación a dejar reinar a Dios en nuestra vida; ella nos interpelará sobre cómo Dios es Rey en nuestra existencia. escuchemos atentamente y dejémonos interpelar por la Palabra. Oración Universal o de los Fieles Presidente: En esta Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, elevemos nuestras suplicas comunitarias al Padre bondadoso. Pidamos por las intenciones de todos diciendo: R. Rey de reyes, escúchanos. 1. Por el Papa para que, con su testimonio de servicio al Rey misericordioso, contagie nuestras comunidades del deseo de servir al prójimo, en especial a los más necesitados de nuestra caridad. 2. Por todos los que rigen y gobiernan nuestros pueblos, para que orienten sus decisiones en favor del restablecimiento de una sociedad, que viva los valores del evangelio, centrados en el amor a Jesucristo Rey de nuestras vidas. 3. Por todos los que siguen buscando a Dios con un corazón deseoso de hacer de Él el centro de sus vidas, para que no desistan en sus propósitos de seguimiento a nuestro buen Dios. 4. Por los jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud en sus Iglesias Particulares, para que reciban con entusiasmo la Palabra de Dios que los invita al heroísmo. 5. Por todos aquellos que han sido maltratados y humillados en nuestras comunidades, a causa de nuestras incoherencias para que, busquemos en el perdón una manera de reconstruir la dignidad humana. Oración conclusiva Padre bondadoso, recibe nuestras oraciones y concédenos los auxilios que te hemos pedido para poder gozar de paz y servirte con sincero corazón. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.