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solemnidad sagrado corazón de jesús

Mar 13 Jun 2023

Por la paz y la reconciliación: Iglesia renovará consagración de Colombia al Sagrado Corazón

El próximo viernes 16 de junio la Iglesia Católica colombiana renovará la consagración del país al Sagrado Corazón de Jesús. Será una oportunidad especial para reconocer a Jesús como centro de la vida de cada cristiano y para encomendar a Él, una vez más, la reconciliación y la paz de la nación entera. De manera especial, ante los sufrimientos e incertidumbres que se viven actualmente por cuenta de situaciones asociadas al conflicto armado, la violencia y la polarización. Este rito se realizará en el marco de la fiesta o Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Para ello, desde la Catedral Primada de Colombia, a las 9:30 a.m., se realizará una adoración eucarística especial donde todos los presentes tendrán la oportunidad de elevar sus corazones en oración y contemplación ante el Santísimo. Más tarde, a las 10:30 a.m., monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), presidirá una Santa Misa en la que se vivirá un momento de profunda comunión y renovación de la fe. Esta eucaristía será transmitida por los canales de televisión RCN y Caracol para que, desde sus hogares, más personas puedan sumarse en oración a este momento especial. El episcopado colombiano extiende una invitación para que esta jornada se viva también en todas las parroquias, seminarios, casas de religiosos y religiosas y demás instituciones eclesiales del país. Para esto, el Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) ha preparado una guía litúrgica para la celebración de la Misa y una Hora Santa que puede ser descargada aquí. Y como cada año, en esta misma fecha, se celebrará también la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes, una ocasión especial para mostrar nuestro apoyo y gratitud a aquellos pastores que han consagrado sus vidas al servicio de Dios y de su pueblo. Sobre la consagración de Colombia al Sagrado Corazón de Jesús: La importancia central de esta fiesta en nuestro país data de 1902, cuando, mediante decreto, la República de Colombia fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús al final de la ‘Guerra de los Mil Días’, un periodo de la historia nacional que dejó muchas pérdidas humanas y devastadoras consecuencias a nivel social, económico y político. En ese momento también se ordenó la construcción del templo del Voto Nacional en Bogotá, ubicado en la localidad de Los Mártires. Parroquia que en 1964 fue elevada por el Papa Pablo VI a Basílica Menor y en 1975 fue declarada monumento nacional.

Lun 4 Jul 2022

Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes: Subsidio

Coincidiendo con la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, este viernes 24 de junio, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes. Para animar este momento de gracia, los Departamentos de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada, de la Conferencia Episcopal de Colombia han elaborado un subsidio litúrgico. Descargar SUBSIDIO LITÚRGICO En su presentación, expresan que esta jornada del 2022, es una ocasión para reflexionar frente al desafío que enfrenta el sacerdote hoy, enmarcado en la invitación hecha por el Papa Francisco, de caminar en sinodalidad. Recuerdan además que, fruto de la consulta hecha al pueblo de Dios y conocidas sus respuestas esto, agregan, "nos ha confrontado ante la necesidad de ser consecuentes con el ministerio recibido, notablemente requeridos como líderes del caminar juntos, hombres sensibles ante las necesidades de las personas, humildes y llenos de Dios para ser testigos del corazón de Jesús". Por su parte, el padre Manuel Hernando Vega León, director de los Departamentos de Ministerios Ordenados y Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal colombiana, anima a los sacerdotes para que convoquen a los fieles a orar de manera especial este día, pidiendo por la santificación de los sacerdotes. Esta Jornada fue instituida por San Juan Pablo II en el año de 1995, pidiendo al Sagrado Corazón de Jesús, custodie en su corazón a todos los sacerdotes para que sean santos y para que sus corazones sacerdotales, también ardan de celo por la salvación de toda la humanidad.

Jue 18 Jun 2020

Celebremos en familia la consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Este viernes, 19 de junio, la Iglesia Católica conmemora la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. En este contexto, monseñor Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), invita a los colombianos a consagrar sus familias, comunidades parroquiales, municipios y la nación a “Cristo que nos ama y está dispuesto a caminar con nosotros en nuestros sufrimientos y a comunicarnos fuerza de amor”. “Es una oportunidad para acercarnos con confianza al corazón de Cristo, depositar en Él todo lo que sentimos que pesa sobre nosotros, sobre nuestras familias, sobre nuestra nación, sobre el mundo, en este momento de sufrimiento universal”, agrega. Para la vivencia de esta solemnidad, en la que se celebra “el misterio del amor y misericordia de Dios Padre que, en el corazón de su Hijo Jesucristo, nos ha acogido y congregado como pueblo Santo, el departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) ofrece los siguientes materiales: [icon class='fa fa-download fa-2x']Subsidio para la parroquia[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x']Insumo pastoral – Celebremos en familia la consagración al Sagrado Corazón de Jesús[/icon]

Mar 16 Jun 2020

El amor de Dios encuentra su máxima expresión en el amor de Cristo

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús 19 de junio 2020 Primera lectura: Dt 7,6-11 Salmo: 103(102),1-2.3-4.6-7.8+10 (R. cf. 17) Segunda lectura: 1Jn 4,7-16 Evangelio: Mt 11,25-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • El amor de Dios al pueblo de Israel es un amor gratuito y fiel que espera fidelidad. • El amor de Dios es ágape, amor de donación que se anticipa al amor humano. • El amor de Dios encuentra su máxima expresión en el amor de Cristo, manso y humilde de corazón que, sacrificado en la cruz con el costado traspasado por la lanza, refleja el amor de Dios que atrae a todos hacia sí. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la lectura del libro del Deuteronomio se nos habla del amor que Dios manifiesta al pueblo, un amor que se hace realidad en la elección libre y gratuita de Israel como el pueblo de su propiedad, un pueblo consagrado a Dios, separado de todo lo profano. Esta predilección por Israel no reside en sus capacidades o en su grandeza sino en el amor gratuito y libre de Dios que se dona y se entrega a su pueblo elegido y se mantiene fiel al juramento que había hecho a Abraham y su descendencia. Que el pueblo sea elegido por Dios, no puede considerarse como un mérito propio o fruto de su conquista humana sino por la gracia de Dios que se dona libremente a su pueblo amado. Dios le ha demostrado al pueblo que es parte y propiedad suya, de modo que lo ha rescatado de la esclavitud del enemigo para hacerlo un pueblo libre entre los demás pueblos. Esta demostración del amor de Dios exige del pueblo una respuesta que se destaque entre los demás pueblos, por eso, el pueblo debe responder confiando y adorando en exclusividad a Dios como el único Dios vivo y verdadero. El pueblo debe reconocer que todavía no ha dado la respuesta que Dios espera y ha pecado dando culto a otras divinidades, por eso, no debe olvidar su identidad y recordar todo lo que Dios ha hecho demostrándoles su amor exclusivo y fiel. A pesar de la infidelidad del pueblo, Dios permanece fiel y mantiene la promesa y la palabra dada a los antepasados. En la lectura de la primera carta del apóstol San Juan, se nos recuerda que Dios es amor, con esa afirmación se describe una característica esencial de Dios, pero no se trata de un amor cualquiera, es un amor que se dona y se entrega totalmente, buscando el bien del hombre. La mayor prueba de ese amor de Dios la encontramos en la entrega de su Hijo en la cruz, ya que allí se puede demostrar y palpar lo que es el amor auténtico, un amor que se dona hasta la entrega total sin reservarse nada para sí. Así, podemos conocer a Dios, porque él nos ha amado primero. El amor fraterno es consecuencia del amor que Dios le ha dado al hombre, ya que de la misma manera que hemos sido amados, así también debemos amarnos unos a otros. El hombre no puede decir que ama a Dios sin amar a sus hermanos, pues la forma más concreta de mostrar el amor a Dios es en la vivencia del amor fraterno. En el Evangelio, Jesús se dirige al Padre para manifestarle su cercanía y la intimidad con él mediante la oración que expresa un acto de profunda confianza donde se manifiesta la gratitud del Hijo hacia su Padre, porque se revela a la gente sencilla y humilde de corazón que sabe acoger con docilidad el mensaje de salvación. Esta expresión es al mismo tiempo un rechazo a la incredulidad de los maestros y expertos de la ley, que, por ser demasiado apegados a la letra, no han querido aceptar la novedad que Jesús les quiere comunicar en la ley nueva del amor. Esta revelación de Jesús como el Hijo amado la ha hecho el Padre y, mediante la voz salida de la nube en el momento del bautismo y en la transfiguración nos ha pedido que lo escuchemos y que acojamos su Palabra, ahora es el Hijo que se manifiesta como enviado del Padre y solamente lo reconocen los pequeños y sencillos que están dispuestos mediante la humildad y la mansedumbre a aceptar su yugo suave y su carga ligera que no es como la carga pesada y onerosa que imponían los fariseos mediante los preceptos de la ley, sino que es el yugo suave del amor. Y ese amor de Jesús está simbolizado hoy en su corazón traspasado por la lanza, un corazón que ama y no pide otra cosa, más que amor. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús venimos a adorar este misterio de Nuestro Señor Jesucristo representado en su Divino Corazón, que es una manifestación del amor de Dios a la humanidad, un amor que se entrega totalmente buscando el bien de los seres que ama. Es un amor que lleva a Dios a elegir y a congregar a su pueblo santo, que en el pasado fue Israel y ahora, en esta etapa de la historia, es la Iglesia congregada por el Espíritu. De ella formamos parte todos los bautizados que fuimos rescatados a precio de la sangre de Jesucristo en la cruz y simbolizada en el amor del Corazón de Jesús, ese Corazón que tanto ha amado a los hombres y no ha recibido sino desprecios e ingratitudes, tal como lo expresó el mismo Jesús a Santa Margarita de Alacoque. Nosotros, como pueblo santo y elegido de Dios, debemos corresponder a ese amor de Dios, reparando de modo especial por tantas ofensas que causamos al Amor Divino, cuando no sabemos retribuirle y lo despreciamos con nuestro pecado. El amor de Dios que se entrega pide que también nosotros nos entreguemos de la misma manera amando a nuestros hermanos como él mismo nos ha amado. En estas circunstancias especiales que vivimos de confinamiento, no debemos olvidarnos de manifestar nuestro amor a los más cercanos, a los de casa, pero también a los que sufren y viven en situaciones difíciles por causa de la pandemia. El amor que nosotros debemos dar como respuesta al amor de Dios, debe ser un amor ágape, es decir, sin reservas que nos lleve a buscar el bien de todos. Cabe recordar las palabras de Santa Teresa de Calcuta: “debemos amar sin reservas hasta que duela”, es decir, hasta la entrega total a ejemplo del amor de Dios que se entregó completamente en su Hijo que nos dio la máxima prueba de amor en la entrega de la cruz. El amor de Dios es un yugo suave que nos une a Cristo, por eso, nos pide humildad y mansedumbre para entender la necesidad de donarnos y entregarnos por amor a nuestros hermanos. Ese es el auténtico amor que hace libres y da alegría y sentido a la vida del hombre. En esta solemnidad del Sagrado Corazón, podemos recordar una comparación con la actividad biológica del corazón: en el corazón de Cristo también se dan los mismos movimientos del corazón humano para amar y dejarse amar, esto es sístole, para congregar y recoger, ya que Cristo con su amor nos congrega como su pueblo y nos atrae hacia él para que experimentemos su cercanía y su amor que nos acompaña y nos nutre de modo especial en la Eucaristía; y diástole, porque nos impulsa y nos envía, ya que, del mismo modo que él nos ha amado, también nosotros somos discípulos y misioneros de su amor a la humanidad a través de obras concretas de misericordia con nuestros hermanos. En esta solemnidad del Sagrado Corazón vivamos con alegría la invitación que nos hace Teodoro de Mopsuestia “Mi yugo es suave porque ofrece a todos el perdón de Dios, y mi carga es ligera porque no impone una multitud de leyes, sino que otorga decisiones libres y voluntarias amando como Dios y dejándose atraer y amar por él (Cf. TEODORO DE MOPSUESTIA. Fragmentos sobre el Evangelio de Mateo, 67). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hoy pedimos al Señor por la humanidad entera y por nuestra patria Colombia consagrada al Divino Corazón. Que Dios nos conceda caminar como Iglesia peregrina en una única barca, la de Pedro, para amarnos unos a otros como él nos ha amado, que nos dé un corazón manso y humilde como el suyo para ser artesanos de la paz y la reconciliación, que nos otorgue un corazón generoso y entregado para no olvidarnos de los hermanos que sufren en medio de la pandemia que azota a la humanidad. También suplicamos por los sacerdotes para que sigan anunciando la Palabra y llevando el bálsamo del consuelo y el perdón en el sacramento de la reconciliación, y nutran al pueblo con el sacramento de la Eucaristía; pedimos para ellos fortaleza en medio de la adversidad para seguir siendo instrumentos de la misericordia en medio de la humanidad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En esta Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, agradezcamos que nos haya acogido y congregado en su corazón para ser su pueblo santo. Hoy el Señor nos llama a perseverar en la fe, a guiar el paso de los pueblos por senderos paz, especialmente en nuestro país, donde la paz se ve perturbada por tantos hechos de violencia y muerte. Hoy podemos renovar nuestra plena confianza en el inmenso amor que Dios nos ha manifestado en Cristo: un amor que es inigualable e inagotable. Jesús nos amó hasta el extremo y nos sigue amando a pesar de nuestras debilidades. Nos toca corresponder a ese amor con una entrega también amorosa y sin condiciones. Participemos con fe y alegría en esta Eucaristía, misterio del amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Monición a la Liturgia de la Palabra Las lecturas de hoy nos proponen un itinerario por la historia de la salvación, toda ella signada por el amor infinito y fiel de Dios hacia la humanidad y plenificada en el misterio pascual del Hijo, Cristo. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Presentemos nuestras oraciones al Padre, que es rico en misericordia, y que nos ha mostrado su amor a través del corazón de su Hijo. Digamos confiadamente: R. Padre que nos amas, escúchanos 1. Por el Papa, la Iglesia y sus Obispos, para que el Señor los acompañe y le guíe en la difícil tarea de pastorear a los pueblos con amor y sabiduría. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que comprendan bien su misión y dediquen todo su esfuerzo a lograr el bienestar y la prosperidad de todas las personas, especialmente los más necesitados. 3. Por nuestro país, para que el Corazón de Cristo, guíe sus pasos por el camino de la paz, el bienestar y la prosperidad de todos sus habitantes. 4. Por los enfermos de cuerpo y alma, para que, en el Corazón de Jesús, encuentren el consuelo y la sanación que sólo Dios sabe dar. 5. Por nosotros aquí reunidos en esta celebración, para que sepamos ser instrumentos en manos de Dios y llevemos con alegría y esperanza su mensaje de amor y reconciliación a nuestras comunidades. Oración Conclusiva Padre compasivo y bondadoso, acoge benigno nuestras súplicas que confiadamente te presentamos, por Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén