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Opinión

Vie 20 Nov 2015

Estampas del Pasado

Por: Mons. Gonzalo Restrepo - Somos frutos del pasado. Llevamos la estela del pasado donde quiera que vamos. Desde el día de nuestro nacimiento, más aún, desde nuestra gestación en el seno materno, iniciamos una historia, un tejido de acontecimientos y de anécdotas que se fueron sucediendo en el tiempo y que hoy pertenecen al pasado. No debemos vivir apegados al pasado. Eso sería dañoso y sin mucha utilidad. Pero, lo que sí podemos hacer es “recordar” para “vivir”. Recordando el pasado podemos alegrarnos o entristecernos, llenar nuestro corazón de buenas razones para seguir o desanimarnos y no querer adelantar. Lo que nunca podemos hacer es negar nuestro pasado. Ese ya fue así y no lo podemos cambiar. Algunas estampas del pasado podrían servirnos de aliciente y de entusiasmo en este momento de nuestra historia: Recordemos cuando éramos niños. Tal vez podemos recordar cuando comenzamos a dar los primeros pasos, las primeras caídas. O tal vez recordemos la cuna donde dormíamos. Y más adelante cuando jugábamos y cuando con mamá y papá salíamos a dar una vuelta. Recuerdo muy bien la plaza del pueblo, la tienda, la botica, los correos, la escuela, el liceo. Y también recuerdo al bobo y al loco del pueblo, personas que todos conocimos y quisimos. Algunas veces fuimos al matadero a ver cómo inmolaban los animales. Del cementerio tenemos un recuerdo triste y melancólico. En aquellos tiempos todos nos conocíamos y sabíamos donde vivíamos. Recuerdo la casa de mis abuelos, inmensa y solariega, acogedora y pacífica. No olvido el animero cuando en el mes de las ánimas (en noviembre), todas las mañanas elevaba una plegaria por los difuntos yendo de esquina en esquina del pueblo. Las semanas santas, las navidades y los Corpus son fiestas inolvidables. Allí se daba cita todo el pueblo. Salía la banda del pueblo y desfilaban los colegios y las escuelas con sus estandartes y sus bandas de guerra. Recorríamos todo el pueblo y sabíamos perder el tiempo. Cuando empezaron los timbres, disfrutábamos tocando timbres y corriendo a escondernos. Todos los días salíamos para la escuela, nuestro segundo hogar. Recordemos nuestros primeros profesores y nuestra maestra, aquélla que nos enseñó las primeras letras. En la escuela aprendimos a ser amigos, hacíamos travesuras y disfrutábamos con poca cosa. Siempre fuimos muy felices a pesar de que no olvidamos los regaños y los castigos que nos ponían. Unas veces nos ponían a escribir páginas enteras con una sola frase. Otras veces nos colocaban frente a la pared dando la espalda a todos los compañeros. En varias ocasiones nos hicieron colocar las palmas de las manos y allí nos estamparon varios reglazos. Comprábamos minisigüi y recortes, tomábamos agua de las llaves, nos mojábamos y corríamos por todas partes. Nos burlábamos de todo el mundo. Hicimos trampas y algunas veces nos propusimos ser los mejores del grupo para tener el honor de izar la bandera y ser aplaudidos. Eran los tiempos de antes. Había paz y tranquilidad. La gente se sentaba largas horas a charlar y a departir. No teníamos los afanes de ahora. Las señoras cosían y se dedicaban a sus hogares; en cambio los señores trabajaban fuertemente y en el hogar no faltaba nada. La familia podía reunirse toda entera todos los días. Almorzábamos y comíamos juntos. Unidos rezábamos el rosario y, en ocasiones, teníamos veladas de cuentos, historias, risas y hasta espantos. Pero, esos tiempos han pasado, y ahora sólo nos queda el recuerdo grato de ellos. Nuestro presente tendría que ser mejor. No lo desperdiciemos para que en el futuro tengamos ganas de recordarlo y evocarlo como lo hacemos hoy con los tiempos pasados. + Gonzalo Restrepo Restrepo Arzobispo de Manizales

Mié 18 Nov 2015

“No pueden con las orejas y andan comprando candongas”

Por: Mons. Juan Carlos Ramírez Rojas - Afirmó Magdalena Holguín en un artículo de opinión en agosto del 2009 “los colombianos viviríamos mejor si existiera realmente un “Estado de Derecho”, en el que se pudiera confiar en la aplicación de la ley”. Indudablemente. La credibilidad en las instituciones se vería fortalecida si cada uno de los entes del Estado se dedicara con disciplina, con amor de patria a hacer bien lo que la constitución y las leyes les asigna, y se respetaran los límites de las funciones del legislativo, ejecutivo y judicial y el dinamismo de la corresponsabilidad les permitiera asumir la tarea del bien común. Como esto no sucede, da la impresión que se vive a la cacería del protagonismo mediático, incluso querer poner mantos de sombras sobre la negligencia o más aún, tapar la paquidérmica gestión en el cumplimiento de lo que se debe hacer, aparecen propuestas que son como adefesios que vestidos de argumentos de “avanzada” le quieren quitar al verdadero desarrollo un concepto amplio, complejo y extenso de lo que es el hombre en su ser y misión. Si el ente acusador se dedicara a erradicar la impunidad, el país caminaría hacia el encuentro de la verdad verdadera; muchos de los asesinatos de personas que por su trabajo e incidencia nacional fueron víctimas del conflicto armado, sus familias tendrían la verdad del por qué la muerte violenta de los suyos; tantas masacres, terror, devastación, desplazamientos forzados, desarraigo, secuestro, el daño causado a los niños, adolescentes y jóvenes; la muerte de millones de colombianos no sería un elemento más del conflicto sino el reconocimiento de una debilitada estructura de justicia; la corrupción con más brazos que un pulpo…todo lo anterior sumado, da como resultado un índice muy alto e imperdonable de impunidad. Las cifras de la impunidad en Colombia son aterradoras; esta se ha mantenido en un porcentaje cercano o superior al 90 por ciento. Estudios señalan que, sólo 20 de cada 100 delitos se denuncian, y de éstos 14 prescriben y mientras tanto en un foro manejado desde una perspectiva ideológica amañada, surge como el Leviatán del mediterráneo, la propuesta de “despenalizar el aborto en las 12 semanas de gestación”, esa era la pepa que le faltaba a la maraca de la impunidad en Colombia. Y como a falta de pan, buenas son tortas, en el citado foro, el servidor de la cartera de salud lanzó la solución a los problemas de la salud del país adelantando que el medicamento Mifepristona podrá ser adquirido con la misma facilidad que el acetaminofén tan pronto sea aprobado por el INVIMA, pero no dijo que efectivamente acaba con aproximadamente el 96% de los embarazos. Mientras tanto el sistema de salud está en urgencias esperando que se solucionen sus problemas que se han profundizado por la falta de voluntad política para tomar decisiones de fondo como: considerar a la salud como un derecho fundamental y no como un negocio en manos del legislativo, generar una reforma estructural del sistema, mejorar la vigilancia y control del mismo, y sancionar a los corruptos. Es evidente que el modelo de salud está basado en la “competencia regulada”, que considera a la salud como un negocio y no como un derecho fundamental, por esta razón las utilidades priman frente a la equidad, la atención oportuna y con calidad a las necesidades de la población. Dónde está la solución frente al pago oportuna de las EPS a los hospitales; muchos de ellos en estado terminal por la ausencia de una cultura responsable de pago. El país espera una reforma a la salud que fomente la cultura de la prevención, y no la que oficializa la integración vertical y permite el monopolio de las EPS, con la distribución de su presencia regional, repartiéndose las zonas donde operarán sin competencia. Esperamos la solución al problema de los medicamentos en Colombia y los precios inflados que hacen más difícil la situación de los enfermos. En síntesis, lo que afirmó Juan Gossaín (24.03.2012). “Hay que decirlo sin anestesia: el sistema colombiano de salud ha muerto. Lo mataron la corrupción, la politiquería y la codicia”. ¡Dios bendito! Tanto que tienen que hacer en lo que les corresponde y andan buscando ser legisladores, “no pueden con las orejas y andan comprando candongas”. Mons. Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero

Mar 17 Nov 2015

El “Gigante adormecido”

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – El 18 de noviembre se conmemoran cincuenta años del decreto Apostolicam Actuositatem del Concilio Vaticano II. En el conjunto de los 16 documentos del Concilio, este decreto significó una gran novedad. El tema de los laicos, en efecto, ya se había tratado en las constituciones Lumen Gentium y Gaudium et Spes, pero se vio la necesidad de subrayar, de un modo específico, la tarea apostólica que les corresponde. Como ha dicho el Papa Francisco, en el mensaje con motivo de este aniversario, el anuncio del Evangelio no está reservado a unos pocos “profesionales de la misión”, sino que “debe ser el anhelo profundo de todos los fieles laicos”. El Concilio, afirma el Papa, “no considera a los laicos como si fueran miembros de segundo orden, sino como discípulos de Cristo, que, en virtud de su bautismo y de su inclusión natural en el mundo, están llamados a animar cualquier entorno, cualquier actividad y relación humana con el espíritu del Evangelio”, llevando “la luz, la esperanza, la caridad recibida de Cristo”. Piensa, además, que este documento es un acontecimiento de gracia, que presenta “una nueva forma de considerar la vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo”, donde “participan, a su manera, de la función sacerdotal, profética y real del mismo Cristo”. Los laicos son la inmensa mayoría de los fieles en la Iglesia. Nada menos que el 95% del Pueblo de Dios, el 17% de la población mundial; lo que equivale a más de mil cien millones de personas bautizadas que viven en diversos grados de pertenencia y adhesión, de corresponsabilidad y participación en la vida de la Iglesia. Refiriéndose a esta realidad, un padre en el Sínodo sobre los laicos hablaba del “gigante adormecido”. Nos falta mucho para que esta multitud de laicos vivan la alegría y la responsabilidad del bautismo y asuman su misión evangelizadora en la sociedad contemporánea caracterizada por grandes y rápidas transformaciones. Después de cincuenta años de la conclusión del Concilio, debemos seguir reflexionando sobre la vocación propia de los laicos y debemos continuar buscando que realicen eficazmente su misión. Ellos son la Iglesia en el corazón del mundo. Los fieles laicos, como discípulos y misioneros de Cristo, están llamados a encontrar a Dios en el mundo, en la vida ordinaria de sus familias, en el trabajo cotidiano, en los fenómenos de la vida social y cultural a los que se encuentran integrados. Es allí donde deben, como testigos, hacer presente a Cristo. Los laicos no pueden demorar más el tener conciencia de la llamada que han recibido a la santidad y al apostolado en el mundo. El Concilio Vaticano II señaló una percepción teológica de lo que es el laico y a lo que está llamado: un seguidor de Cristo que desde su realidad humana, llena de responsabilidades y retos seculares, vive su fe e invita a otros a vivirla. En esta perspectiva, algunos desafíos concretos para la misión de los laicos son: testimoniar el Evangelio del matrimonio y de la familia en la vida de cada día; afrontar el tema fundamental de la educación en esta hora en la que hay crisis de verdad y de vida; comprometerse con las situaciones de inequidad, de violencia y de pobreza que viven amplios sectores de la población; aportar en la promoción del bien común en el ámbito de la política y de la transformación social. Para que los laicos puedan vivir su vocación y su misión es preciso que logren una adecuada y completa formación; nadie puede vivir y dar lo que no tiene. Los laicos deben llegar a un conocimiento profundo de Cristo, a una relación personal con él, a una vida nueva desde él, a una pasión por sembrar su Evangelio en el mundo. Es una formación que debe estar informada por una sólida y equilibrada espiritualidad a partir de la Palabra de Dios y de la Liturgia. Es una formación que debe hacerlos capaces de interactuar con los hombres de nuestro tiempo siendo luz y sal en el mundo. Cuánto lograríamos si el “gigante” despertara. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 17 Nov 2015

Aborto, ¡NO! La vida humana es sagrada

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa - Una vez más, recibimos la noticia que se quiere despenalizar totalmente el aborto en Colombia. Es un giro de palabras que quiere indicar el establecimiento del aborto libre, propiciando con este proyecto una apertura a esta acción que destruye la vida humana. El señor Fiscal General de la Nación, por las noticias recibidas, radicará un proyecto de Ley que pretende despenalizar el aborto, totalmente en Colombia. La Iglesia tiene que salir, con fuerza y vigor a defender la vida, a defender a los inocentes a quienes quieren destruir -asesinar-, es el término preciso. No es una batalla nueva para la Iglesia de Cristo, ella, siempre, desde los escritos de los primeros cristianos, ha salvaguardado la vida humana. A los cristianos se les invitaba a defender, en todo momento, a quien no había nacido. Esta ha sido siempre una constante y una clara enseñanza de la Iglesia. “No matarás al niño en el seno de su Madre”, enseñaba uno de los primeros escritos cristianos, La Didaje, reflexiones que pretendían dar los elementos de comportamiento a los primeros cristianos de frente a la forma común de razonar en el imperio Romano (Didaje. 2, 1-2). Pero sobre todo, esta posición tiene profundos fundamentos bíblicos: el primero en el designo amoroso de Dios, en sus mandamientos. Dios ha indicado claramente al hombre su voluntad: “No matarás” (Éxodo 20, 13). El hombre es una creatura, obra de la mano de Dios. El hombre, la persona humana, recibió de Dios la capacidad para reproducirse. Esa vida participa de una dignidad particular, al provenir de Dios, saliendo de las manos del creador. La Iglesia considera el aborto como un crimen abominable (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, n. 51, 3). No podemos con razonamientos y silogismos que defienden la modernidad y la civilidad destruir la vida humana. Estamos destruyendo al hombre mismo, estamos quitando la esperanza de nuestras vidas. Un niño que nace es esperanza, alegría, seguridad del futuro. La posición de la Iglesia es precisa, expresa un claro NO al aborto. Una posición firme que quiere defender el plan de Dios y la voluntad del Creador sobre la creatura que tiene un derecho preciso a la vida. La vida humana tiene su principio en la concepción que se da desde la unión del esperma y el óvulo hasta el término natural de esta vida que llega con la muerte. Propuestas, como las del fiscal, quieren destruir uno de los más grandes fundamentos de la condición humana del hombre. Desean matar a unos niños que están en estado de indefensión. Los católicos tenemos que defender una posición clara, neta, precisa, en torno a estas propuestas que pretenden destruir la vida humana con un crimen abominable. Es un NO claro a la propuesta del aborto. Quienes nos representan en el espacio legislativo tienen que respetar la voluntad del pueblo colombiano, con un NO al aborto y a esta propuesta concreta de Ley. Cada vez más, somos sensibles a la defensa de los derechos humanos en nuestra sociedad, quienes presentan esta iniciativa han sido propulsores y defensores de los derechos humanos en nuestra Colombia. NO podemos olvidar que el aborto destruye e irrespeta uno de los principios fundamentales de los derechos humanos: el derecho a la vida. Se deben comprender las situaciones, el dolor, la pobreza, las implicaciones sociales de cuanto vive una mujer en ciertas situaciones, pero ello no permite o autoriza la realización del aborto. Como Iglesia, en la Diócesis de Cúcuta abrimos espacios a la vida, a los niños, a las madres gestantes. Se presentan muchos razonamientos, con los cuales se pretende defender y hacer aceptar esta decisión en nuestra sociedad. Razonamientos que pretenden explicar y manifestar la realización de un asesinato de una creatura indefensa. Nuestra sociedad necesita consolidar principios de respeto y amparo de la vida humana, este es el momento de defender y luchar por la vida humana que se va a destruir con esta decisión. La Constitución colombiana defiende la vida, “El derecho a la vida es inviolable…” (Artículo 11). En los últimos tiempos vemos como en la interpretación de nuestra Constitución se han realizado lecturas que son equivocadas y que no respetan el sentido del texto que ha sido aprobado y votado por los colombianos. Señor Fiscal, respetuosamente, creemos que se está equivocando, está yendo contra la voluntad de la mayoría de los colombianos, la vida humana es sagrada. Todos a defender la vida humana. ¡No al aborto! + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de Cúcuta

Vie 13 Nov 2015

Amar y respetar la vida naciente

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “Algunos intentan justificar el aborto sosteniendo que el fruto de la concepción, al menos hasta un cierto número de días, no puede ser todavía considerado una vida humana personal. En realidad, «desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre la genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus características ya bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar»”. Estas son palabras de Juan Pablo II, en la histórica encíclica Evangelium Vitae, el Evangelio de la vida, en el n. 60. Sólo este párrafo bastaría para entender la improcedencia de la propuesta de legalización del aborto de manera abierta y sin restricciones en Colombia. De nuevo se ratifica el avance de la cultura contra la vida y contra la familia que se está consolidando en tantos lugares del mundo, y de manera dramática en nuestro país. Uno de los puntos de partida argumentados ahora, es la discriminación de la mujer embarazada cuando no tiene acceso al aborto. Acaso, podemos preguntarnos, ¿no es un acto agresivo de discriminación eliminar una vida que está madurando, un ser que es el más indefenso de los indefensos, por el hecho de defender el derecho personal de una mujer a “administrar” su propio cuerpo, como lo dicen las defensoras de estos llamados derechos? El Papa y la ciencia son muy claros al afirmar, hay que repetirlo, que un feto es “una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo”. Por otro lado, nuestra experiencia de pastores, que atendemos con tanta frecuencia a mujeres que han sido víctimas del aborto, porque en el fondo a eso se llega pues tiene efecto de boomerang, podemos afirmar que al realizar esta acción, no sólo se elimina una vida inocente, sino que se elimina durante toda la vida la paz y la tranquilidad del alma y la conciencia de quienes lo realizan. No es sino preguntar a mujeres, que en su momento creyeron justas y válidas las razones para abortar hace 10, 20, 30 y hasta 40 años, para confirmar el daño que ellas mismas se han hecho. La humanidad entera, sea cual sea su credo o confesión religiosa, deberá en todo momento defender la vida naciente, pues de lo contrario, estaremos poniendo las bases de nuestra propia destrucción. PS. No deja de ser curioso y hasta doloroso, que haya grupos, campañas y castigos jurídicos, para defender la naturaleza, los árboles y animales, también ellos seres indefensos, y se propicien leyes para eliminar la creatura más excelsa de la creación, como el ser humano, con el crimen del aborto. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Mié 11 Nov 2015

"La gran ausente".

Por:Mons. Juan Carlos Ramírez Rojas -La finalidad de un ordenamiento jurídico, como conjunto de leyes positivas que regulanlas relaciones intersubjetivas, es el bien común, como la suma de circunstancias y decondiciones en las que los individuos y los grupos están en grado de conseguir lasfinalidades esenciales de su propia naturaleza.La preeminencia de la persona humana,tanto individual como asociada, permite comprender que cualquier ordenamiento jurídicoestá en función de ella, en cuanto que reconoce y tutela, de modo concreto y objetivo, sus derechos subjetivos. Todo ordenamiento jurídico, para ser considerado tal, debe fundarse sobre unacomprensión de la necesidad de tutelar la dignidad del hombre. El derecho positivo y objetivo es, entonces, el conjunto de las normas positivas que tutelan los derechos subjetivos de la persona humana, entre los cuales el primero y fundamentalísimo es el derecho a la existencia y a una existencia digna del hombre. Tal derecho siempre permanece, incluso si el sujeto no tuviera la capacidad de realizarse autónomamente. De este modo, una función fundamental del derecho positivo es la de proteger al débil frente al fuerte. Precisamente por esto el derecho positivo debe ser portador de valores materiales fundamentales. Esta realidad es la que se desvanece en la sentencia por la cual se manosea el concepto de familia para convertir en derecho el deseo de un grupo social. Se percibe el humus de querer construir normatividad desconociendo la ley natural; parece que en las ideologías dominantes el concepto de ley natural es incomprensible y se considera que el ser humano en su naturaleza misma carece de una luz moral y han empezado a ponerle luces intermitentes creando un sentido de desorientación que hace precarias e inciertas las opciones de vida de cada día. La ley natural es la fuente de donde brotan, justamente los derechos fundamentales, también imperativos éticos que es preciso cumplir. Cuando esto no se da, la consecuencia es una legislación que se convierte en un compromiso entre intereses diversos y el país sufre la fuerza perversa de transformar en derechos intereses diversos: se trata de transformar en derechos intereses privados o deseos que chocan con los deberes derivados de la responsabilidad. Afirmaba el Papa Benedicto XVI “todo ordenamiento jurídico, tanto a nivel interno como a nivel internacional, encuentra su legitimidad, en su arraigo a la ley natural, en el mensaje inscrito en el mismo ser humano”. La ley natural es, el único baluarte válido contra la arbitrariedad del poder o los engaños de la manipulación ideológica. Lo que ha sucedido en el país deja a la sociedad dramáticamente herida en lo que constituye su fundamento esencial “que cada niño tiene derecho a una familia constituida por un papá y una mamá”. Olvidar los elementos éticos de la naturaleza misma de la familia es debilitarla, se perjudica a los hijos y hace precario el futuro de la sociedad misma. Los valores que brotan de la ley natural expresan normas que son inderogables y obligatorias, que no dependen de la voluntad del legislador y tampoco del consenso que los grupos sociales pueden darles, pues son normas anteriores a cualquier ley humana y, como tales, no admiten intervenciones de nadie para derogarlas. La ley natural fue la gran ausente en la tan “celebrada” sentencia. Mons. Juan Carlos Ramírez Rojas Ecónomo-Director Financiero CEC

Lun 9 Nov 2015

La arrogancia de ir contra Dios

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil -Esta noticia: “Los magistrados de la Corte Constitucional en su Sala Plena aprobaron la adopción igualitaria sin condiciones en Colombia con 6 votos a favor y 2 en contra”, es sin lugar a dudas la señal más clara de cómo en nuestra querida patria Colombia estos señores y señoras que cuidan e interpretan nuestra carta magna han realizado un atentado grave no sólo contra la dignidad y respeto de los niños, no sólo contra lo sagrado que es la familia, no sólo contra la Iglesia que siempre defiende los derechos y deberes de cada persona y de todas las personas, sino directamente contra Dios. Manipulados por las ideologías del género han querido imponer una orientación completamente contraria a lo propuesto por Dios desde el comienzo de la creación. Sería bueno preguntarles a ellos mismos si devolviendo su vida a la primera infancia ¿estarían de acuerdo para ser criados y educados por parejas de homosexuales y lesbianas? Lo que son ahora se lo deben a que tuvieron una familia que los acogió y les brindó con mucho esfuerzo una calidad de vida que siempre tuvo como referentes a un varón papá, a una mujer mamá y a unos hermanitos. ¿O acaso, ellos se creen más que Dios para cambiar las reglas del delicado juego de la vida? Durante milenios de milenios la humanidad se ha multiplicado respetando la propuesta natural del matrimonio y de la familia. Por eso, ahora, no vengan a decirnos cómo debemos manejar la vida de los niños y niñas de Colombia, que pueden ser adoptados perfectamente por matrimonios y familias bien constituidas. La vida de cada ser humano tiene su verdadera cuna de formación básica en las familias como Dios las estableció desde el comienzo de la creación. Génesis 1, 27 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo Dios: «Sean fecundos y multiplíquense y llenen la tierra y sométanla» Nosotros obedecemos a Dios y no a los hombres.

Vie 6 Nov 2015

Misericordiosos como el Padre

Escrito por: MonseñorLuis Adriano Piedrahita Sandoval Terminando el mes de noviembre estaremos iniciando un nuevo año litúrgico con el tiempo del adviento, es decir, un tiempo que nos habla de la venida, el advenimiento, el acontecer de Dios en nuestra vida, y que nos invita a un avivamiento en los creyentes de la espera del Señor. Con dicho espíritu de esperanza cristiana ante el Señor que viene, comenzamos a vivir el año santo de la misericordia al que el Papa nos ha convocado, y ante el que aguardamos un paso intenso del Señor en medio de su pueblo. El ocho de diciembre, cuando estaremos celebrando la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen, el Santo Padre estará abriendo la Puerta Santa de la misericordia, “a través de la cual, cualquiera que entre podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza”. Y el domingo siguiente se estará abriendo la Puerta Santa de la Misericordia en la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de la diócesis de Roma, y en cada una de las catedrales del mundo, entre ellas, naturalmente, en nuestra Catedral Basílica del “Sagrario y San Miguel” de la diócesis de Santa Marta. De esta manera, como lo ha pedido el Papa, estaremos directamente comprometidos a vivir este año Santo “como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual”. En el transcurso de este año santo todos los fieles de la diócesis tendrán la oportunidad de peregrinar a algunos lugares señalados (La Catedral basílica, Jesús Divina Misericordia del Cisne, Jesús de la Divina Misericordia de Ciénaga, Señor de los Milagros de Fundación y Nuestra Señora del Tránsito de Salamina), como una imagen del camino que cada persona realiza en su existencia por este mundo hacia la casa del Padre. Quienes vivan con las debidas condiciones de conversión, de piedad, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de perdón, teniendo en cuenta que la misericordia es una meta por alcanzar que requiere compromiso y sacrificio, dicha peregrinación les permitirá “dejarse abrazar por la misericordia de Dios y comprometerse a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros”. De las gracias extraordinarias del jubileo no estarán excluidos los internos que se encuentran en la cárcel y los enfermos que se ven obligados a permanecer en sus lugares de estancia. Dispongámonos, pues, a recibir este año de la misericordia con las mentes y los corazones bien dispuestos a transitar el camino de la misericordia de Dios que nos ha hecho sus destinatarios privilegiados en el transcurso de nuestras vidas y se nos sigue manifestando continuamente. Contemplarla con mayor intensidad nos ha de llevar a abrir el corazón al perdón, a la reconciliación, y a cuantos viven en situaciones de precariedad y sufrimiento, para “curar las heridas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención”, como lo pide el Papa Francisco. + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de Santa Marta