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evangelio

Dom 6 Mar 2016

¡Voy a volver a casa!

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil - Volver a casa ha sido para todos nosotros una alegría sin igual, especialmente cuando por estudios, viajes u opciones de vida estamos durante muchos años lejos de los nuestros. Decimos usualmente. No hay como volver a casa. Los abrazos de la familia, los lugares comunes, las comidas, las tertulias, todo se convierte en vida porque la familia es la matriz fundamental de nuestra existencia. La parábola del evangelio de San Lucas 5 en este cuarto domingo de cuaresma nos presenta una historia magistral de amor, ternura y misericordia como nunca la habíamos oído. El hijo menor pretendiendo ganar libertad encontró esclavitud y humillación. Los sabores de las algarrobas y los olores de los cerdos le recordaron con mayor fuerza los sabores y olores de su casa paterna. Pero sobre todo el amor de su familia querida donde era reconocido como hijo y como hermano. Tuvo el valor de reconocer su pecado y volver a casa. Este drama que vivió el hijo menor lo vivimos todos cuando pretendemos ganar vida y libertad sin Dios. El Pueblo de Israel en una etapa de su historia vivió esta situación. Fue sometido por los egipcios a la esclavitud y la vida se convirtió en opresión. Yahveh Dios como padre misericordioso los liberó a través de su siervo Moisés para traerlos de nuevo a la casa de la tierra prometida. Lo más conmovedor de la parábola es cuando el hijo menor regresa a casa con su lista de pecados resuelto a ser tratado como un siervo. En cambio, el padre siempre ha esperado a su hijo y apenas lo ve de lejos se lanza en una carrera de amor misericordioso. “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo”. Esta actitud es indudablemente el colmo del amor de Dios que rompe los paradigmas de nuestras maneras de reaccionar ante el hijo o hermano que nos ha ofendido o ha vivido desordenadamente. El vestido, el anillo, las sandalias, la fiesta, el ternero cebado y el baile se convierten en los elementos más bellos de acogida al hijo y hermano que estaba muerto y ha vuelto a la vida. Este es el amor misericordioso de Dios. Hay muchas situaciones de pecado que nos esclavizan y nos hacen vivir lejos de la casa del padre. El sacramento de la reconciliación que Jesús ha dejado en su Iglesia es una de las maneras más humanas y bellas para experimentar este amor misericordioso de Dios cuando el presbítero en nombre de Cristo y de la Iglesia nos absuelve y perdona los pecados. De esclavos del pecado pasamos a hijos revestidos por el amor de Dios. “El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación” 2Corintios 5, + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Dom 6 Mar 2016

¡Voy a volver a casa!

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil - Volver a casa ha sido para todos nosotros una alegría sin igual, especialmente cuando por estudios, viajes u opciones de vida estamos durante muchos años lejos de los nuestros. Decimos usualmente. No hay como volver a casa. Los abrazos de la familia, los lugares comunes, las comidas, las tertulias, todo se convierte en vida porque la familia es la matriz fundamental de nuestra existencia. La parábola del evangelio de San Lucas 5 en este cuarto domingo de cuaresma nos presenta una historia magistral de amor, ternura y misericordia como nunca la habíamos oído. El hijo menor pretendiendo ganar libertad encontró esclavitud y humillación. Los sabores de las algarrobas y los olores de los cerdos le recordaron con mayor fuerza los sabores y olores de su casa paterna. Pero sobre todo el amor de su familia querida donde era reconocido como hijo y como hermano. Tuvo el valor de reconocer su pecado y volver a casa. Este drama que vivió el hijo menor lo vivimos todos cuando pretendemos ganar vida y libertad sin Dios. El Pueblo de Israel en una etapa de su historia vivió esta situación. Fue sometido por los egipcios a la esclavitud y la vida se convirtió en opresión. Yahveh Dios como padre misericordioso los liberó a través de su siervo Moisés para traerlos de nuevo a la casa de la tierra prometida. Lo más conmovedor de la parábola es cuando el hijo menor regresa a casa con su lista de pecados resuelto a ser tratado como un siervo. En cambio, el padre siempre ha esperado a su hijo y apenas lo ve de lejos se lanza en una carrera de amor misericordioso. “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo”. Esta actitud es indudablemente el colmo del amor de Dios que rompe los paradigmas de nuestras maneras de reaccionar ante el hijo o hermano que nos ha ofendido o ha vivido desordenadamente. El vestido, el anillo, las sandalias, la fiesta, el ternero cebado y el baile se convierten en los elementos más bellos de acogida al hijo y hermano que estaba muerto y ha vuelto a la vida. Este es el amor misericordioso de Dios. Hay muchas situaciones de pecado que nos esclavizan y nos hacen vivir lejos de la casa del padre. El sacramento de la reconciliación que Jesús ha dejado en su Iglesia es una de las maneras más humanas y bellas para experimentar este amor misericordioso de Dios cuando el presbítero en nombre de Cristo y de la Iglesia nos absuelve y perdona los pecados. De esclavos del pecado pasamos a hijos revestidos por el amor de Dios. “El que es de Cristo es una criatura nueva: lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el servicio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado el mensaje de la reconciliación” 2Corintios 5, + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Vie 5 Feb 2016

Seamos pescadores de hombres, seamos testigos del Señor

A través del Bautismo, el Señor nos llama para que seamos testigos de su Palabra y posteriormente pescadores de hombres. En este caminar descubrimos nuestras limitaciones, pero también la misericordia de nuestro Dios. Este es el eje central de la reflexión que este domingo nos propone el Evangelio y que nos las presenta el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano - CELAM. Como hijos del Dios confiemos en el llamado que nos hace el Señor y dejando nuestros pecados seamos pescadores de hombres y testigos de su palabra. Escuchemos la reflexión de este domingo. [icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon]

Mar 26 Ene 2016

La Fe es un don que Dios nos concede

En un mundo donde la salvación está en la diversión, la riqueza y el relativismo pidamos al Señor que aumente nuestra Fe y que nos ayude a seguirle de forma decidida. Este es el eje central del mensaje del cardenal Rubén Salazar Gómez para este domingo 31 de enero, cuarto domingo del tiempo ordinario. El prelado nos recuerda que seguir a Cristo requiere de una decisión valiente, para que al encontrarnos con él nuestra vida se llene de gozo y seamos verdaderos discípulos y misioneros del Señor. [icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon]

Lun 18 Ene 2016

“Hoy se ha cumplido esta profecía”

Con esta frase Jesús, en el evangelio de este domingo, nos quiere recordar que cada hora, cada minuto y cada segundo de nuestra vida Él está presente. Así lo explica el cardenal Rubén Salazar Gómez en su habitual reflexión del evangelio. “Todos los minutos de nuestra vida deben estar llenos de la presencia del Señor, porque Él cubre todas nuestras necesidades”, explicó el purpurado. Cardenal Salazar Gómez, también recordó que en medio de las tribulaciones, las nubes negras y la tempestad Dios está presente y que su presencia siempre será misericordiosa. Escuchemos con atención la reflexión. [icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon]

Vie 15 Ene 2016

Reflexión 17 de enero de 2016

Reflexión domingo 17 de enero de 2016.

Lun 11 Ene 2016

María es intercesora, guía y acompañante

Durante el primer domingo del tiempo ordinario, el Evangelio nos relata el pasaje bíblico de las Bodas de Canaán. Esta escena nos recuerda que María es la madre que nos ayuda a comunicar con su hijo. Así lo explicó el cardenal Rubén Salazar Gómez. El prelado, en su habitual reflexión de los domingos, explicó que María es nuestra compañera de camino, ella intercede por nosotros, nos guía y acompaña y constantemente nos está diciendo: “Hagan lo que él les diga”. Por ello, al igual que la virgen María nosotros debemos estar atentos a las necesidades de los demás. Descubramos la fuerza salvadora de Cristo y que María nos lleve hacia Jesús. Escuchemos con atención la reflexión. [icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon]

Lun 4 Ene 2016

El Bautismo nos configura con Cristo

Al celebrar la fiesta del Bautismo del Señor el llamado a los creyentes es el de confirmar nuestra entrega a Cristo y su Evangelio, afirmó el cardenal Rubén Salazar Gómez. El purpurado recordó que a través del bautismo Dios ha querido hacernos hijos suyos y que nos configuramos con Cristo. “Dios nos amina a través del Espíritu Santo para que seamos discípulos del maestro”, subrayó. Así mismo explicó que la Navidad, la Epifanía y la Fiesta del Bautismo están íntimamente relacionadas y que en el Año de la Misericordia estamos llamados a tener un corazón abierto y sensible para ser misericordiosos como el Padre. Escuchemos con atención la reflexión. [icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon]