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pentecostés

Jue 17 Mayo 2018

El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia

Primera lectura: Hch 2,1-11 Salmo Sal 104(103),1ab+24ac. 29bc-30.31+34 (R. Cfr. 30) Segunda lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 o Ga 5,16-25 Evangelio: Jn 20,19-23 o Jn 15, 26-27; 16,12-15 El Espíritu Santo, alma de la Iglesia, viene para confirmar la victoria pascual y para configurar la comunidad creyente con sus dones y con sus carismas, llenando la esperanza de los pueblos. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Pentecostés es fiesta de amor, de perdón, de esperanza, de alegría compartida por el don del Espíritu que viene, como lo anunció Jesús en los capítulos 14,15 y 16 del Evangelio de San Juan que leíamos en el Tiempo Pascual, para ser maestro, guía, abogado, defensor, memoria, consejo, fortaleza, consuelo y paz de los discípulos de Jesús, para darnos el gozo de perdonar y ser perdonados, para llenarnos de luz y de vida. Hoy esta palabra nos vuelve a contar lo que pasó en aquel domingo, luego el Salmo nos canta la gracia y la gloria del Espíritu. San Pablo nos muestra cómo actúa el Espíritu Santo y la Secuencia, que enriquece la liturgia de la Palabra en este día, nos dijo quién es y cómo actúa el Espíritu en nosotros, en la Iglesia. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Si hemos meditado y vivido esta Solemnidad desde su Vigilia, la palabra es maestra de las acciones de Dios y de la presencia del Espíritu Divino en la creación, en la vida del pueblo santo, en la fe de la naciente Iglesia, pero sobre todo en Jesús, el Señor, el ungido por el Espíritu. Ahora la Palabra, en el día mismo de Pentecostés, me debe recordar que también he recibido este don maravilloso en el Bautismo, en la Confirmación, en la Ordenación Sagrada. La conciencia de ser “del Espíritu Santo” nos debe hacer vivir la riqueza de la fe recibida para que luego, con el impulso del mismo Espíritu nos lancemos a la misión, nos movamos en clave de fe, seamos espirituales, es decir, actuemos en concordancia con la presencia del Espíritu que nos ha querido hacer no solo su morada sino los difusores de su gracia. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Debo recordarle al pueblo que se me ha confiado que: El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, el arquitecto del Reino, el compañero del camino, la fuerza, el consuelo, la verdad y la vida. Debo recordar lo que hace cincuenta años dijo un Obispo oriental, el Patriarca Ignacio de Antioquía en Upsala en 1968. “Sin el Espíritu Santo, Dios está lejos, Cristo permanece en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia es una pura organización, la autoridad es tiranía, la misión es propaganda, la liturgia es simple recuerdo, y la vida cristiana es una moral de esclavos. Pero en el Espíritu, y en una sinergia indisociable, el cosmos es liberado y gime en el alumbramiento del Reino, el hombre lucha contra el egoísmo, Cristo resucitado está aquí, el evangelio es una fuerza vivificadora, la Iglesia significa la comunión trinitaria, la autoridad es un Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación, y la acción humana lo diviniza todo” Estas dicientes palabras son una escuela para que aprendamos a distinguir cómo actúa el Espíritu, para que no encerremos en un movimiento o en un grupo, sino que lo hagamos luz de todo, compañero de todo, fuerza para toda la acción de la Iglesia. Además, hemos de comprender que el Espíritu no es una persona aislada, es un don del Padre y del Hijo y con ellos “recibe adoración y gloria” es decir no puede aislarse, no puede monopolizarse, no puede acapararse. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Debo entender que el Espíritu Santo es el don del Resucitado, para que todo lo que se me pide, las acciones, las experiencias de oración, la contemplación fervorosa de la Palabra, la misión misma se sienta movida por el Espíritu Santo, se sienta iluminada por la fuerza de su amor trascendente.

Vie 2 Jun 2017

Celebremos Pentecostés

Como lo hizo el Espíritu Santo el día de Pentecostés, permitamos también hoy que la Palabra de Dios irrumpa en nuestra vida y así seamos capaces de anunciar las maravillas que Dios hace en nosotros a través de su Espíritu. Primera lectura: Hch 2, 1-11 Salmo: 104(103), 1ab+24ac.29bc-30.31+34 (R. cf. 30) Segunda lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 o Rm 8, 8-17 Evangelio: Jn 20, 19-23. Contexto bíblico La respuesta del Salmo que nos propone la liturgia de la Palabra de esta solemnidad de Pentecostés es una concreta síntesis de todo el mensaje de esta celebración: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. La vida de los miembros de la Iglesia está bajo el aliento del Espíritu, así lo expresa el salmista confiadamente: “Le retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo. Envías tu aliento y los creas, y renuevas la faz de la tierra” (Salmo 104, 29-30). Así mismo toda la liturgia de la Palabra de este domingo da testimonio de la renovación y la comunión que viene con el Espíritu, pues ante aquellos que estaban reunidos en el mismo lugar (Hec. 2, 1), sobreviene el Espíritu, bajo dos imágenes, viento y fuego (recordemos que estos elementos son los que acompañan las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento), para unir lo disperso y comprender ahora el lenguaje de Dios. También la segunda lectura nos recuerda que uno de los efectos de la presencia del Espíritu en la Iglesia es la unidad y el servicio en la comunión: “Hay en la Iglesia diversidad de carismas, pero un solo Espíritu” (1 Cor. 12, 4). El texto evangélico también entra en sintonía con el mensaje de la celebración a partir de tres elementos esenciales: 1. El Resucitado se aparece a sus discípulos el primer día de la semana, sin necesidad de abrir las puertas del lugar donde se encontraban reunidos (Jn. 20, 19), ahora no se necesitan abrir estas puertas, lo que Jesús tratará de abrir con su saludo: “Paz a vosotros” (Jn. 20, 19c) es las puertas de sus corazones, para que puedan recibir el Espíritu. Este saludo, que el texto pone en palabras de Jesús repetidamente, capacitará a los discípulos para recibir el Espíritu. 2. El envío que Jesús hace a sus discípulos tiene un modelo, la encarnación: “como el Padre me envió así os envío yo” (Jn. 20, 21b); la forma como Jesús es enviado al mundo es el prototipo del envío que Él opera para con sus discípulos, que sean capaces de encarnarse en la vida de los hombres, para esto necesitan principalmente el don de la paz, de ahí el saludo de Jesús Resucitado. 3. Con la transmisión del Espíritu Santo que tiene poder en la vida de los discípulos, la Iglesia asume el mandato de perdonar y de retener los pecados, sabiendo que este acto es una obra que Dios hace y no un esfuerzo personal de cada uno, Dios es el que toma la iniciativa, nosotros simplemente respondemos con la fuerza del Espíritu que Él mismo nos ha dado. 2. Contexto situacional En la historia de la salvación hemos podido constatar que esa venida del Espíritu Santo es frecuente, más aún, necesaria. Todo lo que el Espíritu Santo toca es transformado, el Espíritu Santo toca el caos (desorden) y lo convierte en cosmos (orden), el Espíritu Santo toca el barro y lo transforma en hombre, el Espíritu Santo toca a María y la transforma en la Madre de Dios, el Espíritu Santo toca los discípulos y los convierte en mártires y testigos, el Espíritu Santo toca el pan y el vino y los transforma en el Cuerpo y la Sangre del Señor, el Espíritu Santo toca un hombre y lo convierte en sacerdote, ministro de Dios, el Espíritu Santo toca una comunidad y la transforma en el Cuerpo del Señor. Esta Solemnidad de Pentecostés es la oportunidad para dejarnos tocar por el Espíritu Santo, para dejar que su poder se muestre en nosotros transformándonos, es un momento celebrativo muy importante para pedir a ese Espíritu que todo lo renueva que toque hoy nuestros corazones, que toque hoy a Colombia y nos permita recibir especialmente la paz que trae el Resucitado para cada uno de nosotros y que hoy anhelamos tanto en nuestro país. Una persona que ha dejado que su vida sea un templo para el Espíritu Santo no puede más que vivir en paz y comunicarla, porque la paz no es la ausencia de problemas y de guerras, sino la capacidad que me da Dios, a través de su Espíritu, de buscar soluciones ciertas y verdaderas a los problemas que nos acontecen cada día a los hombres. Un bautizado que ha hecho conciencia de lo que el Espíritu está haciendo en él, aprovecha cada momento de su vida para instaurar la paz, donde quiera que vaya y con quien quiera que esté. 3. Contexto celebrativo Pentecostés es una Solemnidad en la Iglesia porque a través de este acontecimiento Dios la santifica, así comienza precisamente la Oración Colecta para la eucaristía de este día: “Oh, Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia”. El Espíritu Santo sigue obrando hoy en el pueblo que Dios se ha elegido, sigue realizando las maravillas que ha obrado durante la historia de la salvación. El Espíritu Santo, nos lo recuerda la anamnesis del prefacio para este día: “fue el alma de la Iglesia naciente”, por este Espíritu se “infundió el conocimiento de Dios a todos los pueblos”. Este Espíritu sigue ahora obrando con poder en la Iglesia a través del velo de la vida sacramental, para desvelarnos el gran misterio que Dios quiere comunicarnos, el misterio de su gran amor. En cada celebración eucarística, el sacerdote a través de la epíclesis (invocación del Espíritu Santo), pide nuevamente la presencia del Espíritu Santo, primero sobre las ofrendas del pan y del vino y luego sobre la comunidad reunida en oración. Esto quiere decir que en cada celebración litúrgica somos tocados por el Espíritu, entonces en nosotros deben fructificar cotidianamente los dones de la paz, el perdón, la reconciliación, la fraternidad y el amor. Una comunidad que en cada eucaristía está asistida por la fuerza del Espíritu de Dios, debe ser una comunidad viva, alegre, fraterna, evangelizadora, misionera y caritativa. Recomendaciones prácticas: Puede ambientarse el lugar con un candelabro de siete velas representando los siete dones del Espíritu Santo. Puede ponerse esta frase en la cartelera comunitaria: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”. Recordar que las lecturas y el formulario de la misa son propios de la solemnidad. Es conveniente seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con el «Reunidos en comunión» propio. Si, en cambio, se hace la Plegaria Eucarística II o III, en el memento (Acuérdate, Señor…) hay un recuerdo propio. Hoy termina el Tiempo Pascual. Después de la última Misa, en la noche, se apaga el cirio pascual y se retira del presbiterio; conviene colocarlo decorosamente en el bautisterio para que arda durante la celebración del Bautismo y poder encender en él los cirios de los bautizados. Recordar que esta semana: En este día se celebra del día del campesino Es la Semana de Oración por la unidad de los cristianos. El lunes y el martes siguientes, en las Misas con participación del pueblo, se puede celebrar la Misa del día de Pentecostés o una de las votivas del Espíritu Santo. El lunes 5de junio, inicia la segunda parte del Tiempo Ordinario, con la semana 9ª. Liturgia de las Horas Tomo III (semana 1ª del salterio). El próximo domingo 11, es la solemnidad de La Santísima Trinidad.

Mar 23 Mayo 2017

Celebremos la Vigilia de Pentecostés en clave papal

El Comité Pastoral - Teológico de la visita del papa Francisco a Colombia preparó la Vigilia de Pentecostés en clave papal. Este insumo celebrativo está orientado para disponer el corazón y preparar espiritualmente a los colombianos y así poder abrir el horizonte e ir tomando más conciencia de la visita del sucesor de Pedro, explicó el padre Juan Álvaro Zapata, Director de la Comisión Teológica Pastoral de la visita del Papa. “A través de la vigilia imploremos el Espíritu Santo para que a través de la presencia del papa Francisco en Colombia nos traiga estos dones que el Señor nos regala por medio de su espíritu y que el papa venga a recordarnos nuestra misión como cristianos, y avive en nosotros la fe e ilumine el camino que debemos seguir como colombianos.”, aseguró el padre Juan Álvaro Zapata. [icon class='fa fa-download' link=‘’]DESCARGA LA VIGILIA[/icon] La vigilia se centra en los símbolos que tiene Pentecostés e están iluminados con las reflexiones que el papa nos regala en Laudato Si. La Vigilia de Pentecostés es la segunda más importante de la Iglesia Católica, luego de la de Pascua. El padre Álvaro Zapata invitó para que aprovechemos este insumo y lo utilicemos en las parroquias, los movimientos eclesiales y así permitamos que el Espíritu Santo derrame sus dones sobre nuestro país. Imagen tomada de Internet

Mié 11 Mayo 2016

Reflexión: Pentecostés

[icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon] Tweets por el @cardenalruben. !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+"://platform.twitter.com/widgets.js";fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document,"script","twitter-wjs");

Mié 11 Mayo 2016

Pentecostés, fiesta de la donación del Espíritu Santo

Los cristianos celebramos en esta cincuentena, después de la Pascua-Resurrección de Jesús, la donación del Espíritu a la comunidad apostólica. Hoy reunidos en el nombre del Señor pidamos en esta Santa Eucaristía la gracia de renovar el don del Espíritu Santo en nosotros, para que este encuentro de comunión fraterna nos aproveche para vivir en fe, esperanza y caridad. Participemos con atención y devoción. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 2,1-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 104(103),1ab+24ac.29bc-30.31+34 (R. cf. 30)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Corintios 12,3b-7.12-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Juan 20,19-23[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Pentecostés es la fiesta que cierra el tiempo de pascua. Es la fiesta de la donación del Espíritu Santo a la Iglesia de Cristo, signo de su exaltación a la diestra del Padre, de la cual es consecuencia la misión del nuevo pueblo de Dios. El don pascual de Espíritu Santo lleva a cumplimiento la revelación trinitaria. De hecho la misión del Espíritu Santo, de la cual se narra en el capítulo segundo de los Hechos de los Apóstoles, no es más que el reflejo visible, espacio-temporal, de aquella eterna posesión, por vía de amor, por la cual el Padre y el Hijo se encuentran en el Espíritu Santo. Pentecostés está destinado a recuperar, también en la vida litúrgica de la Iglesia y en la estima de los fieles, aquella importancia que siempre ha tenido en la vida de la comunidad primitiva y en la tradición patrística. Pentecostés según la tradición lucana cae cincuenta días después de la Pascua. Lucas ofrece dos notas cronológicas que establecen un cierto espacio entre Pascua y Pentecostés (Lucas 24,49; Hechos 1,4-5). En Juan la efusión del Espíritu Santo habría tenido lugar en la noche de pascua (Juan 20); Juan concibe el misterio Pascual como un todo: Resurrección, ascensión, y Pentecostés forman para Juan una unidad inseparable. Dios se manifiesta directamente con su Espíritu, este Espíritu llena e invade el alma de los apóstoles, la alegría de un pueblo y de una solemnidad litúrgica se convierte en el gozo mesiánico de todos los pueblos, los cuales saludan “en el gran día” el advenimiento de la salvación. De hecho no se trata solamente de beneficios temporales, sino de verdadera salvación, que todos podemos lograr también con la invocación del nombre del Señor. Al querer dar una interpretación teológica objetiva del hecho de Pentecostés, es necesario referirse al discurso con el cual San Pedro se ha dirigido a los presentes. Es un hecho por todos constatado. Se trata de interpretarlo. San Pedro iluminado e inspirado de lo alto sugiere una triple interpretación del hecho de pentecostés: escatología, Cristología, y eclesiología. El hecho de Pentecostés, según la auténtica interpretación de apóstol, encuentra por lo tanto su explicación en un dicho del profeta Joel. Lo que viene expresado en la fórmula «se cumple cuanto ha estado dicho por el profeta» (v.16). Con su Espíritu de hecho Yahveh comunica el don de la profecía (Cf. Is. 55,11), conforta a sus fieles (Núm. 11,17.25), pone a disposición de todos la salvación (Cf. Is 1,16-20) y reúne una comunidad (Is. 44,3ss). Allí se revela el carácter mesiánico-escatológico del don del Espíritu y el anuncio de los tiempos mesiánicos. La Cristología en el discurso de Pedro se apoya en la profecía de Joel. A Jesús vienen aplicados algunos particulares de la profecía. En Hechos 2, de él se dice que ha infundido el don del Espíritu Santo, con prodigios y signos, que es el Señor, por consiguiente haciéndose bautizar en su nombre se obtiene la salvación. Pedro no ha terminado todavía de hablar, los presentes ya reaccionan positivamente a su discurso. Previenen, por así decirlo, la misma invitación del apóstol a la penitencia y al bautismo. Este es uno de los efectos de Pentecostés: aquellos a que quienes el Espíritu Santo visita, se sienten impulsados hacia la unidad y hacen Iglesia. Pedro mismo advierte esta situación y los anima en el desarrollo de su discurso, a la penitencia, a la conversión, a la fe y al bautismo. Allí Pedro daba testimonio y los exhortaba. Las palabras de Pedro tocaron la vida de cada uno de los presentes y surge una pregunta «¿qué cosa debemos hacer, hermanos?» y Pedro da la respuesta invitando a la conversión y al bautismo, para el perdón de los pecados (Hechos 2,37-39). En ésta última sección del discurso encontramos por lo tanto, una clara descripción del proceso de la conversión: predicación-escucha-aceptación (fe), en el cual se añaden los momentos decisivos, del bautismo y de la agregación a la Iglesia. Solo así el hombre, se puede decir salvado y la conversión considerada perfecta. La salvación mesiánica, parte de la Palabra de Dios, solemnemente proclamada y testimoniada de los apóstoles, y tiende a la formación de la Iglesia. Podemos notar en el discurso de San Pedro, que la verdadera interpretación de Pentecostés, está en reconocer, que cada hombre y cada cristiano está en esencial relación con otros seres y con todo el cosmos y que por lo tanto, no se salva solo; está en creer que toda la humanidad hace cuerpo (el cuerpo de Cristo) y es regulada de una ley de solidaridad de la cual ninguno puede escapar. El presente viene definido, como el período de tiempo en el cual se realizan las promesas mesiánicas destinadas a todos los hombres; es el tiempo de Pentecostés, el Tiempo del Espíritu; el pasado viene identificado con la vida terrena de Jesús (ministerio y muerte) hasta su resurrección: es el tiempo de la pascua de Jesús, el tiempo de Cristo; el futuro viene considerado, como el tiempo útil y providencial, a disposición de todos, para ponerse en contacto con el don de la salvación, mediante la conversión y el bautismo: es el tiempo de nuestra pascua, el tiempo de la Iglesia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] En la primera comunidad cristiana, los frutos no se hicieron esperar; testigos de la resurrección reciben el Espíritu Santo y se convierten en discípulos misioneros de fe, esperanza y caridad, con los signos de comunión que se manifestaron en quienes aceptaron con un «Sí» el amor de Dios en su vida. Se identificaron plenamente como discípulos del Señor, su sensibilidad creció de modo que otros hicieron parte de un estilo de vida donde todos se sentían hermanos e hijos de un mismo Dios. Los discípulos no se quedaron en una actitud pasiva esperando a ver qué pasaría, si otros arreglaban su situación en medio de egoísmos, envidias, divisiones; sino al contrario, se sintieron protagonistas de un mundo mejor, y con su vida hicieron que otros le apostaran a vivir el amor de Dios. Se apartaron de la indiferencia y comenzaron a ver su realidad con ojos de fe. Creyeron que sí era posible vivir los dones y frutos que el Espíritu Santo había dado a cada uno para el fortalecimiento de las virtudes y valores de una comunidad que empezó a crecer en la solidaridad, en la paz, en la reconciliación, de la cual todos se sintieron protagonistas. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] El Espíritu Santo hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarnos, para conducirnos a la comunión con Dios, para que demos frutos en el único cuerpo de Cristo; nos impulsa a la unidad y distribuye sus dones en servicio a todo el pueblo de Dios. Por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo continúa comunicándonos su Espíritu Santo y santifica a todos los miembros de su cuerpo. En Cristo salimos victoriosos, hoy somos testigos del amor de Dios que se nos ha dado por medio de su Espíritu. Celebramos la Eucaristía, signo de comunión, de paz, perdón; aquí nos sentimos hijos de Dios y hermanos en espera de que nosotros podamos irradiar la fuerza del Espíritu de Dios con un nuevo estilo de vida que haga ver a otros que sí es posible una familia, una Colombia capaz de más misericordia, una humanidad reconciliada y reconciliadora fruto de los dones y frutos que el Espíritu Santo nos da. Hoy contemplamos el milagro de la comunión, fruto del amor del Padre y el Hijo en la donación del Espíritu santo. Como misioneros vayamos y digámosle a nuestra familia, a quienes viven en nuestra vereda, barrio, sector, que sí es posible vivir la comunión de hermanos, de hijos de Dios con nuestras sencillas acciones portadoras de vida, de la vida plena que hemos recibido en Jesús. Cada mañana al despertar demos gracias a Dios por el don de su Espíritu en nuestras vidas y pidamos la gracia de ver la jornada, en nuestra familia, colegio, universidad, lugar de trabajo, con mirada de fe, esperanza y caridad. Que Dios nuestro Señor acepte nuestro compromiso de fortalecer la unidad entre nosotros, siendo discípulos misioneros que creemos en el hoy de salvación, en la paz, don de Dios y tarea de cada día, y nos pongamos en camino hacia la construcción de la Civilización del Amor. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Podría tenerse como signo o ambientación para la celebración un mensaje en torno a los dones o a los frutos del Espíritu Santo. Tener presente que esta Solemnidad tiene formulario propio para la Misa de la Vigilia y la Misa del día, pp. 279-287 del Misal Romano. Darle el verdadero valor a la Vigilia de Pentecostés, con su identidad litúrgica propia, sin prolongarla innecesariamente o recargarla con demasiados signos o fraccionar la asamblea. Hoy inicia la Semana de Oración por la Unidad de los Cristiano. Para tener en cuenta: hoy termina el Tiempo Pascual. Después de la última Misa, en la noche, se apaga el cirio pascual y se retira del presbiterio; conviene colocarlo decorosamente en el bautisterio para que arda durante la celebración del Bautismo y poder encender en él los cirios de los bautizados. El lunes y el martes siguientes, en las Misas con participación del pueblo, se puede celebrar la Misa del día de Pentecostés o una de las votivas del Espíritu Santo. Recordar que esta semana. Hoy 15 de mayo es el día del educador. El lunes 16 de mayo, inicia la segunda parte del Tiempo Ordinario, que continúa con la 7ª semana y se prolongará hasta el 30 de noviembre. Liturgia de las Horas Tomo III, Salterio 3ª semana. El próximo domingo, 22 de mayo, es la Solemnidad de La Santísima Trinidad. Foto Tomado de Internet