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estupefacientes

Lun 30 Sep 2019

El tiempo libre

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - El discernimiento legislativo y cultural y por no decirlo, de salud pública, sobre el uso de estupefacientes y alcohol en espacios públicos, hace pensar mucho también en el gran desafío que tiene para los jóvenes y niños particularmente, pero sin duda para todos los ciudadanos, el adecuado uso del así llamado “tiempo libre”, es decir aquel que queda habiendo cumplido las obligaciones familiares, escolares o de trabajo. El problema planteado se refiere al buen uso de ese tiempo, de modo que contribuya al bienestar genuino, en unos casos, así como para la formación integral, en otros. En una observación atenta de la realidad se puede constatar el efecto deletéreo que el mal empleo e incluso, perversa utilización de esas horas, tiene actualmente sobre tantas personas especialmente sobre menores y adolescentes. En las visitas pastorales, en diálogo abierto con padres de familia, educadores, párrocos e incluso autoridades gubernamentales y de policía, hemos hecho cuentas numéricas de las horas disponibles, en el caso concreto de niños y jóvenes. De las 24 horas del día se llega a la conclusión que ellos pasan, de ordinario, alrededor de ocho en la institución escolar, otras ocho en la familia (incluido el tiempo de internet, en el que están propiamente “fuera” y TV), y las restantes ocho horas, las que podríamos llamar de “tiempo libre”. La triple pregunta que cabe en este caso es: en este tiempo, que constituye la tercera parte del disponible cada día, ¿dónde están? (lugares), ¿con quién están? (personas) y ¿qué están haciendo? (uso). Naturalmente no podemos prejuzgar que todos estén “mal parqueados” pero la realidad sí deja ver cuántos, y no son pocos, están dañando su vida por el uso de estupefacientes, aprendizaje de conductas delictivas, en contravía de un adecuado y deseable proyecto de vida y de paso convirtiendo el entorno social en pavorosos ambientes de inseguridad, violencia e influencia negativa, neutralizando la finalidad que en beneficio de los ciudadanos y de las comunidades debería esperarse. La conciencia sobre el buen uso del tiempo libre es un reto multilateral que necesariamente debe tocar la conciencia de padres de familia, educadores, comunidades locales, instituciones diversas de intervención social y de modo prioritario al Estado, a quien corresponde por misión asumir políticas y proyectos que busquen el bien de los ciudadanos en materias tan urgentes como ésta. Necesario es pensar conjuntamente sobre la necesidad de extender programas de “deporte para todos”, eventos de recreación y cultura interactiva e integrativa para las colectividades con propuestas en valores; favorecer e implementar programas en beneficio del medio ambiente y trabajo amigable con la naturaleza y otras tantas iniciativas que con creatividad podrían integrar una escuela permanente para el uso formativo y restaurador de tan precioso tiempo. Con mi fraterno saludo. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga