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Jue 18 Feb 2021

La pandemia, sus evidencias y sus lecciones

Por: Mons. Gabriel Ángel Villa Vahos - Los creyentes aceptamos que nada sucede por azar, que en el plan de Dios todo tiene un propósito. Desde las páginas de la Biblia y a la luz de la Historia de la salvación, podemos constatar que muchos hechos son permisión de Dios para hacernos reaccionar y corregir el rumbo, cuando la soberbia invade el corazón humano, llevándolo a pensar que el control del mundo depende de él. ¿Qué nos está dejando en evidencia este virus que nos ha tenido casi que humillados, escondidos, distanciados y en gran incertidumbre? Hace algunos meses el diario El ‘País’ de España invitó a 75 “expertos y pensadores” a reflexionar sobre el mundo que nos espera tras la pandemia y algunas de las conclusiones no son las más alentadoras. Sociólogos y artistas, terapeutas y políticos, periodistas y filósofos, conocedores de fútbol, de economía, epidemias y hasta de la moda, participaron en este ejercicio, compilado en una serie de artículos, ‘El futuro después del coronavirus’(1) . “Nada va a cambiar –predice un psicólogo–, solo va a aumentar el sufrimiento de un mayor número de personas”. Uno de sus colegas advierte sobre los problemas de salud mental que nos dejarán meses de confinamiento. “Tenemos que prepararnos para un largo invierno económico” es la advertencia de un catedrático; “seremos más pobres... vamos a cargar con deudas heredadas”, dice otro. Al parecer, no hay salidas. “Habrá más epidemias, y serán más peligrosas”, observa un epidemiólogo. “Donde no llegue la covid-19, llegarán las mafias”, señala un escritor. Sectores de la sociedad se quedarían sin futuro alguno: “El turismo masivo va a parar”. Sin público presencial, los mundos del fútbol y del espectáculo seguirán enfrentando momentos durísimos. Los años venideros darán o no la razón de la veracidad de estas opiniones. Pero, ¿qué lecciones nos está dejando? y las personas de fe, ¿qué podemos esperar y aportar? El virus nos está dejando en evidencia, entre muchas, las siguientes lecciones: Vivimos en un mundo, que con muchas posturas y opciones, quiere prescindir y “matar” a Dios. Un mundo donde todo es mercancía y desprecio por bienes comunes como la salud, la naturaleza y la vida, la familia. Todo tiene un precio. La invitación del mundo del mercado parece decirnos: hay que acumular. Y mientras unos acumulan más y más, la miseria se va trepando por las laderas ante la indiferencia que genera el dinero. Resulta paradójico. ¿De qué vale el yo tengo, con miedo y encerrado en la casa? Queda en evidencia que no se necesita tanto para vivir e igual se disfruta la vida: “nada trajimos a este mundo y nada nos llevaremos de él, si tenemos qué comer y con qué vestirnos, demos gracias a Dios” (Cfr. 1 Tim. 6,7-10). ¿Conformismo? No. Es que en ocasiones consumimos sin necesidad y es mucho lo que podemos modificar en nuestras vidas para darles valor y mayor sentido. Con la pandemia está quedando en evidencia una desigualdad terrible, una pobreza que las estadísticas no enseñan y muy poca capacidad de ahorro de gran parte de la población. Deja en evidencia la postración de la salud: hospitales en la inopia, con enorme atraso tecnológico, llenos de deudas y personal mal pagado. Nos señala una gran desigualdad tecnológica y educativa que ayuda a aumentar la brecha social, y nos está haciendo entender que hoy internet es una necesidad y debería ser parte de los derechos de cualquier persona siquiera con un mínimo vital. Nos ha puesto en evidencia la importancia del campo y del campesino, que ha permitido el flujo de alimentos para abastecer los grandes y pequeños centros urbanos, tan indiferentes y acostumbrados a las selvas de cemento sin atinar a valorar que lo que obtienen en el supermercado es porque otros lo han trabajado con esfuerzo y mucho sudor. Ha mostrado el daño que hemos hecho a la naturaleza, arrinconando además otras especies. Ha puesto al descubierto tanta ignorancia de las personas, creyendo cadenas tontas en redes sociales, tragando información de fuentes poco confiables, acrecentando temores y rechazos sin sustento alguno. Una cruel radiografía de nuestra incapacidad de dudar y analizar. El coronavirus nos está mostrando que vivimos en un mundo desajustado casi por completo, que obedece a valores superfluos, muchos de ellos impuestos por una minoría, aunque también, menos mal, nos ha permitido ver otros caminos por los cuales podríamos vivir mejor como personas y sociedad. ¿Haremos caso al fin a las evidencias? “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades” (2), dijo el Papa Francisco en aquella memorable jornada, con el bendición urbi et orbi desde la Plaza de San Pedro. Y son momentos como el que vive la humanidad los que nos enfrentan con nosotros mismos porque nos despojan de aquello que considerábamos esencial. Son ocasiones dolorosamente privilegiadas en las que se nos invita a cambiar aquello que no está bien en nosotros. Se convierten pues, como dijo el Papa en “un momento de elección”. Quizás tendremos que adoptar una vida más sencilla, quizás sea un llamado para pensar más en los demás. Valoraremos más la presencia física de nuestros seres queridos y descubriremos que actividades tan cotidianas como salir al parque o desplazarnos para ir a trabajar, hacen parte del milagro diario de vivir. Estos tiempos de pandemia pueden ser una oportunidad para que redescubramos en el silencio de nuestros hogares “lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”. ¿Cuál es la luz que todo esto arroja sobre la situación dramática que está viviendo la humanidad? En nuestro país, el coronavirus nos tiene que llevar a ponernos de frente a las pandemias que nos están destruyendo desde hace mucho tiempo, a las problemáticas que no hemos podido resolver y a los grandes y graves males que no permiten avanzar como nación y construir el bien para todos.(3) También aquí, más que a las causas, debemos mirar a los efectos. No sólo los negativos, cuyo triste parte escuchamos cada día, sino también los positivos, que sólo una observación más atenta nos ayuda a captar. La pandemia del Coronavirus nos ha despertado bruscamente del peligro mayor que siempre han corrido los individuos y la humanidad: el del delirio de omnipotencia. «El hombre en la prosperidad no comprende —dice un salmo de la Biblia—, es como los animales que perecen» (Sal 49,21). ¡Qué verdad es!(4) Así actúa a veces Dios: trastorna nuestros proyectos y nuestra tranquilidad, para salvarnos del abismo que no vemos. Algunos cambios ya han ocurrido, y tendremos que seguir adaptándonos al futuro que llegó. El advenimiento de la ‘telemedicina’ es uno de ellos. Trabajar desde casa, otro. Claro que no se acabarán las visitas a consultorios, ni el trabajo en fábricas y oficinas. Y en estos casos, ni lo uno ni lo otro están augurando un mejor porvenir. También nuestra Iglesia tendrá que realizar un profundo discernimiento para hacer más visible su compromiso con la transformación del mundo y una evangelización que ayude en la transformación de nuestros pueblos en el respeto por la vida, la familia, la educación, el cuidado de la casa común, la búsqueda de la justicia y la equidad, la solidaridad y la fraternidad. Estamos a la expectativa de la llegada de una vacuna, que como por “arte de magia” nos saque de esta confusa situación. Mal haríamos si la expectativa está centrada en querer salir de este momento para simplemente retornar a nuestros modos de pensar y actuar antes de pandemia. Como nos ha exhortado el Santo Padre, no debemos desaprovechar esta ocasión. No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios haya sido en vano. Esta es la «recesión» que más debemos temer.(5) + Gabriel Ángel Villa Vahos Arzobispo de Tunja [1] El futuro después del Coronavirus, diario El País, Madrid 4 de mayo de 2020 2 Papa Francisco, bendición Urbi et Orbi, Roma, 27 de marzo de 2020 3 Conferencia Episcopal de Colombia, Mensaje de los obispos católicos al pueblo colombiano, Bogotá, 09 de julio de 2020 4 Raniero Cantalamessa, Homilía en la celebración litúrgica de la Pasión del Señor, Roma, 10 de abril de 2020 5 Cfr. Papa Francisco, bendición Urbi et Orbi, Roma, 27 de marzo de 2020

Lun 15 Feb 2021

Subsidio litúrgico para vivir el Miércoles de Ceniza y la Cuaresma

El próximo miércoles, 17 de febrero, con la celebración litúrgica en la que se impone el signo penitencial de la ceniza, la Iglesia católica da inicio al tiempo de la Cuaresma, un tiempo penitencial que nos ayuda a disponernos espiritualmente para la fiesta de la Resurrección de Jesús. Para vivir y animar este tiempo litúrgico, la Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Departamento de Liturgia, ha dispuesto unos insumos pastorales, prestando importante atención al momento actual que vive el país por la pandemia de Covid-19. La Iglesia, ante el aislamiento selectivo con distanciamiento individual responsable y dado que no es posible la participación de todos los creyentes en la Misa dominical y festiva, ni en la celebración de la Palabra de Dios con distribución de la sagrada comunión, orienta y recomienda para que los fieles “permanezcan en oración durante el tiempo debido personalmente, en familia o, si es oportuno, en grupos familiares”. Igualmente, anima para que las celebraciones litúrgicas de este tiempo litúrgico, sean seguidas a través de los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales. El material, contempla insumos para que se vivan dos momentos de encuentro personal de la familia con el Señor, ellos son: el rezo de las Laudes y las Vísperas. Este subsidio ofrece además: I. Celebración de la Palabra de Dios con imposición de la Santa Ceniza; II. Celebremos en Familia el Inicio de la Cuaresma, Miércoles de Ceniza; y III. Predicación orante de la Palabra, con moniciones y oración de fieles. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Dom 14 Feb 2021

Papa Francisco: "¡Gracias a Colombia, gracias!"

Como un gesto de comunión con la Iglesia colombiana, este 14 de febrero, al finalizar el rezo del Ángelus en el Vaticano, el Papa Francisco dedicó un momento para agradecer la implementación del Estatuto de Protección Temporal para los migrantes venezolanos presentes en el país, aprobado en los últimos días por el Gobierno Nacional. "Hoy, en particular, me uno a los obispos de Colombia al expresar reconocimiento por la decisión de las autoridades colombianas de implementar el Estatuto de Protección Temporal para los migrantes venezolanos presentes en el país, favoreciendo para ellos la acogida, la protección y la integración", afirmó. El papa reconoció los esfuerzos valiosos que se vienen haciendo en Colombia para enfrentar el fenómeno de la migración venezolana y dijo que, aún siendo un país con problemas de pobreza, enfrenta con valentía este proceso para ayudar a esta población. "Y esto no lo hace un país riquísimo, súper desarrollado, no. Lo hace un país con tantos problemas de desarrollo, de pobreza, de paz… casi 70 años de guerrilla. Pero, con estos problemas, ha tenido la valentía de mirar a aquellos migrantes y de hacer este estatuto. ¡Gracias a Colombia, gracias!", apuntó. Cabe recordar que la Iglesia colombiana, el pasado 10 de febrero se pronunció frente a este anuncio hecho por el Gobierno Nacional, del Estatuto de Protección Temporal para Migrantes Venezolanos, donde reconoce que se trata de una respuesta valiosa encaminada a fomentar la acogida, protección, promoción e integración de la población migrante. "Su implementación será un acto fraterno que abre las puertas para garantizar que esta población que llega a nuestro territorio pueda disfrutar de los derechos fundamentales de todas las personas y pueda acceder a oportunidades para una vida digna" [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mié 21 Oct 2020

Monseñor Álvarez Botero: "Es necesario volver la mirada a la familia"

En el 50 aniversario del Departamento de Matrimonio y Familia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), tiene lugar hoy el encuentro virtual de Agentes de la Pastoral Familiar, centrado en la familia en tiempo de pandemia. La entrevista con el Secretario General de la CEC, Monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero. “La Familia en tiempos de pandemia y post pandemia”: es el título del encuentro virtual de Agentes de la Pastoral Familiar, que tiene lugar hoy a partir de las 9 de la mañana hora local, para conmemorar los 50 años del Departamento de Matrimonio y Familia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC). El evento, contará con la participación, desde el Vaticano, de Monseñor Vincenzo Paglia, Gran Canciller del Instituto Pontificio para la Familia Juan Pablo II y Presidente de la Academia Pontificia para la Vida. Además, haciendo una lectura de la realidad mundial que se vive en tiempos de pandemia participarán Monseñor Oscar Urbina Ortega, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, Secretario General de la CEC y Monseñor Edgar de Jesús García, presidente de la comisión de Matrimonio y Familia. En la cita virtual darán también su contribución los directores que han trabajado en el Departamento de Matrimonio y Familia a lo largo de estos 50 años, quienes compartirán su experiencia y analizarán los retos de la familia hoy. “El encuentro de agentes de Pastoral familiar se realiza cada año y es una de las programaciones de la Conferencia Episcopal que más incidencia tiene”, explicó a Vatican News, Monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, Obispo auxiliar de Medellín y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia, precisando además que este año “con la circunstancia de la pandemia, el encuentro adquiere un relieve especialísimo porque consideramos que en la familia está viviendo un momento particularmente importante. En los discernimientos que hemos hecho los obispos sabemos que hoy en la familia se concentran una cantidad de situaciones positivas de un lado porque a partir del confinamiento hemos vuelto a la necesidad de la familia, pero también las problemáticas más agudas. Pensamos especialmente en que los padres han debido asumir unos roles supremamente exigentes dentro del contexto familiar como educadores, como orientadores, como médicos, como psicólogos dado que todos lo estamos viviendo en el núcleo familiar”. Fuente: Vatican News

Vie 2 Ago 2019

La voz del Pastor | Agosto 04 de 2019

Reflexión del Cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 12 13-21

Mié 18 Abr 2018

Trabajo interdisciplinario, apuesta del Departamento de Educación

Por mandato de la Asamblea de Obispos, las dependencias de la Conferencia Episcopal deberán constituir un Comité Asesor Externo que les permita, con la interdisciplinariedad de sus miembros, fijar nuevas rutas de acción en el trabajo pastoral. Así lo dio a conocer monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, obispo auxiliar de Cali y presidente de la Comisión Episcopal de Educación, Cultura y Universidades, quien por estos días instaló este equipo de consultores para el tema de educación. “La Comisión Episcopal de Educación, Cultura y Universidades tiene un abanico muy grande de campos por explorar, con temas muy complejos que se convierten en retos de gran envergadura para la Iglesia colombiana. El área de Educación en la parte básica y media; el tema universidades, 26 universidades católicas con miles de estudiantes; y en el tema educativo afronta la problemática de un país convulsionado que necesita de profesionales competentes que ayuden a la transformación social y humana del país”, afirmó el prelado. Entrevista: Mons. Luis Fernando Velásquez Monseñor Rodríguez Velásquez reconoció que en la Iglesia no todo está aprendido, por ello indicó “necesitamos de personas de fuera que estén inmersas en la realidad cotidiana y que a manera de observatorio nos ayuden a identificar los problemas y reflexionar en las líneas de acción que debemos seguir”. Así mismo, continuó explicando que el Comité tendrá la potestad, cada uno de sus miembros desde su experticia, de iluminar y dar pautas para que institucionalmente la Conferencia Episcopal pueda actuar. Venimos a tratar de sinergizar. “Queremos ayudarlos y sinergizar con los otros miembros de este Comité en los lineamientos del deber ser de la educación en Colombia”, esta fue la intervención de Héctor Hugo Tabares, director administrativo de la Central de Juventudes en Bogotá, quien fuera convocado por la Comisión de Obispos de Educación. En una entrevista concedida a la oficina de comunicaciones de la Conferencia Episcopal, el señor Tabares manifestó que su aporte y el de los otros miembros del Comité será “ayudar a presentar otros ángulos en cuanto a temas de cultura y educación y poner al servicio de la Iglesia nuestra experiencia y conocimiento”. Entrevista:Héctor Hugo Tabares Explicó además, que su experiencia como docente le ha permitido conocer de base las problemáticas que se vienen presentando en los niños, adolescentes y jóvenes, por lo que considera que su aporte desde la antropología podría tener nuevos lineamentos del deber ser de la educación en Colombia. Al referirse al tema del desbordamiento tecnológico que asfixia hoy a niños, jóvenes y adolescentes, el docente afirmó que la Iglesia debe trabajar más sobre la madurez humana y cristiana de ellos. “No puede haber grandes avances tecnológicos en manos unas personas que se vuelven inhumanas, lo que debemos hacer es crecer en el desarrollo hacia la madurez cristiana y humana, brindándoles las herramientas para que puedan llegar a suplir todas las necesidades que el mundo contemporáneo le presenta y los grandes desafíos que tiene la humanidad en este momento”. Héctor Hugo Tabares, director administrativo de la Central de Juventudes en Bogotá,ingeniero industrial, especializado en cooperación internacional, docente de pregrado y postgrado en varias universidades y actualmente trabaja en un institución formación. Miembros del nuevo Comité de Educación: - Hermana Gloria Patricia Corredor Mendoza, Presidenta de CONACED; Maria Fernanda Alarcón Salvat, Abogada y miembro de la ONG Red Familia Colombia y de Movimiento un Paso al Frente - María del Pilar Arango Martínez, Psícologa y miembro de la ONG Red Familia Colombia y de Movimiento un Paso al Frente - Héctor Hugo Tabares Ramírez, Ingeniero Industrial, Director administrativo de la Central de Juventudes - Oscar Armando Pérez Sayago, Secretario CIEC - Francisco Luis Cuervo Ramírez, Administración Educativa y pertenece a COREDUCAR (Corporación Nacional para la Educación Rural) - Hna. Catalina María Padilla Cordero, Religiosa de la comunidad Hijas Misioneras del Divino Infante de Praga. Es restauradora y conservadora de bienes inmuebles - Hna. Sandra Lidia Flórez Bohórquez, Religiosa de la comunidad Hijas Misioneras del Divino Infante de Praga. Es abogada, especializada en derechos de autor y protección del patrimonio cultural - Fray Juan Ubaldo López Salamanca, rector general Universidad Santo Tomás - Carolina Tovar, Universidad Minuto de Dios - Sor Constanza Arango, Conferencia de Religiosos de Colombia CRC