Pasar al contenido principal

Mandamientos

Mar 25 Mayo 2021

De Babel a Pentecostés

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Babel, en la Sagrada Escri­tura, es lugar de confusión y desorden, donde la pre­potencia, orgullo y egoísmo del hombre lo condujeron a creer que podía construir una torre para lle­gar hasta el cielo, olvidándose que el camino era la vivencia de los mandamientos. En Babel todos hablan y nadie se entiende, todos mandan y nadie obedece, todos gritan y nadie hace silencio, se exige justicia y ho­nestidad mientras se comulga con la injus­ticia y la corrupción, se pide hablar con la verdad mientras se di­funde la mentira. En Babel no hay espacio para el diálogo y la concertación, todos buscan imponer sus ideas a costo de lo que sea. En Babel la men­te y el corazón del ser humano se embotan de tal manera que, le es imposible reconocer en el otro al hermano, sólo ve adversarios a los que tiene que vencer, porque los considera una amenaza. Colombia, tierra consagrada al Sa­grado Corazón de Jesús, no puede ni debe ser la Babel donde el mie­do venza a la confianza, el odio al amor, la violencia a la paz, la di­visión a la unidad. El Santo Padre Francisco nos ha dicho que es en la fraternidad y con la solidaridad como lograremos vencer juntos la pandemia de la COVID-19, que, por estos días, entre otras cosas, ha encontrado en las aglomeracio­nes de personas presentes en las movilizaciones y protestas, espa­cios para su rápida propagación. Volvamos a reunirnos en una sola casa como lo hicieron los discípu­los de Jesús que, sin perder la fe y la esperanza en las palabras de su Maestro, perseveraron en la ora­ción, en la fracción del pan, y en el ejercicio de la caridad. Esa casa común es Colombia, lugar donde debe darse el Pentecostés, donde la presencia del Espíritu Santo nos una a todos y transforme la confusión en comunión, tienda puentes para el encuentro y de­rribe los muros de la indiferencia, del odio y de la violencia. Con un nuevo Pente­costés, los colombia­nos llenos del Espíritu Santo, seremos capa­ces de comprender la lengua de todos, pues hablaremos la lengua que hombres y mu­jeres entienden sin importar raza, credo o clase social: el len­guaje del amor, del perdón, la re­conciliación y la paz. Este nuevo lenguaje nos permite sentarnos a dialogar para escucharnos, reco­nocer con humildad que, en deter­minados momentos, por tratar de construir una torre a nuestro ca­pricho y antojo para sentirnos más fuertes y vernos más altos que los demás, he­mos olvidado el sentido de ser hermanos y la importancia de construir el bien común. Es el momen­to de pedirle al Espíritu Santo que así, como se posó en cada uno de los após­toles, encienda en cada colom­biano el fue­go de su amor, indispensable para asumir con valentía y deci­sión el compro­miso de trabajar juntos por la transformación de un país que necesita un pro­yecto integral de vida en el que se respete la dignidad del ser humano y se promueva el desa­rrollo de los pueblos. Este avivamiento, llenará nues­tros corazones de fe y esperan­za, hará posible que lo torcido se enderece, lo escabroso se allane, los adversarios se den la mano, y la búsqueda del bien común sea responsabilidad y compromiso de todos. De Babel son los capítulos negros de la historia de Colombia que se repiten cuando los colombianos se alejan y no aceptan la volun­tad de Dios, al contrario, constru­yen torres gigantes que terminan desmoronándose y aplastando en su caída a los más débiles e inde­fensos. En cambio, Pentecostés es una nueva creación con líneas en blanco para escribir a la luz del Espíritu Santo los nuevos ca­pítulos de los colombianos que se reconocen hijos de un mismo Padre y se hacen conscientes de que, si permanecen en el amor que Jesucristo les enseñó, vencen al pecado que genera caos, dolor y muerte, para vivir en la gracia que produce abundantes frutos. En unión de oraciones, reciban mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de Málaga Administrador Apostólico de la Diócesis de Cúcuta

Mié 21 Nov 2018

Atención a nuestro corazón, allí nacen los deseos malvados. Catequesis del Papa

Todos los pecados nacen de un deseo malvado. Allí comienza a ‘moverse’ el corazón, y uno entra en esa onda y termina en una transgresión. Pero no es una trasgresión formal, legal, es una trasgresión que hiere a sí mismo y hiere a los demás: fue ésta la advertencia del Papa Francisco, en el miércoles 21 de noviembre, reflexionando sobre el último de los mandamientos del decálogo: «No codiciarás los bienes de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo». A simple vista – dijo el Papa hablando en español - parece coincidir con los mandamientos: «No cometerás adulterio» o «no robarás». Sin embargo, hay una diferencia. En este epílogo el Señor nos propone llegar al fondo del sentido del decálogo y evitar que pensemos que basta un cumplimiento nominal y farisaico para conseguir la salvación. La diferencia estriba en el verbo empleado: “no codiciarás”; con este verbo se subraya que, en el corazón del hombre —como dice Jesús en el Evangelio—, nace la impureza y los deseos malvados que rompen nuestra relación con Dios y con los hombres. Necesitamos de Dios para corregirnos El Papa invitó a tener presente que todos los mandamientos tienen la tarea de indicar "el límite de la vida", más allá del cual "el hombre destruye a sí mismo y a los demás", y arruina su relación con Dios. Y hablando en italiano fue más allá con la explicación, recordando detalladamente las palabras del Señor Jesús en el Evangelio según san Marcos: «es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino... Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre» Mc. 7,21-23. En este sentido, precisó que es en vano pensar que uno se puede corregir a uno mismo sin el don del Espíritu Santo: hay que abrirse a la relación con Dios, en la verdad y en la libertad, -dijo - porque Él es el único capaz de renovar nuestro corazón. “Nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que nuestra debilidad se supera sólo con nuestras fuerzas, en virtud de una observancia externa. Debemos suplicar, como mendigos, la humildad y la verdad que nos pone frente a nuestra pobreza, para poder aceptar que sólo el Espíritu Santo puede corregirnos, dando a nuestros esfuerzos el fruto deseado. Esa verdad es apertura auténtica y personal a la misericordia de Dios que nos transforma y renueva”, aseguró en español. Felices los que se abandonan en Dios Ya concluyendo su catequesis resonó en la boca del Pontífice la bienaventuranza, como para grabar en el corazón de los fieles la importancia de la propia relación con Dios: “Bienaventurados los pobres de espíritu; aquellos que, no fiándose de sus propias fuerzas, se abandonan en Dios, que con su misericordia cura sus faltas y les da una vida nueva”. En sus saludos a los peregrinos de lengua española, recordando la celebración de la Presentación de la Virgen María en el Templo, animó a que “ siguiendo su ejemplo, sean testigos de la misericordia de Dios en medio del mundo, comunicando la ternura y la compasión que han experimentado en sus propias vidas”.

Mié 24 Oct 2018

Papa: “No se puede amar sólo cuando conviene”

Al reflexionar en su catequesis sobre el sexto mandamiento, que dice: “No cometerás adulterio”, Francisco explicó que para recibir el Sacramento del Matrimonio se necesita una preparación esmerada También este miércoles, a partir de las 10.00 de la mañana, el Papa ingresó en la Plaza de San Pedro a bordo de la jeep blanca donde lo esperaban casi veinte mil fieles y peregrinos de los cinco continentes. Tal como informa la Prefectura de la Casa Pontificia, entre los grupos más numerosos se destacaban mil participantes en la peregrinación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús, pertenecientes al Instituto Ravasco, y novecientos del Sínodo de los jóvenes de la diócesis de Faenza-Modigliana, con el Obispo Mons. Mario Toso. Antes de tomar la palabra, Francisco recorrió la plaza saludando y bendiciendo a las personas que encontraba a su paso y deteniéndose cada tanto para besar y acariciar a los niños que le acercaban. Hoy dedicamos la catequesis al sexto mandamiento, que dice: “No cometerás adulterio”. Como escuchamos de los mismos labios del Papa éste fue el tema de las reflexiones de este penúltimo miércoles de octubre, en que explicó que esta palabra del Decálogo supone una llamada a la fidelidad, puesto que no existe una relación humana auténtica sin la lealtad y la fidelidad. Sí, porque como dijo el Santo Padre, no se puede amar solo cuando “conviene”. Amar sin condiciones “El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas. El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y cuando no encuentra este amor el corazón busca llenar ese vacío con sucedáneos, componendas y mediocridades, entregándose a relaciones estériles e inmaduras, con la falsa ilusión de encontrar allí un poco de luz y de vida”. Cristo es la fuente de fidelidad Por otra parte, tras afirmar que la vida conyugal requiere un tiempo de noviazgo para discernir y verificar la cualidad de la relación, analizando este mandamiento el Obispo de Roma, dijo: “ Este mandamiento nos llama pues a dirigir nuestra mirada a Cristo, para que sepamos encontrar en Él la fuente de nuestra fidelidad, de nuestra constancia en las relaciones con los demás y de nuestra comunión mutua ” La importancia de una preparación adecuada para el Matrimonio Hablando en italiano de la llamada a la vida conyugal, que requiere un claro discernimiento sobre la calidad de la relación y un tiempo de noviazgo para verificarla, el Papa dijo que para acceder al Sacramento del matrimonio, los novios deben madurar la certeza de que en su relación está la mano de Dios, que los precede y los acompaña. Pero para que esto ocurra, antes de recibir el Sacramento del Matrimonio – añadió el Santo Padre hablando espontáneamente – se necesita una preparación esmerada, “diría un catecumenado – agregó textualmente – porque se juega toda la vida en el amor, y con el amor no se juega. No se puede definir ‘preparación al matrimonio’ tres o cuatro conferencias dadas en la parroquia. No, ésta no es una preparación: ésta es una falsa preparación. Y la responsabilidad de quien hace esto cae sobre él: sobre el párroco, sobre el obispo que permite estas cosas. La preparación debe ser madura y se necesita tiempo. No es un acto formal: es un Sacramento. Pero hay que prepararse con un verdadero catecumenado”. Cristo enseña el amor incondicional Por último explicó que de la muerte y resurrección de Cristo deriva nuestra fidelidad, de su amor incondicional deriva la constancia en las relaciones. De la comunión con Él, con el Padre y con el Espíritu Santo deriva la comunión entre nosotros y el hecho de saber vivir nuestras relaciones con fidelidad. Vida cristiana es encuentro de nuestras debilidades con la gracia de Dios Al saludar a los presentes el Papa Francisco dirigió un pensamiento especial a los jóvenes, ancianos, enfermos y recién casados, a quienes les dijo que el mensaje evangélico de Cristo no nos pide hacer cosas extraordinarias, sino dejar obrar a Dios en nuestra vida. Y tras recordar que el Señor dijo: “No pueden hacer nada sin mí”, el Pontífice añadió que “la vida cristiana es el encuentro de nuestra debilidad con la fuerza de la gracia de Dios, que nos permite vivir cotidianamente una existencia plena y gozosa, en la que la caridad significa hacer todo con alegría y humildad, para la gloria de Dios y para el bien de los hombres. Fuente: Vatican News

Mié 17 Oct 2018

Catequesis del Papa: “La indiferencia mata, perdonemos a los demás

El quinto mandamiento de la Ley de Dios ha sido nuevamente el tema de reflexión del Santo Padre Francisco en su Audiencia General de esta mañana, desarrollada en la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Durante su catequesis ha explicado que “nadie puede despreciar la vida de los demás o la suya propia”, de hecho – ha puntualizado – “el hombre lleva dentro de sí la imagen de Dios y es el objeto de su amor infinito”, sea cual sea la condición en la que ha sido llamado a la existencia: “Continuamos hoy la catequesis sobre el quinto mandamiento del decálogo: «No matarás». Hemos visto cómo a los ojos de Dios toda vida es valiosa, sagrada e inviolable, porque somos su imagen y objeto de su amor infinito”. El odio, el insulto y el desprecio son formas de homicidio Comentando el Evangelio de hoy, el Papa recuerda que con el odio también se puede matar a una persona, pues Jesús afirma que, ante el tribunal de Dios, incluso la ira contra un hermano es una forma de asesinato. De hecho – señala el Papa - el Apóstol Juan escribió: "El que odia a su hermano es un asesino" (1 Jn 3:15). Pero Jesús no se detiene en esto, y en la misma lógica agrega que el insulto y el desprecio también pueden matar: “En el Evangelio que hemos oído, Jesús revela un sentido aún más profundo de este mandamiento: la ira, el insulto y el desprecio contra los demás son también una forma de homicidio. Por eso, indica que si al presentar nuestra ofrenda nos recordamos de haber ofendido a alguien, debemos ir antes a reconciliarnos con esa persona”. La indiferencia “mata” Aunque para el Santo Padre, también la indiferencia “mata”. De hecho – explica – “para ofender la inocencia de un niño es suficiente una frase inapropiada. Para lastimar a una mujer es suficiente un gesto de frialdad. Para romper el corazón de un joven es suficiente negarle la confianza. Para aniquilar a un hombre, basta simplemente ignorarlo". “Es como decirle a la otra persona: "Eres un hombre muerto para mí", porque lo mataste en tu corazón” puntualiza el Papa, y se pregunta: “¿Qué quiere decirnos Jesús con esto?”. E inmediatamente su respuesta: “Que lo importante es el respeto a toda la persona, no sólo a su dimensión física sino también a la espiritual, porque la indiferencia también mata. No amar es el primer paso para matar; y no matar, el primero para amar”. Perdonar y acoger a quien nos ha hecho daño Y frente a estas formas de homicidio, el Papa señala “el perdón”. “El amor del que no podemos prescindir es el que perdona – dice Francisco - el que recibe a quienes nos han hecho daño”, pues ninguno de nosotros sobrevive sin misericordia, todos necesitamos el perdón: “La vida humana tiene necesidad de amor auténtico, un amor como el de Jesucristo, lleno de misericordia, que perdona y acoge sin condiciones. No podemos sobrevivir sin misericordia, todos tenemos necesidad del perdón. Por eso, si matar significa destruir, suprimir o eliminar a alguien, no matar es, en cambio, cuidar, valorizar, incluir y perdonar a los demás”. "No matar": llamado al amor y a la misericordia Antes de concluir, el Santo Padre dijo que nadie puede engañarse a sí mismo pensando: "Estoy bien porque no hago nada malo" y para que se entendiera mejor, recitó una frase de un santo que decía: “No hacer daño es bueno. Pero no hacer el bien no es bueno”. Siempre tenemos que hacer el bien, puntualizó. Además, aseguró que "no matar" es un llamado al amor y a la misericordia y a vivir de acuerdo con el Señor Jesús, quien dio su vida por nosotros y resucitó por nosotros. Por último, envió sus cordiales saludos a los peregrinos presentes, en especial a los procedentes de España y Latinoamérica: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús, Autor de la vida, nos conceda comprender que el mandamiento «no matarás» es, ante todo, una llamada al amor y a la misericordia, una invitación a vivir como Él, que por nosotros murió y resucitó. Santa María, Madre de la Misericordia, nos ampare e interceda por nosotros”.

Mié 27 Jun 2018

Catequesis del Papa: si no sentimos a Dios, gritar pidiendo su ayuda

“No nos salvamos solos, pero de nosotros puede partir un grito de ayuda: Señor sálvame, enséñame el camino, acaríciame, dame un poco de alegría"; "este grito es importante, es oración, es conciencia de lo que todavía está oprimido y no liberado en nosotros”: lo dijo el Papa en su tercera catequesis sobre los mandamientos. Dios primero salva y luego nos pide confianza En la Audiencia General del miércoles 27 de junio el Obispo de Roma impartió su tercera catequesis sobre los mandamientos, reflexionando sobre el texto que precede el Decálogo: El texto de los diez mandamientos está precedido por una frase que pone de manifiesto la generosidad de Dios, recordando que Dios liberó a su pueblo y lo sacó de la esclavitud. Es una muestra más de que Nuestro Dios primero salva y después nos pide confianza. La vida cristiana no es sólo cumplir deberes La primera declaración, “Yo soy el Señor tu Dios”, dijo el Santo Padre, “ilumina el decálogo de los mandamientos”, que más que mandamientos son las “palabras amorosas de Dios” a su pueblo para que camine bien: Desde esta perspectiva, -explicó Francisco hablando en nuestro idioma- la vida cristiana no es simplemente un obedecer normas ni cumplir deberes, ni tampoco depende sólo de nuestra fuerza de voluntad, sino que es una respuesta agradecida a un Padre generoso que nos ama y nos libera. Un corazón que ha sido tocado por el Espíritu Santo es agradecido y recuerda la bondad de Dios y los muchos beneficios que ha recibido de Él. Efectivamente, el Papa Francisco observó, en su alocución en italiano, que los cristianos que siguen sólo los “deberes”, denuncian que no tienen una experiencia personal de Dios: “Yo debo hacer esto, esto, esto… sólo deberes. ¡Pero te falta algo!” “El fundamento de este deber es el amor de Dios, que primero da, y luego, manda”. “Poner la ley antes de la relación no ayuda al camino de la fe”, afirmó. “ La formación cristiana –dijo- no se basa en la fuerza de voluntad, sino en la acogida de la salvación, en dejarse amar: primero el Mar Rojo, luego el Monte Sinaí”. Si no sentimos la experiencia de Dios, gritar pidiendo su ayuda Profundizando, el Papa señaló que depende de nosotros el ser escuchados. Remarcó que "no nos salvamos solos", pero que de nosotros puede partir un grito de ayuda: "Señor sálvame, enséñame el camino, acaríciame dame un poco de alegría", rezó a modo de ejemplo. "Depende de nosotros: pedir ser liberados, del egoísmo, del pecado, de las cadenas de la esclavitud. Este grito es importante, es oración, es conciencia de lo que todavía está oprimido y no liberado en nosotros", dijo. Si alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera. Nosotros no podemos salvarnos únicamente con nuestras propias fuerzas, pero podemos gritar pidiendo ayuda. Esto es ya una forma de oración, que brota de lo que en nosotros existe de oprimido y necesitado de libertad. Dios escucha siempre nuestro grito, pues él nos ha llamado a vivir como hijos libres y agradecidos, obedeciendo con alegría a aquel que nos ha dado mucho más de lo que nosotros podremos darle. Aprender del testimonio valiente de los Apóstoles Pedro y Pablo En sus saludos finales, como es habitual el Romano Pontífice dirigió un pensamiento especial a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Recordando que pasado mañana será la Solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, Patronos de Roma, alentó a aprender de estos apóstoles la capacidad de dar un testimonio valiente del Evangelio de Jesús, más allá de los propios sufrimientos, “conservando la concordia y la amistad que fundan la credibilidad de cualquier anuncio de fe”. Mientras que a los fieles de lengua Española invitó a que “recordando todo lo bueno” que Dios ha hecho en cada uno, “respondan con libertad y alegría a la llamada de Dios, que nos ama y nos libra de nuestras esclavitudes para que podamos vivir como sus hijos amados”. Fuente: Vatican News