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mensaje de pascua

Lun 20 Abr 2020

“Mi familia y yo, serviremos al Señor”

Por: Mons. Luis José Rueda Aparicio- Carta a las familias en la Pascua. Querida familia: La vida nos está poniendo a prueba a todos, con esta cuarentena. Vemos con más claridad que, tener familia es tener un verdadero regalo de Dios. Redescubrimos que el hogar es un lugar de encuentro, de oración, de sonrisa, de diálogo, de sanación, de trabajo. En el hogar nace, crece y da frutos la familia. La cuarentena nos ha llevado a estar más tiempo juntos en casa, a vivir las cosas cotidianas con calma, sin carreras, a valorar los trabajos del hogar, a recordar los años de infancia. Nos preguntamos sobre el sentido de la vida. Valoramos más la salud. Nos miramos hacia dentro, y así, poco a poco vamos caminando hacia una conciencia renovada. Recordemos la enseñanza de la Iglesia, en el Concilio Vaticano II, cuando nos dice que: “La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios.” (G.S 16). En la conciencia el ser humano dialoga con Dios. De esta manera, cuando la persona ora en silencio, está allí en el sagrario de su conciencia, en comunicación amorosa con el Dios altísimo y omnipotente. Miremos el ejemplo de Jesús nuestro Señor: “Muy de madrugada se levantó, salió y se dirigió a un lugar despoblado, donde estuvo orando” (Mc 1,35). El creador dialoga con la creatura, esto sólo sucede con el ser humano, porque fue creado a imagen y semejanza de Dios. Dialogar con Él nos permite escuchar su voz en los acontecimientos grandes o pequeños de la vida, esta actitud de escucha nos renueva desde dentro. Escuchar la voz de Dios nos enseña a detenernos y escuchar a las demás personas. A todos nos conviene ejercitarnos en el silencio y la oración: “Oh, si escuchan hoy su voz. No endurezcan su corazón” (Salmo 94, 7 – 8). Cuando dialogamos con Dios en nuestra conciencia, sentimos su cercanía y superamos la soledad. El diálogo con Dios nos permite experimentar su amor, quita los miedos, aunque no quita los problemas, y nos lanza a buscar a las demás personas como hermanos nuestros, a esforzarnos por servirles con vitalidad renovada, así superamos el egoísmo y la indiferencia para construir fraternidad, ayuda mutua y una cercanía sanadora, capaz de darle vida al que está tirado en el camino. El diálogo con Dios nos hace misioneros de la vida. (Lc 10, 25 – 37). El éxodo humano que estamos viviendo, debido a la emergencia sanitaria, nos está cambiando la forma de trabajar, de pensar, de relacionarnos. Por favor no tengan miedo. Ciertamente debemos adaptarnos a las situaciones nuevas, redescubrir los valores que los abuelos nos enseñaron. Vendrán nuevos desafíos, vendrán pruebas más duras, pero recordemos que cada familia es lugar de la presencia del Señor. Este es tiempo para confirmar nuestra alianza con el único Dios vivo, fiel y misericordioso, es tiempo para proclamar: “Mi familia y yo, serviremos al Señor”. (Jos 24,15). Querida familia: En este camino de Pascua mantengamos viva nuestra esperanza, cuidemos la salud de todos, aprendamos y apliquemos todas las medidas preventivas, estemos muy atentos a las necesidades de los familiares, especialmente de los ancianos, de los que no tienen empleo o vivienda, de los que están enfermos. Seamos muy agradecidos con los médicos, enfermeras y personal sanitario. Les ruego que estén muy unidos con su párroco, con las religiosas, con quienes hacen parte de la Iglesia parroquial en barrios y veredas. Que podamos poner en práctica las obras de misericordia. Cuando la prudencia y las normas civiles lo indiquen, volveremos a encontrarnos para celebrar la Eucaristía y los demás sacramentos en el templo, porque sentimos la necesidad del encuentro entre nosotros como parroquia y de nosotros con Cristo: “Que alegría cuando me dijeron: ¡vamos a la casa del Señor!”. (Salmo 121). Oremos sin desanimarnos, pidamos permanentemente la presencia del Espíritu Santo: Ven espíritu Santo, ayúdanos en nuestra fragilidad, porque la creación toda, gime con dolores de parto. Ven Espíritu Santo, a la vida de nuestra familia y de la humanidad entera. Ven Espíritu Santo, Señor y dador de vida, renueva nuestra conciencia, la política y la economía, que todo lo orientemos al Reino de Dios. Ven Espíritu Santo, renueva en la Iglesia la santidad y el fervor misionero. Ven Espíritu Santo, quita el pánico y la tristeza, condúcenos a la verdad plena y renueva nuestra alegría. Ven Espíritu Santo, libéranos del pecado y de la muerte. Ven Espíritu Santo, guía al mundo entero, para que seamos servidores del bien común, de la vida y de la paz, no esclavos de los bajos instintos. Ven Espíritu Santo, haz que sintamos el amor de Dios nuestro Padre, para que seamos hermanos en Cristo el redentor de la humanidad. Ven Espíritu Santo, danos sabiduría, humildad y creatividad. Ven Espíritu Santo, llena de gracia la vida de las familias como llenaste la vida de María, para cantar con ella, proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador. Amén. + Luis José Rueda Aparicio Arzobispo de Popayán Octava de Pascua de 2.020

Mar 14 Abr 2020

¡Cristo, nuestra esperanza, ha resucitado!

Después de haber celebrado la Semana Santa en unas condiciones sin precedentes, debido a la pandemia del nuevo coronavirus, los obispos de Colombia expresan su saludo de pascua y animan para que estos momentos que afronta el país puedan ser vividos con esperanza y puestos en la confianza de Cristo Resucitado. En su saludo alientan a poner en práctica el mensaje del mandamiento del amor “asumiendo con valentía y con espíritu de fe los desafíos que nos está planteando la situación que vivimos y manifestando la novedad de vida que el Señor nos ha conseguido con su victoria sobre el pecado y la muerte”. Los prelados aseguran que este momento de ‘Resurrección’ que vive la Iglesia católica debe llevar a redescubrir en cada persona el camino a la reconciliación y la paz, practicando la caridad, el amor a la familia, el respeto a la vida y a la creación. Así, aseguran que “no solo para salir de la pandemia sino para que, aprendiendo las lecciones que nos deja, transformemos esta contingencia en oportunidad de construir un país mejor para todos, desterrando de él todo signo de violencia y muerte”. Reconocen y agradecen los esfuerzos que ministros ordenados, consagrados y laicos han venido realizando en lo que lleva la pandemia, a pesar de las limitaciones, para poder llegar a través de los medios de comunicación tradicionales y digitales con un mensaje evangelizador y de esperanza a los diferentes rincones del país. “Por gracia de Dios, ha sido ésta una ocasión para reflexionar, detener el frenético ritmo de nuestra vida, compartir con los seres queridos, profundizar en los misterios de nuestra fe y fortalecer nuestra relación con Dios y con los hermanos”, destacan. Igualmente, expresan su agradecimiento al Gobierno Nacional, departamental y local; al cuerpo militar y de policía; al personal médico que sirve en clínicas y hospitales; a quienes tienen a su cargo el cuidado de adultos mayores, en fin, a todas aquellas personas que permiten que el país pueda continuar con la dinámica que plantea esta emergencia. “Para todos suplicamos la protección, la fortaleza y la sabiduría de Dios”. Una vez más piden a toda la comunidad mantenerse vigilantes a las recomendaciones hechas por los entes de salud, para que no se extienda la propagación de este virus que ya cobra la vida de más de un centenar de personas. “Los invitamos a continuar los días de cuarentena, animados por la esperanza que nos ha infundido la resurrección del Señor, ahora con mayor responsabilidad y compromiso”. Bajo el amparo de la Virgen María ponen en oración esta pandemia para que sus plegarias sean oídas y se dé pronto el fin de esta crisis que azota al mundo. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]