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. monseñor héctor cubillos

Vie 8 Nov 2024

Matrimonio y familia: don de Dios

Por Mons. Héctor Cubillos Peña - La vida de pareja, como la de familia, son un don de Dios a la humanidad, que Él ofrece como camino de luz, verdad y amor. La Iglesia está llamada a anunciar la buena noticia sobre el amor humano.1.“Hagamos al hombre nuestra imagen y semejanza” (Gn 1, 26)Con estas grandiosas palabras introduce el Génesis los relatos sobre la creación del hombre como culminación de la obra creadora divina. El “hagamos” está indicando esta determinación eterna de crear al género humano. Según la tradición la Iglesia puede ser considerado como una deliberación de Dios con sus ángeles, o también como la expresión de la consideración del Dios trinitario que determina crear al ser humano en una clara referencia al Hijo encarnado como imagen del hombre.El hombre es descrito como “imagen y semejanza”, lo cual pone de relieve una especial relación con Dios, diferente y superior a la relación con las demás creaturas. “Hagamos” pone de presente que el hombre ha sido creado por Dios, y que éste es su dueño y Señor; de Él procede, en Él existe y hacia Él se orienta en su existencia. De esta verdad no es posible alejarse ni negarla. La afirmación del Génesis de Dios al concluir su obra lo dice todo: “y vio Dios que todo era bueno” (Gn 1, 31)El ser el hombre imagen, ícono y semejanza de Dios, explícita esas realidades propias de lo humano: su ser personal e individual, su capacidad para escuchar y responder, su inteligencia, libertad y voluntad. El hombre y la mujer son semejantes a Dios, pero no iguales. El ser humano es por tanto la obra más perfecta y maravillosa de Dios; colocada por él como centro y señor de la creación; único ser capaz de acoger y corresponder al don de la vida y el amor que el Creador ha establecido conceder a su creatura. De esta condición se desprende su obligación, su valía y su condición sociable.2.“Hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27)Otra de las grandes afirmaciones de la Palabra de Dios es la de que los creó diferenciados hombre y mujer. Esta realidad también ha de verse bajo el principio de la imagen y semejanza; juntos reflejan a Dios. La belleza, las propiedades y características de cada uno de los sexos, son obra del Creador. Lo masculino y lo femenino se expresan y se comunican en todas las dimensiones del ser humano: lo físico, lo intelectual, lo afectivo y lo social. Allí se encuentra por tanto la perfección y belleza de lo humano. Ambos son complementarios y están destinados a la unión. Todo intento de querer modificar o destruir esta condición es un atentado contra el ser humano y contra su Creador. Ambos, pues, han de reflejar en su unión la obra divina, bella y completa de Dios. En el hombre y la mujer unidos se hace presente Dios, porque Él es amor. “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mt 19,6)3.“Y se unirá a su esposa y los dos serán una sola carne, de manera que ya no son dos, sino uno solo” (Gn 2,24; Mc 10,8)Hombre y mujer destinados a ser una sola carne. El término carne como también el de cuerpo designan la persona humana en su totalidad desde la perspectiva de su ser relacional y de presencia en la realidad y la historia. La vocación terrena de hombre y mujer, por tanto, es la de ser pareja y en el matrimonio; que es por tanto unidad y comunión. El amor tiende a la unidad sin que se pierda la diferencia; y, Dios es amor (1 Jn 4; 8). La vida matrimonial conlleva la mutua donación por amor hasta la muerte. El verdadero amor excluye toda forma de violencia, opresión, aniquilamiento o separación. En estos tiempos de sinodalidad, del “caminar juntos” se puede contemplar la vida de pareja y también de familia como ser – “caminar en el amor”. La unidad que una pareja está llamada a alcanzar siempre estará sostenida y alimentada por la gracia el Sacramento del matrimonio. La infidelidad y la separación, de otra parte, lamentablemente siempre estarán al acecho para destruir la relación matrimonial. 4.“Gran misterio es este y yo lo refiero a Cristo y a su Iglesia” (Ef 5,32)Estas palabras paulinas tocan lo más profundo del diseño de Dios sobre el matrimonio. El término “misterio” designa el querer de Dios que se orienta al bien y la plenitud de la humanidad.La vida de pareja por tanto se puede contemplar a la luz de la súplica de Jesús a su Padre: “Que todos sean uno como tú Padre y yo somos uno” (Jn 17,21). Es el misterio del amor divino en el amor humano. La vida matrimonial y de familia también han de reflejar el amor entre el Padre y el Hijo; por eso es que en concreto la familia es llamada “iglesia doméstica”. Cristo es la cabeza y la Iglesia la familia, son su cuerpo. Cristo entrega su amor y la pareja responde con amor a Él y esto lo testimonia la familia en el amor de esposos y de padres e hijos.ConclusiónLa vida matrimonial como la familiar son un don maravilloso del amor de Dios. Urge en la actualidad anunciar y testimoniar la belleza del amor en pareja para traer a tantos que se encuentran desorientados o engañados por falsas propuestas. El camino del Sacramento del matrimonio es verdadero camino de amor, de felicidad y también de santidad.+HÉCTOR CUBILLOS PEÑAObispo de ZipaquiráMiembro Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia

Vie 26 Jul 2019

En marcha plan para la formación y organización del laicado en Colombia

En el marco del quincuagésimo aniversario del Consejo Nacional de Laicos, la Conferencia Episcopal de Colombia, animó el Encuentro Nacional de esta Institución, que se desarrolló del 22 al 24 de este mes en la ciudad de Bogotá. Durante el evento, que convocó a más de 150 representantes de los diferentes movimientos laicales del país, el obispo de Zipaquirá y presidente de la Comisión Episcopal de Lugares Eclesiales, monseñor Héctor Cubillos Peña, afirmó que la Iglesia es consciente de la importancia del puesto que tienen los laicos en la vida y en la misión de la iglesia. “Por eso hemos dado tanta importancia a los laicos. Han sido también las circunstancias y las últimas orientaciones de los Santos Padres quienes nos han motivado con su palabra a pensar cada vez más y con más seriedad en nuestros hermanos laicos, miembros de nuestra Iglesia que tienen una misión importante para que el Evangelio, la Palabra del Señor, la presencia de Jesús, pueda alcanzar a permear todos los rincones de la vida social, política, económica y cultural de la humanidad”, expresó. El prelado aseveró que ante tantos problemas que aquejan a la sociedad, en temas como la corrupción, analfabetismo, atentados contra la familia, entre otros, se hace necesario un llamado urgente a todos los bautizados para que tomen conciencia de su fe y desde su rol de laicos defiendan la vida y los valores de la persona. Afirmó que uno de los frutos esperados de esta Asamblea, es poder acompañar de una manera más asertiva y fraterna a los laicos, para que puedan hacer presencia de Cristo, del Evangelio y de la luz en todos los lugares de la sociedad. Por su parte, el académico Juan Carlos Gómez Giraldo, de la Universidad de La Sabana, quien tuvo a su cargo la conferencia: “Tiempos de cambios; nuevos retos para la Iglesia y el Laicado”, afirmó que el trabajo del laico en la Iglesia es fundamental y debe entenderse en el contexto en el cual vive y se desempeña la persona “se debe conocer lo que el país reclama en este momento de la Iglesia y de los laicos de manera particular, esto es muy importante para saber también cómo actuar”. Aseguró que uno de los retos que debe enfrentar los laicos de estos tiempos, es aprender de los jóvenes “ellos nos dan ejemplo en muchas de las esferas de nuestro actuar diario, tienen la capacidad de perdonar y encontrarse con el otro. La manera como ellos se pueden comunicar en esos encuentros, puede ser un buen ejemplo de la labor a seguir del laico en Colombia”. Por último, el padre Rubén Darío García, director de los departamentos de Estado Laical y Lugares Eclesiales de la Conferencia Episcopal, afirmó que como conclusión de esta Asamblea se presentó un documento que contiene un plan orgánico de formación y organización del laicado con “un sello evangelizador”, que dará luego luces para una nueva estructura de acompañamiento a la misión que deben cumplir los laicos en la Iglesia. El sacerdote explicó, que la elaboración de este insumo se realizó a través de mesas de temáticas, donde los participantes analizaron los cinco ámbitos en los cuales el laico hace presencia en la sociedad: Estatal, económico, educativo, cívico, familiar y ético-religioso. “Este será un proceso de estructuración, para que los movimientos eclesiales y la Conferencia Episcopal, desarrollen un plan conjunto donde se presenten directrices de cómo llegar a los laicos; generar los consejos diocesanos propuestos desde las parroquias que apoyarán luego estos procesos de formación. Con esta estrategia, los laicos podrán responder a las necesidades del mundo, comunicando su mensaje desde el Evangelio para transformar las estructuras y la sociedad. El Consejo Nacional de Laicos surgió en 1969 con el activo apoyo del mártir y ahora Beato, Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, quien, desde el antiguo Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal, inspiró el trabajo de los laicos y hoy es su patrono.