Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - Cuanto honor y alegría sentimos cuando se va acrecentando el número de colombianos llevados a los Altares, como testigos de la fe y en su dignísimo o vivir, como la Madre Laura Montoya, el Padre Mariano Eusse y otros diez que con su vida y su martirio han pregonado su fidelidad a Dios, y ha buscado el bien de sus hermanos. La exaltación a Beatos de Mons. Jesús Emilio Jaramillo y del P. Pedro María Ramírez, asesinados por odio a esa fe es motivo de júbilo para este País nuestro que se gloria de ser fiel al credo cristiano católico, que asume estos testimonios para fortalecerse en la fe en medio de una avalancha de quienes ostentan incredulidad.
Pero, por bendición de Dios seguimos teniendo en nuestra amada Colombia millares de fervorosos creyentes en plena vida que siguiendo los pasos de Jesús van “pasando por el mundo” haciendo el bien (Hech. 10,38), agradézcase o no su edificante y sacrificada labor. Vamos culminando muchos Prelados nuestro compromiso directo con Diócesis o Parroquias, pero siguen emergiendo elementos más jóvenes, con mayor empeño aún, para dirigir las comunidades católicas a lo largo y ancho del país con acogida fervorosa de filegresias que sienten la necesidad de seguir fieles a Cristo y a su Iglesia.
En Tumaco, hace dos meses, se posesionó como nuevo Obispo Mons. Orlando Olave, oriundo de Barrancabermeja, y, más recientemente, en Yopal, Mons. Edgar Aristizabál oriundo de Cartago. Dos regiones cultivadas en lo espiritual inicialmente por las comunidades Carmelita y Agustiniana, con decenas de misioneros que, tratados algunas veces con ingratitud, que dejaron indelebles huella en el servicio de Dios y de la Patria, con gratitud a la Iglesia y fundada esperanza de parte de tantos y nobles colombianos. No acompañé la posesión del Obispo de Tumaco, pero oí su testimonio de seguridad y de esperanza por dar la mano a esa tan sufrida región.
Estuve presente en la posesión en Yopal, de donde rememoro el fervor que sentí y he refrescado la historia de esa región llanera, en donde la Iglesia erigió el Primer Vicariato Apostólico en Colombia, marcado por los pasos bendecidos del Santo Obispo Ezequiel Moreno Díaz, nacido el 09-04-1848. Inicio labores el 17-06-1893, siendo, pronto trasladado como Obispo de Pasto en 1896. Allí realizó, también, fervorosa misión pastoral hasta 1906, cuando murió victima de cáncer, canonizado el 11-10-1992.
A S. Ezequiel han sucedieron en la dirección de esa gran región otros 3 Vicarios Agustino españoles y Mons. Arturo Salazar Mejía de 1966 a 1977 (traslado a Pasto), a quien sucedió Olavio López Duque de 1977 a 2001, los dos agustinos colombianos.
Comienza Yopal como Diócesis en septiembre de 2001, con territorio de 17.725 Km2, pues con la mayor parte su territorio se creo el Vicariato Apostólico de Trinidad Primer Obispo diocesano fue Mons. Misael Vacca Ramírez, quien impulso la naciente Diócesis del 2001 hasta el 2015, cuando fue trasladado a Duitama. Tuvo la Diócesis como Administrador Apostólico el P. Wilson Chaparro Pérez de 05-06-15 hasta 17-06-17, cuando asume Mons. Edgar Aristizabál.
Tiene la Diócesis en la emergente ciudad de Yopal 11 Parroquias y otras 25 en el resto de su territorio. Es allí a donde ha llegado Monseñor Edgar, con sencillez, alegría y entusiasmo apostólico recibido con calor humano, entre la bondad y ritmos llaneros poniendo toda su obra apostólica el amparo de la Virgen y del Sagrado Corazón, consciente del bien que la fe cristiana ha adelantado en decenas de años toda esa amplia región, y de todo el bien que se hará con una vida plenamente colocada al servicio de Dios y de la Patria.
+ Libardo Ramírez Gómez
Obispo Emérito de Garzón
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