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perdón

Mar 16 Ago 2022

Episcopado aprueba Líneas Guías para seguir generando cultura del cuidado en la Iglesia

La Conferencia Episcopal acaba de publicar las líneas guías para una “cultura del cuidado en la Iglesia Católica en Colombia” como un nuevo paso para la protección de menores de edad y adultos vulnerables; este documento busca poner en práctica la erradicación de todo tipo de abuso (de poder, de conciencia, espiritual y sexual) que se genere en ambientes eclesiales por parte de miembros de la Iglesia en el país, bien sean laicos, religiosos o sacerdotes. Las Líneas Guías entrarán en vigor a partir del 1° de enero de 2023, en la Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Este material, hace parte de un camino que los obispos de Colombia iniciaron en el 2013, cuando se adoptaron las “Líneas guía para la redacción de los decretos diocesanos de protección de menores”, aplicadas en su momento en cada jurisdicción eclesiástica. Ahora, fruto de la evaluación de este documento que se dio gracias al apoyo del Consejo Nacional para la Cultura del Cuidado y basados en los recientes documentos del magisterio pontificio y la normativa canónica y estatal vigente, la Iglesia desea ofrecer este insumo como expresión de unidad, búsqueda de caminos que lleven a la verdad y la justicia, aceptación de errores y negligencias, asumiendo la petición del perdón y la reconciliación. Según se lee en la presentación de este documento, se trata de unas orientaciones generales para que en las distintas jurisdicciones eclesiásticas del país se implementen políticas, protocolos, procedimientos, acciones y estrategias en el marco de un Sistema para la Cultura del Cuidado. Además, con este material "Buscan prevenir y atender la violación de los derechos fundamentales de las personas y los abusos de cualquier tipo cometidos por ministros ordenados, personas consagradas y laicos que prestan algún ministerio o servicio en nuestra Iglesia". Ahora el compromiso de la Iglesia Católica, es adoptar estas normas al interior de cada circunscripción eclesiástica, y permitir que todos los creyentes y la sociedad en general las conozcan, con el fin de promover una "mayor conciencia respecto del cuidado amoroso que requieren también los pastores y los ambientes eclesiales de pastoral, siempre que trabajen, se encuentren y convivan con niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos y personas vulnerables". DESCARGAR GUÍA AQUÍ

Mié 4 Mayo 2022

“Es momento para desactivar odios, venganzas y abrirse a la justicia y a la verdad”

Así lo expresó monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), en entrevista con Vatican News. Durante el diálogo que se dio en el marco de la Jornada Nacional de Reconciliación, animada por la CEC, cada 03 de mayo, Día de la Santa Cruz, el prelado se refirió a varios aspectos de interés nacional relacionados con el momento electoral y la situación de conflicto. LEA LA ENTREVISTA COMPLETA Colombia Mons. Rueda: El proceso electoral es un momento para tender puentes “La invitación a los colombianos es a que miremos a Jesús clavado en la cruz como signo de la reconciliación de la humanidad entera y de todos nosotros con el amor de Dios, nuestro Padre”. Así lo explica a Vatican News, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), al hablar de la V Jornada Nacional de Reconciliación, que se celebra cada año en la Fiesta de la Exaltación de la Cruz. Sanar heridas Con motivo de la visita apostólica del Papa Francisco a Colombia y del Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional, en septiembre de 2017, los obispos de Colombia acordaron instituir el Día Nacional por la Reconciliación. A cinco años de ese primer encuentro, monseñor Rueda considera que aún hay mucho por hacer. “Hemos dado pasos, pero nos falta todavía. Este es tiempo para que sanemos heridas. Este es tiempo, en el 2022, en medio de una campaña política, en medio de los pasos que hemos dado, en medio de este proceso electoral, para tender puentes”, subraya Mons. Rueda. Perdonar y tender puentes Para el Primado de Colombia, el momento electoral y la situación de conflicto que se vive en el país, es un momento también para “desactivar” odios y venganzas y abrirse a la justicia y a la verdad. Un perdonar y tender puentes al que Colombia necesita llegar. “Las dos cosas son difíciles”, constata el presidente de la CEC. “Pedir perdón, porque sería reconocer que tenemos parte y somos culpables de todos los sufrimientos de nuestras regiones, de nuestros territorios de nuestros connacionales”. “Pedir perdón – agrega - necesita un grado profundo de humildad para reconocer que tenemos parte y responsabilidad en estas situaciones dolorosas de la historia, reciente y lejana de nuestro país”. En su reflexión, monseñor Rueda agrega que “ofrecer el perdón” también es difícil porque sería reconocer al otro y tomar conciencia de que la venganza no llevará a ninguna parte. Entonces, las dos cosas, las dos tareas, pedir perdón y ofrecer el perdón son bien difíciles”. 20 años de la masacre de Bojayá Precisamente, al hablar del perdón, el arzobispo colombiano recordó que hoy es el vigésimo aniversario de la Masacre de Bojayá. El 2 de mayo de 2002, un centenar de personas que se refugiaban en la Iglesia de ese poblado para huir del fuego encontrado entre guerrilleros y paramilitares, murieron tras la explosión de un cilindro bomba lanzado por las FARC contra el templo. “Cuando celebramos la Exaltación de la Cruz, cuando recordamos los 20 años de la Masacre de Bojayá y cuando recordamos tantas situaciones difíciles, estamos diciendo que no se trata de que olvidemos las situaciones que nos han pasado, se trata de que manifestemos la verdad y nos lancemos unidos caminando juntos por caminos de reconciliación de verdad, porque la reconciliación necesita la verdad para que no haya una repetición”, advierte el prelado. Ucrania es una herida para todos Interpelado sobre la invasión de Rusia a Ucrania, una guerra que entra en nuestras casas a través de los medios de comunicación y las redes sociales, en la que los intentos de diálogo fracasan mientras aumentan las víctimas, monseñor Rueda enfatizó que “lo que está pasando en ese conflicto ruso con Ucrania nos afecta a todos, nos pone en un camino de preguntas sobre lo que estamos haciendo en distintos continentes y si estos nos llevan realmente por caminos de desarrollo humano, por camino más humanos cada día”. Al recordar las palabras del Papa Francisco sobre la deshumanización de la guerra, una guerra que es un retroceso en la historia de la humanidad, el arzobispo de Bogotá indica que lo que está pasando en Ucrania no es solamente de los ucranianos, es parte de la humanidad. “La humanidad está herida, cuando un país está herido por la guerra”. Una gótica de paz Por último, el Primado de Colombia reiteró que se necesitan “artesanos de paz dispuestos a generar procesos de sanación, de reencuentros, se necesita creatividad e ingenio como nos ha dicho el Papa en Fratelli tutti, audacia, para anunciar y para vivir la paz”. Pero también, añadió monseñor Rueda, vivirla en los pequeños círculos familiares y sociales. “Así como la guerra nos afecta a todos, una gótica de paz y de reconciliación en el ambiente familiar, regional o social, ayuda al redescubrimiento de los caminos de la reconciliación y del diálogo para toda la humanidad”, sugiere el presidente de la CEC. “La verdad los hará libres” “La verdad los hará libres” (Jn 8,31) se titula le mensaje de los obispos colombianos en esta Jornada Nacional de Reconciliación. Un mensaje, en el que recuerdan las palabras pronunciadas en Colombia por el Papa Francisco, para luego invitar al pueblo colombiano a seguir dando pasos en esta dirección y mantener la mirada fija en el Señor Jesús. “Queridos colombianos: No tengan miedo a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno. Francisco. Villavicencio- Colombia. 08 de septiembre de 2017”. Fuente: Agencia católica Vatican News

Mié 20 Abr 2022

“¡Es Verdad, el Señor ha Resucitado!” (Lc 24, 34)

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Con esta fórmula el evan­gelista Lucas resume el acontecimiento decisivo que contiene toda nuestra fe, toda nuestra esperanza y la razón de ser de la caridad, que se tiene que hacer real en nuestra vida cristia­na en este día en que celebramos la resurrección del Señor. La pro­clamación de la Resurrección de Jesús, es fundamental para dar ci­miento a la fe, tal como lo señaló el Apóstol san Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes no tiene sentido y siguen aún sumidos en sus pecados” (1 Cor 15, 17). La Resurrección de Jesucristo es la revelación suprema, la mani­festación decisiva para decirle al mundo que no reina el mal, ni el odio, ni la venganza, sino que rei­na Jesucristo Resucitado que ha venido a traernos amor, perdón, reconciliación, paz y una vida renovada en Él, para que todos tengamos la vida eterna. Si Cris­to no hubiese resucitado realmen­te, no habría tampoco esperanza verdadera y firme para el hombre, porque todo habría acabado con el vacío de la muerte y la soledad de la tumba. Pero realmente ha resu­citado, tal como lo atestiguan los evangelistas: “Ustedes no teman; sé que buscan a Jesús, el Cruci­ficado. No está aquí, ha Resuci­tado como lo había dicho” (Mt 28, 5 - 6). Él es la fuente de la ver­dadera vida, la luz que ilumina las tinieblas, el camino que nos lleva a la salvación. Nuestro caminar diario tiene que conducirnos a un encuentro perso­nal con Jesucristo vivo y Resuci­tado, “que me amó y se entregó por mí” (Gal 3, 20), y ahora Resu­citado vive y tiene en su poder las llaves de la muerte y del abismo, para rescatarnos del mal que nos conduce a la muerte y darnos la verdadera vida, la gracia de Dios que nos renueva desde dentro con una vida nueva, para así conver­tirnos en misioneros del Señor Resucitado, según su mandato a los discípulos: “vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bau­tícenlos para con­sagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíri­tu Santo, enseñán­doles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fi­nal de los tiempos” (Mt 28, 19 - 20). Así lo entendieron los primeros discípulos que vieron a Jesucris­to y lo palparon Resucitado. Pe­dro, los Apóstoles y los discípulos comprendieron perfectamente que su misión consistía en ser testigos de la Resurrección de Cristo, por­que de este acontecimiento único y sorprendente dependería la fe en Él y la difusión de su mensaje de salvación. También nosotros en el momento presente somos testigos de Cristo Resucitado, que como bautizados estamos llamados a llevar a cabo la misma misión de Cristo que ha venido a traer per­dón, reconciliación y paz. La primera palabra de Jesús para los discípulos fue de paz y solo esa palabra fue suficiente para que se llenaran de alegría y todos los miedos, dudas e incertidumbres que tenían quedaran atrás y se convirtieran en fuente de espe­ranza para muchos que estaban atentos al mensaje de salvación. Un mensaje de paz que contiene la misericordia y el perdón del Padre Celestial. Con este mensaje los discípulos fueron enviados a anunciar la misericordia y el per­dón: “A quienes les perdonen los pecados les quedan perdona­dos” (Jn 20, 23), de­jando la paz a todos, porque no puede exis­tir paz más intensa en el corazón que sen­tirse perdonado. Esa realidad renueva toda la vida, para que siga­mos adelante en este esfuerzo misionero de comunicar a Jesucris­to Resucitado. Dejemos a un lado nuestras amarguras, resentimientos y tristezas. Ore­mos por nuestros enemigos, per­donemos de corazón a quien nos ha ofendido y pidamos perdón por las ofensas que hemos hecho a nuestros hermanos. Deseemos la santidad, porque Dios hace nuevas todas las cosas. No temamos, no tengamos preocupación alguna, estamos en las manos de Dios. La Eucaristía que vivimos con fervor es nuestro alimento, es la esperan­za y la fortaleza que nos conforta en la tribulación y una vez forta­lecidos, queremos transmitir esa vida nueva con mucho entusiasmo a nuestros hermanos, a nuestra fa­milia, porque “¡Es verdad, el Se­ñor ha Resucitado!” (Lc 24, 34). La esperanza en la resurrección debe ser fuente de consuelo, de paz y fortaleza ante las dificulta­des, ante el sufrimiento físico o moral, cuando surgen las contra­riedades, los problemas familia­res, cuando vivimos momentos de cruz. Un cristiano no puede vivir como aquel que ni cree, ni espera. Porque Jesucristo ha Resucitado, nosotros creemos y esperamos en la vida eterna, en la que viviremos dichosos con Cristo y con todos los santos. Necesitamos esforzar­nos constantemente para estar más cerca de Jesús. Tenemos esta posi­bilidad gracias a su Resurrección. Podemos sentir como san Pablo, que dijo: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gál 2, 20). Los animo a que sigamos ade­lante, en ambiente de alegría pas­cual y gozo por la Resurrección del Señor. Que la oración pascual nos ayude a seguir a Jesús Resu­citado con un corazón abierto a su gracia y a dar frutos de fe, espe­ranza y caridad para con los más necesitados y siempre puestos en las manos de Nuestro Señor Jesu­cristo, que es nuestra esperanza y bajo la protección y amparo de la Santísima Virgen María y del glo­rioso Patriarca san José, que nos protegen. En unión de oraciones, sigamos adelante. Reciban mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Vie 15 Abr 2022

Via Crucis: Mons. Rueda invita a contemplar la verdad que pasa por la cruz

Este Viernes Santo, 15 de marzo, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, presidió desde la Plaza de Bolívar el Via Crucis, cuyo tema central fue: “El camino de la cruz, camino sinodal y de esperanza”. Durante su recorrido que inició a las 9:00 de la mañana, le acompañaron el padre Jorge Marín, párroco de la Catedral, los sacerdotes del arciprestazgo 1.1 de esta iglesia particular, diáconos, comunidades religiosas, periodistas, laicos y feligreses en general. Primera estación: Jesús es condenado a muerte. En el rostro de Jesús se refleja el rostro de tantos hermanos condenados por la injusticia humana, rostros de tantos que el mundo señala con odio y rencor, rostros de hombres y mujeres que han perdido la esperanza y la alegría, que claman misericordia, que esperan paz. Pedimos perdón: Por no haber caminado al servicio de la justicia que Dios nos ha enseñado. Segunda estación: Jesús carga con la Cruz. Junto al dolor de Nuestro Señor, contemplamos el dolor del mundo, de los que han perdido el norte en sus vidas. Se tú, Jesús amado, la fortaleza en la que se puedan apoyar tantos seres humanos que sufren de soledad. Pedimos perdón: por haber olvidado que la cruz es el altar en el que nuestro salvador se ofrece por amor y que ella es la escalera por la que se asciende a la verdad y a la vida. Tercera estación: Jesús cae con la cruz. Cuantos rostros miran hacia el vacío del mundo. Cuántas veces hemos olvidado el rostro misericordioso de Cristo vuelto hacia el pecador, el rostro sereno y bondadoso, inspirando la confianza necesaria para que el caído pueda levantarse. Pedimos perdón: por las veces que hemos ignorado las caída de nuestros hermanos en este doloroso camino de la historia. Cuarta estación: Jesús encuentra a su Santísima Madre. En el camino de la historia encontramos rostros de madres, hijas, esposas, surcados por lágrimas y por el dolor. En esta estación, sale a nuestro encuentro la Virgen de la Esperanza. Sus ojos purísimos se vuelven fuentes de consuelo y de alegría. Pedimos perdón: por no haber acogido el ejemplo de María, compañera de camino, nuestra Madre fiel, fuerte, generosa, llena de amor y de esperanza. Quinta estación: El cireneo ayuda a llevar la cruz. Ser hoy cireneo, es saber ser misericordia y esperanza que sostiene y alienta para avanzar en el camino de la fraternidad. Pedimos perdón: por las veces que hemos pasado indiferentes ante el dolor humano. Sexta estación: Jesús deja su rostro en el velo de la verónica. Es el dolor humano en todas sus expresiones, enfermedades que son como espinas, guerras que son como bofetadas, violencias que son como lágrimas que ruedan por el rostro del Salvador. Pedimos perdón: por tantas veces que no valoramos la entrega generosa de las mujeres, fieles servidoras de la esperanza en el camino de la fe. Séptima estación: Jesús cae por segunda vez. Sentimos el dolor de tantos rostros angustiados de los más pequeños, de lo niños inocentes, niños desplazados, con falta de amor, de os que día a día son sometidos a la crueldad y a la inconciencia de la humanidad. Pedimos perdón: por nuestra indiferencia y por las gravísimas omisiones ante tantos dolores del alma y del cuerpo que padecen los niños. Octava estación: Jesús encuentra las mujeres de Jerusalén. Admiramos y contemplamos la vida de tantas discípulas de Cristo que lo dejaron todo por seguir al maestro. Mujeres consagradas, unidas a la cruz del señor con persecuciones, martirios, incomprensibles. Pedimos perdón: por no haber valorado la generosidad de tantas mujeres que han entregado su vida y su amor por el Evangelio, por no haber valorado su caminar por los senderos de la fe. Novena estación: Jesús cae por tercera vez. Contemplamos el dolor de Cristo, por salvar al mundo fue a buscar a quienes lo desprecian, para ofrecerles su amor. Tendamos la mano a tantos violentos y ayudemos para que puedan hallar oportunidades de reconciliación. Pedimos perdón: por no haber agotado los esfuerzos en la búsqueda de la verdadera paz, por no haber trabajado con fe en la reconciliación de la humanidad. Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras. Vemos la vida de muchos despojados de sus derechos y valores por un mundo en el que se le arrebata a tantos su dignidad y su identidad. Pedimos perdón: por las veces que hemos olvidado acompañar con nuestra solidaridad orante y nuestra generosidad gozosa la misión de tantos creyentes que anuncian la fe. Undécima Estación: Jesús es clavado a la cruz. En su crucifixión vemos la vida de todos los sacerdotes del mundo, invitados a realizar en plenitud las gracias de su sagrada misión, vemos el rostro se tantos pastores sacrificados hasta el martirio. Pedimos perdón: por las veces en las que el Misterio Sagrado no ha sido vivido con la entrega y la fidelidad que espera el Pueblo Santo. Decimosegunda estación: Jesús muere en la cruz. Miramos las víctimas de la pandemia, los hermanos de todas las culturas que han sentido el impacto doloroso de la vida amenazada por la enfermedad. Pedimos perdón: por no haber defendido la vida humana desde su comienzo hasta su final, escudos en el temor y en la cobardía. Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz. Vivimos la comunión al avanzar por los caminos de la historia cuando sabemos valorar y agradecer el testimonio de la fidelidad de quienes hemos recibido aliento para avanzar, compañía para proseguir, esperanza para llegar con ellos a la meta de la fe. Pedios perdón: por todas las ofensas a la memoria venerada de nuestros mayores con las que hemos interrumpido el camino del amor que nos ofreces. Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro. Que desde el corazón orante de la Iglesia brote un canto de esperanza para el mundo y una luz de fe que nos lleve a la verdad y ala paz iluminando el camino de fe de la humanidad. Pedimos perdón: por no haber valorado la experiencia contemplativa de quienes lo dejaron todo por centrar su vida en la oración. FUENTE: Of. de comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá FOTOS:Of. de comunicaciones Arquidiócesis de Bogotá ENTREVISTA A MONSEÑOR LUIS JOSÉ RUEDA APARICIO Al finalizar el recorrido por las 14 estaciones del santo Vía Crucis, monseñor Luis José Rueda, en el ámbito Nacional, recordó que nos hace falta salir de la indiferencia y trabajar unidos por la paz, buscar juntos las soluciones ante las cruces que lleva nuestro país. Se dirigió también al proceso electoral que vive en este momento Colombia y la violencia que se desata en el territorio nacional.

Dom 10 Abr 2022

Domingo de Ramos: “Aprendamos el camino del servicio, el perdón y la oración”

Fue la exhortación de monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de la Arquidiócesis de Bogotá, durante la solemne eucaristía del Domingo de Ramos, en la Catedral Primada de Bogotá, este 10 de abril. “Con los ojos y el corazón puestos en Cristo Jesús, que se entrega por amor a nosotros, y tras prepararnos en el tiempo de Cuaresma con la oración, la penitencia y el ayuno, aprendamos las enseñanzas de su pasión y gocemos de su Resurrección”, señaló el prelado al indicar tres caminos para el seguimiento a Jesús, para vivir como discípulos misioneros: “Jesús es servidor de la humanidad, se hace el menor. Aprendamos a ser el último” Ante el altercado de los discípulos por saber quién era el más importante les recuerda que el que quiera ser el primero se haga servidor de todos. Debemos entender la autoridad como servicio a los sencillos, a los humildes, a los más pobres. La autoridad es para servir no para someter. Promovamos la economía de servicio no de la acumulación. “Jesús es maestro del perdón. Aprendamos a perdonar con la ternura de la misericordia” Ante la negación de Pedro Jesús no tiene mirada condenatoria sino de amigo y de misericordia. Hoy, Él nos sigue mirando con ese amor y compasión. “La oración de Jesús permite encontrar la voluntad del Padre. Intensifiquemos la oración” Esta sea una semana para la oración. Oremos por nuestras familias, por Colombia, y para que el Señor nos enseñe a perdonar. Se necesita ternura para perdonar y esto se encuentra en la oración. Finalmente, monseñor Luis José invitó a leer los capítulos 22 y 23 de San Lucas, “en los que se encontrarán con el rostro de Jesús vivo” y pidió a la Santísima Virgen María su auxilio e intercesión por la reconciliación, la unión y solidaridad en Colombia y en el mundo. Fuente: Of. comunicaciones arquidiócesis de Bogotá

Dom 10 Abr 2022

Francisco: "En la cruz Jesús nos enseña a amar y perdonar a los enemigos"

En una humanidad dividida entre oprimidos y opresores, el Papa Francisco alentó a todos a seguir el ejemplo de Jesús en la cruz, quien ante el inmenso dolor que padecía, "no pensó en salvarse a sí mismo", ni respondió a sus verdugos con gritos o rabia, sino que rezó a Dios para que los perdone. La mañana del 10 de abril, Domingo de Ramos, el Papa Francisco celebró la Santa Misa precedida por la procesión y bendición de las palmas de olivo en una soleada Plaza de San Pedro. Ante la presencia de los fieles y peregrinos allí congregados, el Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio del día según San Lucas (Lc 22, 14–23, 56) que narra la Pasión de Jesús y destacó que en el Calvario se enfrentan dos mentalidades: "Las palabras de Jesús crucificado en el Evangelio, «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (v. 34), se contraponen, en efecto, a aquellas que pronuncian los soldados que lo crucifican: «Que se salve a sí mismo si este es el Mesías de Dios, el elegido!» (Lc 23,35)". La mentalidad del "yo" se opone a la entrega de Dios En este sentido, Francisco señaló que "salvarse a sí mismo", es decir, cuidarse a sí mismo, pensar en sí mismo y no en los demás, "es el estribillo de la humanidad que ha crucificado al Señor", y que solamente se preocupa "por la propia salud, el propio éxito, los propios intereses; centrada en el tener, en el poder y en la apariencia". Sin embargo -continuó explicando el Pontífice- la mentalidad del yo se opone a la de Dios; "el sálvate a ti mismo discuerda con el Salvador que se ofrece a sí mismo y cuando toma la palabra, no se defiende, ni se justifica o reivindica algo en su beneficio, sino que reza al Padre y ofrece misericordia al buen ladrón"; aquel malhechor que crucificado junto a Él y arrepentido por sus pecados pide al Hijo de Dios que se acuerde de él cuando llegue al paraíso. Jesús implora al Padre que perdone a quienes le hacen daño Asimismo, el Papa invitó a todos a reflexionar sobre las palabras de Jesús en la cruz, quien en medio del dolor lacerante que padecía no recurrió a los gritos ni a la rabia, "no reprocha a sus verdugos ni amenaza con castigos en nombre de Dios", sino que reza por los malvados y dice "Padre, perdónalos": “Clavado en el patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en per-dón” Igualmente, en su alocución, Francisco hizo hincapié en que Dios hace lo mismo con nosotros: "Cuando le causamos dolor con nuestras acciones, Él sufre y tiene un solo deseo: poder perdonarnos". Y para darnos cuenta de esto, el Santo Padre exhortó a contemplar a Jesús en la cruz y a agradecerle por su amor, siendo conscientes "de que nunca hemos recibido una mirada más tierna y compasiva", ya que allí, "mientras es crucificado, en el momento más duro, Jesús vive su mandamiento más difícil: el amor por los enemigos". Respondamos a los clavos de la vida con el amor Sin embargo, Francisco recordó que, a menudo, nuestro comportamiento es totalmente el opuesto: "Perdemos mucho tiempo pensando en quienes nos han hecho daño, mirándonos dentro de nosotros mismos y lamiéndonos las heridas que nos han causado los otros, la vida, la historia". "Hoy Jesús -dijo el Pontífice- nos enseña a no quedarnos ahí, sino a reaccionar, a romper el círculo vicioso del mal y de las quejas, a responder a los clavos de la vida con el amor y a los golpes del odio con la caricia del perdón". ¿Seguimos a Jesús o al propio instinto rencoroso? Por otra parte, el Santo Padre alentó a todos a preguntarse si en el curso de sus vidas, "¿siguen al Maestro o siguen al propio instinto rencoroso?". Y, precisamente, para verificar nuestra pertenencia a Cristo, el Papa exhortó a observar cómo nos comportamos con quienes nos han herido, puesto que el Señor nos pide que no respondamos según nuestros impulsos o como lo hacen los demás, sino como Él lo hace con nosotros, viniendo al mundo para traernos el perdón de los pecados: "Compasión y misericordia para todos, porque Dios ve en cada uno a un hijo. No nos separa en buenos y malos, en amigos y enemigos. Somos nosotros los que lo hacemos, haciéndolo sufrir. Para Él todos somos hijos amados, que desea abrazar y perdonar", aseveró Francisco indicando la importancia de no cansarnos de pedir perdón a Dios, ni tampoco de recibirlo y testimoniarlo. Dios puede perdonar todo pecado Finalmente, el Pontífice subrayó el argumento que utiliza Jesús ante el Padre al suplicarle que perdone a quienes lo están crucificando, "porque no saben lo que hacen". "Cuando se usa la violencia -declaró Francisco-ya no se sabe nada de Dios, que es Padre, ni tampoco de los demás, que son hermanos. Se nos olvida porqué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas. Lo vemos en la locura de la guerra, donde se vuelve a crucificar a Cristo. Sí, Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos". "En esta semana -concluyó el Papa- acojamos la certeza de que Dios puede perdonar todo pecado, toda distancia... La certeza de que con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde y caminemos hacia la Pascua con su perdón". Fuente: Agencia Vatican News Fotos: Internet y Vatican News

Mar 5 Abr 2022

Cucuteños participaron masivamente en la Marcha del Perdón 2022

Después de dos años de ausencia por las calles del centro de la ciudad de Cúcuta, se volvió a realizar la Marcha del Perdón de manera presencial (suspendida en el año 2020 por el confinamiento a causa de la pandemia de la COVID-19 y llevada a cabo virtualmente en el 2021), en esta ocasión una gran multitud de fieles se movilizaron y se unieron para pedir por el respeto a la vida. Al evento que se realizó el pasado viernes 1 de abril, asistieron sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, integrantes de los movimientos apostólicos y fieles bautizados de la Diócesis de Cúcuta, quienes se dieron cita en la Plaza de Banderas y estuvieron animados por la banda de música católica Generación D. A su vez, el Obispo de esta Iglesia particular, monseñor José Libardo Garcés Monsalve, estuvo presente anunciando el mensaje de perdón que Jesucristo trae para esta porción del pueblo de Dios: “Pedir perdón supone reconocerse pecador, perdonar supone tener un corazón como el de Cristo. Me alegra encontrarlos en este momento para que caminemos por la vida, perdonados y en paz”, expresó el prelado, y precisamente ese fue el lema que acompañó la Marcha del Perdón 2022: “Caminemos por la vida, sigamos adelante”. La Marcha del Perdón es una iniciativa que, durante más de 20 años, la Diócesis de Cúcuta ha organizado en el tiempo de Cuaresma, con el objetivo de fortalecer el camino de conversión y de sensibilizar a toda la comunidad en los valores humanos más importantes, como el amor, el perdón, la paz y la reconciliación. El recorrido, después de haber compartido unos momentos en la Plaza de Banderas, inició por la Diagonal Santander hasta la avenida segunda, cruzando por la calle 10 y caminando hasta la avenida quinta, para llegar al atrio de la Catedral San José. Estas calles y avenidas corresponden a barrios que hacen parte del centro de la ciudad, donde los fieles estuvieron custodiados por la Policía Nacional, Policía de Tránsito y Transporte, Defensa Civil, Bomberos, Secretaría de Gestión del Riesgo de Desastres municipal y la Asociación de Hermandades de Nazarenos, quienes velaron por el orden y la seguridad de todos los participantes. Por su parte, los movimientos apostólicos Icthus y Lazos de Amor Mariano, prestaron su servicio en la ambientación de los escenarios. Otro talento musical presente, fue el sacerdote diocesano Álvaro Antonio Gutiérrez Buitrago, quien, junto a su ministerio musical, acompañaron el desarrollo de toda la actividad. Finalmente, el obispo señaló que como Iglesia “deseamos ser instrumentos del amor de Dios, para que los demás puedan ver el camino de la nueva vida… en la cultura de la muerte y la violencia, marchamos con el ánimo encendido en el cumplimiento de los mandamientos y la vivencia del amor”.] Fuente: Centro de comunicaciones Diócesis de Cúcuta [icon class='fa fa-download fa-2x']Ver galería de fotos[/icon] [icon class='fa fa-download fa-2x']VER transmisión AQUÍ[/icon]

Mié 23 Mar 2022

Libertad religiosa y de cultos en riesgo

Varios hechos ocurridos durante el mes de marzo de este año en diferentes jurisdicciones eclesiásticas de Colombia atentan contra el derecho de libertad religiosa y de cultos. El más reciente y mediático ha sido ejecutado el pasado domingo 20 de marzo en la Catedral Primada de Colombia (Arquidiócesis de Bogotá) en el que un grupo de encapuchados ingresó al templo durante la celebración de la Eucaristía gritando arengas contra el Estado y la Iglesia. Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal, ha indicado que se trató de “actos de irracionalidad” que resultan ser “signos lamentables e inaceptables”. Respondiendo a estos hechos, el prelado ha querido aprovechar la ocasión para enviar un mensaje de esperanza y reconciliación: “Aun así, seguimos amando, también, a quienes nos hacen daño. Les ofrecemos un amor con dignidad, sin odio, como lo vivió y nos lo enseñó Jesucristo el Señor: ‘Padre, perdónalos, no saben lo que hacen’”. Por su parte, el director del Departamento para la Promoción de la Unidad y del Diálogo – PUD – de la Conferencia Episcopal, instancia que se encarga de hacer seguimiento a la Política Pública Integral de Libertad Religiosa y de Cultos en el país ha señalado que, aunque las autoridades eclesiásticas han decidido no interponer ninguna denuncia formal al respecto, sin embargo, “la Dirección de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior, en un oficio dirigido a este Departamento, manifiesta estar muy interesada en que este hecho siente un precedente en cuanto a protocolos de reacción pues reviste gravedad en cuanto vulnera el ejercicio del derecho de libertad religiosa y de cultos que defiende el derecho de toda persona a profesar sus creencias religiosas y practicar, colectiva y públicamente, su fe sin ser perturbada como lo define la ley estatutaria 133 de 1994”. El sacerdote también añadió que “el pretendido derecho a la libertad de expresión no aplica en este caso porque no es un derecho absoluto sino limitado; en este caso, nadie puede alegar libertad de expresión si atenta contra el derecho de libertad de cultos”. De todas maneras, sin disminuir la gravedad del hecho, “sería interesante hacer un ejercicio de escucha, en sintonía sinodal, para saber por qué estas personas eligieron el templo para difundir su mensaje de protesta y facilitar un escenario de diálogo y reconciliación como ha sido la invitación del Señor Arzobispo de Bogotá”. Otros atentados a la libertad religiosa, de cultos y de conciencia han ocurrido en Popayán (Parroquia de La Milagrosa) y Medellín (Parroquia de San Ignacio de Loyola), donde fueron vandalizados el pasado 8 de marzo dos templos, con pinturas de grafiti en favor del aborto y estigmatizando a los defensores de la vida. Ese mismo día, un grupo del movimiento “40 días por la vida” recibió maltrato verbal y saboteo del momento de oración que llevaban a cabo en Bogotá. Finalmente, el 17 de marzo, en Ibagué, dos templos parroquiales (La Anunciación del Señor y María Reina) también fueron vandalizados con grafitis y pintura. El episcopado ha dispuesto un correo electrónico [email protected] donde se podrán hacer las denuncias sobre atentados a la Libertad Religiosa y de Cultos.