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responsabilidad

Jue 19 Mayo 2022

Vamos todos a votar

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Se acerca un momento muy importante en la vida de nuestro país: elegir un nuevo Presidente de la República. Diversos hechos y circunstancias muestran que el contexto de esta elección es grave y que debemos obrar con inteligencia y responsabilidad desde la primera vuelta. Estas son algunas consideraciones que conviene tener presentes: Hay obligación moral de votar. No podemos ser indiferentes frente al presente y al futuro de nuestra nación. Tenemos que ser responsables y depositar libre y reflexivamente nuestro voto por quien veamos, en conciencia, puede responder mejor a las necesidades y desafíos del país. Hay que superar el abstencionismo, pues a todos nos afecta lo que pueda pasar bueno o malo. Optemos y trabajemos por la unidad. No somos enemigos, sino hermanos que aunque tengamos diversas visiones y posiciones, finalmente debemos entendernos y comprometernos para convivir bien en una misma patria. Pensemos en un candidato que busque más unir que combatir, que logre más concertar que enfrentar a unos contra otros, pues lo peor que nos puede pasar es una ruptura nacional. Propiciemos con quienes nos sea posible el diálogo. Este es un momento para que todos analicemos lo que necesita y conviene a Colombia. Más que alimentar temores, tejer enfrentamientos, difundir noticias falsas y dejarnos manipular por informaciones tendenciosas, dialoguemos para esclarecer juntos lo que mejor conviene al país y descubramos la forma de cooperar todos en ello. Exijamos respeto y orden para las elecciones. Pidamos a las entidades del Estado encargadas de orientar, vigilar y escrutar las elecciones, que lo hagan con honestidad y competencia. Pidamos a los candidatos y a sus equipos, a los corruptos que acostumbran delinquir electoralmente y a los actores armados ilegales que no impidan que este momento responda sólo a los intereses del bien común. Seamos realistas. Ni un país perfecto es posible ni tendremos nunca un candidato omnipotente. Tampoco somos un desastre sin salida. El país es lo que todos somos, lo que todos hemos construido, lo que todos nos propongamos realizar. Más que en una persona que nos agrada debemos pensar en un plan de gobierno posible y efectivo, en el que todos podamos participar. Escojamos el mejor proyecto de gobierno. Si bien nada es absolutamente perfecto, sí podemos votar por quien garantice mejor la libertad de los ciudadanos, la paz y concordia entre todos, la adecuada integración con las demás naciones, la defensa de la vida y la familia, la lucha contra la inequidad social, el acceso de todos a los servicios básicos de salud, vivienda y alimentación. Analicemos quiénes están detrás de los candidatos. Una persona sola no logra gobernar. Por eso, en último término, elegimos un equipo, un movimiento, un partido. De ahí la importancia de examinar quién inspira, asesora, acompaña y ayuda a quien será el próximo Presidente, comenzando por su vice-presidente y siguiendo por quienes serán sus inmediatos colaboradores. Apoyemos un cambio razonable y positivo. No podemos estancarnos, tenemos que avanzar; pero cambiar no es destruir lo que se ha hecho con esfuerzo y recursos de todos, sino continuar una creación que nos lleve a lo mejor, que potencie lo bueno que ya tenemos, que reforme lo que no funciona y que ponga en marcha los proyectos que necesitamos. Cuidemos que se mantenga la institucionalidad. La construcción democrática ha costado hasta sangre y es la mejor garantía de bienestar. Por tanto, votemos por quien respete el estado social de derecho, la alternación presidencial cada cuatro años, el carácter propio de las Fuerzas Armadas, la autonomía de los organismos de control y los derechos humanos de todos los colombianos. Oremos mucho y confiemos en Dios. Dios no dejará nunca de ser Padre y de conducir la historia, aunque respetando siempre nuestra libertad. Dispongámonos a recibir de él la sabiduría que necesitamos para hacer la mejor opción, la responsabilidad para afrontar las vicisitudes siempre presentes en el camino de un pueblo y la fortaleza para asumir la purificación que de repente llega cuando se ha permitido la descomposición moral de una sociedad. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 21 Jul 2020

Obispo de Santa Marta: "Lecciones que nos deja el Covid-19"

En medio del ambiente santo e histórico de la Catedral Basílica Menor de Santa Marta, Monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, Obispo de esta Iglesia particular, en la Eucaristía del XVI domingo del tiempo ordinario, dijo que, “el estado de pandemia nos ha dejado lecciones que son como caminos señalados por Dios”. Esto invita a reconocer la fragilidad humana en todas sus vertientes. Tomando la lectura del evangelio San Mateo 13, 24 – 43, dejó claro que, “dicha fragilidad deja ver la limitación, la debilidad, la indefensión, la incapacidad e impotencia para afrontar la adversidad que supera nuestras previsiones y capacidades”. Así entonces, nos llamó a “ser más humildes, menos prepotentes y arrogantes, a dejar de creernos menos dioses y más creaturas”. Recordó que cada uno está en capacidad de aportar a un mundo nuevo, entrando en sintonía con Dios. Según esto, es importante revitalizar la vida comunitaria fortalecer la responsabilidad social y la solidaridad. El prelado fue enfático al hacer un paralelo entre lo biológico y lo social: “Se habla de aplanar la curva de contagios por el coronavirus. Igualmente es necesario aplanar la curva de la pobreza, de la carencia, de las desigualdades sociales, de la inequidad, discriminación, polarización, indiferencia, del daño ambiental causado por la ambición en el uso de los recursos naturales”. Por lo que continuó diciendo que “es urgente repensar el modelo de desarrollo para hablar de una casa común y de una sola familia, como nos lo decía el Papa, para que viajemos en la misma barca”. Como pastor del rebaño diocesano de Santa Marta, pidió a sus ovejas cuidar diligentemente la semilla del Evangelio sembrada, protegerla de la mala hierba que trata de ahogarla, de tal manera que se conserve como una buena espiga de trigo, para ser fermento en el mundo a través de nuestras buenas obras, por más pequeñas e insignificantes que ellas sean. Fuente: Of. de comunicaciones diócesis de Santa Marta

Mié 21 Ago 2019

Proceso electoral y participación responsable

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra -Se disparó ya en el país, la agitación del proceso electoral para la designación de autoridades en departamentos y municipios. Experiencia a la que nos hemos ido acostumbrando en sus diversas manifestaciones por cuánto van formando parte de la cultura política y del así llamado ejercicio democrático. Cada vez tenemos que preguntarnos sobre la madurez alcanzada a medida que pasa el tiempo y las lecciones aprendidas, sea para realizar elecciones limpias y libres como para lamentar sus vicios e incoherencias. Es propio del sistema de la democracia, recurrir al voto para elegir representantes y autoridades. Desde el punto de vista del discernimiento de la Iglesia en su pensamiento social, ésta “aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica” (C.A. #46). Una consecuencia primera de estas características es que no se puede admitir la formación de grupos dirigentes tipo “élite restringida” que, por motivos ideológicos o intereses particulares, someten a cautividad el poder del Estado. Por eso se necesita que exista un Estado de derecho que tenga en alta consideración la dignidad de la persona humana, sus derechos y una clara concepción del bien común. Sin embargo, es recurrente observar, para el aseguramiento del poder, el recurso a alianzas entre grupos y partidos con tal de sumar, a como dé lugar, los resultados electorales deseados. Se ve a menudo entonces, sacrificado el anhelo de los ciudadanos de tener propuestas programáticas claras, coherentes con las reales necesidades actuales y visión de futuro, para ver a cambio ofertas que “engolosinan”, de coyuntura, que una vez asegurado el poder, tampoco se cumplen. Parece contradictorio que, en el panorama político contextual de los comicios electorales, por una parte, se vea la fragmentación y multiplicación de candidatos y grupos – en busca de avales y alianzas - y por otra, la polarización del país. ¿En este escenario, qué le espera a la anhelada unidad para construir y hacer sostenible una verdadera paz? Es deseable que los partidos organizados, que en su estructura interna deben ser democráticos, ponderados en sus análisis y propuestas, asuman la tarea de favorecer la más amplia participación y el acceso de todos los ciudadanos a las responsabilidades que definen el bien común. Es necesario por otra parte, propender por el respeto recíproco de candidatos, de la ponderada e inteligente capacidad de escucha para decantar y precisar lo que constituyen acertadas propuestas y serios programas de solución a las necesidades de los ciudadanos. Cuánto deben influir en este último aspecto los sistemas de comunicación y los medios de información como son las redes sociales, los espacios en radio y televisión y los espacios editoriales, para evitar la plaga de las “fakes news” o informaciones falsas o falseadas que tanto daño hacen a personas y grupos, lo mismo que a la seriedad y objetividad de las mejores propuestas y programas. De ahí, el manejo necesariamente ético de todos estos procesos para asegurar su trasparencia, resultados constructivos y paso adelante para vencer violencias, fanatismos y a cambio, suscitar responsable participación ciudadana, apoyados en la verdad, la solidaridad y equidad y en últimas, para favorecer condiciones de paz. Con mi fraterno saludo. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga