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tinieblas

Lun 6 Dic 2021

Luces en la noche

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - En tiempos de incertidumbre, la noche extiende su oscuridad sobre el horizonte de nuestras consciencias. Vemos solo el instante en que vivimos. Y una inseguridad, tejida de temores apocalípticos, diezma el ímpetu emprendedor y la fuerza interior de la esperanza. Caminar a oscuras, sin horizonte y sin brújula, sin guía y sin metas, en las diásporas del “sálvese quien pueda”, es ser arrastrados por la vorágine de la autodestrucción, en la que estamos instalados hoy. Pandemias, guerras, economías ilícitas, cambio climático, torrentes migratorios, manipulación mediática, control político y policial, robo e inseguridad, escasez y carestía: todo un cuadro crítico que presiona la psiquis humana de esta generación. Depresión y fatiga, proyectos de muerte y pánico colectivo están al acecho. No es necesariamente el Apocalipsis del fin del mundo. Podría ser mejor el amanecer de una conciencia global, de casa común, de solidaridad interhumana, de convivencia pacífica y amistad social. Un amanecer que trasponga los meridianos entre las tinieblas y la luz; que suscite el bíblico “canto del gallo”, es decir, la frontera entre noche y día, la hora de recobrar la fidelidad perdida y de llorar la amargura de nuestras cobardías y traiciones: aquellas que disocian la libertad de la verdad, la vida del amor, haciéndonos incapaces del bien que labra un mundo mejor, un mañana que ilusione. En estos escenarios de contrastes, irrumpe la luz de Navidad, con las esperas del antes y del después de Cristo. Es la esperanza de la Encarnación de Dios que recorre las sendas de la vida, desde las entrañas de María hasta la “humanidad sin entrañas” de la Cruz y del Calvario, desde las entrañas de la noche de Navidad, hasta las entrañas mismas de la noche de Pascua y el amanecer definitivo de la vida en la resurrección. “¡El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz! A los que habitaban en tierra de sombra de muerte, la luz ha resplandecido sobre ellos” (Isaías 9,2). Centrar la vida y la historia en una persona, en la persona de Cristo Viviente, es la gracia de la encarnación de Dios, que adoramos en la noche y el día de Navidad, al recitar el Credo y doblar la rodilla en el “et incarnatus est” y el “et homo factus est” (se encarnó, se hizo hombre). Apresurar la llegada del Reino de Dios que Él consolidó sobre el trono de su cruz, sobre la humanidad que acepta crucificar manos y pies, actitudes y palabras, para poner el cimiento más radical, el de la no violencia del amor, es el secreto íntimo de la “cultura de la vida” en todo tiempo y circunstancia. Hay luces en la noche. No estamos solos en el devenir de la historia. Un devenir que Dios Encarnado, Jesús de Belén, de Nazareth y de Jerusalén, puso en positivo. No caminamos hacia el fin apocalíptico del mundo, sino hacia la segunda venida de Cristo como Señor que somete a los “enemigos del hombre” y a la muerte misma, al poder pacificador de su resurrección. ¿Cómo encender estas “luces en la noche” de la actual travesía humana? Desde el gesto personal de llamar e invocar a Jesús con el “Marana Tha” (“Ven, Señor Jesús”), convertido en plegaria de Adviento y gozo de la Novena de Navidad; hasta la adoración del misterio encarnado en la Noche Buena y fiesta del Nacimiento, el símbolo de la luz en las noches, de las velas encendidas y las alegrías compartidas en viandas, músicas, pesebres y regalos que se intercambian, sin la pólvora aguafiestas ni las estridencias paganas, ayudan a “socializar” la esperanza y a reintegrar familias y vecindades, generaciones y marginalidades. Y más allá de estas tradiciones, busquemos con ellas y entre todos ese caminar juntos, la disposición de ser sínodo, peregrinos y caminantes que hacemos parte de quienes procuran soluciones y no de quienes agravan los problemas y tienden a la destrucción apocalíptica de los desesperados. La coyuntura de desafíos globales y de época preelectoral y apremio de protesta social y de paro nacional en Colombia, exigen luz y lucidez de todos, hombres y mujeres, para avanzar unidos por la vida, la reconciliación, las garantías de derechos y de democracia, la convivencia entre diversos y los acuerdos de paz entre adversarios. Sin violencia alguna, con presencia colectiva de pueblo sin más armas que la dignidad, la voluntad y la palabra, sin más estrategia que la de la “unidad superior al conflicto”, con unidad espiritual y firmeza moral, podremos vencer toda tentación de destrucción y muerte, toda imposición de injusticia y engaño. Me uno en oración a todas nuestras comunidades y a todos los hogares. Y los bendigo como pastor y obispo de esta Iglesia que peregrina en Cali. ¡Navidad y Año Nuevo 2022 llenos de luz y esperanza! + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Jue 12 Mar 2020

El mundo de hoy se debate entre las tinieblas y la luz

Primera Lectura: Éx 17,3-7 Salmo: Sal 95(94),1-2.6-7ab.7c-9 Segunda Lectura: Rm 5,1-2.5-8 Evangelio: Jn 4,5-42 (forma larga) o Jn 4,5-15. 19b-26. 39a.40-42 (forma breve). Introducción Del evangelio que se nos ofrece para nuestra reflexión y vivencia en este domingo cuaresmal, resaltamos: • La mujer del pozo que en el diálogo con Jesús le manifiesta el deseo de beber de esa agua que Él ofrece, se puede relacionar con la sed del pueblo de Israel en el desierto del Sinaí, necesidad que produce incomodidad hasta aguantar y protestar. Un Dios que los ha conducido al desierto para exterminarlos: pecado del pueblo. Pero, por un capricho del hombre no va Dios a anular su plan de salvación. • El agua viva de que habla Jesús está relacionada con el don de Dios, porque Él es el don del Padre para la salvación del hombre; es el agua nueva y el agua del bautismo, es la gracia del Espíritu Santo, es decir el mismo Cristo “salvador del mundo”, quien se ofrece como Agua para que no tengan ya más sed. • El verdadero culto que se tributa a Dios es “en Espíritu y Verdad” 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Este cuarto Evangelio que relata el diálogo entre Jesús y la samaritana es propuesto para este tercer domingo de cuaresma como preparación y confrontación sincera para la celebración de la Pascua. Se recalcan las siguientes ideas: • Jesús entra a Sicar, ciudad de Samaria. Situación que enmarca la relación conflictiva entre judíos y samaritanos. • Jesús rompe con barreras culturales y va a lo concreto, en búsqueda de otras personas para llevarles la salvación. • Pozo de Jacob, encuentro en la hora sexta entre Jesús y una mujer de Samaria. Jesús busca conversación, el tema: la sed y el agua para calmarla. Le pide a la samaritana le dé de beber, lo cual produjo sorpresa en esta mujer, porque cómo un judío le pide agua, Jesús responde: ¡Si conocieras el don de Dios! • Jesús se presenta a la mujer y le hace la reflexión sobre el agua nueva, agua viva que llega hasta la vida eterna. • La mujer observa que Jesús no tiene como sacar agua, pero su corazón se va abriendo al diálogo y ahora, es ella quien le solicita a Jesús que le dé de esa Agua. • Continúa el diálogo, Jesús le pregunta por su marido, a lo cual ella responde que no tiene, pero el Señor le hace caer en cuenta que ha tenido cinco y el que tiene ahora no lo es. Se desvía la conversación sobre el lugar de adoración, a lo que Jesús le responde: “los que dan culto auténtico adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque esos son los adoradores que busca el Padre. Dios es Espíritu y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.” Jesús se le manifiesta como el Mesías. • La mujer sale corriendo al pueblo a contar la experiencia con Jesús, lo que le ha dicho y se cuestiona ¿no será el Mesías? Y se convierte en una samaritana que anuncia a Jesús, como el esperado. Se da en ella el cambio y la transformación de incrédula a creyente y misionera. • Los discípulos le ofrecen a Jesús alimentos, pero Él les responde: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra”. • Finaliza el texto en el encuentro de Jesús con los samaritanos quienes creen en Él, samaritanos salvados, pueblo que estaba peleando con los judíos. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? En este diálogo entre Jesús y la samaritana se observan aspectos que son importantes de identificar y reflexionar: el agua viva, la adoración a Dios y la identidad de Cristo que llegan a enmarcar la relación conflictiva entre judíos y samaritanos. La samaritana que representa al pueblo de Samaria, la región donde se daba culto a cinco dioses (2 Re 17,24ss), que representaban sus cinco maridos; el culto que daban a Yahvé era ilegítimo, no ajustado al principio del único santuario. Además, esta samaritana simboliza a quienes buscan a Dios por caminos equivocados. Importancia de conocer verdaderamente a Dios. El pozo de Jacob cobra importancia en el AT, hay que recordar que es un agua viva, la cual se debe beber para mantenerse activo, fuerte, laborioso, pero el agua de Jesús es un Don de Dios, mayor que el don de Jacob. Agua viva que se convierte en manantial al interior de la persona, no superada por ninguna otra agua. Es un don divino, Don de Dios unido al conocimiento de Cristo, porque es Él, el don del Padre, gracia del Espíritu Santo que pide y crea relaciones de Verdad: Espíritu y Verdad que es Cristo, Salvador del Mundo, como lo confiesan los samaritanos. El único interés de Cristo es la salvación de todos los hombres y el ofrecerles su Agua para que no tengan ya más sed. Este Don se identifica con el agua viva, sinónimo de salud, de vida eterna. Se encuentran textos paralelos y aclaratorios dados por el mismo Evangelio: Jn.7,37 “El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba…”. Jn.3,5 En diálogo con Nicodemo: “el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”. Relación agua y Espíritu en referencia al bautismo, un agua que regenera y una vida que crece en Jesús. El agua es símbolo de los bienes mesiánicos y de la sabiduría. Nosotros como pueblo de Israel, estamos sedientos de Dios. Estemos seguros que quien nos llenará la sed de felicidad es Él. Además, no hay que olvidar que el agua es considerada uno de los grandes bienes de los pueblos, especialmente de los que habitan el desierto, luego la sed puede adquirir connotaciones espirituales y materiales para quienes la viven y sacian. El lugar de adoración, se da desde los criterios de Dios y no de los hombres: en Espíritu y Verdad, porque Dios es Espíritu. La verdadera adoración está orientada solo a Dios, no a lugares humanos de culto marcados por la división. ¿En qué hacemos consistir nuestro culto a Dios? 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Es el momento de la intimidad con el Señor, es abrirle el corazón, es fortalecer la empatía y la confianza, dejar que de mi interior fluyan palabras de cercanía, de alabanza, de petición, de súplica, de manifestarle que tengo sed de Él y como el salmista: mi tierra árida necesita ser regada o como la samaritana dame de esa agua viva. Jesús me invita a mirar mi vida desde su propia vida, desde su amor y misericordia. Me ofrece su don: ¿Cómo podríamos silenciar nuestro canto de alabanza? ¿qué tiene que ver en mi vida este encuentro que tuvo Jesús con la samaritana? ¿será que participo en disputas religiosas y eclesiales? ¿conozco por experiencia personal que Jesús es el Salvador del mundo? RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Es importante hacer énfasis en que la Cuaresma es un tiempo para fortalecer la gracia del Bautismo y para purificar la fe recibida. 2. Se puede subrayar las palabras: agua, agua nueva, agua viva, agua bautismal; don, don de Dios, don como signo del amor del Padre; revelación, autorevelación; vida, vida plena, vida eterna; adoración, adoración al Padre, adoración en Espíritu y Verdad. 3. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 4. Para que favorezca la meditación de la Palabra de Dios, onviene que haya breves momentos de silencio, antes de que inicie la Liturgia de la Palabra, después de la primera y, si hay, segunda lectura, y una vez terminada la homilía. La finalidad de estos silencios es que, con la ayuda del Espíritu Santo, la asamblea medite brevemente lo que escuchó, saboree la Palabra de Dios y se prepare la respuesta más conveniente (Cfr. OGMR 45 y 56). 5. Hacer énfasis en Cristo que se hace Agua viva, especialmente, en la Eucaristía. Invitación a participar digna y convenientemente en ella. 6. El Prefacio de hoy es propio: La Samaritana, Misal, p. 95. 7. Tener presente que, el jueves, 19 de marzo, se celebra la solemnidad de san José, esposo de la Santísima Virgen María.