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alma

Lun 30 Oct 2023

Algunos conceptos doctrinales en el contexto del 31 de octubre

Por Pbro. Raul Ortiz Toro - 1. Suele ser cada día más difundida entre nosotros la celebración, de origen foráneo, del 31 de octubre como un “día de las brujas” o “día de los niños”. Un cristiano católico no debería participar en esta celebración porque su origen y esencia es pagana y esotérica.2. Esto no quiere decir, consecuentemente, que deba darse el calificativo de “diabólico” a este día o que quien participe en estas celebraciones incurra en un pecado mortal irreparable por, presuntamente, “consagrar su alma al demonio”.3. No solo el 31 de octubre, sino todos los días, el cristiano lucha por no caer en las fauces del enemigo que “ronda como un león rugiente buscando a quien devorar” (1 P 5, 8); esta es una batalla diaria contra la “acción ordinaria del demonio” que actúa, principalmente, a través de la tentación. Por ello, una persona que aparenta bondad, pero que su corazón esté lejos de Dios, compromete más su salvación eterna que una persona que, sin pretender ofender a Dios, participa con un disfraz el día 31 de octubre.4. Lamentablemente, el 31 de octubre - no se puede negar-, ha sido elegido por algunas personas alejadas de Dios, como un día para realizar prácticas ocultistas, espiritistas y satánicas. Además de la “acción ordinaria del demonio” (la tentación), existe una “acción extraordinaria” del demonio que, como lo llamó el papa San Pablo VI es “pervertido y pervertidor”. La “sujeción diabólica” es una de esas acciones extraordinarias (es decir, poco comunes) mediante la cual la persona se siente sujeta al enemigo (aun cuando quede salva la voluntad y libertad para liberarse). Es el caso de los médiums, ocultistas, espiritistas, satánicos; pero, también, de todos aquellos que sistemáticamente su sujeción al demonio, en ámbitos distintos a los tradicionalmente reconocidos como esotéricos y demoniacos, los hace obrar constantemente contra Dios. Como la acción ordinaria, también la acción extraordinaria del demonio puede vencerse. Ninguna persona está indefectiblemente condenada. Por ello, el 31 de octubre y el 1 de noviembre, la Iglesia ora por todos aquellos que obran contra el plan de Dios para que encuentren personas y circunstancias que los acerquen al Creador Bondadoso y se detenga la espiral de maldad, sobre todo en contra de los niños inocentes.5. Debemos tener claro que la inocencia infantil nunca busca ofender a Dios. Para que haya pecado mortal se necesita: pleno consentimiento de ofender a Dios, plena conciencia de que se está trasgrediendo su ley de amor, y que la materia del pecado sea grave. Los padres de familia, docentes y adultos en general, deben enseñar a los niños a “no seguir la corriente de este mundo en que vivimos” (Rom 12, 2). Cuando un niño recibe explicación de por qué estas celebraciones no son cristianas, puesto que no pocas veces exaltan antivalores que contradicen el Evangelio de la Luz de Cristo y el amor del prójimo, el niño entiende que debe alejarse de estos contextos.6. Para ello, la Iglesia ofrece la celebración correcta del 31 de octubre: La víspera de la Solemnidad de Todos los Santos, ocasión propicia para exaltar los valores del Evangelio; la imitación de las virtudes de los Santos, la alegría de estar llamados a un mismo destino final en unión con Cristo en la eternidad. En este sentido, muchas parroquias católicas incentivan hoy en día la participación de los niños el 1 de noviembre a la Eucaristía o a encuentros específicos, más que disfrazados, “revestidos de Cristo”, imitando perfiles de Santidad. Si la comunidad eclesial invita a los niños y niñas a vestirse como un arcángel, el Papa, una religiosa, una Santa o Santo en particular, propondrá a los pequeños una ocasión celebrativa y gozosa alternativa. Es cuestión de planeación pastoral.7. En algunas parroquias, la noche del 31 de octubre, se incentiva a las familias para que, en el caso de llegar a su puerta algún niño pidiendo dulces, se le regale una estampa de un santo o una oración o una cita bíblica (por ejemplo, Efesios 6, 1-3: “Hijo, honra a tu padre y a tu madre, tendrás larga vida y te irá bien”) junto con un dulce. O también se les puede invitar a rezar una oración a la Virgen María o a San José, patronos de las familias. Son alternativas que no “satanizan” sino que acogen y cuestionan según la pedagogía de Jesús.P. Raúl Ortiz ToroDirector de los Departamentos de Doctrina y PUD