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ángel morillo maldonado

Vie 28 Sep 2018

Periodista venezolano feliz en Colombia

Agradecido con Colombia, que le abrió los brazos desde el primer momento que pisó estas tierras, pero con nostalgia por estar lejos de su terruño, afirma: “Mi corazón, mis ancestros y mis raíces siempre estarán en Venezuela.” Ángel Morillo Maldonado, de 38 años de edad, nació en Maracaibo, estado de Zulia, en Venezuela; llegó a Colombia hace dos años y medio como consecuencia del éxodo en ese país. Vive con su esposa Karen Castellar, colombiana, sus hijos kariangelis, de 11 años, y Miguel Ángel de dos años de edad. “Soy un cúmulo de recuerdos y esperanzas como migrante venezolano en esta tierra extranjera, dando lo mejor de mí por mis hijos y mi familia (…) Uno empieza desde cero a construir piedra sobre piedra un mejor futuro y así poder brindar una buena calidad de vida a la familia”. Ángel, aunque un poco nostálgico por la realidad que atraviesa Venezuela, se siente agradecido con Dios pues su presencia en Colombia ha tenido un proceso de apropiación e integración total. “Ya uno va aprendiendo a querer esta tierra; sin embargo, mi corazón sigue en Venezuela. Pongo mis oraciones porque la realidad en mi país cambie en algún momento. Que la sociedad venezolana y quienes toman decisiones logren ponerse de acuerdo y poder enrumbar el camino del país para que muchos que están en vulnerabilidad puedan regresar a la patria”, aseguró. En Venezuela era docente en la Universidad Católica de Maracaibo (2008-2015), promotor cultural de la Universidad Bolivariana y durante 7 años servidor público en el Ministerio de Cultura. Actualmente está radicado en Bogotá, donde ejerce el periodismo como corresponsal del portal Vida Nueva Digital y, además, coordina el Programa Centralidad de la Niñez, una mancomunidad interinstitucional del CELAM, World Vision América Latina, Cáritas Latinoamericana y Federación Internacional Fe y Alegría. Se siente orgulloso de ejercer su profesión como periodista pues considera que así contribuye a la defensa de los más necesitados: “Ante las injusticias hay que alzar la voz y denunciar lo mal; desde la Iglesia me siento comprometido para llevar ese kerigma (…) La comunicación debe estar al servicio del bien social, la justicia y, por su puesto, de la promoción de la paz. Siempre he dicho que la palabra es un arma”, afirmó. Se refirió además a la acogida que ha tenido por parte del gremio periodístico. “Uno tiene que ver a los colegas con mucha humildad y como a un amigo. Hace dos años y medio no conocía a nadie, ahora tengo amigos en las redes de Caritas de América Latina, Red Eclesial PanAmazónica. El periodismo necesita de los apoyos mutuos y de las redes, porque de una u otra forma estamos comunicando para la misma causa”, agregó. Se emociona cuando se le pregunta cuál es su sueño periodístico. “Como comunicador mi sueño es sentarme con el Papa Francisco, yo con mi café y él con su mate, conversar tantas cosas como amigos y de alguna manera hacerle una entrevista de personalidad, es algo que me ha encantado realizar en este ejercicio periodístico”, finalizó.