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apocalipsis

Mié 14 Nov 2018

Con Cristo tenemos la esperanza de reinar

Cercanos al final del año litúrgico las lecturas nos invitan a reflexionar sobre las realidades del fin del mundo, podemos fijar la mirada, a manera de sugerencia, en tres temas: La visión apocalíptica de la teología de la historia. La esperanza cristiana y su compromiso frente a la realidad histórica. La victoria definitiva de Dios, Rey absoluto, incluso de la historia. Primera lectura: Dn 12,1-3 Salmo Sal 16(15),5+8.9-10.11 (R.1) Segunda lectura: Hb 10,11-14.18 Evangelio: Mc 13,24-32 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas de este domingo tienen un sabor común, el pensamiento o la llamada literatura apocalíptica, que mediante el recurso de visiones, cifras, imágenes artificiosas (impactantes, llamativas y extrañas), mensajes recibidos o comunicados…etc. intenta llamar la atención del oyente o del lector para mostrarle el sentido último de los acontecimientos históricos, revelar algo sobre Dios y la historia, mostrando la victoria definitiva de Dios sobre todo el acontecer histórico. Ofrece una particular teología de la historia. Género literario, que provoca en unos desorientación y en otros curiosidad, perdiéndose así su intencionalidad, ver las claves de lectura de la historia para comprenderla. El texto de la primera lectura, de Daniel, forma parte de la visión del “Tiempo del fin” (11,40 – 12,13); específicamente de los “tiempos de angustia y la promesa de la resurrección” (12, 1-4). La victoria definitiva se da gracias a la intervención del arcángel “Miguel, quien defiende al pueblo”, se trata del “ángel” tutelar de la nación, quien será ayuda en estos tiempos difíciles como no los ha habido nuca. La victoria está descrita en términos de salvación, aquellos inscritos en el Libro. Daniel no precisa cuál libro, pero a la luz de otros pasajes bíblicos se comprende que se trata de un libro de Dios, “al que haya pecado contra mí, lo borraré Yo de mi libro” (Éx 32, 32-33), Daniel ha hecho ya referencia a “los libros” (Dn 7, 10), llamado también, el Libro de los Predestinados o Libro de la Vida (Cf. Sal 69,29; 139,16; Ap 20,12); el tema de un libro en el cual se inscriben los nombres de los salvados no es extraño, Jesús al regreso de los misioneros y su alegría de ver caer los demonios, Él les advierte: “no se alegren de que los espíritus se les sometan; alégrense de que sus nombres estén inscritos en el cielos”. Aparecer inscrito en este libro misterioso garantiza la participación en el reino de Dios. El versículo 2 de este pasaje de Daniel es un texto muy importante del Antiguo Testamento para hablar de la resurrección de la carne. No se trata todavía con toda precisión de la resurrección, misterio que será anunciado con profundidad por Jesús; pero si plantea desde ya una respuesta clara sobre la suerte de aquellos que se mantienen fieles. Aquí se nos presenta la muerte como un sueño y la resurrección como un despertar para participar del fulgor de la luz por haber vivido en la justicia, o sufrir la vergüenza y horror eterno por no haber sido fieles. El salmo expresa un clima de serena confianza y gozo en el Señor, estos son los sentimientos dominantes. Se subraya la relación con Dios, de su mano depende la suerte del orante, por eso el salmista canta esa presencia permanente de Dios, que ni siquiera la muerte puede detener o cambiar. Dios es el Dios de la vida, de la alegría perpetua. Los cristianos y el Nuevo Testamento han aplicado estas palabras del salmo a la resurrección de Jesús, por lo que se ha llamado “salmo mesiánico”. Hebreos contrapone los sacrificios de la antigua economía salvífica (v.11) con la eficacia del sacrificio de Cristo (vv. 12-14), una eficacia que es real y es suficiente, “un solo sacrificio”, que alcanza a todos los que van siendo consagrados; su eficacia es inmediata y permanente, es deci,r llega en el tiempo y espacio; sin embargo, no significa un gobernar inmediato, pues debe esperar en cierta manera al cumplimiento de los tiempos. Jesús asume el reinado sentado a la derecha de Dios para siempre. La victoria definitiva está asegurada, es de Dios. ¡Este es el destino de la historia! El Evangelio. En la Biblia encontramos libros enteramente apocalípticos como Daniel, el Apocalipsis y otros, pero igualmente algunos libros, sin ser totalmente apocalípticos, en determinado momento una sección asume esta manera de comunicar; este es el caso de Marcos 13. En este capítulo se entre mezclan dos anuncios: la destrucción de Jerusalén y el fin de los tiempos. Atención que el lenguaje apocalíptico es necesario descifrarlo y ver el mensaje que trasmite, no es la información de lo que pasará tal cual se describe. Marcos, describe una trasformación de los elementos cósmicos, para decirnos que la creación entra en una nueva historia; el tiempo final. Dios reina definitivamente y se hace presente, es Él quien cambia la historia. Viene el Hijo del hombre, Jesús regresa. La parábola de aprendizaje sobre la higuera (vv. 28-31) hace referencia a la caída de Jerusalén. Efectivamente no había pasado esa generación cuando, en el año 70 d. C., Jerusalén fue destruida y con ella el Templo, no quedando “piedra sobre piedra”. Luego el v. 32 advierte sobre el fin de los tiempos, fecha sobre la que ninguno sabe nada. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Escritura me invita a mantener la esperanza gozosa en la victoria definitiva de Dios, a veces las cosas parecen ir de mal en peor, pero la verdad es que la historia la maneja Dios, en ella está presente la fuerza del sacrificio de Cristo que llega a todos. Las lecturas son un grito de confianza absoluta en Dios, a no fijarme en aquello que puede confundir o producir curiosidad, a elevar mi mirada al poder único de Dios manifestado en el sacrificio único de Jesús. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? La salvación ganada en Cristo Jesús Meditar sobre los misterios de la salvación ofrecidos en la persona de Jesucristo. Ver a Jesús como rey que asume el mando de la historia, misterio que recordaremos el próximo domingo. Jesús reina al lado de Dios Padre, no hay nada que temer, pues Él tiene asegurada la victoria. El destino del creyente no es esta vida, hay algo más. No podemos perder de vista que estamos llamados a la vida eterna, a la resurrección, y que nuestra alegría está en sabernos inscritos en el libro de la vida. La comprensión real de ésta esperanza nos compromete a la vivencia de los valores del Reino desde esta vida para poder gozar de la otra, la espera del futuro glorioso no nos desatiende de la realidad presente del mundo, al contrario nos compromete en su transformación desde Cristo el Señor. Un lenguaje enigmático con un mensaje esperanzador… El lenguaje apocalíptico, como ya se dijo, es necesario descifrarlo, quien anuncia que habrá días de oscuridad, terremotos, guerras, y el sol dejará de brillar, sencillamente no respeta la naturaleza de la Palabra de Dios y la hace decir cosas que ella no dice. El lenguaje apocalíptico trae un mensaje, en éste caso manifiesta que Dios se hace presente y hay un cambio de época, inicia una etapa nueva y totalmente distinta, y eso será la venida de Jesús, el inicio de una nueva etapa. El cristiano católico no debe dar crédito a ciertos mensajes que infunden los hermanos separados atemorizando la gente y llenándolos de miedo para que “se cambien de religión”, recuerde que quien se mantiene firme a pesar de las angustias su nombre será inscrito en el libro de la vida. Cristo reina y espera pacientemente, con la serenidad del salmista confiemos en Dios. Una fecha totalmente desconocida. ¿Cuándo será el fin del mundo? Hay grupos de corriente “apocalíptica” que cada vez que hay un año o fecha con una cifra un poco “misteriosa”, a sus ojos, van anunciando fechas y tiempos fijos para el fin del mundo. Creer en eso es grave error. Hay que creerle a Jesús de Nazaret, en el evangelio de este domingo nos dice, “de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sólo el Padre”. No hay que creer a supuestos anuncios que van diciendo que ya está cercano el fin del mundo; ¿cuándo será? Nadie lo sabe, solo el Padre, y cuando alguien se atreve a colocar una fecha o aproximación se está colocando por encima de Jesús, algo así como si el Padre le tuviera más confianza a esa persona que a Jesús. Aunque con artimañas esos anunciadores intenten anunciar el fin de los tiempos, no hay que creerles. Hay que ser firmes en decirles: Yo le creo a Jesús no necesito creer en sus engaños. Es más con esos ni mucho que hablar. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La misión es exigente, nos movemos en tiempos difíciles, de gran angustia, pero en medio de esas realidades vivimos el encuentro con Jesús que nos garantiza la victoria, sale a nuestro encuentro para elevar nuestra mirada un poco más allá de esta realidad, nuestro destino apunta a la vida eterna y este premio nos urge a la tarea evangelizadora. No hay que temer, sí mucho que ganar.