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cena familiar

Vie 24 Dic 2021

Los padres de Jesús lo encontraron en medio de los maestros

LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ Diciembre 26 de 2021 Primera lectura: Eclesiástico 3, 2-6.12-14 Salmo: 128(127), 1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a) Segunda lectura: Colosenses 3, 12-21 Evangelio: Lucas 2, 41-52 I. Orientaciones para la Predicación Introducción * Las virtudes domésticas de la familia de Nazaret modelo para todas las familias cristinas. * Dios quiso compartir la vida de una familia, pobre, trabajadora y perseguida. * La Iglesia nos invita a valorar la familia, cuna de la vida, de la ternura y el servicio. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14, llamado también Sirácida porque fue escrito por Jesús hijo de Sira, es uno de los últimos libros de la literatura sapiencial del Antiguo Testamento. La perícopa que leemos hoy, narra algunos aspectos de las relaciones entre los padres y los hijos y las bondadosas consecuencias para quienes honran a sus padres, entre otras: expían sus pecados, cuando rezan serán escuchados por Dios y tendrán larga vida. Igualmente, exhorta a los que somos hijos a ser constantes en honrar a los padres, a no abandonarlos, a comprenderlos en su vejez y en sus limitaciones. El salmo 128 (127) dibuja el cuadro ideal de la familia bendecida, con descendencia, los hijos en torno a la mesa, gozando todos del amor y la misericordia del Señor, fruto del que “teme al Señor y sigue sus caminos”. El apóstol Pablo, en su carta a la comunidad de Colosas (Col. 3,12-21) les presenta el ideal de un proyecto de vida comunitaria, “Vístanse de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión”, actitudes que deben estar acompañadas por una gran capacidad de amor y perdón. La mejor imagen para comprender esta enseñanza del apóstol, es la vida comunitaria de la familia, el texto define y orienta cómo deben ser las relaciones entre los esposos, entre los padres y los hijos, haciendo que la paz de Cristo actúe de árbitro en los corazones, permaneciendo en acción de gracias, sustentando la vida común con el amor mutuo, la riqueza de la Palabra y orando con salmos, himnos y canticos inspirados. San Lucas (2,41-52) nos trae la escena en la que Jesús, a la edad de doce años, va con sus padres al templo de Jerusalén, los padres pierden el cuidado de su hijo, el niño se pierde, se queda hablando con los doctores de la ley, mientras José y María están de regreso a Nazaret, esto provoca la angustiosa búsqueda del niño que al encontrarlo suscita un reclamo justo de José y de María, la respuesta del niño desconcierta, no se puede comprender con facilidad “¿por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?”. Esta Escena de la infancia de Jesús deja entrever la misión que Él tiene, el Señor ha venido a revelarnos al Padre. Mientras llega el momento de iniciar su vida pública, san Lucas nos recuerda que el niño regresó con sus padres a Nazaret, “allí Él iba creciendo en sabiduría, estatura y gracia ante Dios y los hombres” y “María conservaba estos signos en su corazón”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Recordar hoy a la Sagrada Familia y escuchar el rico mensaje de la Palabra de Dios, llena el corazón de sentimientos gratos, de recuerdos bondadosos de mi familia y de tantos hogares que, a lo largo del ejercicio del ministerio Dios me ha permitido conocer; son tantas las historias buenas que podríamos contar, de cómo Dios se hace presente en las historias de nuestras familias a través de los valores del Evangelio como son: el amor, la comprensión, el diálogo, la misericordia y el perdón. Pero con realismo y un profundo respeto a la vida de las familias, tengo que reconocer que también muchos hogares sufren con amargura, desengaños, infidelidades, separaciones traumáticas, violencia, entre muchos otros flagelos, contrarios al profundo ejemplo de la Sagrada Familia y los valores del Evangelio. La Sagrada Familia se presenta hoy como un modelo digno de ser imitado y amado por todos nosotros, las virtudes de José, el amor de María y la obediencia del Hijo que crecía bajo el amparo y las enseñanzas de su hogar, deberían ser copiadas por todas las familias. Si las familias en crisis se dieran la oportunidad de vivir estos valores, la acogida, la comunión, la fe en el Señor, la fortaleza en medio de las dificultades y la aceptación de la voluntad de Dios, nuestras sociedades serían más maduras y puestas a la tarea de un mundo mejor. La liturgia de la Palabra de este día nos presenta un programa válido para todos, el mundo sería distinto si le diéramos la justa importancia a la familia y al papel formativo que ella realiza, nos iría mucho mejor si los padres cumplen bien su vocación, no solo de engendrar hijos, sino de educarlos para el bien, para el amor, la justicia y el respeto a los demás y si los que somos hijos, cuidamos bien y amorosamente de nuestros padres, llevaríamos a plenitud lo que nos dice hoy san Pablo, todos vestiríamos el uniforme de la misericordia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el amor y la capacidad de perdón. El cuarto mandamiento de la ley de Dios “honrar a padre y madre” evoca a nuestra memoria el deber que tenemos como hijos, de modo especial cuando nuestros padres se hacen mayores, tanto en la enfermedad, como en la soledad no los podemos abandonar. El hijo que actúa con bondad y misericordia con sus padres, recibirá la bendición de Dios, esta es la recompensa, del que con fidelidad, alegría y amor venera a sus padres. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El programa dibujado por Dios sobre la vida familiar no es fácil llevarlo a la práctica, tiene grandes exigencias, este no sería viable, si no es por la fuerza y la gracia que Dios mismo da a las personas para que se comprometan de corazón en la edificación de familias virtuosas, personas de fe, familias orantes, que saben perdonarse y convivir, que se saben amadas por Dios e invitadas a vivir en la perfección de los hijos de Dios. Para que la familia cumpla bien su designio en el mundo, se requiere de la fe, puesto que la familia experimenta un amor tan especial, que solo encuentra su fuente en el amor de Dios, expresado tan bellamente en el amor de la Familia de Nazaret. A pesar de nuestras fragilidades y limitaciones humanas, Dios sabe que todos poseemos la capacidad de amar, de perdonar, de vivir con fidelidad su llamado a servir en la educación de los hijos, en la construcción de un mundo donde brillen los valores del respeto, de la solidaridad y la fraternidad, esto se logra solo en la medida que la familia sea capaz de inculcar esos valores en cada integrante del hogar. Por eso nuestras oraciones en la celebración de la fiesta de la Sagrada Familia, para elevar nuestras suplicas al cielo y pedir a la familia de Nazaret que nos ilumine y nos conceda siempre su valiosa asistencia en la búsqueda permanente de las virtudes domesticas que adornan a las familias cristianas. Por esta razón no podemos descuidar la acción de gracias que es la Eucaristía, ni la Palabra de Dios y con estas dos mesas que se nos sirven cada domingo, llegar a momentos de oración sentidos, profundos y cada vez más frecuentes en nuestras comunidades y de modo especial en nuestros hogares. Con la ayuda de Dios e iluminados siempre con su amor misericordioso, seremos capaces de superar infidelidades, violencias, mal trato, etc. A través de la vivencia de la Eucaristía y de la escucha de la Palabra, la familia será capaz de crecer en la convivencia humana y cristiana. Hoy la familia de Nazaret va al templo para orar y ofrecer culto a Dios, toda la familia está abierta al encuentro con Él, ¿cómo no permitirnos que esta imagen impregne nuestras propias familias de la necesidad que todos tenemos de Dios, de su gracia y fortaleza, para que de los hogares cristianos surjan las vocaciones que la Iglesia necesita? ________________________ Recomendaciones prácticas: • Promover la bendición de la familia. Para esto, el Bendicional ofrece varios formularios. Ver los números 44-135. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, reunidos como pueblo de Dios, dispongamos nuestro corazón para escuchar la Palabra de Dios y participar de la fracción del pan. Luego de haber conmemorado solemnemente el nacimiento del Señor, hoy, la Iglesia nos invita a fijar la mirada en la familia de Nazaret. San Pablo VI considera que, Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su Evangelio. Colocamos aquí junto al altar a todas las familias de nuestra comunidad, los hogares que con amor ponen en práctica las virtudes domesticas de la familia de Nazaret y de modo especial aquellos hogares donde hay dificultades y diversos males, para que Dios les bendiga con el don de la paz y el amor. Participemos todos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios de este domingo, nos habla de las virtudes domésticas que los hogares deben asumir en el camino del seguimiento de Jesús, el libro del Eclesiástico, al igual que el salmo nos presentan el modo de relacionarse de las familias, valores en los que el Señor Jesús se educó, creció y maduró. Escuchemos con atención el mensaje de hoy. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Con toda la Iglesia presentemos al Padre, por mediación de Jesucristo, el Señor, nuestras familias. Él que quiso compartir la vida de un hogar humano. A cada intención nos unimos diciendo: R. Señor, bendice nuestros hogares. 1. Por la Iglesia, para que su presencia en el mundo impregne a todas las familias y personas de buena voluntad de las virtudes domésticas de la familia de Nazaret. Oremos. 2. Por los gobernantes y personas que tienen autoridad en el mundo, para que sus decisiones siempre estén a favor de la familia y del respeto a la vida humana. Oremos. 3. Por el don de la palabra, para que en este camino del Sínodo nos animemos a hablar con valentía y parresia, integrando la libertad, la verdad y el amor. 4. Por las familias que sufren a causa de las dificultades económicas, la enfermedad o la falta de entendimiento, para que nos esforcemos por vivir en paz y armonía. Oremos. 5. Por todos nosotros, para que aprendamos a vivir como una sola familia, nos esforcemos por vivir en paz y armonía con los miembros de nuestra comunidad, superando con caridad fraterna nuestras diferencias. Oremos Oración conclusiva Padre bueno, que has querido que tu Hijo, engendrado antes de todos los siglos, fuera miembro de una familia humana, acoge estas súplicas que te presentamos con fe. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Jue 23 Dic 2021

Nacimiento del Señor (Misa de día)

NACIMIENTO DEL SEÑOR (Misa del día) Diciembre 25 de 2021 Primera lectura: Isaías 52,7-10 Salmo: 98 (97),1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c) Segunda lectura: Hebreos 1,1-6 Evangelio: Juan 1,1-18 I. Orientaciones para la Predicación Introducción * Cristo es la Palabra Eterna del Padre y, por lo tanto, existe desde siempre. No ha habido un momento en el que el Hijo no haya existido, generado eternamente por el Padre: “En el principio existía la Palabra… Todo se hizo por ella y sin ella nada se hizo” (Jn 1,1.3). * La Palabra Eterna se hizo carne. La Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo es un acontecimiento histórico. La historicidad de la primera venida de Cristo manifiesta que la “economía de salvación” es un plan de amor en el que Dios Padre busca la salvación integral de su creatura. * “Y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14b) inaugurando una nueva etapa en la historia (cf. Hb 1,2); este acontecimiento nos llena de alegría y con gozo aclamamos a nuestro Rey y Señor (Sal 97) pues es el mensajero de la Paz que trae la “Buena nueva” (Is 52,7). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Leemos en la primera lectura de esta Solemnidad un texto que pertenece al llamado “Libro de la consolación” que puede llamarse propiamente un “Evangelio” puesto que anuncia una Buena Noticia al pueblo de Israel: la liberación de un cautiverio. El nuevo Pueblo lee este anuncio en prospectiva de Cristo: Él es el príncipe de la paz que viene al mundo a deponer la espiral de violencia, se encarna para dar el parte de victoria sobre el pecado y la muerte, se hace hombre para consolar y restaurar las ruinas de la humanidad caída. El salmo 97 tiene, por ello, el sabor de una alegría que se celebra personalmente y en comunidad; la vinculación de instrumentos musicales, voces y actitudes de júbilo demuestran un gozo inusitado y permiten que esa alegría sea contagiosa hasta los confines de la tierra pues nadie se puede sustraer a la celebración de la “Victoria de nuestro Dios”. La novedad de la primera venida de Cristo inaugura, por ello, una nueva etapa de la historia. La carta a los Hebreos deja en claro que en la antigüedad Dios buscó diversos métodos para comunicarse con su Pueblo; sin embargo, el Plan de Dios, buscando efectividad, encontró que la mejor manera para hablar con los hombres era a través de su Palabra. Cristo inaugura la etapa final de la historia, en la que nos encontramos desde su venida en la carne. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como lo recuerda el evangelista Juan, la Palabra – “Dios Hijo Único” –, “acampando” entre nosotros, nos permite vivir la novedad de la cercanía a Dios a quien nadie ha visto jamás sino por medio suyo. Sin embargo, esta luz esplendorosa no siempre ha sido conocida y recibida; subsiste, entonces, el tema de la libertad humana para acoger la salvación. Dios Hijo Único ha venido al mundo para que todos recibamos “gracia tras gracia”; la oferta es libre de ser acogida: el corazón humano, desde la encarnación de Cristo, será el escenario de aquella “singular batalla” de muerte y vida, de tinieblas y luz, que canta el himno “Victimae Paschali Laudes” y que será finalmente saldada por la victoria pascual de Cristo destruyendo las tinieblas de manera definitiva. Aunque Cristo, con el misterio de su nacimiento, muerte en cruz y resurrección, ya ha vencido las tinieblas gracias a su luz admirable, sin embargo, el cristiano debe luchar incansablemente por actualizar cotidianamente este Misterio de salvación en la vida personal y comunitaria. El Nacimiento de Cristo debe redundar en los compromisos por la conversión espiritual y la transformación social; ya lo expresó de manera magistral San Atanasio: “Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios” (De Incarnatione, 54, 3); este proceso de “divinización”, como lo llamaron los Padres de la Iglesia, aunque encuentra su plenitud en la “segunda venida de Cristo”, sin embargo, inicia en la historia, tras su “primera venida” y corresponde al proceso de humanización. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Contemplemos la magnificencia del Dios Hijo Único en la sencillez del Niño de Belén, admiremos su luz que vence cualquier tiniebla, acojamos su presencia que llena de alegría todo ser. Sintámonos creados por amor y re-creados por misericordia: el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda en el numeral 359 unas palabras contundentes de San Pedro Crisólogo que nos pueden ayudar a contemplar el Misterio que hoy celebramos: «San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo [...] El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida […] aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: "Yo soy el primero y yo soy el último"». Oremos para que reconozcamos en Cristo la clave de interpretación de nuestras vidas. Así lo recordó el Concilio Vaticano II: “El misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (Gaudium et spes, 22) pues Cristo indica el camino de trascendencia que capacita para vivir la ley nueva del amor y restaurar desde allí al género humano. ___________________ Recomendaciones prácticas: • Los sacerdotes pueden presidir o concelebrar tres Misas, con tal que se celebren en las horas indicadas. En las Misas de Navidad puede elegirse, según se considere más oportuno, cualquiera de los tres formularios de lecturas. • Promover la reunión familiar y el compartir fraterno en torno al pesebre. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa “¡Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios!”. El mundo entero, lleno de luz y alegría, canta las maravillas de la salvación. Celebremos en concordancia de motivos y de espíritu el Nacimiento de Nuestro Salvador y que el gozo que hoy experimentamos en esta asamblea eucarística redunde en buenas obras en beneficio de nuestros hermanos. Monición a la Liturgia de la Palabra Cristo es Palabra del Padre y tiene un mensaje para comunicarnos: el del amor infinito de Dios buscando nuestra salvación. Él, que es la Palabra por medio de la cual fueron creadas todas las cosas, recrea nuestro interior para que podamos acoger la nueva vida que nos ofrece. Escuchemos atentamente. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Cristo, luz de las naciones, ha nacido para indicarnos el camino que conduce a la vida eterna. Elevemos a Dios Padre nuestras súplicas para que nos ayude a reconocer en su Hijo Unigénito el misterio de la salvación. R. Por tu Hijo Jesucristo, ¡escúchanos, Oh Padre! 1. Por la Iglesia, que ha emprendido el camino de la sinodalidad, para que, a ejemplo de Jesucristo, “imagen de Dios invisible”, sea también ella viva imagen del amor de Dios que camina a nuestro lado. Roguemos al Señor. 2. Por los gobiernos del mundo entero para que, siguiendo a Jesucristo, “Rey de las Naciones”, trabajen por consolidar proyectos de promoción humana y justicia social. Roguemos al Señor. 3. Por nuestra comunidad y nuestras familias para que, atendiendo a Jesucristo, “Sol de eternos rayos”, se disipen las tinieblas de nuestros errores y busquemos siempre la reconciliación y la paz. Roguemos al Señor. 4. Por cada uno de nosotros para que Jesucristo, que nos ha hecho salir de la “cárcel triste que labró el pecado”, nos conduzca hacia la conversión integral y permanente. Roguemos al Señor. 5. Por aquellos que padecen dolores morales o físicos para que sean animados y favorecidos por Jesucristo, que es “consuelo del triste y luz del desterrado”. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Te los pedimos por Jesucristo, tu Hijo, manifestado hoy al mundo en la humildad de nuestra carne, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Jue 23 Dic 2021

Nacimiento del Señor Jesús (Misa de media noche)

NACIMIENTO DEL SEÑOR (Misa de media noche) Diciembre 25 de 2021 Primera lectura: Isaías 9,1-6 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda lectura: Tito 2,11-14 Evangelio: Lucas 2,1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En esta singular Solemnidad de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, la Palabra de Dios nos ofrece algunas ideas temáticas: - En Isaías el nacimiento del Mesías se profetiza en un contexto de luz que derrota las tinieblas, alegría y gozo que supera toda tristeza, alivio y fuerza que derriba cualquier yugo y opresión - El nacimiento de Cristo marca en el Evangelio una especial diferencia con los relatos de origen de los potentados: ha nacido en la humildad y sencillez de un pesebre, ha privilegiado a los laboriosos pastores como testigos, su poder está encaminado a dar “gloria a Dios” y “paz a los hombres”. - Reconocer a Jesucristo, el Señor, como Mesías (primera venida), es acoger asimismo la salvación que conlleva, necesariamente, una motivación parenética por la cual Tito invitará a llevar una “vida sobria, honrada y religiosa” con tensión escatológica (segunda venida), aguardando la aparición gloriosa de Jesucristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La profecía de Isaías está poblada de imágenes que remiten al contexto bélico; por ejemplo, el enemigo busca la oscuridad para atacar; si el Pueblo pierde la guerra le esperan días de tristeza y el yugo opresor que impone el vencedor infiel será insoportable. Por ello, el profeta remite a Madián (v. 3) como si se tratara de una huella mnémica: Madián (cf. Jueces 7) es el recuerdo del poder magnífico de Dios que derrota al enemigo no porque haya propiciado la fuerza de los ejércitos del rey ni la valentía del soldado (cf. Salmo 32) sino porque su existencia ya es victoria anticipada que se logra no con la fuerza de un ejército de miríadas sino con un resto humilde. Es la humildad de aquel “niño que nos ha nacido”, del “hijo que se nos ha dado” (v. 5), de quien, siendo Dios desde toda la eternidad, ha sido engendrado del Padre desde antes de todos los siglos, consubstancial a Él (cf. Conc. de Nicea), pero, también, engendrado de María Virgen, según la humanidad, por nosotros y por nuestra salvación (Cf. Conc. de Calcedonia) por lo cual decimos de Él: “es verdadero Dios y verdadero hombre”. Dios es eterno por su esencia, pero es histórico por su presencia real entre nosotros, por su cercanía al ser humano, su creación más excelsa. Por esta maravilla, con el salmo 95, exultamos de gozo junto a toda la creación para glorificar al “Señor que ya llega a regir la tierra” con justicia y fidelidad. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Palabra de esta celebración nos invita a tener presentes las actitudes de Cristo: obediencia al plan de salvación trazado por el Padre Dios, humildad para cumplir su Voluntad, servicio para demostrar que su obediencia y humildad son originales y no impuestas. Dirigiendo nuestra mirada a la Sagrada Familia de Nazaret encontraremos herramientas útiles para vivir estas actitudes en nuestras vidas y sociedad. Serviría mucho que meditáramos en aquellas palabras del Papa Francisco en su Carta Apostólica Patris Corde (8 de diciembre de 2020) cuando exalta la “valentía creativa” de San José: “Con la obediencia superó su drama y salvó a María” (P.C., 3), con humildad acogió el plan de salvación dejando de lado “sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia” (P.C., 4). Y, reconciliándose con su propia historia, con su realidad, se ofrece como servidor incondicional: “El cielo intervino confiando en la valentía creadora de este hombre, que cuando llegó a Belén y no encontró un lugar donde María pudiera dar a luz, se instaló en un establo y lo arregló hasta convertirlo en un lugar lo más acogedor posible para el Hijo de Dios que venía al mundo (cf. Lc 2,6-7)” (P.C., 5). Hoy más que nunca, en un contexto social tan fluctuante y líquido, el anuncio de la obediencia, humildad y servicio es un desafío pues se trata de proclamar la estabilidad de una misión que se consolida en la entrega a un plan definido, conciso, permanente. La comunidad en general y el cristiano en particular que reconoce su misión, a ejemplo de Jesús, necesariamente adquiere un proyecto estable de humanización personal y busca que ese plan llegue a sus hermanos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Pidamos al Padre Dios en esta Santa Noche que nos conceda la gracia de ser obedientes y dóciles a su voluntad; que sepamos reconocer la luz del plan universal de salvación que ilumina nuestro proyecto de salvación personal. En la humildad personal y el servicio a los demás hacemos presente la historicidad de la Encarnación y su poder transformador en cuanto que no seguimos una “fábula ingeniosa” (cf. 2 P 1, 16) que nos desentiende de la realidad terrena sino a una Persona, real y concreta, que encontramos en la Palabra, en los sacramentos, en los hermanos. __________________ Recomendaciones prácticas: • Promover la cena familiar, después de la Misa de la Vigilia. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En esta Noche Santa, llena de luz y alegría por el Nacimiento del Salvador, reunámonos en torno al Altar para ofrecer a Dios la acción de gracias por el misterio de la Redención y nuestras súplicas para que, asumiendo las actitudes de Cristo, hecho hombre, podamos contemplarlo en el misterio eucarístico y en nuestro prójimo. Participemos activamente. Monición a la Liturgia de la Palabra En esta ocasión, la Palabra de Dios nos deja en claro que el Padre Eterno tiene un plan de salvación para la Humanidad. No somos fruto de la casualidad, sino que somos objeto del amor de Dios que nos ha creado y nos ha redimido. Seamos testigos de este amor, como los pastores, y glorifiquemos al Dios de la Paz como lo hicieron los ángeles en la noche de Navidad. La Calenda: el Pregón de Navidad Les anunciamos, hermanos, una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; escúchenla con corazón gozoso. Habían pasado miles y miles de años desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra e hizo al hombre a su imagen y semejanza; y miles y miles de años desde que cesó el diluvio y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, signo de alianza y de paz; en el año 752 de la fundación de Roma; en el año 42 del imperio de Octavio Augusto, mientras sobre toda la tierra reinaba la paz, en la sexta edad del mundo, hace 2018 años, en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, ocupado entonces por los romanos, en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero, llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que los hombres esperaban. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Acudamos al Padre de la Misericordia que por su gran amor envió a su Hijo al mundo y supliquémosle diciendo: R. Por la encarnación de tu Hijo, escúchanos, Señor. 1. Padre de bondad, que has constituido a tu Iglesia como prolongación de la obra redentora de tu Hijo Jesucristo, haz que, en comunión con el Papa N.N. y los demás pastores, sepamos “caminar juntos” en obediencia y servicio. Roguemos al Señor. 2. Dios de justicia y de paz, concede a los gobernantes de la tierra, especialmente a nuestros mandatarios nacionales y locales, el deseo de trabajar con transparencia por el desarrollo de nuestras comunidades. Roguemos al Señor. 3. Padre de la unidad, en este Año de la Familia, te encomendamos, de manera especial, nuestros hogares para que sean un vivo reflejo de acogida y servicio, de reconciliación y fraternidad. Roguemos al Señor. 4. Dios de amor, ayúdanos a defender siempre el don valioso de la vida desde el momento de su concepción hasta su desenlace natural de modo que con nuestros actos demos testimonio del inapreciable valor de la existencia. Roguemos al Señor. 5. Dios de todo consuelo, te rogamos en esta Noche Santa por todos aquellos que experimentan cualquier dificultad, especialmente los enfermos, los perseguidos, los maltratados, los desempleados, los que pasan hambre; anima nuestros corazones para que seamos generosos y solidarios con nuestro prójimo. Roguemos al Señor. Oración conclusiva Padre Dios, que nos has iluminado con la claridad de tu Hijo, escucha las súplicas que por su intercesión te presentamos y concédenos el gozo de sabernos hijos tuyos. Por el mismo Cristo, Nuestro Señor. R. Amén.