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Ceniza

Dom 13 Feb 2022

Guión litúrgico para vivir y celebrar el Miércoles de Ceniza

El miércoles 02 de marzo, con la imposición de la ceniza se da inicio al tiempo de la Cuaresma. La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del Departamento de Liturgia, pone a disposición un subsidio para animar la celebración de este día. En este año el camino cuaresmal tiene un ingrediente particular, se trata de la consulta Sinodal que se está desarrollando en las Iglesias particulares y que se ven iluminadas por la imagen de la conversión de Cornelio y Pedro, que, con sus testimonios nos interpelan y adentran en el camino de la conversión. La celebración de la ceniza es el inicio de una estación espiritual, particularmente relevante para todo cristiano, que conduce a celebrar el Misterio Pascual, a través del ayuno, la oración y la penitencia. El acto litúrgico del Miércoles de Ceniza, que se caracteriza por el mensaje bíblico: "Conviértete y cree en el Evangelio", y por la expresión: "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca de la necesidad que tenemos de abrirnos a la conversión, recordando la fragilidad de la vida humana sujeta a la muerte. Este material que podrá ser utilizado por Ministros ordenados y no ordenados, ofrece la Liturgia de la Palabra, pautas para la reflexión y bendición e imposición de la ceniza. DESCARGAR SUBSIDIO [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Jue 25 Mar 2021

Llamados por Dios

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - La Cuaresma 2021 ha estado marcada, para nosotros los creyentes, por un sinnúmero de signos que tienen que ayudarnos a pensar en lo importante de nuestras vidas y en el llamado que nos hace el Señor a la esperanza. Comenzamos por la ceniza. Es un signo de penitencia. Este año muchos la recibieron no en la frente sino en la cabeza. De pronto no cayeron en la cuenta de que para recibir la ceniza en la frente en forma de cruz, se levanta la cabeza, se acercan erguidos para ser signados; con la imposición en la cabeza, se acercan con la cabeza abajo, un signo muy interesante para mostrar nuestra humildad y pequeñez ante la misericordia de Dios. A Él nos acercamos no para exigir, sino para pedir, como el leproso del evangelio: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Seguimos con la Palabra de Dios. Esta en sí misma no es un signo, es la presencia viva del Señor. En la Cuaresma, la Palabra se convierte de manera especial en luz de nuestros pasos. Por eso el llamado a intensificar su lectura y meditación que nos ayude a descubrir lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de prueba. Pasamos luego a las expresiones de nuestros deseos de conversión: la limosna, la penitencia y el ayuno. Estos sí que nos permiten entender la compasión del Padre del cielo hacia nosotros sus hijos. A través de estas realidades, para tantos dolorosas, ya que están en estado permanente de ayuno, de abstinencia y penitencia, pues no tienen ni siquiera dónde dormir ni qué comer, al tomar conciencia de estas realidades y ser compasivos como Dios, el llamado es a ser a austeros, solidarios, generosos y misericordiosos a través de las obras de caridad. No puede faltar en la Cuaresma el sacramento de la misericordia, el sacramento del perdón. Nos acercamos al sacerdote para recibir el perdón de los pecados y hacer delante suyo el compromiso de no volver a pecar. Es el llamado a la reconciliación con Dios, con los hermanos y con la naturaleza. En la encrucijada de la pandemia, llega la vacuna contra el coronavirus. Prácticamente coincidió su llegada con el inicio de la cuaresma. Desde la fe un mensaje, basado en la misma Palabra de Dios: “el que persevere hasta el fin se salvará”. Así es, la vacuna surge como un signo de esperanza para seguir nuestro camino en este mundo, con entusiasmo. No todo estaba acabado, todo saldrá bien. ¿Acaso no fue ese el anuncio constante de Jesús a sus discípulos, que al final no comprendían?: “él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas y ser matado y resucitar al tercer día” (Mt., 16, 21). Ahora sentimos de nuevo el llamado a la esperanza en la acción misericordiosa del Señor que no nos abandona. El Papa Francisco, el miércoles de ceniza, decía que “la Cuaresma es el camino del retorno a Dios”. Es el camino para el encuentro con el Resucitado. Es el camino para llegar a la meta de la vida nueva, movidos por la esperanza que no defrauda. Estemos atentos al llamado que nos hace Dios a ser mejores, a estar con él, a disponernos para el encuentro definitivo con Dios, a renovar la fe, la esperanza y el amor. +Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo auxiliar de Cali

Lun 19 Feb 2018

Cuaresma se escribe con C

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - Con el Miércoles de Ceniza, hemos iniciado una vez más el itinerario cuaresmal. En orden a no dejar pasar de largo este Tiempo de Gracia, quisiera proponer algunas palabras que pueden ser como señales orientadoras en este camino y que nos conducen en la ruta correcta a la vida nueva en Jesús, muerto y resucitado por nosotros. Con C de Conversión La primera de estas señales es apenas obvia. La Cuaresma es un camino para salir de lo que nos aparta de Dios, para dirigirnos, en un proceso de transformación, hacia un estilo de vida de acuerdo al Evangelio. Precisamente esto es la conversión: un proceso de cambio, apoyado por la Gracia de Dios; dejar las situaciones de pecado, de esclavitudes, para empezar a caminar hacia una vida movida por el amor, la misericordia, la santidad, con palabras y con hechos. “No podemos quedarnos parados”, decía el Papa Francisco al despedirse de Colombia el 10 de septiembre de 2017. La vida cristiana es constante movimiento, revisión de vida, nunca conformarse. Es dar la pelea todos los días por avanzar hacia el ideal que nos propone el Maestro. Aprovechemos la Cuaresma para corregir la ruta, para romper el conformismo y caminar hacia Jesús. Con C de Confesión En la Cuaresma se insiste en la importancia de los sacramentos y especialmente la Confesión. Cada sacramento es una acción a través de la cual el Señor ofrece su salvación. En la Penitencia, la misericordia de Dios, su perdón y purificación, llegan al creyente liberándolo de las cadenas a las que lo somete el pecado y entregándole una nueva oportunidad. El “yo te absuelvo” es la sentencia que el mismísimo Jesús dirige al pecador por boca del sacerdote; una sentencia que no es condenatoria sino liberadora, salvadora. La Sagrada Escritura, dice: «si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo libra de sus angustias» (Salmo 34, 7). Hoy se apela a la relación personal con el Señor, para justificar el desistimiento de la vida sacramental. Vale la pena recordar que es a través de estas acciones (sacramentos) que Jesús ha querido dispensar su salvación a todos los que lo buscan. La Iglesia es la dispensadora de la obra de Jesús: no dejemos de buscarlo allí. No nos consolemos pensando que con un gesto subjetivo todo se soluciona; Él nos ofrece su perdón de esta manera tan concreta; no desaprovechemos la ocasión y acudamos a la confesión. Para hacerlo bien demos estos pasos: examen de conciencia, dolor sincero por haber fallado, propósito de no volver a faltarle a Dios, confesión de boca y reparación con obras de las faltas cometidas. El alivio y la fuerza sobrenatural que allí recibimos no lo pueden expresar las palabras: hay que vivirlo. Con C de Comunión La Cuaresma es un tiempo especial para recuperar el valor de sentirnos parte de una comunidad. Al hablar de comunión no nos referimos sólo a la eucarística (Ese es un punto muy importante), sino al hecho de entender que la vida cristiana es plena y madura cuando se asume que no somos individuos desconectados, aislados sino que formamos parte de un cuerpo, de una familia, que se llama Iglesia. El individualismo es una seria amenaza para la vida cristiana; no seremos verdaderos discípulos de Jesús mientras nos encerremos en la cómoda autorreferencialidad. El discipulado cristiano por esencia es abierto, proyectado a los demás. El camino cristiano no lo hacemos solitarios: vamos juntos, ayudándonos unos a otros para mantenernos en movimiento y no quedarnos rezagados en este viaje hacia Dios. Aprovechemos los momentos que la parroquia nos dé para fortalecer la dimensión comunitaria de nuestra fe: participemos en las celebraciones litúrgicas, los encuentros de oración, las prácticas devocionales, las reuniones de formación, y tantos otros espacios. Nos daremos cuenta de que no estamos solos en la lucha y que con otros el camino se hace más llevadero. Con C de Compartir Uno de los aspectos centrales de la Cuaresma es el llamado a la caridad. «En esto conocerán que son mis discípulos: en que se aman los unos a los otros» (Juan 13, 35). El ayuno, las privaciones tan propias de este tiempo, no tienen sentido alguno si no nos llevan a compartir con quienes padecen de las cosas básicas para tener una vida digna. Ayuno no es cambiar un alimento por otro tal vez más exquisito. Este tipo de práctica cumple una doble finalidad: refrenarnos, es decir, entender que no todo lo que queremos lo debemos tener o hacer, no caer esclavos de la sociedad de consumo que nos hace comprar hasta lo que no necesitamos. Pero por otro lado, nos ayuda a pensar en quienes padecen, de manera permanente, la privación de lo más elemental; mas no nos quedamos ahí, sino que salimos de nosotros para hacer algo por ellos. Este compartir entonces se vuelve obras de misericordia, servicio, apoyo a los que tienen hambre, a los que lloran, a los que no tienen un techo que los cobije; a los enfermos y tantas otras maneras deshunanizantes de marginación y sufrimiento. Si logramos salir de las burbujas de la indiferencia en las que nos solemos refugiar, y damos el paso para hacer algo muy concreto por los más necesitados, nuestra vida cristiana estará alcanzando su madurez y adquirirá su mejor sentido y belleza. Descubriremos la alegría de vivir para servir. Feliz y fructífera Cuaresma. + Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali

Mar 13 Feb 2018

Cuaresma: Miércoles de Ceniza

Con el Miércoles de Ceniza se inicia el tiempo de preparación para vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo. Compartimos una infografía acerca del Miércoles de Ceniza.