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comida

Lun 4 Mayo 2020

“Estoy a la puerta”

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía – Casa: En estos tiempos la “casa” es nuestro mundo. Quizás nuestra tortura, en condiciones poco habitables. Pero es allí donde estoy, donde estamos, cercanos y distantes, quizás hacinados, quizás solos. Reserva Y es ahí donde, en estos días de confinamiento y miedo, se vuelven importantes las “reservas”. Las que tengo en mi alma, en mi mente y cuerpo. Las que tengo en la despensa, en la nevera o el cuarto frío. Las que tenemos en los bolsillos o en el banco. Las que tienen la sociedad, el gobierno, el mundo. Nos da pánico una hambruna. Comida Vuelven a ser valiosos los campesinos, los pescadores, los productores y procesadores de comida humana y animal. Los que las importan y exportan. ¡Que no se nos agoten las reservas de pan! Sagrario Hoy te invito a pensar en una RESERVA MUY ESPECIAL, allá en la “casa grande” del Templo parroquial, de la capilla. A ella le dedicamos El Tabernáculo o El Sagrario. En ella se guardan las sagradas formas, la “reserva” del Santísimo Sacramento, para quienes no pueden venir al templo, ni participar en la misa, ni recibir la comunión que anhelan. Rostros Arrodillarse ante el Sagrario es hacer memoria del que tiene hambre de pan eucarístico, sed de Dios; del despojado y descartado; del desplazado y forastero; del que está enfermo o en la cárcel, confinado o perseguido. Presencia Jesús tiene dos presencias inseparables: en la eucaristía y en el prójimo. Ellas unen dos amores: el amor a Dios y el amor al prójimo. Él se identifica con el necesitado. Reclama un mundo sin hambre, con agua potable, con dignidad humana, con casa, salud, libertad, con comunidad y pastor “que reúna a ovejas y cabras” (Mateo 25, 31-46). Ministros Este es EL TIEMPO DEL SAGRARIO, de La Reserva Eucarística en camino hacia las casas. Hay que ponerle manos y pies de laicos, de hombres y mujeres; de religiosas y religiosos; de esposos y servidores. No solo de ordenados: Obispo, Presbítero, Diacono. Puerta Y hay que tocar la puerta, ojalá señalada con bandera o tela blanca, azul o vaticana. De la Paz, Mariana o Pontificia. “Mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre, entrare y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3,20). Comunión Comulgar es la gracia de la UNIÓN íntima del alma con Jesús, con Quien “me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2,20). Es la gracia de la COMUNIÓN o común participación de Jesús, formando todos “El Cuerpo de Cristo”. Es la gracia del Resucitado que anticipa mi Cielo y nuestro Banquete de Bodas del Cordero: “Dichosos los invitados a la Cena de Bodas del Cordero”, a la Cena del Señor (Apocalipsis 19,9). Buena y dichosa comunión eucarística, que nos une en el Sacerdocio bautismal, de todos, y el ministerial, de algunos que, “en persona de Jesús y de la Iglesia”, son quienes CONSAGRAN EL PAN; porque, como Jesús, lo toman en sus manos, lo agradecen y bendicen, lo parten y lo dan o distribuyen para todos. “El Señor es mi Pastor, prepara ante mí una mesa” (Salmo 23). Los bendigo en Jesús Buen Pastor. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali