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día del padre

Sáb 19 Jun 2021

Inspirado en san José, arzobispo de Bogotá saluda a los padres de familia

En Colombia ya es tradición celebrar, el tercer domingo del mes de junio, el Día del Padre. La Iglesia se une a este homenaje reconociendo la labor de los padres y resaltando la figura de san José, patrono de los padres, quien fue llamado por Dios para servir directamente a la misión de Jesús mediante el ejercicio de la paternidad. Monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, al expresar su saludo de felicitación en esta fecha y animar a los padres hacia el camino de una misión santificadora, ofrece tres pasos guiados desde la figura de san José, para vivir este momento. San José trabajador. El trabajo santifica El prelado pidió a los padres de familia que tienen su trabajo, fuere cual fuere, hacerlo cada día con entrega y hacer de él un espacio de santificación. “El trabajo no es un castigo, el trabajo es una dignificación y una santificación al estilo de San José. El trabajo tiene espiritualidad”. El papá debe ser fuerte, pero tierno como san José Recordó cómo, a ejemplo de San José, este hombre que vivió de cerca la ternura, expresada en el cariño y el afecto ofrecidos a su hijo Jesús y a María, los padres también deben cumplir esa misión de amar y guiar a la familia. “Esta ternura la necesitamos corrigiéndonos, amándonos y orientándonos, esa es la misión tierna de un papá al estilo de san José en el ambiente de la familia”, indicó. Necesitamos papás valientes en la fe Frente a este aspecto, el prelado resaltó la importancia de la presencia de Dios a través de la oración en familia, de manera especial cuando esta es animada por iniciativa del padre, siendo este capaz de mostrarse como misionero dentro del hogar. “Necesitamos papás que sean capaces de ser misioneros dentro del hogar, dentro de la familia. Que bello es ver a un papá orando con su esposa, hijos y nietos, porque se convierte en instrumento de Dios, para que toda su familia, a través de la oración, encuentre la presencia del Señor y de la Santísima Virgen”, puntualizó. Finalmente, agradeció a los padres el habernos dado el don de la vida, así como su presencia, su rostro y sus manos trabajadoras.

Jue 21 Jun 2018

La Misión del padre y de la madre

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - Estamos celebrando la Semana de la Familia y el próximo domingo será el Día del Padre. Es una ocasión propicia para pensar, una vez más, que el matrimonio y la familia son valores esenciales para la humanidad. Allí se transmiten la vida y el amor, allí se tiene un nombre y una historia personal, allí se comparten las tristezas y las alegrías, allí se aprende a vivir la libertad dentro del vínculo con los demás seres humanos, allí se percibe y acepta la diversidad del otro, allí se tiene la iniciación para incorporarse a toda la sociedad humana, allí cada momento trasmite una chispa del amor de Dios. Mientras damos gracias a Dios por tantas familias que en nuestra Arquidiócesis se esfuerzan por vivir su vocación y su misión, reflexionemos de nuevo sobre la importancia del padre y de la madre en un hogar. A ello se refiere el Papa Francisco en la Exhortación Amoris Laetitia, cuando nos muestra la belleza de la apertura a la vida y del acompañamiento de los hijos por parte de los padres. El amor conyugal no se agota dentro de la pareja. Los esposos, a la vez que se dan entre sí, dan más allá de ellos mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre (cf AL, 165). La familia es el ámbito no sólo de la generación sino de la aceptación de la vida que llega como regalo de Dios. El don de un nuevo hijo, que reciben el padre y la madre, comienza con la acogida, sigue con la ayuda a lo largo de la vida y tiene como última meta el gozo de la vida eterna. Comprender esto hace a los padres más conscientes de que Dios les ha dado una joya y una bendición. El Papa muestra también la maravilla de las familias numerosas y recuerda que tener hijos es una aventura que exige unos padres maduros. Se ama un hijo, no por sus características, sino porque es hijo; y el amor de los padres es instrumento del amor de Dios que acepta gratuitamente cada niño (cf AL, 170-171). Hoy, cuando tantos niños viven un sentimiento de orfandad, es preciso saber que todo niño tiene el derecho a recibir el amor de una madre y de un padre, ambos son necesarios para su maduración integra y armoniosa. Respetar la dignidad de un niño significa afirmar su necesidad y derecho natural a una madre y a un padre. No se trata del amor del padre y de la madre por separado, sino del amor entre ellos, percibido como fuente de la propia existencia y como fundamento de la familia. Ambos, padre y madre, son cooperadores del amor creador de Dios. Ellos enseñan el valor de la reciprocidad, donde cada uno aporta su propia identidad y sabe también recibir al otro (cf AL, 172). En nuestro tiempo es posible ver lo difícil que es una maduración equilibrada de los hijos si falta uno de los padres que ejerzan su función educadora desde la identidad maternal femenina y paternal masculina. La madre que ampara con su ternura ayuda a experimentar que el mundo es un lugar bueno que nos recibe y esto facilita desarrollar la autoestima. La figura paterna contribuye a percibir los límites de la realidad, ayuda a salir hacia un mundo más amplio y desafiante, invita al esfuerzo y a la lucha. Un padre con una clara identidad masculina, que a su vez convine el afecto y la protección, es tan necesario como la madre (cf AL 175). Después el Papa señala que en nuestra cultura la figura del padre estaría simbólicamente ausente, desviada, desvanecida. Aun la virilidad pareciera cuestionada. Se ha producido una confusión en nombre de una liberación del padre representante de la ley. Y hoy el problema no parece ser la exagerada autoridad del padre en el hogar, sino su ausencia. De ahí pueden derivar en los hijos diversas situaciones afectivas, de inseguridad personal y de desadaptación en la sociedad. Cada vez, resulta más urgente defender la familia y apoyarla para que, no obstante las dificultades actuales, realice su tarea preciosa e imprescindible en el mundo. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín