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dia mundial alimentacion

Mar 16 Oct 2018

Frente al hambre, nuestras acciones son nuestro futuro

Por: Mons. Fernando Chica Arellano - Un año más, hoy, 16 de octubre celebramos el Día Mundial de la Alimentación. En esta ocasión, el lema escogido es «Un mundo #HambreCero para 2030 es posible». Viene acompañado de una invitación para cada uno de nosotros: «Nuestras acciones son nuestro futuro». A día de hoy, unos 821 millones de personas carecen del pan cotidiano. Desde hace tres años, para sonrojo de la humanidad, la cifra de los hambrientos no ha dejado de aumentar. Lo sorprendente es que, en septiembre de 2015, en el seno de la ONU, 193 países se comprometieron a acabar con la pobreza y el hambre, proteger el planeta y garantizar la prosperidad para todos, de forma que nadie quede atrás. Concretamente, el Objetivo 2 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se propone alcanzar el Hambre Cero. El Papa Francisco, cada vez que se detiene en estas cuestiones, insiste en la necesidad de superar la retórica y las meras declaraciones para pasar a la acción con gestos tangibles e iniciativas bien coordinadas. Individual y colectivamente, todos deberíamos poner lo mejor de nosotros mismos, abandonando la indiferencia y el egoísmo. Solo así terminará la penuria de los postergados de nuestro planeta. A este respecto, cuatro puntos adquieren particular relieve. Necesitamos actuar ya. La llamada a la acción no es algo opcional. Es imprescindible, sobre todo si miramos el trayecto recorrido. Es triste recordar que, ya en 1974, se aprobó la «Declaración universal sobre la erradicación del hambre y la malnutrición», que marcaba el objetivo de que, para el año 1984, «ningún niño, mujer u hombre se vaya a la cama con hambre». A su vez, la Conferencia General de la FAO reiteraba este compromiso al instituir el Día Mundial de la Alimentación en 1979. Ahora se fija el año 2030 como nuevo horizonte para acabar con la lacra del hambre. Es obvio que este plazo queda demasiado lejos para quienes sufren por no tener nada, o casi nada, que llevarse a la boca. Los pobres no merecen esta espera. Necesitamos actuar mejor. En este trayecto, hay lecciones aprendidas, iniciativas exitosas y proyectos fracasados. El problema fundamental no es de producción de alimentos, sino de acceso a los mismos y su distribución equitativa. Sabemos que lograr la seguridad alimentaria exige un enfoque integrado que aborde todas las formas de malnutrición, la productividad y los ingresos de los pequeños productores de alimentos, la resiliencia de los sistemas alimentarios y el uso sostenible de la biodiversidad y los recursos genéticos. El reto es que nada de ello se quede en papel mojado, sino que haya recursos suficientes y voluntad política para emprender una acción eficaz. Desgraciadamente, los datos de seguimiento indican que hay poco avance y algunos retrocesos. A este ritmo, dice la FAO, no se lograrán alcanzar los objetivos trazados en la Agenda 2030. Necesitamos actuar concretamente. Ante la envergadura del drama del hambre, podemos caer en la tentación de la parálisis, al sentirnos desbordados. Sin embargo, siendo un desafío global, es también una realidad muy cercana. Recordemos, por ejemplo, que un tercio de los alimentos producidos en todo el mundo se pierde o se despilfarra. En Europa cada consumidor desperdicia unos cien kilogramos de comida por persona y año. Son estadísticas escandalosas. Algo se podría remediar si, cada día, en la cocina y el comedor de nuestros hogares, en los restaurantes y supermercados de nuestras ciudades, tomáramos medidas más incisivas y solidarias para que mucha comida no acabara en la basura. Necesitamos actuar con visión amplia. Alrededor del 80 por ciento de las personas que sufre pobreza extrema en el mundo vive en zonas rurales. La mayoría de ellas depende de la agricultura. Según informes recientes, los conflictos y el cambio climático están afectándoles gravemente, sobre todo en África y Asia. Es necesario cambiar de rumbo, invertir en paz, sumar esfuerzos para paliar los desastres relacionados con la variabilidad climática extrema, que causan incontables daños en el sector agrícola y ganadero. El Señor, Jesús, al ver que sigue habiendo una multitud hambrienta, nos dice a cada uno de nosotros con toda claridad: «Dadles vosotros de comer» (Mt. 14, 16). A este imperativo se agregan las palabras del apóstol Santiago: «Suponed que un hermano o hermana andan medio desnudos, faltos del sustento cotidiano, y uno de vosotros le dice: “id en paz, calientes y saciados”, pero no le da para las necesidades corporales, ¿de qué sirve? Lo mismo la fe que no va acompañada de obras, está muerta del todo» (2,15- 17). Frente al hambre no bastan las palabras. Obras son amores y no buenas razones. Serán las acciones las que posibilitarán el futuro de nuestros hermanos más pobres. Y también el presente. Mons. Fernando Chica Arellano Observador permanente de la Santa Sede ante la FAO el FIDA y el PMA

Lun 16 Oct 2017

El Papa identifica obstáculos en la lucha contra el hambre

En un discurso pronunciado en la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Papa Francisco lamentó los efectos de la inseguridad alimentaria entre las poblaciones más desfavorecidas del planeta y llamó a poner freno a las guerras y a la degradación medioambiental, principales obstáculos en la lucha contra el hambre. El Santo Padre acudió este lunes 16 de octubre a la sede de la FAO, en Roma, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación, que este año se celebra con el tema “Cambiar el futuro de las migraciones. Invertir en la seguridad alimentaria y en el desarrollo rural”. Tras escuchar las palabras del Director General de la FAO, José Graziano da Silva, y del Observador Permanente de la Santa Sede en las Organizaciones y los Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, Mons. Fernando Chica Arellano, se presentó el regalo del Papa a la FAO: una escultura de mármol que representa a Aylan, el niño sirio ahogado en el Mediterráneo frente a las costas de Turquía en octubre de 2015. DESCARGA EL DISCURSO DEL PAPA Guerras y cambio climático El Papa se remitió a estudios realizados por las Naciones Unidas y otros organismos para afirmar que los dos principales obstáculos en la lucha contra el hambre son los conflictos y el cambio climático. “Está claro que las guerras y los cambios climáticos ocasionan el hambre, evitemos pues el presentarla como una enfermedad incurable”, afirmó. El Papa rechazó la especulación con los recursos alimentarios “que los mide solamente en función del beneficio económico de los grandes productores o en relación a las estimaciones de consumo, y no a las reales exigencias de las personas. De esta manera, se favorecen los conflictos y el despilfarro, y aumenta el número de los últimos de la tierra que buscan un futuro lejos de sus territorios de origen”. “Frente al aumento de la demanda de alimentos es preciso que los frutos de la tierra estén a disposición de todos”, subrayó. “Para algunos, bastaría con disminuir el número de las bocas que alimentar y de esta manera se resolvería el problema; pero esta es una falsa solución si se tiene en cuenta el nivel de desperdicio de comida y los modelos de consumo que malgastan tantos recursos. Reducir es fácil, compartir, en cambio, implica una conversión, y esto es exigente”. Agricultura sostenible El Pontífice animó a impulsar una responsabilidad global que garantice la suficiente producción agrícola que dé respuesta a las necesidades alimentarias de todos. “La realidad actual –señaló– reclama una mayor responsabilidad a todos los niveles, no sólo para garantizar la producción necesaria o la equitativa distribución de los frutos de la tierra, sino sobre todo para garantizar el derecho de todo ser humano a alimentarse según sus propias necesidades”. En su discurso, Francisco mostró la urgencia de actuar para garantizar la seguridad alimentaria. “Las muertes a causa del hambre o el abandono de la propia tierra son una noticia habitual, con el peligro de provocar indiferencia. Nos urge pues, encontrar nuevos caminos para transformar las posibilidades de que disponemos en una garantía que permita a cada persona encarar el futuro con fundada confianza, y no sólo con alguna ilusión”. Como contrapunto a la crisis alimentaria que afecta a varias regiones del planeta, el Santo Padre señaló que “las recientes previsiones formuladas por vuestros expertos contemplan un aumento de la producción global de cereales, hasta niveles que permiten dar mayor consistencia a las reservas mundiales. Este dato nos da esperanza y nos enseña que, si se trabaja prestando atención a las necesidades y al margen de las especulaciones, los resultados llegan”. Nuevo lenguaje Francisco propuso la implantación de un nuevo lenguaje en la cooperación internacional. “Me hago a mí mismo, y también a vosotros, una pregunta: ¿Sería exagerado introducir en el lenguaje de la cooperación internacional la categoría del amor, conjugada como gratuidad, igualdad de trato, solidaridad, cultura del don, fraternidad, misericordia?”. A continuación, explicó su propuesta: “Amar a los hermanos, tomando la iniciativa, sin esperar a ser correspondidos, es el principio evangélico que encuentra también expresión en muchas culturas y religiones, convirtiéndose en principio de humanidad en el lenguaje de las relaciones internacionales”. “Amar significa contribuir a que cada país aumente la producción y llegue a una autosuficiencia alimentaria. Amar se traduce en pensar en nuevos modelos de desarrollo y de consumo, y en adoptar políticas que no empeoren la situación de las poblaciones menos avanzadas o su dependencia externa. Amar significa no seguir dividiendo a la familia humana entre los que gozan de lo superfluo y los que carecen de lo necesario”. Vulnerabilidad de los migrantes Sobre las migraciones, el Papa recordó que, para huir de sus situaciones de miseria y falta de oportunidades, o incluso de situaciones de serio peligro para sus vidas, los migrantes “se desplazan hacia donde ven una luz o perciben una esperanza de vida. No podrán ser detenidas por barreras físicas, económicas, legislativas, ideológicas. Sólo una aplicación coherente del principio de humanidad lo puede conseguir”. En su discurso, el Papa quiso entrar en el debate sobre la vulnerabilidad: “Vulnerable es el que está en situación de inferioridad y no puede defenderse, no tiene medios, es decir sufre una exclusión. Y lo está obligado por la violencia, por las situaciones naturales o, aún peor, por la indiferencia, la intolerancia e incluso por el odio”. Ante esta situación, “es justo identificar las causas para actuar con la competencia necesaria. Pero no es aceptable que, para evitar el compromiso, se tienda a atrincherarse detrás de sofismas lingüísticos que no hacen honor a la diplomacia, reduciéndola del ‘arte de lo posible’ a un ejercicio estéril para justificar los egoísmos y la inactividad”. Prevención “El yugo de la miseria generado por los desplazamientos muchas veces trágicos de los emigrantes puede ser eliminado mediante una prevención consistente en proyectos de desarrollo que creen trabajo y capacidad de respuesta a las crisis medioambientales. La prevención cuesta mucho menos que los efectos provocados por la degradación de las tierras o la contaminación de las aguas, flagelos que azotan las zonas neurálgicas del planeta, en donde la pobreza es la única ley, las enfermedades aumentan y la esperanza de vida disminuye”. Finalmente, destacó la aportación de la Iglesia Católica que, “con sus instituciones, teniendo directo y concreto conocimiento de las situaciones que se deben afrontar o de las necesidades a satisfacer, quiere participar directamente en este esfuerzo en virtud de su misión, que la lleva a amar a todos y le obliga también a recordar, a cuantos tienen responsabilidad nacional o internacional, el gran deber de afrontar las necesidades de los más pobres”. Fuente: ACIprensa

Vie 16 Oct 2015

El reto, saciar el hambre de más de 250 mil bogotanos

• El 16 de Octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, para este año la FAO propone el tema de la protección social. • El Banco de Alimentos suma esfuerzos con el fin de reducir las cifras del hambre, y como parte del trabajo por la comunidad, se generan procesos de promoción humana con más de 850 organizaciones sociales de base. • La meta propuesta de 2015 que consiste en movilizar 14.200 toneladas de producto que beneficiaran a unas 250 mil personas en Bogotá y los municipios cercanos. Según la FAO, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultural en sus estimaciones más recientes, aproximadamente 795 millones de personas en el mundo continúan subalimentadas, 27 millones de personas pasan hambre en América Latina y, según la encuesta multipropósito de la Secretaria de Planeación Distrital, en Bogotá 400 mil personas van a la cama sin comer. Ante la situación de inequidad y con el firme propósito de erradicar el hambre, el Banco de Alimentos de Bogotá ha impulsado diversas iniciativas para lograr su objetivo, donde además de entregar alimentos a más de 2 28 mil personas, se está trabajando por brindar fortalecimiento institucional a las organizaciones sociales vinculadas. La protección social, tema propuesto este año por la FAO, en el que el banco de alimentos trabaja por asegurar el alimento, la educación y el acompañamiento humano y social, a los niños, jóvenes, adultos mayores y a las familias beneficiadas a través de más de 857 organizaciones sociales. La tarea de borrar el hambre responde al llamado que hoy incansablemente hace su santidad el papa Francisco "Es el mismo Jesús que nos invita a abrir espacio en nuestro corazón a la urgencia de dar de comer a los hambrientos, y la Iglesia la considera una de las obras de misericordia corporal. Compartir lo que tenemos con aquellos que no tienen los medios para satisfacer una necesidad tan básica nos educa a aquella caridad que es un don rebosante de pasión por la vida de los pobres que el Señor no hace encontrar." Adicionalmente, el Banco de Alimentos generar alianzas con el sector privado y público, permitiendo crear redes estratégicas para garantizar la protección social en acciones concretas que muestran impacto social, principalmente en más de 66.907 niños y niñas, que recibieron alimentos y afecto, tan solo en el mes de septiembre de 2015. Salvando productos, salvamos vidas Junto a las empresas, apoyados en sus estrategias de responsabilidad social, buscamos responder a las necesidades nutricionales de la población para construir un futuro equitativo y solidario en el que los mejores aliados para combatir el hambre son la generosidad y el compromiso de los empresarios de transformar la realidad social en busaca de un mejor futuro para el país. "En lo corrido del año hemos logrado entregar 10.293 toneladas de producto, teniendo en crecimiento significativo en comparación con el mismo periodo del año anterior, en población atendida y entregas de producto lo que significa favorable para la meta propuesta de 2015 que consiste en movilizar 14.200 toneladas de producto que beneficiaran a unas 250 mil personas en Bogotá y los municipios cercanos" Afirma el padre Daniel Saldarriaga, Director Ejecutivo del Banco de Alimentos de Bogotá. Contacto: John La Rotta Moreno Comunicaciones Banco de Alimentos Mail: [email protected] Teléfono: 316 8 14 07 57