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esposos

Sáb 15 Oct 2022

Encuentro Nacional de Pastoral Familiar y Sinodalidad

La jornada, que se desarrollará del 20 al 22 de octubre, tiene como objetivo interiorizar el reto que el Papa Francisco pide a las familias de caminar juntos: "juntos como esposos, junto a otras familias, junto a la Iglesia". En este espacio, que va dirigido a Familias en general, Psicólogos, terapeutas familiares, lideres provida, delegados y agentes de Pastoral Familiar en las Jurisdicciones Eclesiásticas de Colombia, se ofrecerán conferencias y talleres con temáticas como: Familia y sinodalidad; ecos del X encuentro mundial de las familias; Herramientas para acompañar a matrimonios que pasa por dificultades; Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial; Estrategias para crear y acompañar comunidades de fortalecimiento familiar, entre otros. Invitado internacional Desde de México estará el doctor José Armando Duarte Pantoja, director de la fundación “Construyendo Familias Fuertes” de la Diócesis de Irapuato México. Licenciado en Ciencias de la Familia, Maestría en Educación y con estudios de Doctorado en Liderazgo y Dirección de Instituciones de Educación Superior. Inscripciones Las personas interesadas en participar podrán inscribirse a partir del 23 de agosto hasta el 11 de octubre de 2022, diligenciando el siguiente formulario: https://cecforms.typeform.com/to/pS2YbHiC Costos y lugar:El aporte para participar en el evento, que se llevará a cabo en las instalaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia (Cra. 58 No. 80-87) en Bogotá, será así: Internos: Individual. $400.000 - Pareja $ 600.000 o Externos: Individual $300.000 - pareja: $500.000 También: Virtual Transmisión vía Zoom un costo $ 80.000 Mayores informes: PBX:(57-1) 4 37 55 40 – Ext: 247

Lun 31 Ene 2022

Entrevista Gabriella Gambino: Carta del Papa Francisco a los esposos

A propósito de la carta que el Papa Francisco dirigió a las esposas y esposos del mundo con ocasión del Año Familia Amoris laetitia, Gabriella Gambino, Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, dialogó con Vatican News, donde comentó este importante mensaje. LEA LA ENTREVISTA “Con esta Carta el Papa entra en nuestra vida cotidiana, entra en las dinámicas familiares, casi tomándonos de la mano para animarnos y no hacernos sentir solos en este camino y además, exhorta a los jóvenes a que se casen, a que confíen en la gracia que invade a la pareja, que la sostiene durante toda su vida”, lo dijo Gabriella Gambino, Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, comentando la reciente publicación de la Carta que el Santo Padre envió a los esposos de todo el mundo, con motivo del Año “Familia Amoris laetitia”. La Subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, dialogando con nuestra colega del programa italiano de Vatican News, Gabriella Ceraso, señaló que lo que más le impresiona de las palabras del Papa en la Carta a los esposos – que fue publicado en la Fiesta de la Sagrada Familia, este 26 de diciembre – es “la ternura de su tono, el afecto que quiere expresar a las familias en un momento tan complejo dominado por la pandemia”. Asimismo, Gabriella Gambino recordó que, hoy hay muchas familias que atraviesan crisis y dificultades de todo tipo, a las que el Papa dirige su mirada paternal. “Pero, me llama especialmente la atención – subrayó la Subsecretaria – la preocupación que presta al sacramento del matrimonio, la belleza de este don, tan difícil de entender para los jóvenes, hoy reside en la presencia de Cristo que habita en las familias, en medio de nuestra vida cotidiana”. Básicamente, el Papa nos recuerda que como cristianos no podemos renunciar a proponer a los jóvenes el ideal del matrimonio, es decir, el plan de Dios en toda su grandeza, no hacerlo sería una falta de amor de la Iglesia hacia los jóvenes y el Santo Padre nos lo dice también en Amoris laetitia. ¿Cuáles son los frutos que se han producido en este Año Familia Amoris Laetitia? R.- Sin duda, diría que todas las iniciativas que el mundo esta dando a conocer a nuestro Dicasterio y también todas las que no nos llegan desde que el Papa nos ha dado este impulso, son muchísimas las parroquias, las diócesis, incluso los colegios, las universidades, que nos escriben para contarnos lo que hacen en respuesta a la llamada del Santo Padre. Por ejemplo, acompañar a las familias y a los matrimonios, a las situaciones más frágiles, a las nuevas uniones en las que se busca el construir. Se ha puesto en marcha un proceso de creatividad pastoral, que también está conduciendo a una mayor comunión entre los pastores y las familias para aprender a escucharse mutuamente y potenciar el papel de las familias y de los matrimonios en la Iglesia. Claro no es fácil, pero, en todas partes se ven las ganas de salir adelante, de tratar de entender como se camina juntos y también de acompañar las situaciones más difíciles, las que antes se dejaban un poco de lado. Las familias son realmente un bien para la Iglesia, pero en muchos casos, en muchos contextos, todavía tenemos que entender como poner en práctica esta importante afirmación. ¿De qué modo la preparación del Encuentro Mundial de las Familias se entrelaza con el proceso sinodal? R.- Amoris laetitia es el hilo rojo que nos lleva la Encuentro Mundial, nos pide que discernamos el estilo y el modo de realizar nuestro servicio pastoral. El Santo Padre nos invita, ahora, a enmarcar en este camino sinodal de la Iglesia a través de la comunión, la participación y la misión de cada componente del pueblo de Dios, incluida las familias. Entonces, pastores y familias juntos bajo la guía del Espíritu, pero el tema es cómo hacerlo. Sería interesante, por ejemplo, en este tiempo de camino sinodal y al mismo tiempo de preparación del Encuentro Mundial, intentar combinar el proceso de discernimiento eclesial, partiendo también de la relación Iglesia–familia, haciéndonos preguntas un poco diferentes a las que estamos acostumbrados. Por ejemplo: ¿Cómo puede la familia ayudar a la Iglesia a ser más sinodal? ¿Qué puede aprender la Iglesia del modo familiar de discernir, escuchar y acoger? O por ejemplo, ¿Qué puede aprender la Iglesia del modo en que los padres, los hijos y los hermanos intentan amarse con sus fragilidades, conflictos y puntos de vista diferentes? Estas y otras cuestiones podrían abrir, creo, una nueva forma de pensar la pastoral, un estilo diferente, una comunión más concreta entre familias e Iglesia, no solo eso, sino que creo que se iniciaría un nuevo proceso de discernimiento más allá de la conclusión del Año de la Familia con el Encuentro Mundial, podría continuar al menos hasta el Sínodo continuando con el estímulo de la Pastoral Familiar en todo el mundo.

Mar 17 Ago 2021

La Buena Noticia de la familia

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - La familia es una realidad que, de una forma u otra, está siempre viva en toda persona humana. Como toda institución, pasa en algunos momentos por situaciones de crisis que le ofrecen la ocasión de redefinirse armoniosamente en el concierto social. La Iglesia ha recibido una “buena noticia” acerca de la identidad, la configuración y la misión de la familia y es, para ella, un deber y una alegría anunciarla. Tengamos presentes, por tanto, algunos aspectos que debemos trabajar, especialmente este año, en la catequesis y en el acompañamiento pastoral de los jóvenes y de los esposos. 1. Dios es amor y la persona humana tiene la posibilidad de vivir ese amor en la familia. El Dios que Jesús nos ha revelado no es un Dios solitario, lejano, inaccesible, sino un Dios que vive en la comunión de tres personas divinas y busca una cercanía con la humanidad con el propósito de hacerla partícipes de su plenitud y de su felicidad. Todos, sea cual sea nuestra condición y nuestra situación, tenemos un lugar en el corazón de Dios. No existiríamos si él no nos hubiera creado para participar del amor eterno e infinito que él es. Esta realización de la imagen de Dios en nosotros tiene un espacio privilegiado en la vida familiar, que existe precisamente para ayudarnos a vivir nuestra dignidad y a aprender la comunión. 2. La familia se construye y se proyecta a partir de la riqueza de la persona humana a la que Dios ha creado en la doble dimensión de varón y mujer. La pareja que se ama y engendra la vida es una manifestación patente de Dios creador y salvador. Cuando cierta ideología afirma que no hay diferencia entre el varón y la mujer y que cada uno puede elegir para sí el género que quiera, está ignorando la realidad profunda de la diferencia y la reciprocidad de la dimensión masculina y femenina, que tiene arraigo biológico, psicológico e incluso religioso. Si bien ninguna persona puede ser discriminada por su condición sexual, no es posible tampoco vaciar el fundamento antropológico y social de la familia. “Lo creado nos precede y debe ser recibido como un don”. 3. La familia tiene el privilegio y el gozo de generar la vida humana. Debemos aprender a asombrarnos y a agradecer el milagro de la existencia de cada persona humana, por lo que significa en su individualidad y originalidad y por lo que implica para el camino de la humanidad. Si una sociedad no es capaz de transmitir la vida a la generación siguiente, es una sociedad que fracasa en una tarea fundamental. El “invierno demográfico” se empieza a reconocer, en diversos ámbitos, como un verdadero cataclismo. Por tanto, urge valorar esta misión esencial de la familia y lograr que todas las fuerzas vivas apoyen a los esposos que generosamente quieren transmitir el don maravilloso de la vida y asumir la tarea inherente del acompañamiento educativo. 4. La familia es una vocación para la plena realización de la persona. El proyecto de Dios sobre el matrimonio y sobre la familia se configura esencialmente como una llamada a cooperar en su plan de salvación. Esta es la dimensión básica para comprender la vida y la misión de los esposos. La vocación al matrimonio se traduce específicamente en la atracción hacia una determinada persona, en el enamoramiento que se vive, en la decisión de compartir la vida con esa persona y de construir con ella una familia, en el propósito de de proyectar la belleza y la fecundidad de este amor en toda la sociedad. Qué importante transmitir esta convicción particularmente a los jóvenes, haciéndoles ver que en ninguno de los momentos de este proceso Dios está ausente. 5. La familia abre una perspectiva más humana a la sociedad. Una familia sólida enseña a mirar el mundo con responsabilidad y esperanza, transmite valores esenciales como la fidelidad, la sinceridad y la solidaridad, educa para practicar el respeto y la cooperación con los demás. La disminución en las relaciones personales, la pérdida de un adecuado comportamiento ético, la insensibilidad con los más débiles, el recurso permanente a la violencia, están mostrando la necesidad del aporte cultural y social que puede ofrecer, como de un modo natural, esa célula esencial que es la familia. Más aún, por la gracia del sacramento del matrimonio, la familia es para nosotros una “Iglesia doméstica” donde se transmite la vida nueva del Evangelio. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín