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fin de año

Vie 14 Dic 2018

Iglesia Católica apoya campaña nacional de seguridad vial

En el contexto de las celebraciones de Navidad y Fin de Año, la Iglesia Católica en Colombia se une al llamado de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) para que las personas asuman comportamientos adecuados en las vías, logrando la disminución de víctimas en las carreteras del país. “Para nosotros es importante que no se afecte el sentido y espiritualidad de estas fiestas. Que este este tiempo no se mezcle ni con alcohol, ni con tragedias, sino que sea de unidad familiar”, indicó Monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia, durante el encuentro con la Directora de la ANSV,Hilda María Gómez, quien, en compañía de su equipo, invitó a la CEC a vincularse a esta campaña. Con el propósito común de defender la vida, se acordó promover piezas comunicativas sobre el tema de seguridad vial relacionadas con velocidad y alcohol. Descargar piezas comunicativas para redes Descargar spots radiales También, se invita a las Jurisdicciones eclesiásticas y a los medios de comunicación a sumarse a la difusión de estos mensajes. Sobre la campaña,la directora de la ANSV indicó que el apoyo de la Iglesia en esta labor es fundamental para llegar a muchos más colombianos con un mensaje de respeto por todos los actores viales que transitan por el territorio nacional. En cifras Durante el periodo navideño del 2017-2018, 861 personas perdieron la vida en siniestros viales, el 47,4% del total de personas que perdieron la vida fueron usuarios de moto (408), peatones 196(22,7%), usuarios de vehículo 89 (10,3%)y ciclistas 42 (4,8%). Los días con mayor número de fallecidos en la temporada fueron: 1 de enero con 38 personas, seguido de 24 de diciembre con 36 personas y por último el 25 de diciembre con 34. El perfil de las personas que más están falleciendo a causa de los siniestros viales son mayoritariamente jóvenes hombres entre 19 y 34 años de estratos bajos y usuarios de motocicleta. La mayor causa de los siniestros viales es no respetar las normas de tránsito (como exceder los límites de velocidad, conducir en estado de embriaguez, entre otros)

Jue 28 Dic 2017

En nuevo año deber ser de avance y no de retroceso

El Año Nuevo debe ser signo de avance y no de retroceso, así lo aseguró el Arzobispo de Bogotá, Cardenal Rubén Salazar Gómez, en un mensaje al finalizar el año 2017. El también presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano - CELAM, manifestó que el nuevo año significa tener la conciencia de que no estamos en un círculo vicioso para repetir las mismas cosas. Finalmente, reiteró que no nos podemos quedar estancados en una rutina.

Lun 25 Dic 2017

La Sagrada Familia nos invita a contemplar lo maravilloso del amor

[icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon] Tweets by cardenalruben

Vie 30 Dic 2016

El 2017 debe ser un año para perdonar

Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC)expresó su deseo para que el 2017 sea un año de felicidad para todos los colombianos y en particular para las víctimas del conflicto armado. “Qué bonito desearles a ellos felicidad, porque no existen las víctimas felices. Existe al año feliz, existe la hora feliz, existe el grado feliz, pero no existe la víctima feliz”. Monseñor Castro Quiroga explicó que a través del perdón las personas recién pueden disfrutar de la felicidad. “Será un año feliz cuando las víctimas tengan la posibilidad y la valentía de poder perdonar”, aseguró el prelado. El también arzobispo de Tunja explicó que cuando llegue el perdón las víctimas se transformarán en sobrevivientes. “Cuando llegue el perdón va llegar la felicidad y entonces el sobreviviente podrá organizar su vida, y su tiempo de una manera positiva y sentirá que está en las manos de Dios”, puntualizó.

Mié 30 Dic 2015

Promensas de año nuevo

Pocos momentos tan llenos de buenas intenciones como el primero de enero y en general todo el primer mes del año. Y también, pocos días tan realistas como los de fin de cada año para caer en cuenta que se pasaron 365 días en los que no se llevaron a cabo las buenas intenciones del inicio. ¿Qué nos hace falta o qué falla cuando se trata de poner en marcha las promesas y concretarlas? En primer lugar parece ser que no hemos logrado superar la eterna dicotomía entre lo urgente y lo necesario. Empeñados en miles de ocupaciones vamos saltando de urgencia en urgencia y posponemos lo que en realidad sería más estable: lo necesario para el futuro; por ejemplo, de este modo se privilegia el trabajo sobre un proyecto de estudio, o sobre un tratamiento para la salud. En segundo lugar, existe una palabra poco conocida pero muy practicada al punto que todos hemos tenido que ver con ella: “Procrastinación”. Es la acción de diferir y aplazar las cosas. “Si lo puedes hacer mañana, ¿para qué te preocupas hoy? Se ha vuelto típico en los estudiantes que siempre añoran la última noche antes del parcial o la tarea. Como tercera razón la inseguridad cada día es más frecuente y las dudas surgen cada vez que se quiere tomar una decisión. Resultan grandes ideales aplastados por esa mezcla de pesimismo y realidad que vuelve inseguras a las personas. El proyecto anhelado pierde piso de repente cuando aparece la idea de que es mejor no arriesgarse en un propósito que quizá va a quedar a media marcha por dificultades económicas, de tiempo o de voluntad. Precisamente, allí viene el núcleo del asunto; lo que san Agustín llamaba la enfermedad de la voluntad. Queremos ganarnos el cielo pero la voluntad enferma se inclina por el pecado. Sabemos que el cielo es un gran premio pero lo vivimos perdiendo por nuestro poco esfuerzo. Fijémonos en que las promesas que hacemos tocan todos los rincones de nuestra vida: desde el ámbito espiritual hasta lo material y terreno, pasando por la salud y el bienestar. ¿Qué podemos hacer? Sirve mucho hacerse planes concretos y trazarse metas cuantificables, evaluables, medibles. Por ejemplo, no es lo mismo decir: “este año sí voy a ir al médico”, que marcar en el calendario un día límite para gestionar la cita: “Hasta esta fecha tengo tiempo para buscar al médico”. Se trata de un mínimo proyecto personal de vida con metas concretas y alcanzables. Y en el campo espiritual también debemos ser específicos pues no basta con anhelar: “Este año voy a cambiar” ya que eso no dice nada. Quien quiere obrar un cambio en su vida debe decir: “Esta semana me propongo ser más tolerante con tres personas” de modo que el sábado usted se pueda preguntar si en realidad pudo cumplirlo. De modo que en este año 2016 debemos ser más concretos para que nos resulten las cosas. No nos quejemos de un supuesto abandono de Dios a nuestros proyectos pues su ayuda es constante y sin falta; más bien lamentemos nuestra falta de decisión por emprender planes que en verdad sirvan para nuestro crecimiento y que estemos asistidos por el Espíritu Santo pues lo que muchas veces ocurre es que “no sabemos pedir como conviene” (Romanos 8, 26). P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán [email protected]