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gobiernos

Mié 6 Abr 2022

Francisco: Ora por el personal sanitario y pide a gobiernos calidad en el servicio de salud

En la edición del video para el mes de abril, el Papa Francisco centra su especial atención en el personal sanitario quien dedica su vida al cuidado de la salud de los enfermos. “La pandemia nos ha mostrado la entrega, la generosidad del personal sanitario, voluntarios, trabajadores y trabajadoras de la salud, sacerdotes, religiosos y religiosas”. Un buen servicio sanitario, accesible a todos, es una prioridad Llama la atención como en este tiempo de pandemia, se evidenció la falta que muchas personas tienen al acceso del sistema de salud, sobre todo en los países más pobres y en aquellas personas más vulnerables, esto, dijo el Pontífice, se debe a una mala administración de los recursos y a la falta de compromiso político serio. “Por eso quiero pedir a todos los gobiernos de todos los países del mundo, que no olviden que un buen servicio sanitario, accesible a todos, es una prioridad. Pero también quiero recordar que el servicio sanitario no es solo una organización, sino que están los hombres y mujeres que dedican su vida al cuidado de la salud del otro y que han dado durante esta pandemia, la vida para ayudar a recuperarse a tantos enfermos”. Finalmente, el obispo de Roma pide orar para que todo el esfuerzo que hace el personal de la salud en el cuidado de los enfermos, sea apoyado por los gobiernos y las comunidades locales.

Vie 28 Sep 2018

Iglesia colombo-ecuatoriana pide a Gobiernos acciones efectivas en frontera

En un comunicado de prensa obispos y sacerdotes de las diócesis de frontera colombo-ecuatoriana, han hecho un llamado a los Gobiernos de ambos países para que de forma responsable generen acciones que impacten de manera efectiva sobre la dura realidad que afrontan las poblaciones y los migrantes de esta región fronteriza. “Llamamos a nuestros gobernantes a nivel local, regional y nacional para dar una mirada responsable a las situaciones sociales de frontera de tal forma que sus acciones impacten más apropiadamente esta realidad. El diálogo de las autoridades, la coordinación de las entidades que tienen compromiso con los migrantes, internos de las cárceles, etnias, mundo rural y cuidado ecológico”, señalan los obispos en el mensaje. Este pronunciamiento se da tras la reunión que se realizó el 25 y 26 de septiembre en la diócesis de Ipiales, donde los prelados hicieron una lectura a la realidad fronteriza. “Queremos leer los nuevos desafíos presentes en la frontera, para trazar caminos pastorales que nos permitan impactar de forma positiva estas situaciones y ayudar al progreso espiritual y humano de nuestros pueblos”, señalan. Así mismo en la misiva, agradecen la tarea pastoral realizada por la Iglesia de ambos países, “que han trabajado con amor en bien de las comunidades, unidos a los sacerdotes, religiosos y religiosas y muchos laicos que con amor por sus hermanos han buscado una frontera fraternal, con solidaridad, defensa de los excluidos y respeto por la "casa común" puesta por Dios en nuestras manos”. Participaron de este encuentro: Mons. Luis Albeiro Maldonado, obispo de Mocoa, Mons. José Saúl Grisales Grisales, obispo de Ipiales, Mons. Orlando Olave Villanova, obispo de Tumaco, Mons. Celmo Lazzari, obispo del Vicariato de San Miguel de Sucumbíos, Padre Martín José Balda, delegado obispo V.A. E. Esmeraldas y el padre Lenin Hernández, delegado obispo diocesis de Tulcán [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 3 Ago 2018

Agenda eclesial de paz

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - En la Colombia actual, el bien de la paz no puede reducirse a lo que hagan o dejen de hacer los gobiernos. Hoy no tenemos un estado de paz, ni una paz de Estado, como lo manda la constitución nacional, pues carecemos, tristemente, de esos consensos entre ciudadanos y gobernantes que, por múltiples factores de vieja data y conceptos divergentes del poder y de la justicia, han generado, no solamente desequilibrio sino verdadero daño a la convivencia pacífica, a la inclusión del Estado en la totalidad del territorio y de la población en la totalidad de derechos y oportunidades. Pululan las economías y los “poderes paralelos”, en el barrio o en el campo, en la lejanía y la selva. Situación que se agrava mucho más con el auge del narcotráfico, su producción y mercado, para no hablar de otros fenómenos concomitantes a la criminalidad. Sin duda alguna, estos serán días de incertidumbre y expectativas, de balance sobre un proceso de paz, apenas iniciándose, pero ya con hechos, procesos y planes que deberán ser responsablemente asumidos por el pueblo colombiano y por el nuevo gobierno, más allá de visiones partidistas. En materia de ahorrar vidas humanas, y la paz sí que lo es, no se puede mantener el criterio de derecho a desandar el trecho recorrido, sino de garantizar la meta anhelada: paz con verdad, democracia plena y mayor justicia social. La Iglesia Católica en Colombia, ojalá en un contexto de ecumenismo desde la verdad de Dios, del hombre y de la creación, debe alentar siempre, sin miedo, el Evangelio de la paz, la buena nueva del perdón y la utopía de la unidad en la diversidad. Para una población en diáspora cultural y desarraigada de sus pertenencias, de bienes y sentido, ahogada por el libre mercado y el insaciable consumo, sometida a la ley de la fuerza y de un aberrante desprecio por la vida del semejante, se vuelve indispensable esa “Iglesia de puertas abiertas”, comunidad en salida al encuentro del difícil prójimo de estos tiempos, “hospital de campaña” en medio de personas, familias y masas heridas. Esta Iglesia, “espacio alternativo” a sociedades y Estados, independiente de partidos gobernantes y opositores, deberá emerger, con fuerza y sabor de Evangelio, también en Colombia. Evangelizar y pastorear la sociedad (fe y doctrina social de la Iglesia), resultan inseparables. Bien vale la pena retomarlo con el ímpetu de hace 50 años, con el “Documento de Medellín”, conclusiones de la 2a. Asamblea General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño, celebrada en Medellín del 26 de agosto al 6 de septiembre de 1968. Allí, la justicia y el cambio social, la paz, la opción por los pobres y por los jóvenes, marcaron la pauta. Propongámonos, como mínimo, volver a ese texto y releerlo hoy, guiados por el mensaje del Papa Francisco. El Documento de Medellín, actualizado por el magisterio del Papa, bien podría inspirarnos una agenda eclesial de paz para nuestro compromiso. Esta agenda podría ser construida entre todos. Me atrevo a sugerir, como hechos y palabras “generadores” de aprendizajes “alfabetizadores”, para una conciencia social de paz como Iglesia, al menos tres conjuntos de lenguaje: 1. Conjunto de la “V”: *VIDA, VÍCTIMAS, VERDAD. 2. Conjunto de las “P”: *PALABRA, PACTO, PERDÓN. 3. Conjunto de las “D”: *DIGNIDAD, DERECHOS, DEMOCRACIA. Sobre estos hechos-palabra, podríamos empezar a generar una conducta de Iglesia, que nos permita visibilizar a las víctimas de violencias y violentos, para cuestionar a sus perpetradores y a los indiferentes comportamos estos sencillos aportes. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mié 16 Mayo 2018

Ante grande y grave compromiso

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez: A quince días de cumplir con el sagrado derecho y deber de dar el voto por quien a conciencia se crea que debe gobernar y dirigir acertadamente nuestra amada Colombia cada uno de los colombianos tenemos qué tomar conciencia de que estamos ante un grande y grave compromiso que hemos de cumplir, y responder de ello ante Dios y ante la Patria. Cruzarse de brazos ante este deber con escusa, de los incumplimientos, y hasta traiciones, de quienes son elegidos, es falsa escusa pues siempre habrá fallas humanas en los escogidos, las cuales serán mayores en quienes previamente tengan malos antecedentes o ideologías que llevan al desastre moral y económico a los países. Los malos gobiernos los eligen los que se creen “buenos ciudadanos”, apoltronados en irresponsable e imperdonable abstencionismo. Para dar el voto, y cumplir debidamente con la madre Patria, que reclama de sus buenos hijos necesario apoyo en palpables emergencias como las de Colombia en este momento, es preciso hacerlo en forma reflexiva, serena y libre, por quien, por encima de toda pasión o pequeños intereses, sea quien se estime la mejor entre las opciones para llevar adelante al País. Qué vergonzoso cuando esta tan importante actuación se llegue a dar por dadivas o promesas económicas, o por ciega pasión política de afecto o desafecto. Para dar este paso trascendent - al, es preciso, en primer término, tener análisis imparcial sobre la calidad del candidato, pues solo un árbol bueno puede dar frutos buenos. Hay qué tener en cuenta su rectitud de pensamiento, persona guiada por correctos principios morales y sociales, ser defensor de la familia fundada en la ley natural de unión entre hombre y mujer, que tenga hogar bien conformado, que sea claro defensor del fundamental derecho a la vida desde su inicio en el vientre materno hasta su muerte natural. Importante, igualmente, que tenga debido conocimiento y visión en lo económico y en lo social, con respeto a un bien encauzado derecho a la propiedad privada, con debida proyección y sensibilidad social, a la vez que respetuoso de derechos como el de libertad religiosa y a objeción de conciencia, a la luz de las determinaciones constitucionales. Necesitamos elegir un primer mandatario que respete la Constitución y la voluntad popular, sin atropellos a ellas, que no solo ofrezca como aliciente electoral sino que su pasado dé garantía de cumplir en el Ejecutivo, y propiciar en las otras ramas de poder, erradicación de procedimientos corruptos. Que asuma real compromiso, de afrontar las fallas en la educación, en cuanto a calidad y amplitud, atendiendo los reclamos en ésto de toda la Nación lo mismo que de los vinculados directamente con ella, pero que no sean desbordados sino dentro de la posibilidad presupuestal, con nivelación similar a solicitudes de otros gremios. Es indispensable que esté listo a afrontar la grave problemática de la salud, y que busque poner en orden todo lo relacionado con la recta administración de una Justicia que sea garantía para todos los ciudadanos. Sí votamos exigiendo en el candidato esas calidades, respeto a los principios y real compromiso con las situaciones mencionadas, habremos cumplido bien nuestro deber de buenos hijos, con la Madre Patria. Los creyentes invocaremos a Dios que nos dé sus luces, para acertar, y que nos dé lo mejor para Colombia. Venga lo que viniere, estaremos, así, tranquilos en nuestra conciencia, y satisfechos de este esfuerzo, como contribución a una paz verdadera. Esta solo será posible con el cumplimiento fiel y leal, sin subterfugios y amañados reclamos a acuerdos aprobados, así sean discutibles, encaminados a la paz, con apertura de todos a enmiendas que en forma realmente democrática se acuerden, luego. De esta manera habremos contribuido a la paz verdadera, que anhelamos todos los buenos colombianos. + Libardo Ramírez Gómez Obispo Emérito de Garzón Email: [email protected]