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la risa

Lun 14 Nov 2016

La seriedad y la risa

Por Monseñor Gonzalo Restrepo - Toda nuestra vida es un conjunto de aconteceres y circunstancias que nos llevan a la seriedad y a la risa. No podemos estar siempre serios, tampoco podríamos estar siempre riéndonos. La vida es una mezcla de seriedad y de risas. Podríamos decir que nuestra vida es una “tragicomedia”, no del todo trágica, tampoco totalmente cómica. Somos los actores, unas veces de tragedias y otras de comedias. Siempre estamos actuando, unas veces lo hacemos bien y otras no tanto, pero siempre tenemos que actuar. Lo importante es que nuestra acción, en la tragedia, en la comedia o en la tragicomedia, esté adornada con unas características que nos permitan estar perfeccionando siempre nuestro papel en todas las obras que tengamos que actuar. Y, ¿cuáles son esas características? Algunas de ellas son las siguientes: Obra siempre con rectitud y autenticidad. No pretendas ser o aparentar lo que no eres ni llegarás a ser. Nunca escondas la verdad de lo que eres y de lo que no eres. Sé transparente con todas las personas. Piensa que no eres el único actor y que a tu lado hay muchos otros actores que requieren tu atención. Nunca camines por la vida como si fueses el único, el más destacado y prestigioso de los actores. No te quedes representando siempre la misma escena. Hay muchas escenas en tu vida, unas de dolor y otras de alegría, unas de fracaso y otras de éxito, escenas de angustia y escenas de esperanza. Debes tener el coraje de saber salir de las escenas y darlas por concluidas para iniciar otras, de lo contrario, tu obra, tragedia o comedia, quedará inconclusa. Serás siempre un actor maravilloso y encantador, si representas bien tu papel, pero si le ayudas a los demás actores a que ellos también lo representen de la mejor manera. Así entre todos, darán una excelente función y todos quedarán felices. Cuando olvides realizar tu papel o te equivoques, no dudes en repasar tu guión y en enmendar las fallas; sólo así se llega a ser gran actor. Algún día terminarán tus días en esta empresa de la vida donde realizas tus papeles como actor. Lo importante es que sepas comprender cuándo ha llegado este día y sepas cancelar todas tus deudas, quedar a paz y salvo y salir bien librado. No permitas que tu imagen se oscurezca, se manche o se borre por no reconocer a tiempo lo que has de reconocer, o por no salir cuando debes de salir. No busques fama, ni dinero, ni poder. Si te llegan acéptales y manéjales con tino y cuidado. Pero no corras detrás de ellos porque si así lo hicieras te traerán muchas dificultades, decepciones y desilusiones. Actúa con sencillez y decoro, con armonía y delicadeza, con serenidad y sobriedad, con fortaleza y constancia. En ello encontrarás la felicidad. Lo demás son los oropeles de la vida que entre más brillantes y atractivos, son menos satisfactorios y más alucinantes, menos reales y más aparentes. La apariencia sólo conduce a la desilusión y al fracaso, al sinsentido y a la falsedad. Quien no camina en la verdad jamás podrá ser un buen actor, ni tendrá la realización personal del cumplimiento de su papel. En la tragedia y en la comedia, en la seriedad y en la risa, en las angustias y las esperanzas, lo que tienes que hacer siempre es actuar con la verdad y con la autenticidad de lo que eres y lo que queres llegar a ser. Éxitos. Seguramente nos estaremos encontrando como actores diferentes en la realización de varias obras. A lo mejor no nos reconocemos, pero nuestra señal seguirá siendo, la sinceridad, la autenticidad y el servirnos mutuamente. + Monseñor Gonzalo Restrepo Arzobispo de Manizales