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la vida

Jue 24 Feb 2022

Episcopado: Este domingo "Jornada extraordinaria de Oración por la Vida”

Este 27 de febrero, la Iglesia Católica de manera extraordinaria ha convocado a vivir la “Jornada extraordinaria de Oración por la Vida”, en la que se pedirá por el respeto de toda vida humana. Para ello la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del Departamento de Liturgia ofrece un subsidio que ayudará a animar este momento celebrativo. Esta jornada, denominada ‘¡Solidaridad creativa en favor de la vida!’, busca atender el clamor del pueblo colombiano en defensa de la vida, desde el momento de su fecundación hasta la muerte natural. En la presentación de la convocatoria se lee: "La Encarnación de Jesucristo nos revela la profundidad de este amor y nos impulsa a responder como Maria, acogiendo la vida con asombro, reconociendo la dignidad de cada persona amada de modo infinito e incondicional por Dios y cuidando especialmente a los que poseen una vida más vulnerable, débil o marginada". Cómo participar Se trata de animar, desde todas las parroquias del país, para que esta jornada se viva en diferentes espacios, rezando el santo Rosario, celebrando la Eucaristía, uniéndose en adoración al Santísimo, entre otras actividades. Esta invitación se hace a los párrocos, comunidades religiosas, movimientos eclesiales y pequeñas comunidades, para que desde sus diferentes ambientes pastorales se promueva la jornada y animen a los fieles laicos a vivir momentos de oración junto con sus familias, y también con vecinos, compañeros de estudio o trabajo, ya que será de manera presencial (guardando todos los protocolos de bioseguridad). Asimismo, el Episcopado extiende la invitación a quienes quieran participar de las manifestaciones públicas en las distintas ciudades, siguiendo todos los protocolos de bioseguridad. En Bogotá: #SíALaVida a las 10:00 a.m. en el Parque Nacional y #SomosProVida a las 2:00 p.m. en la Plaza de Bolívar. Descargar subsidio [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Mar 10 Mar 2020

La vida, sí

Por: Mons. Ismael Rueda Sierra - Hemos sido testigos de otro “round” legislativo del empeño recurrente de avanzar en la despenalización del aborto. Desafortunadamente, además de las presiones internas de parte de algunos sectores sociales e ideológicos, sabemos que corresponde también a una agenda internacional que presiona a los Estados en tal sentido. En este momento, por ejemplo, especialmente en la Argentina, como en otros países de la región, se libran debates en relación con el tema de la adopción del aborto como “derecho”, aplicado especialmente a la mujer, por definición y sublime identidad, protectora y defensora de la vida humana. La inevitable insistencia en el tema, nos da también la oportunidad de ratificar, en favor de la vida, lo que, desde la ley natural, el Evangelio y el discernimiento de hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo, se evidencia como fundamento para el cuidado y protección de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Necesario es, por ejemplo, retomar las ponderadas consideraciones de San Juan Pablo II en su carta encíclica “El Evangelio de la Vida”, tan luminosa, sin duda, para ubicar los fundamentos éticos sobre todo del tema, sin omitir los contextos culturales y presiones políticas que explican, entre otras razones, la recurrencia del mismo y las contradicciones internas de quienes lo plantean. Simplemente tomo algunas afirmaciones suyas referidas a nuevas y diversas formas de atentar contra la vida: “...Está también en el plano cultural, social y político… la tendencia, cada vez más frecuente, a interpretar estos delitos contra la vida como legítimas expresiones de la libertad individual, que deben reconocerse y ser protegidas como verdaderos y propios derechos” (EV.18). No es difícil notar que los atentados contra la vida van exactamente en dirección contraria a los de su respeto fundamental y en tal sentido, constituyen una “amenaza frontal a toda la cultura de los derechos del hombre” (Ibidem). Y en las raíces de estas concepciones, a no dudar, está el concepto subjetivo de libertad y la separación de ésta con la verdad. A propósito, afirma el Papa: “hay un aspecto aún más profundo que acentuar: la libertad reniega de sí misma, se autodestruye y se dispone a la eliminación del otro cuando no reconoce ni respeta su vínculo constitutivo con la verdad” (#19). Sorprende la cantidad de argumentos que se esgrimen para justificar el aborto, como, por ejemplo, que el nuevo ser humano engendrado, sería una “extensión”, o un “apéndice” del cuerpo de la mujer, sobre el que ella tiene derecho, y no una vida humana en desarrollo, con su propia identidad genética, peculiar y distinta de quienes la han engendrado, no obstante recibir el ADN de ambos. Esta realidad, si lo vemos fenomenológicamente y nos miramos a cada uno de nosotros, fue el origen de nuestro propio ser, existente, visible y verdadero ser humano con una vocación, misión y un proyecto de vida personal, aún en desarrollo. Por fortuna no truncado en sus inicios. Una realidad y verdad que no se puede separar de una presunta libertad para ir en contra. Sin ambages, ante la terminología ambigua que se suele usar para definir el aborto, como por ejemplo “interrupción voluntaria del embarazo” (IVE), para atenuar su gravedad ante la opinión pública, San Juan Pablo la define: “el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento” (EV,58). Verdad objetiva y libertad no son separables desde el punto de vista ético. El relativismo moral, entre otras razones, ha llevado a este divorcio. Advertir proféticamente y llamar la atención sobre las consecuencias para el presente y futuro de la humanidad sobre la defensa y protección del niño por nacer, paradójicamente y con pertinencia hoy tan preocupada por el medio ambiente, donde la vida en todas sus formas ocupa el primer lugar, ha de ser una convicción profunda, expresada con respeto y paciencia, pensando siempre en el bien de la familia humana que en los planes de Dios nos mira con amor y misericordia. ¡La vida sí! Con mi fraterno saludo. + Ismael Rueda Sierra Arzobispo de Bucaramanga